Luego, tienen el capítulo 1: “Rock argentino”.
Después de éste, capítulo 3: "Pop, rock & progresiva-parte 1"
Y "Pop, rock & progresiva-parte 2"
En el tintero quedan:
Cap. 4: Jazz & jazz-rock.
Cap. 5: Bandas de sonido originales de películas.
Que los disfruten. Les dejo un beso en la reja. Horanosaurus.
*Stan Getz & Joao Gilberto – “Getz-Gilberto” (1964)
Stan Getz, saxofonista reliquia del cool jazz, realizó con el creador bahiano Joao Gilberto y la cantante Astrud Gilberto -en ese entonces su mujer- esta fructífera reunión con la bossa nova brasileña. El ‘descubridor’ de esta música fue el productor norteamericano Creed Taylor, dueño del sello Pacific Jazz. Los músicos del norte se enamoraron al toque de la movida, hubo una oleada de intercambios y permitieron al nuevo ritmo romper el cascarón y desparramarse por todo el mundo (y al jazz, renovarse). Todo músico brasileño de calidad tendría visa automática para EE.UU. y allí fueron llegando Gilberto, Tom Jobim, Sergio Mendez, Castro Neves, Edu Lobo, etc.
La bossa nova, fusión del samba y el jazz (el cool jazz) con cadencias de bolero, fue inventada por chicos de clase media en las paradisíacas playas de Copacabana-Río de Janeiro, durante la floreciente época desarrollista de Juscelino Kubitschek, cansados del samba populachón del carnaval y los morros. Algunos fueron muy críticos con esa movida bohemia y moderna de chicos bien a quienes la política les aburría.
Era tanta la fiebre provocada por la bossa nova que en 1962 Stan Getz, Zoot Sims y Herbie Mann llenaron el Carneggie Hall neoyorkino invitando a Gilberto, Agostinho dos Santos, Roberto Menescal, Carlos Lyra, Oscar Castro Neves y otras figuras brasileras.
La mayoría de los temas de este disco recomendado de 1964 son composiciones de Antonio Carlos Jobim, como “Chica de Ipanema”, “Desafinado”, “Corcovado”, etc. No solo obtuvo un premio Grammy: dicen que es el disco de jazz más vendido de la historia. ¿Entendieron bien? En realidad es bossa nova brasilera cantada en portugués!
Hay un volumen 2 de esta reunión pero grabado en vivo en el Carnegie Hall (algo así como nuestro Colón) ese mismo año, sumándose al equipo un jóven Gary Burton en vibráfono. En 1976 volvieron a juntarse con Getz en el LP “Best of two worlds”.
Estos intercambios de músicos de jazz con artistas de ritmos tercermundistas o étnicos bien podrían pertenecer a otra clasificación, a un estante musical con otro nombre, por ej. “smooth jazz”. Buenos ejemplos serían los discos que editaron Frank Sinatra, Ella Fitzgerald o Sarah Vaughan cantando en formato de canción jazzera también temas de Tom Jobim. O en un caso más extremo de enamoramiento, el del músico funk-rock George Duke grabando el buen “A brazilian love affair” (1980): se instaló en Rio de Janeiro para mezclar sus poderosos teclados electrónicos con samba y bossa, auxiliado por Milton Nascimento, Simone, Airto Moreira y Flora Purim.
**Joao Gilberto – “Eu sei que voi te amar-Ao vivo” (1995)
Sintetizando y sin temor puede decirse que Joao Gilberto ha sido baluarte de la bossa nova y su intérprete perfecto: una voz pequeña y cool, a la vez (casi lo opuesto al varonil cantor tanguero). Como si fuera poco, Joao G. es un eximio y original guitarrista. “El mayor artista brasilero”, según su alumno Caetano Veloso.
En este disco y como casi siempre, las cuerdas y la voz susurrada del precursor Gilberto, solitos, sin estridencias. Música tan intimista y despojada como grandiosa. La lista de clásicos seleccionados de Jobim, Dorival Caymmi, Ary Barroso y otros grandes, es estupenda. Aquí tienen otra vez “Chega de saudade” de Jobim, Vinicius de Moraes y Joao Gilberto, el himno iniciático de la bossa nova que pateó el hormiguero de la música popular brasileña (el disco homónimo-histórico-fundacional de Gilberto, es de 1959).
Pueden darse otro gustazo similar en el CD “Voz e violao” (1999), con la producción de su discípulo Caetano Veloso, quien también dijo de Gilberto “mejor que el silencio, solo Joao”. Justamente, Gilberto es un genio deconstructor de canciones jugando con el silencio para exprimirlas, buscarles su esencia y sacarles lo mejor.
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**Joao Gilberto & Caetano Veloso ao vivo em Buenos Aires” (1999)
Otra posibilidad
es conseguir “Joao Gilberto en Tokio”, un disco que compendia sus actuaciones
del 8 y 9 de noviembre de 2006 en la capital japonesa. Joao recién autorizó su
difusión unos meses antes de morir en 2019. Es un “grandes éxitos” emocionante
con el público despidiéndo de pie al artista.
Joao Gilberto murió a sus 88 años: casi olvidado, viviendo de prestado y tironeado por sus familiares.
No se porque motivo estúpido me perdí de ir a ese increíble recital de Joao Gilberto y Caetano Veloso en Buenos Aires, a una hora de mi casa: no debo haber leído los diarios esa semana, no tendría plata o sería un período mío de escuchas hard-rockeras. Menos mal que la actuación se puede ver en la web o conseguir el DVD.
Difícil tarea para las discográficas ha sido intentar buenas recopilaciones de Jobim por la divergencia de las producciones de las distintas obras de Jobim, que atentan contra su homogeneidad. Por ej. los horribles coros femeninos aplicados en “Matita Peré” y bandas como “Gabriela”. Aunque parezca un sacrilegio criticar a tal inmenso creador, tampoco la voz de Jobim ayudaba mucho para realzar sus composiciones y hay decenas de canciones suyas mejoradas en la interpretación de otros artistas.
Para abordar discos originales de Jobim sugeriría -además de “Elis y Tom” a “Wave” (1967) o “Stone flower”(1970), sin tantos éxitos y con música más intrumental pero alcanzando grandes alturas. En ellos lo acompañan Ron Carter, Joe Farrell y Hubert Laws (la crema del jazz de entonces al servicio de Jobim) más el percusionista Airto Moreira y Eumir Deodato (guitarrista que hizo la música de “Odisea en el espacio” de Kubrik), entre otros. Claro que depende del gusto de cada uno.
(*) Este puñado de gente dejó éxitos eternos que ya son parte de la música popular brasilera y también universal, como "Samba de Orfeo", “A manha do carnaval”, “Cidade maravilhosa”, “Aquarela do Brasil”, "Samba da minha terra", "Chora tua tristeza", etc. Son varios los que recomiendan los libros “Chega de saudade, uma historia da bossa nova” de Ruy Castro y “A canao no tempo” de Jairo Severiano y Zuza Homem de Mello, para sumergirse en la época de oro de la MPB, casi casi, toda carioca.
*Antonio Carlos Jobim – “A arte” (1990)
Una recopilación con las contraindicaciones explicadas antes pero que aporta material distinto para completar el panorama de este gran creador. Versiones completamente instrumentales o con solo piano y voz, incluso algunas cantadas en inglés. Son 22 bandas en un solo CD.
Tom Jobim fue contratado en Estados Unidos por el sello Verve y grabó su primer disco allá por 1963 (“The composer of Desafinado plays” haciendo alusión a ese éxito ya instalado en el norte de la mano de Joao Gilberto). Jobim grabó con el americano más famoso, Frank Sinatra, y también con Sarah Vaughan. La gran Ella Fitzgerald dedicó un disco completo a sus composiciones, acompañada de los capos Toots Thielemans y Joe Pass.
*“Vinicius de Moraes en La Fusa con Toquinho y María Creuza” (1970)
Marcus Vinicius de Moraes da Cruz de Melo Moraes (1913-1980) fue un genio multifacético: poeta, escritor, autor musical y cantor, abogado, diplomático, intelectual, esteta y hedonista. Contribuyó con sus letras y su carisma único al boom de la bossa nova de los sesenta.
1970. La Fusa ya era un boliche famoso de Punta del Este, donde Vinicius actuó ese verano junto a Dorival Caymmi y la bahiana Maria Creuza, a la usanza suya: recitales íntimos entre cofrades que celebraban la belleza en clima de concordia, entre vasos de whisky y cigarrillos. Casi una marca registrada. Cruzaron el charco y replicaron acá tal cual ese formato en el invierno siguiente pero Moraes (57) vino con Toquinho (24-guitarra y voz) y con la Creuza (26-voz). En alguna actuación trajo a Marilia Medalha (voz). Este disco del sello Trova fue grabado en Buenos Aires a partir de las presentaciones que hicieron estos artistas en el café-concert ya inexistente, llamado también La Fusa (ex galería Capitol, Av. Santa Fé entre Callao y Riobamba) y de los mismos dueños. Pero esperen, que hay más.
