sábado, 12 de diciembre de 2015

Huracán 2015: un año maravilloso


                    
La mejor síntesis de esta prueba de resistencia cardíaca que fue Huracán en 2015 es la nota del quemero Waldemar Iglesias “Huracán, un año en el paraíso". Porque explicar a la gente como hizo en un año calendario un club con rica historia pero poco dinero para ascender desde el fondo a la categoría donde perteneció siempre, ganar la Copa Argentina y la Supercopa Argentina y codearse con jerarquía en los dos máximos torneos continentales, resulta bastante difícil. Hinchas fanáticos de clubes pequeños o grandes en decadencia y carentes de conocimientos de historia, por favor abstenerse: evidentemente, llamamos nuevamente su atención por la cantidad de cargadas que tuvimos estos días.

Vale intentar un corolario ahora que perdimos la Copa Sudamericana (y el invicto) por penales ante Independiente Santa Fe de Colombia. Agridulce final de la carrera. Bronca por perder el broche de oro: el club por primera vez llegaba a una final internacional, tras 107 años de vida y trece estrellas nacionales. Me niego a convalidar la idea que fue el año más importante de nuestra historia deportiva. Me parece temeraria. No se puede comparar cantidad con calidad.

Eso si, después de ver pasar durante años jugadores y técnicos para el olvido, recalamos en el plantel que pergeñó Frank Kudelka, que luego pilotearan Apuzzo y Domínguez. Eduardo D., como buen exdefensor, armó el equipo de atrás para adelante y le metió una personalidad que no tenía para hacerse respetar. 

Este equipo de ahora no me despertó nunca los sentimientos que aquel de Cappa subcampeón 2009, de mafioso desenlace, ese del famoso tiki-tiki, especie de Barza criollo que deslumbraba. Eso era la belleza en el fútbol. Lo cual nos lleva a la inútil discusión sobre el paladar negro del hincha quemero.  Ahora, ¿a que fana le interesa el 'jogo bonito' cuando su club está arriba y triunfando? ¡Preguntále a los cuervos campeones con el Patón Bauzá que ganaron colgándose del travesaño! 

Un amigo me propuso el juego de comparar puesto por puesto los jugadores de Cappa con los de Domínguez y tuve que admitir que “ganaban” los actuales por afano. Sin embargo del equipo de hoy solo me gusta su solidez defensiva y los pocos momentos de lucidez futbolística con la redonda por abajo; no me gusta el revoleo, los pelotazos a Wanchope y un solo gol por partido.

Pocas veces en mi vida vi un partido más aburrido y malo que el de la final de la Sudamericana en Bogotá ni a un equipo tan mediocre como el colombiano. Me parece que a este Huracán le faltó una pizca de audacia para buscar el gol durante los 90 min. que hubiera sido definitivo. Se confiaron excesivamente en la definición por penales, alentados en la historia de la invencibilidad de Marcos Díaz. Si quienes erraron nuestros dos primeros penales (Bogado y Nervo) hasta ahí habían sido inefables desde los doce pasos. Ni un reproche, solo una pena grande por semejante oportunidad perdida. 

Che, ¿no habrá sido la frase de noviembre del terrenal papa Francisco en el Vaticano "rezo para que el Globo se pinche" que nos mufó? No creo, sino SanLo hubiera ganado su copa una década antes sin intentar seis veces, no hubieran perdido en el Ducó en esa revancha crucial y habrían salido campeones. 

Un gran aplauso para la comisión directiva del club, que levantó el concurso preventivo después de muchos años.  Los hinchas del fútbol argentino suelen ser lo suficientemente tontos como para dejar pasar por alto manejos dudosos de sus dirigentes cuando hay logros deportivos, como si no importara que te roben en tu casa. Eso no significa que no haya que seguir progresando hacia una mayor democratización y diálogo internos. 

Aquí cuelgo los artículos que durante las últimas semanas pintaron mejor, a mi humilde entender, las sensaciones que tuvimos los hinchas de Huracán; con exageraciones, taquicardias y todo. Más algunos análisis de afuera. Porque aunque sea en este rinconcito casi anónimo deseo que perduren todos juntos. Empiezan y terminan con el sintetizador Waldemar Iglesias (recuerden que la final fue el 09/12/15) y siguen otros, en orden cronológico. Arriba Globo, vamo' Huracán! Horanosaurus.



                      Che, batracio: ¿cuántos equipos juntan 32.000 solo-socios en un Palacio?



EL ABRAZO DE AMÉRICA



Huracán tuvo un 2015 memorable en el ámbito internacional. Fue el equipo con mejor registro de la Conmebol (una derrota en 18 partidos;  "Equipo del Año"), mantuvo el Palacio Ducó invicto, fue subcampeón de la Sudamericana sin perder ni una vez (más allá de los penales ante Santa Fe) y se clasificó a la Libertadores 2016. Además, en el Ranking Mundial de la IFFHS se ubicó Top 4 entre los argentinos y Top 10 de América; y también 59 escalones por delante de San Lorenzo. Para seguir aplaudiendo. W.I.


Desde la conquista de la Copa Argentina en 2014, el Globo se acostumbró a festejar seguido. También se erigió en el verdugo de River: le ganó la Supercopa y lo eliminó de la Sudamericana. Clarín Deportes y blog Quemero. 28/11/15. Por Waldemar Iglesias.

