viernes, 5 de julio de 2013

Narcotráfico: triste lauro kirchnerista



¿Otro 'embate del imperialismo' contra el autodenominado gobierno 'nacional y popular'? No faltarán voces oficialistas que acusen a la prédica maliciosa de la ex-prensa monopólica argentina por estas afirmaciones  (1) ¿Quizás puedan echarle la culpa al viejo gobierno de Duhalde? Sino a Mauricio Macri o a Scioli, que están para el cachetazo fácil. Argentina ha sido nominado tercer proveedor mundial de cocaína por las Naciones Unidas.

Después de las reiteradas denuncias periodísticas acerca de la fragilidad de las fronteras nacionales -que cualquier ciudadano puede comprobar-, de la infantil falta de control del espacio aéreo y de la desidia de nuestros políticos hacia temas que no acerquen votos, era una noticia esperable dentro de la decadencia que venimos viviendo. Son muchos los que opinan que el reciente voto del Congreso apoyando el proyecto presidencial para el lavado de divisas es una invitación al establecimiento definitivo del narcotráfico a la Argentina.

Que tristeza me produce esto. Porque son más pibes que pierden una vida digna y miles de familias destruídas. Pobre mi país. Pero la señora presidente no mencionará el problema en su tan locuaz twiter o en sus presentaciones ante la corte adicta de 'focas aplaudidoras'. La militancia rentada y los locutores del discurso oficial no emitirán opinión, como tantas veces ante decenas de contradicciones del modelo K. Seguramente le otorguen el control del tema al secretario Guillermo Moreno, por su ineptitud, justamente. No me sorprende más nada. Horanosaurus.

(1) quisiera recordar a un posible distraído que el monopolio real de los medios ahora lo ejercen repentinos exitosos empresarios amigos del poder kirchnerista.

Los narcos avanzan, el Gobierno se desentiende

La prolongada acefalía en la Sedronar es una muestra acabada del nulo interés de las autoridades para enfrentar el creciente flagelo de la droga. Editorial La Nación 04/07/13.

Una vez más, la Argentina se ha destacado en el campo de la droga, aunque no en el de la lucha contra este creciente flagelo, sino, por el contrario, en el de su producción, transporte y envío ilegal al resto del mundo. Según el último informe anual de las Naciones Unidas sobre las drogas, nuestro país se ubica nada menos que como el tercer proveedor mundial de cocaína, detrás de Brasil y de Colombia. El dato, devastador, muestra hacia dónde nos ha conducido la falta de control y de un genuino deseo por parte de nuestras autoridades para encarar una verdadera lucha contra el narcotráfico. Ahora, nuestro territorio es una de las principales plataformas para proveer de cocaína al planeta.

Tan funesto como ese dato es un documento que exhibe la otra cara del crimen de la droga y que se remonta al informe anual de las Naciones Unidas de 2010, que señaló que ya en aquel entonces la Argentina presentaba la mayor tasa de consumo de cocaína en toda América en relación con el total de habitantes, igualando la de los Estados Unidos. En síntesis, nos hemos convertido en un paraíso para los traficantes y en un infierno para el creciente número de víctimas de la adicción.

Desde hace años, señalamos en esta columna con alarma la falta de políticas en profundidad para combatir el narcotráfico y el creciente involucramiento en ese delito de efectivos de las fuerzas policiales y de seguridad. También, que la ausencia de coordinación de acciones constituía una tácita invitación a los narcotraficantes para instalarse en un país que prácticamente los consentía. Finalmente, subrayamos que la nula efectividad de la Unidad de Información Financiera (UIF) -que muchas veces parece más proclive a encubrir el lavado de dinero que a investigarlo- era otro convite a la radicación de los carteles de la droga.

El paco, el bazuco o el crack son la herramienta que usan los narcos para dotarse de un ejército de jóvenes traficantes para su siniestra mercadería, que también sirven de soldados necesarios para proteger a los líderes narco o eliminar a la competencia. La drogadependencia trajo una creciente ola de violencia irracional para obtener el dinero que permite satisfacer la adicción. Recientemente, un grupo de vecinos de la Capital elaboró un detallado mapa de lugares de venta de drogas ilegales en su barrio, que demostró que gran parte funcionaba alrededor de establecimientos educativos.