La fama de esta troupe artística crecía y crecía en Buenos Aires. El gran Vinicius, tipo mundano que estuvo casado nueve veces según se dice, fascinaba a toda la crema artística porteña recitando verdades sobre el amor y la felicidad tan escurridiza. Amenazas de los Tupamaros mediante para abandonar la costa esteña (los acusaban de “lagartos”, no aceptaban su libre albedrío), Vinicius y Toquinho optaron por actuar durante la temporada de verano siguiente en La Fusa de Mar del Plata (mansión Zuberbuhler en Aristóbulo del Valle y Rodríguez Peña-Playa Grande, hoy edificio de departamentos), alternando a Maria Creuza, Chico Buarque, Maria Bethania y nuestro Horacio Molina. Millones de sensibles argentinos juran haber presenciado esos históricos encuentros, pero resulta imposible que sea verdad, por la capacidad de la sala.
El productor argentino Alfredo Radoszynski, dueño del sello Trova, había grabado las sesiones porteñas en el boliche pero su calidad no era buena. Llevó al trío del título durante ese invierno del 70 al estudio de grabación ION y recreó el ambiente con público, mesas y copas, para obtener –como de casualidad- una pieza histórica de la música popular brasileña en tierras porteñas. El legendario baterista Enrique “zurdo” Roizner (que hoy toca con Kevin Johansen pero pasó por otras bandas de renombre como Anacrusa) participó de esas sesiones de grabación y el Chango Farías Gómez se encargó de la percusión. Dejaron para el recuerdo versiones imborrables de “A felicidade”, “Tomara”, “Que maravilha”, “Lamento no morro”, “Canto de Oshana”, “Garota de Ipanema”, “Samba em preludio”, “Eu se que voi te amar” y otras. La famosa "A tonga da mironga do kabuletê", baluarte del trío, fue una creación basada en una puteada en africano, que mandaba a la mierda el clima opresivo de la política brasilera que dominaban los militares.
Aprovechando el suceso de la producción anterior, intentaron después una segunda parte o La Fusa II basada en la movida de Mar del Plata de 1971 y del mismo modo -creando un clima artificial en estudios- esta vez con la voz de Maria Bethania. No lo escuché pero dicen que no fue lo mismo, a pesar de semejante intérprete.
Este grupo lo integran Paula Morelenbaum (voz), Daniel Jobim (piano y voz) y Paulo Jobim (guitarra y voz) creo que hijos y nieto del inmenso Antonio Carlos, más Jaques Morelenbaum (cello), que fue músico y arreglador del propio Tom Jobim y también de otros monstruos como Caetano Veloso, Gal Costa y Gilberto Gil. Recrearon juntos trece temas del patriarca de la bossa nova: “Agua de beber”, “Ela e carioca”, “A felicidade”, “Corcovado”, “Desafinado”, “Aguas de marzo”, etc. Es un “grandes éxitos” de sus composiciones inoxidables hecho por el riñón artístico y afectivo del propio Jobim, recreadas con gran respeto y calidad (aunque Paula M. no sea Elis Regina).
El 18 de febrero de 2001 este cuarteto cerraba una de las noches del Telecom Jazz Festival en el anfiteatro de la Costanera Sur, gratuito. Concurrimos diez mil porteños. Jacques Morelenbaum junto a los Jobim interpretando la música del gran Antonio Carlos. En realidad había ido a escuchar el número previo de Javier Malosetti y poco sabía del grupo brasileño: recién ahí reconocí al enorme Morelenbaum. La cuestión es que me la pasé todo el recital a pura emoción, casi moqueando, reconociendo de golpe que la música brasileña de Jobim había sido uno de los telones de fondo de mi juventud.
*Morelenbaum2/Sakamoto – “Casa” (2002)
También dedicado al espíritu musical del inmenso Tom Jobim y recreando su obra en longitud de onda melancólica. La sociedad de Jacques Morelenbaum, su mujer Paula y el inmenso pianista japonés Ryuichi Sakamoto (al que presentaré más ampliamente en otro rincón de esta guía, si no lo conocen). Colaboran Ed Motta y Paulo Jobim. Fue grabado en la casa carioca de Tom Jobim, usando su piano. Sacaron un disco más en esa misma exacta onda: “A day in New York” (2003). Elegir uno de los dos es muy difícil.
*Edu Lobo – “Cantiga de longe” (1970)
Edu Lobo es un músico brasileño innovador que a poco de demostrar sus virtudes en sus pagos también fue cooptado por la industria discográfica norteamericana. Lo acompañan aquí unos noveles Airto Moreira en percusión y Hermeto Pascoal en flauta, piano y arreglos. La música de Edu Lobo está muy emparentada justamente con la del grupo Cuarteto Novo (ver más adelante Hermeto Pascoal en el capítulo Jazz). Lo suyo fue una vuelta de tuerca realmente original a la bossa nova con mixturas de frevo y choro, ritmos brasileños más nordestinos. Busquen por ahí su famosa y recontra-difundida “Ponteio”, de 1967, que no está en este recomendado. Si paran la oreja bien, podrán descubrir que muchos músicos rioplatenses abrevaron en sus creaciones. Lobo tiene un disco de 1980 en dúo con Tom Jobim (“Edu & Tom”), que contiene temas de ambos, con los pro y contra que tiene juntar genios a grabar. También otro con Chico Buarque. Por si fuera poco todo este currículum, Edu Lobo es hijo del más grande compositor clásico que dio Brasil: Heitor Villa-Lobos.
* Baden Powell – “Sucesos e raridades”(2002)
Corrido por la dictadura militar en los ‘60s se exilió en Inglaterra y tuvo una carrera artística admirable. Empiecen con “Cinema trascendental”, que contiene las hermosas “Luna de San Jorge”, “Menino do Rio”, “Beleza pura” y “Oracao ao tempo”. Para los fans de Veloso, es imprescindible "Extrangeiro" (1989), porque dicen que con él llegó a lo más alto. Puede ser, pero no puedo recomendárselos todos.
Se hace fácil recomendar estos discos que Veloso dedica a la música latinoamericana, que lo exaltan como un intérprete único. Por más jóven que sea el oyente, si es abierto y curioso reconocerá temas como “Contigo a la distancia”, “Lamento borincano”, “Capullito de alelí”, “Fina estampa”, “Vete de mí” y “Pecado”. Un compendio de clásicos. Caetano escuchaba de chico en su casa muchos de estos temas populares, los resucitó y consiguió esta belleza de obra. Boleros, canciones, valsecitos. Entre lo más moderno, el tango “Vuelvo al sur” (de Piazzolla con letra de Pino Solanas) y un tema de Fito Páez (“Un vestido y un amor”), convertido en himno y sublimado por el bahiano. La dirección artística y el cello son de Jacques Morelenbaum, por si faltara alguna garantía más de calidad.
**Caetano Veloso – “Fina estampa ao vivo” (1995)
**Caetano Veloso y Gilberto Gil – “Dois amigos, um século de música” (2016)
Lo comento más en detalle en “Caetano y Gilberto Gil en Buenos Aires”, entrada anterior de este blog. Me quejé de mi sonambulismo de 1999 que me hizo perder la reunión de Caetano Veloso y Joao Gilberto en el Gran Rex. Tampoco se me ocurrió ver su visita en la gira de “Fina estampa”. Esperé pacientemente para ver a Veloso en mi ciudad, esquivando sus últimas cuasi-rockeras presentaciones junto a su hijo Moreno Veloso o con la banda Ce. Yo quería escucharle sus hermosas canciones de siempre y llegó el momento en SET/15 con su gira mundial "Caetano y Gil, dos amigos, un siglo de música" (puede verse en Youtube). Bien, estos dos tipos de casi setenta años cantaron durante dos horas seguidas sin casi tomar agua, solitos con sus dos guitarras como digo arriba, sin luces raras ni humos de colores. Eligieron lo mejor y solo faltó “Haití”. Salí exhausto de la emoción del Luna Park.
Auténtico exponente del tropicalismo junto a su vecino, amigo y hasta concuñado Caetano Veloso. De influencias eclécticas: samba, rock, reggae. Sincrético. Fue alumno marista bahiano, luego rebelde y exiliado en los setenta, ministro de cultura de Lula en el dos mil y pico, siempre militante apartidario y anárquico. Contiene “Toda menina baiana”, “Palco” y sus versiones de varias gemas de Bob Marley. Faltan “Superhomem”, “Eu vim da Bahia” y la hermosa “Drao” dedicada a una de sus varias mujeres.