Huracán se reconstruyó a sí mismo desde el último de sus infiernos. En el peor cumpleaños de su vida, el primer día de noviembre del año pasado, perdió 3-0 de local frente a Sportivo Belgrano de San Francisco y quedó último en el campeonato de la B Nacional. Ese día hubo papelón e incidentes. Justo 25 días después, los mismos jugadores fueron los protagonistas de un hito en la historia: en San Juan, frente a Rosario Central, Huracán ganó la Copa Argentina, su primer título luego de 41 años. Desde aquella celebración en el estadio del Bicentenario hasta la mágica noche de ayer en el Palacio Ducó, Huracán vivió un año de colección, sólo comparable a los años veinte en los que el Globo de Newbery fue el más campeón (junto a Boca) en el Río de la Plata, entonces el mejor fútbol del mundo. Sumó dos títulos y accedió por primera vez a una final continental.

"En todo momento creímos en este plantel. Apostamos por el mediano y por el largo plazo y está saliendo bien. Esto empezó con Kudelka, cuando estábamos complicados...", le dice a Clarín el vicepresidente del club, Luis Sasso. Es cierto: la base del plantel se mantuvo incluso en los momentos en los que se reclamaban cambios. "Nos agrandamos en las difíciles", dice Marcos Díaz, el arquero, el superhéroe de las finales. El King Kong de La Quema atajó 8 de los 17 penales que le patearon en las series que derivaron en la conquista de la Copa Argentina y fue decisivo en la Supercopa ante River (1-0, en San Juan). En dos temporadas pasó de tercer arquero a referente histórico. El periodista Alejandro Gorenstein escribió un libro que lo cuenta.

Algunos cuentan que este ciclo nació durante una derrota: hace dos años, en el Ducó, Instituto superó 3-1 a Huracán. Al equipo cordobés lo dirigía Kudelka, Wanchope Abila hizo un golazo propio de Messi y Vismara justificó su apodo de entonces, Vismaradona. Pronto, los tres coincidieron en Huracán. Por el delantero Huracán pagó poco menos de tres millones de pesos, hoy tiene una cláusula de rescisión de cinco millones de dólares y el presidente Alejandro Nadur dice que "vale quince".

Tras el festejo en la Copa Argentina, Huracán tuvo que seguir peleando para volver a Primera. En diciembre del año pasado, tras vencer a Atlético Tucumán en el desempate, cumplió ese objetivo prioritario. Ya tenía un par de récords en el recorrido: fue el primer equipo en ganar un título absoluto desde la segunda categoría y el primero en acceder a la Libertadores desde el Ascenso. Más: al ganar la Supercopa, el 25 de abril, se convirtió en el club que menos tiempo tardó en ser campeón después de volver a la A (superó al Central de la temporada 86/87).

El paso siguiente fue el despegue internacional. Por primera vez jugó dos competiciones continentales en un mismo año. Con Néstor Apuzzo como entrenador afrontó la Libertadores y con Eduardo Domínguez disputa la Sudamericana. Perdió apenas un partido de los 16 que jugó. La derrota fue insólita: ante Mineros, en Venezuela. El Ducó sigue invicto. Allí jugará el miércoles ante Independiente Santa Fe, la final más esperada.

Tuvo una virtud gigante: su capacidad para salir rápido de los tropiezos. Se convirtió en un plantel especialista en finales, copero. Eso explica su dualidad: necesitó hasta la última fecha para evitar el descenso mientras se convertía -en simultáneo- en la Bestia Negra de River en el ámbito internacional. Justo 365 después de la gloria ante Central se cargó a River en las semifinales de la Sudamericana. Ahora quiere más: alargar este año en el paraíso.


Posando en el Palacio Ducó.


En 365 días, el equipo de Parque Patricios ganó la Copa Argentina, volvió a primera, logró la Supercopa Argentina, jugó la Libertadores, se mantuvo en la A y se clasificó a la final de la Sudamericana; una racha inolvidable. La Nación Deportiva 27/11/15. Por Pablo Lisotto.

Ni el más fanático hincha de Huracán soñó con lo que se vivió en el club de Parque Patricios en los últimos 366 días. Aquel 26 de noviembre de 2014, el Globo (que jugaba en el Nacional B), vencía a Rosario Central 5 a 4 por penales (habían igualado 0 a 0) y se coronaba campeón de la Copa Argentina.

La postal de Eduardo Domínguez levantando el trofeo emocionó a más de uno, menos al técnico Néstor Apuzzo, que sabía que lo más importante sucedería apenas 20 días después, cuando el 4 a 1 a Atlético Tucumán confirmaría el regreso del equipo a la primera división, quedándose con la última de las diez plazas disponibles.

El título en la Copa Argentina le permitió dos cosas a Huracán: jugar el repechaje frente a Alianza Lima, de Perú, para acceder a la fase de grupos de la Copa Libertadores, y definir con River la Supercopa Argentina. Ambos compromisos los superó, y sumó una Copa más a sus vitrinas. El Globo pudo haberse clasificado a los octavos de final del torneo continental, pero un inesperado traspié ante Mineros, en Venezuela, lo dejó afuera. El sinsabor fue grande, y quizás el único trago amargo de 2015.

MIentras el equipo se destacaba en las competencias internacionales, en el torneo local se hundía en los promedios. La mala racha se llevó puesto al DT, y de un día para otro Eduardo Domínguez dejó su lugar en la zaga central de la defensa, colgó los botines, se calzó el traje, salió del grupo de Whatsapp del plantel y pasó a conducir a sus excompañeros. La apuesta salió de la mejor manera. El conjunto de Parque Patricios se salvó del descenso en la última fecha, se aseguró un lugar en la Copa Libertadores del año próximo y logró la soñada e histórica clasificación a la final de la Copa Sudamericana, dejando en el camino en las semifinales nada menos que a River, el campeón vigente, justo un año después de aquella consagración en la Copa Argentina.

Seguramente los futbolistas, el cuerpo técnico, la dirigencia y los hinchas querrán dar un paso más y cerrar este 2015 inolvidable con otra vuelta olímpica, que podría darse en Bogotá, en el desquite de la definición ante Independiente Santa Fe. Pero pase lo que pase el 9 de diciembre en suelo colombiano, lo construido por Huracán en los últimos 366 días fue lo mejor de toda su historia. Y eso es digno de ser celebrado.




