jueves, 9 de julio de 2015

Cambio climático: cerquita del gran hervor!



Data previa necesaria: los responsables de las emisiones de gases que contribuyen al calentamiento global son: China 22,7%, EE.UU. 19,7%, Rusia 6,5%, Japón 5%, India 4% y Alemania 3% . Unos puestos más abajo, la Argentina con 0,57% (*). Se están agujereando las cañerías del mundo y los de más arriba se hacen los "distraídos" y no quieren pagar mas expensas. EE.UU., China, Brasil e India ni siquiera firmaron el viejo protocolo de Kioto, donde más de 150 países se comprometían a colaborar en la meta común de reducir la contaminación ambiental.

Siguen las reuniones, los poderosos siguen jugando a las escondidas y, por lo visto, estamos llegando a los 2º C de aumento de temperatura media del planeta que pondría la vida en peligro mediante desequilibrios biológicos y el agregado de inundaciones, sequías y devastaciones varias. En solo dos a tres décadas más. Parece que la supervivencia del hombre dependerá de los mercados también, dijo uno.

Una novedad positiva es que en algunos países grupos de privados están accionando judicialmente para que las autoridades tomen acciones para mitigar la contaminación y obtienen resultados que movilizan las cosas (ver abajo). La otra es la irrupción del Papa Francisco con su encíclica "Laudato si", hace unas semanas, donde aborda justamente el tema del cambio climático y como afecta a los más desprotegidos y a las nuevas generaciones. Este líder espiritual de millones trató poco condescendientemente a los líderes del mundo por soslayar el tema y les marcó la cancha cuando se acerca una cumbre internacional en París. No es moco de pavo (**). 

Merece saberse que unos meses antes había hecho su crítica Evo Morales, presidente de Bolivia, en el discurso que efectuó en la anterior cumbre realizada en Lima. Planteó una ecuación básica y elemental: ¿el imperialismo arrasó con todo para pasarla bien explotando al resto de la humanidad y ahora los países en desarrollo debemos ahorrar? Tan cierto como que le sirve de pretexto a muchos ahora creciditos para no comprometerse. Para completar, anexo abajo la visión del tecnócrata "progre" con Nobel Paul Krugman: dice que el problema a superar no son los intereses creados, en realidad, sino más bien la ignorancia premeditada de muchos poderosos. Horanosaurus.

(*) ya los mencionaba en una antigua entrada de este blog: un tercio de esta contribución no es culpa de los colectivos gasoleros porteños sino de las vaquitas ajenas proveedoras de inigualables asados pastando en las praderas y emitiendo metano. Ya saben que no todo es lógico en este 'Cambalache' del mundo; como que comer papas fritas, milanesas y salame casero todo el tiempo no es lo mejor para tu salud.

(**) "La política del papa Francisco ha impactado profundamente en la orientación de la política climática global, no solo en su contenido sino también a inspirar a muchos negociadores, que antes de Laudato Si tenían que rendirle cuenta sólo a sus cancilleres y no a sus hijos". Oscar Soria, organización Avaaz. 


Rumbo al encuentro de París, en diciembre.

Todavía no presentó su plan para reducir el impacto que produce su actividad económica en la atmósfera. Clarín 28/06/15. Por Marina Aizen.

Hace 11 mil años que las temperaturas no eran tan altas en la Tierra, y esto se debe a la quema de petróleo, gas y carbón, lo que produce gases que atrapan el calor en la atmósfera. Si seguimos a este ritmo, en tres décadas nos habremos gastado todo el llamado "presupuesto de carbono", es decir la cantidad de emisiones que podemos seguir arrojando para que el aumento del termómetro quede en 2 grados centígrados, considerado como el límite de la catástrofe. Esto significa que no hay margen de espera y que todos deben hacer esfuerzos para bajar su impacto, incluyendo naciones como la Argentina que sólo aportan aproximadamente el 1 por ciento de los gases.

Hace dos años, en Varsovia, se acordó que todos los países hicieran propuestas voluntarias de mitigación y adaptación al cambio climático. En teoría, la fecha límite para presentarlas es en octubre. Pero qué va a decir la Argentina es un misterio. Y el interrogante no es menor porque lo que se diga en ese compromiso -conocido por una antipática sigla en inglés, INDC- equivale a la estrategia que se usará para desarrollarse en los próximos años.

Consultados por este asunto, en la Secretaría de Medio Ambiente respondieron a este diario con evasivas, llamados que no llegaron y excusas. Pero a otros actores les pasó algo similar. Recién la semana pasada llamaron a las ONG, aunque no les dieron ninguna información técnica. En unos días se convocará al sector privado y académico con una filosofía parecida. Esta ausencia de diálogo es significativa: si se firma un compromiso en la cumbre de París, ocurrirá el 11 de diciembre, cuando ya haya otro gobierno en la Rosada. O sea que en la confección de los compromisos de mitigación, cuyo cumplimiento deberá ocurrir a partir de 2020, tendrían que haber estado involucrados también los partidos políticos, aunque estos hablen -al menos por ahora- tan poco de la temperatura planetaria en sus discursos.

