jueves, 10 de marzo de 2011

"Buen día, pereza" de Corinne Maier

Quizás sean discusiones que pueden darse el lujo de tener en el primer mundo. Ahí la premisa de los políticos seguramente sea obtener los votos de la gente prolongando lo más posible el estado de bienestar que lograron succionando al tercero sus recursos naturales. Muy posiblemente allá no tengan mano de obra esclava, trabajo infantil ni otras hermosas propuestas del capitalismo como en los suburbios del planeta, pero sus gentes también cohabitan con las multinacionales que todo lo pueden.

Y aunque las ideas de la francesa Corinne Maier en el libro con el nombre del título de arriba quizás solo pertenezcan al mundo del management y sean reformistas nomás, suenan risueñamente rebeldes porque contienen verdades que resultan de las relaciones humanas. Después de todo, no creo que nadie en el mundo trabaje en relación de dependencia canjeando su libertad por un sueldo insultante o para recibir órdenes desequilibradas de parte de jefes de menor coeficiente mental e integridad moral que los tuyos. Está bueno que alguien pare la pelota y les diga en la cara a esos idiotas que no pueden creerse que detrás de sus elegantes disfraces y actuando como autómatas resuelven la vida a la gente, generalizando la premisa que hay que vender más mes a  mes.

Qué inteligente la Maier: ¡además se los sacó de encima! Quizás no la conozcan y por eso este compendio del tema con un reportaje, las reacciones de algunos implicados y opiniones de presuntos expertos. Después, en "No Kid", se mete con los motivos para no tener hijos. Cínica y frontal, la chica. Yo se que deben existir razones filosóficas más profundas para todo esto pero no las dispongo. Horanosaurus.


















LA NACION – SABADO 07/08/04
LA POLEMICA POR LA SEMANA LABORAL

El manual de la pereza causa furor en Francia.

Aconseja a la gente ser vaga en el trabajo. El libro irrita a las grandes empresas y al gobierno, justo cuando éste quiere extender el número de horas laborables. El volumen es apoyado por gran parte de los sindicatos.

PARIS (De The Sunday Times). Francia podría estar en problemas. La aparición de un libro que aconseja a la gente ser vaga en el trabajo será, según se presume, uno de los manuales más leídos del verano boreal.

Algunos dirán, siguiendo con la broma, que era un libro que no hacía falta escribir y Bonjour paresse (“Buen día, pereza”) seguramente no le agradará a un gobierno que intenta convencer a los ciudadanos de que deben trabajar más horas.

El tema se describe sin rodeos en la cubierta del volumen: “El arte y la necesidad de hacer lo menos posible en el lugar de trabajo”. Corinne Maier, la autora, insiste en que es una broma, pero a su empleador EDF, la compañía francesa de electricidad, no le resulta divertida.

“Parece que no le gusta mi libro”, dijo Maier, y contó que EDF la acusó de intento de “corromper el sistema desde adentro”. En su libro, argumenta que la lealtad y la laboriosidad son tan raramente recompensadas que los empleados no pierden nada si hacen lo menos posible sin ser despedidos. Recomienda las licencias por enfermedad y la conversión al islam o al judaísmo, simplemente para conseguir días de vacaciones por razones religiosas. El libro desafía la advertencia del primer ministro Jean-Pierre Raffarin, quien ha declarado que la semana laboral de 35 horas, implantada hace sólo unos años por el gobierno socialista, amenaza con convertir a Francia en un campamento de vacaciones.

Según Maier, el problema no son las horas de trabajo, sino el sinsentido de muchos empleos. “La gente ya no tiene sueños-dijo. Estas grandes empresas quieren convertirnos a todos en esclavos.” Lo importante, opina Maier, es parecer ocupado y aconseja llevar carpetas siempre que se esté en la oficina. “Si una lleva un periódico en la mano, todos sospecharán que está en camino hacia el baño”. Además, si usted debe hacer un trabajo, hágalo con la mayor lentitud posible. No siente un precedente peligroso demostrándole a su jefe que usted es rápido.”

EDF, que está en disputa con los sindicatos debido a la privatización, declinó hacer comentarios sobre el libro, apoyado por todos los gremios. Maier, en tanto, recibió un memorando donde se la acusa de irse demasiado temprano de las reuniones.

El libro amenaza con reavivar el debate acerca de la actitud de los franceses hacia el trabajo. Algunos empleadores exigen más horas por la misma remuneración a cambio de no trasladar a sus empleados a los nuevos Estados miembros de la Unión Europea. Sin embargo, si los consejos de Maier se afianzan, la idea de trasladarlos a los otros países se tornará aún más atractiva para los empleadores. Mathew Campbell. Traducción: Mirta Rosenberg.