En Rosario se instaló la intensa actividad narco. El nivel de homicidios que apunta, sólo allí, a superar los 200 para este año, es un nuevo y triste récord, y encuentra a la ciudad con una tasa similar a la de las grandes ciudades brasileñas y colombianas. El incremento de muertes violentas, peleas de bandas por el control del territorio, sicarios que matan por encargo, escabrosos asesinatos que incluyen niños como represalia en típicos mensajes mafiosos o jóvenes que roban y se prostituyen para sostener la adicción castiga cada vez más a la población. Todo eso parece haber pasado inadvertido para el gobierno nacional. El oficialismo sólo atinó a echarle la culpa al gobierno de Santa Fe por su gestión fallida en seguridad, y renombrados dirigentes kirchneristas pidieron cínicamente la intervención federal de la provincia.

Cuando la situación ha llegado al punto en que los máximos organismos mundiales señalan el cada vez más lamentable papel que cumple la Argentina, no cabe más que mirar en dirección a las máximas autoridades para buscar a los responsables de la degradación.

La contundencia de los datos a los que nos referimos ha llevado al diputado nacional Eduardo Amadeo a reclamar que se promueva un juicio político contra la Presidenta "por mal desempeño en el ejercicio de sus funciones y delitos en el ejercicio de la función pública". Amadeo sostuvo que el kirchnerismo "por su perversión e incapacidad es responsable directo de la muerte e incapacidad de miles de jóvenes" que han caído víctimas de la droga. "Estamos inundados de droga y estamos inundando al mundo con droga", añadió.

Si bien no puede afirmarse que el país se haya precipitado al abismo de la drogadicción y el narcotráfico exclusivamente en los últimos diez años, puesto que la caída comenzó por lo menos una década antes, sí es cierto que durante el período kirchnerista ésta se ha acelerado tanto que el Gobierno no puede alegar inocencia. No puede porque abundan las pruebas sobre su llamativa inacción, decisiva para arribar al actual estado de cosas. Por ejemplo, su actitud con la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar), que primero privó a este organismo de presupuesto y recursos humanos suficientes para realizar actividades y controles, y luego -y hasta el presente- lo ha mantenido acéfalo desde hace 105 días, una actitud que en el actual contexto se aproxima a su disolución.

Otra prueba de la complicidad por omisión de acción de las autoridades la brindó el entonces jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, cuando afirmó en 2005, 2008 y 2009 ante funcionarios de la embajada de los Estados Unidos que el gobierno argentino no podía ganar la guerra contra el narcotráfico y sólo pretendía perderla por poco margen. Fernández se equivocó: la guerra se viene perdiendo y por amplio margen. A estos datos debe agregarse otro muy reciente, que se encuentra en dos informes de la Auditoría General de la Nación y se refiere a las gravísimas falencias en los controles de la Dirección de Aduanas en materia de fiscalización de las importaciones y la revisión de equipajes en los principales aeropuertos del país.

Son muchos los factores que se han sumado para colocarnos entre los narcopaíses, pero todos son confluyentes. Ni aunque hubiera existido un cerebro detrás de esta cuasi ingeniería se habría logrado una mejor combinación para producir este verdadero cóctel de la droga.

En los términos del ya mencionado Aníbal Fernández, la lucha se perdió. Pero se perdió sin haber luchado. Aún resta librarla y, si hay voluntad, puede y debe ganarse.

Duras críticas por la falta de una política antidrogas

A pocas horas de que se difundiera el informe anual de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre drogas, que ubicó a la Argentina como el tercer proveedor mundial de cocaína, detrás de Brasil y de Colombia, el diputado del Peronismo Federal Eduardo Amadeo lanzó duras críticas contra las políticas del Gobierno y la presidente Cristina Kirchner. "El kirchnerismo es responsable directo de la muerte e incapacidad de miles de jóvenes que han caído víctimas de la droga por su perversión e incapacidad", señaló Amadeo a la prensa, al tiempo que reclamó que se promueva juicio político a la Presidenta "por mal desempeño en el ejercicio de sus funciones y delitos en el ejercicio de la función pública, de conformidad con lo que dispone la Constitución Nacional". También dijo que "el fomento del lavado de dinero ha sido una invitación a los narcotraficantes a instalarse en la Argentina y estos son los resultados. Y como prueba concluyente, hace tres meses que la Presidenta no nombra a nadie al frente de la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico". La Nación 29/06/13.

