domingo, 19 de febrero de 2012

Biocombustibles: ¿alimentos para producir energía?


Pienso y aviso, desde el vamos, que ésta es una discusión inconducente porque desde el punto de vista práctico ya está resuelta. El debate sería: con el hambre que aún sufren millones de personas en el mundo, ¿resulta coherente o ético derivar materias primas comestibles para obtener biocombustibles que atenúen el uso del petróleo?

Los principales países del mundo desde hace rato legislan favoreciendo y auspiciando el reemplazo de los combustibles de origen fósil por los llamados 'biocombustibles', por lo cual la fabricación de etanol y biodiesel se ha convertido en un buen negocio para los empresarios, creando una nueva cadena productiva, que produce trabajo y progreso. Básicamente, defienden su uso por tratarse de una energía renovable y menos contaminante.

Por más que existan ineficiencias energéticas importantes (1) para obtener el vegetal cultivado y transformarlo en combustible, no todo el razonamiento es lineal y tiene numerosas aristas. Porque, por ejemplo, tampoco es eficiente alimentar animales con grano para que comamos carne y, sin embargo, toda sociedad que evoluciona demanda carnes e incorpora proteína animal a su dieta para mejorarla. Y también es cierto que se usan vegetales no comestibles para fabricar biocombustibles (ej. jatropha) pero alguien puede argumentar que su cultivo compite por el recurso suelo con otros que proveen alimento.

Un parrafito necesario para una modalidad incuestionable: la producción de biogás, que se realiza a partir de desechos orgánicos de origen animal y cuyas escalas de producción van desde las de tipo familiar (con la bosta de sus animales de crianza y basura orgánica en tachos de 200 litros) a plantas mayores de altos inversión. Cualquier país inteligente debería dedicar esfuerzos técnicos y presupuestarios para desarrollar esta energía limpia, renovable y económica. Hay mucho material en internet sobre esta modalidad y en este blog le dediqué la vieja entrada: "Producción de biogás en explotaciones pecuarias intensivas argentinas".

Volviendo al tema principal y para ser honestos: con o sin biocombustibles, a los poderosos nunca se les ocurrió producir más alimento y donarlo ni repartir equilibradamente las riquezas con los excluídos para combatir el flagelo del hambre (2). Económicamente hablando y viviendo bajo las reglas de un capitalismo salvaje, no quedan dudas que seguirá floreciendo la tendencia mencionada mientras constituya un negocio. Muy poco original, se me ocurre parafrasear a Bill Clinton y largar "es el capitalismo, estúpido" para saber como seguirá la cosa, tenga quien tenga la razón éticamente.

Hechas esas salvedades, para la gente interesada por la ciencia puede resultar interesante ahondar este tema desde el punto de vista ecológico. Por eso se me ocurrió plantearlo, aunque las conclusiones no sean fáciles. Para adoptar una posición que merezca ser defendida.

En los artículos que pego abajo, una mirada técnica sobre los biocombustibles por parte de la Ing. Silvia Romano. Otra, más política, del fundamentalista de los agronegocios autóctono y lobbista de su producción en el país, Héctor Huergo (editor de Clarín Rural), donde expone bastante honestamente el panorama. La respuesta de otro lobbista (de la industria avícola), Roberto Domenech. Por último, un viejo análisis de los estudiosos Norma Giarracca y Miguel Teubal en Agroparlamento, incorporando un concepto muy en boga: la "soberanía alimentaria" y unas frases filosas de Pino Solanas. Horanosaurus.

(1) groseramente, el balance entre la energía gastada en producir el biocombustible, incluyendo la fase del cultivo del vegetal utilizado, y la energía proporcionada por el biocombustible mismo.

(2) no quiero ser tan necio de no admitir que pienso que, al menos en nuestro país, hay una respetable movida solidaria en ámbitos no gubernamentales que merece ser destacada y que, en parte, proviene o es apoyada por el campo empresario. Me atrevería a afirmar que ese movimiento tuvo un fuerte crecimiento a partir de la crisis de 2001. Una parte de ese universo le asignan el rótulo "responsabilidad social empresaria", concepto que viene respaldado por una teoría, bastante discutible. Poco interesa cuales son sus móviles íntimos si su ayuda es efectiva para gente que lo necesita. El mismísimo filántropo Bill Gates piensa que la solución contra el hambre de los excluídos debe venir del sector agropecuario ("Bill Gates apuesta por el agro").

