miércoles, 5 de febrero de 2014

¿Te animas a ir a la cancha?









De un lado esta Barracas y la villa Zabaleta, ciudad de Buenos Aires. Del otro Valentín Alsina, partido de Lanús, provincia de Buenos Aires. Aunque la llaman "la isla", y se parece, no es una isla. Es un recodo del Riachuelo -que divide ambas jurisdicciones- una especie de península, con solo dos accesos: un puente de ferrocarril oxidado que lo atraviesa desde la Capital y sino la calle Coronel Molinedo, localidad de Piñeyro, entre Lanús y Avellaneda, en medio de fábricas abandonadas que asemejan Chernobyl y barrios muy pobres o villas-miseria. Una rareza es que aunque está del lado de la provincia pertenece técnicamente a Capital (Comuna 4). Las fotos son elocuentes.

Esa cancha de futbol es el estadio "Saturnino Moure", propiedad del Club Atlético Victoriano Arenas (C.A.V.A.), fundado en 1928. Primera D de la A.F.A. Actualmente, anda por la mitad de la tabla de posiciones.

Dicen que es el estadio más insólito del fútbol argentino, que cuando patean demasiado fuerte por arriba la pelota se va al Riachuelo y los pibes las empujan con ramas o palos a la orilla para afanarlas. Que tienen muchos hinchas en Valentín Alsina y la capacidad de la cancha da para 1500 pero solo van unos doscientos. Según el oficialismo no hay inseguridad en nuestras calles pero ese sería uno de los motivos de la escasa convocatoria (*)

Algunos sostienen que Roberto Sánchez (a) Sandro era hincha de C.A.V.A. (así como otros dicen que era de Banfield) pero, en realidad, era de Huracán. Tienen camiseta celeste y blanca como la selección argentina. Hace unos pocos años firmaron un convenio de cooperación deportiva con el club Lanús, con proyectos inmobiliarios de venta y de mudanza a un lugar más seguro. 

¿Te animarías a ir un sábado de estos? Horanosaurus.

Fuentes:
http://laisladelcava.es.tl/HOME.htm
http://revistaascenso.com.ar/Nota/1497/-Victoriano-Arenas-vende-lotes/
http://es.wikipedia.org/wiki/Club_Atl%C3%A9tico_Victoriano_Arenas

(*) el autodenominado gobierno 'popular y nacional' (ni nacional ni popular--solo populista) acusa a los medios de prensa críticos que no responden a su desopilante libreto de exagerar el tema de la inseguridad en nuestras calles. Eso incluye al diario Clarín, antiguo socio de negocios del extinto ex presidente Néstor Kirchner y luego expulsado de su 'capitalismo de amigos'. Al brutal aumento de robos y asesinatos en la ciudad de Buenos Aires y alrededores, lo minimizan los funcionarios responsables, echándole la culpa a la crispación de los propios ciudadanos a los que deben cuidar. A eso le llama 'sensación de inseguridad'

Con la excusa del control de la violencia en el fútbol que provocan las barras bravas, los gobernantes con su ineptitud hacen cada vez más difícil que el ciudadano común vaya a la cancha y arriesgue su vida y la de su familia. La policía te revisa tres veces antes de ingresar pero luego los violentos aparecen adentro con armas y pirotecnia y hacen lo que quieren.

BONUS TRACK 1

Pasados unos meses me topé con la siguiente nota gráfica de "Cancha llena", el suplemento deportivo de lanacion.com, sobre estadios insólitos en el mundo. No creo que puedan empardar la adrenalina que puede aportar ver un partido en el Saturnino Moure del C.A.V.A. pero vale la pena pegarles una mirada. Después, otra mejor sobre las canchas de Buenos Aires y la cultura del papi-fútbol porteño. Horanosaurus.


Una recorrida por los escenarios más llamativos donde rueda una pelota. Cancha llena. lanacion.com 21/04/14.


La capital y sus alrededores tienen 36 estadios para más de 10.000 espectadores. Por Alejandro Rebossio | canchallena.com 18/08/15.

No hay quizás una ciudad en el mundo en la que se vea y se juegue tanto al fútbol como en Buenos Aires. La metrópolis, que con 13 millones de habitantes es la tercera más poblada de Latioamérica, es la que tiene más estadios con capacidad para más de 10.000 espectadores, unos 36. Muchos porteños -los habitantes de la ciudad autónoma de Buenos Aires- y bonaerenses suelen jugar por lo menos una vez por semana al fútbol amateur, en ligas o en partidos con amigos que acaban con cenas de pizza o asado, ya sean habilidosos o torpes jugadores, jóvenes o veteranos de hasta 70 años.

Alejandro Dolina, que en sus “Crónicas del ángel gris” elabora sus 'Apuntes de fútbol en Flores', barrio porteño de su inspiración, sigue jugando todos los martes a sus 71 años con veinteañeros y treintañeros. "Es raro el que no tiene la costumbre de jugar al fútbol. En cambio, en mis frecuentes viajes a presentaciones en Madrid o Barcelona me es muy difícil armar un partidito. Claro que lo que pasa en Argentina no garantiza el buen fútbol: hoy no se está jugando muy bien. Pero en España se empezó a jugar un fútbol que no se jugaba antes, con las combinaciones más ingeniosas", elogia Dolina, que lleva el análisis al deporte profesional.

