viernes, 10 de diciembre de 2021

Paredes, carteles y bronces XI
















NYC: murales en Greenwich Village, Madison Square Garden, Hotel Chelsea, Romeo y Julieta en el Central Park, etc. 
Peyotes asesinos y caña con ruda, gentilezas mexicanas de LDMz.

Fotos con agua y cosas parecidas IX












1. Río East, Nueva York, USA.
2. Costanera de Cartagena, Colombia.
3. Playa Blanca, Cartagena, Colombia.
4. Cartagena, Colombia.
5. Chapuzón en Rodadero, Santa Marta, Colombia.
6. Puerto de Taganga, Santa Marta, Colombia. 
7. Piriápolis, Uruguay.
8-9. Puerto de  Montevideo, Uruguay.

viernes, 3 de diciembre de 2021

Ecologistas vendehumo


Cada vez que leo declaraciones pro-ecológicas fashion se me sube el humo que venden a la cabeza y me irritan los ganglios. Es que me rebela la más indignante combinación de miserias humanas: ignorancia y soberbia. Maestros sin título habilitante que repiten slogans sin rigurosidad impulsados por su  falta de humildad, la propensión a sonar modernos y no quedar afuera de los circulos progre. 

Ya  me dediqué a denostar a vegetarianos, veganos, flexitarianos, lechuguines y afines. Percibo que la gente se cansó de escuchar su incompleta receta de la felicidad y se les pasaron sus quince minutos de fama. 

Aburre a todos el desconsuelo  de grupos minúsculos y sin representatividad social alguna, a la que se suman famosos de Palermo Hollywood, preocupados por los gases emitidos por pedos y eructos de vaquitas que tanto aportarían al calentamiento global. No quieren aceptar que solo es un (encima mal medido) 0,15% ínfimo comparado con la contaminación vehicular o industrial. Una movida alentada por usinas de países potencia (Estados Unidos, China, Europa) que luego de arrasar con los recursos naturales del mundo, ahora piden prudencia a los demás. Se les acabaron las conquistas coloniales y (horror!) los mestizos a cuyos abuelos esclavizaron los invaden y les piden confort y comida. A falta de aftosa y otras barreras arancelarias buscan bajar graciosamente los precios de los commodities para que sus poblaciones sigan comiendo barato a costa de los subdesarrollados. 

 Mientras transitan su adolescencia, aquí en la periferia no se animan a revoluciones más complicadas y se pintan de verdes-progres ecologistas. De tanto en tanto vuelven a cargar contra la soja o arrecian contra el uso de agroquímicos. Cualquier denuncia seria de acciones individuales irresponsables en su aplicación debe castigarse. ¿Qué duda cabe? Pero la mayoría, adepta al guitarreo, no aporta soluciones para la producción moderna de alimentos que -sin recurrir al uso de herbicidas e insecticidas- pueda cubrir las necesidades diarias de 9000 millones de personas sin regar el piso de molestos cadáveres que les provoquen la famosa culpa burguesa. Para activar esta culpa burguesa alcanzaría con que se hicieran cargo del 50% de pobres que produjeron sus aliados peronio-kirchneristas en estas últimas décadas. Pero se hacen los boludos. Todos se hacen los boludos y siempre la culpa la tienen los otros.

Protestan contra toda iniciativa tecnológica sin reparar en sustentos científicos ni ofrecer alternativas. Les resulta muy difícil informarse equilibradamente y aceptar equivocaciones. Están contra los transgénicos, claro avance sin evidencias de peligrosidad que ahorra recursos y expande el progreso a zonas improductivas. Omiten los notorios avances de la innovación argentina de la siembra directa (90% de la superficie labrada), exportada a muchos países del mundo. Pretenden el regreso del arado con bueyes pintándolo de vuelta a lo natural, pero no saben como se usa ni pisaron un surco. 

En todos lados se cuecen habas. Afuera está de moda la Ofelia Fernández versión nerd, Greta Thunberg, la sueca que congrega micrófonos tontolinos y acusa al que se le cruce. Lo hizo contra la agricultura Argentina -la más eficiente- olvidando graciosamente que las de China, India, Brasil y Estados Unidos son las más peligrosas emisoras de dióxido de carbono en el mundo. Marche enema de puré mixto urgente!