El debate “alimentos vs. energía”

Por Héctor A. Huergo. Clarín Rural 11/02/12. 

Hay dos “drivers” que comandan la actual onda larga de altos precios agrícolas: la transición dietética de los países asiáticos -los más poblados del planeta- y la suba del precio del petróleo. Ambos tienen el mismo fundamento, que no es ni más ni menos que la mejora de los ingresos que se está operando en Oriente, liderados por China.

Más dinero en el bolsillo no significa comer más, sino distinto. Pasar de una dieta vegetariana, basada en el arroz, legumbres y verduras, con escasa participación de proteínas animales, a una dieta cada vez más rica en carnes y lácteos, que está generando una verdadera succión de granos básicos y harinas proteicas (soja en especial).

Los procesos de transformación de granos en carnes son estructuralmente ineficientes. Un pollo, sin duda la especie que más incrementó la capacidad de conversión en los últimos treinta años, a duras penas alcanza para una familia tipo de cuatro comensales. Requiere hoy 2 Kg. de alimento por Kg. de peso vivo. Son 3 Kg. de polenta y 1 de soja. Si en lugar de dársela al pollo, la comieran la misma familia en forma directa, les alcanzaría para ocho almuerzos. Pero hay plata en el bolsillo global y nadie quiere comer polenta con milanesa de soja. En China la compañía Yum, que tiene la franquicia de Kentucky Fried Chicken, abre un local cada 19 horas. Por el lado de la demanda energética, pasa exactamente lo mismo. Familias más ricas usan más autos, más aire acondicionado, más calefacción.

Estamos entonces bajo la presión de un crecimiento sostenido de la demanda de bienes alimenticios y energéticos básicos. No es en la vieja Europa, ni siquiera en los EE.UU., donde se da este fenómeno. Es esencial comprender esto: es en China, India, Brasil. El viento de cola no viene de Occidente, viene de Oriente. Y no es la cigüeña, que perdió la batalla contra los planificadores, sino la billetera de los padres de una sociedad de hijos únicos, como la de la China del control de la natalidad.

Por eso, cuando se plantea el dilema “alimentos vs. energía”, conviene separar la paja del trigo. El petróleo subió, en los últimos diez años de 20 a 100 dólares el barril. Así, habilitó la posibilidad de utilizar los granos para sustituir la nafta. Esto se está realizando ya en condiciones de mercado. A fines del 2011 caducaron los subsidios y la protección de que gozaba el etanol de maíz en los EE.UU., y el consumo se mantiene sin cambios. El etanol es el principal destino del maíz norteamericano, capturando el 35% de la cosecha. Despotrican los feedloteros, polleros y chancheros, y también los que hacen fructosa para las bebidas cola. Les apareció una demanda feroz, que los sacó de una posición de confort en el mercado.

Lo que también conviene preguntarse es si se puede considerar “alimentos” a las proteínas animales, al edulcorante calórico de las bebidas cola, o a la cerveza, el whisky y tantas cosas que se hacen con granos. Alimentos, estrictamente, son los granos básicos y sus derivados del primer procesamiento. En cuanto entramos en aquello del “valor agregado”, debemos considerar la ineficiencia intrínseca del proceso. Es tan ético usar el maíz para producir combustible como convertirlo en pollo, donde tiramos la cabeza y los menudos, los huesos, y bostea el 80% de lo que come. Producir biocombustibles es una idea tan estúpida como producir cerdos, carne vacuna, fois gras o bourbon Jack Daniel’s.

Por otro lado, habría que preguntarse cuánto valdría el petróleo si no existiera ya la enorme sustitución (más del 10%) de nafta por etanol en EE.UU., del 5% en la UE, del 20% en Brasil. Seguramente, ya estaría en los 120 dólares el barril, con el mundo en vilo por seguir dependiendo de un abastecimiento crónicamente inseguro.