México fue el primer país latinoamericano en presentar sus INDC. Perú, Chile, Colombia y Uruguay, entre otros, están muy avanzados en sus procesos. Por ejemplo, Perú propone, entre otras cosas, reducir sus emisiones en 2030 un 31 por ciento. La línea de base para hacerlo, sin embargo, es difusa: se llama business as usual. Esto quiere decir que, si no tomara medidas de mitigación, sus emisiones aumentarían el doble para esa fecha.

Argentina puede ofrecer muchas cosas en sus escenarios de mitigación (por ejemplo, terminar con la deforestación, mejorar la eficiencia energética y repotenciar su capacidad de energía renovable, francamente envidiable y subexplotada), pero por ahora el foco de desarrollo -en cambio- parece seguir estando en Vaca Muerta, el yacimiento de petróleo y gas shale, que hay que explotar con el polémico método de la fractura hidráulica o fracking.

Cali Villalonga, presidente de la Agencia de Protección Ambiental de la ciudad de Buenos Aires y referente de la agrupación Los Verdes, dice que "el volumen de subsidios que recibe la energía nuclear y los hidrocarburos es enorme". Y agrega que, en cambio, "la energía eólica compite en cualquier mercado sin subsidios, igual que la biomasa. La solar está en el borde, con una curva que sigue en picada en materia de precios".

Haciendo un estudio del presupuesto 2015, la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN) descubrió que el Estado nacional tiene planificado gastar 1 peso en fondos compatibles con la lucha contra el cambio climático contra 310 pesos para el sector de generación energética con combustibles fósiles. El 75 por ciento de los gases de efecto invernadero en el mundo se generan, justamente, en el sector de generación de energía, según un estudio del World Resources Institute. Pero en la Argentina un 40 por ciento de las emisiones corresponderían al campo. El dato preciso se conocerá justamente esta semana, cuando la Secretaría de Ambiente presente en sociedad el inventario actualizado de gases de efecto invernadero.

Hay que recordar que el año 2015 viene marcando temperaturas planetarias récord, un fenómeno del que nuestro país no está exento. Lo sabemos por la experiencia empírica (el otoño prácticamente no existió), pero porque también está medido. Según admitió la propia Secretaria de Medio Ambiente, la temperatura aumentó, por ejemplo, un grado en la Patagonia. Pero al hacer política con el cambio climático, el país parece estar parado más del lado de los escépticos que de los que ofrecen soluciones. "Argentina está asociada a los peores jugadores, que ven las negociaciones internacionales como una trampa", dice Villalonga.

Si bien es cierto que los países desarrollados han contribuido más a esta verdadera crisis ecológica, persistir en el uso de las energías fósiles es como quedar aferrado a una tecnología antigua. Como dice Enrique Maurtua Konstantinidis, de FARN, "sólo en materia energética, para la Argentina la contribución nacional puede ser la oportunidad de abandonar los obsoletos paradigmas del desarrollo y aprovechar inversiones duraderas para asegurar la soberanía e independencia energética en un futuro próspero y sustentable". Así es.

Daños irreversibles en el ecosistema

Por Cristina Macjus  | Para LA NACION Suplemento Campo 04/07/15. "No hay dudas de la influencia humana sobre el sistema climático. Si continúan las emisiones de gases de efecto invernadero aumentará la probabilidad de impactos severos e irreversibles en el ecosistema" afirmó de manera rotunda Jean Pascal van Ypersele, vicepresidente del Grupo Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), organismo que depende de Naciones Unidas. Esta declaración fue hecha en el marco de Foro Internacional sobre Cambio Climático, organizado por el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, y que reunió en la ciudad de Buenos Aires a meteorólogos y otros especialistas locales y regionales, entre ellos profesionales de la ONU y de la OEA (...)


Fallo histórico: un precedente clave

Clarín 28/06/15. Una corte de Holanda ordenó al Estado esta semana reducir 25 por ciento sus emisiones respecto de 1990, en un fallo que puede sentar un precedente en la legislación no sólo local sino internacional. Es la primera vez que la Justicia condena a un país por su huella de carbono. El proceso judicial guarda paralelismo con la causa Mendoza, mediante la cual la Corte Suprema ordenó limpiar el Riachuelo.

Como en la Argentina, fue un grupo de ciudadanos el que presentó el juicio al Estado por no hacer lo suficiente para prevenir el cambio climático. Se trata de la ONG Urgenda, que representó a un grupo de 900 demandantes. Ahora, que el resultado ha sido exitoso en Holanda, se espera la decisión de un caso parecido en Bélgica. También se está preparando una demanda judicial similar en Noruega y en Filipinas.

En un comunicado de prensa, Urgenda señaló que si bien Holanda, cuyo territorio sufrirá riesgos por el aumento del nivel del mar, una de las consecuencias esperables del cambio climático, "no puede resolver la crisis climática por si misma, debe ciertamente pagar su cuota justa. Históricamente, los Países Bajos han estado entre los más grandes contribuyentes per capita de emisiones en todo el mundo. La ciencia es clara: necesitamos prevenir que la temperatura de la Tierra aumente más de dos grados. En la actualidad, nos encaminamos a un aumento de 4 o, incluso, de 6 grados centígrados, lo que significa que será un planeta inhabitable".