Volviendo al disco seleccionado, tiene temas impresionantes como “Trocando em miúdos”, “Feijoada completa” y una versión imbatible de “Pequeña serenata diurna” de Silvio Rodríguez, que empequeñeció al original. “A pesar de vocé”, un ejemplo de samba de protesta para bailar: “A pesar de vocé amanhá há de ser outro día… como vai proibir cuando o galo insistir em cantar”, una cachetada a la dictadura militar. Y canta “Cálice” con Milton Nascimento.
Claro que se quedarán sin escuchar “Meu caro amigo”, “Samba de Orly”, la increíble deconstrucción de “Construccion” y “Todo o sentimento”. Busquen también el explosivo samba “Vai passar” y “Meu gurí” donde una madre relata la muerte de su cariñoso hijo delincuente (un tema que versionara excelentemente Pedro Aznar). Por respeto a la historia, encuentren sus exitosas “La banda” ("a moca triste que saiu na janela, pensando que a banda tocaba praela") y “O que será” que engalanó el film “Doña Flor y sus dos maridos”. Pueden recurrir a una inteligente serie recopilatoria llamada “Chico Buarque-50 años” con cinco CDs titulados “O cronista”, “O trovador”, “O malandro”, “O amante” y “O politico”, lanzada en 1994.
Un disco de Buarque reverenciado por los especialistas es "Meus caros amigos" (1976), que contiene justamente "Meu caro amigo", "O que será" y "Basta un día".
*Simone – “Amar” (1981)
(**) Bebel Gilberto es la hija de Joao Gilberto y de Miucha (la hermana de Chico Buarque), nacida y afincada en Estados Unidos. Ahí desarrolló una carrera bastante exitosa como cantante, intentando aggiornar la bossa nova heredada en sus genes, metiéndole dósis importantes de acid jazz y lounge e intentando una ruta diferente. Está en Uds. bucear y juzgar su estilo entre sus numerosos discos.
**Djavan – “Ao vivo” (1999)Son tantas las canciones de alto nivel que tiene este autor que resulta imposible empaquetarlas en un solo disco. En este doble ‘en vivo’ al menos conocerán “Serrado”, “Oceano”, “Flor de lis” (el bello samba que versionó Carmen McRae), “Eu te devoro”, “Samurai”, la archiconocida “Sina” popularizada por Manhatan Transfer, “Cigano”, “Amar e tudo”, etc. Intenten soslayar el griterío imbancable de las fans y la primera guitarra, deficientemente ecualizados. Eso sí: el grupo tiene una elegante sección de caños. Las cantidades no siempre significan algo pero este trabajo vendió dos millones de copias.
Como tarea para el hogar, después vayan por las versiones en estudio porque para mí suenan todavía mejores. Por ejemplo, podrán oir “Samurai” con la armónica de Steve Wonder u “Oceano” con Paco de Lucía en la guitarra. Y se toparán con más joyas.
El disco "Aria" (2010) fue un trabajo para el que Djavan escogió una docena de temas ajenos de su íntimo gusto para reversionarlos con muy buen criterio, como "Palco" de Gilberto Gil, "Valsa brasileira" de Edu Lobo y Chico Buarque o "Brigas nunca mais" de Jobim y Vinicius de Moraes. Está también el "Fly me to the moon" tan conocido cantado por Sinatra, y suena excelente. Tiempo después lo grabó en vivo en un teatro de Belo Horizonte modificando algo el listado original y agregándole varios clásicos propios, todo en formato de batería-bajo-guitarra, sin bronces ni teclados. Directamente vayan por el DVD, que contiene más canciones que el CD. Una hermosura.
* Egberto Gismonti – “Works” (1994)
Compositor y multiinstrumentista originario
de Carmo, estado carioca. Supera los los
setenta años pero siempre fue moderno. Artista inclasificable, cooptado
tempranamente por la prestigiosa discográfica alemana ECM, hace una mezcla de
músicas originarias como el choro, maracatú, frevo, forró, baiao y bossa. Empezó
a grabar en 1969, siendo más conocido en Europa que en su país. Allí se
capacitó con la de la directora francesa Nadia Boulanger, como nuestro Astor
Piazzolla. Algunos lo han tenido por músico de vetas clásicas o con influencias
jazzeras, otros por folclórico o popular. Inicialmente su música fue netamente
intimista y, digamos así, “unplugged”, para oídos pacientes y predispuestos. En
muchos pasajes de su producción ecléctica hace pensar que tiene más esencia de
Brasil que cien escolas do samba en plena joda de carnaval.
Gismonti es básicamente pianista y guitarrista (usa habitualmente guitarras de diez o doce cuerdas) y grabó más de 60 discos durante su carrera. Este “Works” (1994) pertenece justamente a ECM y es de la serie homónima que recopilaba lo mejor de las figuras de esa grabadora. Incluye las hermosas y representativas “Loro” y “Maracatú” (del LP “Academia de danzas”) y “Raga”. Participan Nana Vasconcellos, Charlie Haden y Jan Garbarek. Queda gusto a poco porque ofrece solo seis temas de trabajos de Gismonti hasta 1981, o sea, queda muchísimo de su genio fuera del tintero. Hay una recopilación posterior de ECM (“Selected recordings” de 2004) que corrige e incluye “Frevo”, aunque en versión algo amañada. Si por vagos se resisten a bucear en su amplia discografía, queda el doble “Antología” (EMI-2003), que extiende la cobertura a más ritmos y cadencias. Me queda prendida la melodía de “Payaso”.
Nota brasiliensis: en el capítulo Jazz & Jazz-Rock encontrarán cuatro recomendaciones más provenientes de músicos de ese país, difíciles de encasillar en estas bateas ilusorias porque tienen visión jazzera pero con todo el color de sus terruños brasileños: son la pianista paulista Eliane Elías, Egberto Gismonti, Hermeto Pascoal y el Zimbo Trío. Y en el capítulo de Rock & Pop, no se olviden de detenerse en Airto Lindsay, un inclasificable norteamericano tropicalista.
Otra buena recopilación que encontré fue “Colección Aniversario” (1999). Lo suyo era música campera y sus letras tenían tanto tonos picarescos como profundos o ideológicos. Sus temas más famosos, si no le erro, fueron “Doña Soledad”, “Adagio de mi país”, “Pa’l que se va”, “El violín de Becho” y “Zamba para vos”.
Este uruguayo trotamundos de voz nasal, hace básicamente un candombe aggiornado, un candombe beat. Es un baluarte en su país. Para escuchar su discografía son necesarias pequeñas dósis (*). En ella me parece destacable su lejano CD “Aquello”, del año 1981, que lejos estuvo de ser el más exitoso de Roos. Pero esta selección del cantante oriental es una muy buena recopilación en disco doble que alguno definió como “las canciones más marcadamente uruguayas en sonido, lenguaje y temática”. Realmente es muy representativo de la producción 1978/92 de Jaime Roos. La intervención del cantor “Canario” Luna en “Brindis por Pierrot” es apoteótica y además encontrarán a los históricos El Sabalero, Los Olimareños y Eduardo Mateo (ver más abajo). Se roba todo el tema “Amándote”, con el que Roos reverdeció viejos laureles.
Participa en varios tracks de la recopilación la murga Falta y Resto comandada por Raúl “Tintabrava” Castro, con quien militó alguna vez Jaime Roos. Falta y Resto es una de las principales de esa movida única de Uruguay, junto a por ej. Agarrate Catalina, Los Saltimbanquis y Araca la Cana entre más de las cuatrocientas que están en actividad. Las murgas animan los carnavales orientales y actúan sobre tablados, con maquillaje, vestuarios y puestas en escena que van renovando por temporadas. Aunque los rioplatenses más o menos conocemos su significado, se trata de coros de unos siete a diez o doce cantores (varones) que teatralizan historias -como hacen las comparsas en los países vecinos- sobre situaciones y vivencias populares, normalmente de modo crítico y contestatario. Como instrumentos de acompañamiento, no mucho más que un bombo, un redoblante, platillos y guitarra, porque lo que importa son el cantante principal, los coros y la letra. Disponen de escuelas donde se perfeccionan y mantienen la tradición. Es una modalidad que proviene de principios del siglo XX, una herencia de la zarzuela gaditana, cuyo contenido supera este racconto y requiere de los interesados una buena investigación melómana y literaria, que vale la pena para mentes curiosas. En este disco tendrán una pequeña muestra.
(*) a pesar de gustarme, el exceso de candombe me produce el mismo efecto que me provocan muchas chacareras norteñas seguidas (sea de los Hnos. Abalos, de los integrantes de la familia numerosa Carabajal o hasta del inmenso Alfredo Abalos, su exponente más potente y equilibrado: que todo me parezca igual, aunque sea de buena calidad. Vi una parte del recital de Jaime Roos en la celebración del Bicentenario argentino, junto al obelisco porteño, en mayo de 2010.