Han pasado unos meses y las noticias son abrumadoras e inocultables. Al gobierno ya no le alcanza relato alguno: son responsables de los últimos diez años de nuestra realidad. ¿A quién le van a echar la culpa? La ciudad de Rosario está en la tapa de todos los medios por su guerra entre bandas narcos, la ruta nacional 34 fue rebautizada "la ruta blanca", las fronteras y el espacio aéreo son coladores y los sicarios ya son nuestros nuevos vecinos. Ahora, surgieron nuevas revelaciones con la detención del jefe del cartel de Sinaloa-México: nos enteramos de sus sucursales químicas en la Argentina, que el sindicato Obreros Marítimos Unidos (SOMU) invierte en el negocio de la droga o que en la casi fronteriza ciudad de Orán-Salta viven entre 4000 y 6000 mexicanos y colombianos, seguramente por la atracción de sus bellezas naturales. Horanosaurus.


La sombra del “Chapo” Guzmán en la Argentina

México y EE.UU. advirtieron en el 2008 de la entrada del cartel de Sinaloa. El Gobierno los desoyó. Las iglesias del Chaco como tapadera. Sospechas sobre una entidad judía y la venta de jugadores. Por Gustavo Sierra. Clarín-Sociedad. 01/03/14.

“No dejen que entren. Una vez que están adentro, no se los sacan más”, fue la advertencia a los argentinos en septiembre de 2008 del gobierno mexicano que ya soportaba treinta años de narcoguerra. Ni en la Casa Rosada ni en la Cancillería ni en los ministerios de Interior y Justicia escucharon nada (...)  Desde Washington presionaban para que se tomaran acciones firmes contra el comercio de químicos que estaba abasteciendo a los narcos mexicanos para elaborar drogas sintéticas (...) Pero el entonces ministro de Justicia, Aníbal Fernández, insistía: “No es cierto, acá no hay ningún cartel mexicano” (...) 

Del triple crimen a la frontera porosa de Salta
La lluvia blanca de las avionetas que lanzan la droga desde el aire. Clarín 01/03/14.

Chapo Guzmán, la conexión argentina
Por Jorge Lanata. Clarín 28/02/14.  

Alerta cocaína: la droga enel año electoral
Por Héctor Gambini. Clarín Domingo 03/05/15.

Los dichos. "Hay países donde todo está bajo el dominio de la droga. Con respecto a la Argentina, puedo decir sólo esto: hace 25 años era un lugar de paso; hoy en día se consume. Y no tengo la certeza, pero creo que también se fabrica" (Papa Francisco al periódico La Cárcova de San Martín, 8 de marzo).

"Naciones Unidas nunca ha considerado a la Argentina como un país de consumo. En el año 2008 hicimos una encuesta que arrojó un mínimo ascenso de cocaína y marihuana, y sí había un asombroso ascenso del alcohol y de drogas legales" (Jefe de Gabinete Aníbal Fernández, 10 de marzo).

"Es verdad que ha aumentado el consumo. La marihuana está al alcance de los pibes. Todo tipo de droga está al alcance. Esto lo podemos tomar como un triunfo del narcotráfico. Pero Argentina no es un país que fabrique droga porque no tiene las condiciones para hacerlo" (Secretario de Lucha contra el Narcotráfico Juan Carlos Molina, 10 de marzo).

"Las adicciones en la gente de bajos recursos son devastadoras porque la adicción es con cualquier cosa. Los que tienen mucha plata, tienen de la buena, no se les nota y pontifican acerca de los negros que consumen paco" (Presidenta Cristina Fernández, 12 de marzo).

"La ley electoral de la Argentina requiere ser reformada... El sistema es vulnerable a la penetración del dinero del narcotráfico..." (Claudio Bargach, de la Asociación Red Ser Fiscal, tras un encuentro con el Papa en El Vaticano, 24 de marzo).

"En la villa del Bajo Flores funcionan diez cocinas de cocaína" (Gustavo Vera, La Alameda, 25 de marzo).

"El movimiento de drogas no es preocupante. ¿Los crímenes en el Bajo Flores? No sé si es guerra narco, no soy adivino" (Aníbal Fernández, 14 de abril).

"El narcotráfico es un flagelo preocupante" (Juez de la Corte Ricardo Lorenzetti, 28 de abril).
"En lugar de dar tantos discursos contra el narcotráfico, los responsables del Poder Judicial deberían dotar de mayores recursos a los juzgados" (Presidenta Cristina Fernández, 28 de abril).

