lunes, 25 de mayo de 2015

Conectados pero solos




Clarín Domingo 05/10/14. Por Mario Bunge, físico y filósofo. Su último libro: “Memorias entre dos mundos” (Eudeba y Gedisa)

Años atrás, cuando necesitábamos conocer o recordar algo emprendíamos una exploración o un proceso de creatividad. Ahora, en cambio, el uso de tecnología modificó ese hábito saludable. Suele bastarnos con un googling para llegar a la información y con eso, sin advertirlo, estamos ejercitando menos el cerebro. Es más delicado de lo que parece y, de hecho, vamos perdiendo de algún modo capacidad cerebral porque, como dice el refrán, “úsalo o piérdelo”.

Los estudiantes atados a artilugios electrónicos, con los que mandan 150 mensajes triviales por día, no tienen tiempo de ensimismarse, examinar críticamente y mucho menos inventar. Son esclavos de los estímulos externos, se desocializan y se aislan: pierden el hábito de encontrarse cara a cara, y se vuelven cada vez mas egoístas y narcisistas.

Puesto que la atadura a esos chirimbolos se ha vuelto una adicción tan dañina como el tabaco, el azúcar, el alcohol o la cocaína, habría que someterla a impuestos elevados, únicos disuasores eficaces. Otra medida sería prohibir en clase los artefactos, ya que quien está pendiente de ellos desanima al maestro y se automargina.

Los maestros deberían enseñar que toda innovación técnica tiene lado oscuro, de modo que, cuando se la adopta, hay que estar en guardia para que no esclavice. No seamos tecnófobos ni tecnófilos ingenuos: sopesemos las novedades antes de adoptarlas o rechazarlas dogmáticamente.





BONUS TRACK 1

Entrevista al linguista norteamericano Noam Chomsky ("En Estados Unidos la guerra civil aún no terminó" por Federico Kukso-Le Monde Diplomatique, publicado en Resumen Latinoamericano-Noviembre 2016). 

—Su libro "Manufacturing Consent: The Political Economy of the Mass Media" fue escrito en 1988. Desde entonces el ecosistema mediático ha cambiado. ¿Tiene nuevas hipótesis acerca de cómo afectan las redes sociales en la conformación de la opinión pública? —Hay gente que usa internet para tener acceso a más información. Pero creo que ese es un porcentaje muy bajo. Los estudios muestran que la gente va hacia aquello que ya cree, a sitios con los que uno ya está de acuerdo. Las redes sociales son una cámara de eco. Uno de los efectos más sorprendentes es la dispersión de teorías conspirativas. Es como si los hechos ya no importaran. Las redes sociales en lugar de conectar, aíslan. Cada joven tiene un celular y habla con alguien que cree que es un amigo. Pero lo que tiene son contactos muy superficiales. Lo veo en mis nietos. Ellos creen que tienen muchos amigos. Pero no son amigos. El efecto que esto tiene es que los aísla mucho más de lo que ya estaban. Es un ambiente muy superficial. Recibo muchas cartas y mails de personas que me dicen que cada vez les cuesta más leer. No leen. Ojean. Rastrillan algo con la mirada durante tres segundos y saltan a otra cosa. No veo que tengamos una población cada vez más educada. Al contrario. Y eso tiene consecuencias políticas (...)




BONUS TRACK 2

"El mundo se ha vuelto incomprensible. Acaso sea la consecuencia necesaria de un fenómeno creciente: cada vez son menos los que tratan de entenderlo. La velocidad de la web nos ha hecho adictos a las sensaciones, a las emociones intensas y efímeras, y hoy al mundo hay que sentirlo. ¿Cómo? A través de las pantallas. Por las venas del sistema (del que somos parte, conectados como estamos por los celulares) circulan las noticias a la velocidad de la luz provocando en las redes reacciones espasmódicas de adhesión o rechazo. La subjetividad al palo, cada uno desde su dispositivo. Así el sistema se mantiene vivo y nosotros con él.

Ese sucedáneo de la realidad que viaja de infinitas formas por los circuitos de la red alimentándonos de estímulos ha acabado por contaminar el mundo real, que hoy se comporta con la lógica del virtual. Se han mezclado los tantos y ya no importa si la sensación que  nos mantiene vivos llega de la realidad o del simulacro de realidad que fragua sin descanso el cerebro colectivo de la web: todo forma parte de un espectáculo permanente en el que los esperpentos no sólo son bienvenidos, sino que se han vuelto necesarios. Son ellos los que mantienen calientes las pantallas y aceleran la actividad frenética del sistema, que por supuesto no tiene otra finalidad más allá de ésa, acelerar y multiplicar geométricamente los flujos de un organismo eléctrico que ya lo comprende todo y acabará de perfeccionarse cuando nos implanten un chip en la cabeza (...)" Entre la amnesia y el fin de la impunidad. Héctor M. Guyot. La Nación 24/06/17.

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