"Argentina está entre los cinco mejores equipos del mundo, pero sus estadios no están en paralelo con esa calidad. Son mediocres, incómodos, malos, antiestéticos, sucios, inseguros", critica Dolina. Entre los 36 campos de Buenos Aires y su periferia están los más grandes, el de River Plate (61.688 espectadores) y Racing de Avellaneda (51.389), seis de entre 40.000 y 50.000, otra media docena de entre 30.000 y 40.000, ocho de entre 20.000 y 30.000 y otros 14 de entre 10.000 y 20.000, como los más pequeños de Merlo, de tercera división, o San Miguel, de cuarta. La metrópolis argentina supera en estadios de fútbol con esta capacidad a San Pablo (15), Londres (12), Río de Janeiro (nueve) o Madrid (cinco).

"Buenos Aires es una de las tres ciudades con más estadios de fútbol de cualquier tamaño, junto con Londres y Montevideo, y una de las explicaciones posibles es que aquí se mantuvo la tradición británica de que cada club tuviera su estadio", comenta Julio Frydenberg, profesor de la Universidad de Buenos Aires y autor de Historia social del fútbol. "En otros países todos los equipos de una ciudad juegan en el estadio municipal. Aquí hubo mucha lucha de los clubes por conseguir su terreno y construir las tribunas, con ayuda de los vecinos y de mecenas", añade el historiador.

Frydenberg recuerda que en las primeras décadas del siglo XX, mientras se estructuraban los clubes de fútbol de Argentina, "era casi obligatorio que todos lo varones jugaran en el ejércirto, en la parroquia, en el sindicato, en las empresas, los colegios o las compañías de teatro". En las décadas de los cuarenta y cincuenta se sumó la "obligación de ir a la cancha". Pero ambas tradiciones, aunque continúan, dejaron de suponer una imposición social. "Hoy quedan los vestigios", observa el catedrático.

Pero esos vestigios siguen impresionando a los ojos de un extranjero como el periodista alemán Christian Thiele, autor de Gebrauchsanweisung für Argentinien (Instrucciones para Argentina) y que dedica un capítulo al "fútbol de los lunes" que con sus amigos porteños jugaba por la noche cuando vivía en Buenos Aires. "El hombre argentino no necesita muchas cosas para vivir, pero sí algunas: mujeres bellas, una vaca muerta entre los dientes y su fútbol de la noche", señala Thiele, que se asombra por los "cientos de canchas para alquilar" que ofrece Buenos Aires y por lo "complicado y discutido" que es jugar con argentinos. Solo en la capital, donde viven 2,7 millones, están habilitados 412 campos de fútbol de cinco a 11 jugadores, de alquiler o en clubes y parques, sin contar los estadios. Thiele recuerda que acababa de jugar a las 23.30, se juntaban los pesos para pagar la cancha, se duchaban y marchaban a cenar en una parrilla. "La semana empezó bien", sentenciaba Thiele. © El País, SL.

BONUS TRACK 2

Ahora, como siempre nuestros dirigentes llegan tarde, la AFA se da cuenta que un club tiene un campo de juego torcido y antirreglamentario. Somos un país increíble. Horanosaurus. 


El club de la Primera D tuvo que iniciar la remodelación para volver a jugar como local; publicaron imágenes de cómo avanza la obra en San Justo. La Nación 03/10/16.





El presidente del club dio detalles históricos de "la cancha torcida"; las obras para la remodelación ya están en marcha. La Nación 03/10/16. Por Juan Ignacio Provéndola.

Pg12. 13/02/24. Juan Ignacio Por Provéndola. Al igual que aquellas canchas descriptas por Alejandro Dolina en el cuento “Apuntes del fútbol en Flores”, con árboles en el medio del campo de juego y canillas escondidas entre el pasto, el estadio Juan Antonio Arias también poseía extrañas propiedades que alteraban el desarrollo de los partidos. La prueba más evidente: si uno de los arqueros sacaba desde su área con rectitud, potencia y precisión perfectas, la pelota no acabaría en el arco de enfrente —tal como indicaría la lógica— sino desviada por la línea de fondo.

Las leyes de la física y de la geometría se veían desafiadas por una traza en falsa escuadra que distorsionaba las medidas del campo para despojarlo de todo criterio de simetría rectangular. Un área, por ejemplo, medía 37 metros de ancho, mientras que la de enfrente dos más. A su vez, una misma mitad de campo tenía 48 metros de longitud de un lateral, aunque casi 54 en el otro. De esa manera, los arcos quedaban torcidos respecto de los corners, invitando a hacer goles desde una de sus cuatro esquinas, aquella en la que el ángulo ofrecía el coto olímpico.

