martes, 7 de julio de 2020

USA: república bananera



A pesar que intento leer a diario todo lo que cae en mis manos o pasa por mi PC, seleccionando lo que despierta mi interés, hay artículos, libros o películas que ayudan a sintetizar las cosas porque se expresan con claridad meridiana. Al menos te hacen creer que llegaste a un plateau de comprensión tranquilizador. A veces me motivan a abrir una de las muchas entradas de este blog redondeando mis pareceres.

Hay fuentes de información de distinta calidad y objetividad. Cada uno intuye, elige y acortará o no el camino para fijar sus posiciones. Dependerá de nuestras obsesiones temporales llegar a una opinión que creamos lúcida, que nos expliquen la realidad. Muchos se aferrarán a una religión, una ideología o una simple agrupación política, que con ciertos paradigmas nos puedan ayudar a caminar un poco en este mundo de difícil comprensión. Yo estuve presa de una. 

Solo será para uso personal. Ninguna opinión cambiará nada. Porque una de las pocas certezas es que solo los poderosos deciden y hacen lo que quieren con el resto, que solo obedece o patalea con poca suerte. Si alguno todavía lo duda, le falta maduración. Ya lo dijo  el bizco Sartre.

Desde mis años rebeldes de afición por los ideales de Perón y el Che, he confrontado suficiente información para seguir viendo a Estados Unidos como un insufrible gendarme del mundo y -por sus jodidas contradicciones sociales- rechazar su pretencioso slogan de "país de la libertad". Ya no sostengo la pueril idea que son el origen de todos los males de nuestros países subdesarrollados. Le deberíamos haber hallado la vuelta, no? Admiro gran sus avances tecnológicos, su capacidad emprendedora y buena parte de su cultura. Les puedo conceder el título indiscutido de reyes del jazz y el blues. Pero el trono del rock & roll y el de la cinematografía, lo perdieron hace rato, de puro grasunes que son. Pero esa no es la cuestión.

En estos días de pandemia  y cuarentena, como cualquier otro me puse a ver más películas y series que en el resto de mi vida. Con las precauciones ideológicas del caso, entre otras me devoré las ocho temporadas de "Homeland". Es un thriller de espionaje con el gancho de basarse libremente en sucesos internacionales insoslayables de los últimos 25 años, que le dan más visos reales que la aclamada ficción de "House of cards". Uno se pregunta inquieto donde termina la ficción y empieza la realidad. Y se queda  preocupado con la duda hasta irse a dormir y encarar cosas más terrenales al día siguiente. A veces es mejor ser uno más del montón.  

Pero me interesa contar en particular el mazaso que me produjo ver de casualidad "Vice" o "Vicepresidente, más allá del poder" (2018, Adam McKay) con Christian Bale en el rol protagónico. Para poder relatar hechos reales sobre las andanzas del Dick Cheney, vicepresidente de George Bush en el período 2001-2009, eligieron una comedia dramática. Buena elección porque un documental serio nos hubiera devastado. Es difícil digerir que el mundo está manejado por especuladores delirantes y recordar que Trump no fue la primera bestia sajona dedicada a la tarea. 

No voy a abundar en detalles redundantes. Ya todos saben que el gobierno de Estados Unidos, para calmar a su público y vengarse de los atentados del 9-11 necesitaba escarmentar de inmediato a los culpables. Comprobaron con encuestas que los norteamericanos solo sabían que había sido Al Qaeda y eso no era un país. Normalmente, ni los profesionales ahí suelen saber donde quedan los países en un mapa. ¿Si no estaban en el mapa, adonde tirarían entonces sus bombas y enviarían soldados artillados para vengarse? Empezaron por Afganistán porque se suponía que ahí se refugiaba Bin Laden. Ganaron rápido pero fue confuso, no lo agarraron y no aclararon mucho las cosas. Convencieron entonces a la gente que el culpable del 9-11 fue Irak: lo incorporaron a un "eje del mal" acusándolo de una falsa amenaza nuclear y alguna  llamado telefónico inconveniente. Las bravuconadas del soberbio Saddam Hussein hicieron el resto.  Murieron miles y miles de inocentes que hablaban idiomas raros, para tapar la sangre de las torres gemelas con más sangre. Y murieron 4550 soldados norteamericanos, muchos más que los ciudadanos muertos en el atentado de Nueva York. Eso si, en Estados Unidos agitaron banderitas al viento y la reconstrucción del país sometido fue negocio exclusivo para los amigos de Bush.

Para arrimarnos un poco más a la actualidad política allá en el norte, no puedo soslayar la miniserie documental "Nada es privado" (2019). Ahí argumentan que con los datos que la empresa Cambridge Analytica obtuvo de la red social Facebook, Donald Trump ganó las elecciones de 2016. ¿Leíste bien? Hizo la diferencia con millones de perfiles que las personas alegremente brindan alimentando algoritmos, por ej. con los inocentes "me gusta". Su equipo electoral manipuló puntual y selectivamente la propaganda dirigida a  indecisos de determinados estados norteamericanos para poder llegar a la Casa Blanca (*). La misma tarea e idénticos procedimientos utilizó otro populista, el hoy primer ministro Boris Johnson en Inglaterra para convencer con cuestiones falsamente nacionalistas a sus flemáticos ciudadanos de abandonar la Unión Europea (el famoso "Brexit"). A pesar que -objetivamente- las consecuencias de esa salida afectarán  de manera negativa a sus intereses económicos. El chanta de Mark Zuckerberg/Facebook zafó de mayores poniendo una torta de dinero, como siempre pasa.