De la nada a la eternidad

Por Matías Basconcello. Patria Quemera 28/10/15.

El sábado primero de noviembre de 2014, el arbitro Darío Herrera finalizaba antes de tiempo y por incidentes el encuentro en el que Huracán caía por 3 a 0 frente a Sportivo Belgrano en el estadio Tomás Adolfo Ducó, Frank Darío Kudelka dejaba la institución por la puerta de atrás, el retorno a primera parecía una utopía y los jugadores debieron esperar más de una hora para poder retirarse del estadio por el clima enardecido que había en Parque de los Patricios. A cinco días de cumplirse un año de uno de los peores momentos futbolísticos de la institución, el Globo está entre los cuatro mejores de la Copa Sudamericana.

Ni el más optimista hincha de Huracán veía futuro más allá de aquel primero de noviembre de 2014, ya que el Globo quedaba último en la tabla de posiciones, parecía que se iba a quedar en la B Nacional a pesar de los 10 ascensos a primera y las semifinales de la Copa Argentina quedaban en un segundo plano por el panorama catastrófico que manifestaba el campeonato.

Esa misma noche, Frank Darío Kudelka, que ayer ascendió con Talleres a la B Nacional, dejaba su cargo al frente de la institución de Parque de los Patricios y Néstor Apuzzo asumía de manera interina el cargo con casi nulo margen de error y mucho más para perder que para ganar, pero la moneda le salió bien y en poco más de un mes, Huracán salió campeón tras 41 largos años y retornó a primera división luego de cuatro años y medio.

El 2015 parecía el año para la entidad de Parque de los Patricios por la Copa Libertadores, la Supercopa ante River y un torneo de 30 equipos que permitía más de una relajación en el torneo local, pero más allá de obtener su segundo título en cuatro meses en San Juan y obtener un triunfo histórico en la Libertadores frente a Cruzeiro en el Tomás Adolfo Ducó, el equipo de Néstor Apuzzo nunca hizo pie en el torneo, quedó eliminado en Venezuela del máximo torneo continental, tras una actuación apática y la zona del descenso apremió mucho más de lo pensado.

Así, el Globo arrancó el segundo semestre con las mismas dificultades e inquietudes que terminó el primero y con un mandato de Apuzzo que venía en completa decadencia tras las salidas del ayudante de campo Gabriel Rinaldi y los preparadores físicos Gustavo Noboa y Gabriel Salinas y colapsó en Mataderos frente a Nueva Chicago y con un 0-3 muy parecido a aquella fatídica tarde ante el elenco cordobés.

Como el 0-3 ante Sportivo Belgrano le costó el puesto a Kudelka, la goleada de Chicago en Mataderos le valió el lugar a Apuzzo, quien fue sustituido por Eduardo Domínguez, quien hasta ese momento era el capitán del elenco de Parque de los Patricios. La parada de Domínguez parecía complicadísima y muy similar a la de la asunción de Apuzzo a fines del año pasado, pero al igual que su antecesor, el actual DT del Globo salió airoso de la primera embestida: empató con Lanús y River en el Monumental y se impuso en el clásico contra San Lorenzo en el Ducó con gol de Patricio Toranzo, además de que le metió cinco a Tigre en Victoria por el partido de vuelta de la Copa Sudamericana.

Como cuando llegó Apuzzo, la Copa Argentina había parecido perder valor hasta que se adjudicó el campeonato, apenas asumió Domínguez parecía muy difícil que el plantel pudiera darle prioridad al segundo torneo del continente, pero la amplia diferencia obtenida ante Tigre en el partido de ida y los resultados favorables en el torneo local, lograron que Huracán vaya con todo ante Sport Recife y Defensor Sporting, donde ayer logró una clasificación histórica a las semifinales de la Sudamericana, donde esperará por Independiente, River o Independiente Santa Fe.

Mientras los días corren y el panorama se aclara para la institución de Parque de los Patricios, Domínguez se ilusiona e ilusiona a todo un pueblo Quemero que ayer copó Uruguay con la idea lejana de aquella derrota ante Sportivo Belgrano, que está por cumplir un año y que parecía ser el principio del fin y hoy solo fue el comienza de la nada para que este plante quede en la eternidad.

                        
El Comandante Edu en el Palacio.

La Joya enmudece el Monumental.

La nueva épica de Huracán

Por Walter Vargas ("Francotirador"). Olé 28/11/15. El de Huracán de estos tiempos es un caso extraordinario. Extraordinario por infrecuente y extraordinario por virtuoso. Con la batuta de Néstor Apuzzo fue capaz de ganar dos copas y en el medio transpirar como testigo falso para consumar el regreso a Primera. Y ahora, con la batuta de Eduardo Domínguez, ha estado a un partido de volver a la B en simultáneo con una Copa Sudamericana de la que desde el jueves es un merecido finalista. Pero no cualquiera: se ha ganado el derecho mano a mano con el campeón de la Libertadores. 

Amén de ponderable por donde se lo examine (al fin de cuentas hablamos de uno de los clubes más tradicionales y populares del fóbal de estos lares), el presente de Huracán repone una certeza olvidada por los propietarios del buen gusto y del discurso único: un equipo puede jugar bien por diversos caminos y por diversos caminos puede crecer y alcanzar las cumbres de su épica. Los Huracán de la pelotita redonda, al ras, ahí están, en los manuales de historia y habría que ser necio o malintencionado para negarles entidad. Salute. 

