jueves, 25 de enero de 2024

La verdadera "generación diezmada"

 

Hábilmente el kirchnerismo lideró en la Argentina durante unos 20 años una batalla ideológica. Subyugó al piberío que despertó a la política sin haber sufrido la persecución militar de la dictadura setentista. Néstor y Cristina, que no asomaron la cabeza y fueron complacientes en esa época negra, les vendieron con éxito a los chicos lo que dió en llamarse "el relato"A los peronistas que la vivieron y sabían realmente que pasó, los reclutaron sobándolos con discursos, alguna quintita de poder o con dinero. A esos corrompidos "progres con OSDE" los conocemos todos. Terminaron liberando asesinos de las cárceles porque eran "víctimas de la sociedad", coquetearon con los narcos, defendieron a los chorros de su tribu en nombre de una revolución que nunca existió, dejando esta Argentina con 45% de pobreza. Gerenciaron la pobreza. Un verdadero club de vividores del populismo. Discriminaron al resto tildando de "gorilas" a todo opositor. Pero ellos fueron verdaderos stalinistas. Fachos. Antidemocráticos de cuna. 

Más abajo verán un muestrario de lo que escribí en el blog sobre estas y otras decadencias kirchneristas de los últimos años. Acerca de las mentiras y fracasos macristas también lo hice y sobre los delirios mesiánicos de Milei ya lo haré (1). Pero hace unos días me impactó la descripción del cronista Osvaldo Pepe en Clarín del 16/12/23 sobre "La verdadera generación diezmada". Está centrada y reivindica a varias generaciones de argentinos de a pie que -sin borrarnos ni dejar de estar comprometidos- nos dedicamos a estudiar y trabajar para poder progresar honradamente, empujados por padres con poco estudio que querían que fuéramos mejores que ellos y no sufriéramos sus desventuras. Mientras tanto, una banda de soberbios de distinto pelaje se creyeron elegidos por la historia, iluminados, y terminaron heredándonos esta sociedad hecha añicos. Ese racconto cuenta los entreveros de muy buen modo. Horanosaurus. 

PD (1): mis límites al combate del populismo y el corporativismo empiezan cuando se ignora la ley y el republicanismo y se avanza sobre los laburantes. Javiercito, nadie te dió un cheque autócrata en blanco. Aunque no sea mi columnista favorito, rescato la opinión de Loris Zanatta en "Más humildad y menos dogmatismo, menos fanatismo y más prudencia" (La Nación 26/01/24).

La verdadera “generación diezmada”

Nacieron en los tiempos de posguerra y tienen de 70 a más de 80 años. Fueron creciendo con las mismas cicatrices, los mismos recuerdos y las mismas nostalgias. Casi siempre les tocó perder. Clarín 16/12/23. Por Osvaldo Pepe. pepeosvaldo53@gmail.com 

Soy parte de la generación diezmada. Esa de la que habló Néstor hace 20 años. “¿Qué espero? Que los hijos de esa generación diezmada tomen la posta”. (Cristina Fernández de Kirchner) Tercera presidenta más votada luego de Perón y Milei, Cristina Kirchner construyó un relato sobre el fragmento de una generación. Hay otra historia, mucho más amplia y significativa, que ese recorte ideológico. Todo empezó con “la polio”, el virus de la poliomielitis. Aquellos brotes epidémicos de 1953 y 1956, terribles ambos en términos estadísticos, hicieron que la enfermedad acosara a la población infantil, que recién asomaba a la vida. La polio, también llamada “parálisis infantil”, afectaba la médula espinal, causaba daños irreversibles en la motricidad, y también detenía el desarrollo pulmonar hasta la muerte misma.

Fue una de las primeras tempestades que abatió a ese colectivo llamado entonces “baby boomers”. Eran los nacidos por el auge de fecundidad que sobrevino a la posguerra, en particular a partir de los años 50. Quienes enfermaron y pudieron contarla inauguraron una era que quedaría con amargura en la memoria colectiva: chicos que andaban por la vida recién inaugurada en sillas de ruedas, con zapatones u otros aparatos ortopédicos para disimular la devastación física y mejorar los desplazamientos.

Eran héroes sobrevivientes de una guerra sin balas, contra un virus como único enemigo, que recién se rendiría en abril de 1955 con la llegada de la vacuna. Los árboles y cordones de las veredas se pintaban con cal, material de usos diversos, en la convicción de que su fuerte poder óxido quizá haría retroceder al virus. Las bolsitas de alcanfor colgadas en los pechos de sus hijos por madres diligentes, parecían más una superchería que un fármaco de eficacia probada.

Las olas epidémicas de la polio se sentirían con rigor entre el final del primer peronismo y el golpe cruento de la Libertadora, que lo desalojó del poder constitucional. Las autoridades sanitarias de una y otra gestión, coincidirían en desdeñar el peligro mortal del virus. Padres desesperados, en hospitales repletos de infantes infectados, desmentían a unos y otros. Aun así, las heridas de entonces no serían solamente sanitarias.

Aquel tiempo trajo a la vida a quienes tienen hoy entre 70, 80 años y más. Ellos irían creciendo con las mismas cicatrices, los mismos recuerdos y las mismas nostalgias. Vislumbrarían con los años que una certeza los atravesaba: visto a la distancia y con la vida encima, se puede hablar de ese segmento como la “verdadera generación diezmada”. Porque, además, sus ciclos vitales coincidieron con un tiempo político inaugural de grietas irreversibles, persecuciones y odios que enlutaron, separaron y mortificaron el espíritu de las familias argentinas.

Ese colectivo pareció atraer las calamidades como un mantra inevitable. Con el virus de la polio en retirada, florecía otro, acaso más dañino: el de la intolerancia. Peronachos y contreras se despreciaban. Los descamisados y los gorilas no podían ni verse. Los adultos de un bando y otro se cruzaban de vereda como quien huye de una peste. Pronto las mesas navideñas se irían volviendo un calvario. Sillas vacías y rencores frescos que sólo se diluirán casi 20 años después. Aquella Argentina fue un infierno cotidiano.

Y la “generación diezmada” debió crecer con un golpe de Estado tras otro. El de 1955, que tumbó con violencia a Perón y persiguió a sus fieles; el de 1962, que echó a Frondizi bajo un manto de indigerible legalidad; el de 1966, que sacó a empujones a Illia de la Casa Rosada; hasta el de la ordalía brutal de 1976, que disfrazado bajo la consigna militar de “derrotar a la subversión” no hizo más que subvertir valores, matar y secuestrar a cuadros, militantes o simples simpatizantes, sobre todo de la izquierda peronista, además de apropiarse de bienes, sin respeto al orden jurídico, ni compasión por la vida. 

Abrumados por tanto fracaso colectivo y naufragios individuales, en la joven madurez aquellos “baby boomers” de los 50 volvieron en los 80 a sufrir otra emergencia sanitaria, esta vez más extendida. El amor podía ser fatal en los tiempos del sida: la muerte se metía entre las sábanas, en principio en la comunidad homosexual, señalada por algunos con desprecio. El virus reemplazaba el placer del sexo por el miedo prematuro a la muerte. 

No sería todo: esa generación, que sufrió en los 70 con la política transformada en un juego de vida o muerte, que escapó como pudo de las garras de la polio y el sida, ahora, en el crepúsculo de sus vidas, tuvo que soportar como pudo la tristeza y la angustia de pasar dos años encerrados en sus casas por el Covid 19, virus más temible y global que cualquier otro. Muchos no resistieron: se fueron. Y se fueron en soledad, por una decisión política que no pareció la mejor. Sin sentir siquiera el consuelo último de padres, hijos o nietos. No fueron ni uno ni dos ni tres. Fueron 130.000. Estaban en la lista de espera equivocada y no tenían invitación para jaranas a puertas cerradas.

La cuenta es fácil. Tres virus letales, cuatro de las seis asonadas del siglo XX, en creciente orden de violencia y de usurpación de derechos, cayeron sobre las espaldas de aquella alborotada generación de posguerra.

No fue todo. Un mal día se les vino encima una guerra incomprensible, que en principio muchos bendijeron tocados por la fibra emocional de una causa noble y acendrada en los corazones de los argentinos de todos los tiempos. En Malvinas la “generación diezmada” aportaría hijos y nietos, a cambio de una pensión tardía, un reconocimiento a regañadientes y una actitud vergonzante, sólo reparadas a medias.

Mientras atravesaban esas riesgosas odiseas, sus sufridos y anónimos integrantes se dedicaban a trabajar, estudiar, se comprometían con sus ideas sin necesidad de jugar a los guerrilleros románticos, aventura que sólo cautivaba a unos pocos. Esas generaciones, nacidas entre 1945 y 1965, por poner un marco etario, simplemente vivían: crecían, se volvían padres, criaban a sus hijos, confiaban en las urnas, se hundían con cada fracaso gubernamental, y hasta creerían en algunos mesianismos providenciales. La vida les pasaría como un suspiro. Con el transcurso de las décadas se volverían abuelos y siempre llegaban a la misma estación del comienzo. Un continuo remar contra la corriente.

La ex presidente Cristina Kirchner, que por edad conforma la generación diezmada por epidemias, golpes de Estado, fracasos y estafas de la política (ella misma está condenada en primera instancia por corrupción en el ejercicio del poder), se siente solidaria de la otra, la de las vanguardias iluminadas que tomaron las armas en los 70, bajo una mirada “idealista y romántica” de la política. Ella ensalza a los hijos de una parte de esa generación. Y en particular a los hijos de desaparecidos.

Los desaparecidos son una enorme tragedia argentina que enlutó a miles y miles de hogares. La Cámara Federal definió en 1985 que fueron víctimas de “un plan criminal” del Estado militar, pero esa dolorosa circunstancia no debería generar un linaje especial. Y menos aún generar heroísmos presuntos: nunca precisó la ex presidenta si su simbólico homenaje incluía a las cúpulas guerrilleras, cuyos principales cabecillas, ya setentones largos, lograron sobrevivir al exterminio. Graciela Fernández Meijide, luchadora ejemplar por los derechos humanos, madre de Pablo, un chico desaparecido en 1976 a los 17 años, dijo alguna vez a quien esto escribe: “Ser padres de un desaparecido no te hace ni mejor ni peor persona de lo que ya eras.”

Sobre una interesada arqueología de la historia, que se dio en llamar “el relato”, y sobre ese dolor trágico, Néstor y Cristina Kirchner reconstruirían con empeño y falsedades viejas discordias y antiguos rencores. La narración idílica de la experiencia camporista, repudiada por el propio Perón, creó una organización de jóvenes quienes, cuarentones hoy, serían proclamados, y se auto asumirían como “los hijos de una generación diezmada”, como si fuese la única. En la última campaña, la ex vicepresidenta deseó que algunos de ellos tomaran “la posta dirigencial”. Lo intentó con Wado de Pedro. La memoria histórica del peronismo le tocó el hombro y le dijo en la cara que no. 

A los baby boomers de los 50 el país les exigió más que a cualquier generación. Con la llegada de la democracia, hace 40 años, ese grupo de argentinos creyó que sus penurias habían terminado. Al cabo de esos seis primeros años las cuentas cerraron mal. Entre 1983 y 1989 hubo tres hiperinflaciones; cuatro asonadas carapintadas; un rebrote terrorista en La Tablada; doce planes de ajuste; una traumática sucesión presidencial; los dramáticos saqueos del hambre y la pobreza. Y desde allí en más, vendría lo peor: un interminable descenso hasta el fondo de todos los fondos.

El siglo XXI se inauguró con un estallido social y cinco presidentes en 20 días. La “generación diezmada” retrocedió en su memoria al tiempo veinteañero cuando “el rodrigazo” (plan de ajuste de 1975) había llevado el dólar de $ 10 a $ 26 y la inflación anual de 24% a 182%. Los sufridos socios de esa membresía generacional ni pudieron pestañear: 26 años después se comerían todos los amagues, una vez más creerían las promesas. Les dijeron: el 1 a 1 no se toca, megacanje de deuda y blindaje a todos los problemas. Se toparon con la verdad: corralito, corralón, default. Ahorros esfumados. Plata quemada. En las calles, sangre, vida y sueños rotos. 

Y de ahí en más, la película de siempre. Acostumbrarse a la inflación y la pobreza perpetuas. Y a que la política fuese para unos pocos una actividad muy rentable y no la herramienta para construir un país mejor. Ahora, al final del camino, ya en tiempo de descuento, saben que no tendrán revancha. En campaña, el presidente Milei les había prometido que no pagarían el ajuste. Eso, y dar por concluidos los rencores del ayer, son las mínimas gratitudes que se ganó la verdadera “generación diezmada.”

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lunes, 20 de noviembre de 2023

Guía práctica musical garantizada de jazz, rock, pop, BSO & world music

... entrada en construcción ...

                                           


Para entrar en tema y evitar confusiones y eventuales reproches, sugiero vean antes de que se trata esta "Guía práctica garantizada de jazz, rock, pop, BSO & world music (500 discos para procurarse la felicidad)" - introducción. Allí encontrarán los motivos y especulaciones que originan esta caprichosa selección musical que humildemente ofrezco. Horanosaurus.

Tienen: 

P.D.: en realidad, confieso, no estoy en condiciones de garantizar absolutamente nada. ¿Pasaste ese adjetivo por alto? Pero puedo prometer que con este capítulo cierro la Guía. Les dejo un beso en la reja. Horanosaurus. 

Ahora vamos por:

Cap. 5 - B.S.O. (bandas de sonido originales)

Desarrollar el capítulo que elegí para cerrar esta Guía requiere algunas reflexiones que no necesitaron los anteriores. En principio, simplifico la cosa eligiendo música de filmes que, a través del tiempo, llamaron mi atención independientemente de la calidad de las películas que las acunaron.

Los directores de cine convocan a músicos célebres o ignotos para ambientar sus obras, con fines artísticos y también marketineros. Una modalidad es buscar un músico más o menos avesado o especializado para que inspirado en el guión o las mismas escenas aporte música de ambiente que acompañe y se compenetre con el objeto. Independientemente de ese logro, puede que escuchar la banda sonora separada de la película resulte luego una pesadilla.