Los hechos. El último informe de la Secretaría de Lucha contra el Narcotráfico que hoy dirige Molina da cifras oficiales de detección de cocinas de cocaína en la Argentina en base a datos de la justicia federal. Entre 2000 y 2006 se habían descubierto en todo el país 80 "cocinas", mientras que sólo en 2013 la cifra llegó a 250. No se trata de la transformación de la hoja de coca en pasta base, sino de la transformación de la pasta base al clorhidrato de cocaína lista para el consumo. En la Argentina, entonces, ¿se produce droga, en el sentido de cultivar hojas de coca? No. ¿Se procesa droga? Sí. ¿Procesar un producto para transformarlo en otro es fabricar éste último? Sí. Tiene razón el Papa: en la Argentina se fabrica droga.

La negación autómata de Aníbal Fernández, que ya no admite ni siquiera el consumo por el que chicos del conurbano mueren y matan cada día, no elimina el problema. Ni atenúa el drama diario de su sombra gigante.

En la Argentina se lava dinero del narcotráfico, que se invierte en propiedades de lujo y empresas fantasma. El narco colombiano Alvarez Meyendorff tenía las sedes de tres de sus empresas en la Galería Güemes, una de las más elegantes de la calle Florida, a 400 metros de la Casa Rosada. Y esta semana fue imputado por lavado de dinero Rubén Zacarías, subjefe de Ceremonial en la Casa Rosada desde 2003 a 2013, durante las presidencias de Néstor y Cristina Kirchner, quien no pudo justificar, por ahora, 700.000 pesos. Rubén y sus tres hermanos -todos trabajaron en el Gobierno- son investigados también por tráfico de efedrina.

A la Argentina llegan vuelos clandestinos con cocaína de los que sólo nos enteramos por los radares del azar: cuando alguna avioneta cargada de droga se cae.

En la Argentina hay pistas clandestinas de aterrizaje investigadas por la Justicia Federal en el triángulo que forman las provincias de Santiago del Estero, Catamarca y Córdoba. Un informe oficial de la Sedronar admite que podría haber aterrizajes narcos en la ruta nacional 16 durante las madrugadas. Es la ruta que une Salta, Santiago del Estero, Chaco y Corrientes. La advertencia es de 2007, el año en que asumió Cristina, y aún se puede encontrar en la web del organismo. La fuerzas federales jamás lo investigaron.

La mayor cocina de droga en la Argentina fue descubierta en Rosario, con 300 kilos de cocaína ya fabricada y más de 2.000 litros de precursores químicos. El operativo fue encabezado por el secretario Sergio Berni, quien difundió imágenes de todo el proceso de fabricación de la droga, incluída una secadora industrial importada de Alemania. Cinco meses después, cuando el ministro de Defensa Agustín Rossi dijo que la Argentina "es un país de consumo de drogas, y ahora también de elaboración", Berni salió a desmentirlo: "Argentina no es un país de producción de drogas", afirmó, con la misma convicción con la que había mostrado el éxito del operativo contra los fabricantes de cocaína en Rosario. Extraña consigna: negar aunque signifique negarse a sí mismo.

En 2001, el 3,5% de los estudiantes secundarios consumían marihuana. En 2011 eran el 10,4%. Tres veces más. En esos 10 años también se triplicó el número de chicos que consumían cocaína: eran el 1% en 2001 y el 2,7% en 2011.

El jefe de Gabinete dijo que subió el consumo de alcohol y tabaco más que el de las drogas ilegales. No es cierto. Entre la población general (16 a 65 años) el consumo de tabaco bajó entre 2004 y 2010 del 58 al 52% y el de alcohol, del 84 al 75%. Pero crecieron el consumo de marihuana (de 7,4 a 9,1% y cocaína (de 2 a 3% de la población). Semejante escenario encierra un drama mayor: según documentos oficiales, en 2003 había en la Argentina 886 centros de tratamiento para adictos, entre públicos y privados. En 2008, la última vez que los contaron, la cifra había caído a 530. Eso también es quitarle recursos al drama de la droga. El país infiltrado por la cocaína involuciona: más consumo y más adictos para un 40% menos de centros donde tratarlos. La misma Sedronar completa el cuadro con un trabajo publicado en 2012: el 30 % de los adolescentes detenidos en institutos de menores cometieron delitos directamente vinculados al consumo o tráfico de drogas.