CLARIN SUPLEMENTO ECONOMICO – DOMINGO 05/09/04
ENTREVISTA EXCLUSIVA CON LA ECONOMISTA FRANCESA CORINNE MAIER, AUTORA DE "BUEN DIA PEREZA"

El arte de hacer lo menos posible en la oficina ¡Voilà!
El libro de mayor venta en Francia enseña a practicar el ocio en la empresa. Una crítica mordaz al modelo promovido por las multinacionales. Claudia Boragni.

Tal vez a esta altura del partido, Corinne Maier esté enfrentando al tribunal de disciplina de la poderosa Electricité de France (EDF), acusada de "socavar la empresa desde sus entrañas" y arengar a sus empleados a practicar el ocio. Es que Maier —empleada a tiempo parcial de EDF— tuvo la insolencia de criticar duramente al modelo empresarial francés, promovido por las grandes corporaciones mundiales, en "Bonjour paresse" ("Buen día pereza"), un libro de su autoría en el que insta a practicar la pereza dentro de las paredes de la oficina sin que los jefes lo noten.

El libro, un boom de ventas en Francia, es considerado la "nueva biblia anárquica anti-negocio" y llama a la rebelión a "los neo-esclavos de los mandos medios y a los malditos del servicio industrial, condenados a vestirse como payasos toda la semana y gastar su vida en reuniones insustanciales".

Sorprendida por el éxito de las ventas, tanto como su editora, Sophie Mairot, de Michalon Edition, Maier asegura que "Bonjour paresse" es un libro "deliberadamente cínico" ("¡a Dios gracias imbuido de lógica lacaniana!", dice) que, aunque pone en discusión las consecuencias sociales del sistema capitalista, "no apunta contra el capitalismo sino contra el modelo que los mandos medios de las grandes corporaciones mundiales engendran en su interior, generando exclusión y desigualdad".

Cuando en mayo de este año, el libro ocupó un lugar secundario en Amazon France, los ejecutivos de EDF, la empresa estatal de electricidad, estallaron de ira, no sólo porque se sintieron aludidos por los comentarios de Maier sino porque, en ese momento, EDF estaba en pleno proceso de apertura de su capital. La intimaron a través de una carta documento y bastó que la decisión se filtrara en la prensa para que "Bonjour paresse" saltara de 4.000 a 20.000 ejemplares en apenas una semana (hasta la fecha lleva vendidos 54.000).

"Mis amigos se rieron mucho cuando les conté que lo publicaría. Pero estoy sorprendida por la repercusión internacional que está teniendo, y hasta de que me esté llamando desde la Argentina. Mire, lo que quise decir es que las grandes empresas no quieren ningún bien para sus empleados, ni respetan los valores que pregonan. Esto lo demuestran los recientes escándalos financieros de Vivendi, France Télécom y Alcatel que han hecho desplomar el patrimonio de millones de accionistas que confiaron en el discurso de sus managers. Lo peor fue la hecatombe de 2003 que mostró la cara negra de las empresas, con planes de retiro que se multiplicaron en Alcatel, Matra, Schneider Electric... Cuando yo empecé a trabajar, el sector empresario iba viento en popa y uno sentía los valores de elevación social y el espíritu libertario de mayo del 68. Pero me he desencantado rapidamente. Debe ser la edad... ¿No cree...?", dice desde su casa en París.

Maier, de 40 años, es una economista con un doctorado en psicoanálisis y una prolífica bibliografía de su autoría sobre Jacques Lacan: "De De Galle y el gaullismo: una mitología de hoy" y "Alemania nazi: el odio del poder", entre varios otros.

El título del libro, que para Michalon Edition apenas prometía ocupar un lugar en los estantes reservados al management (un rubro que Maier detesta), recuerda a "Bonjour Tristesse", el best seller que hizo famosa a Francoise Sagan en los años 50, pero también a "Le droit à la paresse" ("El derecho a la pereza") escrito por Paul Lafargue —yerno de Carlos Marx—, en 1880, en el que refutaba los derechos que la constitución francesa de 1848 otorgaba a los trabajadores. Incluso el economista estadounidense de comienzos del siglo XX, Thornstein Veblen, anticipó en su libro "La teoría de la clase ociosa" algunas conclusiones de Maier.

—Perdón, ¿pero, cuánto cree usted que contribuye el ocio al desarrollo de la economía mundial? —(se ríe)... Bueno, el ocio puede contribuir mucho cuando es ocio creativo. Le doy el caso de Philip Starck, que es un reconocido diseñador francés. El siempre rechazó trabajar como asalariado en una compañía.

—¿Pero no cree que Starck puede desarrollar su ocio creativo gracias a que hay desarrollo económico, construcción, etc... etc..? —Bueno, sí, claro. Pero el punto es que Philip Starck tiene mayores oportunidades sociales que los obreros de la construcción que trabajan en las obras, que no tienen ninguna. Le diré que "Bonjour paresse" es, simplemente, mi idea sobre el trabajo. Mire, nadie ama trabajar, y si la gente amara trabajar todos lo harían gratuitamente.