Este morocho es parte de la historia de la música sudamericana. Será mediático y un poco vendehumo, pero es un cantante de primera. Un abuelo con pelo teñido y aritos, nada convencional, con su voz intacta. Tocó con Eduardo Mateo en El Kinto en 1965, con el grupo Totem en 1970 y mil veces con los Fattoruso, siempre fusionando el candombe uruguayo con el rock, el beat, el pop y otros ritmos. Este disco contiene temas antiguos muy representativos de Rada: “Montevideo”, “Muy lejos te vas” y “Malísimo”. En el equipo de la grabación están David Lebón, Bernardo Baraj (saxo), Jorge Navarro (piano), entre otros, con la producción del también argentino Oscar López. La tapa del disco imita burlonamente la de “Banda en fuga” de Paul McCartney.
Ahora, si quieren algo con temas redondos y alegres como “Cha cha muchacha” que hace bailar a las piedras, el bolero “Necesito un amigo”, “Turismo candombero”, la bossa que le da título al disco y hasta una rumba que terminó siendo adaptada en las canchas por las hinchadas (“Muriendo de plena”) vayan corriendo por “¿Quién va a cantar”? (2000). No es justamente lo más experimental que tiene, pero es muy divertido.
Conocido por todos como “el negro Rada”, dijo este hombre alguna vez: “Creo que cuando estaba en la panza de mi madre ya andaba cantando y bailando en el líquido amniótico. Y cuando me llegó el momento de nacer, nací directamente de Peñarol. Soy un hincha genético”. No te mueras nunca che Negro Rada! Con tu musicalidad y manera de ser nos alegrás la vida a los rioplatenses. A pura corazonada me juego a decir que fundamentalmente a los humanistas y rebeldones, ni mercachifles ni ideologizados al pedo. Toma pa´vos!
Otro párrafo para el ya mencionado Eduardo Mateo (1940-1990). Todo músico uruguayo que se precie de tal lo venera. Una especie de "tapado" que fusionó bossa-nova, beat, candombe y bohemia montevideana, con disonancias poco comerciales. Un poco inasible. Empiecen pescando "Esa tristeza" o "Cuerpo y alma" (el tema que versionó Pedro Aznar) y van a querer seguir escarbando.
Ultima gran promesa uruguaya, Jorge Drexler (Montevideo, 1964) es la aparición artística más importante de su país en los últimos treinta años. Con diploma de médico especializado en otorrinonaringología archivado y una voz muy original, compone temas simples de gran hondura con arreglos actualísimos y ´sampleos´en abundancia, que exaltan sus bondades. Es música contemporánea que se apoya –indefectiblemente- en el candombe (“Luna negra”, “Sea”, “Tamborero”) pero también en la bossa (“Un lugar en tu almohada”, “Va Cristina”), en la canción clásica (“Ana”), milongas (“Frontera”), algunas zambas (“Zamba del olvido”) y aires de bossa-nova. Por algo casi una veintena de músicos internacionales grabaron temas suyos (Mercedes Sosa, Jovanotti, Simone, Pablo Milanés, Ana Belén, Víctor Manuel, Ketama, etc). En este disco se destacan “Cerca del mar” y la zamba apuntada.
Me animo a decir que las dos voces máximas de argentinas de todos los tiempos han sido Carlos Gardel y Mercedes Sosa. Haydeé Mercedes Sosa según su DNI, nacida un 9 de julio en Tucumán, pero conocida por sus admiradores como “La Negra”, tenía la particularidad de adueñarse de las canciones que interpretaba: quedaban suyas porque volvía sus versiones insuperables. Nadie puede dudar de la grandeza de Violeta Parra, pero estas canciones en la voz de Mercedes Sosa cobran las alturas del Aconcagua mismo. Siendo tan irascible como dicen que era, Violeta (1917-1967) se habría puesto muy celosa de haber escuchado este disco. Por ahí leí que Mercedes Sosa falleció un 4 de octubre (2009), el día del cumpleaños de Violeta. Escuchen “Gracias a la vida” o “Volver a los diecisiete”. Si no les mueven un pelo, consulten a su médico de cabecera.
Antes de abandonar a esta genia, una mención para “Mujeres argentinas” (1969), una obra conceptual de Ariel Ramírez con letras de Félix Luna. Aquí están “Alfonsina y el mar” y “Juana Azurduy”. Y otra para el disco “Cantata sudamericana” (1972), con la misma pareja creativa al lado, un recorrido por ritmos sudamericanos que incluye “Es Sudamérica mi voz” y “Antiguos dueños de las flechas”. A partir de aquí es problema del lector buscar las grabaciones que hizo “la Negra” de los clásicos “Valderrama”, “La pomeña”, “Serenata para la tierra de uno” y “Zamba para no morir”: si no las conocieron, pueden estar cometiendo un pecado.
A Mercedes Sosa la ví en 1972 en el Teatro Don Bosco de San Isidro, Provincia de Buenos Aires, época de gran efervescencia política, con algunos compañeros de secundaria.
Presencié varios conciertos de Anacrusa, en el viejo teatro Del Carmen y en el Coliseo, allá por el año 1977. "Autorizados" por la dictadura (artistas no censurados quiero decir en broma), seguramente porque era música instrumental.
En otro disco suyo (“Con la conciencia tranquila”, 1993) aparece “Coplas para mi vino grillo”: “Porque el consejo es gratuito nunca lo doy ni lo pido/lo que para un padre es bueno puede no serlo pa’l hijo/hay quien cocina a su gusto y quien come desperdicios”; y en el disco de la serie “Maestros del Folklore” (1997), en la chacarera “La Pedro Cáceres” se queja: “Hombre pobre no enamora/la razón lo está diciendo/el que no tiene que dar/no puede llegar pidiendo”.
Por último, les recomiendo fervorosamente que escuchen por Alfredo Abalos su excelente versión de “Niña y amiga” de Hernán Figueroa Reyes: estremece.
Tuve la suerte de verlo en el hermoso marco de la feria de Mataderos, un domingo de enero de 2001, junto al monumento al resero (Lisandro de la Torre y avenida de los Corrales), compartiendo escenario con Suna Rocha.
La voz de esta mujer, que en realidad se llamaba María Isabel Anita Carmen de Jesús Vargas Lizano (San Joaquín de Flores-Costa Rica, 1919-2012) no era superlativa pero su expresividad era enorme. Algo así como escuchar al Polaco Goyeneche cantando tangos: la belleza en lo imperfecto. Difícil resumir con fidelidad la tortuosa vida de la Vargas. De pequeña fue rechazada por su familia por su orientación sexual. Empezó a deambular, terminó afincándose en México y se convirtió en cantante de boliches, llamando la atención vestida con poncho rojo y pantalones y fumando a lo macho. Necesitaba beber varias copas para poder actuar y después la seguía. No llegó a cantar en teatros frente a grandes plateas. Era una rebelde no muy aceptada por la elite artística. Dicen que flirteó con Ava Gardner y con Frida Kahlo. La adicción al tequila la terminó autoexiliando de los escenarios por muchos años. Pasado el tiempo, sin conocerla personalmente, el cineasta manchego Pedro Almodóvar usó varios temas de Chavela para adornar sus películas melodramáticas y la terminó haciendo internacionalmente famosa. Cuando pudo conocerla, la paseó triunfal por varios escenarios de España, actuó en el Olympia de París y le llovieron reconocimientos. La música con que Chavela cantaba letras irremediablemente tristes eran rancheras y melodías simples lindantes con el bolero sin más adorno que el acompañamiento de una o dos guitarras pero su voz tan pasional la distinguió de cualquier otra intérprete. Con eso se convirtió en uno de los baluartes de la canción femenina latinoamericana, a la altura de Violeta Parra, Chabuca Granda y Mercedes Sosa. Sus interpretaciones más conocidas son “La llorona”, “Piensa en mí” y “Paloma negra”. Creo que no hay términos medios con Chavela: te atrapará o te aburrirá. **José Feliciano – “La historia” (2006)”
Fue uno de los primeros latinos en triunfar en el mercado norteamericano, cantando tanto en inglés como en castellano. Llegó a grabar en el sello Motown, típicamente dedicado al soul. Vendió más de 50 millones de discos y ganó varios Grammys, muchas veces cantando temas pop y baladas insulsas.
La cantidad de discos editados por Feliciano es casi imposible de recorrer en su totalidad. Además, le han hecho ediciones en inglés o en castellano y recopilaciones. Este CD de Sony es en español y tiene aquel tratamiento austero (son 16 temas en total) con gemas clásicas tales “Tu me haces falta”, “Toda una vida”, “La barca”, “Sabor a mi”, “Noche de ronda”, “Nuestro juramento” y “La copa rota”. Ojo, que contenga también “Nosotros”, “Obsesión” y “Contigo a la distancia” porque he visto que hay dos ediciones del mismo disco, para distintos mercados, con selecciones diferentes.