Entre los dramas conocidos de Los Monos en Rosario y la guerra narco de la Villa del Bajo Flores que Aníbal Fernández ni siquiera consigue adivinar, en la Argentina hay adolescentes que protegen a los dealers que venden al menudeo en los grandes centros urbanos. Se llaman "los soldaditos del paco" en Lomas de Zamora, "los angelitos de Yaqui" en Mendoza, "los teros de Colonia Lola" en Córdoba, o "la bandita de los champú" en Neuquén. Para esos chicos de 12, 13, 15 años, la actividad narco es un empleo y un lugar de pertenencia social.

El alerta. Los expertos en narcotráfico aseguran que en los años electorales circula más cocaína porque los controles se relajan y hace falta más droga para mantener "clientes" cautivos en la cadena del menudeo, y así un mejor control de los caudillos territoriales muchas veces vinculados a la política. La droga es una fuente de financiamiento poderosa. En esos períodos, también, se difunden grandes operativos para mostrar acción cuando más circula.

"Es una media mundial: cuando más circula, más se muestra", dice desde Washington el especialista en Seguridad Diego Gorgal, autor de varias investigaciones sobre narcotráfico en el conurbano. Uno de sus trabajos indica que la droga es más cara si el país donde circula tiene más controles del Estado. Es decir, vale menos donde es más fácil conseguirla. Por eso el gramo de cocaína cuesta 100 dólares en Estados Unidos y apenas 1,5 dólares en Bogotá. Doce dólares en San Pablo y sólo 7 en la Argentina. Los mayores decomisos de cocaína de la historia argentina fueron en años impares: "Guerrero de los Balcanes" (2009) y "Carbón Blanco" (2005).

No es casualidad. Es porque en los años impares hay elecciones. El último gran decomiso de droga acumulada fue anunciado en 2011: 5.782 kilos de cocaína, más que todo el año anterior. Se anunció el 30 de octubre, una semana después de las elecciones donde Cristina fue reelecta con el 54% de los votos. Otra vez, mucha droga en un año electoral. Como éste.

BONUS TRACK




Por Alberto Amato. Clarín 08/08/15. La denuncia de un condenado por homicidio que vincula a Aníbal Fernández –jefe de Gabinete y precandidato a gobernar la provincia de Buenos Aires– con una organización criminal que traficaba efedrina y como autor intelectual del triple crimen de General Rodríguez cometido en 2008, recibió una curiosa indiferencia social y la feroz desmentida que encaró la presidente Cristina Kirchner por cadena nacional el pasado miércoles.

Hace tiempo que la actividad presidencial más destacada es la de desmentir las acusaciones que rondan a su gobierno y a su familia; como única reacción ante las investigaciones judiciales, el Gobierno intenta instalar una “Justicia amiga” que le evite mayores daños o le garantice impunidad a futuro. Y como toda respuesta a esas denuncias, la Presidente la emprende contra la prensa por publicarlas. Sólo se salvan los medios a los que el Gobierno sostiene con fondos públicos.

El miércoles, Cristina Kirchner vinculó de modo indirecto al periodista Jorge Lanata con los “grupos de tareas”, un eufemismo que identifica a los represores de la última dictadura militar, por haber entrevistado en la cárcel al condenado que denunció a Fernández. También acusó a “sectores judiciales”, a los que no le son afines, y a la oposición, en especial a la diputada Elisa Carrió que el jueves fue amenazada de muerte, de intentar crear el ya eterno clima golpista y destituyente que el kirchnerismo ve a la vuelta de cada esquina, cada vez que la incompetencia o el delito rozan a sus funcionarios o a su gestión. De la denuncia contra Fernández y sobre la efedrina que rodea al triple crimen, uno de cuyas víctimas había aportado a su campaña presidencial de 2007, Cristina Kirchner no dijo una palabra.

Que una Presidente y un Gobierno que se definen como adalides de los derechos humanos, vinculen a un periodista con los “grupos de tareas” de la dictadura, es de una llamativa irresponsabilidad moral. La ciega alusión de la Presidente no hace sino medir la hondura de su inquietud.

El miércoles, en el acto de cierre de campaña en el cine Gran Rex, Fernández introdujo un inesperado protagonista en las primarias de mañana: la muerte. “Nos pegan en los tobillos, pero nos van a tener que matar”, dijo en una lúgubre metáfora, insólita en un hombre que ha hecho del humor corrosivo, de la ironía y del sarcasmo su pan de cada día.