"Polémica en la granja". Clarín Rural. Sección Primer Nivel. Por Roberto Domenech (presidente del Centro de Empresas Procesadoras Avícolas). 18/02/12.

"La polémica alimentos vs. energía". Clarín Rural. Opinión. Los temas de la semana. Por Héctor Huergo. 18/02/12.


ENERGÍAS NO CONVENCIONALES
BIOCOMBUSTIBLES

Encrucijadas (Revista de la UBA) Nro. 45 – Año 2009. Entre los principales atractivos de los biocombustibles se encuentra el hecho de que se obtienen a partir de recursos renovables, generan menos emisiones, son biodegradables y brindan la posibilidad de diversificar la matriz energética. Además, varios de ellos se producen a partir de residuos o sustancias no alimenticias. La Facultad de Ingeniería de la UBA se constituyó en los últimos años como una de las principales fuentes de investigación sobre energías no convencionales. En su sede de Paseo Colón, ya se inauguró la primera planta piloto de biodiésel del país.

Por Silvia Daniela Romano. Ingeniera Química, con carrera de especialización en Higiene y Seguridad en el trabajo y Doctora de la Universidad de Buenos Aires, área Ingeniería. Directora del Grupo de Energías Renovables de la Fac. de Ingeniería. Profesora Regular Adjunta de la UBA y miembro de la carrera del investigador del Conicet. Directora de proyectos en biodiésel desde 2003, financiados por UBACyT y la Secretaría de Ciencia y Técnica del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación.

La mayoría de los combustibles que se utilizan en el mundo (gas natural, GNC, GLP, nafta, gasoil, kerosene, fueloil) provienen del petróleo, que es una fuente de energía no renovable debido a que la velocidad de formación del mismo es muchísimo más lenta que la velocidad a la que se lo utiliza.

A partir de 1995 existió consenso en la comunidad científica internacional en cuanto a que el aumento de temperatura global del planeta producido en el último siglo estaba asociado a la influencia de la actividad humana sobre la naturaleza, siendo el dióxido de carbono el principal responsable del cambio climático (por efecto invernadero), debido fundamentalmente al uso de combustibles fósiles. Este calentamiento provoca graves problemas medioambientales.

En 1997 se firmó el Protocolo de Kyoto que exige que 35 países industrializados reduzcan las emisiones de gases de efecto invernadero en un promedio de 5% entre los años 2008 y 2012, con relación a los niveles registrados en 1990.

Por otro lado, el hecho de que el petróleo se acabará dentro de algunas décadas, la crisis energética actual de varios países, la existencia de sectores urbanos que están a grandes distancias de los centros de distribución de combustibles o en zonas de difícil acceso, particularmente en países en desarrollo y el aumento continuo del precio del barril de petróleo, son algunas razones por la que surge la necesidad mundial de promover, desarrollar y utilizar a la brevedad, recursos energéticos renovables y amigables con el medio ambiente como los biocombustibles, el hidrógeno, las energías eólica, solar, geotérmica, mareomotriz, etc.

Los biocombustibles, a diferencia de los combustibles derivados del petróleo, se producen a partir de la biomasa. Biomasa es toda la materia orgánica que puede convertirse en energía y proviene básicamente de la agricultura, forestación, desechos (agrícolas, ganaderos, forestales, urbanos e industriales), plantaciones energéticas, etc.

Entre los principales atractivos de los biocombustibles se encuentra el hecho de que se obtienen a partir de recursos renovables, generan menos emisiones, son biodegradables y brindan la posibilidad de diversificar la matriz energética. Además, varios de ellos se producen a partir de residuos o sustancias no alimenticias.

Uno de los conceptos que hay que tener en claro cuando de biocombustibles se habla es que cada uno de ellos se obtiene a partir de materias primas específicas, por medio de procesos particulares (físicos, químicos, fisicoquímicos, termoquímicos o bioquímicos) y, en consecuencia, tienen distintos usos.