Ha habido especialistas contemporáneos insignes del género, como Michel Legrand, Henry Mancini, Ennio Morricone o John Williams pero abundan los rockeros, jazzeros o locales que incursionaron en ese mundo con resultados diversos. Hacer música de películas resulta para muchos artistas populares un desafío difícil de superar en sus carreras. Riuychi Sakamoto, Peter Gabriel o Mark Knoffler superaron la prueba pero una larga lista quedaron en las bateas de ofertas.

Otra modalidad es que los cineastas acudan a un músico convocante que aporte algunos temas consagrados para aportar al éxito taquillero del film.  O que el  mismo meta algún tema nuevo rogando que tenga gancho en las pantallas para repartir las ganancias. En el medio, tracks de autores a promocionar por las discográficas o un poco de música instrumental incidental tercerizada de autores ignotos, en distintas proporciones.

Sin hacer asco a ninguna de las variantes, esta secuencia de música que recomiendo incluye bandas de sonido originales para películas en sentido estricto, recopilaciones de curadores que ambientaron filmes y algunas grabaciones de festivales o conciertos lanzadas en formato de film con disco, CD y sus variantes. 

Recortado ese universo caprichoso, seguiré cometiendo la arbitrariedad de dejar de lado discos que para muchos críticos y multitudes han marcado épocas. ¿Debería agregar “The bodyguard” (1992) la banda sonora de “El guardaespaldas” producida por Alan Silvestri y Whitney Houston por ser la BSO más vendida de la historia? 45 millones de copias vendidas, un Grammy y la voz hermosa de la morena no lograron conmoverme tanto. “The wall” (1979) está segundo en ese ranking con 33 millones y bien podría integrar el listado de este capítulo. Es a la vez un disco de estudio de Pink Floyd y una banda sonora que inspiró los delirios del popular film de Alan Parker. Como sucede en otros casos similares, preferí incluirlos en el rubro de la Guía en el que encasillo el género habitual de sus creadores.

Para bien de todos los lectores, evítenme repetir trayectorias y detalles de músicos que ya hemos frecuentado en los capítulos dedicados al rock, el jazz y otros géneros visitados en esta Guía Musical.

Aunque suene poco humilde, me arriesgo a pensar que el recorrido sonoro que propongo en este último capítulo, al abarcar épocas, temáticas, géneros y modas diferentes, sintetiza la historia popular de la música de los últimos sesenta años. Horanosaurus. 

* “Ascenseur pour l’échafaud” (1958) - Miles Davis.

Davis viajaba una vez más a Europa, donde era entendido y muy bien atendido, para unas presentaciones. Le encargaron la banda sonora de “Ascensor para el cadalso” (1958) de Louis Malle. El trompetista innovaría de nuevo. Improvisando sobre unas partituras escritas en su hotel sobre imágenes compaginadas de la película, graba el sonido en una sola toma. Fueron ocho horas en un estudio de grabación con un grupo de músicos locales y su conocido baterista Kenny Clarke, con proyector incluído también, mientras la mismísima actriz Jean Moreau les servía tragos (Miles enamoró también a Juliette Greco). Con su trompeta asordinada, no solo inventa el sonido de las películas existencialistas de comienzo de los sesenta: algunos la tienen como la mejor banda sonora jazzera hecha jamás. La película parece que no se quedó atrás: según los entendidos fue un clásico del cine ‘noir’ francés.

Hay mucha música suelta de Miles Davis utilizada para ambientar filmes de los más diversos tipos. Se pueden mencionar “Lenny” (de Bob Fosse, 1978). Pedro Almodóvar usó fragmentos de “Sketches of Spain” (1960), disco en el que Miles se arriesga a abordar el flamenco con arreglos de Gil Evans, para su “Tacones lejanos” y “La flor de mi secreto”. Como ejercicio comparativo para el hogar, escuchen otra banda de sonido con toques españoles compuesta por Davis: “Siesta”(1987), con John Scofield, Omar Hakim y Earl Klugh en el plantel de lujo y arreglos estridentes de Marcus Miller. La desapercibida película que la sostenía la dirigió Mary Lambert, con Ellen Barkin, Gabriel Byrne y Jodie Foster.

** “Blow up” (1966) – Herbie Hancock.

La banda de sonido pertenece a nuestro conocido Herbie Hancock y participa un seleccionado: Joe Henderson y Phil Woods, Jim Hall, Jack Dejohnette, Ron Carter, Freddie Hubbard y otros monstruos del jazz, haciendo hard bop y algo más. Es una delicia. El tema principal, versionado en dos estilos, es impresionante. Según la edición del disco que escuchen, más o menos extensas, pueden encontrar tracks extra de los grupos ingleses Tomorrow y The Yardbyrds, que suman más pincelazos de swinging London bien años 60 (una onda juvenil inglesa que dejó sus huellas), beat psicodélico y rhythm & blues.

La película, un clásico de Michelángelo Antonioni, es estéticamente brillante: pueden ahorrar tiempo, buscarla, verla y escucharla. Su guión partió libremente de “Las babas del diablo”, un cuento de Julio Cortázar. La historia gira alrededor de un fotógrafo de modas. “Blow up” significaría algo así como burbuja explotada, y en la jerga, ampliación de negativos en el revelado. De paso ven a la inmensa Vanessa Redgrave casi adolescente, las modelos de época Veruschka y Jane Birkin y la escena inolvidable con Jeff Beck y Jimmy Page juntos en The Yarbirds (proto Led Zeppelin), inventando el hard rock en un sótano londinense con “Stroll on”, cuyo riff sacaron de un recontraversionado tema norteamericano de 1951: “The Train Kept-A-Rollin’”. Beck destroza su guitarra cuando le falla el sonido y el actor David Hemmings se pelea por atrapar sus restos, solo por pelear.

** “Round midnight” (1986) – Herbie Hancock.

Hancock acá se llevó un Oscar, ganándole ese año nada menos que a “The mission” de Ennio Morricone. Aunque la banda de sonido no está compuesta únicamente temas propios del pianista, sino que alterna con standards de Thelonious Monk, Gershwin, Bud Powell y otros, estupendamente interpretados. Quizás triunfó por eso. Para grabarla en un estudio de París, Hancock convocó a Ron Carter, Bobby McFerrin y Lonette McKee, John McLaughlin, Billy Higgins y Tony Williams, Chet Baker y Freddie Hubbard, Wayne Shorter y Dexter Gordon (soprano y tenor), etc.

La melancólica película de Bertrand Tavernier narra la historia de un saxofonista norteamericano decadente en esa ciudad europea, que intenta recuperar su carrera liberándose de adicciones (alusiones a Bud Powell y Lester Young). Lo interpretó genialmente un saxofonista exquisito de la vida real, Dexter Gordon (1923-1990) y casi se lleva otro Oscar. Hay cameos de Hancock y otros músicos del equipo.

Pocos casos como este, donde música e imágenes fílmicas comulguen tanto. Dijo un crítico que el espectador “oye cine y ve jazz”.

* “El graduado” (1968) – Dave Grusin.

La exitosa película, nave insignia naive de la época para nuestra generación, fue dirigida por Mike Nichols (Oscar mejor director), con un joven Dustin Hoffman, Katharine Ross y Anne Bancroft en sus principales papeles. El armador del disco fue Teo Macero, legendario productor de Thelonious Monk, Dave Brubeck y Miles Davis entre otros grandes músicos. Obtuvo un premio Grammy mientras el disco de Columbia Records alcanzó el oro en ventas. Juntó canciones previas del dúo Simon & Garfunkel, que explotaron en popularidad mundial. El tema de difusión fue “Mrs. Robinson”, que refería a la femme emblema de la película pero todos reconocerán también “The sound of silence” y “Scarborough fair”. Alternan con música incidental del experto Dave Grusin (Colorado-USA, 1934), que requiere una presentación pequeña: es un músico de jazz todo-terreno especializado en bandas sonoras. Empezó con este film pero, para mencionar alguna de sus treinta películas, están “Tootsie” (1982), “The fabulous Baker boys” (1989) y “The firm” (1993). Una joyita de Grusin para escuchar es su hermosa “Mountain dance” en “Enamorándose” (1984) con Meryl Streep y Robert De Niro. Su producción musical en paralelo se recuesta en el jazz fusion y el smooth jazz, afín al sonido a Spyro Gyra, Rippingtones, Lee Ritenour y Quincy Jones.

* “The party” (1968) – Henry Mancini.

Uno de los grandes y afamados especialistas de música para películas de todos los tiempos, Enrico Nicola Mancini (a) Henry Mancini (1924-1994) será recordado siempre como creador de la tira de La Pantera Rosa. Pero, aunque tu cultura cinematográfica sea nula y no peines canas, decenas de otras partituras suyas te resonarán en la cabeza. Hijo de inmigrantes italianos, desarrolló su carrera en Estados Unidos y una sapiencia jazzística formidable. Henry Mancini ganó cuatro Oscar, un Globo de Oro y 20 Grammys. Después de formarse y del servicio militar, se incorporó a la banda de Glenn Miller y después empezó a trabajar para los estudios Universal. Ahí lo captó el cineasta Blake Edwards para sus producciones durante tres décadas. Lo primero fue el sostén musical de la serie de TV “Peter Gunn” (1958) que hasta llegaron a versionar los progresivos Emerson, Lake & Palmer en los ochenta.

No conozco nadie de mi generación que haya visto el filme “Desayuno en Tiffany’s” (1961) pero todos conocemos el tema “Moon river” de Mancini, que obtuvo su primer Oscar y tiene mil versiones, de Barbara Streisand a Sinatra hasta llegar a Rod Stewart. Mancini compuso la archiconocida “Baby elephant walk” para la serie Hatari, también el tema y la música de “Días de vino y rosas” (1962). Toda la gloria le llegó con el sostén de la saga “La pantera rosa” (1963), que han tarareado hasta las piedras, con la impresionante “The shot in the dark” y “El inspector Closeau”. Después viene su colaboración para para “Tema de amor de Romeo y Julieta”, de Nino Rota.

La mayoría de esos sucesos están compilados en el disco “Henry Mancini: Platinum & Gold Collection” (RCA, 2003). Pero si tengo que escoger una banda sonora de Mancini en particular, me inclinaría por “The party” (1968), la película de Edwards interpretada por Peter Sellers que nosotros conocimos como “La fiesta inolvidable”. A tono con los tiempos, en los años sesenta el músico empieza a insertar arreglos de bossa nova y acá se nota. Y el filme tiene un humor naif que atraviesa las décadas.

* “Monterey Pop” (1968) – Varios.

Aunque Woodstock dos años después se quedó con todos los laureles, este otro festival de tres días en junio de 1967, celebrado en la costa oeste, fue el fósforo que encendió la mecha del llamado “verano del amor”, la psicodelia y la contracultura hippie. Realmente, movió la estantería. La ciudad de Monterey o Monterrey, en una gran bahía a dos horas de San Francisco-USA, fue la primera capital de California. Pertenece a toda una región colonizada por España que pasó al dominio mexicano en 1822 e invadida y robada por los norteamericanos en 1846. Pero Monterrey misma, puede decirse, fue argentina durante seis días en 1817, ya que el pirata francés Hipolite Bouchard con licencia argentina y en combate contra todo pabellón español que encontrara, capturó la población, saqueó todo lo que pudo y se retiró tras otros botines. Estaba de moda la piratería autorizada, lo hacían todos los países que podían a cambio de parte de lo recaudado.

Volviendo al festival, la convocatoria la manejaron integrantes del grupo The Mamas and The Papas y de los Beach Boys (que al final no pudieron actuar), Paul McCartney y Brian Jones. Entre los británicos, los Beatles ya no giraban más y estaban terminando “Sgt. Pepper” en estudios. Mick Jagger y Keith Richards de los Rolling tenían problemas judiciales en Estados Unidos como para arriesgarse a entrar. The Kinks no podían obtener visa y a los productores de Cream no les interesó.

Monterey Pop fue el primero de los grandes festivales al aire libre que ofreció una organización profesional: previeron atención médica para la multitud (ante la esperada abundancia de marihuana y LSD), movilidades, catering y hospedaje para público y artistas, cosas no habituales. El sistema de sonido usado fue revolucionario para la época e incluso llegaron a probar sobre el escenario uno de los primeros sintetizadores Moog que aparecieron.

Todos los artistas actuaron gratis o casi gratis porque el evento fue para fines benéficos. Lo habría financiado el promotor Bill Graham, dueño de las famosas salas Fillmore West (San Francisco) y Fillmore Est (Nueva York). Los U$S 6,50 de entrada por noche fueron a instituciones de caridad.

Estiman que se juntaron unas 200 mil almas en total, mucho menos que la posterior juntada del Woodstock del este norteamericano (ver adelante). Pero artísticamente tuvieron el honor de romper moldes e incorporar al rock a la movida, porque en la región en general calaban más el folk, el country, el rhythm & blues y el jazz (festival de Newport).

Monterey fue casi el debut ante el gran público de Janis Joplin (al frente de Big Brother & The Holding Company). Estuvieron los ingleses The Who, que pidieron salir a tocar antes de Jimi Hendrix, propuestos por el mismísimo Paul McCartney desde la organización. Los británicos ya conocían al guitarrista que venía de romperla en Londres, opacando a Eric Clapton y asombrando a Beatles y Rolling Stones pero en Norteamérica era casi un desconocido. The Who no querían tocar después de Hendrix porque dejaba el piso muy alto. Por motivos parecidos, Hendrix tampoco quería tocar después y encima, no simpatizaban mucho entre si. Debieron resolverlo con una moneda al aire: Hendrix perdió y los británicos pudieron tocar antes. Los dos shows dejaron impactados a un público yanki poco acostumbrado a tanta energía rockera junta. Keith Moon y Pete Townshend rompiendo sus instrumentos daban espectacularidad al final de “My generation”. Hendrix, presentado por Brian Jones, repitió la escena de incendiar la Stratocaster con que ya había sorprendido en pubs y teatros ingleses.