¡Se acabó la meritocracia! Para Maier, Francia, como muchos otros países del mundo, se ha convertido en la antítesis de la "meritocracia", donde la seguridad que garantizaba un diploma universitario ya no existe, el retiro está amenazado y las carreras empresariales tampoco están aseguradas. "Todo el tiempo digo a mis dos hijos: mis queridos, cuando sean grandes, jamás trabajen en una empresa. ¡Jamás! Papá y mamá se sentirán desencantados si lo hacen".

El problema, en su opinión, no reside en la legislación laboral, sino "en el modelo que se fomenta desde las entrañas de las grandes corporaciones". Después de todo, los franceses trabajan 35 horas semanales, muy poco si se compara con otros países como Inglaterra o Argentina. Incluso, Maier trabaja, desde hace 12 años, 20 horas semanales como economista de EDF, por lo que percibe 1.100 euros al mes.

"Pienso que las perspectivas individuales y sociales son tan escasas que los niños de la burguesía, que podrían conformar los cuadros gerenciales futuros, debieran dedicarse a profesiones menos integradas al juego capitalista, como el arte, la ciencia y la enseñanza. Esto es lo que yo hago. Sólo trabajo a tiempo parcial y dedico mi tiempo a actividades más palpitantes. Por eso digo: ¡Imítenme pequeños cuadros, colegas asalariados, neo-esclavos dedicados a atender a jefes serviles y a perder el tiempo en reuniones inútiles y seminarios de chiflados!".

—¿Dónde está la raíz del problema? —Es un poco de todo. Las empresas se reflejan en la sociedad, y cuando la sociedad está bloqueada, la empresa también. El problema no es la legislación laboral; probablemente, sí, el trabajo es arcaico. Usted sabe, en Francia, como en todas partes, en las grandes empresas hay que obedecer, ser dócil, hablar un idioma especial y atender demasiados pequeños jefes.

Un juego de palabras vacías. De allí que el blanco de Maier sean los cuadros medios (uno de los capítulos del libro se titula: "Cultura corporativa, gente estúpida"), a los que acusa de hablar "una lengua de madera" ("la langue de bois", una expresión idiomática muy usada que se interpreta como "palabras vacías") que difunde una suerte de "linguistrerie" (un neologismo inspirado en Jacques Lacan, mezcla de lingüistica y la palabra francesa "cuistrerie", que significa "pedantería" o "grosería").

"Es llamativo cómo se ha propagado en Francia el lenguaje de las escuelas de negocios americanas, tomando en cuenta que Francia detesta a Estados Unidos por ser un país racista, inequitativo e inculto. Pero así y todo uno puede escuchar frases que repiten quienes creen que, de ese modo, serán considerados competentes: 'Yo hago el follow up del merging project'; o ver que la palabra packaging reemplazó a embalaje, reporting a rendir cuentas, y benchmarking a... juro que no sé qué es. ¡Por favor, si algún lector lo sabe, que me escriba!"

"Todo se simula bajo pena de exclusión. Los cuadros gerenciales están metidos todo el tiempo en proyectos inverosímiles, donde la mitad es idiota y la otra mitad mal encarada. La gente trabaja más de la cuenta por temor a perder su empleo. En Alemania, quedarse después de hora es un signo de ineficiencia. La cultura corporativa que se promueve es de locos. Es como cambiar de pareja sexual dos veces al año: cuando uno tiene 20 años puede tener cierto atractivo, pero al final de los años es una carga".

—Pareciera haber cierta lógica lacaniana en su libro. La idea del empleado esclavo puesto al servicio del deseo del patrón. ¿Es así? —¡Es un placer que haya lógica lacaniana! Pero no hay en él un trasfondo hegeliano. Es demasiado simple decir que los empleados son explotados por el patrón. Eso hoy es falso porque la gente se defiende. Cuando Michel Foucault habla del poder, es eso el poder en las empresas, pero no la dialéctica de colocar al empleado como esclavo. Si colocara al pie de la letra la lógica lacaniana reduciría a un fantasma a todas las multinacionales y al capitalismo.

—¿Cree que el capitalismo está en discusión? —Pienso que la finalidad del capitalismo merece ser observada. Nuestro confort es a costa del trabajo de los niños en el Tercer Mundo, de la esclavitud del trabajo en China y de la contaminación del planeta. No sé si todo esto vale la pena. Lo dijo Hannah Arendt: "el capitalismo engendra lo superfluo, y es por eso que somos superfluos".

—¿Por qué cree que su libro tiene tanto suceso? —Yo también me lo pregunto...

—¿Cuál es su lectura como psicoanalista? ¿Tal vez muchos quisieran decir lo que usted dice y no se animan? —(se ríe)... Es un placer que mucha gente piense como yo pienso. De todos modos, hay muchos que no comparten mis ideas.