Pero el Huracán de hoy, el único Huracán posible, es idóneo, respetable y respetado, por el camino del pico y de la pala, de los esfuerzos repartidos, del compromiso de todos, del oficio y de la sesera fuerte. Menos de galera y bastón que en clave de perinola (¡todos ponen!), Huracán sostiene y libera el botín fino del Pato Toranzo y la chispa del pibe Espinoza con un espesor colectivo imposible de conseguir con declaraciones de principios y conciertos de guitarra. 

Si el fútbol fuera un arte, entre otras cosas es el arte de ser en cada partido superior al rival de turno. He ahí la gran virtud de Huracán.


Con más orden y los pelotazos para Ábila

Por Christian Leblebidjian. La Nación Deportiva. 28/11/15. Si se toma como referencia el último equipo de Néstor Apuzzo contra el que anteayer dirigió Eduardo Domínguez, casi no hubo diferencias desde el sistema táctico y los nombres. El que fue goleado por Chicago (0-3), en la 20a fecha del Torneo de Primera División, formó bajo un esquema 4-2-3-1 con Giordano; San Román, Nervo, Eduardo Domínguez y Balbi; Bogado y Vismara; Espinoza, Toranzo y Torassa; Ábila. El que eliminó a River de la Copa Sudamericana, tras empatar 2-2 luego de hacer un muy buen primer tiempo, salió con el mismo dibujo táctico y Marcos Díaz; San Román, Nervo, Mancinelli y Balbi; Bogado y Vismara; Espinoza, Rolfi Montenegro y Toranzo; Ábila.

Sin embargo, la principal diferencia entre un ciclo y otro es el trabajo en bloque, algo por lo que con Domínguez encontró mayor orden y solidez. Ya sea parándose para presionar alto en campo rival (como hizo en la primera etapa ante River) o ubicando diez de sus once futbolistas por detrás de la línea de la pelota y manteniendo la simetría vertical entre líneas (planteo que tomó en el segundo tiempo), logró corregir varios déficit defensivos. Por eso no fue casualidad que, con el nuevo DT, el Globo haya achicado el promedio de goles en contra por partido de 1,5 a 0,7. Durante las primeras 20 fechas, Huracán recibió 30 tantos. En las últimas diez, y habiendo jugado clásicos importantes como ante San Lorenzo, Independiente y River, apenas sumó 7 en contra.

Además de mostrarse como un bloque más compacto entre líneas, Domínguez también corrigió los retrocesos. Antes, con Apuzzo, los regresos de la defensa no tenían límites y terminaban demasiado cerca del arquero; ahora hay una intención más lógica de frenarse (como mucho) a la altura del área grande. Nervo recuperó la voz de mando y Mancinelli (reemplazante del ahora técnico como segundo marcador central) se cansó de rechazar centros, sobre todo en la serie con River. Ante una de las principales virtudes millonarias para abastecer a Mora y Alario, Mancinelli respondió en cada envío aéreo y fue figura. Fue una de las causas por las cuales Huracán, en el ciclo Domínguez, no recibió goles de contraataque, mientras que con Apuzzo le habían señalado cinco por esa vía en el torneo local.

Desde la posesión, más allá de haber promediado 39% en los cruces de la Sudamericana ante River, Huracán con el nuevo técnico subió cuatro puntos en la tenencia de la pelota; no fue tan directo en la búsqueda, aunque una de sus principales armas fueron los pelotazos frontales a Wanchope Ábila. En las primeras diez fechas con Apuzzo, el promedio de posesión del balón de Huracán fue de 45,3%, mientras con Domínguez subió a 49%.

Pero más allá de la tenencia, de destacarse Bogado como doble 5 de Vismara y recuperar Toranzo su nivel a partir de la pausa y las buenas descargas, sí hubo puntos en común en algunos goles del ciclo Domínguez. Por ejemplo, los dos que le hizo a River fueron con pelotazos largos y frontales. El primero nació de un rechazo defensivo de Nervo, siguió con el mal corte de Barovero y la anotación de Toranzo; el segundo fue tras una gran habilitación de Bogado para el sombrero y la definición de Abila. Así fue el 1-0 de Toranzo a Sarmiento, como el que Espinoza le había marcado a Tigre el 5-0 en Victoria, por el mismo torneo continental, haciéndole un sombrero a Dángelo y empujando la pelota a la red.

Lo que hizo Domínguez fue recuperar un recurso que al Globo ya le daba resultados desde los tiempos de Frank Kudelka: en 2014, Ábila le convirtió un gol a Boca para eliminarlo de la Copa Argentina tras recibir un pelotazo largo de Vismara a las espaldas de Cata Díaz y Forlín. Cualquier similitud, no es mera coincidencia.


Wanchope te arrastra.


FUTBOL GAMBETA
Eduardo Domínguez se convirtió en entrenador apenas dejó de jugar. Haber compartido el plantel le da ventajas. Por Diego Latorre. Olé 07/12/15.

Como en cualquier oficio, porque de eso se trata la función de un entrenador de fútbol, la experiencia es esencial en el aprendizaje. Se necesita un camino que va perfilando al técnico. Los obstáculos que van apareciendo, la exigencia cotidiana son lecciones que, acumuladas y sometidas a reflexión, terminan por otorgar un conocimiento amplio y profundo. Cuando se da un tránsito inmediato de futbolista a entrenador, como el caso reciente de Eduardo Domínguez (como antes Matías Almeyda, Diego Simeone y, a finales del siglo pasado, Daniel Passarella), un factor simplifica la tarea: el tiempo compartido con el plantel, los entrenamientos, concentraciones... el conjunto de vivencias propias de este universo. Haber acumulado años junto a los que dejan de ser compañeros para convertirse en subordinados, concede una ventaja sobre técnicos forasteros: el ex jugador devenido DT ya sabe cómo responden las personas que ahora tiene a su cargo.