Fernández, defendido a capa y espada por la Presidente, llega a la primaria salpicado por la denuncia y enfrentado, “a muerte”, según su visión, con el precandidato Julián Domínguez, presidente de la Cámara de Diputados y jefe de los legisladores que votaron, a mano alzada y a ojos vendados, cada uno de los deseos y caprichos presidenciales. Algo no termina bien en el kirchnerismo: trasluce un futuro incierto y un pronóstico reservado; la brusca hosquedad de la Presidente frente a las investigaciones judiciales que pueden afectarla junto a su familia, y que intentan desentrañar el patrimonio de los Kirchner, no augura ni una transición civilizada ni cierta paz institucional al futuro gobierno.

El panorama político argentino también dista de ser el ideal, ahora que la droga entró de lleno en las campañas y cuando todo indica que seguirá su danza hasta las elecciones de octubre. El drama del narcotráfico se hizo aún mayor y más evidente durante los doce años de gobierno de Néstor y Cristina Kirchner.

Ezequiel Vázquez-Ger, director del Centro de Investigación Periodística en las Américas, trazó en el diario español El País un crudo retrato de la Argentina, de sus autoridades y tal vez de su futuro. En “El Narco en la Argentina”, Vázquez-Ger dice: “Cuando en un país el Gobierno violenta deliberadamente las leyes, obstaculiza la Justicia, la corrompe e intenta controlarla; cuando la corrupción se convierte en norma y no en la excepción; cuando a la prensa le cuesta cada vez más hacer su trabajo y cuando ante todo esto, la gente parece no hacer nada, significa que el país está corrompido, Y un país de instituciones corrompidas es el lugar perfecto para que las mafias coopten el poder”. Vázquez-Ger reafirma lo evidente: “Cada vez que un juez o un fiscal han avanzado más de lo permitido en una causa que vincula directamente a la familia presidencial, el Gobierno ha desplegado un aparato mediático y político dirigido a acabar con ellos”. Es lo opuesto a lo expresado tantas veces por la Presidente, la última en ocasión de su enérgica defensa a Fernández. De paso, el ministro denunciado ha dicho que el país es apenas un punto de tránsito de la droga, cuando las estadísticas y sus pares de la oposición sostienen que la Argentina es ya un país productor, exportador y consumidor de drogas.

Esas visiones tan disímiles de una misma realidad, una constante entre el Gobierno y la oposición que miran lo mismo y ven diferente, es una dura herencia que el kirchnerismo deja en la cultura política del país, aunque no la más pesada.

Las cifras de la droga no mienten. Sólo entre 2011 y 2013, según datos del Ministerio Público Fiscal, hubo 38.957 causas abiertas por tráfico, comercio y consumo de drogas: son 12.985 causas por año, 1.082 causas por mes, 35 por día contando sábados, domingos y feriados. Sólo en Rosario, según la Justicia Federal, las causas por menores relacionados con la droga aumentaron en más del 800 por ciento. 

La cifra habla del auge de los “soldaditos de la droga”, al servicio de los narcos por 200 pesos diarios, que la venden en búnkeres y la defienden con armas de fuego. En junio pasado, Rolando Mansilla, un chico chaqueño que había llegado a Rosario junto a su padre en busca de mejor fortuna, fue asesinado de un balazo en la cabeza. Tenía 12 años, la edad del kirchnerismo en el Gobierno, y no es la única sangre infantil derramada por el narcotráfico. El dato debería llamar a la prudencia a quienes practican la autocomplacencia y hablan en términos muy generales de inclusión o de décadas ganadas. 

El molde y la edad temprana de los soldaditos de la droga se repiten en varias provincias argentinas donde actúan con diferentes nombres: “Soldaditos del Paco” en Lomas de Zamora, “Angelitos de Yaqui” en Mendoza, “Pibes del Barrio Ludueña” en Rosario, “Los Teros” y “Los Tucumanos” en Córdoba, “Los Champú” y “Los Santana” en Neuquén.

La incógnita es dilucidar cómo reaccionará de ahora en más una sociedad en letargo perenne, que frente a sus grandes dramas siempre se horroriza de las consecuencias, aunque haya hecho la vista gorda ante las causas.

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