sábado, 6 de julio de 2013

Artigas: discusiones extras



En un reciente discurso en la ciudad de Paraná, Entre Ríos, nuestra poco humilde presidente Cristina Kirchner abrió un debate interesante sobre este gran sudamericano, pero desde un enfoque peliagudo y en un ámbito equivocado. Por lógica, se produjeron reacciones para reflexionar, siendo las de abajo las que me parecieron más interesantes. Aunque alguno lo sospeche, yo no creo que sea otro cascotazo entre dos mandatarios vecinos que no se destacan por su equilibrio emocional ni prudencia. 

Lo que sigue son un jugado análisis ("provinciano" en el buen sentido) de un medio entrerriano y las repercusiones de los dichos de la señora K entre los dirigentes políticos uruguayos, que tuvieron el mérito de no rasgarse ampulosamente sus vestiduras. Eso seguramente hubiera hecho la mayoría de los nuestros si se hubiera tratado de San Martín. Horanosaurus.

PD: si les interesa el tema, recopilé información referida al caudillo oriental en mis anteriores entradas "4. Unitarios, federales y tácticas montoneras según el General Paz" y "Artigas: cuatro miradas más".


Dirigentes del vecino país apuntaron contra la Presidenta por asegurara que el prócer "quería ser argentino". La Nación 27/06/13. Sus deseos de que el prócer uruguayo José Artigas sea argentino le jugaron una mala pasada a Cristina Kirchner en el vecino país. Políticos y dirigentes apuntaron contra la jefa de Estado, según destacó el diario El País, después de lanzar el lunes pasado en un acto de campaña: "Esta bandera de Entre Ríos, cruzada por la franja roja que es el símbolo de Artigas, vivo en la tierra entrerriana, de ese Artigas que quería ser argentino y no lo dejamos, carajo. ¿Cómo pudo haber sido posible?".

Desde Twitter, los principales líderes de la oposición al presidente José Mujica cuestionaron la afirmación de la Presidenta y hasta la mandaron a "estudiar Historia". "Desde Artigas hasta nuestros tiempos, todos los uruguayos no queremos ser argentinos", lanzó Luis Alberto Heber, del Partido Nacional. "Los argentinos nunca admitieron nuestra independencia desde Artigas hasta nuestros días. Esa actitud es la que genera problemas hoy en día", destacó.

Del mismo espacio, Luis Lacalle Pou, el hijo del ex presidente, le habló directamente a la mandataria: "No señora, con todo respeto pero firme: Artigas es el jefe de los Orientales, pensó una Patria Grande no en ser argentino".

El Partido Colorado uruguayo también fue plataforma de dardos hacia Cristina Kirchner. "Artigas no quería ser argentino; quería Provincias Unidas del Río de la Plata que es algo muy distinto. La señora tendría que leer las Instrucciones del 13. En especial la Señora tendría que leer la 11 y la 19; no más Sarrateas", pidió el dirigente Pedro Bordaberry, haciendo referencia al mandato que llevaron los diputados de la Provincia Oriental -actual Uruguay- a la Asamblea Nacional General Constituyente de 1813.

Hubo hasta quienes recordaron cuando Mujica trató de "vieja" a la Presidenta, lo que produjo tensiones diplomáticas entre ambos países. "Cristina Kirchner se vengó de lo de 'vieja' y se mandó esa de que Artigas quería ser argentino. Agravio o insulto, da lo mismo. Artigas federalista", tuitió José Carlos Cardoso, del Partido Nacional.

¿Quién impidió a Artigas ser argentino?

Publicado el 30 jun 2013. AIM Digital. Paraná, E.R. 

La presidenta Cristina Kirchner lamentó en el acto del bicentenario de Paraná, rematando sus palabras con un “carajo”, que hayamos impedido en su momento que José Artigas fuera argentino, como según ella quería al Protector de los Pueblos Libres.

Cristina se refirió a Artigas con la improvisación e imprecisión propias de los recién llegados que no obstante quieren imponer su punto de vista sin ver que un error, cuanto desde más alto se perifonea más lejos llega y más fuerte vuelve al que lo dijo, pero ni un milímetro más cerca de la verdad.

Lo mismo hizo el gobernador Sergio Urribarri, siempre tan cerca del poder porteño y tan lejos de Artigas, tratando de asimilar y exponer algunas ideas que si lo penetraran en serio cambiarían su conducta diametralmente. El gobernador dijo que Entre Ríos era federal desde antes de 1810 porque ya por entonces Artigas andaba por estas tierras. Artigas era en ese tiempo un oficial de Blandengues a las órdenes del virreinato, y lo que hizo fue reprimir los intentos revolucionarios de 1810. Andaba por acá, pero no como Urribarri supone.