Las últimas demostraciones de racismo en la sociedad norteamericana (el caso George Floyd en Minneapolis en mayo pasado y otros similares de menor repercusión mediática) confirman su anacrónica vigencia en el país del norte. Está claro que el poder político conservador no tiene mucho interés en terminar con ese flagelo social y que hasta funciona como cómplice del drama. 

Ya se que es fácil criticar "con el diario del lunes" y que hay ciertas represiones institucionales similares que continúan en otros lados del mundo. Pero hasta a un homofóbico confeso como yo me llamó la atención enterarme: en Estados Unidos la persecusión de los homosexuales fue de la mano de la caza de comunistas impulsada por el famoso senador McCarthy en los años cincuenta. Se investigaban sus vidas privadas y fueron echados de a miles del ejército, las universidades, el correo y otros organismos del estado. La homosexualidad estuvo prohibida en EE.UU. hasta bien entrados los años 70 y  solo Illinois no la combatía. Eso significaba que estaban penalizadas aún las relaciones sexuales privadas y consentidas entre dos adultos del mismo sexo: desde multas a temporadas en prisión. En algunos estados los gays podían ser internados en instituciones psiquiátricas y estaban permitidos el uso de la hipnosis, los electroshock y hasta la castración y lobotomías para curar los deseos homosexuales. Los norteamericanos se niegan todavía a derogar el uso oficial de torturas a prisioneros acusados de atentar contra su seguridad nacional. Otra historia de brutalidad de estos muchachos patriotas que agitan la banderita de las barras y las estrellas en nombre de la libertad.

Aunque seguramente no sean éstas elucubraciones académicas, al ver a diario tantos panelistas de TV, me sigo indultando: son más incultos y les pagan. Continúo. Me pongo a pensar en aquella vieja película de Martin Scorsese "Pandillas de Nueva York" (2002) que si bien no responde a hechos reales muestra las  impiadosas condiciones de vida en esa ciudad en la época de la guerra de secesión norteamericana. Luego, la saga de "El padrino" de Francis Ford Coppola, que también resulta de una novela sobre el capo Vito Corleone, aunque tiene correlato con mafiosos que anduvieron jodiendo por Manhattan y Las Vegas.  Por último, en el reciente documental "Ciudad del miedo: Nueva York vs. la mafia" (2019) te cuentan que cinco familias italianas dominaban la construcción, varios sindicatos relacionados, bancos, gastronomía, residuos, droga y demás...  hasta 1986!  El exitoso empresario Donald Trump, hoy inefable presidente de Estados Unidos, resulta que forma o formaba parte de un cartel de constructores que inflaban precios de las obras y a la vez pagaban coimas al sindicato comandado por "Fat Tony" Salerno del clan Genovese para que no le hiciera piquetes ni arrojara obreros al vacío. Y me pregunto como estos tipos, que dominan el mundo con su poderosa economía o sus fieros misiles, se tuvieron que fumar  a esos mafiosos hasta fines del siglo XX. Nueva York, ciudad ombligo del mundo, era una cueva de ladrones y asesinos  que regaban sus calles de cadáveres, hasta que los pudo pillar el FBI y el fiscal Giuliani. Leo que actualmente la cancillería norteamericana aconseja a sus ciudadanos no hacer turismo en determinados países del Tercer Mundo porque no reúnen las condiciones de seguridad. Que hipócritas que son!



"This is the life" - Living Colour (2020).



"Who shot ya?" - Living Colour (2016)

Adelanto ahora solo un párrafo del excelente artículo del periodista  Marcelo Cantelmi, que reproduce líneas de The New Yorker y La Vanguardia. Dicen: "República bananera describe a cualquier país con o sin bananas que tiene a un líder despiadado, corrupto o loco que confía en los uniformados y destruye las instituciones en una búsqueda egomaníaca por prolongar su poder"

Ya pasó bastante información bajo el puente para darse cuenta que Donald Trump cumple con sus dislates esos requisitos, aunque todavía siga siendo un líder  válido para una mayoría ultranacionalista, racista y/o obtusa. Un antirepublicano -en el sentido estricto del término- convertido en una amenaza para el mundo. De las locuras de Trump anticipaba el peligro Noam Chomsky (ver abajo link a entradas anteriores relacionadas del blog) y las sintetiza con humor el menos flemático de los ingleses conocidos, el periodista John Carlin, también acá abajo. El tipo lanzó al público en tres años de mandato 16000 declaraciones falsas o engañosas sobre economía, geopolítica o la pandemia. El Washington Post se tomó el trabajo de contabilizarlas ("Las mentiras de Trump..."). Un verdadero enfermo al mando del país más poderoso del planeta.

Debido a estos antecedentes -y ya que a los norteamericanos les gusta mostrarse siempre superiores al resto de la humanidad- podríamos otorgarles a los Estados Unidos el título de "mayor república bananera del mundo". Hay sobrados motivos. Horanosaurus.   