En estas pampas ya se han dictado suficientes legislaciones restrictivas para la aplicación de agroquímicos en las distintas jurisdicciones de nuestras zonas agropecuarias. Abundan las específicas de orden municipal. Solo hace falta respetarlas y exigir su cumplimiento. Los accidentes de tránsito son la principal causa de muerte externa en el mundo y a nadie se le ocurre prohibir los autos. No sean hipócritas: tampoco hace falta reclamar la prohibición de agroquímicos. Gente: no se sumen a esas modas adolescentes. 

Señores, gracias por leer esta catarsis. Acá los retribuyo con artículos selectos de clara evidencia agropecuaria antihumo. Horanosaurus. 


Terminado el partido entre#BastaDeVenenos y #BastadeMiedos, el resultado es una derrota por goleada para la información

Bichos de Campo. 04/12/21. Por Ezequiel Tambornini. Esta semana se lanzó en redes sociales la campaña #BastaDeVenenos, que cuenta con el apoyo de actores, músicos y algunos integrantes del sistema científico y propone abandonar el uso de agroquímicos para emplear prácticas “agroecológicas” en todos los ámbitos rurales argentinos. A todos ellos es necesario informarles, de manera urgente, que en la actual coyuntura el sector agroindustrial es la única fuente de generación de divisas de la economía argentina, es decir, es lo único que mantiene al país conectado con el resto del mundo. Sin los dólares provenientes del campo, Argentina se hundiría indefectiblemente en el océano Atlántico (...)

Agroquímicos: el campo replicó un ataque mediático

La campaña "Basta de veneno", con famosos, despertó indignación entre los productores agropecuarios. Clarín Rural 04/12/21. Por Mauricio Bártoli. 

Opinión: fiscales y jueces ambientales del mundo

La Nación Campo 01/12/21. Por Gustavo Oliverio (Fundación Producir Conservando).

Estamos cerrando un año con sorpresas climáticas, primero una sequía, luego buenas lluvias, heladas tardías. Un año donde la intención de siembra final es de 37,3 millones de hectáreas, un 2% de incremento versus 2020, con una producción estimada del orden de los 140 millones de toneladas. Es un año donde los precios de los mercados de futuro presagian que el viento de cola, aunque suave, continuará y así se proyectan ingresos por exportaciones del complejo granario cercanos a 40.000 millones de dólares para 21/22, constituyendo un nuevo récord.

Al mismo tiempo que todo esto ocurre, y que se mejoran los ingresos de dólares por exportaciones, vuelven a aparecer los detractores de siempre, sin fundamento alguno, que apuntan contra la utilización de muchas de las tecnologías que han permitido el avance de la agricultura en los últimos 30 años.

Parece mentira ver por estos días, donde la necesidad de dólares es crucial para la economía del país, planteos por el uso de “agrotóxicos” en la producción agrícola, desconociendo que para la aprobación de un producto en el mundo se necesitan algo más de 10 años de estrictos controles de los organismos reguladores.

La producción granaria en el país se multiplicó por 3,5 veces (de 40 a 135 millones de toneladas) entre los 90 y 2020. Para que ello ocurriera, fue necesaria la utilización de tecnologías que permitieran mejoras en la productividad. Dentro de ellas están la necesaria reposición de nutrientes a través de la fertilización de los cultivos, la utilización de siembra directa, mejoras notables en la genética disponible y en la estructura en todos los cultivos, el control de malezas, plagas y enfermedades mediante la utilización de fitosanitarios cada vez más efectivos y amigables con el medio ambiente.

Avances notables en el control de la erosión hídrica y eólica por tener los suelos con cobertura, una disminución de hasta un 70% en el consumo de combustibles fósiles (los verdaderos generadores del calentamiento global) por hectárea y tonelada producida y una mejora notable en la eficiencia del uso de agua de lluvia en milímetros por tonelada producida. Son, además del incremento de la producción, elementos que se suman al resultado de la utilización de todas estas tecnologías.

