domingo, 6 de marzo de 2016

Habemus Papam argentinensis VI


¿Se le mojó la pólvora al papa Francisco después de la encíclica Laudato si? ¿Ya no es el que era? ¿Es el fin de 'la gran esperanza blanca'? ¿Ya no pedófilos ni ladrones en cana? Una serie de avances de Francisco en la pestilente política argentina bastó para que se enciendan algunas alarmas sobre sus intenciones. La visita a México y el caso del muy apuntado cardenal Pell, suman dudas. Seleccioné algunos artículos y quejas punzantes aquí abajo; hasta la visión más abarcadora de un párroco de Villa Urquiza ("Tres años de Francisco") y una edulcorada de Sergio Rubin, su periodista de cabecera. Cada uno opine lo suyo. El Sumo Pontífice no nos dará bola pero ejercitaremos el marulo. Horanosaurus.


Recibiendo sonriente a la iluminada vanguardia kirchnerista (setiembre 2014). ¡Devuelvan la plata a los pobres! ¿No te habían usado políticamente, Francisco?



La diputada católica y oficialista está enojada con Francisco y lo acusa de doble discurso. Por Santiago Fioriti. Clarín 28/02/16.

- ¿Está de acuerdo con la visita del Presidente al papa Francisco? - Me parece bien. Yo no hubiera ido. De hecho fui varias veces a Roma y no fui. Yo soy una creyente absoluta. Pero distingo: los sacerdotes no se tienen que meter en política. No creo que Bergoglio tenga que convertirse en una unidad básica en la Argentina. No creo que tenga que empoderar a violentos. Estoy hablando de Milagro Sala y de Moreno (*) El hace muy bien el juego de fotos. Y tiene un doble discurso respecto de la Argentina: se rodea de personajes menores y le gusta el chisme político. Lo conozco.

- ¿Qué quiere decir con lo de unidad básica? - Si uno se rodea de esos personajes mediocres ... no es bueno. Eso no significa que él no tenga el mejor de los papados que pueda existir. Pero ¿viste? El único Dios es Dios, el único Cristo es Cristo. En una parte de su misión él es extraordinario y en otra se comporta muy mal.

(*) NdeH: a principios de 2016, el Papa recibió "calurosamente" al muy polémico ex-secretario de Comercio argentino, Guillermo Moreno, famoso por crear patotas anti-sindicales, portar armas para amedrentar adversarios políticos y otros abusos de poder. Francisco le escribió el prefacio de un reciente libro suyo. Casi simultáneamente, le envió un rosario bendecido a Milagro Sala, dirigente jujeña encarcelada por múltiples causas de corrupción en perjuicio de los pobres que dice defender, conductora de un poder paralelo antidemocrático en su provincia, acusada de un asesinato y de vínculos con el narcotráfico.

LAS COSAS POR SU NOMBRE

Por Christian Sanz. Periódico Tribuna 01/03/16. Parecía la “gran esperanza blanca”, el hombre que llegaba para remover el avispero del vetusto Vaticano, otrora cuna de grandes escándalos. Bergoglio llegó allí con un rosario —nunca mejor dicho— de aparentes buenas intenciones. Sin embargo, más temprano que tarde todo ello se derrumbó cual castillo de frágiles naipes. Las palabras quedaron en eso, palabras. Nada fue llevado a los hechos.

El que me lo hizo notar fue el abogado Carlos Lombardi, quien encierra el gran mérito de contener a las víctimas de pedofilia de la Iglesia Católica argentina. “El papa Francisco dice una cosa y hace otra en el caso de los abusos; no ha cambiado una sola coma de los procedimientos que permiten que estos ocurran”, me dijo en el contexto de una entrevista para el Post. A raíz de ese comentario, comencé a prestar mayor atención a los hechos de Bergoglio; no sus dichos, sino las cosas concretas que hizo hasta ahora. Salvo el tópico de su propia austeridad, que pudo verse al principio de su papado, Francisco no refrendó mucho más.

Por caso, en su última visita a México decidió evitar a las víctimas de abusos eclesiásticos. De más está decir que habían pedido encontrarse con él para hacer una suerte de catarsis. Ergo… ¿de qué sirven sus palabras contra la pedofilia, si luego en los hechos se termina mostrando tan desaprensivo? Francisco es hipócrita, así de simple. Propugna el famoso “haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago”, dogma tan pernicioso como argento.