PD1: como si esto fuera poco, pero con la ayuda de un whisky relajante, completé la noche viendo por tercera vez la película "Queimada" (1969) de Gillo Pontecorvo. Con el inmenso Marlon Brando y con música del gran Ennio Morricone, aún no tan refinado. Deberían verla los chicos latinoamericanos en el colegio para aprender historia, más allá de sus defectos artísticos y técnicos. Mediante los sucesos en una remota isla caribeña, grafica la política inglesa que en el siglo XIX le permitió al imperio británico saquear los recursos naturales y humanos de gran parte del mundo, para financiar su revolución industrial y enriquecerse. Usando su adelantos y la diplomacia de la corrupción aliados con burguesías y cúpulas vernáculas. Y si no podían con ese método, convencían con el garrote. Nosotros, acá en la Argentina -como somos tan locos- recorrimos el camino inverso: derrotamos valientemente sus invasiones en 1806 y 1807 pero nos dominaron con facilidad económicamente durante un siglo y pico. Mucho más tardarán los ingleses en lavar sus manos manchadas de tanta sangre. Ni olvido ni perdón, por más Beatles y Rolling Stones que le hayan regalado a la humanidad.

PD2: No, no me pidan que vea también el documental "Trump: an american dream" (2018), donde recopilan su inescrupulosa vida comercial. Suficiente por ahora. 

(*) En dichas elecciones, como si fuera poco, Trump obtuvo unos 3 millones de votos menos que su contrincante demócrata Hillary Clinton e igualmente fue declarado ganador. El poco democrático sistema electoral estadounidense no depende de la cantidad total de votos sino más bien del número de Estados integrantes que eligen a un candidato. 


 

 



Clarín 27/06/20. Opinión. Por Marcelo Cantelmi.

Al historiador de Yale, David W. Blight, un multipremiado investigador del pasado norteamericano, le preocupa hoy más el presente del país. Lo expone sin delicadezas. Afirma que Estados Unidos no ha llegado a constituirse en una república bananera, pero está justo en el borde. Esa noción ya la había esgrimido antes la presidente de la Cámara de Diputados Nancy Pelosi. Cuando Donald Trump pretendía desplegar tropas en las calles para detener las recientes protestas antirracistas, esta veterana demócrata reaccionó casi en un grito: “¿Qué es esto, una república bananera?”.

Para los latinoamericanos, de democracias débiles, esa figura es más frecuente y familiar. Pero en EE.UU., fuera de los académicos, constituye una abstracción, algo que sucede “allá” como apuntaría Truman Capote. En su “Bananas”, y con mucho de los hermanos Marx, Woody Allen construyó en 1971 una parodia genial para acercar esa idea, con un país ficticio, San Marcos, en manos de un populista autoritario. Ese San Marcos se ha repetido de modo frecuente en la región. No es preciso escarbar en la historia para confirmarlo. Integra nuestro presente. Pero, en EE.UU. la actual abrupta irrupción del concepto llevó a The New Yorker a borronear una traducción que cita un excelente artículo de La Vanguardia“República bananera -escribió- describe a cualquier país con o sin bananas que tiene a un líder despiadado, corrupto o loco que confía en los uniformados y destruye las instituciones en una búsqueda egomaníaca para prolongar su poder”.

Quizá es incluso más que eso. Bananero, en tiempos modernos, refiere más claramente a gobiernos y políticos que violan los límites republicanos o sugieren su intención de ignorarlos. Como en el concepto de la guerra de Hobbes, que existe cuando aún no ha estallado, el desprecio a las instituciones (institut=el límite) sucede antes que se las atropelle.

Para los adversarios de Trump es esta una camisa que le cabe perfecta al presidente. A extremo tal que revuelve al liderazgo republicano. Mientras John Bolton, un halcón peor en sus extremos que el propio mandatario, en cada entrevista demuele como un ignorante autoritario al jefe de Estado, se conocen otras expresiones de dirigentes más moderados del oficialismo pero de una dureza impactante. Steve Schmidt es un republicano que dirigió la campaña presidencial de John McCain, el senador y veterano de guerra que compitió con Barack Obama en 2008. En una entrevista con MSNBC afirmó que ”Trump ha sido el peor presidente que ha tenido este país. Y no lo digo hiperbólicamente. Lo es. Ha llevado a este país en tres cortos años a un lugar de debilidad inimaginable… este es un momento de incomparable humillación nacional, de debilidad. Nunca hemos visto un nivel de incompetencia, de ineptitud tan asombroso en alguien con tales responsabilidades”.

Esa visión, que se ha agudizado debido al tratamiento de la pandemia de coronavirus y al antedicho conflicto antirracista, explica que la intención de voto para las generales de noviembre encumbren al demócrata Joe Biden con una diferencia de diez puntos promedio. Ese dato, conviene recordar, es central pero no definitivo sobre lo que pueda suceder en las urnas. El voto en EE.UU. es indirecto, importan más los colegios electorales que el voto masivo. Además, lo que ahora registran los sondeos es una irritación fresca como la que Schmidt describe de un modo tan brutal.

Trump ha reaccionado a estas horas bajas negándole importancia a las encuestas que lo contradicen. Sostiene que hay sondeos que le dan 96% de apoyo en el Partido Republicano. Es cierto. Pero, como anotó The Wall Street Journal, una investigación de ese diario con la NBC reveló que 80% de la gente considera que el país está fuera de control. Ese número, en el desagregado, incluye a 92% de demócratas, 78% independientes pero también a 66% de republicanos.