"No sólo Urgenda y los codemandantes han estado esperando ansiosamente este veredicto, sino también los negociadores de las Naciones Unidas", indicó el comunicado. "Millones de personas ya están sufriendo las consecuencias del cambio climático y esperamos que nosotros, la gente que ha causado las emisiones y que tiene los medios para reducirla, intervenga mientras haya tiempo", dijo, por su lado, Marjan Minnesma, una joven pelirroja que fue la primera en presentar la demanda, en 2013. "Ahora, con nuestro veredicto en sus manos, los pueblos pueden empezar sus propios juicios climáticos", señaló. ¿Se replicará ésto en la Argentina?

Científicos, con la encíclica de Francisco

Clarín 28/06/15. La Unión Geofísica de los Estados Unidos, una entidad científica que ha estado a la vanguardia de la investigación de cambio climático, felicitó al papa Francisco por su encíclica, llamada Laudato Si. "La comunidad científica -afirmó- por mucho tiempo estuvo de acuerdo con que el cambio climático es uno de los desafíos más grandes que enfrenta la sociedad global y nuestra posición es que no hay ninguna duda de que la actividad humana está jugando un papel predominante en la modificación del clima y que hay que tomar medidas inmediatamente." "Nuestra esperanza es que un documento como la encíclica, que proviene de un líder de una comunidad religiosa que tiene miles de millones de fieles en todo el mundo, servirá para elevar la cuestión a un público que no está suficientemente al tanto de lo que sucede con el clima y promoverá el dialogo", agregó el documento.

Vaticano - Enciclica Laudato si
El Papa llamó al mundo a una urgente revolución verde

En su encíclica Laudato Si vincula el cambio climático, la degradación ambiental y la extrema pobreza con el actual sistema económico; habló de una "conversión ecológica".

ROMA.- "Escuchar el clamor de la Tierra como el clamor de los pobres." Es el grito que lanzó ayer Francisco en “Laudato si”, sobre el cuidado de la casa común, su primera gran encíclica, ya que la anterior, Lumen Fidei, fue escrita con su predecesor, Benedicto XVI. Con este esperado documento, el Papa irrumpió en el debate sobre el cambio climático e hizo un llamado a una "conversión ecológica". Además, volvió a denunciar un sistema mundial sin ética dominado por "poderes económicos".

"Llama la atención la debilidad de la reacción política internacional. El sometimiento de la política a la tecnología y las finanzas se muestra con el fracaso de las cumbres mundiales sobre medio ambiente", acusa el Papa en la encíclica, de 187 páginas, que según el propio Vaticano fue el documento papal más esperado de la historia.

"Los poderes económicos continúan justificando el actual sistema mundial, en el que priman una especulación y una búsqueda de la renta financiera que tienden a ignorar todo contexto y los efectos sobre la dignidad y el medio ambiente", advierte. "De ese modo se manifiesta que la degradación ambiental y la degradación humana y ética están íntimamente unidas".

La encíclica fue considerada una virtual "bomba" por sectores conservadores de Estados Unidos, pero recibió elogios de los científicos, las Naciones Unidas y los activistas ambientales. En el documento, el Papa invita a todos, no sólo a los católicos, a una "valiente revolución cultural" que implique un cambio radical en el comportamiento de la humanidad, con un estilo de vida más sobrio, solidario y menos consumista.

"La salvación de los bancos a toda costa, haciendo pagar el precio a la población, sin la firme decisión de revisar y reformar el entero sistema, reafirma un dominio absoluto de las finanzas que no tiene futuro y que sólo podrá generar nuevas crisis después de una larga, costosa y aparente curación", advierte, al aludir a la crisis financiera.

Citando la exhortación apostólica Evangelii gaudium (La Alegría del Evangelio), el documento programático de su pontificado, Francisco también arremete contra el laissez faire de nuestros días. "Hoy, cualquier cosa que sea frágil, como el medio ambiente, queda indefensa ante los intereses del mercado divinizado, convertido en regla absoluta." "Es previsible que ante el agotamiento de algunos recursos se vaya creando un escenario favorable para nuevas guerras, disfrazadas detrás de nobles reivindicaciones", alerta.

Presentado ayer en sociedad en una conferencia de prensa de altísimo nivel en el Vaticano, en este documento magisterial el papa del fin del mundo no habla sólo de ecología, sino que traza un planteo mucho más amplio, que tiene que ver con la "familia humana" y su casa común.

Destaca que "la crisis ecológica actual es una manifestación externa de la crisis ética, cultural y espiritual de la modernidad". E invita a todos, no sólo a los católicos, a una "valiente revolución cultural", que implique un "cambio radical en el comportamiento de la humanidad" -con un estilo de vida más sobrio, simple, solidario, menos acelerado y consumista-, así como a un cambio del sistema mundial, "insostenible desde diversos puntos de vista".

"Hoy no podemos dejar de reconocer que un verdadero planteo ecológico se convierte siempre en planteo social, que debe integrar la justicia en las discusiones sobre el ambiente, para escuchar tanto el clamor de la Tierra como el clamor de los pobres", escribe el Papa, con lenguaje accesible. "Nunca hemos maltratado y lastimado nuestra casa común como en los últimos dos siglos", denuncia. "Nadie pretende volver a la época de las cavernas, pero sí es indispensable aminorar la marcha para mirar la realidad de otra manera, recoger los avances positivos y sostenibles y, a la vez, recuperar los valores y los grandes fines arrasados por un desenfreno megalómano", sugiere.