Tomemos los datos de un campo en la zona núcleo central del país donde se verifican estos avances en la eficiencia de producción. (Cuadro 1. Evolución de rendimientos en un campo de zona núcleo). Para trigo y maíz, en Venado Tuerto-SF hoy se necesita un 60 y un 44% menos de agua de lluvia para producir una tonelada de grano que en los 90 y un 50% de reducción promedio para soja de primera y de segunda (Cuadro 2: milímetros de lluvia/Tn de trigo y maíz en Venado Tuerto 1990-2020 promedio 5 años).

Con todos estos datos no se puede desde la más completa ignorancia en el tema y sin ninguna base científica ser detractores de unos de los sectores más competitivos que tiene el país para salir de la encrucijada económica en que estamos inmersos desde hace ya muchos años.

La producción de alimentos en la Argentina tiene aún mucho por mejorar y, a diferencia de con quienes compite en algunos casos (la Unión Europea, por ejemplo), muestra parámetros medidos de indicadores de eficiencia de uso del agua, reducción de pérdidas de suelo por erosión, reducción de emisiones por menor uso de combustibles fósiles y otros indicadores de sustentabilidad ambiental que otros no pueden mostrar. Son esos otros países los que hoy también se convirtieron en los fiscales y jueces ambientales del mundo cuando no les quedó mucho por romper de lo propio.

El Dr. Jason Clay (WWF) en 2013 planteó: “En los próximos 40 años necesitamos producir más alimentos que en los últimos 8000 años”. No solo es el aumento de la población, sino los mayores ingresos y el aumento del consumo global. “Necesitamos producir más con menos recursos” y el único camino es la Intensificación sustentable de los sistemas de producción. En eso estamos…


Luego que se viralizara un video en contra de los agroquímicos, un pequeño productor agrícola e ingeniero agrónomo, Esteban Bilbao, contó su propia experiencia para rebatir lo dicho por diversas personalidades. La Nación Campo. 02/12/21.

Luego de la polémica campaña con actores y otras personalidades en contra de los agroquímicos, que causara un enorme revuelo en el campo, a través de una carta Esteban Bilbao, un ingeniero agrónomo que, además, es un pequeño productor que siembra unas 150 hectáreas, buscó responder con argumentos.

“A todos nos habrá pasado en algún momento de nuestra vida que alguien nos acuse o denuncie por lo que somos o por algo que hacemos. Si tienen la suerte de que no les haya pasado me alegro por ustedes, pero vivirlo genera un aprendizaje que ayuda a ponerse en el lugar del otro antes de realizar acusaciones de una forma liviana, sin informarnos bien sobre el tema en cuestión”, comenzó.

“Cuando uno vive en carne propia una situación de estas, como las acusaciones sin fundamento científico que hemos sufrido en estos días los que trabajamos en el campo, pasa por varias etapas emocionales, enojo, desesperación, tristeza y acostumbramiento”, continuó en su relato.

Días atrás, una cuenta de Twitter con pocos seguidores difundió un video donde hablan, entre otros, Leonardo Sbaraglia, Laura Azcurra y Francis Mallmann con un mensaje en contra de los agroquímicos. “Entre medio es bueno tratar de expresar y contar lo que pasa para tratar de transformar esta mala e injusta experiencia en algo que sume y construya hacia adelante. En relación a esto, la campaña difundida como “Basta de Venenos”, impulsada por una postura ideológica y una creencia de estar salvando al mundo, cuando en realidad lo único que están haciendo es afectándonos a los que trabajamos en el campo y aunque no lo sepan también a los mismos consumidores de las ciudades. Voy a tratar de responder brevemente a las acusaciones lanzadas con análisis sesgados y muchos errores”, señaló Bilbao.

Entre los argumentos, enumeró: “En la producción agropecuaria usamos fitosanitarios para proteger a los cultivos de plagas, malezas y enfermedades y poder producir alimentos en cantidad y calidad. De la misma forma que se utilizan químicos en medicina, limpieza del hogar, combatir plagas en las ciudades (ratas, mosquitos, cucarachas, moscas, malezas en lugares públicos y jardines)”.