Hay una recopilación parecida de Feliciano en Sony llamada “Boleros para siempre” (2004), que puede andar. Si los atrapa, es cuestión de escarbar y seguir buscando. Ojo, ya les dije, se pueden tropezar con discos olvidables llenos de baladas pavotas parecidas a las de los templos evangelistas. En cambio, le salieron muy bien ciertos covers como “Ligh my fire” de los Doors, “California dreamin” o “Samba pa’ti”.
Debería repetir varias de las consideraciones que gasté con Feliciano para explicar quién es Manzanero y lo que representa: es directamente un prócer de la música moderna latinoamericana. Cantautor de más de 400 canciones románticas y/o boleros, este mexicano nacido en 1935 en Yucatán, no por nada es un enamoradizo eterno y tiene varios matrimonios en el lomo: sostiene que mejor que una mujer son dos mujeres. Empezó su carrera a los quince años cuando emigró al DF, fue pianista del gran cantante Daniel Riolobos y continúa vigente, con su voz y su piano al frente o interpretado por Chavela Vargas, Elis Regina, Roberto Carlos, Olga Guillot, Frank Sinatra, Tony Bennett, Elvis Presley, el trío Los Panchos, Celia Cruz, Luis Miguel, Alejandro Sanz y otros capitostes. Tantos artistas de éxito no pueden equivocarse al escoger con sus temas: Somos novios, Adoro, No se tú, Contigo aprendí, Esta tarde vi llover, Si me faltas tu. Imposible elegir uno de sus más de 30 discos. Esta recopilación de Sony tiene casi todo lo que le conocemos de memoria a Manzanero.
*Joan Manuel Serrat – “Mediterráneo” (1971)
Es un disco más representativo de la segunda etapa musical de Serrat, menos españolizado, más vodevilesco. Temas: “Porque la quería”, “Malas compañías”, “Esos locos bajitos”, “Hoy puede ser un gran día”. Siempre con letras que comunican sabiduría sin apesadumbrar.
**Silvio Rodríguez – “Mujeres” (1978)
**Silvio Rodríguez – “Descartes” (1998)
**Pablo Milanés – “La vida no vale nada” (1976)
Pablo Milanés (Bayamo-Cuba, 1943-2022) cantaba con voz cálida y enorme muy buen gusto temas de amor con cadencia caribeña. Fue la renovación del son cubano y un aporte de sangre nueva al bolero. Obtuvo prestigio pero no el reconocimiento internacional que merecía su obra. Este disco es casi histórico: con el tema homónimo más “Canción para la unidad latinoamericana”, “Para vivir”, “Yo pisaré las calles nuevamente” y “El tiempo, el implacable” . Quizás los arreglos suenan algo demodeé, setentosos, pero las canciones se mantienen imbatibles.
Sin escucharlo, se perderían “Aniversario I”, “Amor”, “Siempre te vas” y la barroca “La leyenda del caminante”.
**Pablo Milanés – “Años” (1980)
Tengo una historia personal con
el tango y con Astor Piazzolla (Mar del Plata-Argentina, 1921-1992) en
particular, un poco larga de explicar. Una anécdota que relato por separado (+).
En paralelo, me ocurrió con ambos lo que a tantos otros: terminar admitiendo
con el paso del tiempo que son parte insustituible de mi alma, porque lo son
del alma porteña. Parece haber un mecanismo oculto en el rebelde interior
juvenil de los argentinos que resiste aceptar al tango tempranamente, aunque la
tendencia parece revertirse en las últimas generaciones. Algo que en un momento
de la vida se rompe con un click activado por la acumulación de experiencias
fuertes que provoca esta ciudad (“la ciudad de la furia”. De golpe nos
descubrimos conmovidos por el ritmo y las cadencias tangueras y algunas letras
ya no nos parecen tan pesadas y cobran sentido.
Piazzolla fue pieza fundamental
del aggiornamiento y difusión del género y con él volvió a recorrer el mundo. Dentro mío precipitó un extraño circuito disparado
por la curiosidad intelectual que terminó apoderándose de mi corazón: cada vez
que escucho su música me lleva de la piel de gallina al moqueo con facilidad.
Resumir la carrera artística
de Astor Piazzolla requiere recurrir a fuentes más potentes. Es la biografía
apasionante de un tipo genial, caprichoso y audaz. Desde su niñez políglota en
Nueva York en épocas de mafiosos y ley seca que le endurecieron la piel, con
los padres buscándose un destino. Su increíble amistad con Carlos Gardel y el
reclutamiento frustrado a los 14 (“Charlie, me salvé! En vez de tocar el
bandoneón estaría tocando el arpa”). El dominio del bandoneón, el aprendizaje
musical con Alberto Ginastera en Barracas y la conquista de Buenos Aires hasta
convertirse en un arreglador tanguero muy requerido en la ciudad (Troilo,
Fiorentino, Francini-Pontier), a veces resistido por sus intervenciones académicas
“poco bailables”. A partir de las lecciones con la pianista y directora Nadia
Boulanger en Francia, Piazzolla se lanza en una cruzada para imponer sus
originalísimas creaciones, que le valdrían la oposición de la mayoría del
ambiente tanguero tradicional pero también la adhesión de un público nuevo y
una enorme fama mundial. A través de los años, se expresó mediante distintas
formaciones como el octeto Buenos Aires (donde mete por primera vez una
guitarra eléctrica en un grupo tanguero), una orquesta de cuerdas, el quinteto Nuevo Tango, el Nuevo Octeto y el
Octeto Electrónico (durante sus años en Italia, que incluyó a su hijo Daniel en
teclados y Miguel Angel Trelles en voz) y el sexteto Nuevo Tango, con dos
bandoneones. Su sociedad con la cantante Amelita Baltar y el poeta Horacio
Ferrer y tantos otros intentos creativos de imposible ennumeración. Compuso obras
por encargo para formaciones de cámara y para bandoneón y orquesta. El listado
de música para películas firmadas por Astor Piazzolla supera la veintena.
Este recomendado disco del
mítico sello Trova que lleva por título su famosa composición, integra el Fame
Hall latino de los Grammy, que destaca ediciones antiguas con significación
especial (es el único de tango junto a “El día que me quieras” de Carlos
Gardel, 1935). El quinteto de Piazzolla que lo grabó se completaba con Oscar
López Ruiz (guitarra), Kicho Díaz (contrabajo), Antonio Agri (violín) y Dante
Amicarelli (piano). Debido al éxito del tema homónimo -conocido en todo el
universo y versionado por gran cantidad de formaciones orquestales de las más
diversas nacionalidades- existen varios discos, bootlegs y recopilaciones de
varias empresas discográficas con este mismo título, pero con contenidos
diferentes. Busquen el original.
Como seguramente sabrán, la familia llamaba “Nonino” a Vicente Piazzolla, el padre de Astor. Lejos de su tierra y triste por su muerte en 1959, Astor compuso “Adiós, Nonino”, el tema instrumental más nostálgico del mundo -ese que hace moquear a gente en cualquier rincón del planeta- de un tirón encerrado en una pieza de su vivienda en la ciudad de Nueva York. Aún siendo un terrible inconformista, el mismo autor reconoció años después que fue su obra cumbre. Menos conocida, pero igualmente expresiva, es su composición “Soledad”, que escribió luego de la separación de la madre de sus hijos. En cuanto a las cantidades, no se quedó atrás: firmó más de 3500 composiciones.
Belleza y sutileza en los
arreglos, profundidad en sus silencios y tensión, son algunas de las sensaciones
que ofrece la genial música de Piazzolla. Este otro disco fue grabado en los
estudios Bristol de la BBC con el llamado “The New Tango Sextet”, completado
con Gerardo Gandini (piano), Horacio Malvicino (guitarra), Daniel Binelli
(bandoneón), José Bragato (violoncello) y Héctor Console (contrabajo).
Antes que me olvide y quede en
el tintero (que frase oxidada!): entre las decenas de grabaciones en vivo que
andan dando vueltas, busquen también el choque de dos planetas -que se
admiraban mutuamente-: Osvaldo Pugliese y Piazzolla coincidieron en un recital
en el teatro Carré de Amsterdan, en junio de 1989. Otra joya que no pueden
perderse es el duetto de bandoneones de Aníbal Troilo y Piazzolla en los temas
“Volver” y “El motivo”, grabados en 1970 e incluídos en las Obras Completas de
Troilo y algún otro disco. Emocionantes.
Piazzolla obtuvo incontables premios en su carrera. Ya que aludimos a los Grammy, Piazzolla recibió en forma póstuma (1992) su galardón a la mejor composición instrumental por la conmovedora “Oblivion”.