Titulada como el famoso cántico de las criaturas de San Francisco Laudato sí (Alabado seas), en la que se habla de la "hermana y madre Tierra", la encíclica subraya "las raíces humanas" del deterioro ambiental de nuestro planeta. Esto es resultado de la revolución primero industrial y luego tecnológica, que ha provocado un calentamiento global que puede llegar a ser catastrófico, según la mayoría de los científicos, y cuyos efectos devastadores castigan a los más pobres del planeta.

"La Tierra, nuestra casa, parece convertirse cada vez más en un inmenso depósito de porquería", dispara el ex arzobispo de Buenos Aires, que en la primera parte del documento hace un análisis de la situación actual de la Tierra, azotada por diversas formas de contaminación, calentamiento global, constante crecimiento del nivel del mar, eventos meteorológicos extremos, agotamiento de recursos vitales como el agua potable, disminución de selvas, bosques y biodiversidad.

"Se ha vuelto urgente e imperioso el desarrollo de políticas para que en los próximos años la emisión de anhídrido carbónico y de otros gases altamente contaminantes sea reducida drásticamente", asegura el Papa, que llama a la utilización de fuentes de energía limpias y renovables. El mismo Francisco había dicho en enero que esperaba que este documento pudiera ayudar a lograr un acuerdo en la cumbre sobre cambio climático que tendrá lugar en París en diciembre próximo.

El Papa menciona "la pobreza del agua", que se da especialmente en África, así como el gravísimo problema de la calidad de agua disponible para los pobres. Y critica la tendencia a privatizar este recurso: "En realidad, el acceso al agua potable y segura es un derecho humano básico", sentencia, fustigando a la vez su derroche.

En todo el texto insiste en que "el deterioro del ambiente y de la sociedad afecta de un modo especial a los más débiles del planeta" y que todo es consecuencia del antropocentrismo, es decir, de haber puesto al hombre como el centro de todo.

Como siempre atento a los más postergados, Francisco asegura que hay una "deuda ecológica" entre el Norte y el Sur. "La tierra de los pobres del Sur es rica y poco contaminada, pero el acceso a la propiedad de los bienes y recursos para satisfacer sus necesidades vitales les está vedado por un sistema de relaciones comerciales y de propiedad estructuralmente perverso", afirma. También critica duramente al "paradigma tecnocrático" actual, que tiende a ejercer su dominio sobre la economía y la política.

Francisco subraya asimismo que "los países pobres necesitan tener como prioridad la erradicación de la miseria y el desarrollo social de sus habitantes, aunque deban analizar el nivel escandaloso de consumo de algunos sectores privilegiados de su población y controlar mejor su corrupción".

CAOS URBANO Y BARRIOS CERRADOS

En Laudato Si, el Papa se refiere también al crecimiento desmedido y desordenado de muchas ciudades que se han hecho insalubres para vivir, e incluye una crítica a la proliferación de barrios cerrados. "En algunos lugares, la privatización de los espacios ha hecho que el acceso de los ciudadanos a zonas de particular belleza se vuelva difícil", dice Francisco en el documento. "No es propio de habitantes de este planeta vivir cada vez más inundados de cemento, asfalto, vidrio y metales, privados del contacto con la naturaleza", agrega.

"En otros, se crean urbanizaciones ecológicas sólo al servicio de unos pocos, donde se procura evitar que otros entren a molestar", remarca en referencia a los barrios cerrados, realidad que ha ido creciendo en los últimos años. "Suele encontrarse una ciudad bella y llena de espacios verdes en algunas áreas seguras, pero no tanto en zonas menos visibles, donde viven los descartables de la sociedad."

En el último capítulo de la nueva encíclica, Laudato si, el pontífice da algunos ejemplos concretos para cuidar el medio ambiente. La Nación 19/06/15.

"Queremos un cambio, un cambio real, un cambio de estructuras. Este sistema ya no se aguanta, no lo aguantan los campesinos, no lo aguantan los trabajadores, no lo aguantan las comunidades, no lo aguantan los Pueblos. Y tampoco lo aguanta la Tierra, la hermana Madre Tierra como decía San Francisco". El Papa Francisco en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia. 09/07/15. 

Evo Morales, a las grandes potencias de la Cumbre del Clima: "No sean ladrones ni mentirosos"

El presidente de Bolivia fue el primer mandatario en hablar a los representantes de 194 países que buscan un acuerdo climático global en Lima. Por Víctor Ingrassia  | LA NACION. Sociedad. Cambio climático.  09/12/14.

LIMA (De un Enviado Especial).- Las negociaciones de la XX Conferencia Mundial de Cambio Climático (COP20) de Naciones Unidas comenzaron este mediodía en Lima su etapa decisiva, con la instalación del diálogo de alto nivel que abrió el secretario general de la ONU Ban Ki-moon y siguió con un fuerte discurso del presidente de Bolivia, Evo Morales.

El presidente boliviano abrió su presentación pidiendo a cada uno de los países "no ser ladrón, no ser mentiroso y no ser flojo", de cara a los compromisos para llegar a un acuerdo mundial sobre la limitación de la contaminación de Gases de Efecto Invernadero (GEI), causantes del cambio climático.