“Estos productos se estudian por más de diez años y luego son aprobados por los organismos correspondientes para que se puedan utilizar. Un análisis correcto de la cantidad de fitosanitarios que se utilizan debe hacerse evaluando la cantidad utilizada por unidad de superficie producida, o aún mejor por unidad de producto lograda. Esto nos lleva a la eficiencia, a producir más y mejor por unidad de insumo utilizada. Analizarlo en función del producto utilizado por la cantidad de población no tiene ningún sentido, salvo generar miedo”, indicó.

Por otro lado, aseguró que se sigue “estudiando el tema y probando, pero con la información disponible al día de hoy producir con fitosanitarios con buenas prácticas y cumpliendo la ley es seguro”. “Y seguimos probando y evaluando las producciones sin fitosanitarios y dan como resultado entre un 20 y un 50% de rinde y productos de menor calidad (por estar afectados por hongos, bichos, etc.), afirmó.

En cuanto a la presencia de fitosanitarios en personas, indicó que “hay empresas que realizan los análisis específicos a sus operarios de pulverizadores y otros empleados que trabajan directamente con estos productos y no han logrado detectar presencia de agroquímicos en sangre u orina”.

“En algún caso puntual se ha registrado alguna detección de productos que están prohibidos hace años, pero no se degradan en el ambiente. La información de las asociaciones de médicos y toxicólogos indican que es muy difícil que llegue una cantidad detectable a gente de las ciudades, que lo importante es ver la cantidad, también analizar otros químicos de otros orígenes. Por ejemplo, el glifosato y otros herbicidas se utilizan en plazas, rutas, alrededor de colmenas y otros, utilizamos insecticidas en el hogar para controlar bichos y para que nuestras mascotas no tengan pulgas y garrapatas. Entonces, en el caso de que se detectara algo es fundamental ver de dónde viene”, sostuvo. En este contexto, señaló que “los organismos de control son los responsables de ver que no haya contaminación en los alimentos que consumimos, contaminación con fitosanitarios, con bacterias, con hongos, etc”.

“En los estudios que se vienen desarrollando en agua, tierra y aire se han detectado fitosanitarios en algunos casos, pero siempre en cantidades aceptadas por los organismos de control nacionales e internacionales. Así como se encuentran otros contaminantes originados por la actividad humana, como muchos de origen natural. Las estadísticas públicas sobre aumento y distribución de casos de cáncer demuestran un aumento mayor en las grandes ciudades que en los pueblos de zonas rurales, y hay provincias sin producción agrícola con mayores proporciones de casos que las zonas agrícolas”, escribió.

En relación al país, dijo que en la Argentina se produce de una forma que es de las más eficientes y ambientalmente amigables del mundo (esto es reconocido internacionalmente, pero localmente es tapado por este tipo de campañas).

“Cuidando el suelo de la erosión y degradación, utilizando menos combustibles fósiles, produciendo más por unidad de agua utilizada, siendo lo más eficientes posibles cuando agregamos fertilizantes, por cuestiones económicas y ambientales, y sí, utilizando herbicidas para controlar las malezas. Sobre este último punto venimos trabajando mucho, utilizando productos más nuevos y con menos impacto ambiental, y adoptando tecnologías para usar cada vez menos por unidad de producto y usarlos de una forma segura”, contó.

Por último, preguntó: ¿A vos te gustaría que te acusen de asesino, envenenador, genocida? Cuando cualquiera podría acusar de esto por usar combustibles fósiles, tirar insecticida en tu casa, lavandina en tu baño, y ni hablar si tenés una industria o un comercio y usas químicos para limpiar, desinfectar o combatir bichos”.

“A mi no me gusta, realmente me hace sentir muy mal, y trabajo todos los días para que las cosas se hagan de la mejor forma posible, para poder producir alimentos de buena manera y seguir viviendo tranquilo en el pueblo sin afectar a mis vecinos y a mi familia”, finalizó.