Piazzolla fue reconocido por
su música mundialmente y despertó el interés de músicos consagrados que
intentaron casi como un reto profesional recrear sus composiciones, con o sin la participación del mismo Astor y
su instrumento líder. Verán desfilar a muchos de esos músicos en distintos capítulos
de esta “Guía práctica musical garantizada”, lo que evita grandes
descripciones. Los resultados de esos intentos, que muchas veces reemplazaron
en forma drástica la instrumentación original de las creaciones del marplatense,
han recibido elogios dispares de los especialistas y muchas veces fueron
criticados por no capturar el “espíritu Piazzolla”.
Estos son. No intenta ser para nada una lista exhaustiva pero con el mismísimo Astor pudieron grabar cosas el saxofonista Gerry Mulligan (“Summit”, 1974) y el Kronos Quartet (“Five tango sensations”, 1989). El destacado vibrafonista Gary Burton -que conocía todo el repertorio de Piazzolla- fue invitado por el propio Astor para integrar su quinteto y salieron de gira mundial. En el festival de Jazz de Montreux grabaron el vivo “The New Tango” (1987). Luego del fallecimiento del marplatense, Burton sacó discos propios con esa música que llegó a atraparlo: “A tango excursion” (1998) y “Libertango” (2000). No los dejen pasar. El relato continúa en el Cap. 4 – Jazz y Jazz Fusion, en el espacio dedicado al norteamericano.
Otras estrellas internacionales, con el apoyo de sus discográficas bajo el
brazo, reclutaron -como en el último caso- a músicos argentinos que
compartieron la aventura piazzolleana en alguna de sus formaciones, por ej.
Horacio Malvicino (guitarra y arreglos), Pablo Ziegler (piano), Antonio
Agri y Fernando Suárez Paz (violín),
Héctor Console (bajo) y Néstor Marconi (bandoneón), entre otros. Fueron los
responsables de aportar la imprescindible “mugre tanguera” requerida para
aprobar (concepto de difícil definición, se los dejo como tarea para el hogar).
Muchas
veces bajo el título de “… plays Piazzolla”, podríamos mencionar discos del
guitarrista norteamericano Al Dimeola (que sumó al gran bandoneonista salteño
Dino Saluzzi), del amigo francés del acordeón Richard Galliano, piazzolleando
en cualquiera de sus producciones, o del eximio violonchelista chino/americano Yo
Yo Ma con su “Soul of the tango” de 1997, que fue el disco clásico más vendido
en Estados Unidos ese año y se llevó un Grammy (como entonces no tenían la
categoría ‘tango’ lo ganó en el rubro ‘classic crossover’). Un imperdible. Contiene
el dúo de su cello con el bandoneón verdadero de Astor Piazzolla en “Tango
Remembranzas”, truco tecnológico mediante. El pianista clásico judeo-argentino Daniel
Barenboim, director de las orquestas sinfónicas de Chicago y de Berlin, reclutó
a Rodolfo Mederos para su “Mi Buenos Aires querido” (1996), consagrado básicamente a
Piazzolla y a Horacio Salgán.
(+) mi padre fue bandoneonista
durante su juventud y gran fanático del tango, siempre. Entre otros roces
generacionales, nosotros los tuvimos con la política y la música. Durante mi
adolescencia el descubrimiento del rock fue apasionante y al tango no lo
soportaba, representaba lo malo de las generaciones viejas. Años después, cuando
hubiera rogado tener su bandoneón, mi padre ya no lo tenía y había fallecido.
Hoy me gustan muchas cosas del tango (Gardel, Pugliese, Salgán) pero no al
nivel de desempolvar algunos discos de pasta de 78 rpm que le quedaron ni
revolver anaqueles. Me parece que el tango se añora más cuando no se tiene a
mano: ¡como nuestros viejos o Buenos AIres! Mi segundo nombre, Aníbal, fue un
homenaje de mi papá a su admirado Aníbal Troilo, inmenso bandoneonista y autor
calificado. En realidad, me quiso poner “Astor” (por Piazzolla) –su más
admirado solista en las primeras épocas- pero no lo dejaron en el registro
civil porque no estaba en la lista de los nombres “permitidos” por la
burocracia. La otra parte es así: la etapa creadora de Piazzolla que a mi me subyuga
-un tango mucho menos tradicional para quien no sabe del tema-, fue la que
alejó a mi padre de la música de Piazzolla. Por “réprobo”, digamos. Lo tengo
explicado en otra entrada de este blog llamado “Piazzolla, mi viejo y yo”, con
más data de este gran marplatense.
No pude ver nunca en vivo a Astor Piazzolla, quizás porque lo descubrí tardíamente, pero tuve una oportunidad casi fortuita. Como mencioné antes, lo habían anunciado en el estadio Obras Sanitarias en diciembre/79 junto a Hermeto Pascoal y Dizzy Gillespie pero no se porqué motivo Piazzolla no se presentó en el espectáculo, al final. ¡Quién iba a pedir mucha explicación o la devolución de la entrada con semejante show remanente! Tantos años después, en tiempos de coronavirus (marzo 2021), se reabrió el Teatro Colón de Buenos Aires con una serie de espectáculos de primerísimo nivel para celebrar los 100 años del nacimiento de Piazzolla. Se pudieron seguir en vivo por streaming pero me di el gusto de entrar por primera vez a ese palacio extraordinario y elegí presenciar la noche que actuaron la Camerata Bariloche con el pianista Horacio Lavandera y el bandoneón de Néstor Marconi. Un lujo emocionante!
Desde el vamos vengo reconociendo mi déficit para analizar sistemáticamente el tango, defecto agravado por no saber bailarlo siendo porteño. Para subsanar parcialmente el inconveniente, les paso la recomendación de afiatados críticos locales de música (Gabriel Senanes, Federico Monjeau, Mariano del Mazo, etc.), que hace unos años hicieron una lista con los discos imprescindibles del tango argentino. Aquí van:
*JULIAN (1924) Rosita Quiroga con orquesta. Este éxito entronizó el estilo único de Rosita. En 1926 lo grabó con guitarras.
*SENTIMIENTO GAUCHO (1924) Orquesta de Francisco Canaro. La primera grabación, instrumental, de sus muchos registros de este hit propio.
*MALA JUNTA (1927) Sexteto de Julio De Caro. Un disco que trajo dos lados A: en la otra cara, Flores negras, de Francisco De Caro.
*LA PUÑALADA (1943) Orquesta de Juan D´Arienzo. Fue su segunda grabación de esta milonga. Con una versión de “La cumparsita” al dorso, fue el disco más vendedor de la historia del género.
*QUEJAS DE BANDONEON (1944) Orquesta de Aníbal Troilo. En arreglo de Piazzolla, el tango de Filiberto se convertiría en clásico de Troilo.
*LA YUMBA (1946) Orquesta de Osvaldo Pugliese. Pugliese condensa toda la riqueza rítmica de su estilo orquestal en este tango. Salió con “Mal de amores”.
*EN LUNFARDO (1964) Edmundo Rivero, con acompañamiento de guitarras. El primero de tres volúmenes temáticos, trae “Amablemente”, “El ciruja”, “Barajando”.
*LA MAXIMA EXPRESION DEL TANGO (1964) Roberto Goyeneche. Maduro y entero: Goyeneche solista en un punto justo.
*ADIOS NONINO (1969) Astor Piazzolla y su quinteto. Este LP reúne el tipo de formación favorito de Piazzolla, uno de sus arreglos preferidos de “Adiós Nonino” y el perdurable “Otoño porteño”.
Después de su éxito con la formación Mahavishnu Orchestra de rock progresivo o sinfónico, de la cual me ocuparé en el capítulo que sigue, el majestuoso guitarrista inglés John McLaughlin se interesó por la música indostaní y la fusionó con su formación jazz-rockera occidental. Fue con este grupo Shakti, con el cual editó tres discos entre 1976 y 1977, en los cuales se rescatan cosas interesantísimas (como por ej. aquí las hermosísimas “Face to face”, “Happiness is being togheter” y “Peace of mind” o la bella “La danse du bonheur”, del anterior “A handful of beauty”). Nos permiten acercarnos más cómodamente a ese sonido para nosotros tan exótico. Claro que para sumergirse en la música india, los más arriesgados pueden acudir directamente al héroe moderno del sitar, Ravi Shankar (1920-2012), catapultado al mundo por George Harrison y los Beatles. El Pugliese hindú, digamos.
Otro CD que me gusta es “Kenza” (1999), donde es producido por el legendario guitarrista inglés Steve Hillage y la cantante israelita Noa participa de una canción. Hay varios temas de Khaled incluídos en films europeos de Bertrand Blier, Nanni Moretti y Luc Besson. ¡Khaled no los va a defraudar!