—¿Está usted de acuerdo con la privatización de EDF? —Estoy muy preocupada por las consecuencias sociales que puede tener la medida.

—¿Cuál es para usted el modelo ideal de empresa? —No conozco un modelo ideal.

—¿Se siente conforme con su carrera en EDF? —Le diré que jamás imaginé hacer una carrera, porque jamás me propuse ser jefe. ¡Jamás! El trabajo para mí sólo significa el reencuentro con la gente.

—¿La reacción de EDF pone en debate la libertad de expresión? —Sin duda. Aunque Francia es el país de la libertad de expresión, hay mucho por decir sobre el tema moral.

A juzgar por los resultados, el descontento de los franceses con el modelo empresarial es tal que "Bonjour paresse" destronó del podio de Amazon France a uno de sus "best seller": "Las 203 maneras de volver loco a un hombre en la cama". ¡Voilà..! En el libro, que aún no fue editado en ningún idioma extranjero, Maier lanza una serie de consejos al puro estilo Dilbert (el personaje de Scott Adams que se mofa de la cultura corporativa):

"Ande siempre con carpetas bajo el brazo porque dará la sensación de tener mucha tarea. Jamás lleve un diario, porque creerán que está yendo al baño". Y remata con ironía: "¡Vamos... Usted sabe muy bien cómo hacer para no hacer nada!".

Mientras su libro ocupa la portada de los principales diarios del mundo y los sindicatos franceses se movilizan en su favor, alegando que ella sólo hizo uso de su libertad de expresión, Maier se prepara para ser convocada por el tribunal de disciplina de EDF al que deberá explicar por qué, sin su autorización, mencionó en el libro que era empleada de la compañía, un error que puede redundar en sanción y hasta costarle el puesto.

Tal vez será porque, como alguna vez escribió George Orwell, "en estos tiempos de impostura universal, decir la verdad puede ser un acto revolucionario".

Los consejos de Corinne:

*El asalariado es la figura moderna de la esclavitud. Sepa que haga lo que haga, a fin de mes cobrará el mismo sueldo.
*Finalmente, todo lo que usted hace no sirve para nada, y usted podría ser reemplazado por el primer cretino que se presente. Entonces, trabaje lo menos posible, destine parte de su tiempo a venderse y transar; entonces, no correrá peligro de ser despedido en caso de que se anuncie una reestructuración.
*Usted no será juzgado por la manera en que hace su trabajo pero si por su capacidad para conformar sabiamente al modelo que promueve su empresa.

*No acepte jamás un puesto de responsabilidad. Usted será obligado a trabajar sin contrapartida.
*Elija las empresas grandes y los puestos inútiles: sea consultor, experto… todos puestos inútiles.

CLARIN SUPLEMENTO ECONOMICO – DOMINGO 05/09/04. OPINION

El vicio de "flojear"
Por Sebastián Edwards. Profesor de la UCLA.

Es tentador interpretar "Buen día pereza" como una manifestación más de la decadencia de la "vieja Europa". Los franceses trabajan mucho menos que los estadounidenses, los checos o los ingleses. Según la OCDE, sólo 60% de los franceses en edad de trabajar está empleado; esta cifra en Inglaterra es de más del 70%. Pero una interpretación más cuidadosa sugiere otra cosa. El problema detectado por la perspicaz Corinne Maier no es ni cultural, ni propio de la "vieja Europa". El problema es que la legislación laboral en Francia es tan extraordinariamente rígida que ofrece mínimas posibilidades para que quienes se esfuerzan avancen rápidamente en sus carreras.

Ante esta realidad, el trabajo duro no lleva a ninguna parte. La carrera laboral de las personas está predeterminada por manuales arcaicos y leyes asfixiantes. Como a casi nadie lo pueden despedir, no hay movilidad laboral, ni ascensos rápidos, ni carreras brillantes. Por ello, no es sorprendente que los galos compren un manual para aprender a "flojear" en forma efectiva. Este pernicioso sistema laboral es, justamente, lo que está detrás del rezago que últimamente Europa occidental ha experimentado en materia de productividad e innovación.

CLARIN SUPLEMENTO ECONOMICO – DOMINGO 08/08/04
UNA ETICA DEL TRABAJO DIFERENTE A AMBOS LADOS DEL ATLANTICO


Menos trabajo, más tiempo libre: los europeos defienden su modelo

Los europeos parecen satisfechos de cambiar algo de riqueza por seguridad social y más ocio, constata con sorpresa un observador estadounidense. The New York Times, especial para Clarín.

Entre montañas de valijas y niños que corretean por el aeropuerto de Copenhague, Maibritt Ditlev, su marido y su hija Lotte, se disponen a salir de vacaciones. Ni a cambio de un montón de plata cancelaría sus dos semanas en Islandia, comenta. De hecho, ella trabaja part time porque valora su tiempo libre. "Tenemos una hermosa casa y podemos salir todos juntos de vacaciones quince días al año... ¿para qué necesitamos más dinero?"