Una forma de clasificar a los biocombustibles podría ser de acuerdo con su estado de agregación. Entre los biocombustibles líquidos están el biodiésel, el bioetanol y el biooil; entre los gaseosos, el biogás y el gas pobre; y entre los sólidos, podemos encontrar a los que se usan desde épocas prehistóricas (como biomasa para calefacción o cocción de alimentos) como las ramas de los árboles, las raíces, las astillas, la leña, el aserrín, la madera o algunos más elaborados como las briquetas o el carbón vegetal.

Características. El biodiésel se produce por medio de una reacción química entre un aceite vegetal o grasa animal y un alcohol de cadena corta y tiene los mismos usos que el gasoil. El bioetanol se obtiene a partir de sustancias ricas en carbohidratos mediante una fermentación aeróbica y tiene los mismos usos que la nafta. El biooil o bioaceite se produce a partir de residuos forestales o agrícolas por medio de un proceso de pirólisis o licuefacción y se puede utilizar en calderas, turbinas y hornos. El biogás se obtiene a partir de materia orgánica de desechos (residuos animales o residuos urbanos con determinadas características) mediante una fermentación anaeróbica y se puede utilizar en reemplazo del gas natural. El gas pobre se produce a partir de residuos forestales o agrícolas por medio de un proceso de gasificación. Tiene ese nombre debido al bajo poder calorífico respecto al gas natural y se puede usar para producir calor, electricidad o en motores de combustión. Las briquetas se obtienen por medio de un proceso de densificación al compactar desechos agrícolas o forestales para facilitar su utilización, almacenamiento y transporte. El carbón vegetal se produce al convertir madera o residuos agrícolas por medio de una combustión incompleta.

Podríamos preguntarnos: ¿por qué los biocombustibles más nombrados y utilizados en los últimos años son el biodiésel y el bioetanol? La razón principal es que estos combustibles derivados de la biomasa se utilizan fundamentalmente para uso automotor, mezclados con gasoil y nafta, respectivamente. El uso automotor del biodiésel no es exclusivo ya que también se lo utiliza en otros medios de transporte. En Argentina, se hicieron pruebas en aviones militares que usan JP1 y biojet (mezcla de JP1 y biodiésel) y en otros países se lo ha utilizado en flotas marítimas. Además de utilizarse como combustible automotor, el bioetanol se usa en la elaboración de bebidas alcohólicas, como anticongelante y como solvente en aplicaciones farmacéuticas y en la producción de barnices, pinturas, perfumes, cosméticos, plásticos, etc.

Entre las materias primas para producir biodiésel se encuentran los aceites vegetales o grasas animales, nuevos o usados, comestibles o no comestibles. Es decir, se puede producir biodiésel a partir de aceite de soja, girasol, maíz, maní, algodón, palma, ricino, tung, jatropha, microalgas, colza, grasas animales de pollo, pescado, cerdo, vaca, etc. Como resultado de la transesterificación entre el aceite o grasa y el alcohol se obtienen una mezcla de ésteres (que luego de un correcto proceso de purificación será biodiésel) y glicerina. El proceso de obtención es simple; lo que no es tan simple muchas veces, es obtener biodiésel en especificación, como exigen las normas. Realizar el control de calidad de un combustible durante la producción y distribución es fundamental para asegurar que lo que le llega a los usuarios es de calidad confiable y consistente y por ende garantizar una buena performance del motor. Para ello, se caracteriza al combustible midiendo diferentes propiedades que están estandarizadas según normas (IRAM, ASTM, EN, etc.) y verificando que los valores obtenidos estén dentro de los rangos admisibles. En las plantas que producen grandes volúmenes, realizar el control de calidad que piden las normas no es un problema dado que el proceso es continuo y las muestras se analizan en el laboratorio de la empresa o se envían periódicamente a laboratorios externos. Pero para bajos volúmenes de producción, como es el caso del autoconsumo o de las empresas pequeñas, tener un laboratorio propio es económicamente inaccesible al igual que enviar frecuentemente las muestras a laboratorios externos para su análisis. Entonces se suele confiar en que lo que produce la planta es biodiésel, siendo una hipótesis errónea en la mayoría de los casos.