La lista de actuaciones se completaba con el soulero Otis Redding, Johnny Rivers, The Grateful Dead (banda de culto norteamericana), The Byrds (con Roger McGuinn y David Crosby) y Buffalo Springfield (con Stephen Stills y Neil Young), Butterfield Blues Band, los ingleses Eric Burdon & The New Animals, Jefferson Airplane, Simon & Garfunkel y Canned Heat. El hindú Ravi Shankar, el único al que le solventaron todo, actuó durante cuatro horas. Cerraron The Mamas & The Papas.

Como pasa en festivales multitudinarios, las discográficas aprovecharon después las grabaciones de sus artistas para editarlas en discos por separado.

Hay una edición de 4 CD con toda la música de la banda sonora de Rhino Records (1997). La película la dirigió Donn Alan Pennebaker y salió en 1968. Una última recomendación, además de tratar de verla (está colgada en YouTube): traten de encontrar en la web los carteles publicitarios del evento. El diseño gráfico usado, muy recostado en el pop art y el art noveau, es tremendamente bello.

* “Midnight cowboy” (1969) – John Barry.

El film, conocido acá en el sur como “Perdidos en la noche” y en España como “Cowboy de medianoche”, tuvo amplia difusión mundial. Se llevó varios premios Oscar. Lo dirigió John Schlesinger y al frente estaban cuando jovencitos Dustin Hoffman y Jon Voight, el papá de Angelina Jolie. Trataba de frente la realidad neoyorkina como meta para una generación, los que no pueden entrar a su mundo glamoroso, el desamparo, entre drogas y prostitución.

La banda sonora no es una maravilla pero dejó perlitas en el recuerdo de muchos. Uno de los temas de difusión fue “Everybody’s talkin” cantado por Harry Nilson pero el leitmotiv fue “Theme from Midnight Cowboy” interpretado por Toots Thielemans, el excelso armoniquista belga del que ya hablamos tupido en el rubro Jazz & Jazz Fusion. Un temazo que pasó a la historia. Completa la grilla la saltarina “Florida fantasy”, propia del inglés John Barry (1933-2011), que fue el compilador de la banda de sonido. Especializado en cine y TV, Barry obtuvo cinco premios Oscar (el último lo obtuvo por “Danza con lobos”). Un tipo que produjo más de cien bandas de sonido de muchas películas que seguramente has visto, sin leer su nombre al pasarse los títulos. Creó el primer tema de la saga de James Bond y continuó con casi todas las siguientes. “Dr. No” (que en realidad era Noah), “De Rusia con amor”, “Solo se vive dos veces”, “Goldfinger” y muchas más. Pueden recurrir al disco “The music of John Barry” (1976) para esa primera etapa, pero tiene muchas recopilaciones más. Es música instrumental incidental con grandes orquestas. No busques experimentación, riesgos ni improvisación.

* “Easy rider” (1969) – Varios.

El soundtrack original de este viejo road movie de culto protagonizado por Peter Fonda (también productor), Dennis Hopper (también director) y Jack Nicholson, contiene tracks aportados por -nada más y nada menos- que Steppenwolf, Jimi Hendrix, The Band y The Byrds, entre otros. Nada de música incidental. No se como lo logró Fonda, pero los grupos cedieron los derechos de autoría. Dado el éxito mundial de este film independiente, ¿se habrán arrepentido? ¿Quién no se conmovió al escuchar “Born to be wild” con la imagen de las Harley Davidson planeando en la ruta? Se escucha música psicodélica y country en partes iguales. Hay una edición remasterizada del 2004 con un disco extra que agrega gemitas de Jefferson Airplane, Eric Burdon & The Animals, The Who y Procol Harum (“Con su blanca palidez”).

La película (titulada acá en el sur como "Busco mi destino") y su música fueron una pintura de la contracultura norteamericana de la época. El resto del mundo mirábamos absortos esa realidad distinta, intentando comprender por donde pasaba la cosa.

“A space odissey” (1968)

Fue una película de ciencia ficción que sembró de asombro e incógnitas a buena parte de los espectadores en todo el mundo. Dirigida por el neoyorkino Stanley Kubrik (1928-1999), un tipo que nunca se anduvo con temáticas complacientes. La banda sonora es una compilación de partituras clásicas. Conocida por pocos conmovió a todos la magnificente “Also Sprach Zarathustra” de Richard Strauss. El vals “Danubio azul” de Johan Strauss calmaba la inquietud de la platea. En medio de esas pinceladas majestuosas, composiciones inquietantes del contemporáneo austríaco Gyorgy Ligeti que te atornillaban a la butaca.

* “Butch Cassidy & The Sundance Kid” (1969) - Burt Bacharach.

Burt Bacharach (Kansas-USA, 1928-2023), objeto de nuestra devoción en rubros que anteceden a este, impulsó a Aretha Franklin cuando le cantó su “Rezo una pequeña plegaria”, a Tom Jones con “What’s new Pussycat?”, catapultó a Dionne Warwick con "Do You Know the Way to San Jose", “I’ll never fall in love again” y “That’s what friend are for”, a Sergio Mendez & Brazil 66 con “The look of love” y a The Carpenters con “Close to you”, entre otros ejemplos más o menos adecuados. Fue un compositor tan profuso que es difícil de encasillar. Música ligera, diría Cerati, pero a veces high level. Quizás música pop en modo orquestal que hoy podría definirse como lounge. Gran parte de todo eso es posible escucharlo de golpe en la recopilación “The Burt Bacharach collection-The look of love” (1970), que recomendara en el Capítulo 3-parte 1 (Pop, rock & progresiva), donde hay un pequeño racconto de Bacharach. Pero en particular, su disco “Reach out” (1967) ayuda a escuchar el sonido elegante y propio que impuso como una moda durante varios años en los ambientes del cine y la radio. No solo norteamericanos: sonaba en todo el mundo. Por último, vuelvo a insistir escuchen el disco homenaje que le hizo Elvis Costello a Bacharach realzando ese estilo: “Painted from memory” (1997), uno de los diez mejores que escuché en mi vida.

Bacharach hizo el soundtrack de la sátira “Casino Royale” (1967), una comedia con figuras internacionales de aquel entonces, dirigida por John Houston. Su inolvidable tema principal fue interpretado por el trompetista Herb Alpert & su Tijuana Brass. De aquí sale también la mencionada e inoxidable canción “The look of love”.

Bacharach obtuvo un Oscar por sus composiciones de “Butch Cassidy & The Sundance Kid” (1969). Si bien no creo que sea su punto más alto, vale para adentrarnos. Tiene el track “Raindrops keep fallin’ on my head”, cantado por B.J.Thomas. Escuchen con atención el track “South American getaway” con el coro de The Ron Hicklin Singers, un grupo de Los Angeles que se reunía para trabajos en jingles de radio, series de TV y cine y colaboraron con distintos músicos, desde Johnny Cash, Elvis Presley, Gary Puckett & The Union Gap, Paul Williams a Elton John. Esta onda coral también constituyó otra moda de época, ilustrando muchas publicidades televisivas. En Argentina de la TV en blanco y negro -si mal no recuerdo- se usó para la camioneta Brava de la marca Chevrolet chapoteando en el barro.

La película “Butch Cassidy and The Sundance Kid” versa sobre las andanzas de esos dos bandidos norteamericanos, fue dirigida por George Roy Hill y protagonizada por Pawl Newman y Robert Redford. Una de aventuras.

** “Woodstock” (1970) – Varios.

Fue el documental de un festival de rock multitudinario que dio vuelta al mundo por primera vez. Un género ahora trillado, aburrido. Promocionado como “tres días de paz, amor y música” Woodstock fueron en realidad 3 y medio días de agosto de 1969 que pasaron a la historia por haber juntado unos 500 mil jóvenes hippies y afines a escuchar a exponentes muy importantes de una música que venía a patear el tablero.

Ya dijimos que el antecesor ilustre de Woodstock fue el Monterey Pop en la costa oeste en junio 1967. Otra posta anterior fue el Miami Pop Festival de mayo 1968. Estos fenómenos ilustraron lo que se dio en llamar “el verano del amor” o la era del flower-power. Una contracultura generacional que ahora nos parece inocente pero que en ese momento nos conmovió. Y que, como tantas otras, pasó de largo sin conmover al poder que todo lo maneja. Linda tarea para el hogar investigarlo. Depende de tu curiosidad.

Woodstock es una localidad campestre conservadora, a mano de Nueva York, en el este norteamericano. Más precisamente la cosa fue en una granja de 240 has. alquilada en la cercana Bethel por U$S 75000. Los chicos llevaron sus petates para acampar unos días. Las entradas anticipadas salían solo 18 U$S pero estiman que un 20 por ciento del público entró colado.

El documental no fue el primero en su tipo pero el director Michael Wadleigh utilizó una buena serie de recursos que después se repitieron hasta el hartazgo. La película ganó el Oscar al mejor documental en 1970. Un joven Martin Scorsese trabajó en el equipo de montaje.

Lo que también hace destacar este film es el compendio de buenas interpretaciones de baluartes de la música rock de los sesenta, reunidos por los organizadores del recital. Nadie imaginó la repercusión que tendría el festival, muy cercano en el tiempo al previo de Monterrey Pop o al inminente de la inglesa isla de Wight. Empecemos por los ausentes más famosos: a los Rolling Stones los convocaron pero Mick Jagger estaba grabando una película en Australia. De Beatles no se supo si hubo intención. Jeff Beck acababa de separar a su Group, Led Zeppelin tenía actuaciones programadas en USA mismo para esos días, The Doors no se convencieron de ir y Simon & Garfunkel grababan un disco en NYC para esa fecha. Jethro Tull y Mothers of Invention de Frank Zappa rechazaron la oferta: dicen que no eran muy fanas del hippismo. Bob Dylan, aunque tenía una casita cerquita de Woodstock, tampoco aceptó (pero estuvieron Joan Baez y The Band, laderos suyos). Joni Mitchell no actuó pero al menos se inspiró en el evento para crear el inmortal tema “Woodstock” que catapultaron los Crosby, Stills, Nash & Young. Muchos de esos intérpretes ingleses en boga fueron reemplazados por grupos norteamericanos ignotos.

Las actuaciones más relevantes del festival, saltan a la vista. Joe Cocker llevando al éxtasis el beatlesco “With a little help from my friends”. Un salvaje Santana en “Soul sacrifice” con el monumental solo de batería de Mike Shrieve. En esa grilla, Richie Havens, Ravi Shankar, The Who, Canned Heat, Crosby, Stills, Nash & Young, Sly & The Family Stone y Jimi Hendrix quedaron en la historia de la música moderna.

En su momento, la versión argentina de la banda sonora de la película la sacó el sello Atlantic en vinilo, lo habitual en aquellos años. Constaba de tres discos -una rareza total para esa época- y estaba muy mal presentada gráficamente. Meses después se agregó una edición doble (“Woodstock two”), dos discos más, que aportaban temas infaltables de los mismos intérpretes o agregaba otros inéditos, como el grupo Mountain con el británico Jack Bruce (Cream). Históricamente, las ediciones nativas mostraban diferencias de contenido y presentación comparadas con las sajonas o japonesas. Para mal.

Posteriormente salieron en otros países ediciones sonoras del festival bastante por parte de la discográfica Rhino, conteniendo hasta seis CD. Allí se pueden escuchar también temas de Janis Joplin, Blood, Sweat & Tears, The Band, Johnny Winter, The Grateful Dead, Jefferson Airplane, Ravi Shankar o Creedence Clearwater Revival, que no aparecieron en las iniciales. Depende de tu curiosidad.

Con el tiempo, otras discográficas aprovecharon para sacar las actuaciones de sus artistas en particular. Por ejemplo, para los fanas de Jimi Hendrix que se durmieron, recordar escuchar el recital completo del guitarrista en ese Woodstock, con inigualables versiones de “Vilanova junction” e “Izabella” (ya se los recomendé junto a otros discos de Hendrix en un capítulo anterior). Ni que hablar de su versión instrumental del himno norteamericano “The Star Spangled Banner”, plagado de efectos de feedback y palanca de trémolo de su Fender-Stratocaster que asemejaban metralletas y bombas inspiradas en la vigente guerra de Vietnam, que los jóvenes hippies repudiaban. A pesar que Hendrix era un tipo poco politizado, pocas cosas de la música contemporánea fueron más revolucionarias que esos pocos minutos. Los Who tocaron directamente un día antes. La última jornada fue un domingo y se estiró tanto que JH cerró el festival tocando el lunes a las 9 de la mañana del 18 de agosto de 1969, cuando ya muchos estaban levantando campamento. Lo ilustra la película. Acompañó a JH un sexteto algo improvisado y mal ecualizado, con una segunda guitarra y percusionistas (una rareza en sus formaciones), incluyendo a Billy Cox en bajo y Micht Mitchell en batería, antiguos miembros de sus Band of Gypsys y The Experience, respectivamente.

Disfrutar del film completo, sigue siendo interesante y educativo. Si te prendiste a la historia, podés ir en busca de “Celebration at Big Sur” (1971), un documental de la sexta edición de un festival que se hacía sobre la costa del Pacífico, en California-USA, en setiembre 1969. Mayormente dedicado al folk-rock, estuvieron Joni Mitchell, Joan Baez y su hermana Mimi Fariña, Crosby, Stills, Nash & Young, Flying Burrito Brothers, The Incredible String Band, John Sebastian y otros.

Era apenas un niño de primaria en esa época, empeñado en jugar a la pelota y ser buen alumno. De haber tenido unos años más habría sentido culpa de no haber largado todo e irme a San Francisco para pescar el avión de la historia en los años hippies o inmiscuirme en el episodio Woodstock. Contrafáctico, le dicen ahora. Aunque esa inocente vuelta a las fuentes haya culminado en una nueva derrota rebelde, debió ser una época muy divertida. Unos pocos años después del suceso norteamericano, los muchachos de clase media de Buenos Aires nos consolábamos viendo una y otra vez la película del recordado festival (¡parcialmente censurada!) todos los sábados trasnoche, en el cine Ritz de Avenida Cabildo casi Lacroze, barrio de Belgrano. ¿Cuántas veces la abremos visto? A partir de ahí, el cantito tribal de Woodstock se difundió a todos los recitales rockeros argentinos, quizás hasta que desaparezca nuestra generación.