"No tenemos que robar lo que les pertenece a los otros. Hay países que están siguiendo el patrón capitalista, codicioso, depredador y concentrador de riquezas en una sola mano, que genera pobreza y degradación. No hay que seguir esos patrones de consumo y gasto. No nos robemos el espacio atmosférico", clamó Evo ante presidentes, ministros y secretarios de gobierno de 194 países. Y continuó: "Estos países del norte nos han robado desde la época de la colonia. Nos están robando el futuro, para que los de abajo podamos desarrollarnos de forma sostenible. Si los intentamos parar, nos apuntan con el dedo acusador. Están cometiendo el ecocidio de la Madre Tierra".

NO SER MENTIROSO

En el segundo punto de su polémico discurso, el presidente de Bolivia pidió que "los países no sean mentirosos".

"No podemos continuar negociando sobre cambio climático y luego que se mientan el uno al otro, cuando en realidad no quieren hacer nada. No se hace lo que se dice. No son éticos esos acuerdos que luego no se cumplen. Son mentirosos los acuerdos que solo piensan en los negocios y no promueven la vida".

Por último, Evo pidió "no ser flojo". "Los países desarrollados no quieren implementar pactos de mitigación, adaptación y entrega de tecnología. Cada cual busca acuerdos individuales y propios para su beneficio. Si los países desarrollados hubieran cumplido sus acuerdos previos, no estaríamos en esta situación. Son los países que no quieren hacer nada para apoyar a los quienes están en desarrollo. Quieren que los otros hagan lo que ellos deberían haber hecho antes".

"La humanidad en su conjunto carga con el peso de su fracaso después de 30 años de negociaciones y acuerdos que no progresaron. Los países del norte nos han llevado a un terreno infacundo (sic)", prosiguió Evo y aclaró: "Cargamos con el sentimiento del engaño y conductas tramposas a la hora de decidir el futuro de la humanidad. Han jugado con nuestras esperanzas y nos han movido como fichas de tablero, las veces que se le antojaron"

PEDIDO POR LA MADRE TIERRA

"Nosotros nos sentimos traicionados por acuerdos que nunca llegan. Nuestros pueblos ven el incremento de la temperatura, los glaciares que se derriten, las sequías desoladas, las inundaciones crueles que nos hacen más pobres. Seguimos en el mismo punto de partida. Nada ha cambiado en estos 30 años, a no ser las señales de los científicos que se ven devorados por el capitalismo", apuntó Evo que irónico anunció: "Vamos a escuchar discursos que dicen que estamos avanzando en logros, pero no es cierto".

Evo llamó a los pueblos a "tomar el control de los gobiernos" para frenar esta caída, defender la Tierra, la vida y la sociedad laboriosa que padecen a diario los problemas del cambio climático. "Necesitamos otra sociedad planetaria, donde el dinero no sea la medida de la riqueza. O cambiamos la sociedad capitalista mundial o ella liquida la naturaleza y la vida misma", afirmó el presidente boliviano.

Y concluyó: "El medio ambiente es un derecho común de todos los pueblos, antiguos y modernos. Es para la comunidad que debe ser administrada comunitariamente. La naturaleza misma es comunitaria, pues beneficia a todos o perjudica a todos. La comunidad es la única forma de restablecer la armonía de la naturaleza. Es la salvación del medio ambiente, la vida y la Tierra".

IEco 15 JUN 2014 PRIMER NIVEL
“Los costos económicos de combatir el cambio climático no son tan grandes como las resistencias políticas”. Por Paul Krugman (Premio Nobel de Economía 2008).

Tres cosas que sabemos sobre el calentamiento global causado por el hombre. Primero, que las consecuencias serán terribles si no adoptamos medidas urgentes para limitar las emisiones de carbono. Segundo, que en términos puramente económicos las medidas no deberían ser difíciles de tomar: bien hecho, el control de las emisiones probablemente ralentizaría el crecimiento económico, pero no mucho. Tercero, que actuar es, así y todo, muy difícil.¿Por qué es tan complicado actuar? ¿Por los intereses creados?

Estuve analizando el tema y llegué a una conclusión algo sorprendente: que no tiene que ver principalmente con los intereses creados. Por supuesto, existen; la financiación de los sectores hidrocarburíferos ha sido crucial para mantener la ilusión de que la ciencia del clima es menos sólida de lo que realmente es. Así y todo, lo que hace que tomar medidas racionales sobre el clima sea tan difícil es otra cosa: una mezcla tóxica de ideología y antiintelectualismo.

Todo estudio medianamente serio sobre el impacto económico de las reducciones de carbono –incluido el reciente de la antiecológica Cámara de Comercio de EE.UU.– detecta costos a lo sumo modestos. La experiencia apunta en la misma dirección. En los 80, los conservadores sostenían que todo intento de limitar la lluvia ácida tendría efectos económicos devastadores; en realidad, el sistema cap-and-trade para el dióxido sulfúrico tuvo gran éxito a un costo mínimo. Los estados del Noreste tienen un acuerdo de tope y canje para el carbono desde 2009, y en todos estos años las emisiones cayeron mucho, mientras sus economías crecían más que el resto del país.

