jueves, 11 de agosto de 2016

Guía práctica garantizada de jazz, rock, pop, BSO & world music-capítulo 2


Para entrar en tema y evitar confusiones y eventuales reproches, ver antes de que se trata esta "Guía práctica garantizada de jazz, rock, pop, BSO & world music (500 discos para procurarse la felicidad)" en su introducción. Allí encontrarán los motivos y especulaciones que originan esta caprichosa selección.

Luego, tienen el capítulo 1: “Rock argentino”.
Después de éste, capítulo 3: "Pop, rock & progresiva-parte 1"
Y "Pop, rock & progresiva-parte 2"

En el tintero quedan:

Cap. 4: Jazz & jazz-rock.
Cap. 5: Bandas de sonido originales de películas. 

Que los disfruten. Les dejo un beso en la reja. Horanosaurus.


Capítulo 2 – Folklore argentino, sudamericanos & world music.

*Stan Getz & Joao Gilberto – “Getz-Gilberto” (1964)

Una obra precursora de la fusión con la luego llamada “world music”, la manera elegante de los sajones de etiquetar la música de pueblos lejanos al imperio, esos que apenas saben ubicar en un  mapa (*). La que les refresca la inventiva cuando se les chamuscan las ideas para seguir vendiendo bien. Un disco que, además, me da pie para comenzar a recomendar mis discos brasileños preferidos.

Stan Getz, saxofonista baluarte del cool jazz, realizó con el creador bahiano Joao Gilberto y la cantante Astrud Gilberto –en ese momento su mujer- esta fructífera reunión con la bossa nova brasileña. El ‘descubridor’ de esta música fue el productor norteamericano Creed Taylor, dueño del sello Pacific Jazz. Los músicos del norte se enamoraron al toque de la movida, hubo una oleada de intercambios y permitieron al nuevo ritmo romper el cascarón y desparramarse por todo el mundo (y al jazz, renovarse). Todo músico brasileño de calidad tendría visa automática para EE.UU. y allí fueron llegando Gilberto, Tom Jobim, Sergio Mendez, Castro Neves, Edu Lobo, etc.

La bossa nova, fusión del samba y el jazz (el cool jazz) con cadencias de bolero, fue inventada por chicos de clase media en las paradisíacas playas de Copacabana-Río de Janeiro, durante la floreciente época desarrollista de Juscelino Kubitschek, cansados del samba populachón del carnaval y los morros. Algunos fueron muy críticos con esa movida bohemia y moderna de chicos bien a quienes la política les aburría.

Fue tanta la fiebre provocada por la bossa nova en los ambientes intelectuales que en 1962 Stan Getz, Zoot Sims y Herbie Mann llenaron el Carneggie Hall neoyorkino (algo así como nuestro Colón) invitando a Gilberto, Agostinho dos Santos, Roberto Menescal, Carlos Lyra, Oscar Castro Neves y otras figuras brasileñas.

La mayoría de los temas de este disco recomendado de 1964 son composiciones de Antonio Carlos Jobim, como “Chica de Ipanema”, “Desafinado”, “Corcovado”, etc. No solo obtuvo un premio Grammy: dicen que llegó a ser el disco de jazz más vendido de la historia. ¿Entendieron bien? En realidad es bossa nova brasileña cantada en portugués! 

Hay un volumen 2 de esta reunión pero grabado en vivo en el Carnegie Hall  ese mismo año, sumándose al equipo un jóven Gary Burton en vibráfono. En 1976 volvieron a juntarse alrededor de Getz en el LP “Best of two worlds”.

Estos  intercambios de músicos de jazz con artistas de ritmos tercermundistas o étnicos bien podrían pertenecer a otra clasificación, a un estante musical con otro nombre, por ej. “smooth jazz”. Buenos ejemplos serían los discos que editaron Frank Sinatra, Ella Fitzgerald o Sarah Vaughan cantando en formato de canción jazzera temas similares de Tom Jobim. O en un caso más extremo de enamoramiento, el del músico funk-rock George Duke grabando el buen “A brazilian love affair” (1980): se instaló en Rio de Janeiro para mezclar sus poderosos teclados electrónicos con samba y bossa, auxiliado por Milton Nascimento, Simone, Airto Moreira y Flora Purim. 

(*) El gran Joe Zawinul -a quien visitaremos en otro capítulo- declaró una vez: “Yo he inventado la world music, hace muchos años. Escucha “Black Market” (tema clásico de Weather Report), grabado en los años `70: ésa era world music..." Todos quieren ser el padre de esa criatura tan rendidora comercialmente.

**Joao Gilberto – “Eu sei que voi te amar-Ao vivo” (1995)

Sintetizando, y sin temor a equivocarme, puede decirse que Joao Gilberto (Bahia-Brasil, 1931-2019) ha sido un baluarte de la bossa nova y su intérprete perfecto: una voz pequeña y cool a la vez (casi lo opuesto a un varonil cantor tanguero). Como si fuera poco, Gilberto fue un eximio guitarrista. “El mayor artista brasilero”, según su alumno Caetano Veloso.

En este disco y como casi siempre, las cuerdas y la voz susurrada del precursor Gilberto, solitos, sin estridencias. Música tan intimista y despojada como grandiosa. La lista de clásicos seleccionados de Jobim, Dorival Caymmi, Ary Barroso y otros grandes, es estupenda. Aquí tienen otra vez “Chega de saudade” de Jobim, Vinicius de Moraes y Gilberto, el  himno iniciático de la bossa nova que pateó el hormiguero de la música popular brasileña. El disco homónimo-histórico-fundacional de Gilberto, es de 1959.

Pueden darse otro gustazo similar en el CD “Voz e violao” (1999), con la producción de su discípulo Caetano Veloso, quien también dijo de Gilberto “mejor que el silencio, solo Joao”. Gilberto fue un genio deconstructor de canciones jugando con el silencio para exprimirlas, buscarles su esencia y sacarles lo mejor. 

**Joao Gilberto & Caetano Veloso ao vivo em Buenos Aires” (1999)
 

Terrible discazo grabado en vivo en el Gran Rex porteño, promocionado como “40 años de bossa nova”. Una reunión de genios a pura emoción. Nos regalan varias canciones que recuerdan su Bahía natal, también el bolerazo “Bésame mucho” y “Lamento borincano”. Con Caetano Veloso vuelvo más adelante.

Una alternativa es recurrir a “Joao Gilberto en Tokio”, un disco que compendia sus actuaciones del 8 y 9 de noviembre de 2006 en la capital japonesa. Joao recién autorizó su difusión unos meses antes de morir en 2019. Es un “grandes éxitos” emocionante con el público despidiendo de pie al artista.

Joao Gilberto murió a sus 88 años: casi olvidado, viviendo de prestado y tironeado por sus familiares.

No se porque estúpido motivo me perdí ese increíble recital de Joao Gilberto y Caetano Veloso en Buenos Aires, a una hora de mi casa: no debo haber leído los diarios esa semana, estaría de viaje laburando, no tendría plata o sería un período mío con otras preferencias musicales. Normalmente puede conseguirse el DVD o ver la actuación en la web.

**Antonio Carlos Jobim – “Fotografia. Os anos dourados de Tom Jobim” (2005)

Si Joao Gilberto es el máximo intérprete de la bossa, Antonio Carlos Brasileiro de Almeida Jobim (para resumir “Tom Jobim”, Rio de Janeiro-Brasil, 1927-1994) fue el gran compositor y arreglador padre de la música popular brasilera moderna, rodeado también por Vinicius de Moraes aportando su entrañable poesía. Justamente, con la música de Jobim, la letra de Vinicius y la voz de Gilberto, “Chega de saudade” fue la bossa de 1958 que provocó un cambio cultural generacional en su país. Fue el puntapié inicial de la banda sonora de un tiempo, opacando a la tradicional canción carnavalesca  durante un buen rato y abriendo el juego después a la llamada “música popular brasilera” MPB, tropicalismo incluído. No es joda. ¿Cómo no van a ser casi próceres en Brasil? Claro que -en forma amplia- hubo otros contemporáneos suyos menos conocidos como Luiz Bonfá, Newton Mendonca, Ary Barroso, Dorival Caymmi, Castro Neves, por ejemplo, que fueron determinantes en ese proceso: si uno se pone a buscar en el baúl de los recuerdos las creaciones de esta gente, podría sorprenderse (*).

Retornando a Jobim, produjo una discografía muy extensa que conforma en si misma un capítulo musical aparte, incluyendo bandas sonoras para películas y obras teatrales. Esta recopilación de 2 CD y 28 temas es un muestrario de sus creaciones más exitosas y algunas obras menores, con orquestaciones y apoyos y vocalistas diversos. Por ejemplo, incluye “Aguas de marco” y “So tinha de ser com vocé”  del memorable dueto con la gran Elis Regina (del disco “Elis y Tom” de 1974, donde hicieron versiones de temas no superadas después, por lo que merece ser escuchado). También  “Garota de Ipanema”,  “Samba de uma nota só”, “Chovendo na Roseira”, “A felicidade”, “Insensatez” (inspirada en Preludio N° 4 de Chopin según su autor), “Eu sei que vou te amar”, etc.

Difícil tarea para las discográficas ha sido intentar buenas recopilaciones de Jobim por la divergencia de las producciones de las distintas obras de Jobim, que atentan contra su homogeneidad. Por ej. los horribles coros femeninos usados en “Matita Peré” y bandas como “Gabriela”. Aunque parezca un sacrilegio criticar a tal inmenso creador, tampoco la voz de Jobim ayudaba mucho para realzar sus composiciones y hay decenas de canciones suyas superadas en la interpretación de otros artistas.

Para abordar producciones originales de Jobim sugeriría -además de “Elis y Tom” (1974), “Wave” (1967) o “Stone flower”(1970), sin tantos éxitos y con música más intrumental pero alcanzando grandes alturas. En ellos lo acompañan Ron Carter, Joe Farrell y Hubert Laws (la crema del jazz de entonces al servicio de Jobim) más el percusionista Airto Moreira y Eumir Deodato (guitarrista que hizo la música de “Odisea en el espacio” de Stanley Kubrick), entre otros. Como siempre, dependerá del gusto de cada uno.

(*) Este puñado de gente dejó éxitos eternos que ya son parte de la música popular brasilera y también universal, como “Samba de Orfeo”, “A manha do carnaval”, “Cidade maravilhosa”, “Aquarela do Brasil”, “Samba da minha terra”, “Chora tua tristeza”, etc. Son varios los que recomiendan los libros “Chega de saudade, uma historia da bossa nova” de Ruy Castro (1990) y los dos volúmenes de “A cancao no tempo. 85 anos de musicas brasileiras” de Jairo Severiano y Zuza Homem de Mello, para sumergirse en la época de oro de la MPB, casi casi, toda carioca.

*Antonio Carlos Jobim – “A arte” (1990)

Una recopilación que incluye las contraindicaciones explicadas antes pero que aporta material distinto para completar el panorama de este gran creador. Versiones completamente instrumentales o con solo piano y voz, incluso algunas cantadas en inglés. Son 22 bandas en un solo CD.

Tom Jobim fue contratado en Estados Unidos por el sello Verve y grabó su primer disco allá por 1963, espantosamente titulado “The composer of Desafinado plays”,  haciendo alusión a ese éxito ya instalado en el norte de la mano de Joao Gilberto.  Jobim grabó con el americano más famoso de entonces, Frank Sinatra, y también con consagrada cantante Sarah Vaughan. La gran Ella Fitzgerald dedicó un disco completo a sus composiciones, acompañada de los capos Toots Thielemans y Joe Pass: "The Antonio Carlos Jobim songbook" (1981).

Jobim es el Gardel de la música brasileña. El aeropuerto más importante del país, en Río de Janeiro (El Galeao) fue rebautizado como ‘Antonio Carlos Jobim’.  Y digan lo que digan intelectuales y críticos, aunque la bossa nova haya sido casi olvidada -incluso en su país- y los sucesos pasen por otro lado, sigue siendo matriz de la música brasileña de calidad también en el siglo XXI.

*“Vinicius de Moraes en La Fusa con Toquinho y María Creuza” (1970) 

Marcus Vinicius de Moraes da Cruz de Melo Moraes (Rio de Janeiro, 1913-1980) fue un genio multifacético: poeta, escritor, autor musical y cantor, abogado, diplomático, intelectual, esteta y hedonista. Contribuyó con sus letras y su carisma único al boom de la bossa nova de los sesenta.

Vinicius de Moraes tuvo una carrera diplomática: fue agregado cultural en distintos destinos entre 1943 y 1968, cuando lo echó una dictadura militar. Entre medio publicó varios libros y en 1954 presentó Orfeo de la Concepción, un guión teatral basado en el mito griego de Orfeo trasladado a las favelas cariocas. Lo montó en el Teatro Municipal de Rio y fue la primera vez que gente de color subió a su escenario. Buscando acompañamiento musical conoció a sus compañeros Tom Jobim, Luis Bonfá y Baden Powell. Poco después, el francés Marcel Camus llevó la obra al cine y ganó el Oscar a la mejor película extranjera y la Palma de Oro en Cannes, en 1959. Después de 1968, Vinicius emprendió un exilio europeo y se dedicó completamente al arte. Se convirtió con el tiempo en un prestigioso embajador extraoficial de la cultura carioca.

1970. La Fusa era ya un boliche famoso de Punta del Este, donde Vinicius actuó ese verano junto a Dorival Caymmi y la bahiana Maria Creuza, a la usanza suya: recitales íntimos entre cófrades que celebraban la belleza en clima de concordia, entre vasos de whisky y cigarrillos. Casi una marca registrada. Cruzaron el charco y replicaron acá tal cual ese formato en el invierno siguiente pero Moraes (con 57 años) vino con Toquinho (24-guitarra y voz) y con la Creuza (26-voz). En alguna actuación trajo a Marilia Medalha (voz). Este disco del sello Trova fue grabado en Buenos Aires a partir de las presentaciones que hicieron esos artistas en un café-concert ya inexistente, llamado también La Fusa (ex galería Capitol, Av. Santa Fé entre Callao y Riobamba), que era de los mismos dueños. Pero esperen, que hay más. 

La fama de esta troupe artística crecía y crecía en Buenos Aires. El gran Vinicius, tipo mundano que estuvo casado nueve veces según se dice, fascinaba a toda la crema artística porteña recitando verdades sobre el amor y la felicidad tan escurridizos. Amenazas de los Tupamaros mediante para abandonar la costa esteña (los acusaban de “lagartos”, no aceptaban su libre albedrío), Vinicius  y Toquinho optaron por actuar durante la temporada de verano siguiente en La Fusa de Mar del Plata (mansión Zuberbuhler en Aristóbulo del Valle y Rodríguez Peña-Playa Grande, hoy edificio de departamentos), alternando a Maria Creuza, Chico Buarque, Maria Bethania y nuestro Horacio Molina. Millones de sensibles argentinos juran haber presenciado esos históricos encuentros, pero resulta imposible que sea verdad por la capacidad de la sala.

El productor argentino Alfredo Radoszynski, dueño del sello Trova, había grabado las sesiones porteñas en el boliche pero su calidad no era buena. Llevó al trío del título durante ese invierno del 70 al estudio de grabación ION y recreó el ambiente con público, mesas y copas, para obtener –como de casualidad- una pieza histórica de la música popular brasileña en tierras porteñas. El legendario baterista Enrique “zurdo” Roizner (que hasta su fallecimiento tocaba con Kevin Johansen pero pasó por bandas de renombre como Anacrusa) participó de esas sesiones de grabación y el folklorista Chango Farías Gómez se encargó de la percusión. Dejaron para la historia versiones imborrables de “A felicidade”,  “Tomara”, “Que maravilha”, “Lamento no morro”, “Canto de Oshana”, “Garota de Ipanema”, “Samba em preludio”, “Eu se que voi te amar” y otras.