Son cifras como océanos que le facturan a Trump una diversidad de fallidos de liderazgo sobre todo con la pandemia que no cesa de escalar en el país. Recientemente, en su regreso a la campaña en el módico acto que encabezó en Tulsa, sostuvo que la imagen de EE.UU. mejoraría si hubiera menos test, es decir menos enfermos detectados. “Una broma”, gritaron de inmediato desde la Casa Blanca para atajar el golpe inevitable. "Trump es así", dijeron benevolentes sus asesores. Pero, luego, en una entrevista televisiva el presidente aclaró que no bromeaba. Tampoco lo hizo cuando, en un extremo bizarro, recomendó inyectar detergente a los enfermos de coronavirus.

La desorientación aparece también en otros carriles. Biden, como ya hemos indicado semanas atrás en esta columna, aparece liderando en distritos centrales de las bases históricas de Trump. Entre esos espacios, se encuentra Florida. Por eso estremeció a los republicanos que el presidente planteara reunirse con el dictador venezolano Nicolás Maduro agudizando la debilidad del líder opositor Juan Guaidó. No hay política ahí, es pura subjetividad. El libro de Bolton remarca la admiración que el norteamericano profesaba secretamente hacia el autócrata chavista y cierto desprecio al dirigente disidente. Esos gestos traen a la memoria su cercanía con el ruso Vladimir Putin, que ahora se encarama para intentar perpetuarse hasta 2036 en el poder. También recuerdan su comentario zumbón cuando, enterado que el chino Xi Jinping anunció en el 19 congreso del PCCh que gobernaría sin límites temporales, sostuvo “interesante, habría que ensayarlo”.

Un dato clave que debería preocupar al mandatario aun más que los sondeos, lo registra Wall Street donde las cotizaciones suben cada vez que crece el demócrata. A los mercados no les importa quien gobierna en tanto no sea una amenaza para su tasa de acumulación. Y este parece ser el caso. Goldman Sachs predice, incluso, que el Senado, hoy bajo control republicano, pasaría a manos de los demócratas en noviembre que ya retienen la cámara baja. La estratega del Royal Bank of Canada, Lori Calvasina, citada por CNN Bussines explicó que esto sucede porque “el mercado de valores se ha desacoplado de Trump… no lo consideran ya necesario para la continuidad de sus ganancias”.

Trump, como gran parte de la dirigencia populista extremista que se esparció por Europa, ha sido una expresión del disgusto contra la clase política. También, la expresión de un giro autoritario y divisionista que se ha extendido por el mundo aunque EE.UU.. este lejos de ser una Venezuela o una Nicaragua. Hay límites allí para el bananerismo. Pero el riesgo que señala el historiador Blight es existencial. El magnate lo expone al denunciar que las elecciones vienen con peligro de fraude, con lo que anticipa cuál será su actitud si pierde frente a Biden y si esa derrota es muy cercana en los porcentajes.

Un dato poco conocido es que los equipos presidenciales suelen preparar un discurso de reconocimiento eventual de la victoria del adversario cuando se acerca la elección. Es una previsión de corrección política que han respetado todos los mandatarios previos, menos Trump. Ese mensaje no existe porque no se contempla la derrota. De modo que en este presente “banana” en EE.UU. no es descartable que el presidente resista en su cargo si las cosas van mal. El punto principal que ataca el mandatario son los votos por correo que nunca se ha probado que sean manipulables. Los demócratas los impulsan porque eso aumenta la participación. Trump, en cambio, revolea ese miedo porque necesita una asistencia reducida en los comicios, particularmente entre los jóvenes, el sector más crítico de su mandato. En 2016 tuvo éxito. Ese segmento no se desplazó a Hillary Clinton lo que pavimentó su victoria. Alternativa que no debería descartarse tampoco ahora, atento a la falta de carisma que refleja Biden, necesitado de la potente muleta que le brinda el mucho más popular Obama.

El presidente depende, además, de un giro en la economía. Los pronósticos del FMI de esta semana son ominosos en ese sentido con una caída anual del PBI estadounidense de -8% y la confirmación, agria para la Casa Blanca, de que el adversario chino no se contraerá, crecerá un magro 1% pero en un envidiable terreno positivo. Aún así, todo indica que la economía no será del mismo modo catastrófica en noviembre como lo es ahora, por lo que los analistas suponen que la ventaja de Biden se reducirá aunque no necesariamente lo alejaría de una eventual victoria.

Especialistas en políticas nacionales como la periodista y escritora Kate Andersen Brower, avisan que, en tal caso, lo último que puede esperarse es que Trump colabore con el ganador en los dos meses largos hasta la asunción, el 20 de enero como ha sido de práctica común en cada traspaso del poder. “No habrá un genuino pase de mando, ni una pacífica transferencia del poder. Me sorprendería si Trump se presentara a la ceremonia de juramentación de Biden en el Capitolio si gana”, le dijo a la CNN. Eso, por cierto, si acepta la derrota y no la resiste construyendo su propio San Marcos bananero en las entrañas de la mayor potencia de la tierra.



Consuelo de tontos

Por John Carlin. La Vanguardia/Clarin. 27/10/19.

De Quito a Santiago o Hong Kong, de Beirut a Barcelona, del Brexit a Buenos Aires: mire donde uno mire, desmadre y desilusión. Propongo un consuelo para los habitantes de aquellos lugares. Podría ser peor. Podrían tener a Donald Trump como presidente. Hoy lo que haré es rendir un servicio a aquellos que no han acabado de captar lo bufonesco que es este personaje, lo disparatado que es que siga estando al mando de un país que posee más de 6.000 armas nucleares. Traduciré al castellano una selección nada atípica de extractos de discursos, ruedas de prensa y tuits que ha despachado el comandante en jefe de Estados Unidos a lo largo de los últimos tres meses. En cada caso lo haré con la máxima fidelidad posible a la versión original.