De todo ese malón de artistas del histórico festival solo vinieron a la Argentina luego –salvo error u omisión- Richie Havens, Santana, Joe Cocker, Creedence Clearwater Revival (en decadencia y sin John Fogerty) y ya jubilados (pero dignos) los septuagenarios Crosby, Stills & Nash. A Havens lo vi en buena forma en Obras en 1980, como telonero de Jan Hammer, y a Santana, en el Viejo Gasómetro de Boedo y en el Luna Park en 1971, con una formación parecida a la de Woodstock. Lamento mucho ahora haberme perdido a Joe Cocker en su mejor momento: vino básicamente con sus loquísimos “Perros rabiosos e ingleses” al Luna Park (existe una película por ahí de sus excelentes perfomances). Ya comenté arriba lo de C.S&N. en el Luna Park-2012.

* “Melody”(1971) - Bee Gees

La banda sonora se compone mayoritariamente de canciones previas de Bee Gees, complementos instrumentales de la Hewson Orchestra y cierra con la majestuosa “Teach your children” de Crosby, Stills, Nash & Young. Los principales temas de los hermanos Gibb son “Melody fair” y “To love somebody”. La película fue una comedia romántica juvenil dirigida por Waris Hussein y escrita por Alan Parker, que curiosamente años después se encargaría de “The wall” (1982), también con una temática rebelde implícita, claro que de naïve pasó al noire. De Parker seguimos hablando abajo.

* “Ultimo tango en París” (1972) – Gato Barbieri.

La bio del saxofonista rosarino Leandro “Gato” Barbieri (1932-2016) y un repaso de su discografía, ya pasaron en el Cap. 4-Jazz & Jazz fusion. Fue un precursor de la luego llamada world music. Dijimos como fue buscando su espacio y su estilo en EE.UU. y Europa. El antes y el después de su popularidad fue la oferta de Bernardo Bertolucci para musicalizar esta película. Componer la banda sonora convirtió a Barbieri en el saxofonista más cotizado del planeta. Por su trabajo obtuvo un Grammy y un contrato con A&M Records, donde Herb Alpert le produjo cinco discos. El soundtrack premiado devanea entre un jazz sensual con toques latinos, tangueros melancólicos y algunos clichés. Está muy interesante. El tema principal es conocido en todo el mundo y ya debe andar por las trescientas versiones. Barbieri o sus productores no habrán tenido bandoneonistas a mano: reemplazó el sonido de nuestro fuelle típico por el acordeón de dos italianos.

El rosarino presenció parte de la filmación y compuso la banda de sonido que demostró encajar a la perfección y resaltar su esencia. Se supo después que el Gato había propuesto a Astor Piazzolla para arreglar y orquestar su música, pero el marplatense era muy vanidoso como para aceptar así nomás un segundo plano. Pidió más dinero que el previsto y terminaron convocando al norteamericano Oliver Nelson. Volveremos a referirnos al Gato Barbieri al llegar al documental “Calle 54” (2000) del español Carlos Trueba, dedicado al latin jazz.

La de Bertolucci fue una película inquietante con tintes existencialistas que tuvo mucho éxito en ambientes intelectuales y no tanto y escandalizó verdaderamente al resto. Por su filosofía y por los combates sexuales entre los protagonistas Marlon Brando y María Schneider, bravos para la época. Durante décadas para muchos fue sinónimo de cine pornográfico. Durante la filmación, la actriz sufrió abusos y quedó con secuelas psicológicas. Por sus escenas eróticas “Last tango in Paris” se estrenó con cortes en EE.UU. y Gran Bretaña. Fue directamente prohibida en Italia, donde la justicia condenó a Bertolucci y ordenó confiscaran las copias del filme. En la España de Franco y la dictadura argentina de Lanusse & Cia. tampoco se permitió su exhibición. Pasaron 7 años para que se pudiera estrenar en Brasil, 30 años en Chile.

* “The sting” (1973) – Marvin Hamslich.

En el Cap. 4 “Jazz & Jazz fusion” les recomendaba “The Scott Joplin album” (2015) interpretado por William Bolcom y explicaba un poco la cosa. Joplin fue un pianista negro de Texas-USA (1868-1917), compositor de óperas populares, que se hizo famoso en Chicago y aledaños al publicar su famoso “Maple leaf rag”, símbolo del ragtime, un estilo antecesor del género jazz. El ragtime se renovó poco y fue quedando en el olvido. Marvin Hamslich, fue el productor y arreglador de la música de Joplin para ambientar esta multipremiada película “El golpe” (1973) de George Roy Hill que igual que la otra citada, fue interpretada por Paul Newman y Robert Redford. La música fue un gran hallazgo del productor que ambientaba a la perfección las vivencias del film y gustó tanto que la B.S.O. superó el millón copias vendidas. Tiene tracks en versión solo piano u orquestados. La mayoría de los espectadores no sabíamos que la mayoría de lo que escuchábamos había sido compuesto a principios del siglo XIX, bastante antes de los años treinta que relataban la película. El tema icónico fue “The entertainer”. Mi preferida siempre fue la melancólica “Solace”.

** “Estado de sitio” (1973) - Mikis Theodorakis.

Extraordinaria banda de sonido de la película del griego Costa Gavras. Compuesta por otro griego famoso, Mikis Theodorakis, con tintes sudamericanos lógicos tratándose de una intriga política localizada en el Uruguay de la época de la guerrilla urbana de los tupamaros (aunque filmada en Chile). Interpretada genialmente por Los Calchakís, un grupo formado por argentinos y algunos chilenos con residencia y trayectoria europea. Música irrompible para un film memorable en la época de la guerra fría universalizada. La historia real de un agente encubierto de la CIA especialista en torturas, colaborador del gobierno conservador de Jorge Pacheco Areco, es secuestrado: Dan Mitrione interpretado por Yves Montand. Los mejores temas: “Estado de sitio”, “Pueblo en lucha”, “Hugo bajo arresto”.

* “La guerra de las galaxias” (1977)

John Towner Williams (Nueva York-USA, 1932) es uno de los top five compositores/directores para la industria cinematográfica mundial. Como muchos de ese selecto grupo, estudió música y composición. Intentó como pianista de jazz, sesionista y arreglista, trabajó con Henry Mancini y André Previn y dirigió orquestas sinfónicas, hasta que se instaló en Los Angeles y logró posicionarse en Hollywood. Sus primeros éxitos fueron para “El valle de las muñecas”(1967), “El violinista en el tejado” (1971) o  “La aventura del Poseidón” (1972). Después, “Tiburón” (1974), “Encuentros del tercer tipo”(1977) y “E.T.”(1982) y su “Flying theme”, ya asociado a Steven Spielberg.

La fama adquirida fue el puente para que aterrizara en la imbatible trilogía inicial de “Star wars” (1977 a 1983), que dirigió George Lucas. Señores, han pasado cincuenta años desde que arrancaron con la brillante idea y sus secuelas y es inútil agregar adjetivos a la popularidad que lograron esas B.S.O: el American Film Institute las premió como las mejores bandas sonoras norteamericanas de todos los tiempos. Siguen sonando majestuosos su “Main theme”,  “Imperial march” y “Dark Vader theme”. Dicen los que saben, que tiene influencias clásicas del neoromanticismo alemán Richard Wagner, Max Steiner) y acá se le notan.

También Williams metió su ingenio para la saga de Indiana Jones de Spielberg, empezando por “Los cazadores del arca perdida” (1989), cuyo tema principal nos sale a la mente enseguida si nos rascamos un poquito la cabeza. Williams siguió sumando trabajos para el mundo del cine. Solo para mencionar ejemplos vinieron “Mi pobre angelito” (1991), “Jurasic Park”(1993) y, ya entrado el siglo XXI su aporte para las tres primeras de la saga “Harry Potter”, para las que utilizó como leitmotiv su “Hedwig’s theme”.

John Williams es el músico del mundo que más veces fue nominado para un premio Oscar (52 veces-sea como mejor música o mejor canción original) y lo ganó en cinco ocasiones. Como a otros especialistas del género cinematográfico, le fue encargada la música de varios juegos olímpicos. El tipo sabe cumplir, no te fallaría seguro para ambientar tu casamiento!

En Spotify hay muchas opciones para rescatar las creaciones de Williams. Por ejemplo, “John Williams: Innovations” (2022), donde lucen 64 de sus temas interpretados  por su Boston Pops Orchestra y por la Filarmónica de Berlin y la de Viena, la London Symphony Orchestra y otras. 

Williams tiene varios trabajos conjuntos con el gran violonchelista franco-estadounidense de origen chino Yo Yo Ma (Paris, 1955), como “Yo Yo Ma plays John Williams”(2002). No escuché todo pero solo abordarían tangencialmente las bandas sonoras para cine que lo hicieron famoso. 

* “Woman in red” (1984) - Stevie Wonder.

La música de esta comedia romántica fue recopilada por James Horner y es casi toda de Stevie Wonder. La canción homónima que encabeza la B.S.O. es lo peor que le escuché a Wonder alguna vez pero el resto del disco es ameno y contiene temas inolvidables. “It’s you” y “Weakness” cantadas a dueto con Dionne Warwick son extraordinarias. “I just called to say I love you” tuvo una difusión terrible y ha sido de lo más conocido de Wonder. Cierra “Don’t drive drunk” levantando el ritmo. Ya tienen cuatro perlitas que justifican una escucha de este disco que recogió algunos premios. Creo que el film pudo llegar a soportar el paso del tiempo haciendo reir. Acá en Argentina lo titularon “Una chica al rojo vivo”. Fue dirigido y protagonizado por Gene Wilder.

“Birdy” (1984) – Peter Gabriel.
 
Fue la primera banda sonora que le encargaron a Peter Gabriel, el músico inglés ex Genesis, al que ya citamos bastante en el Cap. 3-Pop, rock & progresiva. Lógicamente, su sonido guarda conexiones con otras producciones suyas de esa época, ubicado entre sus éxitos "Plays live" (1983) y “So” (1986). Claro que con tonos más intimistas, dado el clima dramático de la película de Alan Parker (Londres-Inglaterra, 1944-2020), sobre un muchacho que vuelve de la guerra de Vietnam con trastornos psiquiátricos.

Para este soundtrack, Gabriel hace un pastiche: usa las melodías ya editadas de “Family snapshot” para “Close up”,  la “From no one of us” para “Birdy’s flight”, la de “Rhythm of the heat” para “The heat” y la de “Wallflower” para “Under lock and key”, pero sin su voz,  solo como nuevas versiones instrumentales. El problema es que las originales (que básicamente se encuentran en “Security” de 1982 o “Plays live” de 1983) pueden resultar auditivamente más atractivas que las versiones instrumentales creadas para ambientar la película. Entonces, recomiendo un repaso por todo el conjunto.

La otra B.S.O. famosa encargada a Gabriel fue “Passion: the last temptation of Christ” (Martin Scorsese, 1989). Su concepto es bastante diferente, incorporando más ambient y clichés orientales. Comparativamente, fue más premiada que la primera.

 * “Paris, Texas” (1985) – Ry Cooder.

Música del sur norteamericano. El imperio de las cuerdas estiradas y la guitarra slide. Blues, gospel y tex-mex que le dan un clima tensionante e inigualable a esta road-movie del director alemán Wim Wenders (el de las estupendas “El amigo americano”, “Las alas del deseo-el cielo sobre Berlin”, “Tan lejos, tan cerca”, etc.)

Ry Cooder es un músico de Los Angeles-USA (1947), capo de la guitarra slide y un especialista de la música tradicional de su país: blues, rhythm & blues, gospel, folk, tex-mex, calipso. Empezó como músico de sesión, colaboró con el bluesman Taj Mahal y hasta con los Rolling Stones (terminaron eligiendo a Mick Taylor cuando lo de Brian Jones), tuvo grupos propios poco relevantes y compuso música de películas al por mayor. Por mencionar algunas, “The long riders” (1980), “The border” (1982), “Crossroads” (1986) y “Geronimo” (1993). Escuchar sus bandas sonoras permite un paseo por la música tradicional sureña norteamericana, por definirla genéricamente así. La carrera de Cooder en el mundo del cine no solo es atípica por su prolificidad. También porque irrumpió fuerte en este rubro que es más receptivo a creadores tecladistas que guitarristas.

Años después, la dupla Wenders-Cooder arremetieron con el documental “Buena Vista Social Club” (1999), recopilando excelente música cubana de distintos autores (Compay Segundo, Ibrahim Ferrer, Rubén González, etc.) Cooder obtuvo uno de sus Grammys con ello. Ya comenté y recomendé esta banda sonora en el Cap. 2-Folklore argentino, sudamericanos & world music, por su representatividad pero bien podría estar en estos párrafos.

Dejemos el análisis del mensaje y la  calidad de la filmografía de Wenders (Dusseldorf-Alemania, 1945) para otros. Destaquemos acá el espacio central y el  preciosismo que le otorga a sus bandas sonoras. Así, falta agregar que en una buena cantidad de sus producciones encontrarán tracks de los músicos que lleva profundamente en su corazón: Lou Reed, Nick Cave, U2, Elvis Costello, Talking Heads,  Portishead y otros. El tipo dice: “La música que me rodea, que me mueve cuando escribo un guión o ruedo un film, acaba aterrizando con frecuencia en la película”. Incluso, invita a muchos de ellos a hacer cameos en sus películas. Hay que prestar atención.

Los amantes de los irlandeses U2 se pueden hacer una panzada con “The million dollar hotel” (Wim Wenders, 2000). Bono hizo parte del guión y de la música, que es aportada/interpretada por ese grupo o por la banda ad hoc MDH. 

* “The falcon and the snowman” (1985) - Pat Metheny Group.

Composiciones de Pat Metheny y Lyle Mays interpretadas por el Pat Metheny Group, uno de los mejores combos que tuviera allá por los ochenta el guitarrista norteamericano. Ya hablé de ellos hasta el hartazgo en el Cap. 4-Jazz & Jazz fusion. Las intervenciones vocales son del argentino Pedro Aznar, que en esa época integraba el grupo. Tiene arreglos orquestales de la National Philarmonic Orchestra (se supone que la norteamericana). El tema de difusión fue “This is not America” cantado por David Bowie, que se convirtió en un gran hit mundial.