Aprovechando el suceso de la producción anterior, intentaron después una segunda parte o La Fusa II basada en la movida de Mar del Plata de 1971 y del mismo modo -creando un clima artificial en estudios- esta vez con la voz de Maria Bethania. No lo escuché pero dicen que no fue lo mismo, a pesar de semejante intérprete. La famosa "A tonga da mironga do kabuletê", baluarte del trío que entró en este segundo disco, fue una creación basada en una puteada en africano, que mandaba a la mierda el clima opresivo de la política brasilera que dominaban los militares.

Vinicius de Moraes conforma la “santísima trinidad de la bossa nova” junto a Tom Jobim y Joao Gilberto, que fue el mejor intérprete de las composiciones musicales de los primeros.

*Cuarteto Jobim-Morelenbaum (1999)

Este grupo lo integraron Paulo Jobim (piano y voz) y Daniel Jobim (guitarra y voz), hijo y nieto del inmenso Antonio Carlos, más Jaques Morelenbaum (cello)  y su mujer Paula Morelenbaum (voz). Jacques fue músico y arreglador del propio Tom Jobim y también de otros monstruos como Caetano Veloso, Gal Costa y Gilberto Gil. Recrearon juntos trece temas del patriarca de la bossa nova: “Agua de beber”, “Ela e carioca”, “A felicidade”,  “Corcovado”, “Desafinado”, “Aguas de marzo”, etc.   Es un “grandes éxitos” de sus composiciones inoxidables hecho por el riñón artístico y afectivo del propio Jobim, recreadas con gran respeto y calidad (aunque Paula M. no sea Elis Regina).

El 18 de febrero de 2001 este cuarteto cerraba una de las noches del Telecom Jazz Festival gratuito en el anfiteatro de la Costanera Sur. Eramos diez mil porteños. Jacques Morelenbaum junto a los Jobim interpretando la música del gran Antonio Carlos. En realidad había ido a escuchar el número previo de Javier Malosetti y poco sabía del grupo brasileño: recién ahí descubrí al enorme Morelenbaum. Me la pasé todo el recital a pura emoción, casi moqueando, reconociendo de golpe que la música brasileña de Jobim había sido una de las bandas de sonido principales de mis primeras décadas. 

*Morelenbaum2/Sakamoto – “Casa” (2002)


 

También dedicado al espíritu musical de Tom Jobim y recreando su obra en longitud de onda melancólica. La sociedad de Jacques Morelenbaum, su mujer Paula y el inmenso pianista japonés Ryuichi Sakamoto (al que presentaré más ampliamente en otro rincón de esta guía). Colaboran Paulo Jobim y Ed Motta (otro extraplanetario que veremos adelante). El CD fue grabado en la casa carioca de Tom Jobim y usando su piano. Sacaron un disco más en esa misma exacta onda: “A day in New York” (2003), como el título indica, grabado en el imperio. Elegir uno de los dos es muy difícil. Juéguense ustedes. 

*Edu Lobo – “Cantiga de longe” (1970)

Edu Lobo es un músico innovador, ya octogenario, que se codeó en los sesenta con Vinicius de Moraes, Jobim y la bohemia carioca de la bossa nova. A poco de demostrar virtudes en sus pagos también fue captado por la industria discográfica norteamericana y su trayectoria artística penduló entre esas dos costas. 

Lo acompañan en este disco unos noveles Airto Moreira en percusión y Hermeto Pascoal en flauta, piano y arreglos. La música de Edu Lobo está muy emparentada justamente con la del grupo Cuarteto Novo (ver más adelante Hermeto Pascoal en el capítulo Jazz). Lo suyo fue una vuelta de tuerca realmente original a la bossa nova pero con mixturas de frevo y choro, ritmos brasileños más nordestinos. Busquen por ahí su famosa y recontra-difundida “Ponteio”, de 1967, no incluída en este recomendado. Si paran la oreja bien, podrán descubrir que muchos músicos populares rioplatenses de los setenta y ochenta que abrevaron en sus creaciones iniciales.

En su prolífica carrera, Lobo tiene un disco de 1980 a dúo con Tom Jobim (“Edu & Tom”) que posee temas de ambos, con los pro y contra de juntar genios a grabar. Luego con Chico Buarque convocaron a un seleccionado de artistas brasileños (Milton Nascimento, Gal Costa, Simone, Gilberto Gil, etc.) para presentar el exitoso musical “El gran circo místico” (1983), que giró por Brasil dando 200 funciones para 200 mil espectadores. Está en disco y como film en una coproducción internacional de 2018. Edu Lobo también sacó “Cambaio” (2002) con Buarque, Gal Costa, Lenine y otros, que obtuvo un Grammy Latino. Los dos trabajos son bandas sonoras para obras de teatro: de gran nivel pero música convencional para mi gusto. 

Me sorprendió el aviso que presentaba gratuitamente a Edu Lobo -ya mayorcito- en La Usina del Arte porteña un domingo día del padre en junio de 2019 y no dejé pasar la oportunidad. Acompañado por un cuarteto acústico excelente hizo un poutpurri de creaciones suyas, incluida “Upa neginho” y “Ponteio”. Increíble imaginar el derrotero de este hombre, otrora fachero, prócer de la música brasilera, ahora con una voz aún más grave y desafinada que al principio. Poco importa: era necesario que Buenos Aires lo homenajeara con el suficiente cariño, como es debido. No tocó “Zum zum”, mi favorita, pero la fui tarareando mentalmente hasta la pizzería Banchero de la Boca junto a mis dos mujeres, porque quedó repiqueteando en el aire.

* Baden Powell – “Sucesos e raridades”(2002)

Doble CD recopilatorio de este fenomenal guitarrista brasileño, otro carioca perteneciente al grupo selecto de la época dorada de la bossa nova de los sesenta. Una vuelta de tuerca de calidad a la más auténtica música popular brasilera de la bossa y afrosamba influenciada con su bagaje jazzero, en formato instrumental. Baden Powell de Aquino (1937-2000) fue ladero de Vinicius de Moraes y  Elis Regina, entre otros. Después, se instaló en Alemania, donde el sello Basf le editó gran parte de sus trabajos, luchó contra el alcoholismo y se hizo religioso (mal). Algunos críticos citan tres discos suyos como imprescindibles: “Tristeza on guitar” (1966), “Os afro sambas” (1966) con Vinicius de Moraes y “Os cantores do Lapinha” (1970) con Paulo Cesar Pinheiro, que me quedaron en el tintero. Este recomendado contiene temas escogidos de CD posteriores a los citados: “O grande show”, “Nosso Baden” y “Para Vinicius”.


*Caetano Veloso – “Cinema trascendental” (1979)

Uno de los más inmensos músicos sudamericanos, este bahiano, llamado en realidad Caetano Emanuel Vianna Telles Veloso (1942) y hermano de la cantante María Bethania, fue protagonista del disco “Tropicalia” (1968) junto a Tom Zé, Gilberto Gil, Gal Costa (*), Nara Leao y otros, que se constituyó en otro de los puntales de la música popular brasilera moderna. Esa expresión se convirtió en una movida: el tropicalismo, una actitud de ruptura contra el ambiente cultural, con material sonoro fuerte pero sin ser un género ni un estilo definido. Combinaba  samba, psicodelia, rock y poesía y era “enemigo” y a la vez admirador de la bossa nova. “Cubismo”, en las palabras del propio Caetano. 

Corrido por la dictadura militar en los ‘60s se exilió en Inglaterra y tuvo una carrera artística admirable. Empiecen con “Cinema trascendental”, que contiene las hermosas “Luna de San Jorge”, “Menino do Rio”, “Beleza pura” y “Oracao ao tempo”.  Los fans de Veloso, declaran imprescindible su disco “Extrangeiro” (1989) porque dicen que con él llegó a lo más alto. 

* Caetano Veloso – “Fina estampa” (1994)

Asi como es difícil escoger solo algunas perlas en su discografía, es fácil recomendar estos discos que Veloso dedica a la música latinoamericana, exaltándolo como un intérprete único. Por más joven o desinformado que sea el oyente, posiblemente reconocerá temas como “Contigo a la distancia”, “Lamento borincano”, “Capullito de alelí”, “Fina estampa”, “Vete de mí” y “Pecado”: un compendio de clásicos. Caetano escuchaba de chico en su casa muchos de estos temas populares, los resucitó y consiguió esta belleza de obra. Boleros, canciones, valsecitos. Entre lo más moderno, el tango “Vuelvo al sur” (de Piazzolla con letra de Pino Solanas) y un tema de Fito Páez (“Un vestido y un amor”), convertido en himno y sublimado por el bahiano. La dirección artística y el cello son de Jacques Morelenbaum, por si faltara alguna garantía más de calidad. 

**Caetano Veloso – “Fina estampa ao vivo” (1995)

Como dice el comentarista del disco Hélio Eichbauer, este CD es un viaje panamericano. El disco –también con dirección de Morelenbaum- está grabado en vivo pero no son exactamente los mismos temas del CD de estudio al que recién aludimos. Agrega por ejemplo  “Cucurrucucú paloma” y “La barca” y hay una proporción mayor de temas tradicionales de origen brasileño. Una reproducción del fresco “Pan American Unity” que pintara Diego Rivera en San Francisco, sirvió de telón de fondo de la gira: nada más coherente. El tema “Haití”, de Caetano y Gilberto Gil, es impresionante.

*Caetano Veloso – “Livro” (1998)




Tiene un premio Grammy, si es que eso agrega un valor a la obra artística. Mucho más samba y percusión que en otros discos de Veloso (excelentes “Onde o Rio é mais baiano” y “Os passistas”) y las bellas melodías de siempre (“Voce e minha” y “Manhatá”). Grandes arreglos de caños y producción de Jacques Morelenbaum y Caetano, cantando con el afiatamiento que le dieron los años. No olviden que queda mucho de interesante de Veloso afuera de estas recomendaciones: “Vocé e linda”, “Sampa”, “Terra”, “Coracao vagabundo”, “Desde que o samba é samba”, “A outra banda da terra” y tantas otras. Tienen que escucharlos! No se conformen con menos.

**Caetano Veloso y Gilberto Gil – “Dois amigos, um século de música” (2016)

Grabación del show que ofrecieron estos dos grandes, solitos con sus guitarras, durante la gira mundial 2015/6 que afrontaron. Un excelente resumen de su obra y de su refinamiento. De lo mejor de la música popular brasileña de todos los tiempos. Seguramente ya es considerado un clásico. Entre tantas perlas, conmovedor Gil al abordar “Tres palabras” y “Drao”. 

Como mencionaba antes en “Caetano y Gilberto Gil en Buenos Aires”, me perdí en 1999 la reunión de Veloso y Joao Gilberto en el Gran Rex. No me pareció imprescindible ver a Caetano Veloso en su visita cuando llegó en la gira de “Fina estampa”, no había escuchado aún el disco. Esperé pacientemente para ir por Veloso en mi ciudad, esquivando sus presentaciones cuasi-rockeras junto a su hijo Moreno Veloso o con la banda Ce. Yo quería escucharle sus hermosas canciones de siempre y llegó el momento en SET/15 con su gira mundial "Caetano y Gil, dos amigos, un siglo de música" (normalmente puede verse en Youtube y está en DVD). Bien, estos dos tipos de casi setenta años cantaron durante dos horas seguidas como en la intimidad de un living y apenas tomando agua, solitos con sus dos guitarras, sin luces raras ni humos de colores. Eligieron lo mejor y solo les faltó “Haití”. Salí exhausto de la emoción del Luna Park, junto a mis dos mujeres.

Gilberto Gil – “The very best of Gilberto Gil. The soul of Brazil” (2005)

Auténtico exponente del tropicalismo junto a su vecino, amigo y concuñado Caetano Veloso. Su música ha tenido influencias eclécticas: samba, rock, reggae. Sincrético. Fue alumno marista bahiano, luego rebelde y exiliado en los setenta, ministro de cultura de Lula en el dos mil y pico, siempre militante apartidario y anárquico. El disco contiene “Toda menina baiana”, “Palco”, versiones de varias gemas de Bob Marley y “Aquele abraco” (donde recuerda “O Rio de Janeiro continua lindo”). Tiene los faltazos de “Superhomem”, “Eu vim da Bahia” y la mencionada “Drao” un perdón dedicado a una de sus varias mujeres.

**Chico Buarque – “Chico Buarque” (1978)

Otro clásico brasileño imprescindible: Chico Buarque de Hollanda (Rio de Janeiro, 1944). ¿Hay sambas más elevadas que las de Chico Buarque? Pero no se contentó solo con “clausurar” un género.

Este disco me lo regaló un amigo durante mi juventud  y todavía hoy le agradezco la sutileza que me permitió conocer a este enorme artista popular, sensible y comprometido. Con Buarque podés ponerte a bailar y olvidarte del mundo o emocionarte hasta el tuétano con su lírica, alternativamente. Alguno puede decir que este carioca ha sido un cantante de protesta a ritmo de samba, pero eso es quedarse muy corto. Abreva también en la bossa o en el rubro canción con igual altura. Aunque sus letras son punzantes, sarcásticas y profundas, un crítico lo definió mejor como “un dramaturgo musical”. Con música popular, agregaría.

Este octogenario exitoso fue compinche tempranero de Vinicius de Moraes, Dorival Caymmi y Jobim,ue independiente del tropicalismo y cultivador del bajo perfil. Capaz de pasarse diez años sin sacar discos ni dar recitales. Es también un escritor de novelas premiadas (“Estorvo”, “Budapest”, etc.), ideó musicales (“Opera do malandro”) y habla cinco idiomas, pero modestamente se definió como un futbolista frustrado (creo que es hincha de Botafogo).

Su primer disco editado fue en 1964: contenía la alegre y exitosa “A banda”, que sonó por todos lados y le dio temprana fama ("a moca triste que saiu na janela, pensando que a banda tocaba praela"). Pero era mucho  más que ese tema pegadizo. Su actividad política contra la dictadura militar le valió un exilio europeo de algunos años.

Volviendo a este disco homónimo de 1978, tiene temas impresionantes como “Trocando em miúdos”, las samba “Feijoada completa” y “Homenagem ao malandro” y una versión imbatible de “Pequeña serenata diurna” de Silvio Rodríguez, que empequeñeció al original. En “Cálice” canta con  Milton Nascimento. Y como frutilla del postre, “A pesar de vocé”, un memorable samba de protesta prohibido por la dictadura, que debió comerse tremenda cachetada: “A pesar de vocé amanhá há de ser outro día… como vai proibir cuando o galo insistir em cantar/Vocé que invento a tristeza, ten a fineza de desinventar”.

A pesar de semejante disco, se quedarían sin escuchar  “Samba de Orly”, la increíble deconstrucción de “Construccion” y “Todo o sentimento”. Busquen también el explosivo samba “Vai passar” y “Meu gurí”. Son solo dos ejemplos en donde Buarque repite el gran recurso artístico que lo destaca: usando ritmos que invitan a bailar, utiliza letras inteligentes que lanzan misiles que hacen pensar o incrustan sentimientos profundos.

Es muy gráfico escuchar la versión de ese “Meu gurí” en castellano que hizo Pedro Aznar para su disco “Canta Brasil” (2005): una madre relata la muerte de su cariñoso hijo delincuente. En esta veta, recurrir también a “Chico Buarque en español” (1982), una recopilación interesante donde canta todos los temas en castellano, con adaptaciones que realizó con el cantante uruguayo Daniel Viglietti (aquel que cantaba “A desalambrar”).

Un disco de Buarque reverenciado por los especialistas es “Meus caros amigos” (1976), que contiene infaltables como “Meu caro amigo”, la famosísima “O que será” que engalanó el film “Doña Flor y sus dos maridos” y “Basta un día”. También pueden recurrir a una inteligente serie recopilatoria llamada “Chico Buarque-50 años” (1994) con cinco CDs titulados “O cronista”, “O trovador”, “O malandro”, “O amante” y “O politico”.