Gusta respaldar con su investidura a dictadores de toda talla, incluyendo al ecuatoriano Rafael Correa y el venezolano Nicolás Maduro. Disfruta regalando rosarios a personajes cuestionados como Milagro Sala —acusada de narcotráfico y asociación ilícita, ciertamente— y no pronuncia una sola palabra acerca de Leopoldo López, prisionero político del chavismo.

Eso sí, día por medio pronuncia hermosas homilías contra la corrupción, la codicia y el poder político, que solo quedan en palabras bien intencionadas. La realidad es que nada cambia por los dichos del papa, ni un ápice. Sus proclamas solo sirven para dar títulos a los diarios de todo el mundo. Cada vez menos, por cierto.

Para que no queden dudas respecto de su hipocresía, baste mencionar el caso argentino. Como se dijo, Francisco despotrica contra la corrupción y el dinero mal habido, pero respalda a Cristina Kirchner, quien justamente se ha enriquecido a la vera del poder y aún debe puntuales explicaciones a la Justicia por diversos hechos de peculado. Se involucra incluso con uno de los hombres más cuestionados de la política vernácula, Guillermo Moreno, a quien le prologará un libro. Y cuando le toca recibir a Mauricio Macri, lo hace de mala gana, en una audiencia brevísima y con una inequívoca mueca de desagrado. ¿Qué clase de mensaje brinda el pontífice cuando hace algo así? ¿No es un papelón que un papa argentino destrate de tal manera al presidente de su propio país de origen? ¿Cómo entender que le brinde mejor trato a un criminal como Vladimir Putin que a Macri?

Insisto: en los hechos, Francisco demostró ser un hipócrita. Me ha defraudado, no solo a mí sino también a muchos otros que confiaban en que haría la diferencia. Demostró que le gusta cobijar bajo su ala a los corruptos, a los cuestionados; y a los que merecen una chance, prefiere ignorarlos.

Por eso, ya que tanto le gusta citar al premio Nobel mexicano Octavio Paz, el papa debería recordar una de sus frases más célebres: “Dios existe. Y si no existe debería existir. Existe en cada uno de nosotros, como aspiración, como necesidad y, también como último fondo, intocable de nuestro ser”.


Por Daniel Muchnik. InfoBAE-17/02/16.  El Papa está en misión pastoral en un país difícil como México, que está dividido geográfica e institucionalmente en dos Estados. No sólo eso. En una nación donde aparentemente funcionan los poderes supuestamente republicanas, pero impregnados de corrupción. En el amplio territorio del Norte, arriba del Distrito Federal, dominan los carteles de la droga. Mandan los sicarios de esos carteles y sus dueños. Ellos fijan la ley y dictan el orden.

El Papa trabajó intensamente y lo hizo con gran coraje en esa geografía de una violencia indescriptible. En ese hervidero, el Papa consoló pero también lanzó flechas de alto contenido político. Como representante de una grey multitudinaria, claro. En nombre de ella. Es el estilo de Francisco. También hizo política explícitamente un antecesor, Juan Pablo II, que mostró su lucha oculta a veces y muy explícita en otros momentos contra el comunismo en su país, Polonia, y en el resto de Europa del este. También actuó en política Pío XII desde 1939 hasta 1945, en momentos de guerra intensa en el continente, manteniendo el silencio en medio de masacres humanas. Prefirió no tomar partido. ¿Hizo bien, hizo mal? La historia no lo ha juzgado a como Pío XII se merece, pero en numerosos libros hay investigadores que lo apoyan y otros que lo lapidan con sus criticas.

Francisco se mete en política sin subterfugios, abiertamente. Es un Papa frontal, directo. No corresponde, pero lo hace en una instancia histórica, la actual, presionada por tensiones económicas, de desplazamientos humanos de uno a otro sitio del planeta, de dirigentes arbitrarios, de sordidez y corrupción.

Con respecto a su país de origen, la Argentina, el Papa trata de ser objetivo, pero termina no siéndolo. Recibe a quien quiere y no atiende a los que no le gustan, por distintas razones. Nunca ha renegado de su paso adolescente y adulto por el peronismo. En su momento, sin militar activamente como otros jesuitas, tenía contactos con el movimiento Guardia de Hierro.