“El halcón y el hombre de la nieve” fue un thriller de espionaje dirigido por John Schlesinger, basado en una historia real. Dos muchachos consiguen info secreta y quieren hacerse unos dólares vendiéndola a la KGB rusa en plena guerra fría. Los actores, unos juveniles Sean Penn y Timothy Hutton.

* “Laberinto” (1986) – Trevor Jones.

No es una banda de sonido que pase a la historia pero la amalgama con esta película de aventuras para niños con la música rockera compuesta por Trevor Jones, está buena para una escucha. Con abundancia de sonidos tecno de la época, los trechos incidentales resultan más groseros. Trevor Jones es un cotizado especialista en soundtracks con varios éxitos en su haber. Pero los temas principales cantados por David Bowie (“Magic dance”, “As the world falls down” y especialmente “Underground”) solventan el disco.

El film fue dirigido por Jim Henson, el creador de los Muppets (USA 1936-1990), quien recurrió a la veta de sus afamados muñecos, en tono fantasía. Lo apuntaló en el plano artístico un diseñador gráfico precursor en la ilustración de historias fantásticas de duendes y magos que inundarían las pantallas unas décadas después: el hoy setentón Brian Froud. Los protagonistas humanos fueron Jennifer Connelly y la hijita de Froud, que hizo de niña raptada por Jareth, el rey de los duendes (el propio Bowie).

** “La misión” (1986) - Ennio Morricone.

Muy posiblemente, Ennio Morricone (Roma-Italia, 1928-2020) haya sido el músico más rico y cotizado del planeta. Hizo más de quinientas bandas de sonido de filmes, desde la música de los setentosos “spaghetti western” (“Por un puñado de dólares”, “Salario para matar”, “El bueno, el malo y el feo”) que le dieron fama, hasta su alianza con el modernoso director Quentin Tarantino. Para los poco informados en un tema tan antiguo, los “spaghetti western” fueron una saga de películas filmadas en Italia y España con equipos y directores italianos abordando temas del lejano oeste norteamericano, con un hiperrealismo que bordeaba el sensacionalismo y le pasaba el trapo a los westerns del imperio protagonizados por John Wayne y John Ford. El director principal del boom fue Sergio Leone y los actores fetiche fueron Clint Eastwood, Terence Hill, Franco Nero, luego Charles Bronson, James Coburn, Gian Maria Volonté, Giuliano Gemma y hasta Klaus Kinski.

Morricone le supo sacar jugo a su gran formación clásica, que puso a disposición del otro arte, más popular. Ilustró películas del neorrealismo italiano y luego trabajó para Sergio Leone, Gillo Pontecorvo, Pier Paolo Pasolini, Dario Argento, Bernardo Bertolucci, Giuseppe Tornatore y otros. Entre tantas, fue célebre también su banda para el film "Sacco y Vanzetti" (Montaldo, 1971), donde su himno "Here's to you" cantado por Joan Baez, copó todas las radios del mundo.

Pocos saben que Morricone fue el autor de la marcha del mundial Argentina 1978, esa que no tenía letra pero todos silbábamos, con aires marciales suavizados por una flauta dominante. Morricone obtuvo dos premios Oscar, uno honorífico en 2007 y el siguiente por el western “The hateful eight” (2016) de Tarantino. Otros premios suyos conocidos fueron los Grammy por “Los intocables” (Brian de Palma, 1988) y por su trayectoria musical (2014), seis premios BAFTA y tres Globos de Oro: por “La misión” (1986), “La leyenda del pianista en el océano” (Tornatore, 1998) y, también, por “The hateful eight”.

Cuando vi “La misión” (1986) por primera vez, la banda sonora me pasó algo desapercibida, quizás por lo impactante de la historia relatada por Roland Joffé y los personajes de Robert De Niro, Jeremy Irons y Liam Neeson. Luego leí sobre su repercusión pero me seguía pareciendo algo solemne. A la tercera revisada me patió el tablero y me sigue conmoviendo a cada escucha. El tema más conocido para los porteños es “Asunción” porque fue la cortina musical del programa que conducía Mariano Grondona, antiguo comentarista político de la TV argentina. Pero “Gabriel’s oboe” y “Falls” son excelsas y sus climas son monumentales.

** “Cinema Paradiso” (1989) - Ennio Morricone.

La mejor película que vi en mi vida con la mejor banda de sonido que escuché en mi vida. No encuentro las palabras justas para explicar lo que me producen las escenas y el sonido de “Cinema paradiso”. Yo soy un amateur pero si este soundtrack es el preferido de Pat Metheny también, me rindo a la verdad absoluta. Morricone acá, con un tema piano solo te rompe el alma. “Toto y Alfredo”, “Primera juventud”, “Love theme” (compuesta por su hija, Andrea Morricone), conmueven hasta las piedras.

La película de Giuseppe Tornatore (premio jurado especial Cannes 1989) -aunque suene redundante en este racconto- es la conjunción perfecta de imágenes, palabras y música. Por algo los argentinos nos parecemos tanto a los italianos. Quien llegó a tener la experiencia de los cines de barrio recibirán sensaciones análogas. En mi caso personal, fueron los cines Astral, Regina, Astros y Bristol de Munro y Martínez. ¡Tres películas por unos pocos pesos para conectarse con el mundo! Algo que se perdieron los millenials y smartphones dependientes, provistos de otros recursos.

Una última recomendación para abordar la pluralidad de Morricone. Volviendo al ya mencionado violonchelista Yo Yo Ma, abordó la temática cinematográfica del italiano en “Yo Yo Ma plays Morricone” (2004). El propio Morricone trabajó en el disco como productor, orquestador y conductor de la Roma Sinfonietta Orchestra que se oye. Rescatan sus temas favoritos (no necesariamente los que más me atrapan) y los envuelven con orquestación muy sobria. 

* “Bird” (1988) – Charlie Parker.

Como ya mencionara al citar en otro capítulo al magistral saxofonista norteamericano Charlie Parker (1920-1955), su admirador, el actor y director Clint Eastwood encaró esta película que relata la tortuosa vida de ese innovador del jazz. El papel protagónico quedó a cargo de Forest Whitaker, que ganó en Cannes como mejor actor por su representación. De la banda sonora se encargó Lennie Niehaus, músico de carrera en la industria del cine de Hollywood, trabajando quirúrgicamente sobre grabaciones del mismo Parker, que al ser monoaurales fueron purificadas. La idea de Eastwood fue no suplantar las intervenciones inigualables de Parker. En distintos tracks intervinieron el trompetista Jon Faddis, los legendarios bajistas Ron Carter y Ray Brown, el baterista John Guerin (ex Mothers of Invention de Zappa, The Byrds, Ray Charles, Sonny Rollins, etc.) y otros músicos. Para ciertos retoques estuvo al saxo Charles McPherson (ex Charles Mingus y solista prestigioso). El sonido del film obtuvo el Oscar.

* “The Last Emperor” (1988) - Riuychi Sakamoto

El mejor músico japonés contemporáneo, Ryuichi Sakamoto (Tokyo, 1952-2013). Su bio y su producción moderna fueron repasados en Cap. 3-Pop, rock & progresiva – Parte 2. Respecto a su prolífica creatividad para bandas de sonido, la primera que compuso llamó la atención no solo a los oídos: fue “Merry Christmas Mr. Lawrence” (Nagisa Oshima, 1983) donde el inquieto oriental fue también protagonista principal junto a David Bowie. Entre otras, le siguieron “El cielo protector-The sheltering sky” (Bernardo Bertolucci, 1990), “Tacones lejanos-High heels” (Pedro Almodóvar, 1991), “Cumbres borrascosas-Wuthering heights” (Peter Kosminksky, 1992), “Little Buddah” (1993) y otras.

Sakamoto sacó premios a rolete por sus B.S.O.: Oscar, Grammys, BAFTA, Globo de Oro. Y, en paralelo a sus discos pop & rock, craneó “El mar Mediterráneo” (1992), una pieza sinfónica de 20 minutos para la apertura de los juegos olímpicos de Barcelona. Hizo también la ópera “Life”(1999), un proyecto multigénero donde estuvieron Bertolucci, la coreógrafa Pina Bausch y el tenor Josep Carreras. Sakamoto también compuso pilas de cosas para juegos electrónicos y animés ponjas.

Es buena recomendación recurrir al disco recopilación “Cinemage” (1999) porque te permite escuchar los “main theme” de todos esos trabajos. Más reciente, tienen “Sakamoto. Music for film” (2016) que incluye también la bella “Bibo no aozora” que cierra en los títulos en “Babel” (González Iñárritu, 2006) y el tema principal de “The revenant” (González Iñárritu, 2015), que compuso en colaboración con el alemán Alva Noto.

Por su música para “El último emperador” (Bertolucci, 1988) obtuvo un premio Oscar, compartido con el norteamericano David Byrne (ex Talking Heads) y el chino Cong Su, que colaboraron aportando varios tracks. Los de Sakamoto sacan ventaja: “Rain (I want a divorce)” y las variantes del tema principal emocionan. Aunque resulte sabido para muchos, Sakamoto recurrió a composiciones inspiradas en tradiciones niponas en las bandas sonoras de filmes temáticos como este. Dicen los que saben que otras de sus influencias clásicas han sido los franceses Claude Debussy y Eric Satie.

Tenía que ir a verlo por si a Ryuichi no se le ocurría venir más al sur, cosa que efectivamente pasó, aunque sabía de antemano que aterrizaba con una onda muy experimental, no a hacer un compendio gratificante de grandes éxitos. Fue en el Gran Rex en mayo de 2012. El sesentón Sakamoto y su piano acústico mixturado con improvisaciones electrónicas y efectos visuales coordinados de Alva Noto (el alemán Carsten Nicolai), presentando su producción conjunta “Summvs”. Gran nivel, pero minimalismo frío y pocas melodías. Nadie es perfecto.

“Jesús de Montreal” (1989) - Yves Laferriere. 

Vieja película del canadiense Denys Arcand (Grondines, 1941), que encargó la banda de sonido al músico Yves Laferriere. Este escribió partituras modernas al tono de la época interpretadas por gente del grupo de rock progresivo Harmonium. El tema homónimo de 2:30 min. y leitmotiv de la película, cierra los títulos finales. Ahí sobresale la guitarra del violero Robert Stanley. Es lo mejor y lo que más sobresale de esta B.S.O. Entre medio, para los incidentales, adecuando con lógica la temática del guión, insertó varios fragmentos de Giovanni Battista Draghi Pergolese, un autor barroco del siglo XVIII.

Para quien no conocen a Arcand, es un cineasta con un idioma muy original -tan valioso como fuera de modas- que dirigió también las comedias dramáticas “La decadencia del imperio americano” (1986) y “Las invasiones bárbaras” (2003), todas con premios en el festival de Cannes o nominadas al Oscar, al igual que “Jesús de Montreal”. 

* “Batman” (1989) - Prince.

Abordamos a Prince Roger Nelson alias Prince (Mineápolis-USA, 1958-2016), impresionante músico de rock, rhytm & blues y funky, personaje incatalogable del mundo del espectáculo en el Cap. 3-Pop, rock & progresiva y recomendamos básicamente lo principal de su extensa discografía.

Este soundtrack que le encargara Tim Burton para ambientar un nuevo revival cinematográfico del héroe encapuchado, me encanta. Porque Prince no dejó de ser Prince y sacó como banda sonora, uno de sus mejores discos de estudio. Realmente funky, pesado y oscuro como lo exigía el tono de la película. “Batdance”, “Partyman” y “Electric chair” te hacen mover las patitas quieras o no quieras. Que lindo escuchar la guitarra nerviosa de Prince otra vez!

** “The Commitments” (1991) - Varios.

Una película optimista, sobre un grupo de jóvenes irlandeses de Dublin, perdedores devenidos músicos peleándola por ascender y una banda de sonido lleno de soul norteamericano, que era la obsesión de su lider en la ficción. El film lo dirigió también el prolífico cineasta londinense Alan Parker (1944-2020) y es de lo mejor que hizo a mi humilde entender por divertido y no pretensioso, como otras veces.  Fue un cineasta provocativo a propósito, pero sin cruzar la raya. Eso lo cotizaba bien, obteniendo grandes presupuestos para sus proyectos. Parker fue un especialista en filmes musicales. En su cuenta tenemos “Bugsy Malone” (1976), “Fama” (1980), “The wall” (1982), “The Commitments” (1991) y “Evita” (1996)

Sus bandas sonoras nunca pasaron desapercibidas, claro. El tema “The chase” de “Expreso de medianoche” (1978) compuesto por Giorgio Moroder, sacó un Oscar y era repetido hasta el hartazgo en las radios. Con la música de “Fama” (1980) bailaron millones en academias de danzas de todo el mundo. La ópera “The Wall” (1982) de Pink Floyd ya era éxito antes y le sirvió de base para plasmar la película, una especie de videoclip largo. La B.S.O. de “Birdy” (1984) hecha por Peter Gabriel, recién mencionada, deslumbra por otros motivos. En “Evita” (1996), Madonna cantaba “No llores por mi, Argentina”  y junto a Antonio Banderas y Johnatan Pryce luchaban por hacer algo creíble la ópera pastiche de Andrew Lloyd Weber.   

La banda sonora y la película “The commitments” (1991) recibieron premios en Europa. En algunos países se la conoció como “Camino a la fama”. Para interpretar a ese grupo de amigos, el cineasta reclutó a actores ignotos con conocimientos musicales para afrontar la parada. El cantante de la banda y personaje secundario Andrew Strong resultó imbatible. En el coro femenino también hay figuras para destacar. Interpretaron clásicos del soul, como “Mustang Sally” de Bonny Rice, “In the midnight hour” de Wilson Pickett, “Take me to the river” de Al Green o “Chains of fools” en versiones ad hoc. 