*Simone – “Amar” (1981)

Brasil ha dado un ejército de cantantes femeninas modernas de calidad. Haciendo una breve e incompleta síntesis podríamos mencionar a Elis Regina, María Bethania, Gal Costa,  Rita Lee, Astrud y Bebel Gilberto (**) o Daniela Mercury. Me tienta agregar al andrógino Ney Matogrosso.. y lo agrego. Yo recomiendo a Simone Bittencourt de Oliveira, otra bahiana (1949), ex basquetbolista que tiene una larga carrera merodeando la música romántica y decorando más de 30 telenovelas brasileñas con su voz entre mezzo y grave, casi nasal.  “Mundo delirante”, “Pequeño Cao”,  “Pan y poesía” y “Yo no te pido” (de Pablo Milanés) son los puntales de este disco. La acompañan Milton Nascimento, Gal Costa, Toquinho y el grupo MPB4.

Revisen su discografía, le encontrarán muy buenas interpretaciones de temas de Ivan Lins (“Comecar de novo”, “Saindo de mim”), Chico Buarque, Armando Manzanero, mucho bolero y  el hermoso “To voltando”, que te hace mover las patitas. Mucho de eso hay en su recopilación de la serie “Meus momentos” (1994). También me gusta su disco “Cara a cara” (1977).

(*) No dejen de abordar los discos de Gal Costa (Maria da Graca Costa Penna Burgos), cantante baiana prócer de la música brasileña (1945-2022) que sigue vigente. Su primer disco fue el primer disco de Caetano Veloso. Fue conjunto, a nombre de los dos. Se llamó “Domingo” (1967), anunció el tropicalismo y todavía suena moderno: comienza, nada más y nada menos, que con “Corazón vagabundo”. Como gran intérprete que fue, Gal Costa sacó CD con interpretaciones de Caymmi (1976), de Jobim (un excelente doble en vivo de1999) y de Veloso (2004). Tiene el consabido MTV Unplugged (1997) y otro vivo grabado en el Blue Note (2006).

(**) Bebel Gilberto (Nueva York-USA, 1966) es la hija de Joao Gilberto y de Miucha (hermana de Chico Buarque), nacida y afincada en Estados Unidos. Ahí desarrolló una carrera bastante exitosa como cantante, intentando aggiornar la bossa nova heredada en sus genes, metiéndole dósis importantes de pop, acid jazz y lounge, mediante una ruta diferente a la esperable. Tal es así que trabajó con David Byrne, Brazilian Girls, Towa Tei, Thievery Corporation y Arto Lindsay, artistas avant-garde sobre los que volveremos. Está en Uds. bucear y juzgar su estilo entre sus numerosos discos. 

**Djavan – “Ao vivo” (1999)


Nacido en 1949 como Djavan Caetano Viana en Maceió, nordeste brazuca, con una hermosa voz al frente de sensuales canciones pop con reminiscencias de bossa. Djavan compartió escenarios y discos con los más famosos de su país. En 1997 le rindieron  homenaje con un CD “songbook” triple: canciones suyas interpretadas por distintos artistas brasileños. También grabó en Estados Unidos.

Son tantas las canciones de alto nivel que tiene este autor que resulta imposible empaquetarlas en un solo disco. Pero en este doble ‘en vivo’ al menos conocerán “Serrado”, “Oceano”, “Flor de lis” (el bello samba que versionó Carmen McRae), “Eu te devoro”, “Samurai”, la archiconocida “Sina” popularizada por Manhattan Transfer, “Cigano”, “Amar e tudo”, etc. Intenten soslayar el griterío imbancable de las fans y la primera guitarra, deficientemente ecualizados. Eso sí: el grupo tiene una elegante sección de caños. Las cantidades no siempre significan algo pero este trabajo vendió dos millones de copias. Como tarea para el hogar, después vayan por las versiones en estudio porque para mí en general suenan  mejores. Por ejemplo y como premio, podrán oir  “Samurai” con la armónica de Steve Wonder y “Oceano” con Paco de Lucía en la guitarra. ¿Qué más pretenden? 

**Djavan – “Aria ao vivo” (2011)

El disco “Aria” (2010) fue un trabajo para el que Djavan escogió una docena de temas ajenos de su íntimo gusto para reversionarlos con muy buen criterio, como “Palco” de Gilberto Gil, “Valsa brasileira” de Edu Lobo y Chico Buarque o “Brigas nunca mais” de Jobim y Vinicius. Está también el superclásico “Fly me to the moon” tan conocido cantado por Sinatra y suena excelente.  Tiempo después lo grabó en vivo en Belo Horizonte, en abril de 2011, modificando bastante el listado original y agregándole varios clásicos propios, todo en formato de trío de batería-bajo-guitarra, sin bronces ni teclados. Suenan de un modo muy diferente, claro. Casi un unplugged. Directamente vayan por el DVD, que tiene más canciones que el CD. Una hermosura un poco desmejorada por la mala ecualización del público y algunos arreglos de más.

* Egberto Gismonti  – “Works” (1994)


Compositor y multiinstrumentista originario de Carmo, estado carioca, en 1947. Artista inclasificable, cooptado tempranamente por la prestigiosa discográfica alemana ECM, hace una mezcla de músicas originarias como el choro, maracatú, frevo, forró, baiao y bossa. Empezó a grabar en 1969, siendo más conocido en Europa que en su país. Allí se capacitó con la de la directora francesa Nadia Boulanger, la misma maestra de nuestro Astor Piazzolla. Algunos lo han tenido por músico de vetas clásicas con influencias de Heitor Villa-Lobos (algo así como nuestro Alberto Ginastera), otros por folclórico o popular pero también se le detectan vetas jazzeras. Inicialmente su música fue netamente intimista y, digamos así, “unplugged”, solo apto para oídos pacientes y predispuestos. Pero en muchos pasajes de su producción ecléctica hace pensar que tiene más esencia de Brasil que cien escolas do samba en plena joda de carnaval.

Gismonti es básicamente pianista y guitarrista (usa habitualmente guitarras de diez o doce cuerdas) y grabó más de 60 discos durante su carrera. Este “Works” (1994) pertenece justamente a ECM y es de la serie homónima que recopilaba lo mejor de las figuras de esa grabadora. Incluye las hermosas y representativas “Loro”, “Maracatú” y “Raga”. Participan Nana Vasconcellos, Charlie Haden y Jan Garbarek, músicos de renombre a los que aludiré en otros capítulos. Queda gusto a poco escuchar solo esta recopilación porque abreva solo hasta 1981, es decir, queda muchísimo de su genio fuera del tintero. Hay una recopilación posterior de ECM (“Selected recordings” de 2004) que corrige e incluye “Frevo”, aunque en versión algo amañada. Si por vagos se resisten a bucear en su amplia discografía, queda el doble “Antología” (EMI-2003), que extiende la cobertura a más ritmos y cadencias. Me queda prendida la melodía de “Payaso (palhaço)”.

**Ed Motta – “Manual pratico para festas, bailes e afins. Vol. 1” (1997)

Este morocho brasilero de chiquito era fana de Steve Wonder y la música disco, en su Río de Janeiro natal (1971). Es sobrino de un finado músico carioca de culto, Tim Maia. Largó el colegio para dedicarse a la música pero al 2do. disco se fue a vivir a New York con otro de sus hobbies: es gourmet. Después, volvió a su país y la rompió con este disco imperdible. Hace música funk & soul, con dósis variables de acid jazz y poca relación con la música popular brasileña. Parecida a la onda Jamiroquai, quizás mejor. Tiene una voz y un swing inconfundibles. Hacia atrás de su discografía, otro recomendable es “Entre e ouca” (1992). Decidan Uds. 

**Ed Motta – “Piquenique” (2009)

Para mi acá se destacan “Mensalidade”, “Pe na jaca” y “Bel prazer”, con un swing memorable. El tema “Piquenique (picnic)” remite al grupo norteamericano Steely Dan, que ya les recomendaré en otro capítulo. Motta es un artista mimado por la crítica en todo el mundo, pero no llena estadios. Es fana del rock argentino y de Jeff Beck, de Ennio Morricone y las bandas de sonido y gran coleccionista de vinilos. Todo un personaje.

*Ed Motta – “AOR” (2013)

La sigla AOR significa “adult oriented rock” (rock para adultos), que era una especie de clasificación discográfica usada hace añares por la crítica. Pero este CD tiene poco de rock. Contiene el hermoso tema “Latido”, donde colabora  Dante Spinetta y cuyo video fue filmado en algunas calles de Buenos Aires y  en la línea de tren Mitre con los vagones destartalados que he usado durante el populismo kirchnerista. A esta altura del partido, Motta supera una docena de producciones en su discografía. A esta altura del partido, supera una docena de producciones en su discografía.

NOTA BRASILIENSIS: en el capítulo Jazz & Jazz-Rock de esta Guía encontrarán tres recomendaciones más provenientes de músicos de ese país, difíciles de encasillar en estas bateas ilusorias porque tienen visión jazzera pero con todo el color de sus terruños brasileños: son la pianista paulista Eliane Elías, Hermeto Pascoal y el Zimbo Trío. Y en el capítulo de Rock & Pop, deténganse en Airto Lindsay, un inclasificable norteamericano tropicalista. 

*Alfredo Zitarroza – “Mis 30 mejores canciones” (1998)

Crucemos de vereda. Vamos al Uruguay. El montevideano Alfredo Zitarroza (1936-1989) fue cantautor, locutor, poeta y periodista (escribió por ej. en la histórica “Marcha”) y  estuvo exiliado cuando asolaban las  dictaduras en su país y en la Argentina. Que yo sepa, no hay un artista más respetado en la Banda Oriental que Zitarrosa: un prócer cultural. En este disco doble de Sony encontrarás candombes, zambas, chamarritas, huellas, triunfos y milongas a rolete, con un tratamiento de dúos o tríos de guitarras muy particular, casi sin percusión, con su voz varonil al frente. En nuestro país actuó en dos ediciones  del festival de Cosquín y en el estadio Obras.

Otra buena recopilación que encontré fue “Colección Aniversario” (1999). Lo suyo era música campera y sus letras tenían tanto tonos picarescos como profundos o politizados. Sus temas más famosos, si no le erro, fueron “Doña Soledad”, “Adagio de mi país”, “Pa’l que se va”, “El violín de Becho” y “Zamba para vos”. 


*Jaime Roos – “Selección 1 y 2” (1995)

Este uruguayo trotamundos de voz nasal, hace básicamente un candombe aggiornado, un candombe beat. Muy popular en su país. Para escuchar su discografía son necesarias pequeñas dósis. Me parece destacable su lejano CD “Aquello” (1981), que lejos estuvo de ser el más exitoso de Roos.

Pero esta selección en disco doble de 1995 del cantante oriental es una muy buena recopilación que alguno definió como “las canciones más marcadamente uruguayas en sonido, lenguaje y temática”. Realmente es muy representativo de la producción 1978/92 de Jaime Roos. La intervención del cantor “Canario” Luna en “Brindis por Pierrot” es apoteótica y además encontrarán a los históricos El Sabalero, Los Olimareños y Eduardo Mateo (ver más abajo). Se roba todo el  tema “Amándote”, con el que Roos reverdeció viejos laureles. Participa también en varios tracks la murga Falta y Resto comandada por Raúl “Tintabrava” Castro, banda en la que militó alguna vez Jaime Roos.

Falta y Resto es una de las principales de esa movida única de Uruguay, junto a por ej. Agarrate Catalina, Los Saltimbanquis y Araca la Cana entre más de las cuatrocientas que están en actividad. Las murgas animan los carnavales orientales y actúan sobre tablados, con maquillaje, vestuarios y puestas en escena que van renovando por temporadas. Aunque los rioplatenses más o menos conocemos su significado, se trata de coros de unos siete a diez o doce cantores varones que teatralizan historias -como hacen las comparsas en los países vecinos- sobre situaciones y vivencias populares, normalmente de modo crítico y contestatario. Como instrumentos de acompañamiento, no mucho más que un tamboril, redoblante, platillos y guitarra, porque lo que importa son el cantante principal, los coros y la letra. Disponen de escuelas donde se perfeccionan y mantienen la tradición. Es una modalidad que proviene de principios del siglo XX, una herencia de la zarzuela gaditana, cuyo contenido supera este racconto y requiere de los interesados una buena investigación melómana y literaria, que vale la pena para  mentes curiosas. En este disco de Roos tienen una pequeña muestra gratis para arrancar.

Para redondear aquella idea de “pequeñas dósis” que largaba arriba, a pesar de gustarme, el exceso de candombe me produce el mismo efecto que me provocan muchas chacareras norteñas seguidas (sean de los Hnos. Abalos, de los integrantes de la familia numerosa Carabajal o del inmenso Alfredo Abalos, su exponente más potente y equilibrado). Hace que todo me parezca igual, aunque sea de buena calidad.

Vi una parte del recital de Jaime Roos en la celebración del Bicentenario argentino, junto al obelisco porteño, en mayo de 2010. Esa noche actuaron León Gieco, Víctor Heredia, Totó La Momposina, Los Jaivas, Gilberto Gil y Pablo Milanés.   

*Rubén Rada – “La banda” (1979)

Este morocho es parte de la historia de la música sudamericana (Montevideo, 1943). Un poco mediático y vendehumo, pero es un cantante y músico de primera. Un abuelo con pelo teñido y aritos, nada convencional, con su voz intacta. Tocó con Eduardo  Mateo en El Kinto en 1965, con el grupo Totem en 1970 y mil veces con los hermanos Fattoruso, siempre fusionando el candombe uruguayo con el beat, el pop y otros ritmos.

Este disco contiene temas antiguos muy representativos de Rada: “Montevideo”, “Muy lejos te vas” y “Malísimo”, reversionados. En el equipo de la grabación están David Lebón, Bernardo Baraj (saxo), Jorge Navarro (piano), entre otros, con la producción del también argentino Oscar López. La tapa del disco imita burlonamente la de “Banda en fuga” de Paul McCartney, que estaba de moda.

Ahora, si quieren algo con temas redondos y alegres como “Cha cha muchacha” que hace bailar a las piedras, el bolero “Necesito un amigo”, “Turismo candombero”, la bossa que le da título al disco y hasta una rumba que terminó siendo adaptada en las canchas por las hinchadas (“Muriendo de plena”) vayan corriendo por “¿Quién va a cantar”? (2000). No es justamente lo más experimental que tiene, pero es muy divertido.

Conocido por todos como “el negro Rada”, dijo este hombre alguna vez: “Creo que cuando estaba en la panza de mi madre ya andaba cantando y bailando en el líquido amniótico. Y cuando me llegó el momento de nacer, nací directamente de Peñarol. Soy un hincha genético”. No te mueras nunca, che Negro Rada! Con tu musicalidad y manera de ser nos alegrás la vida a los rioplatenses. A pura corazonada me juego a decir que fundamentalmente a los humanistas y rebeldones, ni mercachifles ni ideologizados al pedo.

Otro párrafo para el ya mencionado Eduardo Mateo (Montevideo, 1940-1990). Todo músico uruguayo que se precie de tal lo venera. Una especie de "tapado" que fusionó bossa-nova, beat, candombe y bohemia montevideana, con disonancias poco comerciales. Algo inasibles. Empiecen pescando "Esa tristeza" o "Cuerpo y alma" (el que versionó Pedro Aznar) y sigan escarbando.