Aquí va. Primero, Trump sobre sus capacidades mentales“Soy un genio muy estable. Elijo mis palabras con mucho cuidado”. “Mis conocimientos: los conozco muy bien”.

Sobre Próximo Oriente“Siria podría tener un poco de ayuda de Rusia y no tengo problema con eso. Tienen mucha arena por allá. Así que tienen mucha arena donde jugar”. “Si Turquía hace algo que yo, con mi gran e inigualable sabiduría, considero que ha cruzado el límite, destruiré y borraré totalmente la economía de Turquía (¡lo he hecho antes!)”. 

Sobre su impeachment“No hice nada. No sé si soy la persona más inocente del mundo. Sólo digo que soy el presidente más presidenciable con la posible excepción de Abe Lincoln cuando se ponía el sombrero. Eso es difícil de superar. El honesto Abe, cuando se ponía ese sombrero, difícil de superar. Pero yo no puedo. Aquel sombrero no me iría bien. Sí, tengo mejor pelo que él”.

Más sobre su pelo“Estaba lloviendo duro. Pero el día fue… fue hermoso en cierto modo. Ese día vieron que mi pelo era de verdad porque estaba empapado. Eso fue lo bueno. Corrí y vieron que el pelo era mío. Porque he tenido que soportar tormentas de viento, tormentas de arena. ‘Vamos para acá. Vamos. Esto, lo otro. Este desierto. Vamos a este océano y salgamos del avión, señor. El viento sopla a 70 millas por hora’. Dije, ‘Chico, tiene que ser… tiene que ser mío’. Pero, eh, pero lo hemos visto todo. Lo hemos visto todo”.

Sobre sus tuits“Tenemos a mucha gente. Muchos, muchos más que cien millones… Cosas ocurren cuando coloco un mensaje ahí, uno bueno que le gusta a la gente, ¿no? Buen tuit. Antes subía 7.000, 7.008, 7.017, 7.024, 7.032, 7.044, ¿no es cierto? Ahora va 7.000, 7.008, 6.998. Entonces van 7.000, 6.074. Y yo dije, ¿qué está pasando? No hacía esto antes. Sube y después lo bajan. ¿Me entienden? Nunca me pasó esto antes. Iba como un cohete cuando ponía uno bueno. Como cuando dije esa vez que me estaban espiando, ¿se acuerdan? Eso fue como un cohete. Me llaman dos minutos más tarde. ‘¿Dijo usted eso?’. ‘Sí, dije eso’. ‘Bueno, está explotando, está explotando’. Y tuve razón. Tuve razón”.

Más sobre su brillantez“Mi tío fue un gran profesor y científico e ingeniero, el dr. John Trump del MIT. Buenos genes, muy buenos genes, OK. Muy listo. El Wharton School of Finance. Muy bueno. Muy listo. Ya saben, si eres un republicano conservador, si yo fuese un liberal, si, como que, OK, yo me presentase como un demócrata liberal, dirían que yo soy una de las personas más listas del mundo. ¡Es verdad! Pero cuando eres un republicano conservador intentan… ahí te machacan… por eso siempre comienzo: fui a Wharton, fui un buen estudiante, fui ahí, fui allá, me construí una fortuna”. 

Sobre el acuerdo nuclear con Irán (que él rechaza): “Ves el acuerdo nuclear, lo que realmente me molesta… hubiera sido tan fácil, y no es tan importante como estas vidas (lo nuclear es potente, mi tío me lo explicó hace muchos, muchos años, la potencia –fue hace 35 años–, me explicaba la potencia de lo que iba a ocurrir y tenía razón, ¿quién lo hubiera pensado?). Pero cuando ves lo que está pasando con los cuatro presos, eran tres y ahora son cuatro, pero cuando eran tres e incluso ahora hubiera dicho que todo tenía que ver con el mensajero; son tíos, y son tíos porque no se han dado cuenta aún que las mujeres son más inteligentes que los hombres ahora mismo, así que tardarán otros 150 años. Pero los persas son grandes negociadores, los iraníes son grandes negociadores, así que mataron, nos mataron”.

Sobre los periodistas“Estos animales de la prensa. Son animales realmente. Entre los peores seres humanos que jamás conocerás… Son escoria. Muchos de ellos son escoria”.

Para ser justos, esta última cita, producida durante la asamblea general de las Naciones Unidas el mes pasado, goza de la inusual virtud de poseer cierta coherencia gramatical. Incluso habrá muchos que no discrepen de los sentimientos expresados. Por lo demás, la selección nada atípica, repito, que he hecho aquí de la oratoria y tuitorrea de Donald Trump debería producir cierto alivio entre aquellos que no han podido vivir el sueño americano y se lamentan de la podredumbre moral o intelectual de sus políticos.

Se hablan pestes de los Torra, los Sánchez, los Johnson, los Piñera, los Macri, los Kirchner, los Xi Jinping. Que son corruptos, que son autoritarios, que son ineptos. Pero de pocos de ellos se dice que no son aptos para mantener sus cargos porque están locos, como se ha dicho una y otra vez sobre Trump desde sus primeros días en la Casa Blanca, o antes.