** “Book of days” (1992) – Enya.

Esta es una pequeña trampita porque en realidad no es una banda de sonido de películas sino un disco con temas incluídos en distintas películas. Una rareza. Tampoco es un CD o un disco en el sentido clásico sino un EP con 4 temas: “Book of days”, “Watermark”, “On your shore” y “Exile” que fueron usados en los films “Greencard” (Peter Weir, 1990), “L.A. Story” (Mick Jackson, 1991) y “Far and away” (Ron Howard, 1992), todas más o menos romanticonas. Yo descubrí a Enya en “L.A. Story”, divertida película con Steve Martin y Sarah Jessica Parker. Otro aporte conocido para filmes fue “May it be” para “El señor de los anillos: la comunidad de los anillos” (2001).

Enya es irlandesa y en realidad se llama Eithne Ni Bhraonain (Gweedore-Donegal, 1961). Empezó jovencita con un grupo familiar llamado Clannad y luego se hizo solista. Ha creado e interpretado sus propias canciones en diez idiomas, incluyendo latín, gaélico y hasta uno inventado ad-hoc por su letrista Roma Ryan (el ioxian). No estoy seguro si se puede clasificar a esta música como celta; algunos dicen que es folk, otros “new age”: pero suena pacífica y celestial. Nada de baterías ni estridencias: piano y percusión perfectamente ecualizados, colchones de teclados y su voz mezzo-soprano superpuesta en capas. Ningún disco suyo vendió menos de un millón de copias y en su país solo le hace sombra el grupo U2. Tiene premios Grammy a rolete. Es doctora honoris causa en letras en la Universidad del Ulster y tiene un asteroide bautizado Enya en su honor.

De la vida privada de Enya se sabe poco y es mejor así: apenas da reportajes, no brinda conciertos aunque tiene numerosos videos, dicen que es una perfeccionista y que vive sobriamente en un castillo de Dublin solo para la música, tanto que no quiere formar familia. No conozco sus últimos discos pero –si no la conocen aún- no está mal que sigan escuchando su álbum debut “Watermark” (1988) y “Shepperd moons” (1991), donde están sentadas sus bases musicales.

** “Underground” (1995) – Goran Bregovic.


A los ex entrañables amigos artistas Goran Bregovic (Sarajevo-Bosnia, 1950) y Emir Nemanja Kusturica (Sarajevo-Bosnia, 1954), ya los presenté en el Cap. 2-Folklore argentino, sudamericanos & world music. Expresan, con un hilo conductor pero en dos artes distintos, la mixtura cultural de la región balcánica donde todos se pelearon contra todos en una terrorífica guerra civil, allá por los años noventa. Muerto el Mariscal Tito en 1980 que gobernó con mano de hierro su ex Yugoslavia como una república socialista, explotó después una lucha fratricida muy sufrida entre grupos étnicos distintos que hasta medianamente convivían. Al finalizar el flagelo, quedaron varios pequeños estados: Bosnia Herzegovina, Croacia, Eslovenia, Montenegro, Serbia y Macedonia del Norte, y un territorio en disputa, Kosovo. Dentro se mezclan musulmanes, cristianos y ortodoxos y subyace la discriminada cultura gitana.

Kusturica es un multiartista, célebre más que todo por su producción cinematográfica, con la que cosechó lauros en Cannes y otros festivales por “Papá está en viaje de negocios” (1985), “Tiempo de gitanos” (1988), “Underground” (1995) “Gato negro, gato blanco” (1998). Todo de un modo desmesurado en comedias dramáticas de tono oscuro y satírico.

Goran Bregovic es un director de orquesta hijo de madre serbia y padre croata bautizado cristiano. Otra síntesis de la ensalada cultural que mencionábamos antes. Se puede recurrir a los trabajos de Bregovic para descubrir un panorama musical a la vez auténtico y aggiornado de esas etnias. Se vale de orquestas grandes con fuerte presencia de bronces, casi filarmónicas que incluyen incluso un acordeón. Otra de sus herramientas es otra formación, un poco menos numerosa, a la que bautizó Orquesta de Bodas y Funerales, porque son tradicionales en la región las bandas que musicalizan tanto casamientos como velorios gitanos.

Curte un sincretismo musical con variedad de estilos, con fanfarrias que incluyen ritmos folklóricos gitanos, algunos toques que nos suenan rusos, judíos o griegos y otros latinos y también retazos de jazz y rock & roll. El mismo Bregovic la define como música balcánica contemporánea. Para las composiciones, forma normalmente una sociedad con Ognjan Radivojevic (a) el pelado, que suele integrar sus agrupaciones. La cuestión es que Bregovic se hizo popular musicalizando las estupendas películas de Emir Kusturica: “Tiempo de gitanos” (1988), “Sueños de Arizona” (1993) y “Underground” (1995).

Música desaforada y cine desaforado. Tan desaforados que nuestras dos estrellas terminaron con el tiempo peleándose feo. El soundtrack de “Underground” (1995) es imprescindible. “Underground: Cocek”, “Kalasnjikov” y “Mjesecina/Moonlight” sonaron en todos lados: hacen mover a las piedras. “Cajesukarije: Cocek” y “Wedding: Cocek” también. No se como pero aparece la gran caboverdiana Cesaria Evora, también rememorada arriba, cantando la nostalgiosa “Ausencia”, un tango de Bregovic que tiene su versión instrumental en “Underground tango”. La excelente “Ya ya (ringe raja)” tiene una base que me suena a plagio de un twist pero no puedo descifrar. No sabés con cual quedarte. Ni hablar del nivel de la película en si misma: una comedia dramática casi surrealista llena de simbologías impresionantes.

Mencioné en ese Capítulo 2 que el inquieto Kusturica se incorporó como guitarra rítmica a una banda anarco-techno-punkrock llamada en su idioma Zabranjeno Pusenje (prohibido fumar), traducida como “No Smoking Orchestra”. Son algo así como nuestros Auténticos Decadentes, pero con alma gitana. Comenzaron en 1984 y tuvieron algunos problemas con la censura de su país durante un tiempo. Ahí el alma mater es el Dr. Nele Karajlic (Nenad Jankovic) y Stribor Kusturica se ocupa de la batería. A una típica base rockera le agregan tuba, saxo, violín y acordeón. Los integrantes del grupo musicalizaron específicamente “Gato negro, gato blanco” (1998), interesante también para escuchar. El viejo documental “Super 8 Stories” (2001), también de Kusturica, ilustra actuaciones y chifladuras de los grandulones al filo de los dos siglos, incluída una función en el Olympia de París. Su disco más memorable fue “Unza unza time” (2000), un vocablo onomatopéyico que inventaron para definir su música. Vinieron varias veces a la Argentina, tocaron en La Trastienda y hasta en el Cosquín Rock. Nuestro público fiestero se prendió como loco a su propuesta. Tienen un DVD “Life is a miracle in Buenos Aires” (2005) de sus funciones en Luna Park. Después grabaron la ópera “Tiempo de gitanos” (2007) con una tonalidad algo distinta a la habitual. Y por ahí puede encontrar “The best of No Smoking Orchestra” (2009).

Recomendé antes que escuchen todos estos discos para tener un panorama inicial de esta música balcánica aggiornada y muy contagiosa. Por lo menos, los va a sorprender.

* “Happy togheter” (1997) – Varios.

Una película dirigida por un hongkonés filmada en barrios sórdidos de la ciudad de Buenos Aires en épocas del 1 a 1 menemista, que relata la relación tortuosa de dos compatriotas inmigrantes homosexuales, con una banda de sonido que contiene a Caetano Veloso, Astor Piazzolla y Frank Zappa. Eclecticismo al por mayor.

Wong Kar-wai se alzó con un premio en Cannes por la dirección de este film de culto de la comunidad LGBT+ que en un principio pensó llamar “The Buenos Aires affair”. Wong se declaraba admirador de Maradona y del escritor Manuel Puig (“El beso de la mujer araña” y otras) y eso lo inclinó a filmar en estas pampas.

Danny Chung fue el curador musical. Aclaremos ante todo que el leitmotiv de su compendio es, justamente, la legendaria canción “Happy toghether” (1967) de la banda pop californiana The Turtles. De Astor Piazzolla eligió “Tango apasionado” y “Milonga for three” y de Zappa “Chunga’s revenge” y “I have been in you”. Caetano Veloso aportó su “Cucurrucucú paloma” del directo “Fina estampa ao vivo” (1995), recomendado oportunamente en el Cap. 2– Folklore argentino, sudamericanos & world music.

Los excelentes temas de Piazzolla mencionados antes pertenecen a su disco “Rough dancer and the cyclical night” (1987), grabado en Nueva York con su quinteto Tango Nuevo -rejuntado de apuro para cumplir el compromiso- con Suárez Paz en violín, Pablo Zinger en piano (no Pablo Ziegler), Rodolfo Alchourrón, Andy González en el bajo y el agregado de Paquito D'Rivera en saxo. Estaba destinado a una musical de teatro basado en cuentos de Borges, nunca estrenado por cuestiones de derecho de autor. Este disco del bandoneonista marplatense fue otro de mis recomendados en el Capítulo 2.

* “Las canciones de Almodóvar” (1997) - Varios.

No pretendo ponerme a descular la trayectoria cinematográfica del manchego Pedro Almodóvar (1949). Me sobrepasa. Todos saben que es un director y guionista tan original como controvertido, valores que le permitieron cruzar fronteras e imponer su sello personal en la industria. Sabe tercerizar muy bien la música  incidental de sus películas pero no deja al azar el subrayado: priman sus gustos personales y están plagadas de boleros, sones, rancheras, coplas y otras latinadas que llevan décadas heredadas en la memoria de la gente. Todo eso se convierte en un universo ecléctico e indefinible en el que reúne a canta-autores como Bola de Nieve, Chavela Vargas, Lucho Gatica, Los Panchos, Lola Flores, Miguel de Molina, Olga Guillot, Javier Solís o Mina. Al escuchar esa ensalada, ¿cómo puede ser que la reconozcamos como “música de películas de Almodóvar”? 

Volviendo al contenido incidental del sonido de sus filmes, el director los ha encargado a  unos pocos creadores. Durante su primera etapa artística, aquella del “destape español” y más o menos hasta los noventa recurrió a Bernardo Bonezzi. Pueden escuchar “Almodóvar early films-Bernardo Bonezzi” (2011) para conocerlo. Pero su gran elegido de ahí en adelante y hasta el presente fue Alberto Iglesias. Revisen el brillante compendio de sus trabajos en “Pedro Almodóvar & Alberto Iglesias film music collection” (2021). Solo en dos casos puntuales convocó a consagrados como Ennio Morricone y a Ryuichi Sakamoto:  “Atame” (1990) y “Tacones lejanos” (1991), respectivamente.

Este disco de 1997 recomendado arriba fue editado por los sellos Hispavox para España y por EMI para el resto del mundo. Ojo que deja afuera toda la producción de este siglo del cineasta. Es solo una excusa para que empiecen a abordar la galaxia musical de Almodóvar, que notoriamente tiene que ver con la edad, con la genética y la idiosincracia del manchego. El tipo parece rescatar los sonidos que le quedaron impregnados durante su niñez y adolescencia.

Claro que, si tus oídos rechazan el sonido latino, mejor no intentes abordar esto. Por si  fuera poco disruptiva la musicalidad de Almodóvar, está salpicada con condimentos satíricos y naives al lado de interpretaciones sublimes de Caetano Veloso o de extractos de Shostakovich o Stravinsky. Otro de los recursos que usa en sus melodramas, es hacer cantar a sus actores fetiches (Penélope Cruz, Antonio Banderas, Victoria Abril, Marisa Paredes o Chus Lampreave) o que hagan mímica de los temas que eligió para adornar escenas. 

* “El talentoso Mr. Ripley” (1999)- Gabriel Yared y otros.

Gabriel Yared (Beirut-Líbano, 1949) es otro cotizado especialista en bandas de sonido para películas. Después de estudiar en Francia, se las rebuscó haciendo arreglos, orquestaciones y jingles para radio y TV. Continuó trabajando para el cine europeo,  terminó en Hollywood y se metió en el top ten del rubro.

Las composiciones instrumentales de Yared para las tramas incidentales de “The talented Mr. Ripley” (Anthony Minghella, 1999) son atractivas por si mismas y destilan calidad. Las intervenciones jazzeras extras de Charlie Parker, Miles Davis, Dizzy Gillespie y John Martyn, del cool al bop, aumentan el interés. Los actores Matt Damon y Jude Law se ponen al micrófono en “Tu vuo´Fa´Lamericano”, en “Italia” y en una muy buena versión de “My funny Valentine”.

La película es un thriller tensionante. Completan el elenco Gwyneth Paltrow, Cate Blanchet y Philipe Seymour Hoffman. Es norteamericana pero fue filmada mayoritariamente en Europa y está basada en el libro de la prestigiosa escritora Patricia Highsmith. Es una remake: la novela ya había sido llevada al cine en “A pleno sol” (René Clément, 1960) con Alain Delon, Maurice Ronet y Marie Laforet y en “Ripley´s game” (Liliana Cavani, 2002) con John Malkovich, Dougray Scott y Lena Headey.

Unos años antes Yared se había alzado con un premio Oscar por mejor música original para “El paciente inglés” (Anthony Minghella, 1996) que interpretaban Ralph Fiennes, Kristin Scott Thomas, Juliette Binoche y Willem Dafoe. Salvo algunos tramos, es un buen ejemplo de música incidental que pide a los gritos ver pasar las imágenes de la película para cobrar sentido. 

* “Casi famosos – almost famous” (2000) – Varios.

Hay montones de B.S.O. de las ya mencionadas arriba, curadas por algún productor con fines marketineros para adornar principalmente comedias dramáticas para adultos jóvenes, destinadas a ampliar el abanico de espectadores por el boca a boca. Hay montones de intentos que fui escogiendo porque en su momento tuvieron alguna repercusión, pero a la distancia no resistieron el paso del tiempo. Aquí van algunos ejemplos:

"Queens logic" (Steven Rach, 1991)
“Singles” (Cameron Crowe, 1992)
“Pulp fiction” (Quentin Tarantino,1994)
“Reality Bites” (Ben Stiller, 1990)
“Empire records” (Allan Moyle, 1995)
"Blue in the face" (Paul Auster & Wayne Wang, 1995)
“Trainspotting”(Dany Boyle, 1996)
“Alta fidelidad” (Stephen Frears, 2000)

Me circunscribo a indicar solamente el director y el año de exhibición. Sería tedioso explayarme sobre los intérpretes escogidos en cada caso. En general se trata de grupos de pop o rock medianamente conocidos y algún que otro ignoto mechado por las discográficas.