Por la personalidad expuesta en su carrera, acentuada en el último tramo, no hay dudas de que Domínguez ya estaba pensando en otro rol no bien cerrara su foja profesional. Afincado en Huracán, asumió un liderazgo que se fue reforzando. Eso le dio una seguridad y una valentía para ponerse al frente como entrenador en un momento institucional crítico y también paradójico: mientras se expandía en el ámbito internacional, Huracán percibía el riesgo de descenso a la B Nacional como algo cercano. La ventaja comparativa antes mencionada quedó demostrada en un caso: la defensa creció en firmeza cuando Mancinelli dejó el lateral derecho para ubicarse como central. Domínguez, además de conocer la función por haberla ejercido, tenía el detalle de virtudes y defectos de quien ahora es un miembro de su plantel.

En los dos o tres últimos años de prestaciones, un futbolista empieza a asumir que su carrera está por terminarse y comienza a perfilar su rumbo posterior. Si la orientación apunta a vincularse a la actividad desde otro rol, el de entrenador, entonces es probable que su mirada cambie de interés y se enfoque en otros aspectos que antes no concentraban su atención. Crece, así, su injerencia en el plantel, la preocupación por incorporar más datos acerca del universo del fútbol y se refuerza la ascendencia en el grupo. Esa es la manera en que se define si tiene los atributos que requiere el cargo. En el inicio como futbolista, esos asuntos no aparecen en agenda y las prioridades naturales son el rendimiento, la superación, la consolidación de una prosperidad económica y una transferencia que reporte beneficios contractuales y deportivos. La etapa final lo conduce a modificaciones. Si puede expandir su frontera de intereses, al momento del retiro habrá ganado un capital valioso. César Menotti dijo que hay una percepción natural, una sabiduría innata en el entrenador, que antecede al aprendizaje y la formación (el mejor teórico debe bajar sus conceptos a la práctica). Por eso este oficio no es para cualquiera: ese requisito marca la diferencia.

El Huracán de Domínguez afrontará el desenlace de la Copa Sudamericana ante un rival exigente. Es probable que no sobren gol ni juego de alta calidad. La inclinación al protagonismo, por la influencia de algunos intérpretes (Toranzo, Abila, Montenegro, tal vez Espinoza) puede reportarle beneficios al Globo.



DE FRENTE HURACAN
No nos quedemos en la pena...l ¡Arriba,Globo!

Por Ricardo Sapia. Olé. 10/12/15. Ni yo ni vos nos vamos a resignar. Que nadie baje los brazos y sienta desilusión. Habrá que juntarse con el Quemero que está al lado y hacer fuerza para que no haya miradas al piso. La frente alta quiero. Un abrazo y un “volveremos”. Ningún reproche porque se hizo todo lo que se tenía que hacer. Se jugó. Se pensó. Se aguantó. Los 120 minutos. Los penales no fueron amigos. Tampoco el pito brasileño que no sancionó el adelantamiento del arquero en el inicial de la serie. Llegamos a nuestra primera final continental con todo un recorrido a cuestas. Eliminamos al campeón de esta copa, al bicampeón de Sudamérica. Nos tuvimos fe hasta el final. No fuimos inferiores. Que no me vengan a hablar los derrotistas. La revancha será pronto. Hay que creer. Y cómo no hacerlo si el club cambió. Apostó a un modelo y lo rubricó con acciones. La gente cambió. Bancando las bases. Aportando a la causa haciéndose socia. Acompañando al equipo. Así debe ser siempre. Vaya bien o no tanto. El atrás es historia. Perdimos, sí, pero en el 2016 tendremos revancha con otra Libertadores por delante. Eso es futuro. Sigamos aprendiendo.

Huracán vivió un 2015 a pleno. Apenas un año atrás, la Copa Argentina fue el paso de despegue cuando las papas quemaban. Luego el ascenso, duro, difícil, que parecía esquivo un mes y medio antes del desenlace. La Libertadores (otro digno desempeño) con paradas airosas en Lima, Belo Horizonte y Sucre. Y el título de la Supercopa. La frutilla para esos meses de partido y partido. Le tocó penar en el torneo, la mancha, que recién lo tuvo firme en el último suspiro. Pero, al mismo tiempo y en la otra vereda, puso su nombre en la cima del continente siendo finalista en la segunda copa del año. Superó fase tras fase y se agigantó la esperanza. Cómo no tenerla si era posible. Sólo en esos mano a mano contra el mundo que son los penales, el destino marcó que no debía ser. 

Ahora a mantenerse en pie. Si lloraste, secate las lágrimas y pensá que la vida da revanchas para todo. Para el fóbal también. Yo (y vos) seremos más hinchas de Huracán después de esto. No lo dudo. El amor es un reloj, no se detiene. ¡Arriba, Quemero! Te quiero fuerte para lo que viene.



Por Victoria Stenvers. Patria Quemera. 10/12/15.  Llego a casa con el corazón en la garganta, que no baja ni con mucho esfuerzo. Ya no me queda ni una lágrima por derramar. No sé si es tristeza, orgullo, bronca, o un poco de todo. No tuve tiempo de analizarlo aún. Quería volver a escribirles así, como soy, verborrágica. Sólo quiero decirles, que tengo la frente muy en alto. Triste, sí. Pero con la frente allá arriba.