Se volvió a repetir hace unos días en el venerable The New York Times. Primero en la columna semanal de una colaboradora del diario titulada “One flew over the cuckoo’s nest” (en castellano, Alguien voló sobre el nido del cuco), en alusión a la película de Jack Nicholson cuyo escenario es un manicomio. Después, en una carta publicada en el mismo medio firmada por tres eminentes catedráticos de Medicina que han escrito un libro titulado “El peligroso caso de Donald Trump”. La carta dice: “Como profesionales de la salud mental sentimos que es nuestro deber pronunciarnos sobre una crisis de la salud pública: hay una persona no apta mentalmente a cargo de las fuerzas armadas y las armas nucleares más poderosas del mundo”.

Así que, repito, no tener a Trump como presidente debe servir de consuelo. Consuelo de tontos, quizá, pero vivimos en tiempos tontos. Y consuelo también para aquellos que sufren para aprender el inglés. Trump ofrece la mejor razón que conozco para no tomarse la molestia. Como dijo un poeta, la ignorancia es, a veces, una bendición.

Dicho esto, esperemos que cuando se muera Trump los estadounidenses no sean tan ignorantes, ni tengan tan mal gusto, como para enterrarle durante 44 años en un valle para los héroes de la patria. Eso no.





Por Paul Krugman. Premio Nobel de Economía. The New York Times. 05/06/20.


En "Desolation Row", el poeta alude a un linchamiento de negros ocurrido hace cien años en Minnesota, estado donde fue asesinado George Floyd. Por: Marcelo Pisarro. La Nación 20/06/20. Resumen: la canción de Dylan "Desolation Row" de 1965 comienza diciendo "están vendiendo postales del ahorcamiento". Comenta la costumbre norteamericana de comprar postales -esas que antaño se usaban para enviar por correo las novedades a las amistades más cercanas- que rememoraban el ahorcamiento de negros en ciertas localidades de EEUU. Las postales se vendían como souvenir. Eran fotografías profesionales que graficaban el acto de escarmiento público -normalmente basados en acusaciones falsas sobre gente de color- al que acudían familias enteras con niñitos y todo. Habían ocupado alguna vez la tapa de los diarios locales. Mayoritariamente en el sur de ese país, entre 1880 y 1930 ese tipo de ejecuciones fuera de la ley o apañada por ella, tuvo su pico más alto. La Universidad de Tuskegee-Alabama se propuso documentar los linchamientos producidos entre 1882 y 1968 y contabilizó 4743 (3446  víctimas negras y 1297 blancas). 


Plumas selectas. 03/09/13. Recientemente el Dr. Drew Westen publicó su más reciente investigación con el título “Political Brain” (cerebro político). Westen es experto en psicología política y psicólogo clínico y de personalidad de los departamentos de psiquiatría y de ciencias de la conducta de la Universidad de Emory, en Atlanta.

El autor señala que siempre le llamó la atención que a pesar de que tienen registros de militantes numéricamente superiores y sus valores políticos y postulados económicos son compartidos por más norteamericanos, los demócratas pierden elecciones con más frecuencia que los republicanos. Señaló también que encontró que las elecciones se ganan en el “mercado de la emoción” y no en el de la razón y que cuando emoción y razón combaten, ésta pierde invariablemente. Esto se debe, dice, a que los republicanos entienden mejor el cerebro político y apelan mejor a la emoción, y que por ello en los últimos 30 años han ganado más ocasiones la presidencia y los presidentes republicanos en funciones se han reelegido con más facilidad, mientras que los demócratas no han entendido que los datos duros por sí mismos no conducen a la victoria (....) continúa en link.. 

BONUS TRACK 1: ¿les quedaba alguna duda que estos muchachos están del tomate?  "Los inmorales nos han igualao..."  (tango 'Cambalache'). 

Las imágenes más impactantes de la irrupción de los partidarios de Donald Trump en el Capitolio 

El Congreso debió interrumpir su sesión especial para certificar la victoria de Joe Biden debido a los incidentes. El vicepresidente Mike Pence fue evacuado. InfoBAE 06/01/21. 



“Estoy consternado por el comportamiento imprudente de algunos líderes políticos y por la falta de respeto mostrado por nuestras instituciones, nuestras tradiciones y nuestra aplicación de la ley”, expresó el ex mandatario republicano en un comunicado luego de los disturbios en Washington DC. InfoBAE 06/01/21. 


Insólito. La demócrata Nancy Pelosi llevó el reclamo al jefe de las Fuerzas Armadas. "Es un desquiciado", dijo. AP, AFP, EFE. 09/01/21.

Nancy Pelosi: se impedirá que Trump pueda disparar un arma nuclear

Los Angeles Times. 09/01/21. Washington. La presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, dijo el viernes a sus correligionarios demócratas que hay procedimientos vigentes que impedirían al presidente Donald Trump disparar armas nucleares, de acuerdo con un alto oficial militar del país (...) 

Pelosi dijo que antes de la conferencia preguntó al jefe del Estado Mayor Conjunto, general Mark Milley, si había manera de impedir que Trump iniciara un ataque nuclear. Según una persona familiarizada con la llamada, Milley respondió que hay procedimientos que impedirían que Trump tomara semejante medida.

El presidente es el único autorizado a ordenar el lanzamiento de un arma nuclear, pero si un comandante militar, aconsejado por sus abogados, determinara que la orden es ilegal, podría negarse a cumplirla. Sería ilegal lanzar un ataque nuclear sin motivo o como respuesta desproporcionada a una provocación militar.