Bueno, asomando la cabeza por la calidad de la selección, destaco esta “Almost famous” (Casi famosos-Dir. Cameron Crowe,2000), especie de road movie alrededor de un grupo de rock de ficción llamado Stillwater y su entorno. Nancy Wilson, cantante del grupo Heart y mujer de Crowe, fue la curadora. Que haya juntado a leyendas del rock como Simon & Garfunkel, Todd Rundgren, rescatado el Rod Stewart rockero, Elton John, Cat Stevens, Led Zeppelin, Black Sabbath, Yes, The Who, Beach Boys, The Allman Brothers, Lynyrd Skynyrd, entre otros, bien amerita escuchar esta banda sonora. Fuera del disco con la B.S.O. quedaron montones de fragmentos de temas rockeros históricos usados para ambientar escenas, que pueden disfrutarse consiguiendo la película. Que es entretenida.

* “Amelie” (2001) – Yann Tiersen.

Música mayormente orquestada y mechada con típicos acordeones tan franceses como La Marsellesa. La compuso Yann Tiersen, rescatando viejos temas de su catálogo y creando otros ad-hoc. Según dicen las crónicas, el cincuentón Tiersen tiene formación y trayectoria eclécticas y es referente a la vez del minimalismo y la nouvelle chanson francesa. El autor explotó de popularidad con este trabajo y luego hizo también el soundtrack de la muy recomendable “Good bye Lenin” (Wolfgang Becker, 2003), una historia hilarante sobre la caída del muro de Berlin. Es fácil adivinar que los laureles de la B.S.O. se los han llevado “Comptine d’un autre ete, l’apres-midi”, todas las variantes de “El vals de Amelie” y “I’ve never been there”. Además, en el film intercalan otros clásicos: los más expresivos son “Guilty” de George Shearing, “Sweet and lovely” por Al Bowlly y “Si tu n’etais pas la” por Frehel.

El film lleva por nombre completo “El fabuloso destino de Amelie Poulain”, lo dirigió Jean Pierre Jeunet y es una de las películas francesas que más éxito tuvo en su país. Una comedia optimista, realismo mágico a la europea en las calles de Montmartre-Paris. Catapultó a la fama a su protagonista casi excluyente, la actriz Audrey Tatou.

* “Finding Forrester” (2000) – Varios.

Esta banda de sonido de algún modo se hizo famosa por contener el hermoso cover/poupourri de “Over the rainbow+What a wonderful world” hecho por el hawaiano IZ-Israel Kamakawiwo’ole (Honolulu, 1959-1997) con su ukelele, que fue suceso mundial. Recopila también varios temas ya grabados a fines de los sesenta y primeros setenta por Miles Davis (“Black satin”, “Vonetta”, “In a silent way” de Zawinul remixado), no necesariamente pegadizos ni populares. El soundtrack de la película tiene una genérica impronta melancólica, línea en la cual colaboran los aportes de Bill Frisell. Claro que eso se corta cuando irrumpe el saxofonista Ornette Coleman en dos tracks. El film es un drama ambientado en el Bronx neoyorquino, dirigido por Gus van Sant y protagonizada por Sean Connery y Rob Brown.

* “De lovely” (2004) – Varios.

En el Cap. 4-Jazz & Jazz fusion comenté discos relacionados con la música de Cole Porter (Indiana-USA, 1891-1964) para disparar su curiosidad por este creativo que rompió moldes. Más que triunfar como cantautor, su gran aporte fue innovar en la canción norteamericana, alimentando la expansión del teatro de Broadway y el boom cinematográfico de Hollywood. Ese caudal se transformó en un torbellino de standards  difundidos por cantantes de la talla de Billie Holliday, Ella Fitzgerald, Shirley Horn, Frank Sinatra y otros tantos, que le dedicaron sus respectivos “songbooks”. Contamos también que su vida de artista y dandy fue novelesca, fuente inagotable para biopics a través de los años. Si su curiosidad aumenta, pueden ir a www.coleporter.org

Esta película de Irving Winkler, interpretada por Kevin Kline y Ashley Judd fue uno de esos abordajes. La rica producción musical de Porter sirvió en bandeja de plata elementos para la banda sonora, a la que le pusieron intérpretes disímiles con gancho comercial como Robbie Williams, Mick Hucknall (Simply Red), Alanis Morrisette, Sheryl Crow, Elvis Costello y Natalie Cole, que entran y salen haciendo cameos en el film. Esa dispersión es buena y mala a la vez, según el gusto del consumidor, pero es casi lógico que el nivel sea desparejo.  Kline y Judd se animan también al micrófono en varios tracks sin desentonar. Las versiones aggiornadas de las canciones de Porter no siempre la pegan. Unas cuantas respetan el tono de época, otras no. “So in love”, “I love you” o “Blow, Gabriel” entre las primeras. Entre las últimas, la gran Diana Krall con “Those of those things”. Y así pasan “Night and day”, “What is this thing called love”, “Every time we say goodbye”, “In the still of the night” y otras inmortales. Aparece la mismísima voz de Porter entre los títulos finales en “You’re the top”.

Todo dependerá de la amplitud de tu sensibilidad auditiva: no tiene porque gustarte la música de los años cincuenta. Lo mismo que le puede ocurrir a cualquiera al reparar en las bandas de sonido de las películas de Woody Allen, que recurre una y otra vez al jazz de New Orleans y otras corrientes antiguas del género. Más adelante nos dedicamos a comentar este otro fenómeno.

No obstante esas previsiones, si van directamente por la película de Winkler -que habitualmente reponen en canales de cable-, matan dos pájaros de un tiro. 

* “Diarios de motocicleta” (2004) Gustavo Santaolalla.

Ya sobrevolamos algunas cosas de Gustavo Santaolalla (El Palomar, Buenos Aires, Argentina-1951) en el Cap. 1 - Rock argentino, el músico que veíamos peludo y de camisola folk cuando ibamos a escuchar a los Arco Iris llegados desde Boulogne, Gran Buenos Aires, en los años setenta. Un grupo musical de folk-rock innovador que los otros rockeros vernáculos (Pappo, Billy Bond y Cía.) cargaban por sus posturas místicas y veganas. El mismo Santaolalla que años después siguiera su carrera en Estados Unidos y triunfara con la producción de grupos y solistas sudacas para elevarlos a la difusión mundial (Molotov, Café Tacvba, Julieta Venegas, Jorge Drexler, etc.). Terminó incursionando en la industria de Hollywood con éxito y se alzó con dos estatuillas Oscar y varias BAFTA. Con varios discos solistas, incursionó luego en el sonido del grupo Bajofondo, algo así como tango electrónico. También ganador de premios Grammys varios, el argentino hoy es millonario y mecenas pero anquilosado ideológicamente: otro caso para discutir el viejo tema de separar o no la obra del artista. Tengo mi postura pero no es mi intención abordarla en esta columna. 

El trabajo que hizo Santaolalla para el soundtrack de “Diarios de motocicleta” (2004) es muy bueno. Tiene pocos baches. Obtuvo un premio BAFTA, el que entregan los británicos para la industria del cine. No tuvo que ponerse en pose: Santaolalla ya sabía mucho de bagualas, zambas y demás yerbas autóctonas con las que ambientó el film. La búsqueda de Santaolalla alrededor de sonidos folklóricos no es nueva. Solo pudo sorprender a algún desprevenido. Tienen que buscar y prestarle a atención al lejano trabajo “De Usuahia a La Quiaca”(1985), el original relevamiento musical que emprendió con León Gieco, llegando a músicos locales de distintas regiones del país y grabando en sus ámbitos. Reunieron a Leda Valladares, al Cuchi Leguizamón, Isaco Abitbol y a Sixto Palavecino, entre otros. El material produjo varios volúmenes. Justamente, el soundtrack de  "Diarios de motocicleta” incluye el viejo tema “De Usuahia a La Quiaca”. Santaolalla es un capo para crear melodías profundas a partir de su charango. Escuchar el conmovedor “Del otro lado del río” de Jorge Drexler cierra genialmente el disco. El tema obtuvo el premio Oscar a la mejor canción original y un Grammy latino, también.  

Santaolalla había empezado con sus creaciones para el cine con “Amores perros” (Alejandro González Iñárritu, 2000). Entre muchas otras y para nombrar solo algunas, continuó con “21 gramos” (Alejandro González Iñárritu, 2001), luego “Brokeback mountain” (Ang Lee, 2005, premio Oscar/BSO), “Babel” (Alejandro González Iñárritu, 2006, premios BAFTA y otro Oscar/BSO) y la serie “Narcos México” (Carlo Bernard, 2018). El mismísimo Eric Clapton le encargó musicalizar el documental “Life in 12 Bars” (2017) centrado en su biografía. Para acompañar sus imágenes, Santaolalla compuso 22 tracks de duración breve, incidentales.

Volviendo a la película “Diarios de motocicleta” (Walter Salles, 2004), en si es una road movie alrededor de un personaje histórico que muchos hemos idealizado, pero sin meterse en temas álgidos. La produjo Robert Redford. Es muy entrañable. El producto en si quedó como ejemplo de un film en el que un personaje secundario se come en la ficción al principal. Rodrigo de la Serna personifica a Alberto Granado, compañero de andanzas juveniles del Che Guevara, y Gael García Bernal encarna a Ernesto Guevara.

Un comentario sobre el premiado trabajo de Santaolalla en “Babel” (2006), otra vez de la mano del director mexicano Alejandro González Iñarritu. El film fue una superproducción exitosa con Brad Pitt, Cate Blanchett y Gael García Bernal como intérpretes principales. La película enlaza tres historias de gente buscando una salida a situaciones dramáticas ambientadas en distintas culturas (Marruecos, Japón y México) bajo diferentes visiones. El argentino aprovecha los distintos escenarios que ofrece el guión para mandarse un poutpourri musical. Hace de DJ y curador, escogiendo piezas acordes y recurriendo a autores de relieve como Ryuichi Sakamoto, David Sylvian, Earth, Wind & Fire/Fat Slim por un lado; Chavela Vargas, Los Incomparables, rancheras, algún narco-corrido por otro y nipones también. Los mecha con composiciones propias de su estilo trillado en trabajos ad hoc anteriores, agregando los toques étnicos necesarios (a lo Paul Simon). La banda sonora puede considerarse una ensalada interesante pero dependerá de cada gusto. Parece que agradó a la crítica especializada porque, como dijimos, se alzó con los premios Oscar y BAFTA en su rubro. 

** ”Radio pirata” (2009) – Varios.

La denominación original del filme fue “The boat that rocked” pero en Norteamérica y otros lados fue difundida como “Pirate radio” o “Radio Pirata”. Dirigida por Richard Curtis, tenía un elenco bárbaro con Bill Nighy, Philip Seymour Hoffman, Tom Sturridge, Nick Frost, Kenneth Branagh y Emma Thompson. Es una comedia rosada muy divertida inspirada en hechos reales que fueron más arduos: una ficcionada Radio Rock que transmitía música joven desde un barco que navegaba el Mar del Norte eludiendo restricciones fascistas de la BBC y derechos de autoría también. Las desventuras del equipo de DJs, animadores y locutores, que terminan convirtiéndose en el enemigo público Nro. 1 para las autoridades inglesas.

La B.S.O. es un viaje fantástico que te transporta al swinging London de los sesenta, ya mencionado antes en esta Guía, mixado con expresiones similares del otro lado del océano y perlitas del soul negro norteamericano. Lo que escuchaba la gente joven despierta en ese entonces. Una época dorada para la música pop y rock que se desparramó por el mundo y que los millenials jamás imaginaron alguna vez existió.

El musicalizador de la banda sonora fue Hans Zimmer. Miren este listado resumido de presencias en el compilado, que fue editado como disco o CD doble: The Kinks, The Turtles, The Beach Boys, Smokey Robinson & The Miracles, Herb Alpert & The Tijuana Brass, Jeff Beck, The Who, The Hollies, The Tremeloes, Cream, The Jimi Hendrix Experience, Procol Harum, Otis Redding, The Supremes, Cat Stevens, The Moody Blues, The Isley Brothers, David Bowie. Y siguen las firmas.

* “Midnight in Paris” (2011) - Varios.

Es harto conocido para quienes han visto sus filmes que Woody Allen (Nueva York-USA, 1935) enseñorea sus habituales comedias dramáticas con temas de jazz antiguo vinculados al estilo New Orleans, el swing, Louis Armstrong, Sidney Bechet, compositores clásicos como Cole Porter y los Gershwin, George Lewis, Johnny Dodds, además de recurrir a las orquestas de Glenn Miller o Benny Goodman.

Como anécdota, se sabe que Allen es aficionado al clarinete y toca como uno más en una banda muy profesional que se presentaba normalmente los lunes en el café del hotel  The Carlyle del Upper East Side de la isla de Manhattan, lo más paquete de Nueva York. Tanto es así que no se entra en zapatillas ni ropa deportiva y que el gasto por persona parte de U$S 240 sumando entrada y consumo mínimo. En ese papel, Allen ha salido de gira con la New Orleans Jazz Band por Europa, actuó en el Festival de Jazz de Montreal y hace poco en el de Barcelona.  

El pequeño hombre que tanto nos hizo pensar y reir, es el que también nos apenó e hizo dudar de su inocencia en espinosos asuntos de abuso infantil. Un caso más que nos llevó a discernir el rechazo de la obra artística según la moral del autor.

Las bandas de sonido que ha seleccionado Allen son tan particulares que hay grupos de jazz en varios países que, así  como existen las bandas homenaje, escogen ciertos hilos conductores que representan la música de sus filmes. Existe un sonido Woody Allen que  prefiere la música grabada de preguerra pero no siempre respeta estrictamente estilos idénticos. Así, en el filme “Manhattan” (1979) casi todo es música seleccionada de George e Ira Gershwin. En la etapa en la que las filmaciones de Allen fueron locadas en esa, la ciudad de sus amores, la música fue un puzzle que se circunscribió al jazz antiguo de sus preferencias.