Todos esos antecedentes pesan en el momento de tratar de entender algunos de sus gestos. Por ejemplo, antes del viaje a México le mandó un presente a Milagro Sala, encarcelada en Jujuy. Hace un tiempo no saludó a Mauricio Macri, el nuevo presidente de la Argentina, como es costumbre. A veces “tira onda”, como dirían los adolescentes de hoy, y otras muestra acciones explícitas.

Si es cierta su poca simpatía por Macri, a quien, según agendas oficiales recibirá en poco tiempo, es algo que sigue sin respuesta. ¿No hay contacto por ideologías políticas que no comparte o porque es divorciado, casado con una divorciada, con hijos de distintos matrimonios (un modelo de pareja bastante común en estos tiempos), o porque el Presidente se opone a ciertos preceptos morales de la Iglesia?

Sabiendo que está perfectamente informado de lo que pasa en la Argentina, el regalo para Milagro Sala encierra alto voltaje político. En primer lugar, gran consideración con esa dirigente detrás de las rejas, por órden judicial y oposición contra el poder enemigo de Sala.

Bien se sabe, Milagro Sala es una mujer que ha manejado fondos estatales a su antojo, que se ha erigido durante años como una fuerza de lucha paralela a la del Estado constitucional, que ha protegido a matones y ladrones de cámaras de periodistas, que mandó a patotear a sus opositores en las reuniones que ellos congregaban. Que impuso terror en los que la rechazaban en la provincia. Una señora que se ha manejado con criterio feudal y fascista, cuyo patrimonio ha crecido mucho e inexplicablemente. Un modelo de populismo extremo.

Por supuesto, el apresamiento de esta líder motivó la movilización de varias entidades sociales que vivaron durante años a Cristina Fernández porque recibían subsidios. Más la presencia del infaltable Partido Comunista, a quien le encanta el populismo.

Acamparon en Plaza de Mayo, un sitio público, y ofrecen barreras humanas para que no se desplacen automóviles y medios de transporte. Un desbarajuste para el nuevo Gobierno, que lleva dos meses y un poquito más de gestión, que se irrita pero que por el momento se abstiene de intervenir hasta que el límite sea rebalsado.

Se debe tener presente que Milagro Sala está en manos de la Justicia, en su provincia, y no por decisión de la gobernación jujeña o de otro poder político . Es la Justicia quien decide qué hacer con ella, teniendo en cuenta los cargos pesados que la mantienen donde ahora está.

Estos -con Verbitzky, Carlotto, etc. te habían acusado de colaborar con la dictadura, Francisco!

Es el "zar" de la economía vaticana y estrecho colaborador de Francisco. Lo acusan de encubrir casos de abusos. Clarín 27/02/16.

Desde mañana y hasta el miércoles o jueves, la tercera jerarquía del Vaticano, el cardenal australiano George Pell, “zar” de la economía y las finanzas de la Santa Sede, y estrecho colaborador del Papa Francisco, afrontará en un hotel del centro de Roma los reflectores del escándalo. Una comisión real investigadora de Australia lo interrogará en video conferencia por viejas acusaciones de haber cubierto casos de abusos sexuales.

En el salón de conferencias del hotel Quirinale de la céntrica via Nazionale, el purpurado que es uno de los nueve miembros del Grupo de Nueve cardenales que ayuda a Jorge Bergoglio a reformar la Iglesia, el G9, no estará solo. Cerca de él se sentarán quince víctimas de abusos sexuales venidos de Australia “para verlo cara a cara” y un matrimonio que hace muchos años se fue a vivir a Inglaterra.

En julio de 2008, este corresponsal fue enviado de “Clarín” a Sidney, la capital australiana, acompañando el viaje del entonces Papa Benedicto XVI, Joseph Ratzinger. Las protestas por los abusos sexuales impunes y por las actitudes cómplices de Pell para tapar los escándalos dominaron en parte aquella visita, destinada a la Jornada Mundial de la Juventud. El Papa Ratzinger dijo que sentía “verguenza” por los casos de abusos pero solo recibió a cuatro víctimas el último día de su presencia en Sidney. Entre ellos no estaba el matrimonio de Anthony y Chrissie Foster. Dos de sus tres hijas habían sido violadas repetidamente por un sacerdote años atrás. Una de ellas, Emma, se suicido en 2007. La otra devastada por el alcohol y las drogas, fue atropellada por un auto y ha quedado semiparalizada.