AgroVerdad. 02/05/19. La Agencia de Protección Ambiental de los EE. UU. (EPA, por sus siglas en inglés) ratificó esta semana que el herbicida glifosato no es cancerígeno: “no hay riesgos para la salud pública”. Con lo cual establece una posición contraria a fallos de jurados de EE. UU. que en un par de causas judiciales interpretaron que fue causante de la enfermedad de personas que querellaron a Monsanto (hoy Bayer) (...)

Por Eduardo Ferreyra (presidente de la Fundación Argentina de Ecología Científica). La Nación Campo Sábado 30/06/18. Año tras año, los agricultores argentinos se enfrentan a distintos obstáculos que dificultan la práctica de su actividad. Ya sea por las sequías prolongadas o por el exceso de lluvias, constantemente el sector agrario se ve obligado a superar duras barreras. Como si los problemas climáticos no fuesen suficientes, los productores se enfrentan ahora a una cuestión aún más peligrosa que las incontrolables condiciones del clima: la consolidación de mitos en torno a las prácticas agrícolas y a las sustancias y tecnologías implicadas en sus procesos. El caso más reciente es el del glifosato, el herbicida más utilizado en el mundo y que lleva décadas de vigencia. El objetivo de la campaña contra el glifosato, busca lograr regulaciones y prohibiciones que terminarán por convertir a la actividad agrícola en una llena de problemas y con magros resultados. El glifosato comenzó a ser utilizado en 1974 y durante décadas su popularidad se basó en su capacidad de controlar malezas. Sin embargo el glifosato se convirtió en el mal de todos los males, porque contraría la filosofía de un movimiento Maltusiano que se hace llamar ecologista y que en verdad, es más emocional que racional. Por supuesto que, para los ecologistas, los datos y hechos científicos quedan descartados, o al menos aquellos que contradicen su punto de vista. Las acusaciones contra el glifosato no solo están infundadas, sino que han sido contrarrestadas por más de 900 estudios científicos, que no hallaron evidencias de que el herbicida causara cáncer, malformaciones en nacimientos u otros males (...)


Mateo Estévez (investigador científico especializado en biotecnología. MBA en la Universidad de Potsdam). LPOnline. 09/04/18.  La prohibición del herbicida se impone como la decisión de primera instancia en los municipios sin una coordinación de política agropecuaria ni sustento científico (...)


La toxicóloga Nilda Gait y el oncólogo Martín Alonso disertaron en una jornada de BPA y Salud. Dijeron que aún no hay estudios que puedan relacionar concluyentemente el glifosato con enfermedades. La Voz del Interior. 29/10/15. Por Favio Ré. Las aplicaciones de glifosato, realizadas bajo estándares normales y buenas prácticas agrícolas, no implican riesgos altos para la salud humana. Eso es lo que puede inferirse de los estudios científicos elaborados al respecto hasta el momento, que no son concluyentes para poder relacionar al glifosato a enfermedades graves como el cáncer. Esa es la conclusión general que surgió del Panel de Salud realizado en el marco de la Jornada de Salud y Buenas Prácticas de Aplicación de Fitosanitarios organizado por los ministerios de Agricultura de la Nación y la Provincia, la Mesa de Buenas Prácticas Agrícolas (BPA) de Río Cuarto, la Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes (Casafe) y el Inta, en el aero club de Río Cuarto (...)

La amenaza del lobby contra la carne vacuna

Según estudios de la Universidad de Oxford, para producir 100 gr de proteínas, los bovinos demandan más tierras y agua que los granos, y generan mayor contaminación. Sobre esta base, grupos ecologistas y veganos de la UE proponen desacoplar la producción de carne del uso de recursos naturales. La estrategia para enfrentar esta visión que intentan imponer a nivel mundial, según el investigador Ernesto Viglizzo. Por Ing. Agr. Liliana Rosenstein, Editora de Valor Carne. 22 de junio, 2020.