Otro soundtrack de Allen que la crítica suele destacar con frecuencia es “Los secretos de Harry” (1997), donde mezcla cosas de Errol Garner y Benny Goodman pero ya con Mussorgsky y Tom Jobim. En  “Café Society” (2016), cuya historia se desplaza a Hollywood en los años 30, recurre a un montón de interpretaciones de Nighthawks, vieja banda del saxofonista norteamericano Vince Giordano.

Claro que la mezcla musical de Allen se vuelve más ecléctica todavía durante este siglo cuando traslada sus guiones y actores preferidos para hacer películas en ciudades europeas. Sin abjurar su amor por el jazz, va buscando tintes que refieran al espíritu del lugar. Así en el sonido de “Medianoche en Paris” (2011) hay más guitarra gitana a lo Django Reinhardt, acordeones y acordes de la chanson francaise. Los baluartes de este soundtrack son “Bistro fada” por Stephane Wrembel y “Si tu vois ma mére” con Sidney Bechet. En  “Vicky Cristina Barcelona” (2008) un shock: desaparece el jazz, abunda la música española moderna con Giulia y los Tellarini, otra vez Wrembel y hasta hecha mano a clásicos de la guitarra como Juan Serrano y Paco de Lucia. Imagínense en “De Roma con amor” (2012): casi irremediablemente acude a Domenico Modugno y a “Arrivederci..” Solo Eddie Condon agrega una pizca de jazz de New Orleans.

Así que la curaduría musical de Allen cada vez se hace más difícil de encasillar. Tan vasto es este tema que el periodista español Jorge Fonte publicó en 2015 un mamotreto de 700 páginas llamado Woody Allen, músico y cineasta” donde identifica y desmenuza unas 500 composiciones que Allen ha escogido para ilustrar las escenas más memorables de 46 de sus películas. Ideal para los fans del neoyorkino.

Esa diferenciación es la que logró Allen y a lo que otros artistas de su rubro no llegan. Ojalá te enganches a su cine y a esas consignas. Aunque no suele ser fácil encontrar sus B.S.O. con paciencia se arma el playlist de los originales.

Digamos por último de Woody Allen que, además de ganar 4 premios Oscar por guiones o dirección, es el artista en el mundo que más nominaciones tuvo en la Academia que los entrega. Como si fuera poco, también ha escrito obras de teatro y varios libros.   

** “Zama” (2017) – Los indios tabajaras.

Me obligué tres veces ver esta película. Otros filmes de Lucrecia Martel me habían aburrido por su ritmo pastoso y lento y sus temáticas marcianas. Las primeras imágenes me conducían a la misma suposición y abandonaba una y otra vez. Recibió por "Zama" premios internacionales y críticas superlativas a montones que la calificaban como una obra de arte, pero eso se sabe que es anecdótico para el resto de los mortales que enfrentamos las pantallas. Me intrigaba bastante más saber que la ficción existencialista del mendocino Antonio Di Benedetto -escrita en 1956 y ambientada en la Asunción previrreinal- fuera considerada por muchos como una de las mejores novelas argentinas de todos los tiempos. 

No me resultó fácil llegar al final de la película pero la tercera fue la vencida. La remisión más directa de la temática te lleva a pensar en “La misión” (Roland Joffé, 1986). El tratamiento visual de “Zama” es su máxima virtud pero para mi la gran sorpresa fue la banda sonora. Me carcomió la duda leer la autoría de Los indios tabajaras: cuando era chico sus temas sonaban en alguna radio de vez en cuando y yo escuché nombrarlos pero no tuve idea de quienes eran hasta ahora. Siempre se aprende algo nuevo!

Se trataba de dos hermanos indios (Mussapere y Herundy Mitanga) de la numerosa familia de un cacique de una tribu de Ceará-Brasil, que encontraron una guitarra tirada sin saber que era y terminaron siendo artistas con giras internacionales. Así de loco. Lean su historia en la web porque es increíble. Lo importante es que escuchen esta banda sonora con los hermosos sonidos que le arrancaban a la guitarra, esa cosa que les hizo cambiar de civilización, de vida y de nombre. Las plumas de sus tocados las dejaron para las fotos de tapa a pedido de la discográfica, para que lucieran más exóticos. Uno punteaba y el otro acompañaba. Primero abordaron temas folklóricos brasileños, luego latinoamericanos. Ya rebautizados como Antenor y Natalicio Moreira Lima, ¿se habrán cruzado alguna vez con Django Reinhardt para compartir yeites?

Un genio el curador de “Zaima” al que se le ocurrió escoger esta música para ilustrar la dura vida de colonizados y (del insuficiente buen pasar de los rústicos) colonizadores. Creo no equivocarme al afirmar que los temas más populares escogidos para la película son “Amapola” y “María Elena”.

** “Motherless Brooklyn” (2019) - Daniel Pemberton.

La película es un thriller -que no pasará a la historia del cine- entretenido y bien producido y actuado por Edward Norton. Trabajan Bruce Willys, Willem Dafoe y Alec Baldwin. Norton interpreta a un detective sufriente del mal de Tourette. La música del film puede encontrarse en dos producciones diferentes. La “original motion picture soundtrack”, básicamente contiene temas jazz bop de diversos autores ejecutados por el quinteto del galardonado trompetista Winton Marsalis más dos standards (“Relaxing with Lee” y “Round midnight”) interpretados por Dizzy Gillespie y Babs Gonzales. La otra, denominada “Original motion picture score” firmada por Daniel Pemberton, contiene pequeñas y superfluas piezas instrumentales incidentales pero repite y reversiona en formatos diferentes también jugosos tracks del anterior, como el homónimo y melancólico tema “Motherless Brooklyn”, “Woman in blue” y  “Daily Battles” de Thom Yorke (Radiohead).

* “The Eddy” (2020) – Glen Ballard.

Es interesante la bio del director y guionista de cine Damien Chazelle (Rhode Island-USA, 1985), norteamericano pero de padres intelectuales franceses. Graduado en Harvard. De una experiencia personal como baterista frustrado creó la conocida “Wiplash” (2014), su quinta película. Y el multipremiado musical “La, la, land” (2016) también es suyo. Ambas le permitieron levantar varios Oscars. Aunque apasionado por la música, Chazelle no fue responsable de “The Eddy”, miniserie de Netflix con trasfondo de jazz. Solo fue director de sus dos primeros episodios, quizás una jugada de la multi para garantizar la difusión comercial del producto. 

Pero en épocas en que la gente mata el aburrimiento “maratoneando” series by streaming, merece rescatarse una que rompiera la monotonía de los musicales (más que todo esos que dramatizan las extrañas vidas de los famosos). “The Eddy” lo hace por partida doble: cinematográficamente, presentando de un modo casi hiperrealista la historia de unos músicos jazzeros en París (¿segunda patria del jazz?) tratando de sobrevivir y triunfar. Y musicalmente con un soundtrack original integrado con naturalidad a la narrativa: una mezcla de bebop europeo y baladas pop autoría de Glen Ballard y Randy Kerber. Otra cuestión novedosa es que todos quienes oficiaron de músicos en la serie tocaron realmente los instrumentos: antes que actores son músicos.

... continuará... 

BONUS TRACK: PELICULAS ALTAMENTE RECOMENDABLES. 

Ya están colgadas a la derecha de su pantalla en el frontis del blog, pero como vienen al caso, las puedo volver a recomendar. Ya no como bandas de sonido, sino como películas que me conmovieron, me hicieron reir o temblar o dejaron algo en mi corazón a lo largo de mis sesenta y pico largos.  Horanosaurus. 

01. "Dr. Zhivago" (1965) - David Lean/drama - USA.
02. "Blow up" (1966) - Michelangelo Antonioni/suspenso - Italia/G.B.
03. "La fiesta inolvidable" (1968) - Blake Edwards/comedia - USA.
04. "Easy rider" (1969) - Dennis Hooper/drama - USA.
05. "Queimada" (1969) - Gilo Pontecorvo/drama - Italia.
06. "Robó, huyó y lo pescaron" (1969) + "Bananas" (1971) - Woody Allen/comedias - USA.
07. "Aguirre, la ira de Dios" (1972) + "Fitzcarraldo" (1982) - Werner Herzog/dramas - Alemania.
08. "La tregua" (1974) - Sergio Renán/drama - Argentina.
09. "La profecía" (1976) - Richard Donner/terror - G.B.
10. “Doña Flor y sus dos maridos” (1976) + “Gabriela, clavo y canela” (1983) - Bruno Barreto/comedia dramática - Brasil.
11. "La guerra de las galaxias" (1977) - George Lucas/aventuras - USA.
12. "Asignatura pendiente" (1978) - José Luis Garci/com. dramática - España.
13. "La jaula de las locas" (1978) - Edouard Molinari/comedia - Francia-Italia.
14. “Vas-y maman” (1978) - Nicole De Buron/comedia - Francia.
15. "Apocalypse now" (1979) - Francis Ford Coppola/bélica - USA.
16. "Le coup du tete (el cabezazo)" (1979) - Jean Jacques Annaud/comedia - Francia.
17. “Cristo se detuvo en Eboli” (1979) - Francesco Rosi/drama - Italia.
18. "Estados alterados" (1980) - Ken Russell/ciencia ficción - USA.
19. "Ordinary people" (1980) - Robert Redford/drama - USA.
20. "Ellos no usan smoking" (1981) - León Hirszman/com. dramática - Brasil.
21. "Missing" (1982) - Costa Gavras/drama - USA.
22. "Gandhi" (1982) - Richard Attenborough/biográfica - India/G.B.
23. "Bajo fuego" (1983) - Roger Spootiswoode/drama - USA.
24. "No habrá más pena ni olvido" (1983) - Héctor Olivera/com. dramática - Argentina.
25. "Tres hombres y un biberón" (1984) - Coline Serreau/comedia - Bélgica.
26. "Water" (Burbujas) (1985) - Dick Clement/comedia - G.B.
27. "La misión" (1986) - Roland Joffé/drama - G.B.
28. "Hombre mirando al sudeste" (1986) - Eliseo Subiela/drama - Argentina.
29. "El nombre de la rosa" (1986) - Jean Jacques Annaud/suspenso - Alemania-Italia-Francia.
30. “Bagdad Café” (1987) - Percy Adlon/comedia dramática - USA.
31. "Frantic" (1988) - Roman Polanski/suspenso - USA-Francia.
32. "Mujeres al borde de un ataque de nervios" (1988) - Pedro Almodóvar/comedia - España.
33. “Los enredos de Wanda” (1988) - Charles Chrichton/comedia - USA.
34. “Las alas del deseo” (1988) + "Faraway, so close" (1993) - Wim Wenders/drama - Alemania.
35. "Cinema paradiso" (1989) + "La última oferta" (2013) - Giuseppe Tornatore/drama- Italia/Fcia.
36. "Jesús de Montreal" (1989) - Denys Arcand/drama - Canadá.
37. "Haz lo correcto" (1989) - Spike Lee/com. dramática - USA.
38. “Shirley Valentine” (1989) - Lewis Gilbert/comedia dramática - Inglaterra.
39. "Riff Raff" (1990) + "Mi nombre es Joe" (1998) - Ken Loach/com. dramáticas - G.B.
40. "L.A. Story" (1991) - Dick Jackson/comedia - USA.
41. “Mediterráneo” (1991) - Gabriele Salvatores/comedia dramática - Italia.
42. “Rapsodia en agosto” (1991) - Akiro Kurosawa/drama - Japón.
43. "Un lugar en el mundo" (1991) - Adolfo Aristarain/drama - Argentina.
44. "Las aventuras de Priscilla, la reina del desierto" (1994) - Stephan Elliot/comedia - Australia.
45. "Caro diario" (1994) + "Aprile" (1998) - Nanni Moretti/comedias - Italia.
46. "El día de la bestia" (1995) - Alex de la Iglesia/comedia - España.
47. "Flamenco" (1995) - Carlos Saura/musical - España.
48. "Los sospechosos de siempre" (1995) - Bryan Singer/thriller - USA.
49. "El octavo día" (1996) - Jaco Van Dormael/com. dramática - Francia.
50. “Estación central” (1998) - Walter Salles/drama - Brasil.
51. "Calle 54" (2000) - Fernando Trueba/musical - España.
52. “El placard” (2000) - Francis Veber/comedia - Francia.
53. “Billy Elliot” (2000) - Stephen Daldry/comedia dramática – G.B.
54. “La virgen de los sicarios” (2000) - Barbet Schroeder/drama - Colombia-España
55. “Mike Bassett: entrenador inglés” (2001) - Steve Barron/comedia - Gran Bretaña.
56. “Amelie” (2001) - Jean Pierre Jeunet/comedia – Francia-Alemania.
57. "Entre copas" (2004) - Alexander Payne/com. dramática - USA.
58. "La vida de los otros" (2006) - Florian Von Donnersmark/drama - Alemania.
59. "Slumdog millonaire" (2008) - Danny Boyle/com. dramática - India/G.B.
60. “Entre los muros” (2008) - Laurent Cantet/comedia dramática - Francia.
61. "El secreto de sus ojos" (2009) - José Luis Campanella/thriller - Argentina.
62. "Radio pirata" (2009) - Richard Curtis/comedia - G.B.
63. "Siete cajas" (2012) - Maneglia-Schémbari/thriller - Paraguay.
64. "Birdman" (2014) - Alejandro González Iñarritu/com. dramática - USA.
65. “El capital humano” (2014) - Paolo Virzi/drama - Italia.
66. “En cuerpo y alma” (2017) - Ildikó Enyedi/drama - Hungría.
67. "Roma" (2018) - Alfonso Cuarón/com. dramática - México.
68. "Diamantes en bruto" (2019) - Josh y Ben Safdie/com. dramática - USA.
69. "Fue la mano de Dios" (2021) - Paolo Sorrentino/comedia dramática - Italia.