Anthony y Chrissie Foster han prometido que estarán mañana en el hotel Quirinale para ver y escuchar como se defiende el cardenal Pell. En una declaración, el secretario de Economía de la Santa Sede, creado en la reforma que lleva adelante el Papa Francisco, dijo que las acusaciones “no tienen fundamento y son completamente falsas”. No se sabe si la Comisión Real Australiana lo interrogará sobre nuevas acusaciones de otros casos tras una larga investigación, que prosigue, de la policía de Victoria. De fuente policial se filtraron acusaciones contra el cardenal por haber cometido personalmente abusos sexuales contra menores en Ballarat, su ciudad natal, donde era sacerdote.

La mayor parte de las acusaciones por haber protegido a curas pedofilos abarcan el período de 1996-2001 en el que George Pell fue arzobispo de Melbourne. Pero también hay casos que se refieren a Sidney la capital australiana, de la que el cardenal fue arzobispo hasta que en 2013 el Papa argentino lo convocó al Vaticano como uno de sus principales colaboradores.

El caso del cardenal Pell se agitó este mes cuando la Comisión para la protección de menores creada por Francisco apartó a uno de sus miembros, el británico Peters Saunders. También él víctima de un cura pedófilo cuando era chico, Saunders era un tipo incómodo: había hecho fuertes críticas a la comisión porque estudia políticas y líneas guidas para establecer las mejores práctica a fin de evitar los abusos, “cuando deberíamos tomar decisiones contra los sacerdotes abusadores”. Saunders atacó específicamente al cardenal George Pell, sobre todo después que el purpurado anunció que no viajaaría a Australia por razones de salud, aceptando responder en una videoconferencia que comenzará mañana.

El británico también atacó la cobertura de las altas esferas vaticanas al obispo chileno Juan Barros, de la diócesis de Osorno, acusado por muchos de haber cubierto los abusos sexuales del sacerdote, suspendido en 2011, Fernarndo Karadima Fariña, de gran influencia en las clases altas chilenas. Saunders dijo que en ese escandalo estaba involucrado el cardenal emérito de Santiago, Francisco Javier Errázuriz, que es otro miembro del Grupo de los Nueve junto con George Pell.

La Iglesia chilena y el Vaticano defienden al obispo de Osorno Juan Barros. En un video que fue filmado en mayo en una audiencia general del Papa, Francisco apoyó ante un grupo de fieles que no estaba de acuerdo con la designación, al obidpo de Osorno. Dijo palabras que en Chile causaron una fuerte reacción: "Piensen con la cabeza y no se dejen llevar de las narices por todos los zurdos, que son los que armaron la cosa".

Los dolores de cabeza para el Papa no terminan aquí. Uno de los cardenales más prestigiosos de Europa es el francés Philippe Barbarin, primado de las Galias y arzobispo de Lyon, que conquistó sin quererlo la fama mediática cuando lo filmaban entrando y saliendo del Vaticano durante las sesiones del Consistorio previos al Cónclave de marzo de 2013 en el que fue elegido el Papa argentino. Era llamado “el cardenal en bicicleta”, una figura simpática. Se formaban grupos espontáneos de fieles para verlo cuando entraba y salía de una puerta controlada por los guardias suizos.

Ahora el cardenal Barbarin baila en la cuerda floja por el resonante escándalo del padre Bernardd Preynant, quien fue durante veinte años el cura responsable espiritual de un vasto grupo de scouts católicos en una zona de Lyon, la gran metrópoli del centro de Francia. Preynant era un ávido abusador sexual de los chicos. En 1991, tras veinte años de andanzas, se alejó de su función y naturalmente se dice que fue porque se hablaba mucho y mal de él. Cuatro cardenales que se sucedieron en Lyon habrían sabido y callaron. El último es el arzobispo Barbarin, que en una entrevista reconoció que había sido informado en 2007-2008, que convocó al padre Preynant y consideró que sus pecados eran veniales y superados.

El cura depredador sexual fue enviado a varias parroquias a enseñar el catecismo a los chicos. Nuevas denuncias en 2014 llevaron al cardenal a investigar y recién el año pasado Bernard Peynant fue enviado a un convento a un retiro obligado a los 70 años. Ahora ha intervenido la justicia y las víctimas organizaron una asociación que se llama “La palabra liberada”. Afirman que la iglesia “ha mentido durante años” y que Barbarin es corresponsable y debería renunciar. El Vaticano defiende al cardenal. “Ha obrado con responsabilidad”, afirmó el padre Federico Lombardi, portavoz del Papa. El sacerdote pedófilo, a su vez, confesó los delitos, que en gran parte habrían entrado en prescripción.