*Salif Keita - "Mansa of Mali... a retrospective" (1994)
*Rubén Blades & Willie Colón – “Siembra” (1978)
Rubén Blades Bellido de Luna Díaz (Panamá, 1948) es uno de los artistas más sensibles de toda América. Empezó en la música como cantante de Ray Barreto y Willie Colón, con un título de abogado en un baúl. Ya exitoso incursionó como político idealista, ex candidato a presidente por Panamá y luego ministro de turismo. También tuvo tiempo para ser actor latino de éxito que incursionó en Hollywood.
Años después Rubén Blades llega a
éste, que creo es el clímax de su carrera, haciendo un sublime compendio de
ritmos centroamericanos y caribeños con una altura envidiable. Suenan
ballenatos (“Amor mudo”, “Ganas de verte”), sones (“Un son para ti” es
perfecto), bolero (impecable “Tu hastío”), salsa (“Chilam balam”) y hasta un
aire de candombe en la magnífica versión de “Amándote” de Jaime Roos, con la inestimable ayuda de Hugo Fattoruso. El mismo Blades
confiesa en los créditos internos que era el álbum que más alegría y
satisfacción le había producido en su carrera por haberlo hecho en Panamá, con
artistas de su tierra. Y se nota porque le salió
una belleza. Solo le reprocho “En el semáforo”, porque suena como
repetición demagógica de una fórmula antigua.
Si disponen de más tiempo para escuchar a este autor, les recomiendo una audición de “Mundo” (2002), un trabajo más experimental que tiene algunos baches. Quizás por su heterodoxia ganó el Grammy 2003 al mejor disco en la categoría “worldmusic” y también como “mejor álbum tropical contemporáneo”. Participan el grupo costarricense Editus, el gaitero Eric Rigler, Boca Livre de Brasil, De boca en boca de Argentina y otros. Todos enriquecen la hermosa música que escogió el panameño, que por momentos apasiona. Son imperdibles los temas “Primogenio”, “Bochinches” y “Jiri son bali”. Se le anima a “First circle” de Pat Metheny con un tratamiento original que la latinoamericaniza.
**Juan Luis Guerra – “Grandes éxitos de Juan Luis Guerra 4.40” (1995)
*Varios – “Buena Vista Social Club” (1994)
Producido por el guitarrista Ry Cooder (Los
Angeles-USA, 1947) y el inglés Nick Gold, este disco
apareció como si fuera un descubrimiento arqueológico apartado del
controvertido régimen cubano de Fidel Castro. Juntó a músicos tradicionales de
Cuba (Ibrahim Ferrer, Compay Segundo, Omara Portuondo, Rubén
González, Elíades Ochoa, etc.) y los
catapultó al exterior, con sus guajiras, boleros, danzones y sones (*):
realizaron varias giras mundiales. El disco vendió millones de copias y
ganó un Grammy.
El gran director
alemán Wim Wenders filmó el documental del mismo nombre que sirvió como soporte, también muy aclamado. Sería necio pensar que esta producción discográfica es la más
representativa de la historia de la música cubana o la que puede hacernos
conocer sus raíces más profundas o auténticas, pero
se convirtió en un clásico y para los iniciados en esta búsqueda es un
disco útil que ahorra camino.
Ry Cooder es un capo de la guitarra slide y especialista
de la música tradicional norteamericana: blues, rhythm & blues, gospel,
folk, tex-mex, calipso. Volveremos a
referirnos a él en el Cap. 5-Bandas de sonido originales, porque -por si fuera
poco- es un especialista muy requerido en música de películas.
No puede pretenderse
todo en la vida. El conocimiento
depende del tiempo, de la pasión y a veces también del dinero. Una
idea para seguir buceando en la música cubana es continuar con el baluarte Bola de Nieve (Ignacio
Jacinto Villa Fernández, 1911-1971) gran crooner y recopilador de la canción
centroamericana, autor de "Mamá Inés" y supremo intérprete del bolero “Vete de mí”: un tema que había encargado el cantante Daniel
Riolobos a la emblemática dupla de
tangueros argentinos, los hermanos Homero y Virgilio Espósito. Es
representativo el disco "Yo soy la canción misma". Más acá
en el tiempo están los pianistas Bebo y Chucho Valdés
y toda una generación de músicos que se dedican al polentoso jazz latino (por ejemplo el grupo Irakere del que salieron Paquito
D´Rivera, Arturo Sandoval y el mismo Chucho Valdés, Gonzalo Rubalcaba, Mongo
Santamarina, etc.) Nos cruzaremos con ellos en otros recovecos de estas
crónicas.
(*) Nuestro conocido Gustavo Santaolalla intentó una producción similar con figuras míticas del tango argentino en "Café de los maestros" (2008). Reunió a Leopoldo Federico, Mariano Mores, Virginia Luque, Ernesto Baffa, Atilio Stampone, Horacio Salgán, Ubaldo De Lío y otras glorias del género. La película que ilustró la aventura fue dirigida por Miguel Kohan y el relato remata con la actuación conjunta que hicieron en el teatro Colón el 24/08/06. Como vine diciendo, no soy un experto en tango pero es muy emotivo ver ese DVD y escuchar su música y la pasión de esa gente por el 2x4. Y para no ser injustos, mucho antes que esas producciones, está el dignísimo “De Ushuaia a La Quiaca” (1985), disco de León Gieco producido y coprotagonizado por el mismo Santaolalla. Recorrieron el país grabando folkloristas y recopilando experiencias musicales telúricas argentinas. Homenajearon a Leda Valladares, Sixto Palavecino, Cuchi Leguizamón, Isaco Abitbol y otros. El disco original fue posteriormente remasterizado y la obra ampliada a cuatro CD. Bien valen una escuchada.
Este grupo multitudinario liderado por el francés-español Manu Chao
inventó un estilo de difícil definición dentro del rock latino: un batido
multicultural de punk-rock, rockabilly, ska, reggae, rumba, hip-hop, etc. de la
mano de una estética posmoderna de calce perfecto. Alguno
le puso el nombre de “rock alterlatino”. Letras contestatarias en tres o cuatro idiomas
diferentes, como tiros al aire. Temas estandarte como “Santa Maradona” y “Señor
Matanza” amenizados entremedio con creativos
recortes de radios latinas; todo un hallazgo al modo del inolvidable programa
radial porteño “Tren Fantasma” de Daniel Morano & Omar Cerazuolo. Participó
en este disco el argentino Fidel Nadal, en su momento líder del grupo Todos tus
muertos.
Mano Negra duró ocho años y Manu Chao luego siguió su
carrera solista continuando su argumento musical en modo más intimista. Sus
discos más fuertes fueron “Clandestino”
(1998) y “Próxima estación: Esperanza”
(2000). El tipo suena auténticamente popular montándose en salsas, vallenatos,
cumbias y mucho reggae.
Acordeonista francés de gran sensibilidad que ha tocado con grandes como Chet Baker, Enrico Rava, Bireli Lagrene, Larry Grenadier, Michel Petrucciani, Ron Carter, Al Foster, Gary Burton y otros. Aquí se dedica en buena parte a versionar temas de Piazzolla (ama su música y tiene un disco completo dedicado a su amigo marplatense, “Piazzolla forever” de 2003), más otros de Hermeto Pascoal y de Serge Gainsbour, pero también vuelca obras propias de buen nivel, donde mete su impronta con valses musettes franceses y los fusiona con tango: la canción principal es una muestra deliciosa de esto. Evidentemente este hombre se siente a sus anchas con los ritmos latinos. Por si fuera poco, participan en el CD el gran armoniquista Toots Thielemans, el baterista Joey Baron y Didier Lockwood en violín. Me debo aún conocer más en profundidad su discografía pero éste puede ser el punto de partida de ese seguro deleite. El disco “Luz negra” (2008) recibió comentarios muy elogiosos, también.
Decía antes que no pude ver nunca en vivo a Astor Piazzolla, a pesar de apasionarme su música y haberlo tenido "a mano". Gracias al cielo, en octubre de 2016 invitaron al Centro Cultural (aún denominado) Kirchner a Galliano y no dudé, no podía perderlo. Primero hizo un memorable set a solas con su acordeón con música francesa y del mundo; después se agregó el también francés violinista Bertrand Cervera y, por último, invitó a los locales Daniel "Pipi" Piazzolla (nieto), Juan Pablo Navarro y Nicolás Guerschberg, básicamente para agregar varios temas más de Astor. Pude resarcir aquel vacío porque este recital lo llevaré en el corazón. Acordeón no es bandoneón pero la honestidad y el sentimiento son universales. Pura emoción.