BONUS TRACK 2: Joe Biden, una luz de esperanza. Se vino Biden, un viejo tramoyista de la política que parece poner un poco de racionalidad en la conducción de su país. Los demócratas no son garantía de equilibrio (el mismo Barack Obama lanzó ataques militares en Medio Oriente y aún así le dieron... un premio Nobel de la Paz!) pero suelen ser más coherentes que los republicanos. Solo la noticia del retiro de Trump es un augurio esperanzador para la humanidad. Biden colaboró en ese sentido con algunas de sus medidas iniciales, que son ennumeradas en el artículo que sigue. Debería agregarse su más reciente, inesperado y valiente pedido a las multis farmacéuticas por la cesión a organismos públicos de las patentes de sus vacunas contra el Covid para producirlas masivamente y derrotar la pandemia. ¿Quién lo hubiera dicho? Pero, como dijo Rodolfo Terragno hace poco, Vietnam lo hicieron los demócratas y Bahía de los Cochinos lo hizo Kennedy. Horanosaurus.

Los 100 días de Biden, una gestión que cambió el tono en EE.UU. 

Estados Unidos. Un cambio de tendencia en la primera potencia mundial. Presidencia. Impuso orden y calma tras las tormentas de Trump. Logró una eficaz campaña de vacunación y estimuló la economía. Logros y déficits de su gobierno. Clarín 30/04/21. Por Paula Lugones. Resumen:
 
1. Lucha contra el Covid.
2. Economía y planes de ayuda.
3. El regreso del multilateralismo.
4. Contra el cambio climático.
5. Inmigración.
6. Igualdad y justicia social.
7. Armas.
8. Retiro de tropas de Afganistán.
9. Relación con el mundo.
10. El vínculo con Argentina. 

BONUS TRACK 3: la voz responsable del Nobel Paul Krugman, analizando la peligrosa política republicana en el aniversario del atentado a las Torres Gemelas.

Los terroristas extranjeros nunca han sido nuestra mayor amenaza
¿Cuál era nuestra real amenaza?

Opinión. Por Paul Krugman. The New York Times y Clarín. 11/09/21.

Puede parecer algo terrible de decir, pero un buen número de personas, especialmente en los medios de comunicación, sienten nostalgia por los meses que siguieron al 11 de septiembre. Algunos expertos suspiran abiertamente por el sentido de unidad nacional que, imaginan, prevaleció después del ataque terrorista. Más sutilmente, mi sensación es que muchos añoran los días en que la gran amenaza para Estados Unidos parecía provenir de fanáticos extranjeros, no de extremistas políticos locales.

Pero ese momento dorado de unidad nunca existió; es un mito, uno que debemos dejar de perpetuar si queremos comprender el terrible estado actual de la democracia estadounidense.

La verdad es que partes clave del cuerpo político estadounidense vieron el 11 de septiembre, desde el principio, no como un momento para buscar la unidad nacional, sino como una oportunidad para aprovechar las ventajas políticas internas. Y este cinismo frente al horror nos dice que incluso en un momento en que Estados Unidos realmente estaba bajo un ataque externo, los mayores peligros que enfrentamos ya eran internos.

El Partido Republicano todavía no era completamente autoritario, pero estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para conseguir lo que quería y desdeñaba la legitimidad de su oposición. Es decir, estábamos bien avanzados en el camino hacia el golpe de estado del 6 de enero, y hacia un Partido Republicano, también conocido como Gran Partido Viejo (G.O.P. por su abreviatura en inglés) que, en efecto, ha respaldado ese golpe y parece muy probable que vuelva a intentarlo.

Ahora es un asunto de dominio público que la respuesta inmediata de los funcionarios de la administración Bush al 11 de septiembre fue usarlo como excusa para un proyecto no relacionado, la invasión de Irak. “Barren todo, cosas relacionadas y no”, dijo Donald Rumsfeld, el secretario de Defensa, a sus ayudantes mientras el Pentágono aún estaba en llamas. Y algunas organizaciones de medios finalmente reconocieron su papel en ayudar a los defensores de la guerra a explotar la atrocidad. El Times, en particular, publicó un mea culpa extenso y franco.

Sin embargo, la explotación del 11 de septiembre por parte de personas que querían una guerra más amplia, y la venta de esa guerra con falsos pretextos, que debería haberse considerado un abuso imperdonable de la confianza pública, se ha desvanecido del discurso público. Y casi no se escucha nada sobre la forma paralela en que se explotó el terrorismo con fines políticos nacionales.

Cuando la nación se ve amenazada, normalmente esperamos que nuestros líderes pidan un sacrificio compartido. Pero los principales republicanos respondieron a un ataque terrorista tratando de promulgar ... recortes de impuestos para los ricos y las corporaciones. De hecho, el presidente del Comité de Medios y Arbitrios de la Cámara de Representantes intentó imponer un recorte en la tasa impositiva sobre las ganancias de capital menos de 48 horas después de la caída de las torres gemelas. Más tarde, Tom DeLay, el látigo de la mayoría de la Cámara, declararía: “Nada es más importante en tiempos de guerra que reducir los impuestos”. Y en mayo de 2003, los republicanos explotaron la ilusión del éxito en Irak al impulsar fuertes recortes en las tasas impositivas sobre las ganancias de capital y los dividendos.