A Rubén Rada los escuché en el estadio Obras en agosto/82 en el festival Juntos por Formosa, con León Gieco, Miguel Cantilo, Urubamba y otros, con fines benéficos cuando sufrieron una inundación en esa provincia (no, todavía no estaba Gildo Insfrán ni sus acólitos). Las crónicas me recuerdan que el grupo de Rada lo integraban Ricardo Lew, Ricardo Nolé y Osvaldo Fattoruso. Pero, sin siquiera saberlo en ese momento, había visto a Rada sobre un escenario mucho antes. En unas vacaciones familiares en Mar del Plata cuando adolescente en un verano de 1971 en una carpa montada sobre la Avenida Colón si no me acuerdo mal, presentaron la versión argentina de la entonces mundialmente famosa ópera “Hair”:  la contracultura hippie protestando por la guerra de Vietnam y la sociedad de consumo. Claro que sin desnudos fuertes ni cosas raras para esa época de dictadura militar en la Argentina, aquella del “coiffeur de seccional” que relataban Pedro y Pablo: te podían llevar a una comisaría para tijeretearte el pelo largo, aunque todavía no te “chupaban”. Años después, leyendo artículos, me desasnaba que la produjo el empresario Alejandro Romay, que la dirigió musicalmente Carlos Cutaia y que en medio del maremagnum de artistas en escena estaban Rubén Rada (según cree elegido en el casting por ser negro ya que había pocos), Horacio Fontova, Valeria Lynch y otros, haciendo sus primeros rebusques. Las crónicas dicen también que el teatro Argentino donde se estrenó “Hair” en Buenos Aires (mayo/71), fue incendiado por energúmenos dos años después para impedir pusieran en escena el musical “Jesucristo Superstar”.    

*Jorge Drexler – “Vaivén” (1996)

Ultima gran promesa uruguaya, Jorge Drexler (Montevideo, 1964) es la aparición artística más importante de su país en  en los últimos treinta años. Con diploma de médico especializado en otorrinonaringología archivado y  una voz muy original, compone temas simples de gran hondura con arreglos actualísimos y ´sampleos´en abundancia, que exaltan sus bondades. Es música contemporánea que se apoya –indefectiblemente- en el candombe (“Luna negra”, “Sea”, “Tamborero”) pero también con aires de bossa (“Un lugar en tu almohada”, “Va Cristina”), en la canción clásica (“Ana”), milongas (“Frontera”) y algunas zambas (“Zamba del olvido”). Casi una veintena de músicos internacionales grabaron temas suyos (Mercedes Sosa, Jovanotti, Simone, Pablo Milanés, Ana Belén, Víctor Manuel, Ketama, etc). En este disco se destacan “Cerca del mar” y la zamba apuntada.

 *Jorge Drexler – “Sea” (2001)

Este CD incluye “Me haces bien”, que sirvió en Argentina como jingle de TV para vender una sopa, y “Causa y efecto”, un temazo adictivo. En 2005 premiaron a Drexler con el Oscar su hermosa neo-vidala “Al otro lado del río” (leimotiv de la película “Diarios de motocicleta”). La terminaron incluyendo como bonus track y “gancho” en la reedición del CD “Eco” (2004).



NOTA URUGUAYENSISdel mismo modo que antes con los brasileños, al abandonar aquí a los ‘orientales’ los remito a la sección Jazz & Jazz Rock para que sigan escuchando excelente candombe eléctrico made in Uruguay con el grupo Opa y los hermanos Fattoruso. ¡No se olviden!   


*Mercedes Sosa – “Homenaje a Violeta Parra” (1971)


Me animo a decir que las dos voces máximas argentinas de todos los tiempos han sido Carlos Gardel y Mercedes Sosa. Haydeé Mercedes Sosa según su DNI, nacida un 9 de julio de 1935 en Tucumán, pero conocida por sus admiradores como “La Negra”, tenía la particularidad de adueñarse de las canciones que interpretaba: quedaban suyas porque volvía sus versiones insuperables. Nadie puede dudar de la grandeza de la chilena Violeta Parra (1917-1967), pero estas canciones en la voz de Mercedes Sosa cobran las alturas del Aconcagua mismo. Siendo tan irascible como dicen que era, la Parra se habría puesto muy celosa de haber escuchado este disco. Por ahí leí que Mercedes Sosa falleció un 4 de octubre (2009), el día del cumpleaños de Violeta. Escuchen “Gracias a la vida” o “Volver a los diecisiete”. Si no les mueven un pelo, consulten a su médico de cabecera. 

**Mercedes Sosa – “Mercedes Sosa en Argentina” (1982)

Pasado el tiempo resulta ridículo el título de este disco. En su momento quería significar que nuestra máxima cantante había vuelto al país de su duro exilio, con la dictadura en retirada y coincidiendo con la euforia ciudadana por el nuevo horizonte que se abría. Fue grabado en vivo en el teatro Gran Rex, con un montón de músicos invitados. Casi una pintura de la época. Reafirmaba una etapa musical de apertura de la Sosa a temas menos folklóricos, para gusto de muchos seguidores y disgusto de otros. Pero aquí están “Al jardín de la República”, “Alfonsina y el mar”, “Como la cigarra” y “La arenosa”: un compendio de excelentes interpretaciones.

*Mercedes Sosa – “Corazón libre” (2005)

Fue uno de los últimos discos que grabó. Dejó de lado su coqueteo con otros estilos,  refugiándose en temas folklóricos y con formato acústico, sin estridencias, como al principio, recurriendo a autores nuevos pero también a consagrados como Leguizamón y Castilla o Jaime Dávalos y Eduardo Falú. Dominan chacareras, milongas y zambas. Conmueven “El olvidau” y “Los niños de nuestro olvido”. Tocan Luis Salinas, Chango Farías Gómez y participa Falú. Solo los grandes cada día cantan mejor y ella pudo. Las ilustraciones del disco pertenecen a su amiga, la mítica cantante folk norteamericana Joan Baez.

Antes de abandonar a esta genia, algunas otras menciones. Una para “Mujeres argentinas” (1969), obra conceptual de Ariel Ramírez con letras de Félix Luna. Aquí están sus inoxidables “Alfonsina y el mar” y “Juana Azurduy”. Otra para el disco “Cantata sudamericana” (1972), con la misma pareja creativa al lado, un recorrido por ritmos sudamericanos que incluye “Es Sudamérica mi voz” y “Antiguos dueños de las flechas”. A partir de aquí es problema del lector buscar las grabaciones que hizo “la Negra” de los clásicos “Valderrama”, “La pomeña”, “Serenata para la tierra de uno” y “Zamba para no morir”: si no las conocieron, pueden estar cometiendo un pecado. 

A Mercedes Sosa la fui a ver una sola vez. Fue en 1972 en el Teatro Don Bosco de San Isidro, Provincia de Buenos Aires, época de gran efervescencia política en la Argentina (¿cuándo no?), con algunos compañeros de secundaria. 

*Anacrusa – “Anacrusa I, II y III” (1973)

  

Anacrusa era una agrupación musical de proyección folklórica con arreglos modernos, liderada por el director José Luis Castiñeira de (Buenos Aires, 1947). Un estudioso que compuso bandas sonoras premiadas, dirigió la orquesta sinfónica nacional, hizo cine, dictó maestrías como docente y ocupó como funcionario varias áreas culturales a través del tiempo.

El grupo Anacrusa era numeroso. La otra referencia era  la cantante y pianista Susana Lago y, entre los más conocidos, fueron pasando por sus filas el “mono” Rubén Insaurralde y Alejandro Santos en flauta, Hugo Pierre, Luis Cerávolo,  Enrique Roizner y Ricardo Lew. En muchas presentaciones y obras trabajaron con orquestas de cuerdas. Tuvieron mucho auge entre 1973 hasta los ochenta, con algunos vaivenes en esos años de dictaduras y represiones.

Estos tres discos numerados alcanzan para repasar su larga selección de joropos, zambas, charareras, huaynos y ritmos sudamericanos diversos que integraban su repertorio. 

Presencié varios conciertos de Anacrusa, en el viejo teatro Del Carmen y en el Coliseo, alrededor de 1977. 

**Alfredo Abalos – “Todo Abalos” (1999)




Es un CD doble recopilatorio de este bombisto sanfernandino-bonaerense (1938-2018), criado en Ranchos, B.A.  -pero santiagueño por adopción- que cantaba chacareras y zambas como no he escuchado a nadie. Auténtico capo de nuestro folklore (no confundir con alguno de los “hermanos Abalos”). Imponía su personalidad: si el arte hiciera justicia, debería tener el reconocimiento que le regalan a tantos que se disfrazan de gauchos o revolean ponchos  vendiendo demagogia.

Imperdibles los temas “Esquina al campo”, “El garganta i-fierro”, “Los obreros de Morón” (una verdadera oda), “Déjame estar”, “Chacarera del patio”, “Corría, corría” y “El coyuyo y la tortuga” donde canta: “Amo al coyuyo trovador/pasa un verano cantando/pobrecita la tortuga/vivir triste tantos años”. ¡Casi punk!

En otro disco suyo (“Con la conciencia tranquila”, 1993) aparece “Coplas para mi vino grillo”: “Porque el consejo es gratuito nunca lo doy ni lo pido/lo que para un padre es bueno puede no serlo pa’l hijo/hay quien cocina a su gusto y quien come desperdicios”. Y en el disco de la serie “Maestros del Folklore” (1997), en la chacarera “La Pedro Cáceres” se queja: “Hombre pobre no enamora/la razón lo está diciendo/el que no tiene que dar/no puede llegar pidiendo”.

Este genio tenía una tarjeta personal que rezaba “No me llame hora i siesta” y decía “La chacarera no sólo es nostalgia y consuelo, es familia, identidad y un sentimiento, pasión, dolor y raíz para el santiagueño... cuando canto chacareras es el momento más sublime de mi vida”.

Por último, les recomiendo fervorosamente que busquen y escuchen de Alfredo Abalos su excelente versión de “Niña y amiga” de Hernán Figueroa Reyes: estremece.

Lo pude ver cuando actuó en las escalinatas del pabellón central de mi Facultad de Agronomía de Buenos Aires, en enero de 2001. Cantaba como si fuera el patriarca de los pájaros, con autoridad y una ascendencia sorprendente sobre el público.

*Omar Moreno Palacios – “Buscado (por la misma huella)” (2000)

Folklorista bonaerense de Chascomús, Provincia de Buenos Aires, de tan auténtico tan poco reconocido como Alfredo Abalos y también nacido en 1938.  “Pancho” para los amigos, falleció en 2021. Tradicionalista cantador 'surero' de ritmos pampeanos (milongas, gatos, cifras, polkas, estilos, valsecitos criollos, mazurcas, shotis, huellas y triunfos) donde importa más lo que se dice que la innovación musical. Además de muy buen guitarrista, Moreno Palacios fue un poeta de órdago que recurría mucho al humor para pintar personajes camperos que bien conocía: parecía un ‘crooner’ escapado de una pintura de Molina Campos. Amante de los caballos criollos compuso “Sencillito y de alpargatas”, “Piso de tierra, patio de casa”, “Por dejar el corazón la tranquera mal cerrada”, “Nunca te dije nada”, “Que de inconvenientes para visitar la Pancha”, etc. Solamente empardado por otros grandes en su  estilo: Alberto Merlo y Argentino Luna.

Tuve la suerte de ver a Moreno Palacios en el hermoso marco de la feria de Mataderos, junto al viejo Mercado de Liniers y el monumento al resero (Lisandro de la Torre y Avenida de los Corrales), un domingo de enero de 2001, compartiendo escenario con Suna Rocha. 

*José Larralde – “Herencia pa’ un hijo gaucho-2º parte. El sentir de José Larralde” (1969)

Es de Huanguelén, al sur de la Provincia de Buenos Aires, nació en 1937 y sus seguidores lo conocen como “el pampa”. Es quizás el último bastión del auténtico folklore argentino, casi un mito, aunque fue rechazado por los exitosos del palo: es demasiado para ellos y encima es un anti-star, autoexcluído del fogón de los famosos. En 2005, Sony BMG le reeditó su catálogo completo. Esta es su obra más renombrada entre casi treinta discos. Aunque diga “2º parte” en realidad tiene al poema-canción del título en forma completa. Un buen comienzo para sumergirse en su profundo mensaje plagado de máximas y sentencias, enmarcado en ritmos de milongas camperas. 


*Alberto Merlo – “La vuelta de Obligado” (1974)

Se llamaba Aquilino Candelario Merlo (1931-2012) y había nacido cerca de San Cristóbal, en Santa Fe. Terminó siendo uno de los máximos representantes del canto surero, el de la provincia de Buenos Aires. Especialista en  cifras, huellas y milongas. Sus temas más conocidos fueron “La vuelta de Obligado”, “Rincón de López”, “Pa’ Dolores”, “El lunar de mi tropilla” y “Cuando la tarde agoniza”.

 

NOTA ARGENTINENSISa esta altura, terminado el racconto de mis discos preferidos de folklore argentino, puedo ser nuevamente objeto de epítetos irreproducibles, ahora de parte de melómanos ortodoxos. He recomendado a estos monstruos de la música surera, a Alfredo Abalos y a Mercedes Sosa pero no a Atahualpa Yupanqui, considerado por tantos como el baluarte mayor. Tampoco están Eduardo Falú ni Jorge Cafrune o grupos originalísimos como Los Chalchaleros, los Fronterizos, los santiagueños hermanos Abalos, el cuarteto Zupay y otros. Tendrían que saber los millenials que antes que Manal, Almendra, Los Gatos y Sui Generis nos volaran la cabeza al empezar los setenta, la joda de los jóvenes en cualquier lugar de la Argentina -sin distinción, tanto en la Capital o en las provincias- era reunirse a guitarrear entre amigos, mateando y fumando en departamentos, en plazas o en fogones improvisados, repitiendo las zambas y chacareras que hacían famosas estos intérpretes folklóricos. Aunque suene muy cursi o demodeé para esta época de hiper-conectividad, influencers y patéticos reality-shows, aquel fue un fenómeno cultural genuino y auténtico, cero marketing. Esta secuela (“Guía garantizada…”) no puede ser infinita pero sepan que en el hoy olvidado folklore argentino tradicional tienen todo un mundo para descubrir. Empiecen con esas leyendas, no se tienten con los figurones truchos actuales, copias malas que suponen actualizarlo tirando fuegos artificiales en los festivales, amplificando charangos y revoleando ponchos. Ya está todo inventado, caretas! Búsquense un laburo decente, les diría Pappo. 

*Chabuca Granda – “Cada canción con su razón” (1980)

María Isabel Granda y Larco (Cotabamba-Perú, 1920-1983), mucho más conocida como Chabuca Granda, señora de la canción peruana y el vals criollo, le cantaba a la Lima señorial que conoció de chica. ¿Quién no escuchó “La flor de la canela” o “Fina estampa”?  Estos imprescindibles de la música sudamericana, junto a “José Antonio”, salieron en su histórico “Voz y vena” (1976).  ¡Pura sensibilidad! 

Tanto como ese disco, hay numerosas ediciones y recopilaciones en las cuales descubrir su cancionero compuesto de coplas, valsecitos, marineras y landós.  No empiecen con este que voy a recomendar ahora. Si bien es una compilación de temas fundamentales, tiene un tratamiento diferente al clásico acompañamiento que usaba Chabuca con solo guitarras.

Una vez que descubrí “Cada canción con su razón” (1980) ¡cuánto me costó dar con este disco en Buenos Aires! Fue justamente grabado aquí, lugar que Chabuca tanto amaba y donde residió muchos años. En esta producción se propuso rescatar el auténtico sonido negro limeño costero. Posee percusión con cajón peruano a rolete y la participación activa de Carlos Caitro Soto de la Colina (1934-2004), cajonero y cantante tremendo que, como dijo Chabuca Granda, “habría hecho temblar a Satchmo". Quienes oyeron alguna vez al morocho norteamericano Louis Armstrong, intuirán porque. Escuchen “Toro mata” y “Ollita nomás” y los clásicos mencionados.

El staff se completa con Alvaro Lagos en guitarra, Eusebio ‘Pititi’ Sirio en cajón y coro y Luis González Cárpena en arreglos y dirección de orquesta. Este no es otro que el “Lucho” González, el que la rompió en los ochenta en el Lito Vitale Trío junto a Bernardo Baraj. Un estudioso que además de acompañar muchos años a Chabuca, sirvió como arreglador y guitarrista a numerosos artistas consagrados de la música popular (Mercedes Sosa, Julia Zenko, Jorge Cumbo, Urubamba, Raúl Carnota, Alejandro Lerner, Eva Ayllón y montones más).