Las materias primas utilizadas para producir bioetanol son sustancias ricas en sacarosa, almidón o celulosa. Algunos ejemplos son: caña de azúcar, remolacha, melazas, sorgo dulce, maíz, papa, yuca, topinambur, etc. La utilización de materiales lignocelulósicos se hace cada vez más atractiva debido a que los residuos agroindustriales y forestales que se pueden usar no son de uso alimenticio, el costo es bajo y la disponibilidad es alta. Pero el proceso es técnicamente más complicado debido a que los materiales lignocelulósicos están cubiertos por lignina, que no se puede fermentar a bioetanol.

Producción mundial y nacional. La Comunidad Europea produce y utiliza biodiésel desde hace varios años. El mayor productor mundial es Alemania y lo elabora a partir de aceite de colza. Es uno de los pocos países en que los usuarios lo pueden utilizar solo o mezclado en cualquier proporción con gasoil. Le siguen en importancia Austria, Francia, España e Italia. En Estados Unidos también se producen cantidades importantes de biodiésel pero a partir de aceite de soja. En varios países asiáticos obtienen biodiésel para exportar, principalmente a partir de aceite de palma. La mayoría de los países de Centro y Sudamérica están comenzando a reglamentar leyes de biocombustibles; algunos de ellos, más avanzados en el tema, como Brasil lo produce desde hace algún tiempo. En Paraguay también hay algunas plantas.

Los principales productores y usuarios mundiales de bioetanol son Brasil y Estados Unidos. El primero utiliza caña de azúcar y lo produce y utiliza desde hace décadas mezclado con nafta mientras que el segundo usa maíz.

En nuestro país, en materia de biocombustibles, existe la ley 26.093/06 y el decreto Reglamentario 109/07. Dicha legislación, que estará vigente al menos durante 15 años, establece el régimen de regulación y promoción para la producción y uso sustentable de biocombustibles; contempla el tema de la habilitación de las plantas productoras, de las infracciones y sanciones para aquellas que no cumplan, de los beneficios promocionales, de los sujetos beneficiarios del régimen promocional (principalmente productores agropecuarios, pymes y economías regionales) y del mezclado de los biocombustibles líquidos con sus “pares” derivados del petróleo.

Nuestra legislación establece también el uso obligatorio en todo el país de las mezclas: 5 % de biodiésel –95% de gasoil y 5% de bioetanol– 95% de nafta, para principios del año 2010.

Para tener una idea del volumen de aceite que se necesitaría procesar para cubrir la demanda de biodiésel para el corte obligatorio del 5%, es interesante notar que alcanzaría con el 8% del aceite que se produce (recordar que Argentina es el principal exportador mundial de aceite de soja y de girasol y exporta aproximadamente un 95% de su producción) mientras que para la de bioetanol alcanzaría con el 2.5% del maíz que se produce actualmente (Argentina es el segundo exportador mundial de maíz).

En nuestro país se ha estado obteniendo biodiésel en pequeña y mediana escala desde hace algunos años, generalmente para autoconsumo. Actualmente, hay en funcionamiento nueve plantas habilitadas por la Secretaría de Energía, que pueden producir 800.000 toneladas/ año de biodiésel para exportación. Tres de ellas son de gran envergadura (cada una tiene una capacidad de producción de 200.000 toneladas/ año) y están ubicadas en la provincia de Santa Fe. Las 6 restantes están localizadas en las provincias de Santa Fe, San Luis y Buenos Aires. Hay además cuatro grandes plantas en construcción, también en la provincia de Santa Fe y para exportación, con una capacidad estimada de producción de 700.000 toneladas/año. La situación de las plantas para la producción de bioetanol es un poco diferente; hay tres anuncios de construcción de plantas y serían para mercado interno.

¿Por qué en Argentina es indispensable producir más biodiésel que bioetanol? Porque nuestra matriz energética para transporte está formada por 66% de gasoil, 17% de nafta y 17% de GNC. En consecuencia, el consumo de gasoil es aproximadamente cuatro veces superior al de nafta. Por lo que habrá que producir cuatro veces más biodiésel que bioetanol para realizar el mismo porcentaje de corte en gasoil y nafta.