Tres años de Francisco

Por Fabián Báez (sacerdote de la Arquidiócesis de Buenos Aires. Párroco en María Reina-Villa Urquiza). InfoBAE. 13/03/16.

Unos días antes del cónclave de marzo de 2013, aquel que convertiría a Jorge Mario Bergoglio en el papa Francisco, un famoso vaticanista afirmaba que bastarían cuatro años de Pontificado de Bergoglio para cambiarlo todo. Y parece que tenía razón. Hace tres años que Francisco usa gestos simbólicos, genera procesos e involucra a personas para lograr un cambio cultural irreversible que quiere renovar la Iglesia y el mundo.

Un hombre común y sin privilegios: esa imagen de papa quiso mostrar desde el primer día, cuando, por ejemplo, acudió personalmente, ya como papa, a pagar la cuenta del albergue eclesiástico en que se alojaba antes del cónclave: ni el Papa, ni nadie, debe sentirse privilegiado. Al vivir permanentemente en Santa Marta (un hotel de tres estrellas dentro del Vaticano) se asegura estar accesible a las personas y también conocer los problemas de primera mano. Esa imagen de hombre simple y cercano es una opción personal, pero a su vez pedagógica, ya que le muestra a la clase dirigente (especialmente a la de la Iglesia) la importancia de una austeridad ejemplar en el ejercicio del liderazgo.

En la cultura de la eficiencia y de la utilidad excesivas del mundo contemporáneo, él apuesta fuertemente a destacar la dignidad infinita de cada ser humano, y lo muestra con expresiones de cariño, abrazos, sonrisas y el mucho tiempo que dedica para estar personalmente con las personas, especialmente los enfermos y los ancianos.

Un papa de las periferias, que cree que la realidad se entiende mejor desde allí. Por eso siempre opta por estar lo más cerca que pueda de las realidades marginales y del dolor. En Río de Janeiro visitó una favela; en Italia, su primer viaje fue a Lampedusa (epicentro de la crisis inmigratoria europea); del resto de Europa sólo ha visitado Bosnia-Herzegovina y Albania (con excepción del breve viaje a Estrasburgo para hablar ante el Parlamento Europeo), y siempre se muestra cerca de los necesitados en gestos y en acciones concretas.

La geopolítica de la periferia del papa Francisco parece ser un significativo aporte al difícil momento de la historia que nos toca vivir y quizás sea en el futuro la clave más importante con la que se recordará al Pontificado de Bergoglio. Sin duda, aquí hay mucho para estudiar y trabajar. Su opción prioritaria es tender puentes. Así lo hizo entre Roma y Moscú, entre Cuba y Estados Unidos, entre Israel y Palestina, entre Oriente y Occidente… sabiendo que para que la unidad prevalezca sobre las divisiones es necesario “situarse ante el conflicto, es decir, aceptar sufrir el conflicto, para luego resolverlo y transformarlo en el eslabón de un nuevo proceso”, como dice él mismo en el número 227 de Evangelii Gaudium.

También es una clave de este Pontificado el llamado de conciencia ante “la grave crisis ecológica del mundo”, como así también la propuesta de volver a las raíces del humanismo cristiano para enfrentar la crisis europea y occidental.

En términos religiosos, ha hecho opciones profundas tendientes a generar mayor trasparencia en la Iglesia, y su propuesta de predicar la centralidad de la misericordia y la bondad de Dios que ama al ser humano marca también un modo de anuncio y trabajo evangelizador para toda la Iglesia.

Se podría hablar mucho más de estos tres años y analizarlo todo con mayor profundidad. Pero también para los argentinos ha sido un camino intenso y lleno de desafíos que debemos mirar. Desde el estupor y la emoción inicial que experimentamos (todos recordamos qué estábamos haciendo en el momento de la elección del papa Bergoglio y qué nos pasó al enterarnos) hasta las incomprensiones de las últimas semanas, los argentinos estamos aprendiendo a asumir y vivir con madurez social que uno de nosotros sea el primer gran líder global del siglo XXI.