* Chavela Vargas - “Las 30 grandes de …” (2012)

Difícil resumir con fidelidad la tortuosa vida de la Vargas. De pequeña fue rechazada por su familia por su orientación sexual. Empezó a deambular, terminó afincándose en México y nacionalizándose. “Los mexicanos nacemos donde nos da la rechingada gana”, dijo alguna vez. Se convirtió en cantante de  boliches, llamando la atención vestida de poncho rojo, pantalones, un chumbo en el cinto y fumando a lo macho. Necesitaba beber varias copas para poder actuar y después la seguía. Era una rebelde no muy aceptada por la elite artística. Dicen que flirteó con Ava Gardner y con Frida Kahlo. No cantaba en teatros ni frente a grandes plateas. La adicción al tequila la terminó autoexiliando de los escenarios por muchos años. No era desconocida para nada pero estando en el ostracismo el cineasta manchego Pedro Almodóvar usó varios temas de Chavela para adornar sus películas melodramáticas y la terminó haciendo internacionalmente famosa. Después la paseó triunfal por varios escenarios de España, actuó en el Olympia de París y le llovieron reconocimientos.

La música con que Chavela cantaba letras irremediablemente tristes eran rancheras y melodías simples lindantes con el bolero sin más adorno que el acompañamiento de una o dos guitarras pero su voz tan pasional la distinguió de cualquier otra intérprete. Con eso se convirtió en uno de los baluartes de la canción femenina latinoamericana, a la altura de Violeta Parra,  Chabuca Granda y Mercedes Sosa. Sus interpretaciones más conocidas son “La llorona”, “Piensa en mí” y “Paloma negra”. Creo que no hay términos medios con Chavela: te atrapará o te aburrirá. 

**José Feliciano – “La historia” (2006)”

Aunque las generaciones posteriores a los años 60 lo han ignorado o han tendido a  menospreciarlo, pocos géneros son tan intensamente latinoamericanos, auténticos y bellos como el bolero, nacido en Cuba. Y pocas voces como la de José Feliciano tienen el feeling necesario para conmoverte cantándolo. Este portorriqueño eterno, nacido con ceguera, vivió de chico en Nueva York y tocó de jovencito por el Bronx y en Greenwich Village, cruzándose con Bob Dylan y Joan Baez.

Fue uno de los primeros latinos en triunfar en el mercado norteamericano, cantando tanto en inglés como en castellano. Llegó a grabar en el sello Motown, una discográfica legendaria típicamente dedicada al soul. Vendió más de 50 millones de discos y ganó varios Grammys, generalmente cantando baladas y temas pop.

Creo que lo más grandioso de Feliciano fue haber colaborado a la resurrección del bolero, que estaba medio olvidado o fuera de moda. Para mi gusto, este género requiere voces adecuadas y  solo guitarras, tumbadoras o bongóes, las infaltables maracas y no más. Me causan rechazo las versiones orquestadas con violines y otros chiches edulcorantes.

Es casi imposible recorrer la discografía completa de Feliciano. Además, le han hecho ediciones en inglés o en castellano y recopilaciones al por mayor.  Este CD de Sony es en español y tiene aquel tratamiento austero. Son 16 temas en total con gemas clásicas tales “Tu me haces falta”, “Toda una vida”, “La barca”, “Sabor a mi”, “Noche de ronda”, “Nuestro juramento” y “La copa rota”. Ojo, que contenga también “Nosotros”, “Obsesión” y “Contigo a la distancia” porque he visto que hay dos ediciones del mismo disco, para distintos mercados, con selecciones diferentes.

Hay una recopilación parecida de Feliciano en Sony llamada “Boleros para siempre” (2004), que puede andar. Si los atrapa, es cuestión de seguir buscando. Ojo, pueden tropezar con discos olvidables con baladas pavotas parecidas a las de los templos evangelistas. En cambio, le salieron muy bien algunos covers como “Light my fire” de los Doors, “California dreamin”  o “Samba pa’ti”. 

* Armando Manzanero - "20 éxitos originales" (2007)

Debería repetir varias de las consideraciones que gasté con Feliciano para explicar quién es Armando Manzanero (Yucatán-México, 1935-2020)  y lo que representa: ha sido directamente un prócer de la música moderna latinoamericana. Cantautor de más de 400 canciones románticas y/o boleros, no por nada fue un enamoradizo eterno y tuvo varios matrimonios en el lomo: sostenía que mejor que una mujer son dos mujeres. Empezó su carrera a los quince años cuando emigró al DF mexicano, fue pianista del cantante Daniel Riolobos y siempre estuvo vigente, sea con su voz y su piano al frente o interpretado por Chavela Vargas, Elis Regina, Roberto Carlos, Olga Guillot, Frank Sinatra, Tony Bennett, Elvis Presley, el trío Los Panchos, Celia Cruz, Luis Miguel, Alejandro Sanz y otros capitostes. ¿Leyeron bien? Tantos artistas de éxito no pueden equivocarse al escoger con sus temas: “Somos novios”, “Adoro”, “No se tú”, “Contigo aprendí”, “Esta tarde vi llover”, “Si me faltas tu”. Esta recopilación de Sony tiene casi todo lo que le conocemos de memoria a Manzanero.

Ya que estamos con este pequeño gran músico, habría que escuchar a otro inmenso artista/prócer de igual origen: Agustín Lara (1897-1970), un pionero de la canción en castellano. Su verdadero nombre era Ángel Agustín María Carlos Fausto Mariano Alfonso del Sagrado Corazón de Jesús Lara y Aguirre del Pino. Autor de “María Bonita”, “Noche de ronda”, “Amor de mis amores”, “Solamente una vez”, “Arráncame la vida” y “Granada”, emblema que compuso en honor de la ciudad española sin haberla conocido.  ¿Les parece poco? También fue versionado por centenares de artistas. El disco que lo consagró fue “Noche de ronda” (1930).

 *Joan Manuel Serrat – “Mediterráneo” (1971) 

Un trovador que acompañó a varias generaciones y persistió sobre las modas. Joan Manuel Serrat (Barcelona, 1943) ha sido un baluarte de la canción en castellano y maestro en el uso de la música como vehículo de letras sensibles e inteligentes, propias o extraídas de la poesía española. Pasado el tiempo, ya en épocas donde los libros parecen artefactos en desuso, parece increíble que haya resucitado con éxito a autores como Antonio Machado, Miguel Hernández o Rafael Alberti. 

Nuestro conocido catalán casi siempre recurrió para su música a los arreglos orquestales algo barrocos del director Ricard Miralles. Este es el disco que lo catapultó a la fama y cuyos temas se seguirán escuchando siempre: “Mediterráneo”, “Aquellas pequeñas cosas”, “La mujer que yo quiero”, “Que va a ser de ti”, “Vagabundear”. Motivos de sobra para seleccionarlo. Un clásico. 

*Joan Manuel Serrat – “En tránsito” (1981)

En estas décadas locas que hemos visto pasar, nos acostumbramos a conocer -voluntariamente o involuntariamente- las veleidades de nuestros artistas. Esas personas de carne y hueso con sensibilidad superior a la media luego idealizadas por la gente y convertidas en millonarios que, como todos, terminan exhibiendo sus miserias. Agradezcamos entonces a Serrat haber sido ejemplo de una carrera artística seria y discreta, sin careteadas, adoctrinamientos baratos ni alharacas. Un tipo al que sus archivos le resisten. Muy pocos artistas lo lograron en el XX y menos en el XXI, cuando las redes les hacen pisar más fácil el palito de la soberbia. Su coherencia ha sido una contribución a la salud mental de sus admiradores ante tanta pavada y falopa reinante.

“En tránsito” (1981) es más representativo de la segunda etapa musical de Serrat, suena menos español y más vodevilesco. Temas: “Porque la quería”, “Malas compañías”, “Esos locos bajitos”, “Hoy puede ser un gran día”. Siempre con letras que comunican sabiduría sin apesadumbrar ni alardear.   

**Silvio Rodríguez – “Mujeres” (1978)

Como los discos de este cubano de San Antonio de los Baños (1946) estuvieron prohibidos durante la última dictadura militar en la Argentina, los jóvenes regrabábamos casera y casi clandestinamente los cassetes de Silvio Rodríguez made in Cuba de sonido horrible, que algún amigo podía conseguir. Hacíamos lo mismo con los de su compatriota Pablo Milanés, por motivos similares.

De esa época son “Días y flores”(1975), “Mujeres” (1978) y “Rabo de nube” (1979), que llegaron todos juntos. Difícil elegir uno de esos pero “Mujeres” tiene más temas imprescindibles.

Por mi poco acercamiento a la poesía, las letras de Silvio Rodríguez me resultan algo crípticas pero le descubro siempre giros que me deslumbran. La magia me la han provisto siempre las filigranas que logra con su guitarra sola: insuperables. El clima intimista lo termina de conseguir con sus melodías y su imperfecta pero cálida voz. 

*Silvio Rodríguez – “Rodríguez” (1994)

Casi con el regreso de la democracia en la Argentina apareció su “Unicornio” (1982) y  la primavera cultural que gozamos lo volvió muy exitoso. Tuvo gran difusión. El disco contiene “Canción urgente para Nicaragua”, “Son desangrado”, “La maza” y la homónima. Tiene un tratamiento más orquestado y unos cuantos sones, que bien vale la pena escuchar.

Le siguieron los discos de la serie “Tríptico” (1984), “Oh, melancolía” (1988) y el CD “Silvio” (1992), donde encontrarán temas inolvidables. Continuando el recorrido, me detengo y recomiendo este “Rodríguez” (1994) con “Canción de la navidad” y “El problema”. Silvio Rodríguez tiene creaciones tan bellas y profundas que, paradójicamente, convierten su extensa discografía en una complicación para el fan que quiere elegir una. 

**Silvio Rodríguez – “Descartes” (1998)

Como los otros discos mencionados de Silvio Rodríguez de la década del noventa, éste está lleno de canciones simples y sensibles, todas de muy parejo nivel. Vaya esta elección por “La tonada inasible”, “Vida y otras cuestiones”, “En busca de un sueño”, “Por todo espacio”. Confieso que tengo pendiente acceder a las últimas producciones de este cubano ilustre.  

Mi docena de canciones preferidas de Silvio incluye también: “Pequeña serenata diurna”, “Rabo de nube”, “En estos días” (“en estos días no sale el sol/sino tu rostro”), “Esto no es una elegía”, “El vigía” (“yo solo soy un vigía, amigo del jardinero”), el son “El dulce abismo”, “Nuestro tema”, “El tiempo está a favor de los pequeños”, “Hoy no quiero estar lejos”, “En busca de un sueño” y las joyas “Entre el espanto y la ternura” y “Oh, melancolía”. Los escucho una y otra vez y me ponen la piel de gallina.


**Pablo Milanés – “La vida no vale nada” (1976)

Pablo Milanés (Bayamo-Cuba, 1943-2022) cantaba con voz cálida y enorme muy buen gusto temas de amor con cadencia caribeña. Fue la renovación del son cubano y un aporte de sangre nueva al bolero. Obtuvo prestigio pero no el reconocimiento internacional que merecía su obra. Este disco es casi histórico: con el tema homónimo más “Canción para la unidad latinoamericana”, “Para vivir”, “Yo pisaré las calles nuevamente” y “El tiempo, el implacable” . Quizás los arreglos suenan algo demodeé, setentosos, pero las canciones se mantienen imbatibles.

*Pablo Milanés – “Aniversario” (1979)

Por sus imperdibles “Aniversario I”, “Amor”, “Siempre te vas” y la barroca “La leyenda del caminante”. 

**Pablo Milanés – “Años” (1980)

Acá están “Años”, “No me pidas”, “Ya ves”, “Yo no te pido” y el hermoso “Son de Cuba a Puerto Rico”. Ojo que hay otra discográfica que sacó con el mismo título uno a dúo con Luis Peña. Si tienen ganas de investigar, deténganse también en “Filin vol.1” (1981) para escuchar muchos boleros de Milanés. Está muy interesante también “El pregón de las flores” (1981) un disco en dueto con la venezolana Lilia Vera, donde comparten un muestrario de éxitos versionándose entre si.

*Pablo Milanés – “Proposiciones” (1988)

Discazo de enormes temas que tuvieron poca difusión en nuestro país como el son que le da título al disco, “Ser y no ser” y “Nelson Mandela”. Lo mejor es “Y siempre dimos más”, una canción hermosísima. Tampoco he seguido las últimas producciones de este cubano: tarea para el hogar del seducido.

A Silvio Rodríguez y Pablo Milanés pude escucharlos en el estadio Obras Sanitarias en abril de 1984, cuando por fin vinieron a la Argentina después de estar varios años prohibidos por la dictadura militar. Era nuestra primavera política. Como les decía, sus discos no se conseguían y sus cassetes “clandestinos” eran regrabados de modo casero para sorprendernos con la originalidad de esa música. Con las tomas de esa actuación en particular, editaron aquí el disco doble “En vivo en la Argentina – Silvio Rodríguez-Pablo Milanés” (1985). Es muy bueno si salteamos las sobreactuadas intervenciones de León Gieco, Víctor Heredia, el cuarteto Zupay y otros figurones argentinos más que subieron al escenario como invitados. O sea, aconsejo soslayar el CD 1 y disfrutar el segundo. En el recital mismo se desdibujó la actuación de los cubanos con tanta descarga emocional de los anfitriones argentinos. 

**Astor Piazzolla – “Adiós nonino” (1969)

Tengo una historia personal con el tango y con Astor Pantaleón Piazzolla (Mar del Plata-Argentina, 1921-1992) en particular, alrededor de una anécdota un poco larga que relato por separado (+). En paralelo, me ocurrió con ambos lo que a tantos otros argentinos: terminar admitiendo con el paso del tiempo que son parte insustituible de mi alma, porque lo son del alma porteña. Quizás haya un mecanismo oculto en el interior juvenil rebelde de nuestro ser que resiste aceptar al tango tempranamente, aunque la tendencia parece decrecer lentamente en las últimas generaciones. Algo que en un momento de la vida se rompe con un click misterioso activado por la acumulación de experiencias fuertes que provoca esta ciudad (“la ciudad de la furia”). De golpe nos descubrimos conmovidos por el ritmo y las cadencias tangueras y algunas letras ya no nos parecen tan pesadas y cobran sentido.

Piazzolla fue pieza fundamental del aggiornamiento y difusión del género y con él volvió a recorrer el mundo.  Dentro mío precipitó un extraño circuito disparado por la curiosidad intelectual que terminó apoderándose de mi corazón: cada vez que escucho su música me lleva de la piel de gallina al moqueo con facilidad.

Resumir la carrera artística de Astor Piazzolla requiere recurrir a fuentes más potentes que este racconto. Es la biografía apasionante de un tipo genial, caprichoso y audaz. Desde su niñez políglota en Nueva York en épocas de mafiosos y ley seca que le endurecieron la piel, con los padres buscándose un destino. Su increíble amistad con Carlos Gardel y el reclutamiento que no fue a los 14 (“Charlie, me salvé! En vez de tocar el bandoneón estaría tocando el arpa”). El dominio del bandoneón, el aprendizaje musical con Alberto Ginastera en Barracas y la conquista de Buenos Aires hasta convertirse en un arreglador tanguero muy requerido en la ciudad (Troilo, Fiorentino, Francini-Pontier), a veces resistido por sus intervenciones académicas “poco bailables”. A partir de las lecciones con la pianista y directora Nadia Boulanger en Francia, Piazzolla se lanza en una cruzada para imponer sus originalísimas creaciones, que le valdrían la oposición de la mayoría del ambiente tanguero tradicional pero también la adhesión de un público nuevo y una enorme fama mundial.