Críticas. La crítica más escuchada que se les hace a los biocombustibles líquidos es que se obtienen a partir de materias primas comestibles, compitiendo de esta manera con la alimentación. Hay que tener presente que el biodiésel se puede obtener a partir de materias primas no comestibles (jatropha, algodón, ricino, tung, etc.) como se hace en algunos países; que se puede fabricar a partir de aceites de fritura usados que habría que disponer y en este caso se los estaría reciclando, o a partir de grasas animales que los frigoríficos venden a muy bajo costo. Si se utilizan microalgas como materia prima, hay una ventaja adicional: el volumen de aceite obtenido por hectárea es muchísimo mayor al de las especies vegetales usuales. Por otro lado, se está trabajando a nivel mundial en el desarrollo de tecnologías para la obtención de bioetanol a partir de materiales lignocelulósicos.

Es indudable que hay que diversificar la matriz energética (especialmente en los países “petrodependientes” como el nuestro) y para ello es necesario utilizar combustibles renovables alternativos a los que se obtienen del petróleo, no sólo por la disponibilidad limitada de este recurso sino también por los problemas de contaminación ambiental creciente. Para esto, los biocombustibles son una opción válida, lo cual no quiere decir que sean la única opción ni la definitiva, pero están disponibles ahora y se pueden utilizar en pequeños porcentajes mientras se sigue desarrollando la tecnología necesaria para poder sumar otras fuentes renovables de energía a un costo competitivo.

Agroalimento o Agrocombustible ¿Un nuevo dilema?

Por Norma Giarracca y Miguel Teubal, socióloga y economista. Instituto Gino Germani, UBA. Agroparlamento.com – 26/04/07. América latina, sin resolver el problema alimentario, corre a ponerse en la fila del nuevo modelo de los agrocombustibles. ¿Oportunidad o un camino inconveniente?

No siempre los temas sectoriales y menos aún aquellos vinculados con el sector agropecuario son considerados de interés general por los medios. Tuvo que producirse el viaje de Bush a Brasil y la firma de una serie de acuerdos con el presidente Lula vinculados con la producción de los “agrocombustibles” (un término más correcto que el “marketinero” biocombustibles) para que el tema de la sustitución del petróleo por etanol y otros combustibles de origen agropecuario adquiriera la calificación de “estratégico”.

Se trata de un plan aparentemente muy conveniente para Estados Unidos: que en Latinoamérica se elaboren commodities de origen agropecuario para la producción de etanol y otras fuentes energéticas contribuyendo de este modo a que ese país reduzca su actual dependencia de fuentes petrolíferas externas. Es decir, bajar la dependencia de países que considera conflictivos, como Venezuela, Irak, Irán, Arabia Saudita, y que hacen de este comercio un problema. Da la impresión de que la decisión de que se utilice la tierra de nuestra región para producir combustibles ya está tomada e impulsada por una serie de grandes intereses vinculados con los agronegocios y con la industria automotriz. La caña de azúcar, el maíz, la soja con una industrialización muy simple pueden tener como destino el tanque de nafta de los países de grandes consumos de energía que, además, es el modelo que pasivamente se adopta en nuestros países.

¿Por qué oponerse si nuestra región siempre ha sido productora agraria y esta salida supone un proceso que la beneficiaría? Los primeros interrogantes que apelan al sentido común son:

* ¿Se trata de una región de autosuficiencia en la producción y distribución alimentaria?
* ¿Se han erradicado el hambre y la desnutrición en Brasil, México, Guatemala, Argentina?
* ¿Es la tierra un recurso ilimitado donde la frontera agraria se puede expandir sin problemas? (como parece creer nuestra ministra de Economía.) El asunto viene engañosamente teñido de “verde” (de allí lo de bio) de la mano de Al Gore, aduciendo que presumiblemente podrían reducirse en algo las emisiones que inciden sobre el recalentamiento mundial. No se trata, entonces, de cuestionar el modelo de circulación impuesto desde la posguerra sino de resolver el problema de cómo se lo sigue alimentando. Hace más de 30 años el pensador Iván Illich decía que en el momento en que una sociedad se hace tributaria del transporte individual se pone de manifiesto la contradicción entre justicia social y energía motorizada.