Creo que hay dos tentaciones que nos amenazan y que debemos superar para vivir con serenidad el acontecimiento del Papa argentino. La primera tentación es la de pensar que el Papa está permanentemente pensando y obrando según repercuta en la realidad interna nacional. Este ombliguismo nos hace perder perspectiva de la acción transformadora que pretende realizar el Papa argentino en la Iglesia, en la cultura contemporánea y en la realidad global. Las acciones y los gestos del Papa trascienden en mucho nuestras locales problemáticas coyunturales y además muchas veces nos llegan interpretadas con algún matiz que puede beneficiar a algún sector en conflictividad interna. Esto exige una opción hermenéutica más seria de los gestos del Papa, que siempre se deben poner en contextos mucho más amplios de los que en general se leen.

La otra tentación es la de esperar permanentemente (y hasta depender de) la bendición papal a personas, acciones y movimientos; y su contracara es enojarse o rebelarse cuando esa bendición o no llega o se interpreta que no llega. Sin lugar a dudas, Jorge Bergoglio tiene todas las chances de llegar a ser el argentino más importante de la historia universal, pero sigue siendo un hombre como todos los demás. Si bien el rol del Papa en la fe católica es el de conducir a la Iglesia con su enseñanza y su gobierno pastoral, en términos políticos o sociales, es una voz más. En su imprescindible discurso a los movimientos populares en Bolivia, el Papa ha dicho: “No esperen de este Papa una receta. Ni el Papa ni la Iglesia tienen el monopolio de la interpretación de la realidad social ni la propuesta de soluciones a los problemas contemporáneos. Me atrevería a decir que no existe una receta”. Así de claro. Así de sencillo. Madurar como sociedad es permitirle al argentino que hoy es el Papa de los católicos que piense como le parezca. Si cada uno está seguro de sus opciones y sus opiniones, entonces no necesita que el Papa ni nadie piensen como él. Enojarse con el Papa cuando se entiende (acertadamente o no) que opina distinto habla de una inmadurez que se debe superar. Un pueblo maduro debe enorgullecerse de un hijo devenido en gran líder global del tiempo presente, pero no necesita depender de la aprobación de ese hijo sobre todo lo que haga o diga.

Creo que los argentinos debemos disfrutar del Papa, pero a la vez independizarnos emocionalmente de sus pretendidas opiniones sobre la realidad nacional, que llegan generalmente mediadas por hermenéuticas interesadas. Será la mejor manera de madurar para disfrutar de este tiempo que nos toca convivir con el argentino más importante de la historia.

Por Sergio Rubin. Clarín 13/03/16.

Como ocurre cada vez que se es testigo de un gran acontecimiento, muchos argentinos seguramente recordarán por el resto de sus vidas dónde estaban cuando se anunció, hace tres años, que Jorge Bergoglio era el nuevo pontífice. Bocinas de autos y colectivos, banderas argentinas y papales en los balcones y muchas lágrimas caracterizaron aquella tarde del 13 de marzo de 2013. Aunque no todos celebraron: la entonces presidenta Cristina Kirchner reaccionó con furia –se le adjudica haber proferido un improperio– al enterarse de que la persona que ella y su marido consideraban como uno de sus principales enemigos había llegado a la silla de Pedro. El disgusto fue tal que en el acto que encabezó un par de horas después en Tecnópolis no pudo pronunciar el nombre de la persona escogida por los cardenales, ni siquiera decir que era argentino. Apenas soltó que “un latinoamericano” era el nuevo pontífice, disparando una silbatina de los miembros de La Cámpora que estaban allí.

Dicen que fue Guillermo Moreno, en aquel momento supersecretario de Comercio, quien después, en privado, la paró en seco: “Contra el Papa, no”. La advertencia tuvo resultado: Cristina no sólo evitó destratar a Francisco, sino que –en una “conversión” sorprendente– pasó a ser –no se sabe con cuánta sinceridad y con cuánto cálculo político– una de sus fans. Al punto que lo visitó cuatro veces en el Vaticano y lo saludó en Brasil, Paraguay y Cuba. La necesidad política de ella de pegarse a una figura que prontamente llegaría a ser un gran líder mundial hacía juego con el anhelo de Francisco de que Cristina completara su mandato –sin que abandonara el barco antes de tiempo o fuese arrastrada por una crisis– para que el país fuera institucionalmente más normal y no se perjudicara a los pobres, que son los que más sufren los colapsos. Su famoso “hay que cuidar a Cristina” –que en realidad debe traducirse como “hay que cuidar la institución presidencial”– se volvió emblemático.   Pero los sectores críticos hacia el kirchnerismo empezaron a cuestionar a Francisco por tanta cercanía a la presidenta. La gota que rebasó el vaso fue cuando en una de sus visitas al Papa Cristina cayó con una delegación de La Cámpora con sus remeras y banderas. En verdad, como cuentan fuentes cercanas al Papa, la mandataria le hizo una encerrona, al pedirle saludar en un salón contiguo a su delegación ampliada. Pero el disgusto ya era imparable. Y se consolidó cuando, en el inicio de la campaña con vistas a la elección presidencial, Francisco la volvió a recibir, pese a que demoró varios meses en otorgarle la audiencia, en medio de la insistencia de ella.