A través de los años, se expresó musicalmente mediante distintas formaciones como el octeto Buenos Aires (donde mete por primera vez una guitarra eléctrica en un grupo tanguero), una orquesta de cuerdas,  el quinteto Nuevo Tango, el Nuevo Octeto; el Octeto Electrónico (durante sus años en Italia, que incluyó a su hijo Daniel en teclados, Miguel Angel Trelles en voz) y el sexteto Nuevo Tango, con dos bandoneones, o su sociedad con la cantante Amelita Baltar y el poeta Horacio Ferrer y algún otro intentos creativo. Compuso obras por encargo para formaciones de cámara y para bandoneón y orquesta. El listado de música para películas firmadas por Astor Piazzolla supera la veintena.

Este recomendado disco del mítico sello Trova que lleva por título el de su famosa composición, integra el Fame Hall latino de los Grammy, que destaca ediciones antiguas con significación especial. Y es el único de tango junto a “El día que me quieras” de Carlos Gardel (1935). El quinteto de Piazzolla que lo grabó se completaba con Oscar López Ruiz (guitarra), Kicho Díaz (contrabajo), Antonio Agri (violín) y Dante Amicarelli (piano). Debido al éxito del tema homónimo -conocido en todo el universo y versionado por gran cantidad de formaciones orquestales de las más diversas nacionalidades- existen varios discos, bootlegs y recopilaciones de distintas empresas discográficas con igual título, pero con contenidos diferentes. Busquen el original.

Como seguramente sabrán, la familia llamaba “Nonino” a Vicente Piazzolla, el padre de Astor. Lejos de su tierra y triste por su muerte en 1959, Astor compuso de un tirón “Adiós, Nonino”, el tema instrumental más nostálgico del mundo -ese que hace moquear a gente en cualquier rincón del planeta sin saber porque- encerrado en una pieza de su casa en Nueva York. Aún siendo un terrible inconformista, reconoció años después que fue su obra cumbre. Menos conocida, pero igualmente expresiva, es su composición “Soledad”, que escribió luego de la separación de la madre de sus hijos. En cuanto a las cantidades, no se quedó atrás: firmó más de 3500 composiciones.

**Astor Piazzolla – “Live at the BBC” (1989)

Belleza y sutileza en los arreglo, tensión y profundidad en sus silencios, son algunas de las sensaciones que ofrece la genial música de Piazzolla. Este otro disco fue grabado en los estudios Bristol de la BBC con el llamado “The New Tango Sextet”, completado con Gerardo Gandini (piano), Horacio Malvicino (guitarra), Daniel Binelli (bandoneón), José Bragato (violoncello) y Héctor Console (contrabajo).

Antes que me olvide y quede en el tintero (¡que frase oxidada!): entre las decenas de grabaciones en vivo que andan dando vueltas, busquen también el choque de dos planetas -que se admiraban mutuamente-: Osvaldo Pugliese y Piazzolla coincidieron en un recital en el teatro Carré de Amsterdan, en junio de 1989. Otra joya que no pueden perderse es el duetto de bandoneones de Aníbal Troilo y Piazzolla en los temas “Volver” y “El motivo”, grabados en 1970 e incluídos en las Obras Completas de Troilo y algún otro disco. Emocionantes.

Piazzolla obtuvo incontables premios en su carrera. Ya que aludimos a los Grammy, Piazzolla recibió en forma póstuma (1992) su galardón a la mejor composición instrumental por la conmovedora “Oblivion”.

*Astor Piazzolla – “The rough dancer and the cyclical night” (1987)



Este CD tiene temas originales, no tan trillados como otros de su repertorio. Fue grabado en el Radio City de Nueva York para el sello Nonesuch, con un sexteto de músicos invitados y no habituales en las formaciones de Piazzolla. Tocan nada menos que Paquito D´Rivera (clarinete y saxo) y el bajista de jazz latino Andy González. Pudo reclutar de urgencia a Rodolfo Alchourrón (guitarra eléctrica) y a su viejo conocido Fernando Suárez Paz (violín) porque algunos músicos disponibles “no pegaban una” y así se aseguró una base tanguera confiable. Se destacan “Milonga for three”, “Tango apasionado”, “Street tango” y “Leija’s game”. Esa música fue compuesta para un musical de teatro inspirado en cuentos de Borges, que nunca pudo ser estrenado por cuestión de derechos de autor.

Con estos pocos discos recomendados, claro está, quedarían muchas cosas sin descubrir. Por ejemplo mis temas favoritos “Fuga y misterio”, “Vuelvo al sur” y “Buenos Aires hora cero”. Es una ardua tarea recorrer la discografía de Piazzolla, por su prolificidad, por atravesar distintas etapas creativas con distintas formaciones y la cantidad de grabaciones y actuaciones en vivo publicadas, a veces ‘truchas’.

Piazzolla fue reconocido mundialmente y despertó el interés de músicos consagrados que intentaron casi como un reto profesional recrear sus composiciones,  con o sin la participación del mismo Astor y su instrumento líder. Verán desfilar a muchos de ellos en distintos capítulos de esta “Guía práctica musical garantizada”. En ocasiones esos intentos modificaron en forma drástica la instrumentación original usada por el marplatense y recibieron elogios dispares de los especialistas. El peor de los pecados fue no capturar el “espíritu Piazzolla”.

No intenta ser para nada una lista exhaustiva de intentos pero con el mismísimo Astor pudieron grabar cosas el saxofonista Gerry Mulligan (“Summit”, 1974) y el Kronos Quartet (“Five tango sensations”, 1989). El destacado vibrafonista Gary Burton -que conocía todo el repertorio de Piazzolla- fue invitado por el propio Astor para integrar su quinteto y salieron de gira mundial. En el festival de Jazz de Montreux grabaron el vivo “The New Tango” (1987). Luego del fallecimiento de Astor, Burton sacó discos propios con esa música que llegó a atraparlo: “A tango excursion” (1998) y “Libertango” (2000). No los dejen pasar. El relato continúa en el Cap. 4 – Jazz y Jazz Fusion, en el espacio dedicado al norteamericano.

Otras estrellas internacionales, con el apoyo de sus discográficas bajo el brazo, reclutaron -como en el último caso- a músicos argentinos que compartieron la aventura piazzolleana en alguna de sus formaciones, por ej. Horacio Malvicino (guitarra y arreglos), Pablo Ziegler (piano), Antonio Agri  y Fernando Suárez Paz (violín), Héctor Console (bajo) y Néstor Marconi (bandoneón), entre otros. Fueron los responsables de aportar la imprescindible “mugre tanguera” requerida para aprobar (concepto de difícil definición, se los dejo como tarea para el hogar). Muchas veces bajo el título de “… plays Piazzolla”, podríamos mencionar discos del guitarrista norteamericano Al Dimeola (que sumó al gran bandoneonista salteño Dino Saluzzi), del amigo francés del acordeón Richard Galliano, piazzolleando en cualquiera de sus producciones, o del eximio violonchelista chino/americano Yo Yo Ma con su “Soul of the tango” (1997), que fue el disco clásico más vendido en Estados Unidos ese año y se llevó un Grammy (como entonces no tenían la categoría ‘tango’ lo ganó en el rubro ‘classic crossover’). Un imperdible. Contiene el dúo de su cello con el bandoneón verdadero de Astor Piazzolla en “Tango Remembranzas”, truco tecnológico mediante. El pianista clásico judeo-argentino Daniel Barenboim, director de las orquestas sinfónicas de Chicago y de Berlin, reclutó a Rodolfo Mederos para su “Mi Buenos Aires querido” (1996), consagrado básicamente a Piazzolla y a Horacio Salgán.

(+) mi padre fue bandoneonista durante su juventud y siempre gran fanático del tango. Entre otros roces generacionales, nosotros los tuvimos con la política y la música. Durante mi adolescencia el descubrimiento del rock fue apasionante y no soportaba al tango, que para los jóvenes representaba lo malo de las generaciones viejas. Años después, cuando hubiera rogado tener su bandoneón, mi padre ya no lo tenía y había fallecido. Hoy me gustan muchas cosas del tango (Gardel, Pugliese, Salgán) pero no al nivel de desempolvar algunos discos de pasta de 78 rpm que le quedaron ni revolver anaqueles. Me parece que el tango se añora más cuando no se tiene a mano: ¡como nuestros padres o Buenos AIres! Mi segundo nombre, Aníbal, fue el homenaje bautismal de mi papá a su admirado Aníbal Troilo, inmenso bandoneonista y autor calificado. En realidad, me quiso poner “Astor” (por Piazzolla) –su más admirado solista en las primeras épocas- pero no lo dejaron en el registro civil de aquel entonces porque no estaba en la lista de los nombres “permitidos” por la burocracia estatal. La otra parte es así: la etapa creadora de Piazzolla que a mi me subyuga -un tango mucho más alejado del tradicional-, fue la que alejó a mi padre de la música de Piazzolla. Por “réprobo”, digamos. Lo tengo explicado en otra entrada de este blog llamado “Piazzolla, mi viejo y yo”, con más data de este gran marplatense.

No pude ver nunca en vivo a Astor Piazzolla, quizás porque lo descubrí tardíamente, pero tuve una oportunidad casi fortuita. Lo habían anunciado en el estadio Obras Sanitarias en diciembre/79 junto a Hermeto Pascoal y Dizzy Gillespie pero no se porqué motivo al final Piazzolla no se presentó en el espectáculo. ¿Quién iba a pedir muchas explicaciones o la devolución de la entrada con semejante show remanente? Muchos años después, en tiempos de la pandemia de coronavirus (marzo 2021), se reabrió el Teatro Colón de Buenos Aires con una serie de espectáculos de primerísimo nivel para celebrar los 100 años del nacimiento de Piazzolla. Se pudieron seguir en vivo por streaming pero me di el gusto de entrar por primera vez a ese palacio extraordinario y elegí presenciar la noche que hicieron su música la Camerata Bariloche con el pianista Horacio Lavandera y el bandoneón de Néstor Marconi. ¡Un lujo emocionante!

Desde antes vengo reconociendo mi déficit para analizar sistemáticamente el tango, defecto agravado por no saber bailarlo siendo porteño. Para subsanar parcialmente el inconveniente, les paso la recomendación de afiatados críticos locales de música (Gabriel Senanes, Federico Monjeau,  Mariano del Mazo, etc.), que hace unos años hicieron una lista con los discos imprescindibles del tango argentino. Aquí van:

*MI NOCHE TRISTE (1917) Carlos Gardel con guitarra. Primera grabación de tango de Gardel. Es la piedra fundamental del género del tango-canción. En la otra cara venía la Zamba Puntana, por el dúo Gardel-Razzano.
*JULIAN (1924) Rosita Quiroga con orquesta. Este éxito entronizó el estilo único de Rosita. En 1926 lo grabó con guitarras.
*SENTIMIENTO GAUCHO (1924) Orquesta de Francisco Canaro. La primera grabación, instrumental, de sus muchos registros de este hit propio.
*MALA JUNTA (1927) Sexteto de Julio De Caro. Un disco que trajo dos lados A: en la otra cara, Flores negras, de Francisco De Caro.
*LA PUÑALADA (1943) Orquesta de Juan D´Arienzo. Fue su segunda grabación de esta milonga. Con una versión de “La cumparsita” al dorso, fue el disco más vendedor de la historia del género.
*QUEJAS DE BANDONEON (1944) Orquesta de Aníbal Troilo. En arreglo de Piazzolla, el tango de Filiberto se convertiría en clásico de Troilo.
*LA YUMBA (1946) Orquesta de Osvaldo Pugliese. Pugliese condensa toda la riqueza rítmica de su estilo orquestal en este tango. Salió con “Mal de amores”.
*EN LUNFARDO (1964) Edmundo Rivero, con acompañamiento de guitarras. El primero de tres volúmenes temáticos, trae “Amablemente”, “El ciruja”, “Barajando”.
*LA MAXIMA EXPRESION DEL TANGO (1964) Roberto Goyeneche. Maduro y entero: Goyeneche solista en un punto justo.
*ADIOS NONINO (1969) Astor Piazzolla y su quinteto. Este LP reúne el tipo de formación favorito de Piazzolla, uno de sus arreglos preferidos de “Adiós Nonino” y el perdurable “Otoño porteño”.


** Shakti – “Natural elements” (1977)

Shakti With John McLaughlin - Natural Elements (1977, Vinyl) | Discogs

Cambio rotundo de plano. Nos cruzamos el charco. Después de su éxito con la formación Mahavishnu Orchestra de rock progresivo o sinfónico, de la cual me ocuparé en el capítulo que sigue, el majestuoso guitarrista inglés John McLaughlin (Doncaster-Inglaterra, 1942) se interesó por la música indostaní y la fusionó con su formación jazz-rockera. Fue con este grupo Shakti, con el cual editó tres discos entre 1976 y 1977. Nos permiten acercarnos más cómodamente a ese sonido para nosotros, los occidentales, tan exótico. Por ejemplo, en este disco recomendado los hermosísimos temas “Face to face”, “Happiness is being togheter” y “Peace of mind”. No se queden sin escuchar la bella “La danse du bonheur” del anterior LP “A handful of beauty” (1977)

Claro que para sumergirse en la música india, los más arriesgados pueden acudir directamente al héroe moderno del sitar, Ravi Shankar (Benarés-India, 1920-2012), catapultado al mundo por George Harrison y los Beatles. 

McLaughlin tiene debilidad por los percusionistas hindúes, por ejemplo Trilok Gurtu, y los continúa incorporando en sus agrupaciones, como la actual The 4th. Dimension. Seguiremos recomendando más discos de la carrera solista del monstruo de las escalas Juancito McLaughlin en el Capítulo 4-Jazz & Jazz Rock.

*Khaled – “Sahra” (1996)

Khaled Hadj Ibrahim o Khaled a secas (Orán-Argelia, 1960),  es un originalísimo cantante de rai, una fusión de música argelina con fuentes occidentales como el funk, el rock, el reggae e influencias latinas. Yo les aseguro que al escucharlo las patitas se les moverán solas porque es una seductora música árabe con tamiz pop occidental. No lo amilana meter percusión, secciones de caños, electrónica o rap cuando lo cree conveniente. 

Generalmente, Khaled trabaja en Francia. El tema que le dio  difusión mundial al rai fue “Didi” de su disco “Khaled” (1992). En “Sahra” (1996) lo produjo el norteamericano Don Was, en batería estuvo el finado Tony Williams y participó Rita Marley.

Otro CD que me gusta es “Kenza” (1999), esta vez producido por el legendario guitarrista inglés Steve Hillage. Participa la cantante israelita Noa.

Muchos temas de Khaled han sido incluídos en films europeos de Bertrand Blier, Nanni Moretti y Luc Besson. ¡Khaled no los va a defraudar!

*Salif Keita - "Mansa of Mali... a retrospective" (1994)

Quizás sea o haya sido el músico africano más famoso en Europa, Salif Keita (1949) es descendiente de una dinastía de Mali –ex colonia francesa- pero no la tuvo fácil en su tierra porque es albino (albino negro y con problemas de visión) y eso significa mal agüero y desprecio en su cultura. Medio abandonado, se abrió paso en la música desde abajo como músico callejero y en boliches, explorando su folklore (cultura mandinga) y fusionándolo con ritmos de Guinea, Senegal y occidentales (soul, cubana, chanson francesa, etc.): obtiene un sonido pop que combina rítmicas potentes bailables afro-típicas y desciende a ondas melancólicas. Su banda usa instrumentos usuales para nosotros (incluída una sección de bronces) mezclados con otros autóctonos: la kora, un arpa de 21 cuerdas; el balafón, un xilofón de madera, y el djembe o tam-tam, un instrumento de percusión. Keita terminó  recalando en París y ahí empezó a codearse con músicos de primera a nivel mundial (Joe Zawinul, Santana, Wayne Shorter y más tarde, Vernon Reid.. todos los cuales serán convenientemente presentados).

En esta producción retrospectiva de 1994 se destacan los temas “Mandjou” y “Ignadjidje”. Es muy peliagudo acá también escoger otro CD porque tiene alrededor de veinte. Podría ser “Folon, the past” (1995), que es más pop, tiene la muy bailable “Sumum” y otra versión de “Mandjou”.