*Inti Illimani – “Grandes éxitos” (1997)
Otros legendarios grupos de proyección folklórica chilenos fueron los Illapu y los Quilapayún, más allá de Víctor Jara y Violeta Parra con quienes Inti Illimani trabajaron, pero no tuve oportunidad de escuchar discos de ninguno de ellos. Oportunamente escuché varios discos de Los Jaivas, como “Alturas de Machu Pichu” y “Canción del sur”: mezclaron de manera original ritmos folklóricos sudamericanos con rock, al estilo de Arco Iris argentino. Con algunos de sus antiguos músicos líderes todavía están dando vueltas y bien vale escarbar en su discografía.
De Lucía empezó a tocar la guitarra desde chico y fue un niño prodigio dentro de una familia de músicos numerosa. Internacionalizó al flamenco fusionándolo con otros ritmos y agregándole instrumentación exótica (como el cajón peruano, flauta y teclados): por eso recibió numerosos “palos” de los ortodoxos del género.
“Almoraima” (bullería), “Río ancho” (rumba) y “Cobre” serían los temas que le recomendaría a un amigo que no conociera la música de Paco de Lucía (1947-2014) y están aquí, otro disco grandioso.
Si gustan del flamenco, hablando del gitano Camarón de la Isla (1950-1992) -considerado uno de los mejores cantaores de la historia-, vayan por su "Leyenda del tiempo" (1980).
Si les gustó mucho, vean el DVD “Blanco y negro: Bebo & Cigala en vivo” del recital filmado en Palma de Mallorca por Trueba, con más temas. O escuchen la continuación -ya sin tanta sorpresa ni con Bebo Valdés- llamada “Dos lágrimas” (2008). Tiene más boleros, músicos cubanos y españoles en el elenco, como Guillermo Rubalcaba (padre de Gonzalo), más el acordeonista francés Richard Galliano en un tema.
** Paul Simon - "Graceland" (1986)
Héroe del folk-rock en los tempranos años sesenta en el dúo Simon & Garfunkel, tan pioneros como The Beatles, en gran parte de su posterior etapa solista el neoyorkino P.S. se dedicó en buena parte a la fusión del pop con ritmos “étnicos”, como llaman los países centrales al folklore tercermundista. Como hicieron Frank Sinatra o Stan Getz con la bossa nova brasilera, Simon fue un eslabón importante en la llamada “world music”, potabilizando con pop los ritmos originales para el consumo globalizado. En este disco lo hace con la música sudafricana, con músicos autóctonos e invitados de lujo, profundizando la búsqueda de Peter Gabriel con su tema “Biko”. Y “Graceland” suena muy bien: además de haber ganado dos premios Grammy y vender millones, es considerado por muchos una obra maestra.
La anécdota es que haya hecho esta obra en plena época del “apartheid” (había en ese entonces boicots artísticos y protestas mundiales como hoy ocurre contra el también racista régimen de Israel), lo cual provocó algunos coletazos políticos. El disco fue grabado en Johannesburgo y en Lousiana, participando a músicos africanos más un equipo de enormes talentos como Steve Gadd (batería), Adrian Belew (guitarra), Youssou N´Dour, Los Lobos (el conocido grupo rockero de Los Angeles que aportó sus aires zydeco), la legendaria Linda Ronstadt más los cotizados Jon Faddis, Randy Brecker y Lew Soloff en bronces, etc. El tema de difusión fue “You can call me Al” (con el cual el bajista Baghiti Khumalo pasó a la posteridad) pero todo el disco es una joyita. Escuchen “Homeless”, una suite a capella del grupo vocal Ladysmith Black Mambazo (uno de los varios aportes de músicos locales que contiene el CD) o también “Diamonds on the soles of her shoes”. Hacen temblar a cualquier grupo gospel del mismísimo Harlem.
* No Smoking Orchestra - “Unza Unza time”
(2000)
En ellas refleja la ensalada cultural de la
región balcánica donde todos se pelearon contra todos en una terrorífica guerra
civil, allá por los noventa. Donde había un solo país llamado Yugoslavia, unido
con mano de hierro por el Mariscal Tito hasta 1980 como una república
socialista, entre 1991 a 2001 explotó una lucha fratricida sufrida entre grupos
étnicos distintos que hasta ahí de algún modo convivían. Al finalizar el
horror, quedaron varios pequeños estados: Bosnia Herzegovina, Croacia, Eslovenia,
Montenegro, Serbia y Macedonia del Norte, y un territorio todavía en disputa:
Kosovo. Dentro se mezclan musulmanes, cristianos y ortodoxos y subyace la
cultura gitana, no precisamente privilegiada. Todo eso lo expresó Kusturica de
un modo extraordinario en comedias dramáticas de tono satírico y oscuro.
Kusturica, inquieto como pocos artistas,
también se dedica a la música y gira con una banda anarco-techno-punkrock
llamada en su idioma Zabranjeno Pusenje (prohibido fumar), que traducida se
exportó como “No Smoking Orchestra”. Son algo así como nuestros Auténticos
Decadentes, pero con alma gitana. Se juntaron en 1984 y tuvieron algunos
problemas con la censura de su país durante un tiempo. Ahí el alma mater es el
Dr. Nele Karajlic (Nenad Jankovic) y Emir Kusturica se incorporó después en un
papel discreto como guitarra rítmica, mientras fuma sus célebres toscanos sobre
el escenario. Su hijo Stribor ocupa la batería. A una típica base rockera le
agregan tuba, saxo, violín y
acordeón. Los integrantes del grupo
musicalizaron específicamente “Gato negro, gato blanco” (1998). El viejo
documental “Super 8 Stories” (2001), también de Kusturica, ilustra actuaciones
y chifladuras de los grandulones al filo de los dos siglos, incluída una
función en el Olympia de París.
Su disco más memorable fue este “Unza unza
time” (2000), un vocablo onomatopéyico que inventaron para bautizar su música. Música
desaforada de gente desaforada. Impresiona el coro de chicos en el track
neo-punk “Pitbull terrier”. Vinieron varias veces a la Argentina, tocaron en La Trastienda y hasta en el Cosquín Rock. Nuestro
público fiestero se prendió como loco a su propuesta. Tienen un DVD “Life is a
miracle in Buenos Aires” (2005) de sus funciones en Luna Park. Después grabaron
la ópera “Tiempo de gitanos” (2007) con una tonalidad algo distinta a la
habitual. Y por ahí puede encontrar “The best of No Smoking Orchestra” (2009).
Pero para ampliar el panorama de la música
balcánica contemporánea sin quedarse solo con la discografía de la No Smoking
Orchestra, tenemos que referirnos a otro músico coterráneo de la misma generación. Goran
Bregovic (Sarajevo-Bosnia, 1950), es un director de orquesta hijo de madre
serbia y padre croata bautizado cristiano. Es también en si mismo casi una
síntesis de la mixtura cultural que mencionábamos antes. Se puede recurrir a
los trabajos de Bregovic para descubrir un panorama musical a la vez auténtico
y aggiornado de esas etnias. Se vale de orquestas grandes con fuerte presencia
de bronces, casi filarmónicas que incluyen incluso un acordeón. Otra de sus
herramientas es otra formación, un poco menos numerosa, a la que bautizó
Orquesta de Bodas y Funerales, porque son tradicionales en la región las bandas
que musicalizan tanto casamientos como velorios gitanos.
Curte un sincretismo musical con variedad
de estilos, con fanfarrias que incluyen ritmos folklóricos gitanos, con toques que
nos suenan rusos, judíos, griegos y hasta latinos y también retazos de jazz y
rock & roll. El mismo Bregovic la define como música balcánica
contemporánea. Para las composiciones, forma normalmente una sociedad con
Ognjan Radivojevic (a) el pelado, que suele integrar sus agrupaciones. La
cuestión es que Bregovic se hizo popular musicalizando las estupendas películas
de su ex gran amigo Emir Kusturica: “Tiempo de gitanos” (1988), “Sueños de
Arizona” (1993) y “Underground” (1995). Porque nuestras estrellas son tan
desmesuradas que terminaron peleados.
El soundtrack de este último film es imprescindible pero lo abordaremos en el Cap. 5-Bandas de sonido originales. No quiero asumir que estos discos y artistas representan en su totalidad la música de la región balcánica ni que son su más excelsa manifestación. Simplemente recomiendo escucharlos como un intento para acercarnos a ella desde una expresión aggiornada y contagiosa. Por lo menos, van a sorprenderse.
En una reseña, el diario Los Angeles Times escribió: “Imagine un artista con el virtuosismo de Jaco Pastorius, la fluidez vocal de George Benson, la sensibilidad y armonía de Joao Gilberto, mezclado con cultura africana. Señoras y señores, le presentamos a Richard Bona!” En sus últimas producciones está abordando música caribeña con su grupo Mandekan Cubano.
31/07/20 - Guía práctica garantizada de jazz, rock, pop, BSO & world music (500 discos para procurarse la felicidad). Cap. 4. Jazz & Jazz Fusion.
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