“Hasta hace unos años, la productividad y la rentabilidad eran las mayores preocupaciones de las empresas a nivel global, pero este año por primera vez ganaron posición las variables ambientales”, dijo el Ing. Agr. Ernesto Viglizzo, investigador del CONICET, en el webinar Ganadería y Cambio Climático organizado por el Foro Argentino de Genética Bovina, presentado los resultados de una encuesta a empresarios, académicos, referentes sociales y líderes de gobierno, realizada por el World Economic Forum 2020.  “La mayor cantidad de respuestas apuntó a los riesgos de ocurrencia de eventos climáticos extremos, pérdida de biodiversidad y desastres ambientales causados por el hombre”, detalló.

En cuanto a la ganadería bovina, estos nuevos paradigmas abren un terreno fértil para la visión que intentan imponer ambientalistas y veganos de la Unión Europea. “Hay que seguir de cerca a estos grupos que yo llamo ‘lobby’ porque son los más poderosos que arremeten contra la carne vacuna y sus opiniones irradian rápidamente a escala global. Sostienen que, más allá de afectar la salud humana, la producción bovina impacta negativamente en el ambiente, en lo que hace al uso y la contaminación de los recursos naturales”, planteó el investigador, poniendo sobre la mesa los mitos que afectan a los países ganaderos de Sudamérica, entre ellos, la Argentina que históricamente ha exportado al bloque europeo.

Durmiendo con el enemigo. Los argumentos en contra de la carne vacuna tienen sus años aunque cobraron nuevo brío a partir de un estudio de 2018, realizado por la Universidad de Oxford, Reino Unido, que involucra a 38.700 granjas comerciales, en 119 países. “Según los autores, para producir 100 gramos de proteínas, los bovinos demandan más tierra y agua, y emiten más gases de efecto invernadero y otros contaminantes, que granos como el trigo, maíz, arroz y soja.

“Cuando se publicaron estos trabajos, tuvieron un impacto muy fuerte. El lobby de los veganos puso  mucho énfasis en que la población europea abandonara hábitos culinarios e hiciera un viraje hacia dietas vegetales”, contó Viglizzo. ¿Que proponen? “Desacoplar la producción de carne del uso de la tierra. Entonces, además de carnes vegetales, impulsan la carne cultivada, que se produce replicando moléculas de ADN, es decir, sacándole unas células a la vaca y desarrollándolas en condiciones de laboratorio. No es el mismo alimento, pero además está avanzando a toda velocidad con este producto, lo que atenta contra un factor de producción del agro tradicional”, advirtió.

En paralelo, en diciembre de 2019, el Parlamento Europeo propuso el Pacto Verde que apunta de dejar de producir emisiones netas de gases de efecto invernadero en 2050 y posicionarse como el primer continente neutro.

En materia comercial, esta hoja de ruta señala explícitamente que el precio de los productos comprados a terceros países, deberá reflejar con precisión su contenido de carbono. “Esto significa penalizar aquellas carnes que lleguen a sus góndolas con mayor carga de carbono, más concretamente con mayor huella, una de las causas del calentamiento global y de la fuerte variabilidad climática de los últimos tiempos”, alertó, señalando asimismo que promoverán que otros países importadores también adopten estos criterios. “O sea, que la Unión Europea trata de erigirse en algo así como un líder de la defensa del ambiente global y para eso ejercerá todas las presiones diplomáticas posibles”, aseveró.

¿Puede la demanda China liberarnos del lobby de la UE? “Europa busca imponer su posición con datos científicos, que influyen mucho en las negociaciones. Hoy los sistemas satelitales globales están monitoreando cada pixel de la tierra y permiten evaluar rápidamente cambios en la superficie boscosa. Y se entiende que el principal impacto potencialmente negativo de la ganadería está en la desforestación. En el caso de la Argentina, la tasa de desforestación ha bajado significativamente desde 2008 en que entró en vigencia la Ley de Bosques, eso juega a nuestro favor”, respondió.

Mitos y verdades. Para Viglizzo, los estudios que sustentan a los ambientalistas no contemplan que la forma de producir carne de los europeos, con predominio de sistemas de tipo industrial, intensivos, difiere de la ganadería argentina que también utiliza el feedlot pero obtiene la mayor parte de los kilos de cada animal sobre pastizales y pasturas.