La imagen de que los europeos tienen una ética de trabajo relajada suele ser vista no sin desdén por las otras economías ricas del mundo. Mientras europeos como los Ditlevs siguen cambiando gustosamente ingresos por un poco de tiempo libre —lo cual sería impensable en EE.UU. o Asia—la prensa del otro lado del Atlántico multiplica los titulares sombríos sobre el futuro económico de Europa.

La crítica es que Europa no tuvo la misma expansión que EE.UU. durante la mayor parte de la última década y que en los últimos trimestres hasta quedó detrás de Japón. Los europeos son, en promedio, casi 30 % más pobres que sus pares norteamericanos, según la OCDE. El crecimiento de la próxima década corre el riesgo de estancarse en un 2%, es decir, un punto por debajo del de EE.UU.

Europa, que tiene las semanas laborales más cortas y las vacaciones más largas del mundo, ¿está condenada a quedar razagada, víctima de su predilección por más ocio y por un estado de bienestar demasiado generoso? Una respuesta: "Sí... ¿y qué?"

Economistas y funcionarios europeos señalan que el menor nivel de ingreso de Europa refleja no un fracaso sino decisiones políticas que valoran el ocio y la igualdad.

Estado de bienestar. 
Durante los últimos 50 años, los europeos occidentales optaron por trabajar cada vez menos y tomarse cada vez más vacaciones. Desarrollaron diversas versiones nacionales de educación, salud y beneficios jubilatorios, universales y públicos. Establecieron una compleja malla de ingresos mínimos, subsidios por desempleo y beneficios por  discapacidad que limitan el riesgo de pobreza.

"El estado de bienestar es un arma eficiente contra el fracaso del mercado", afirma Nicholas Barr, profesor de economía pública de la London School of Economics. "Aceptar una menor producción por un mayor bienestar es una política perfectamente racional." O como dice Joaquín Almunia, el representante europeo de asuntos económicos y monetarios: "Para los europeos, el crecimiento económico es una herramienta, no un fin en sí mismo". "No corremos una carrera con Estados Unidos. Nuestro objetivo no es crecer tan rápido como EE. UU. ni otro país, sino hacer lo necesario para proteger nuestro modelo social y económico", agrega.

Según Almunia, es mucho lo que hay que hacer para mantener financiado el sistema y para mantener vivos los principios morales que lo sustentan. La Unión Europea enfrenta desafíos, como una población estancada y envejecida, alto desempleo crónico y presiones competitivas de los ocho nuevos miembros de Europa oriental y de mercados asiáticos de alto crecimiento como China e India. La UE ya no podrá cumplir muchas de las metas que se propuso en su apuesta a convertirse en la economía más competitiva del mundo para 2010, formulada en su reunión de Lisboa hace cuatro años.

Presiones

La alemana Siemens acaba de extender la semana laboral de 35 a 40 horas sin pago extra; es una muestra de que está aumentando la presión para que los europeos trabajen más. En promedio, trabajan un 10 % menos de horas que los estadounidenses.


Pero a pesar de todo, a la economía europea no le está yendo tan mal. El PIB combinado de los 15 países que eran miembros de la UE al 30 de abril estuvo por detrás del PBI estadounidense en alrededor de un punto a lo largo de la última década, en gran medida debido a que la población de la región creció a menos de la mitad del ritmo de la de EE.UU.. El ingreso promedio por persona creció un 1,8% a ambos lados del Atlántico, dice Kevin Daly, economista de Goldman Sachs.

A diferencia de lo que se suele decir, el aumento de la productividad de Europa occidental superó al de EE.UU. en los últimos 30 años; hoy la diferencia entre el PBI por hora de la UE es y el de Estados Unidos es inferior al 10%. En 1970 la brecha era cercana al 35%, según la base de datos Ameco de la UE. En algunos países, como Francia, la productividad supera hoy a la de EE.UU. 

Pero si los europeos siguen siendo más pobres es porque menos gente en Europa tiene trabajo, y los que lo tienen fueron reduciendo el tiempo que pasaban trabajando. Los estadounidenses se muestran menos convencidos de trabajar menos horas, y mantuvieron sin cambios el total de horas en los últimos 10 años, pese al crecimiento.

"Hay que preguntarse quién es el que está desubicado", dice Daly. "El ocio es un bien natural, y la teoría dice que a medida que nos volvemos más ricos consumimos más de ese ocio".

Las encuestas revelan que los europeos, en general, les complace pagar mayores impuestos a cambio de servicios sociales, y la evidencia anecdótica sugiere que el concepto de bienestar europeo está menos ligado a la riqueza material que en EE.UU.