La otra cara de esta decisión estadounidense y la asociación con gobiernos de la región son las consecuencias en las poblaciones. Si se sigue dejando la cuestión agraria y alimentaria en manos de las decisiones de las grandes corporaciones del agronegocio, no se resolverá el problema alimentario sino que, por el contrario, se empeorará.

La gran paradoja de América latina es que pasó de ser un gran productor de alimentos a perder la autosuficiencia alimentaria. El maíz mexicano fue desde antes de la llegada de los españoles la alimentación básica de esos pueblos y, como dice el especialista Armando Bartra, por la irresponsabilidad de los tecnócratas neoliberales en los ochenta terminan dependiendo de las importaciones del gran vecino. Los granos argentinos que alimentaron a su población y al mundo pasaron a convertirse en commodities y niños y jóvenes pobres sufren las consecuencias de la desnutrición.

¿Y qué pasa con la tierra? Tal como lo destaca Raúl Zibechi, está en peligro la Amazonia brasileña y la ruina de millones de campesinos, pero también los argentinos corren el peligro de una expansión de la frontera agraria aun peor de la que venimos alertando desde hace tiempo. Todo en aras de modificar las relaciones entre el Sur y el Norte de las Américas a conveniencia del Norte. Es decir, América latina, sin resolver el problema alimentario, sin cambiar el rumbo de la devastación ecológica de sus territorios, corre a ponerse en la fila del nuevo modelo de los agrocombustibles y lo más doloroso es que lo hace de la mano de gobiernos que se denominan “progresistas”.

Más de 500 representantes de organizaciones de campesinos y campesinas, agricultores familiares, pescadores tradicionales, pueblos indígenas, pueblos sin tierra, trabajadores rurales, migrantes, pastores, comunidades forestales, mujeres, niños, juventud, consumidores, movimientos ecologistas y urbanos de 80 países se reunieron en el pueblo de Nyéléni en Selingue, Malí, para fortalecer el movimiento global para la soberanía alimentaria. Por soberanía alimentaria se entiende “el derecho de los pueblos a alimentos nutritivos y culturalmente adecuados, accesibles, producidos en forma sostenible y ecológica, y su derecho a decidir su propio sistema alimentario y productivo”.

El nuevo dilema que se suma a los viejos problemas es, entonces, entre los agrocombustibles y la soberanía alimentaria de nuestros países.

PINO SOLANAS: "ENERGIA CON CABALLOS Y VACAS"

La Nación suplemento Campo 31/05/14. Sección 'Tierra adentro'. El miércoles pasado, el senador del espacio Unen, Fernando "Pino" Solanas, fue crítico con los biocombustibles. Dio la nota en el marco de la sanción en el Senado de la reforma para bajar la carga impositiva al biodiésel. Solanas, que no estaba en la lista de oradores, interrumpió al senador Gerardo Morales para meter el siguiente bocadillo: "¿Quién se benefició en serio con esta disminución del impuesto? ¿Se beneficia el pequeño o se beneficia Roberto Urquía, Aceitera General Deheza?", se preguntó primero, y luego disparó: "A este país le sobran posibilidades de energías renovables y no contaminantes, pero quemamos cereales, quemamos maíz y vamos a quemar soja. Y terminaremos algún día quemando vacas, si se descubre que el caballo, la vaca y las carnes producen más energía". En Unen, Solanas no está solo en los cuestionamientos a los biocombustibles. Hace unas semanas, el diputado Martín Lousteau criticó el etanol de maíz, pero perdonó al biodiésel y el etanol de caña de azúcar. 

BONUS TRACK

6 mitos falsos que rodean al biodiesel

Dicen: “Más caro que los combustibles fósiles, que daña los motores y que aumenta costos fiscales y de los alimentos”. Clarín Rural. 25/06/22. Por Emiliano Huergo.

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