Estoy, honestamente, destruida. Tengo el corazón todo roto, y no tengo fuerzas para intentar armarlo de nuevo. Por un momento, para serles sincera, me confié –mala mía-. No suelo hacerlo. Confié en este plantel que puso los huevos cuando los tenía que poner, que se unió cuando más lo necesitábamos, y que nos salvó del descenso. Huracán es una mezcla de sensaciones constante, me autoproclamo panqueque quemera. Porque yo no daba dos mangos por este equipo, me enojé mucho cuando asumió Dominguez, me enojé mucho por cómo se fue Apuzzo, me enojé siempre con Wanchope en off side, me enojé con Toranzo cuando jugaba mal, me enojé mucho cuando se acercaba el final del campeonato y no sabíamos si nos quedábamos en Primera o no. Pero hoy, permitime decirte, que todo ese enojo es historia. Que el fútbol es así. Que no hay mucho que pensar. El fútbol se vive, y se siente. No tiene explicación. Hoy, no puedo más que agrandar el pecho cuando sale Vismara o Mancinelli en la tele a hablar del club de mis amores. Hoy, no tengo más palabras que no sean para que Nadur haga lo imposible por dejar a muchos de este plantel. Hoy, quiero decirte a vos, Quemero, todos queríamos traer la Copa… Qué lindo hubiese sido. La suerte del principiante nos falló. Primera vez en Copa Sudamericana, y llegamos a la final. Nadie nos pasó por encima. Fuimos el mejor argentino de Sudamérica. Es cierto, hoy no nos alcanza, pero tampoco es poca cosa. Hoy queda el sabor amargo de no tener una Copa más para brindar en Año nuevo. Con el tiempo, seguramente, nos acordaremos de la burrada de Wanchope de dejarnos con un hombre menos faltando nada para que termine el partido. Con el tiempo, nos acordaremos que el arquero de ellos se adelantaba para atajar los penales. Y con el tiempo, Dios mediante, deseo acostumbrarme a estas finales, a estas competencias, a estas instancias. Deseo, con todo mi corazón, que aprovechemos este puntapié para afianzarnos en Primera y nunca en la puta vida volver a pensar en otras categorías nefastas, y deseo seguir jugando, siempre, Copas Internacionales. Con el tiempo, Quemero, seguramente tengamos muchas para brindar. Pero hay que acostumbrarse a esto. Institucional y futbolísticamente. Este es el momento para no dormirse.

Hoy, queda el trago difícil de pasar, que es la derrota en penales. Nada me parece más injusto que una derrota por penales: si es triunfo, todo algarabía… Pero la derrota, duele más, porque los penales no demuestran nada. Estos tipos se bancaron 125 minutos, dejando el alma y el corazón en el partido. Haber llegado a una final internacional, no alcanza. Habernos ido invictos, tampoco alcanza. Dame tiempo a que se me estabilice el corazón y pueda analizarlo de otra manera. Hoy, es un poco de tristeza, un poco de orgullo, y un poco de todo. Como siempre con Huracán. Que este adiós en la Copa Sudamericana no sea definitivo, que sea un hasta luego. De todos nosotros depende. Nosotros hacemos grandes a este club.

Solamente, después de este año tan intenso a nivel futbolístico, quiero agradecer a mis amigos con los que comparto cada fin de semana para ver al Globo. A la hermosa familia que me regaló Huracán a través de los años. A todos y a cada uno de los Quemeros que alentaron desde Colombia por quienes no pudimos estar. Y sobre todo, a mi mamá, que es la que siempre pero siempre, desde que nací, me bancó y se unió a esta locura. Gracias Vieja por dejarme ser Quemera.

Por Andrés Rolón. Soyquemero.com 10/12/15. No lo van a entender. Todos esos, de otros clubes, que escribieron en las redes sociales gastándonos. Que no tenemos copas internacionales, que nos faltan títulos, que no sabemos jugar finales. Ellos nunca lo van a entender. Porque lo nuestro no se limita a ganar o perder. Va mucho más allá de eso.

Nosotros no tenemos a un magnate millonario que nos ponga la plata sobre la mesa. No nos da siquiera para comprar árbitros en partidos decisivos, o para hacer acuerdos con los gobernantes de turno, ya sea el presidente de AFA o del país. Huracán es así, contra todo y contra todos. Y no nos importa el resultado que tengamos. Si por eso fuera, hace rato ya habríamos abandonado.

Y aún así, hasta acá llegamos. Caímos de pie, en los penales. Sin reproches al árbitro ni a los jugadores. Todos dieron todo lo que tenían. Quizás se nos escapó una chance única, o quizás es solamente el comienzo de algo mucho mejor. Lo que sea, fue espectacular. Lo disfrutamos muchísimo. Y repito, no nos interesa cómo haya terminado. El orgullo de ser quemero no se borra.

Monumental las actuaciones de algunos jugadores, como Mancinelli o Vismara. Emocionante el desgaste de otros, como Bogado, San Román o Balbi. Flojo lo de los atacantes, pero ni se les ocurra por un segundo que los vamos a criticar. Hasta acá llegaron por mérito de todos. Y todos cayeron juntos. Repito, de pie.

Y ahora a pensar en el futuro. Un poco en la Libertadores, pero sobre todo en el torneo local. Dirigentes: se que es difícil manejar un club con poco dinero, pero esta experiencia nos demuestra que es imposible pelear dos frentes con un plantel tan corto. La fórmula teórica es la misma de siempre: vendamos poco pero bien; incorporemos un poquito más, pero bien.

A los socios nuevos: sigan pagando la cuota. Ser socio de Huracán es lo más lindo que hay, y es la única forma de poder seguir viendo al Globo peleando cosas importantes. A los que están desde siempre: no hace falta aclararles nada. En un par de meses nos vemos todos en el Ducó. Sin la copa a cuestas, pero el orgullo intacto. Que los hinchas de otros clubes hablen. Ellos nunca –pero nunca- van a entender lo glorioso que es ser hincha de Huracán.