"Los estadounidenses se mudan de casas de 2.000 metros cuadrados a casas de 2.500 y luego a casas de 4.000 metros. Es una mentalidad diferente", explica Kenneth Rogoff, economista de Harvard y ex economista jefe del FMI.

Giuseppe Roma, director de estudios de Censis, en Roma, dice que los consumidores europeos cada vez rechazan más las compras superfluas y compran productos relacionados con la calidad de vida. Agrega que la nueva actitud es "me importa la calidad de vida. No compraré Prada, pero sí aceite de oliva orgánico".

Modelo caro. Sin embargo, algunos economistas sostienen que a Europa le está costando caro su modelo social. En una sociedad que se enorgullece de sus valores igualitarios, demasiada gente está desempleada o fuera del mercado laboral, lo que significa un doble gasto para las arcas públicas: no pagan impuestos y por lo general reciben beneficios. El índice de desocupación en los 15 miembros antiguos de la UE subió a 7,8% el año pasado, comparado con el 6,1% de Estados Unidos, según informes de la OCDE.

Con un número creciente de jubilados, la desocupación está complicando los sistemas de salud y de pensiones estatales: esa carga doble, según estimaciones de la Comisión Europea, trepará a un 8% del PBI en la mayoría de los países de la UE.

Un estado de bienestar generoso no sólo tiene costos. Europa tiene menos niñez pobre, menor incidencia de analfabetismo y una población penitenciaria menor que la de EE.UU., según las estadísticas de la OCDE.

Polémica en Europa
El debate de tener o no tener hijos
Por Elisabetta Piqué - Corresponsal en Italia. LN Exterior 14/06/08.


ROMA.– Generación No Kid versus generación Sí Kid. Encendido, difícil y hasta odioso, este debate comenzó en Italia en abril pasado con la publicación de un libro titulado “No Kid”, de la francesa Corinne Maier, que indica las “40 razones para no tener hijos”, una obra que, en su momento, dividió a Francia.

Cáustico y políticamente incorrecto, No Kid, que apunta a desalentar a los potenciales progenitores y, de forma casi inmediata, generó un contramovimiento que defiende las razones para sí tener hijos. El libro llama a no sucumbir al imperativo de procrear y argumenta que más allá del parto (“una tortura”), un hijo significa demasiados sacrificios inútiles, implica decirles adiós a la libertad, a la carrera o a la idea de decidir ir al cine a último momento, como en los buenos tiempos... Un hijo es, además, “la tumba del amor”, se ha convertido en un business demasiado caro, y genera el virtual "arresto domiciliario" de los padres.

Maier, madre de dos hijos ("si firmara este libro sin haber tenido hijos, todos podrían sospechar que soy una solterona ácida y envidiosa", escribe) creó polémica también con su edición italiana. En ésta, en efecto, exhorta a la península, uno de los países con menor tasa de natalidad del mundo (1,33 hijos cada mujer) a seguir por esta recta vía, y a no imitar a la fértil Francia. "Italianos, vuestra fecundidad es una de las más débiles de Europa. Entendieron todo. Continúen así", afirma Maier, economista, experta en psicoanálisis y autora de otras obras exitosas como “Buen día pereza”. "Italianos, tomen sus precauciones. Nada de hijos, cuídense... La única solución es la contracepción", sentencia.

Pero las mamme italiane reaccionaron. Y enseguida crearon por Internet un forum de mamás Sí Kid, donde defienden a capa y espada sus 40 razones para sí tener chicos. "Sí Kid porque no obstante el cansancio, los sacrificios y la vida que te cambia completamente, basta recibir de los chicos una sonrisa, una caricia, o simplemente sentirse llamado mamá, que todo el resto no cuenta. Sí porque es el regalo más grande que la vida te da y porque... sí, sí, sí, sí, millones de sí. No bastaría un libro para enumerar por qué Sí Kid. Y esto lo escribe una mamá que duerme poco, que tiene poco tiempo para sí misma, y que fue penalizada, a nivel de carrera, por parte del mundo del trabajo", puede leerse en el foro, entre decenas y decenas de mensajes de padres espantados por la creciente tendencia No Kid.

Sin futuro. En su controvertido libro, Maier recuerda que con una tasa levemente superior a los dos hijos por mujer, gracias a una política pro natalidad, Francia se convirtió en 2006 en el país más fecundo de Europa. Si bien esto fue celebrado como un verdadero triunfo en el país galo, para Maier fue una catástrofe. "Abran los ojos, sus hijos van a ser unos baby-loosers, destinados a la desocupación, o a un trabajo precario. Tendrán una vida aún menos divertida que la de ustedes, y con esto lo digo todo. No, sus maravillosos bebes no tienen ningún futuro, porque cada niño nacido en un país desarrollado es una catástrofe ecológica para todo el planeta", apunta, con un estilo divertido y mordaz.