¿Pero proteger el ambiente no impondría costos a algunos sectores y regiones? Sí, claro. Pero no tanto como pensamos. Consideremos, en particular, la tan mentada “guerra al carbón”. Es cierto que reducir (y, a la larga, eliminar) la energía a carbón, perjudicaría a regiones que dependen de empleos carboníferos. Lo que pocas veces se menciona es que hoy por hoy quedan poquísimos de esos trabajos.

En los años 70 había más de 250.000 trabajadores en las minas de carbón de EE.UU. Desde entonces, dos tercios de esos empleos se fueron, no porque hubiese bajado la producción –subió– sino porque la mayor parte del carbón hoy proviene de minas a cielo abierto con menos trabajadores. Hoy, el carbón representa apenas una dieciseisava parte del 1% del empleo total de EE.UU.; suprimir todo el sector eliminaría menos puestos de trabajo que los que el país perdió en una semana promedio durante la Gran Recesión de 2007-9.

Los dueños de las minas y de las centrales eléctricas a carbón tienen un interés financiero en bloquear la política ambiental, pero aun en ese caso, los intereses especiales no parecen tan grandes. Entonces ¿por qué la oposición a la política climática resulta tan intensa?

Bueno, pensemos en el punto de vista de alguien que creció creyendo que la búsqueda incansable del interés propio siempre es buena y que el Estado es siempre el problema. Y por otro lado unos científicos declaran que la búsqueda irrestricta del interés propio destruirá al mundo, y que la intervención del Estado es la única respuesta. No importa cuán moderada sea la intervención propuesta: es una amenaza a la visión liberal del mundo. Y la reacción natural es la negación indignada. Con solo leer o mirar cualquier debate sentiremos la furia implacable de los negadores.

El hecho de que las inquietudes sobre el clima se basen en el consenso científico aviva el antiintelectualismo, que siempre ha sido una fuerza poderosa en la vida estadounidense, especialmente en la derecha. No sorprende que tantos políticos y eruditos de derecha rápidamente hablasen de teorías conspirativas, acusando a investigadores de todo el mundo de fraguar un enorme engaño cuyo propósito real era justificar una acumulación de poder de los Estados.

Así, el verdadero obstáculo cuando tratamos de enfrentar el calentamiento global es la ideología económica reforzada por la hostilidad anticientífica. En algunos sentidos, esto facilita: no tenemos que obligar a la gente a aceptar grandes pérdidas económicas. Pero sí tenemos que superar la ignorancia premeditada, lo cual es más difícil.



BONUS TRACK: conclusiones de Pino Solanas y Paul Krugman sobre la Cumbre de París.

Debate – Cumbre del Clima
La deuda argentina es cambiar la matriz energética

Por Fernando Pino Solanas (senador nacional y presidente de la Comisión de Ambiente del Senado). 20/12/15.

La Cumbre del Cambio Climático que se realizó en París se recordará por la permanente movilización de las organizaciones ambientalistas que hicieron llegar sus requerimientos. Entre ellas, el Tribunal Internacional por los Derechos de la Naturaleza, donde participamos junto a personalidades como Vandana Shiva (India), Alberto Acosta (Ecuador), Pablo Solón (Bolivia), Joan Martínez Alier (España), entre otros.

Durante la Cumbre los líderes dijeron cosas maravillosas, pero en los debates demostraron mantener su mezquindad de siempre. EE.UU. y China emiten el 45% de los gases de efecto invernadero y sumados a Europa, Rusia, India y Japón, llegan casi al 70%. La Cumbre climática se empantanó al discutirse cómo se indemniza el daño causado y cómo se financia el paso hacia las energías renovables. Todos saben que el Senado norteamericano con mayoría republicana nunca le aprobará a Obama indemnizar los daños causados.

Por ello es preocupante el fingido optimismo que se trata de instalar sobre el denominado “Acuerdo de París”, en el cual no aparecen siquiera nombradas las palabras “combustibles fósiles”, “petróleo” y “carbón” y la fenomenal deuda climática del norte hacia el sur brilla por su ausencia.

Por su parte, Argentina llegó a esta cumbre sin haber promovido un debate serio sobre el proyecto energético nacional y el cambio de nuestra matriz energética, cuyo 90% son energías fósiles. Su plan estaba a contramano de la tendencia de la COP21, que es reducir la producción y consumo de hidrocarburos, y proponía explotar el petróleo no convencional en Vaca Muerta con la técnica del fracking, -más costosa, de poca vida útil y más contaminante- y la construcción de tres megahidroeléctricas, tres centrales nucleares y una central a carbón.

Para hacerla viable, el gobierno de Cristina Kirchner fijó el precio del barril en u$s 77 que encareció toda la economía. Caso único en el mundo: hoy el barril vale u$s 37 y la diferencia de u$s 40 es subsidiada por los consumidores de combustibles. Las corporaciones petroleras con el 83% del mercado nacional reciben anualmente lo que nos costo YPF, mientras las economías regionales agonizan.