El orgullo de ser hincha de Huracán

Por Rodrigo da Silva. Pagina oficial. 10/12/15. Me tiembla la mano y me cuesta escribir. La mueca es de bronca y de tristeza. Se me vienen todos los momentos que viví junto a tu lado en mi vida. Descensos, goleadas en contra, idas de jugadores, de técnicos, lluvia, granizo, provincias, países. Quién hubiera dicho que ibamos a llegar hasta acá. Quién hubiera visto en el horizonte, una pequeña luz entre tanta oscuridad penando en una categoría que nos quedaba chica y contra rivales que ni tenían estadio con gradas. Quién y me repito quién podría haber adivinado que ibamos a jugar una final de Copa Sudamericana.

Cientoveinte minutos. Una guerra. Una batalla que tuvo a protagonistas que dejaron la sangre y más, que murieron de pie, que cayeron rendidos por la misma vía por la que hace poco más de un año, conseguían un título en San Juan. No hay más. Las medias bajas, el sudor corriendo por la frente, las piernas agotadas pero el corazón intacto. Desde aquella pelota a los diez segundos de juego, dónde Ramón Ábila apretó a Robinson Zapata y tuvo la chance de abrir el marcador hasta el último minuto del alargue, en el que exhaustos, los Quemeros forzaron los tiros del punto penal.

De fútbol, éstas palabras tendrán poco. Huracán no aprovechó la rapidez de Cristian Espinoza, no pudo quebrar la defensa rival y no supo cómo doblegar a un rival también deslucido, que no mostró mejores armas y que exhibió muchos errores que hubieran concluído en otro final. Los penales, otra historia y para qué rememorar.

Para finalizar, el sentimiento puro. La sensación de insatisfacción, de enojo pero no de remordimiento. No habrá ni un reproche, ni un reclamo. Sólo queda el dulce sabor del veneno que me quema por dentro. Este veneno que me mata, día a día pero que por favor no nos saquen nunca. El veneno que corre como el orgullo que siento, gracias a mi viejo, el orgullo de ser hincha de Huracán.




La opinión del hincha final Copa Sudamericana y final del 2015

Por Carlos Biondi. Patria Quemera 10/12/15. Son muchas cosas que se me cruzan por la cabeza y quisiera transmitirlas en solo un instante y es imposible. Casi seguro que alguna quedará escondida en la memoria.


Las frías letras de los matutinos de Sudamérica dicen que Huracán perdió la final de la Copa Sudamericana con Independiente Santa Fe de Bogotá por penales. Que si bien no se pudieron sacar ventajas en ninguno de los dos partidos y el suplementario, la historia quedó escrita en los disparos que determinaron al nuevo monarca. También dirán que Vismara y Mancinelli llegaron a su nivel más alto y que Espinoza y Marcos Díaz salieron al field infiltrados. Que Wanchope se la jugó hasta el final. Que la defensa jugó muy bien y que quizá mereció mejor suerte. Los diarios dicen todo esto que les digo y claro, es la verdad.

Pero también es verdad nuestra situación hace poco mas de un año, donde no se sabía si ascendíamos ni quienes quedaban en un club devastado deportivamente hablando. La verdad cuenta que Huracán se levantó, caminó, corrió, ganó, perdió. En definitiva: vivió. Y acá me quiero quedar: Huracán está vivo y creciendo. Basta con ver las redes sociales en el momento exacto que finalizó el partido, mostrando a hinchas de todos los clubes “bardeando” a los Quemeros. Ustedes dirán “Idiotas, jugamos la final y ustedes no. ¿Qué se meten? Eso, es exactamente, se meten porque Huracán volvió al ruedo grande. Hasta no hace mucho tiempo Vélez sentía que podía ocupar nuestro lugar y en solo un año les “desaparecimos” la década ganada. Solo unos meses atrás los de River sentían “afecto” por nosotros y ahora nos muestran en la cara que se van a Japón. Heridos, pero van. Y todos “saltaron”.

Con el párrafo anterior quise graficar que Huracán vuelve a tener una oportunidad bastante similar a la del 2009. Recuerdo que cuando Brazenas nos roba la final, en esta misma columna mostraba (aún desde el dolor que tenía) la esperanza y la sensación que todo iba a cambiar, ya que el plantel tenía un futuro enorme y era el momento de arrancar. Soñaba, por ese entonces, que se produzca la unión de los dirigentes de la época y veía un futuro promisorio. Nada de eso ocurrió. Nada. El equipo se desarmó, a Huracán no le quedó otra cosa que deudas y más deudas y los dirigentes huyeron. Y el líder de la oposición declaró mucho y nunca hizo nada. Huracán se moría y era una situación muy similar a la de estos momentos, deportivamente hablando.

Hoy Huracán vive. Hoy Huracán camina y crece. Si bien son muchísimas las cosas en las que no estoy de acuerdo con Nadur, la honestidad y capacidad empresaria son las claves de este cambio institucional, donde me asegura que todo lo que soñé en el 2009, esta vuelta tiene toda la pinta que va a suceder. Y no tenemos que estar tristes por haber perdido, al contrario: debemos estar contentos porque Huracán tiene futuro y presente. Basta con ver el plantel, lleno de jugadores propiedad del club. Miren el estadio como está quedando. Miren la Quemita, un lugar que jamás creíamos que íbamos a tener. Miren las tribunas y las plateas: llenas de socios.

Duele mucho no ser el Campeón Sudamericano. Los Quemeros teníamos la esperanza de ganar la Copa pero no pudo ser. Pero con la situación de Huracán y lo que viene, puede ser en cualquier momento. Y esa es la enorme diferencia con el pasado. Y los rivales lo saben.