"En Francia no tener hijos es considerado una tara", lamenta la autora, que tras quejarse de la sobrepoblación del país galo, de los atascos en las autopistas durante las vacaciones de verano y de los precios de los alquileres, subraya que otros países "son más inteligentes". Entre ellos, menciona a la poco fecunda Italia, que "en 2050 estará poblada por 50 millones de habitantes en lugar de 58".

"¿Tienen ganas de visitar la Gran Mezquita de Córdoba sin ser tragados por hordas de turistas, o de descubrir la Capilla Sixtina con calma? Mañana todo esto será posible si los imitamos", dispara.

"Criar a los hijos significa respetar horarios, fatigas de tipo militar, sudor, lágrimas y problemas garantizados", señala también Maier a la hora de enumerar las razones para no procrear. No por nada en Austria las mujeres ya pueden incluir el tiempo dedicado al cuidado de los hijos en el cómputo de los años que serán considerados con fines jubilatorios", destaca. "Si ocuparse de los hijos fuera placentero y gratificante algunos lo harían gratis, y no es así", agrega Maier, al recordar que nadie, salvo los abuelos (pero ése es un capítulo aparte), quiere ocuparse de los hijos de uno sin una contrapartida económica.

En Italia, donde la tasa de natalidad en los últimos años fue positiva sólo gracias a los inmigrantes que viven en el país, que sí tienen hijos, el libro de Maier -que paradójicamente en las librerías está en la sección sobre embarazo- dio mucho que hablar. Cada vez más mujeres italianas, de hecho, son childfree. Es decir, deciden no ser madres por elección. Y no se avergüenzan ni se sienten culpables por esto.

Entre ellas, la famosa escritora y autora de best-sellers Susanna Tamaro. "Nunca quise tener hijos, recuerdo que de chica mis amigas soñaban la maternidad pero yo era muy fría al respecto, no me importaba nada", dijo Tamaro al Corrierre della Sera. "Los hijos tienen que hacerlos quienes lo quieren. Yo nunca sentí este deseo, no me arrepiento, y no me siento un monstruo", explicó por su parte la historiadora Eva Cantarella. "Las mujeres pueden realizarse en miles de modos. Y yo quise otra cosa, el trabajo, la carrera", agregó.

"Mi mamá y mi abuela siempre me dijeron «bambina mía, no caigas en eso, no tengas hijos. Antes el trabajo, y después el resto». Yo hasta ahora obedecí, más allá de que estas palabras hoy resulten incómodas", admitió, en tanto, la escritora Camilla Baresani.

Sin entrar en aspectos filosóficos o de índole religiosa, la discusión está abierta. Difícil pronosticar un vencedor en la guerra entre la generación No Kid y la Sí Kid. De momento, se advierte que a diario aumentan los sostenedores del sí a los hijos.

"Hola, soy Monia, tengo 31 años y desde hace 5 meses soy mamá de Alex y Asia -se lee en el foro de las mamás Sí Kid. Yo no conozco los 40 motivos que llevan a una mujer a no tener hijos, pero puedo resumir en un concepto lo que lleva una mujer a ser madre: la fuerza, el coraje y las ganas de vivir. ¿Qué regala un hijo? Después de haberlo mirado a los ojos, la sensación de tocar el cielo con las manos."

BONUS TRACK

El fenómeno se fue viralizando y ahora los críticos culpan a quienes fomentaron el desapego con la vida laboral. LN/The Wall Street Journal. 25/08/22. Por Kathryn Dill y Angela Yang. 

NUEVA YORK.- La gente tiene opiniones fuertes sobre tomarse en serio el trabajo. El término que se viralizó, “quiet quitting” -que puede traducirse como “renuncia silenciosa”- no implica renunciar a nada, y de silenciosa le va quedando poco, por el acalorado debate que se desató en estos meses sobre “hacer la plancha” en la vida laboral. Lo que empezó como una tendencia silenciosa entre empleados de oficina que quisieron establecer límites más firmes entre la vida y el trabajo, después de dos años de pandemia se convirtió en un grito de guerra para muchos.

Por supuesto que cada generación de trabajadores ha tenido sus movimientos anti-trabajo, y muchos ejecutivos y esforzados colegas se han expresado en contra de ellos. Y acá va una pista del efecto rebote de la “quiet quitting”: el término desató una catarata de comentarios de líderes empresarios, orientadores de carrera y otros profesionales, donde lamentan el giro adverso que ha dado la cultura del trabajo en Estados Unidos, mientras que algunos jóvenes profesionales celebran la tendencia.

“La renuncia silenciosa no tiene que ver con aflojar con el trabajo: es un paso en dirección de aflojar con la vida”, dijo Arianna Huffington, fundadora de la start-up de salud y bienestar Thrive Global, en un posteo en LinkedIn que cosechó miles de reacciones. Kevin O’Leary, coprotagonista de “Shark Tank” de la cadena ABC y presidente de O’Shares ETFs, dijo que la “quiet quitting” es una pésima forma de abordar una carrera profesional: “Para salir adelante hay que querer salir adelante. Es la única forma de tener éxito”, dijo O’Leary en un video por la CNBC.