Argentina tiene una potencialidad enorme para desarrollar las energías renovables. El costo sumado de las centrales nucleares, megarrepresas hidroeléctricas y la central a carbón superaría los US$30.000 millones. Con esos recursos podrían instalarse 13.300 MW de energía eólica, lo que equivale al 43% de la generación eléctrica argentina, o podrían generar 12.200 MW de energía fotovoltaica para abastecer a más de 15 millones de hogares o 5.400 MW de energía solar termoeléctrica equivalente a siete plantas nucleares como Atucha II generando electricidad las 24 horas del día toda la semana y sin dejar residuos nucleares.

Durante mi estadía en la Cumbre expuse las ideas básicas de nuestro proyecto “Argentina 2050-100% Energías Renovables” que garantiza la producción de energía para autoconsumo; y expone premios y beneficios impositivos para la generación o autogeneración de energía demostrando que las energías renovables 100% pueden financiarse con capital privado y público. La verdadera soberanía energética se logra con las energías renovables que nos independizan del colonialismo y devastación ambiental de las transnacionales petroleras.

No lograremos enfrentar la catástrofe del Cambio Climático sin un cambio cultural que contribuya a bajar el consumo de energía y unir las luchas ambientales con las económicas, políticas, sociales, urbanas, de género, indígenas y antirracistas porque hoy estamos en el vértice de un cambio civilizatorio. La crisis de la civilización del petróleo exige cambiar hábitos de vida para avanzar hacia la civilización de los Derechos de la Naturaleza. ¿Hasta cuando vamos a aceptar que la Naturaleza siga siendo considerada una mera mercancía y no un sujeto de derecho con las protecciones de cualquier persona jurídica? Quizás no exista una causa mayor desde la Declaración Universal de los Derechos del Hombre que luchar por los Derechos de la Naturaleza.


 “Hasta hace muy poco había dos enormes obstáculos en el camino de cualquier tipo de acuerdo mundial sobre clima: el alza del consumo de carbón en China y la implacable oposición del Partido Republicano de EE.UU. Pero esto ha cambiado”. Por Paul Krugman-Premio Nobel de Economía. 20/12/15. Clarín IEco.

El acuerdo de París sobre cambio climático salvó a la civilización? Quizás. Esto puede no sonar como un reconocimiento rotundo, pero es, por cierto, la mejor noticia sobre clima que hemos tenido en mucho tiempo. Esta cumbre todavía podría seguir el rumbo del Protocolo de Kyoto de 1997, que parecía un excelente acuerdo pero terminó siendo completamente infructuoso. Sin embargo, hubo cambios importantes en el mundo desde entonces, que tal vez hayan creado finalmente las precondiciones para tomar medidas contra el calentamiento global antes de que sea demasiado tarde.

Hasta hace muy poco había dos enormes obstáculos en el camino de cualquier tipo de acuerdo mundial sobre clima: el alza del consumo de carbón en China y la implacable oposición del Partido Republicano de Estados Unidos.

El primero parecía significar que las emisiones globales de gases de efecto invernadero aumentarían inexorablemente más allá de lo que hicieran los países ricos, mientras que el segundo significaba que el más grande de esos países ricos era incapaz de hacer promesas creíbles, y por ende, incapaz de ejercer el liderazgo. Pero hubo cambios importantes en ambos frentes.

Por un lado, se advierte una modificación visible en las actitudes de China –o, al menos, una modificación que sería visible si el smog no fuese tan denso. Hablando en serio, China enfrenta una severa crisis de calidad del aire, provocada en gran medida por la combustión de carbón, lo que hace más proclive al gigante asiático a querer alejarse de lo que es la peor forma de consumo de combustible fósil. Y el crecimiento económico chino –el ingreso real per cápita se cuadruplicó desde 1997– también significa que tiene un clase media que crece rápidamente y exige una mejor calidad de vida, incluyendo aire que sea relativamente seguro de respirar.

Por eso China está desempeñando un papel muy distinto que en el pasado. Un indicador: algunos de los habituales sospechosos de la derecha cambiaron de discurso repentinamente. Antes solían sostener que los límites a las emisiones en Estados Unidos serían inútiles porque China seguiría contaminando; ahora están empezando a decir que no es necesario que Estados Unidos tome medidas porque, independientemente de lo que haga, China va a recortar el consumo de carbón.

Lo que nos lleva a que las actitudes de los republicanos estadounidenses no han variado, sino para peor: el PR sigue hundiéndose en el agujero negro de la negación y de la teorización de una conspiración anticientífica. La gran noticia es que esto no importaría tanto como pensábamos.

Es cierto que Estados Unidos no puede emprender acciones de más amplio espectro en materia de clima sin una legislación nueva, y que eso no sucederá mientras los republicanos mantengan bloqueada la Cámara Baja. Pero el presidente Barack Obama ejerció una acción ejecutiva para limitar las emisiones de las plantas de energía, lo que constituye una buena parte de la solución que necesitamos. Esta medida ya tuvo el efecto de restaurar la credibilidad de Estados Unidos en el exterior, y le permitió a Obama asumir un papel preponderante en París.

Aun así, ¿qué razón nos lleva a creer que el acuerdo realmente va a cambiar el rumbo del mundo? Las naciones acordaron metas de emisiones y una revisión periódica de su éxito o fracaso en alcanzar esas metas, pero no hay sanciones excepto censurar a los países que no las cumplan.