Llega el final del año y es el momento de juzgar a nuestro plantel. Un plantel camarillero, echador de técnicos, ganador de Copas, desastroso en el torneo local. Llevándonos a la gloria donde jamás habíamos estado (ni siquiera en sueños) y empujándonos al borde del abismo, con una histeria demoledora. Un plantel que cada vez que tenía que jugarse la vida lo hizo. Si bien se llegaron a situaciones límite por culpa exclusivamente de ellos también se vivieron momentos inéditos en nuestra historia y por eso creo que, en mi humilde opinión, el plantel base debería quedarse si es que los dirigentes logran hacerlo. Y aquí hago otro stop: los dirigentes. Bah, Nadur. Llegó el momento donde nuestro Presidente nos va a mostrar de que madera está hecho. Es el momento de demostrar, Nadur. El año que viene tenemos campeonato local torneo corto, Copa Libertadores de América y Copa Argentina. No podemos quedarnos con once profesionales de primer nivel y sin nada que mirar cuando hay que pedirle algo al banco. No soy dueño de su dinero ni de que Ud. pueda pensar sobre este tema, pero es mi Presidente y debo pedirle que no cometa el mismo error que este año, cuando el mercado de pases estaba abierto y usted estaba de vacaciones. Hay que armar un plantel competitivo porque la gente se hizo socia porque usted los obligó y hasta creo que en el 2016 solo podrán entrar al Duco los socios. Usted está llevando a Huracán a un nivel profesional donde jamás habíamos estado y es su deber no desarmar el plantel y traer buen material para que las tribunas luzcan como lucieron en el 2015.

Es tiempo también de hacer un balance sobre nosotros, los hinchas. Estuvimos donde nos mandaron que estemos. Hicimos las colas donde nos dijeron que las hagamos, en las horas y días donde había que hacerlas. Fuimos a San Juan, cruzamos el Rio de la Plata de a miles. Los que pudieron fueron a Brasil, a Venezuela y Colombia. Pusimos plata, tiempo, ganas y pasión. Demostramos que el sentido de pertenencia hacia nuestro Club es mucho más grande de lo que se creía. Nuestro deber es ser socios y pagar la cuota. Nuestro derecho es exigir que Huracán tenga un equipo acorde al nivel de popularidad que tiene en la Argentina.

Quiero que en el 2016 se repitan las atajadas heroicas de Marcos Díaz, la potencia de Nervo, la de Bogado, la seguridad de Balvi y San Román, eso que no se como llamarlo que hace el Pelado Mancinelli, admirarme hasta la emoción con la Bruja Vismara, gritar goles desaforadamente como el de Toranzo a los Cuervos, a Wanchope verlo goleador argentino y a la Joya llegando al nivel que ya falta muy poquito para que llegue. Quiero al Comandante Domínguez igualito a como está. Ahí, gobernando. Quiero emocionarme otra vez, ganar cosas. Quiero ganar partidos y los que tenga que perder, aguantármelas. Quiero sentir que la sangre corre rápido por mis venas y que Huracán sea mi escape, nuestro escape. Lo quiero vivo, creciendo. Quiero que el Globo vuele muy alto en el 2016.

Llega el final de este loquísimo 2015. Obviamente es mi última columna en Patria Quemera hasta que Huracán lo decida. Pero no es el final de nuestros encuentros, los espero a todos en la Quemita junto a sus piletas y sus parrillas para seguir hablando de este Huracán. No se lo pierdan. Por mi parte solo queda el último programa del año de Patria Quemera Radio el lunes por Génesis y desearles a todos los Quemeros que tengan unas hermosas fiestas y que se preparen, porque el 2016 pinta que se viene con todo. Aguante Huracán!! Abrazo Quemero!! Carlos Biondi.



Por Waldemar Iglesias. Clarín y blog Quemero 11/12/15.

No habrá olvido para este recorrido reciente de Huracán. Desde el fondo de sus infiernos, desde mil tropiezos, desde la maldita costumbre de la derrota asumida, este plantel se transformó en un hito en el recorrido de 107 años de historia. En términos de éxito, sólo comparable a los gloriosos años veinte, en los que el Globo de Newbery resultó el más campeón del Río de la Plata, junto a Boca. En términos de su irrupción, único, mágico, para abrazar por todos los siglos que vengan. Es lógico lo que sucede: la derrota por penales ante Independiente Santa Fe, en la final de la Copa Sudamericana, duele hasta el alma, hasta esas lágrimas del pibe Cristian Espinoza, quemero de ley también en la caída.

Pero hubo un camino antes. Inmenso: el regreso a Primera, dos títulos en cinco meses, el clásico que dejó a San Lorenzo sin título local, la condición de verdugo de River, la primera final continental, el orgullo de ofrecer todo hasta el último de los suspiros. Se logró a pesar de todo y de todos. Se aprendió de los errores, se permitió soñar lo que nunca se soñaba, se convocó a socios y a hinchas como pocas veces en los tiempos cercanos. Sirve el detalle: el Palacio Ducó, inaugurado en 1947, vivió su temporada de mayor nivel de adrenalina. Y con ese aporte de todos, en silencio, Huracán logró otro triunfo gigante: levantó el concurso preventivo.

Ahora queda un desafío superador para afrontar: que estos 378 días no resulten apenas un espasmo glorioso y hermoso. Que sean un principio. Este plantel, que no debe desarmarse, consiguió algo enorme que no aparece en las vitrinas: puso el nivel de exigencia muy alto. Para lo que vendrá. Para que esta gloria sin vuelta sea un perfecto legado.

2 comentarios:

  1. Gracias. El domingo pasado en el parque rivadavia, fui testigo de la envidia de hinchas de Ferro y San Lorenzo por este año de huracán. Ladran Sancho, señal que cabalgamos.
    Aguante la quema.
    Saludos,

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  2. Si, es notable ese fenomeno.. es que nosotros no ganamos nada durante años y tenemos poca prensa, la gente no sabe mucho de historia (porque no lee ni su DNI) y habla porque todavia es gratis. A mi me intento cargar un hincha de Lanus, una estacion de FFCC.. que podes hacer? Abrazo grande.

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