“En todos los casos los bovinos emiten carbono, pero nuestros sistemas pueden secuestrarlo y los otros no”, indicó. ¿Qué hacen las pasturas? “Capturan carbono que ya está en la atmósfera, por fotosíntesis. Ese carbono es consumido por el animal, que lo recicla como metano y luego vuelve al medio. Y si bien el metano tiene un poder calorífico mucho más importante, lo cierto es que la cantidad neta de carbono que se está reciclando es siempre la misma, o sea, no estamos agregando más”, explicó.

A nivel global, los mediciones de gases de efecto invernadero se basan en las metodologías desarrolladas  por el Grupo Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), que fue creado en 1988. “El problema es que le asigna un valor de secuestro de carbono sólo a las tierras de bosques, algo que debería ser revisado, porque las tierras de pastoreo, bien manejadas, también pueden capturar”, opinó, remarcando que esto tiene una enorme importancia para la Argentina donde el 80% de la cobertura territorial corresponde, precisamente, a tierras pastoreo.

La contabilidad del carbono. Seguidamente el investigador definió el balance de carbono, que mide la diferencia entre lo que se emite y lo que se secuestra por hectárea del sistema ganadero. Sin embargo, los estudios de Oxford, que castigaron a la carne vacuna, midieron la huella de carbono que es la cantidad de carbono producido por cada kilo o tonelada de producto. Así las cosas, para explicar cómo juegan los métodos del IPCC, puso un ejemplo de la ganadería local.

Consideró un planteo con 80% de pasturas, 20% de maíz, que fertiliza con 100 kg/ha de urea y obtiene 550 kg de carne por hectárea. ¿Cómo se calcula la huella de carbono?  “En primer lugar se le incorporan las emisiones por manufactura de los insumos que consume ese planteo, por combustible, plaguicidas y fertilizantes, que en realidad, deberían cargarse a la industria que los fabricó y no al productor agropecuario. Nosotros, los investigadores, estamos cuestionando este aspecto”, aseveró. Pero también, prosiguió, hay emisiones propias de la ganadería que son las que juegan más fuerte en la contabilidad ambiental: las se producen por excreta, o sea, metano y por orina, es decir, óxido nitroso.

“Si asumimos que el secuestro de carbono en nuestros sistemas es cero, tal como computan todos los estudios europeos, nuestro modelo tendría una huella de carbono de 1.454 kg por tonelada de carne. En cambio, si consideramos el secuestro de las pasturas, vemos un baja sustancial, se capturan 909 kg de carbono y la huella baja a 500 kg. Y no es lo mismo llegar a una góndola europea con 1.454 kg de carbono por tonelada, que hacerlo con 500 kg”, reiteró. Y subrayó: “Incluso, es posible que un sistema pastoril de alta productividad pueda tener mayor secuestro de carbono del forraje que emisión por parte de los animales. Hay gran variabilidad de planteos en nuestras latitudes y cada uno tiene su balance”

¿Cómo medir el secuestro de carbono de las pasturas? “Nosotros no disponemos de recursos humanos ni económicos como para llevar adelante los estudios necesarios a campo, que son complejos y demandan mucho tiempo y, en este sentido, debería haber colaboración desde el sector privado. El atajo que hemos tomado es hacer revisiones de la bibliografía internacional aplicables a nuestras regiones ganaderas, pero deberíamos contar con nuestros propios datos para negociar en los foros internacionales”, finalizó Viglizzo.

Del Foro de Genética. El Foro Argentino de Genética Bovina es una iniciativa integrada por las Asociaciones de Criadores de las razas bovinas del país, la Cámara Argentina de Biotecnología e Inseminación Artificial y la Sociedad Rural Argentina. Entre sus objetivos está la puesta en valor de los rodeos que han logrado características genéticas sobresalientes, abordando los desafíos que deben enfrentar los criadores en el mundo global. En ese marco, está llevando adelante el ciclo de webinars Ganadería y Cambio Climático y próximamente, en Valor Carne, difundiremos la presentación del especialista Aníbal Pordomingo referida a cómo disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero desde el campo, en los distintos planteos ganaderos argentinos.

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