Aquel trato preferencial se volvió una referencia ineludible luego de que Mauricio Macri fue elegido presidente. No llamarlo para felicitarlo por su triunfo, no recibirlo de camino al Foro de Davos y hacerlo después con un gesto adusto en el Vaticano fueron para muchos señales muy claras de que a Francisco no le cae bien Macri. Tampoco en este caso convenció la explicación de que el nuevo gobierno quería un encuentro más formal en el marco de un vínculo “institucional”, que el Papa aprecia para la relación entre el Estado Vaticano y el Estado argentino, pero no para el lazo con el presidente.

Tras la audiencia, la relación entre ambos transita una nueva etapa con final abierto. Aunque empieza a haber gestos, como el Olivo de Scholas Occurrentes –la red educativa que promueve el Papa– que Macri plantó hace una semana en la fábrica de Toyota.  A su vez, la Iglesia argentina se vio en estos años sacudida –y, en cierta forma, descolocada– por el “huracán Francisco”, un Papa que ya nombró en el país a 23 obispos, la tercera parte del Episcopado.

Ahora, la gran pregunta es cuándo vendrá Francisco a la Argentina. ¿El año que viene? El Papa, dicen sus allegados, espera que sea en el momento que dé mejores frutos en la Iglesia y en todo el país.

BONUS TRACK 1

Por Alfredo Leuco. Clarín. Domingo, 15 Mayo 2016.

Al Papa Francisco, muchos de estos cuestionamientos ya se los hice a través de una carta abierta que me costó que los kirchneristas me atacaran en forma salvaje, pero que, me dio la máxima satisfacción profesional de mi vida: el Papa me llamó por teléfono y me escribió un correo valorando mi trabajo y agradeciendo mis críticas serenas y constructivas.

Por vías distintas el Papa me hizo llegar dos bendiciones y su último libro dedicado especialmente. Todo eso lo agradezco. Pero para ser absolutamente honesto intelectualmente y para cumplir con el pedido del Papa de hacer lío, debo decir una vez más que me cuesta entender, me duele y me desilusiona profundamente el rol que Bergoglio está cumpliendo en la Argentina. En su momento, ya expresé que les había concedido demasiados privilegios políticos a Cristina y su séquito. Que les dio un trato preferencial y les permitió que lo utilizaran electoralmente cuando llevaron a un candidato para una foto que luego convirtieron en afiche y que exhibieran una camiseta de La Cámpora.

También manifesté varias veces la señal contradictoria que envía el Papa a los argentinos cuando predica contra los corruptos y simultáneamente recibe a algunos mafiosos enriquecidos ilegalmente en la función pública. Y no hablo solamente de Cristina y parte de su gabinete. Hablo de varios dirigentes gremiales malandras pero, especialmente de Omar “El Caballo” Suárez, el preferido de Cristina que tiene su despacho tapizado de fotos de las muchas entrevistas que tuvo con el Papa mientras la justicia investiga extorsiones y estafas que hizo aprovechando su cargo. Tal vez la nostalgia de su juventud compartida en la agrupación peronista Guardia de Hierro haya empujado a Francisco a darle un trato de rey a Guillermo Moreno. Un patotero semejante que tiene una de las imágenes más negativas en todas las encuestas.

Sin embargo Moreno tiene ingreso libre a la intimidad papal. Tanto que fue Moreno el que gestionó la entrevista que dentro de dos semanas Hebe de Bonafini va a tener con el Papa y que anticipó Clarín. Cuesta creer que el Papa tenga tanta misericordia jesuítica como para poner tantas veces la mejilla. La jefa de las Madres de Plaza de Mayo es quien más insultó groseramente al Papa y a sus fieles: lo trató de basura fascista.