Y alcanzar esas metas en las emisiones afectaría indudablemente ciertos intereses especiales poderosos, porque significaría dejar la mayoría de los combustibles fósiles restantes en el suelo, sin ser quemados. Entonces ¿qué impedirá que el sector de los combustibles fósiles compre suficientes políticos para transformar el acuerdo en letra muerta?

La respuesta, yo diría, es que la nueva tecnología ha cambiado completamente las reglas. Muchos todavía parecen creer que la energía renovable es cosa de hippies, no una parte fundamental de nuestro futuro. Eso, o han hecho propaganda que la presenta como una especie de despilfarro progresista. Sin embargo, la realidad es que los costos de la energía solar y eólica bajaron enormemente, al punto que están cerca de competir con los combustibles fósiles sin siquiera incentivos especiales, y los avances en almacenamiento de energía mejoraron aún más sus perspectivas. La energía renovable también se convirtió en un empleador importante, mucho más grande hoy que el sector del carbón.

La revolución energética tiene dos implicancias importantes. La primera es que el costo de las fuertes reducciones de las emisiones será mucho menor de lo que incluso los optimistas suponían –las graves advertencias desde la derecha eran una tontería en gran parte, pero ahora son una tontería en su totalidad. La segunda es que si se le da un impulso moderado –del estilo del que el acuerdo de París podría dar–, la energía renovable rápidamente podría dar origen a nuevos sectores influyentes favorables a salvar el planeta, que contrarrestarían a los Kochs y similares.

Sí, claro, todo esto bien podría salir mal. Un Ted Cruz presidente o un Marco Rubio presidente podrían frustrar todo el acuerdo, y para cuando tengamos otra oportunidad de hacer algo con respecto al clima, podría ser demasiado tarde.

Pero eso no tiene por qué ocurrir. No creo que sea ingenuo sugerir que lo que resultó de París nos da un verdadero motivo de esperanza en un tema en el que la esperanza ha sido demasiado escasa. Quizás no estemos condenados al fracaso, después de todo.

Cambio climático

Por Justin Gillis. The New York Times. La Nación 23/04/16. Traducción de Jaime Arrambide.

¿Cuánto se está calentando el planeta? Se calienta 1,7°C. Tal vez el número suene a poco pero, en cuanto promedio de la superficie entera del planeta, es realmente un número alto, lo que explica por qué gran parte de los continentes helados comenzaron a derretirse y el nivel de los océanos sube a paso acelerado.

¿Qué tan grave es el problema? Si las emisiones de gases de efecto invernadero siguen subiendo sin límite, los peligros son enormes. Los científicos temen que los efectos climáticos tan severos puedan desestabilizar gobiernos, provocar oleadas de refugiados, precipitar la sexta extinción masiva de plantas y animales en la historia de la Tierra, y derretir los casquetes polares, haciendo que el nivel de los océanos suba tanto que deje bajo las aguas a la mayoría de las ciudades costeras.

¿Podemos hacer algo individualmente? Viajar menos en avión, manejar menos el auto y desperdiciar menos. Mejorar el aislamiento térmico de la casa, instalar termostatos inteligentes, cambiar las lámparas incandescentes por otras de bajo consumo, apagar las luces de las habitaciones donde no hay nadie, usar el transporte público, desperdiciar menos comida y comer menos carne. Tal vez la mayor contribución personal que puede hacerse es viajar menos en avión: un par de viajes en avión menos al año evitan tanta emisión de gases como todas las otras medidas antes mencionadas.

¿Cuál es el escenario más optimista? Son varios los factores que podrían mejorar nuestra suerte. En el mejor de los casos imaginado por los científicos, ocurrirían varias cosas a la vez: la Tierra terminaría siendo menos sensible a los gases de efecto invernadero de lo que actualmente se piensa; las plantas y animales se las arreglarían para adaptarse a los cambios; la sociedad humana lograría concentrar poder político suficiente como para poner freno a las emisiones de gases, y se producirían una serie de adelantos tecnológicos que ayudarían a la sociedad a limitar las emisiones y a adaptarse al cambio del clima.

¿Cuál es el peor escenario posible? Son muchos. Tal vez el mayor temor sea el colapso de la producción de alimentos, seguido de una escalada de los precios y hambrunas masivas. Otra posibilidad es la desintegración de los casquetes polares, que llevaría a un ascenso del nivel de los océanos que forzaría a la gente a abandonar muchas de las mayores ciudades del planeta, con la consecuente pérdida de billones de dólares en propiedades y bienes.

¿Cuánto crecería el nivel de los océanos? Si las emisiones continúan desbocadamente, la temperatura de la superficie terrestre se parecería en poco tiempo a la era del plioceno, cuando gran parte del hielo se derritió y los océanos crecieron unos 24 metros respecto de los niveles actuales. Un reciente estudio descubrió que quemando todas las reservas de combustibles fósiles que existen bajo tierra se derretirían por completo los casquetes polares, al elevar casi 50 metros el nivel actual de los mares y por tiempo indeterminado.

¿El impredecible clima actual tiene algo que ver? En algunos casos, sí. Los científicos publicaron evidencias contundentes de que el calentamiento global está causando olas de calor más frecuentes e intensas, así como precipitaciones más copiosas. Las inundaciones costeras también son cada vez peores debido al aumento del nivel de los mares causado por las emisiones de gases.

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