La reacción de los defensores y detractores de esta tendencia depende del sentido que le den al término, y las interpretaciones varían diametralmente. Para algunos profesionales, el concepto implica decirle que no al estrés laboral y negarse a trabajar más sin ser compensados con más dinero, pero no necesariamente trabajar a desgano. Pero muchos detractores dicen que la mentalidad de la “quiet quitting” fomenta la vagancia y atenta contra la productividad, por más que la persona cumpla con las tareas básicas que demanda su puesto.

Tal vez los trabajadores que adhieren a esta filosofía buscan prevenir un burnout o curarse del síndrome de desgaste profesional, pero Huffington, la experta en bienestar, dice que hay opciones mucho mejores. “Hacer la plancha” en el trabajo en vez de buscar uno que nos resulte realmente atractivo es una oportunidad perdida, especialmente ahora que el mercado laboral se está ampliando, dice Huffington.

“Como empleadora, adoro a la gente que en la entrevista de trabajo me dice ‘Yo cuando trabajo doy el 100% y estos son mis limites’. Es muy distinto que decir ‘Hago lo mínimo para zafar’.”

Mientras que algunos jefes contrarrestan esta cultura diciéndoles a sus empleados que dar siempre un poco más es la mejor manera de destacarse, conseguir aumentos y ascender en la escala jerárquica, a muchos trabajadores el término les resulta irónico y ofensivo que solo cumplir horario de 9 a 17 sea considerado una “renuncia”.

Kristin Hancock, profesional de comunicaciones de la ciudad de Indianápolis, dice que en el caso de ella la “quiet quitting” es un objetivo inútil. Varias veces a lo largo de su carrera se sintió laboralmente insatisfecha y quiso bajar los brazos, pero nunca lo logró: hacer menos le generaba frustración y la hacía sentir todavía menos relevante. “Para personas como yo, la única opción válida es irse”, dice Hancock, que ahora dirige su propia start-up de comunicaciones y es su propia jefa, situación que según dice le permite cosechar la totalidad de los frutos de su trabajo.

Otros dicen que quienes abrazan esta cultura laboral puede estar subestimando su valor y sus potencialidades. Lo que para algunos es “hacer lo mínimo”, muchas veces significa prestar total atención cuando están en el trabajo y después tener una vida fuera del horario laboral, dice Brian Gray, que trabaja en desarrollos web.

Tras recibir una calificación de “cumple con las expectativas” en una revisión de desempeño en un empleo anterior, donde solía quedarse hasta tarde y se ofrecía a realizar tareas extras, Gray decidió dejar de buscar la aprobación de sus jefes de esa manera.

“No es hacer la plancha”, se defiende Gray. “Es hacer exactamente la cantidad de trabajo que te pagan por hacer.”

Algunos críticos temen que la “quiet quitting” termine corroyendo por completo la cultura del trabajo, y que para los trabajadores eficientes y abnegados es desmoralizante ver que otros se la pasan hablando por teléfono sin ser reprendidos.

“El tema no son los que hacen la plancha sino los que están alrededor y la injusticia que conlleva”, dice Amy Mosher, jefa de personal de la empresa de software Isolved. Si la “quiet quitting” causa problemas de desempeño, esos empleados deberían ser despedidos para que encuentren un trabajo con el que realmente se sientan comprometidos.

Jay McDonald, coach de ejecutivos de la ciudad de Atlanta y exdirector ejecutivo de varias pequeñas empresas, dice que los altos ejecutivos tienen la responsabilidad de establecer expectativas de desempeño que sean claras. Lo que importa es que los empleados las cumplan, sin importar cuándo o cuánto tiempo trabajen, dice McDonald.

“Para saber si una persona está haciendo su trabajo, los directivos tienen la responsabilidad de contar con estadísticas y herramientas efectivas para evaluarlo”, señala McDonald.



4 comentarios:

  1. Va para leer el fin de semana!! Abrazo

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  2. Bueno. Es realmente interesante y concuerda con algunas cosas que pienso ( sobre todo en materia de trabajo y ocio). Claro que se da en un lugar donde otros debates como los que tenemos nosotros ( y no debatimos) ya están solucionados. Pero bienvenido sea por más que parezca una banalidad europea. Igualmente en Europa van a vivir con una problemática diferente en el futuro. Y esto es el crecimiento de la población musulmana. Ya veremos. Abrazo Ato Pende.

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  3. La autora de la entrevista es la periodista y politóloga Claudia Boragni Tomasevich

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  4. Si, si... esta indicada la fuente y la autora. Gracias!

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