Tampoco olvidemos cómo se manejó la ocupación de Irak. La construcción de una nación es un proyecto inmensamente difícil, uno que debería haber recurrido a las personas más talentosas y calificadas que Estados Unidos tenía para ofrecer. En cambio, la administración Bush trató la ocupación como una oportunidad de patrocinio, una forma de recompensar a los leales políticos; A algunas posibles contrataciones se les preguntó su opinión sobre Roe v. Wade, a otras cómo votaron en 2000.

En resumen, cuando los terroristas atacaron, el G.O.P. ya no era un partido político normal, uno que se consideraba sólo un custodio temporal de intereses nacionales más amplios. Ya estaba dispuesto a hacer cosas que antes se hubieran considerado inconcebibles. En 2003 declaré que el Partido Republicano estaba dominado por “un movimiento cuyos líderes no aceptan la legitimidad de nuestro sistema político actual”. Pero mucha gente no quiso escucharlo. Aquellos de nosotros que intentamos señalar los abusos en tiempo real fuimos tachados de “estridentes” y “alarmistas”. Sin embargo, los alarmistas han acertado en cada paso del camino.

Es cierto que en el pasado hubo algunos factores atenuantes. Para su crédito, el presidente George W. Bush intentó sofocar la reacción antimusulmana, visitando un centro islámico solo seis días después del ataque y pidiendo a los estadounidenses que respeten todas las religiones. Intente imaginar a Donald Trump haciendo algo similar.

También es notable que algunos de los neoconservadores más prominentes, intelectuales que promovieron la invasión de Irak y pidieron un conjunto de guerras aún más amplio, eventualmente se convirtieron en elocuentes, incluso valientes, Never Trumpers. Esto sugiere que su creencia en la difusión de los valores democráticos era genuina incluso si los métodos que defendían y las alianzas políticas que eligieron hacer tuvieron resultados catastróficos.

Pero no es casualidad que los republicanos de hoy hayan dejado atrás tanto la tolerancia como el respeto por la democracia. Donde estamos ahora, con la democracia colgando de un hilo, es hacia donde nos dirigimos durante mucho tiempo.

Estados Unidos fue brutalmente atacado hace 20 años. Pero incluso entonces, la llamada que importaba venía del interior de la casa. La verdadera amenaza para todo lo que representa esta nación no proviene de los terroristas suicidas extranjeros, sino de nuestra propia derecha.

BONUS TRACK 4:

"Utilizó el poder de su cargo para subvertir el Estado de Derecho. Si dudamos en llamar criminales a esas acciones y a su perpetrador, entonces estamos diciendo que está por encima de la ley y dando licencia a los futuros presidentes para hacer lo que sea”. 26/08/22.

En un editorial titulado “Donald Trump no está por encima de la ley“, hoy viernes la junta editorial del periódico The New York Times pidió procesar al ex presidente. El Departamento de Justicia avanza en una investigación criminal sobre documentos altamente clasificados que Trump ocultó indebidamente en su mansión de Mar-a-Lago en Palm Beach, Florida, pero, según el editorial, también debería enfrentar cargos por su papel al incitar al ataque del 6 de enero contra el Capitolio de Estados Unidos y por sus esfuerzos por anular las elecciones presidenciales de 2020.

“El asalto sin precedentes del señor Trump a la integridad de la democracia estadounidense requiere una investigación criminal“, dice el editorial. “Los inquietantes detalles de su mala conducta postelectoral, reunidos meticulosamente por el comité del 6 de enero, dejan pocas dudas de que el señor Trump buscó subvertir la Constitución y anular la voluntad del pueblo estadounidense. El presidente, derrotado en las urnas en 2020, intentó reclutar a autoridades federales encargadas de hacer cumplir la ley, funcionarios estatales y administradores del sistema electoral de la nación en un furioso esfuerzo por permanecer en el poder. Cuando todo lo demás fracasó, incitó a una multitud armada que irrumpió en el Capitolio y amenazó a los legisladores“.

“Esta junta editorial es consciente de que al decidir cómo se debe responsabilizar al señor Trump ante la ley, es necesario considerar no solo si se justificaría el enjuiciamiento penal, sino también si sería prudente. Ningún presidente estadounidense ha sido procesado penalmente después de dejar el cargo“.

“Cuando el presidente Gerald Ford perdonó a Richard Nixon, se aseguró de que Nixon no sería procesado por los crímenes cometidos durante el escándalo de Watergate; Ford explicó esta decisión con la advertencia de que el enjuiciamiento planteaba graves riesgos de despertar ‘pasiones’ y empeorar la polarización política“.

Esta vez, sin embargo, exonerar a un expresidente de acusaciones tan serias simplemente por su estatura es un “riesgo mucho mayor“, argumentó el editorial. “Las acciones del señor Trump como funcionario público, como ninguna otra desde la Guerra Civil, atacaron el corazón de nuestro sistema de gobierno. Utilizó el poder de su cargo para subvertir el Estado de Derecho. Si dudamos en llamar criminales a esas acciones y a su perpetrador, entonces estamos diciendo que está por encima de la ley y dando licencia a los futuros presidentes para hacer lo que sea“.

“Nadie debería deleitarse con la perspectiva de que este o cualquier ex presidente enfrente un proceso penal“, concluyó el editorial. “Las acciones del señor Trump han avergonzado a una de las democracias más antiguas del mundo y desestabilizado su futuro. Incluso la justicia ante la ley no borrará esa mancha. Enjuiciar al señor Trump tampoco solucionará los problemas estructurales que condujeron a la mayor crisis de la democracia estadounidense desde la Guerra Civil. Pero es un primer paso necesario para hacerlo“.

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