Hebe es la que encabezó aquella repugnante herejía de haber convertido al altar de la Catedral en un baño. Es la que se mostró más autoritaria con todos los que expresaron una mirada distinta y, como si esto fuera poco, manchó su pañuelo blanco con dos casos de corrupción: el vaciamiento de la Universidad de las Madres con una deuda monumental de la que nos tuvimos que hacer cargo todos y el tema de las pesadillas compartidas con fortunas que les dio Julio de Vido para que hicieran viviendas populares y que junto con Sergio Schoklender hicieron desaparecer en el aire como por arte de magia. Algo parecido pasó con la bendición que le envió a Milagro Sala, que está detenida por haberle robado el dinero a los pobres de Jujuy.

Los sucesos preocupantes se van acumulando. Margarita Barrientos una santa de la solidaridad popular contó con mucha tristeza que Francisco no la recibió y que en ese mismo momento estaba saludando a Estela Carlotto, la Abuela de Plaza de Mayo.

Tal vez hubo un error de protocolo. Eso también sería grave. Pero ameritaría una disculpa formal del Vaticano que hasta ahora no llegó. Solamente hubo un trascendido anónimo y poco creíble.

El trato frío y distante que Francisco le dio al flamante presidente Mauricio Macri fue otro dato clave. En aquel momento titulé mi columna de radio Mitre: “Una sonrisa por el amor de Dios”. Macri fue despachado en 23 minutos, con caras estudiadamente serias pese a que se trataba de un jefe de Estado elegido democráticamente. Bergoglio como Arzobispo de Buenos Aires tuvo un trato respetuoso y cordial con Macri que fue durante 8 años fue jefe de Gobierno de la Ciudad. El contraste era muy fuerte con un gobierno nacional que persiguió a Bergoglio. Lo hicieron espiar por Antonio Stiuso, sacaron los festejos patrios de la Capital y lo definieron, como lo hizo Néstor Kirchner, como el jefe de la oposición que muchas veces se convierte en un diablo vestido con sotana.

El titular de la Pastoral Social, monseñor Jorge Lozano, recibió institucionalmente a Fernando Esteche, comandante de Quebracho, y a Luis D'Elía. Se trata de dos personajes que fomentan la violencia.

Esteche lidera los escuadrones que desfilan con las caras tapadas y palos y bombas molotov y de hecho estuvo preso por incendiar la casa de Neuquén en Buenos Aires.

D’Elía tomó una comisaría, trompeó a un productor agropecuario y encima no se le cae la palabra fusilar de la boca. Ambos son los dirigentes que más defendieron a Hugo Chávez y su régimen autoritario y con presos políticos por los que el Papa nunca reclamó y a Ajmadinejad, el líder iraní que niega el holocausto.

Hace unas horas, el sacerdote católico Eduardo de la Serna propuso que el presidente Macri tenga la dignidad de renunciar pese a que asumió hace 150 días.

La cúpula de la iglesia se entrevistó con Macri por otros temas y le dijo que De la Serna era un cura marginal, que no reflejaba el pensamiento oficial eclesiástico. Puede ser. Pero a expresiones públicas se les responde con expresiones públicas y no con secretos en reunión, que es mala educación.

A veces, medio en broma y medio en serio, pienso cuanto falta para que el Papa Francisco reciba a Lázaro Báez. O se estreche en un abrazo con Aníbal Fernández, al que bajo cuerdas acusaba de favorecer el narcotráfico o con Horacio Verbitsky, que fue el que denunció a Bergoglio por entregar curas a las catacumbas de una dictadura que los hizo desaparecer. ¿Qué dirá el Santo Padre que vive en Roma?, decía la vieja canción combativa de Quilapayún.

Por lo pronto una antigua amiga del Papa como la diputada Elisa Carrió dijo que como cristiana siente vergüenza ajena de que el Papa no haya recibido a Margarita Barrientos y que gracias a Dios, siempre se negó a ir al Vaticano.

Yo me pregunto lo mismo. ¿Qué dirá el Santo Padre de todo esto? Por lo pronto, con todo respeto, me dedico a no callar estos temas inquietantes y a poner el grito en el cielo. Dios proveerá.
 

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