Solo en febrero de 1811 Artigas se puso a las órdenes de la Junta de Buenos Aires y empezó su carrera como adalid del federalismo y su lucha implacable contra Buenos Aires, los portugueses, los montevideanos y todas las potencias que ya entonces mostraban la hilacha que hoy hacen ondear sin vergüenza en todas partes, porque el poder contra el que combatió Artigas se ha enseñoreado de todo el país, y ahora como nunca antes en la historia las provincias están sometidas al despotismo porteño.

No es posible formarse en el artiguismo para salir a decir discursos y a hacer declaraciones con solo leer de apuro algunas hojas fotocopiadas como para “tener una idea” de qué se trata.

El neoartiguismo oficial “tactiquero” provocó la reacción de los uruguayos, que no permitieron que las palabras de la presidenta pasen por buenas, al menos no en su país, donde no hay interés ni motivos para rendirle pleitesía.

En tiempos de Carlos Menem, cuando el riojano dijo que tenía en su biblioteca los libros de Sócrates y los había leído todos, salieron algunos funcionarios locales, “encolumnados incondicionales”, a decir que ellos también los habían leído ¡¿y qué?! De esos, ya no encontraremos ninguno como eran entonces, porque han cambiado de color pero no de lecturas.

Algunos historiadores y políticos uruguayos recomendaron a Cristina estudiar historia en lugar de aplaudirla y encolumnarse incondicionalmente con ella. Le recordaron a la presidenta que Artigas quiso una patria grande con justicia, libertad, igualdad y federación para todos, y vio en Buenos Aires el peligro de centralismo despótico que hoy es realidad. Por eso quiso que la capital de su patria grande estuviera en cualquier lugar menos en Buenos Aires y pretendió abrir otros puertos para que ni el de Buenos Aires ni el de Montevideo -por entonces en poder español- tuvieran el monopolio que tenían y tienen.

La alternativa de ser uruguayo o ser argentino no se le planteaba a Artigas cuando la Argentina no se llamaba así, incluía a la Banda Oriental y el Uruguay no existía. Su patria era América y el lugar donde ejercía su influencia directa abarcaba la Banda Oriental, parte del sur del Brasil, la Mesopotamia y las provincias de Córdoba y Santa Fe. Pero fue la reacción porteña, de la pandilla que entonces gobernaba desde el Barranco y hoy desde la city, celosa de sus privilegios entonces como ahora, la que determinó la derrota de Artigas y de su proyecto federal, su largo exilio en el Paraguay, de donde no quiso volver nunca a la Banda Oriental, que balcanizada por el Imperio Británico ya no era su patria.

Fue Sarratea, el porteño prototípico, el que maniobró para destruir a Artigas, compró a Ramirez tras haber sido derrotado en Cepeda, le proporcionó seis piezas de artillería para destruirlo en Las Tunas después de haber hecho un guiño para que los portugueses lo destrocen en Tacuarembó. Después de Tacuarembó, Artigas se propuso derrotar a los porteños y obligarlos a declarar la guerra a Portugal para desalojarlo de la Banda Oriental. El plan estaba conseguido en Cepeda, pero el tratado del Pilar permitió a Buenos Aires mandar al ocaso mediante el oro y la traición la mayor experiencia federal de las Provincias Unidas, como antes había neutralizado a Moreno y Castelli y luego arrasaría a sangre y fuego el interior y al Paraguay con Mitre. Y fueron los porteños los que consiguieron esa derrota nacional a favor del puerto, de los intereses de ganaderos, gerentes y doctores que tienen ahora los mismos intereses que antes bajo distintos dueños y sobre todo practican ahora la misma estrategia política que antes con diferentes tácticas.

La única diferencia es que ahora no hay un Artigas que los enfrente, sino un remedo penoso constituido por el “neoartiguismo” oficial, ignorante y deliberadamente tergiversado para hacerlo entrar en el terreno de la dependencia, el unitarismo y la entrega incondicional.

Cuando Rivadavia quiso entregar a los ingleses, de los que era gerente, la explotación de las minas de oro de Famatina, los enviados de la Mining se encontraron en La Rioja con Facundo Quiroga y debieron retroceder. Hoy, cuando el gobierno provincial procura entregar el subsuelo al fracking por recomendación de una empresa inglesa, se encuentra con un pueblo organizado que poco a poco va sacando normas contra la destrucción ambiental. A falta de gobernantes que hagan el trabajo de Facundo, hay un pueblo que mantiene la tradición federal y artiguista: porque Artigas vuelve, pero no por el lado del oficialismo sino por el otro.

¿Cómo fue posible?, se preguntó Cristina en Paraná. No es difícil: gracias a Rivadavia, Sarratea, Mitre, Roca y los gobiernos que siguieron, cada vez más exclusiva y arrogantemente porteños, hasta llegar al actual estado de subordinación, humillación y alineamiento incondicional a que las provincias han llegado ante el poder del puerto. “No más Sarrateas”, se llamen Alfonsín, Menem, Kirchner o Fernández.

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