Pero la diferencia con las del célebre cuento de las Crónicas del Ángel Gris residía en que esta última no era la consecuencia de una creación literaria, sino de la decisión de un club que así la inauguró a fines de 1987 en Justo Villegas, entre Villa Palito, Ciudad Evita y el barrio Gas del Estado, al sur de San Justo. El estadio Juan Antonio Arias, con capacidad para 3500 personas y en donde Liniers será local desde este martes y durante todo 2024 en la primera temporada de su historia en la B Metropolitana.

Liniers había sido despojado en los 70’ de su histórica cancha en Ciudadela Norte, sobre Gaona y General Paz, adonde inicialmente se corrió en 1945 después de intentos previos en el barrio que le dio su nombre y en Lomas del Mirador. La trashumancia lo llevó a encontrar otra oportunidad en ocho hectáreas de tierras fiscales a la altura de Villegas, en La Matanza, que le compra al Estado nacional a fines de 1983.

Según aquellos que intervinieron en la creación del Juan Antonio Arias, el club del oeste porteño-conurbano hizo un esfuerzo enorme para poseer nueva casa tras los desplazamientos anteriores. Así, moneda sobre moneda y sudor sobre sudor, se consiguió financiamiento y mano de obra para volver a tener una cancha propia, ya que la AFA amenazaba con desafiliarlo. Solo el insistente trabajo de socios, simpatizantes y allegados hizo posible cumplir con todos los requerimientos necesarios para que el estadio pudiera ser inaugurado cuatro años más tarde, en diciembre de 1987, ante Flandria, por la Primera C. 

Aunque hubo un detalle que pasó inadvertido en las inspecciones: el de las medidas del terreno de juego. Muchas canchas del fútbol argentino suelen tener declives verticales, como las reconocidas “panzas” a la altura de las áreas para agilizar el drenaje en los días de lluvia. Pero las irregularidades topográficas del Arias rayaban el surrealismo, ya desequilibraban las medidas hasta interferir en circunstancias sensibles del juego como corners, dada la angulación despareja, o en orsais que los jueces de línea no lograban observar ante la falta de referencias paralelas. Una toma cenital del Google Maps permitía distinguir con claridad que el perímetro de la cancha no era precisamente un rectángulo de simetrías tolerables, sino más bien un trapezoide con su propia forma.

Lejos de ser secretos, los detalles del estadio de Liniers siempre fueron conocido en los círculos del ascenso, a tal punto que muchas personas la llamaban —más con cariño que ironía— “la cancha de los arcos torcidos”. Una nota de color en el folclore del fútbol criollo. Hasta que en octubre de 2016, la entonces denominada Comisión Normalizadora de la AFA intimó al club a enderezar las dimensiones desproporcionadas de su estadio, las áreas de tamaños diferentes, los arcos torcidos con respecto a los corners y la simetría ausente de una cancha torcida, montada sobre una falsa escuadra.

“Siempre tuvimos la intención de encuadrar la cancha, aunque la vorágine del fútbol hace que proyectes cosas a largo plazo y después se te superpongan otras, como el mantenimiento del estadio o nuevas exigencias de la AFA, entonces el tiempo y el dinero nunca te alcanzan”, dijo en su momento Marcelo Gómez, el presidente de Liniers, que estaba por esos tiempos en la D.

Gómez estuvo en aquel partido inaugural de 1987, contra Flandria, y atesora muchas anécdotas acerca de la cancha torcida. “Muchos centros sencillos se metían en el arco porque los arqueros perdían la referencia, y de hecho hubo un jugador nuestro que es recordado porque hizo goles olímpicos como loco. Se trata de Silvio Fuentes, un zurdo que en un mismo campeonato llegó a marcar cinco de esa manera”, describió.

“Conseguir en esa época, años '80, ocho hectáreas a veinticinco cuadras de la plaza de San Justo, en pleno centro de La Matanza, y encima con título de propiedad en mano, no era poca cosa. No sé cuántos clubes humildes como el nuestro poseen algo similar, así que, lejos de criticar, lo valoramos muchísimo”, defendió Marcelo Gómez por encima de todo. Y, consultado sobre el origen de la falsa escuadra del Arias, alimentó el misterio con dos versiones posibles: “Una indica que fue para aprovechar las partes más parejas del terreno, ya que se trataba de siete hectáreas hechas con relleno; la otra es un poco más romántica: sugiere que está cruzada para que la salida y puesta del sol no encandilen a ninguno de los arqueros”.

Aquella intimación de la AFA en 2016 tomó por sorpresa no sólo a Liniers, sino también a toda la D, ya que el estadio era utilizado por Yupanqui y el Deportivo Paraguayo, entre otros equipos. Así que reordenaron las arcas y movieron voluntades para conseguir ochenta camiones de tierra, depositarla en el terreno, luego nivelarlo con máquinas y, finalmente, lo más sensible: demarcas las líneas de la cancha, esta vez de manera recta y correcta, para enderezar aquellos arcos del Arias de San Justo, que a partir de ese entonces quedarán torcidos únicamente en una leyenda del pasado.

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