Junto a Keita conquistaron Europa otros músicos de Mali: el grupo Tinawiren (recomiendan “Aman Iman”) y Amado & Mariam (“Dimanche á Bamako”), Ali Farka Touré y Oumou Sangaré (“In the hearth of the moon”) y Toumani Diabaté. Los tres primeros visitaron estas playas alguna vez. El productor de la mayoría de estos artistas es Nick Gold, del sello World Circuit, el mismo de Buena Vista Social Club (ver adelante).

*Amália Rodrigues - “Antologia” (2010) 

Amalia da Piedade Rebordao Rodrigues (Lisboa, 1920-1999) fue algo así como la Mercedes Sosa o la Chavela Vargas portuguesa.  Nació en el barrio de Alfama y pasó a la historia como “la reina del fado”, el género musical popular de su país por excelencia.  “El fado no es alegre ni triste. Formó el alma portuguesa cuando no existía y deseaba todo sin tener fuerza para desearlo. Es la fatiga del alma fuerte, el mirar de desprecio de Portugal al Dios en que creyó y que también le abandonó” dijo Fernando Pessoa, máximo poeta lusitano.

“Fado” viene de “fatum”, que significa destino. Es un género que posee demasiadas coincidencias con el tango: nacieron en sitios urbanos de baja calaña, le cantan a tragedias amorosas desde una óptica masculina y a lo que ya nunca será y –dicen los que saben- solo se puede cantar desde el alma. Eso si, son mucho menos bailables que el tango. También dicen los expertos que los fados de Coimbra son más alegres que los lisboetas: tarea para tu hogar.

Amália Rodrigues tuvo una infancia pobre y una carrera artística de cuarenta años, pisando escenarios de todo el mundo y haciendo cine y teatro. Grabó su primer disco en 1945 y no paró hasta los años noventa. Tuvo grandes altibajos, emocionales y políticos (fue casi proscripta por la “revolución de los claveles” que en 1974 terminó con décadas de dictadura salazarista) pero finalmente fue ampliamente reconocida, obteniendo premios de todos lados. Su gran soporte musical fue un francés: el autor Alain Oulmain. Le dedicaron un museo en Lisboa y su tumba está en el Panteón Nacional.

"Fado es saber que no se puede luchar contra aquello que nos duele y no podemos cambiar, fado es preguntar por qué y no saber, fado es nunca dejar de preguntar y al mismo tiempo saber que no hay respuesta alguna (…) es todo lo que digo y lo que no puedo decir". Amalia Rodrigues.

En el imposible dilema de escoger uno entre sus más de veinte discos, esta  “Antologia” (2010) ofrece 4 CD y les va a dejar la panza llena. Escuchar la recontra-conocida “Coimbra (abril en Portugal)” en su voz es emocionante. Los estudiosos indican su disco “Foi Deus” (1952) como el encumbramiento de Amalia Rodrigues. Para bucear en un fado aggiornado y renovado, busquen a las cantantes Misia y Dulce Pontes o el grupo Madredeus, sus modernas expresiones. Entre otras cosas, no se visten de negro como los fadistas tradicionales.

*Cesaria Evora - “Sodade” (1994)

Cantante de Cabo Verde (1941-2011), un archipiélago africano que fue colonia portuguesa hasta 1975. Bautizada como “la diva de los pies desnudos” porque continuó sobre los escenarios su costumbre de no usar zapatos, era una mulata que dicen que fumaba como un escuerzo pero pudo vencer al whisky. También fue “descubierta” para el gran público en París, donde la contrató el sello Melodie, casi a sus cincuenta años.

La música de Evora se basa en “mornas” y coladeiras nativas, emparentadas con el fado portugués (entre mandolinas y cavaquinhos), géneros curiosamente poseedores de aires fuertemente tangueros. Mucha melancolía. No podría ser de otro modo si su gran himno se llama “Sodade”, coladeira que le dio título a esta recopilación de 1998 (´les plus belles mornas de Cesaria´). “Sodade” viene de “saudade”: “bem que se padece e mal que se gosta” dijo Manuel de Melo. Mucho más que nostalgia. El disco contiene “Mis perfumado” y “Papa Joachim Paris”.

Una ayuda que tuvo Evora para triunfar en el mundo fue grabar “Bésame mucho” en español para la película-remake “Grandes esperanzas”. Imperdibles son sus estupendas incursiones en la banda sonora del film “Underground” de Emir Kusturica (con “Ausencia-tango del alma” de Goran Bregovic), en “Duets” de Compay Segundo (con “Lágrimas negras”) y haciendo “Samore” con Salif Keita.

Cesaria E. dejó una larga colección de discos pero pocos se editaron en Argentina. Hay una “Antología” (2002), que puede estar buena y podría competir con esta recomendación, pero no lo escuché. Evora visitó Argentina en mayo de 1999: actuó en La Trastienda. 

*Rubén Blades & Willie Colón – “Siembra”  (1978)

Rubén Blades Bellido de Luna Díaz (Panamá, 1948) es uno de los artistas más sensibles de toda América. Empezó en la música como cantante de Ray Barreto y de Willie Colón, con su título de abogado arrumbado en un baúl. Ya exitoso incursionó como político idealista, ex candidato a presidente por Panamá y luego ministro de turismo. También tuvo tiempo para ser actor latino muy requerido en Hollywood: lo debés haber visto en varias películas quizás sin advertirlo.

Blades ha sido un gran difusor de salsa por todo el mundo con sus grupos los Seis del Solar y Son del Solar. Siempre letras bellas, terrenales pero con sustancia, que fueron tornando del barniz gracioso del principio a tintes más maduros y profundos. “Siembra” es uno de los primeros discos que grabó, uno de los dos firmados junto al músico Willie Colón, catapultados al mundo entero con los éxitos “Pedro Navaja” y “Plástico”. Salsa pura. Capos totales en el uso de sección de vientos en el género.

**Rubén Blades – “La rosa de los vientos”  (1996)

Años después Rubén Blades llega a éste, el clímax de su carrera, haciendo un sublime compendio de ritmos centroamericanos y caribeños con una altura envidiable. Suenan ballenatos (“Amor mudo”, “Ganas de verte”), sones (el perfecto “Un son para ti”), boleros (impecable “Tu hastío”), salsas (“Chilam balam”) y hasta un aire de candombe en la magnífica versión de “Amándote” de Jaime Roos, con la inestimable ayuda de Hugo Fattoruso.

El mismo Blades confiesa en los créditos internos del disco que era el álbum que más alegría y satisfacción le había producido en su carrera por haberlo hecho en Panamá, con artistas de su tierra. Y se nota porque le salió una belleza. Es una enciclopedia musical. Solo le reprocho “En el semáforo”, porque suena como repetición demagógica de una fórmula antigua que le había dado réditos.

Si disponen de más tiempo para escuchar a este autor, les recomiendo una audición de “Mundo” (2002), un trabajo más experimental que tiene algunos baches. Quizás por su heterodoxia ganó el Grammy 2003 al mejor disco en la categoría “worldmusic” y también como “mejor álbum tropical contemporáneo”. Participan el grupo costarricense Editus, el gaitero Eric Rigler, Boca Livre de Brasil, De boca en boca de Argentina y otros. Todos enriquecen la  hermosa música que escogió el panameño, que por momentos apasiona. Son imperdibles los temas  “Primogenio”,  “Bochinches” y “Jiri son bali”. Se le anima a “First circle” de Pat Metheny con un tratamiento original que la latinoamericaniza. 

**Juan Luis Guerra – “Grandes éxitos de Juan Luis Guerra 4.40” (1995)

Este capo del merengue, la salsa y otros ritmos centroamericanos, es un multiintrumentista, compositor y cantante dominicano (1957), muy religioso, filantrópico y fana del basquet. Estudió en el prestigioso Berklee College of Music de Boston-USA y se convirtió en uno de los íconos musicales del continente. Vendió largamente más de diez millones de discos.

Este grandes éxitos resume sus seis o siete obras iniciales (justamente “4.40” es el nombre del grupo que lo acompañó gran parte de su carrera). Incluye los recontraexitosos “Ojalá que llueva café” y “Bachata rosa”, más la popularísima “Burbujas de amor”. También están las movedizas “El costo de la vida” y “La bilirrubina”.  Otra compilación posterior llamada “Colección romántica” (2000), reúne sus mejores boleros, bachatas y baladas.  

*Varios – “Buena Vista Social Club” (1994)

Producido por el guitarrista Ry Cooder (Los Angeles-USA, 1947) y el inglés Nick Gold, este disco apareció como si fuera un descubrimiento arqueológico apartado del controvertido régimen cubano de Fidel Castro. Juntaron a músicos tradicionales de Cuba (Ibrahim Ferrer, Compay Segundo, Omara Portuondo, Rubén González, Elíades Ochoa, etc.) y los catapultaron al exterior con sus guajiras, boleros, danzones y sones (*): realizaron varias giras mundiales. El disco vendió millones de copias y ganó un Grammy.

El gran cineasta alemán Wim Wenders filmó el documental del mismo nombre que sirvió como soporte, también muy aclamado. Sería necio pensar que esta  producción discográfica es la más representativa de la historia de la música cubana o la que puede hacernos conocer sus raíces más profundas o auténticas, pero se convirtió en un clásico y para los iniciados en esta búsqueda es un disco útil que ahorra camino.

Ry Cooder es un capo de la guitarra slide y especialista de la música tradicional norteamericana: blues, rhythm & blues, gospel, folk, tex-mex, calipso. Volveremos a referirnos a él en el Cap. 5-Bandas de sonido originales, porque -por si fuera poco- es un especialista muy requerido en música de películas. 

No puede pretenderse todo en la vida: el conocimiento depende del tiempo, de la pasión y a veces también del dinero. Una idea para seguir buceando en la música cubana es continuar con Bola de Nieve (Ignacio Jacinto Villa Fernández, La Habana, 1911-1971) gran crooner y recopilador de la canción centroamericana, autor de "Mamá Inés" y supremo  intérprete del bolero “Vete de mí”: un tema que había encargado el cantante Daniel Riolobos  a la emblemática dupla de tangueros argentinos, los hermanos Homero y Virgilio Espósito. Es representativo el disco "Yo soy la canción misma" (1997). Más acá en el tiempo están los pianistas Bebo y Chucho Valdés y toda una generación de músicos que se dedican al polentoso jazz latino (por ejemplo el grupo Irakere del que salieron Paquito D´Rivera, Arturo Sandoval y el mismo Chucho Valdés, Gonzalo Rubalcaba, Mongo Santamarina, etc.) Nos cruzaremos con ellos en otros recovecos de estas crónicas.

(*) Nuestro conocido Gustavo Santaolalla intentó una producción similar con figuras míticas del tango argentino en "Café de los maestros" (2008). Reunió a Leopoldo Federico, Mariano Mores, Virginia Luque, Ernesto Baffa, Atilio Stampone, Horacio Salgán, Ubaldo De Lío y otras glorias supervivientes del género. La película que ilustró la aventura fue dirigida por Miguel Kohan y el relato remata con la actuación conjunta que hicieron en el teatro Colón el 24/08/06.  Como vine diciendo, no soy un experto en tango pero es muy emotivo ver ese DVD y escuchar su música y la pasión de esa gente por el ritmo del 2x4. Para no ser injusto -menciono de nuevo- que mucho antes que esas producciones, está el dignísimo “De Ushuaia a La Quiaca” (1985), disco de  León Gieco producido y coprotagonizado por el mismo Santaolalla. Recorrieron el país grabando folkloristas y recopilando experiencias musicales telúricas argentinas. Homenajearon a Leda Valladares, Sixto Palavecino, Cuchi Leguizamón, Isaco Abitbol y otros. La edición original fue posteriormente remasterizada y la obra ampliada a cuatro CD.  Bien valen una escuchada. 

*Mano Negra – “Casa Babylon” (1994)

Un grupo multitudinario que fue liderado por el parisino José Manuel Tomás Arturo Chao Ortega “Manu Chao”  (1961), que inventó un estilo de difícil definición dentro del rock latino: un batido multicultural de punk-rock, rockabilly, ska, reggae, rumba, hip-hop, etc. de la mano de una estética bohemia posmoderna de calce perfecto. Alguno le puso el nombre de “rock alterlatino”. Esa mescolanza (gratificante) me anima a agregar su música en este capítulo.

Letras contestatarias en tres o cuatro idiomas diferentes, como tiros al aire. Temas estandarte como “Santa Maradona” y “Señor Matanza” amenizados entremedio con creativos recortes de radios latinas: todo un hallazgo al modo del inolvidable programa radial porteño “Tren Fantasma” de Daniel Morano & Omar Cerazuolo. Participó en este disco el argentino Fidel Nadal, en su momento líder del grupo Todos tus muertos.

Mano Negra duró ocho años pero Manu Chao siguió después su carrera solista continuando el mismo argumento musical, en modo algo más intimista. Sus discos más fuertes fueron “Clandestino” (1998) y “Próxima estación: Esperanza” (2000). El tipo suena auténticamente popular montándose en salsas, vallenatos, cumbias y mucho reggae. 

*Richard Galliano – “Laurita” (1996)

Sensible acordeonista francés que ha tocado con grandes como Chet Baker, Enrico Rava, Bireli Lagrene, Larry Grenadier, Michel Petrucciani, Ron Carter, Al Foster, Gary Burton y otros. En este disco se dedica en buena parte a versionar temas de Piazzolla. Galliano  ama la música del marplatense y tiene un disco completo dedicado a quien fue su amigo: “Piazzolla forever” (2003). También tiene creaciones propias de buen nivel, donde mete su impronta con valses musettes franceses y los fusiona con tango: la canción principal es una muestra deliciosa de esto.

Evidentemente Galliano se siente a sus anchas con los ritmos latinos.  Por si fuera poco, participan en el CD el gran armoniquista belga Toots Thielemans, el baterista Joey Baron y Didier Lockwood en violín. Me debo profundizar su discografía pero éste puede ser el punto de partida con deleite asegurado. Otro disco suyo que recibió comentarios muy elogiosos fue  “Luz negra” (2008).

Decía antes que, a pesar de apasionarme su música y haberlo tenido “a mano”, no pude ver nunca en vivo a Astor Piazzolla. Gracias al cielo, en octubre de 2016 invitaron a Galliano al Centro Cultural (aún denominado) Néstor Kirchner y no dudé: no podía perderlo. Primero hizo un memorable set a solas con su acordeón con música francesa y del mundo; después se agregó el también francés violinista Bertrand Cervera y, en el último set, subieron los locales Daniel “Pipi” Piazzolla (nieto), Juan Pablo Navarro y Nicolás Guerschberg, básicamente para interpretar temas de Astor. Un buen resarcimiento para llenar aquel vacío. Acordeón no es bandoneón pero la honestidad y el sentimiento son universales. Pura emoción.

*Inti Illimani – “Grandes éxitos” (1997)

Grupo folklórico chileno con varias décadas en el lomo. Se instaló en Europa prohibido por la dictadura de Pinochet (1973 a 1990): recordemos que este genocida fue un líder muy popular para gran parte del pueblo chileno y hasta ganó referéndums. En el medio, traicionaron al pueblo argentino en la causa Malvinas, colaborando con los ingleses.

Inti Illimani fue liderado por Horacio Salinas durante décadas hasta que en 2001 sus integrantes se separaron. Quedaron envueltos en una pelea judicial por el uso legal del nombre, tal que subsistieron dos conjuntos dando vueltas con esa etiqueta. 

Sonaron siempre perfectos haciendo música folklórica sudamericana tradicional y canciones de protesta de producción propia. Son los autores de “Un son para Portinari” que elevó a las alturas Mercedes Sosa. Este disco recopilatorio rescató la hermosa instrumental “El mercado de Testaccio” pero soslaya “Una finestra aperta”, cantada precisamente en italiano, que tanto me gusta. Tampoco está aquí la trillada “El pueblo unido”.

Otros legendarios grupos de proyección folklórica chilenos fueron Illapu y Quilapayún, más allá de los clásicos Víctor Jara y Violeta Parra con quienes Inti Illimani trabajaron. No profundicé sus discografías. Oportunamente escuché varios discos de Los Jaivas, de quienes hablé antes. En “Alturas de Machu Pichu” y “Canción del sur”: mezclaron de manera original ritmos folklóricos sudamericanos con rock, al estilo del Arco Iris argentino. 

**Paco de Lucía – “Fuente y caudal” (1973)

La música de Paco de Lucía (Algeciras-España, 1947-2014) es pura pasión: para no conmoverse con su guitarra flamenca hay que ser un sajón muy flemático. Escuchen “Entre dos aguas”, “Reflejos de luna” y “Cepa andaluza” en este excelente y exitoso disco, que lo empezó a hacer famoso en todos lados. También vayan por discos o recopilaciones de la etapa temprana junto a su hermano Ramón de Algeciras, en segunda guitarra. Por ejemplo en el “Paco de Lucía” (1980) de la serie ‘Grandioso’ de Phillips, si aún lo consiguen.

Francisco Sánchez Gómez, que así se llamaba verdaderamente. Porque, se sabe, Paco es por Francisco y el “de Luzia” era la pertenencia a su madre. Empezó a tocar la guitarra desde chico y fue un niño prodigio dentro de una familia de músicos numerosa. Internacionalizó al flamenco fusionándolo con otros ritmos y agregándole instrumentación exótica (como el cajón peruano, flauta y teclados): por eso recibió numerosos “palos” de los ortodoxos del género. No impidió que sea considerado el mejor guitarrista flamenco de la historia. 

**Paco de Lucía – “Almoraima” (1976)

“Almoraima” (bullería), “Río ancho” (rumba) y “Cobre” serían los temas que le recomendaría a un amigo que no conociera la música de Paco de Lucía y están aquí, otro disco grandioso. 

*Paco de Lucía – “Siroco” (1987)

Es uno de sus discos más aclamados: tangos, rondeñas, alegrías, rumbas, bulerías, mineras, tanguillos, soléas, compuestos por Paco y acompañados con taconeos, palmas, cajón peruano y sus hermanos Ramón de Algeciras y Pepe de Lucía, en algunos temas. Para mí descollan “La cañada”, “La barrosa” y “Casilda”.

Pueden recurrir a los discos que De Lucía editó con el famoso trío de guitarras acústicas junto al inglés John McLaughlin y al norteamericano Al Di Meola (una imposición del sello Columbia para darle más cartel, en reemplazo de Larry Coryell). El más conocido fue “Friday night in San Francisco” (1980), un concierto grabado en vivo, que fue un éxito de ventas. Luego le siguieron “Pasión, gracia y fuego” (1982) y “The guitar trio” (1996), grabados en estudios. Hicieron grandes giras mundiales explotando el fenómeno. Prefiero la producción personal de Paco de Lucía, ya que este trío virtuoso de dedos tan ágiles a veces caían en una escalada “pirotécnica” de cuerdas y la selección de temas era heterogénea.     

*Paco de Lucía – “Luzía” (1998)

En este disco dedicado a su madre, Paco de Lucía suena como un dios viviente de la guitarra. Para mí se roba todo “Me regalé” un tango de los de ellos, conmovedor. Ahicito nomás, “Río de la miel” y “Manteca colorá”.

Paco de Lucía terminó siendo el más famoso representante del flamenco en el mundo. Tocó con Camarón de la Isla, Carlos Santana, Chick Corea, Joan Manuel Serrat y decenas de artistas consagrados. Paco había elegido como lugar de residencia Playa del Carmen, en México.

Si gustan del flamenco, hablando del gitano José Monje Cruz o “Camarón de la Isla” (San Fernando-Cádiz, 1950-1992), considerado uno de los mejores ‘cantaores’ de la historia, vayan por su “La leyenda del tiempo” (1980). San Fernando se llamaba antes Villa de la Real Isla de León y todos la llamaban “la isla”. De ahí parte de aquel apodo. 

Casi me obligué a no perderme de ver al enorme Paco de Lucía en el teatro Gran Rex, en octubre de 1998. Gran oportunidad para disfrutar de semejante artista en vivo y agasajar a mi amada esposa. De Lucía vino en gira con un grupo de cante jondo y baile, para  presentando el disco “Luzia”.

**Niña Pastori – “Caprichos de mujer” (2009)

Se llama en realidad María Rosa García García (San Fernando-Cádiz, 1978) es hija de cantaora y fue niña prodigio del flamenco, descubierta artísticamente por Camarón de la Isla e impulsada después por Alejandro Sanz. Cuando escuché “De boca en boca” y “Válgame Dios” (“quiero que me beses/y a media voz decirte que te amo/háblame bajito/que nadie se entere lo que nos amamos”) quedé rendido a los pies de Niña Pastori. Este disco es una antología de 2 CD y un DVD, bastante completo. Está “Tu dime” para mover las cachas y “Cartita de amor” que dice: “Echame una mano, prima, que viene mi novio a verme, estoy tan nerviosa que no se que vestido ponerme”. Pero la verdad, les recomiendo hacerse de todos sus discos. Es flamenco aggiornado a los tiempos que corren pero hecho con gran respeto y altura. 


*Bebo Valdés & Diego “El Cigala” – “Lágrimas negras” (2003)

Un cantaor de flamenco jóven y un pianista cubano de gran trayectoria cincuenta años mayor se juntan y recrean clásicos de la música popular iberoamericana, producidos por el cineasta Fernando Trueba y su Calle 54 Records. Dice en el reverso del disco, resumiéndolo espléndidamente: “un viaje a la esencia de la canción de amor iberoamericana con escalas en Cuba, centro y sur de América, España…” . Incluye coplas, boleros, el tango bien argento “Nieblas del Riachuelo” y hasta un tema de Jobim. Participaron de la producción Paquito D’Rivera y Caetano Veloso. Son nueve canciones y en varias se te caen las medias. El disco vendió cientos de miles de ejemplares en todo el mundo, fue disco de platino en varios países y ganó un Grammy latino. Alguna edición viene con un bonus track con cinco temas flamencos a cargo de El Cigala.

Si les gustó mucho, vean el DVD “Blanco y negro: Bebo & Cigala en vivo” (2003) del recital filmado en Palma de Mallorca por Trueba, con más temas. O escuchen la continuación -ya sin tanta sorpresa ni con Bebo Valdés- llamada “Dos lágrimas” (2008). Tiene más boleros, músicos cubanos y españoles en el elenco, como Guillermo Rubalcaba (padre de Gonzalo), más el acordeonista francés Richard Galliano en un tema.

** Paul Simon - "Graceland" (1986)

Héroe del folk-rock en los tempranos años sesenta con el dúo Simon & Garfunkel, tan pioneros como The Beatles al otro lado del charco. En gran parte de su posterior etapa solista, el neoyorkino Paul Frederic Simon (New Jersey-USA, 1941)  se dedicó a la fusión del pop con ritmos “étnicos”, como llaman los países centrales a los folklores tercermundistas. Como habían hecho Frank Sinatra o Stan Getz con la bossa nova  brasileña, Simon fue un eslabón importante en la llamada “world music”, potabilizando los ritmos originales a oídos globalizados.

En “Graceland” (1986) lo hace con la música sudafricana, con instrumentistas autóctonos e invitados de lujo. Es considerado por muchos una obra, vendió millones y ganó dos premios Grammy.

La inspiración para esta producción le bajó a Simon después de escuchar “Gumboots: accordion Jive Hits” (1977), una recopilación de música sudafricana de aquel entonces, que hace mención a ese instrumento infaltable en su cultura. Compuso temas pop influenciado por esos sonidos intentando no copiarse y dejó los arreglos a los nativos: de ahí la originalidad.

La anécdota es que haya hecho “Graceland” en plena época del “apartheid”. Había en ese entonces boicots artísticos y protestas mundiales como hoy ocurre contra el también racista régimen de Israel. Esa movida provocó algunos coletazos políticos. El disco fue grabado en Johannesburgo y en Lousiana, participando a músicos africanos más un equipo de enormes talentos como Steve Gadd (batería), Adrian Belew (guitarra), Youssou N´Dour, Los Lobos (el conocido grupo rockero de Los Angeles que aportó sus aires zydeco), la legendaria Linda Ronstadt más los cotizados Jon Faddis, Randy Brecker y Lew Soloff  en bronces, etc. El tema de difusión fue “You can call me Al” -con el solo histórico del bajista Baghiti Khumalo- pero todo el disco es una joyita. Escuchen “Homeless”, una suite a capella del grupo vocal Ladysmith Black Mambazo o también “Diamonds on the soles of her shoes”. Hacen temblar a cualquier grupo gospel del mismísimo Harlem.

El inquieto Simon incursionó también justamente en el gospel y en la música del altiplano con el grupo Urubamba y Uña Ramos. Juntos reflotaron el tradicional “El cóndor pasa”. Escuchen el vivo “Live rhymin” (1974), que lo resume. En “The rhythm of the saints” (1990) invita a Milton Nascimento, agrega mucha percusión e influencias baianas y algunos recortes sudafricanos. En “Song from the capeman” (1997) se juntó con Rubén Blades y los ritmos latinos y reflotó música negra de los ´50s. Tratamientos de mucho nivel, aunque no tan altos como “Graceland”, estimo.

No subestimen ni releguen escuchar la interesante sucesión pop-rock con vuelos jazzeros de Paul Simon en sus discos “Still crazy after all this years” (1975), “Hearth and bones” (1983) y “You´re the one” (2000).

* No Smoking Orchestra - “Unza Unza time” (2000)

Emir Nemanja Kusturica (Sarajevo-Bosnia, 1954) es un multiartista, célebre más que todo por su producción cinematográfica, con la que cosechó lauros en Cannes y otros festivales por “Papá está en viaje de negocios” (1985), “Tiempo de gitanos” (1988), “Underground” (1995) y “Gato negro, gato blanco” (1998), entre otras.

En ellas refleja la ensalada cultural de la región balcánica donde todos se pelearon contra todos en una terrorífica guerra civil, allá por los noventa. Donde había un solo país llamado Yugoslavia, unido con mano de hierro por el Mariscal Tito hasta 1980 como una república socialista, entre 1991 a 2001 explotó una lucha fratricida sufrida entre grupos étnicos distintos que hasta ahí de algún modo convivían. Al finalizar el horror, quedaron varios pequeños estados: Bosnia Herzegovina, Croacia, Eslovenia, Montenegro, Serbia y Macedonia del Norte. Y un territorio todavía en disputa: Kosovo. Además de las diferentes etnias, entre las que subyace la gitana, no precisamente privilegiada, también se mezclan preferencias religiosas: musulmanes, cristianos y ortodoxos. Todo eso lo expresó Kusturica de un modo extraordinario en comedias dramáticas de tono satírico.

Kusturica, inquieto como pocos artistas, también se dedica a la música y gira con una banda anarco-tecno-punkrock llamada en su idioma “Zabranjeno Pusenje” (prohibido fumar), que traducida al inglés se exportó como “No Smoking Orchestra”. Son algo así como nuestros Auténticos Decadentes, pero con alma gitana. Se juntaron en 1984 y tuvieron algunos problemas con la censura durante un tiempo. Ahí el alma mater es el Dr. Nele Karajlic (alter ego de Nenad Jankovic) y Emir Kusturica se incorporó después en un papel discreto como guitarra rítmica, mientras fuma sus célebres toscanos sobre el escenario. Su hijo Stribor ocupa la batería. A una típica base rockera le agregan  tuba, saxo, violín y acordeón.  Los integrantes del grupo musicalizaron específicamente el film “Gato negro, gato blanco” (1998). El viejo documental “Super 8 Stories” (2001), también de Kusturica, ilustra actuaciones y chifladuras de los grandulones al filo del cambio de siglo, incluída una función en el Olympia de París. 

El disco más memorable de No Smoking Orchestra fue este “Unza unza time” (2000), un vocablo onomatopéyico que inventaron para bautizar su música. Música desaforada de gente desaforada. Impresiona el coro de chicos en el track neo-punk “Pitbull terrier”.

El grupo vino varias veces a la Argentina, tocó en La Trastienda y el Vorterix porteños y hasta en el festival Cosquín Rock. Nuestro público -adepto a la farra- se prendió como loco a su propuesta. Tienen un DVD “Life is a miracle-Live in Buenos Aires” (2005) de sus funciones en Luna Park. Para escuchar pueden buscar el CD “The best of No Smoking Orchestra” (2009).

Pero para ampliar el panorama de la música balcánica contemporánea sin quedarse solo con la discografía de la No Smoking Orchestra, debemos que referirnos a otro músico  coterráneo de la misma generación. Goran Bregovic (Sarajevo-Bosnia, 1950), es un director de orquesta hijo de madre serbia y padre croata bautizado cristiano. Es también en si mismo casi una síntesis de la mixtura cultural que mencionábamos antes. Recurrir a los trabajos de Bregovic permite también descubrir un panorama musical auténtico y aggiornado de esas etnias. Se vale de orquestas grandes con fuerte presencia de bronces, casi filarmónicas que incluyen incluso un acordeón. Usa también otra formación, un poco menos numerosa, a la que bautizó Orquesta de Bodas y Funerales. El nombre viene de bandas tradicionales que musicalizan tanto casamientos o velorios gitanos. Bregovic curte un sincretismo musical con variedad de estilos, con fanfarrias que incluyen ritmos folklóricos gitanos, con toques que nos suenan rusos, judíos, griegos y hasta latinos y también retazos de jazz y rock & roll. El mismo Bregovic define lo suyo como música balcánica contemporánea. Para las composiciones, forma normalmente una sociedad con Ognjan Radivojevic (a) el pelado, que suele integrar sus agrupaciones. Bregovic se hizo popular musicalizando las estupendas películas de su ex gran amigo Emir Kusturica: “Tiempo de gitanos” (1988), “Sueños de Arizona” (1993) y “Underground” (1995). Nuestras estrellas son tan desmesuradas que terminaron peleados. El soundtrack de este último film es imprescindible pero le daremos una vuelta de tuerca en el Cap. 5-Bandas de sonido originales.

No quiero asumir que estos discos y artistas representan en su totalidad la música de la región balcánica ni que son su más alta manifestación. Simplemente recomiendo escucharlos como un intento para acercarnos a sus culturas desde una expresión aggiornada y contagiosa. Por lo menos, y como mínimo, los va a sorprender. 

** Richard Bona – “Bonafied” (2013)

Bona nació en Camerún en 1967 en una familia de músicos y tuvo cosas de niño prodigio. A los 22 años se fue a París y, a la par que se enamoraba del jazz, empezó a colaborar como bajista con el violinista Didier Lockwood y los africanos Salif Keita y Manu Dibango. Al poco tiempo, cruzaba a Nueva York y la vanguardia jazzera se lo disputaba para sus grabaciones y giras: Joe Zawinul, Mike Stern, Chick Corea, Brandford Marsalis, Pat Metheny, etc. Toda gente que veremos más adelante.

En su producción discográfica, Bona canta en su idioma natal, el douala, y no solo exhibe sus habilidades extraordinarias como multi-instrumentista: escoge un repertorio ecléctico, que no solo incluye influencias africanas, sino también otros géneros internacionales. Aquí, en este recomendado séptimo disco, sorprende con la delicada “Mulema” y una versión hermosa de “On the 4th of July” de James Taylor. Como si fuera poco, se manda con un bolerazo (“Mut´Esukudu”) y un neo-tango (“Uprising of Kindness”).

En una antigua reseña, el diario Los Angeles Times escribió: “Imagine un artista con el virtuosismo de Jaco Pastorius, la fluidez vocal de George Benson, la sensibilidad y armonía de Joao Gilberto, mezclado con cultura africana. Señoras y señores, le presentamos a Richard Bona!”  En sus últimas producciones estuvo abordando música caribeña con su grupo Mandekan Cubano.

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