domingo, 17 de agosto de 2014

¡Peronistas eran los de antes!


Muchos saben que durante los sesenta existió en la Argentina una movida que se llamó "resistencia peronista": gente del común con ideales que sin pedir nada a cambio se jugaba la vida por la justicia social y por su líder, Juan Domingo Perón, que la representaba. Pasaron los años y hoy -bajo el imperio de la llamada globalización- resulta moderno y 'progre' defender otras causas. Menos universales, más puntuales. "Putos peronistas" es una agrupación política y social argentina integrada por personas homosexuales, travestis y transexuales que dicen defender esa vieja ideología. Tienen derecho a sostenerlo. De seguro son gente de bien.

El problema no es ese. El problema es que ni diez filósofos juntos pueden definir que es el peronismo en el siglo XXI, después que bajo tal rótulo se burlaron de la gente del pueblo personajes siniestros como Carlos Menem, Roberto Dromi, Carlos Corach, Manzano, Domingo Cavallo, etc. y toda una posterior generación de egoístas y vulgares ladrones que gobiernan nuestros destinos desde sofisticados lofts de Puerto Madero, denigrando a la democracia, rebajándola. Como los conocidos "aliens" ex UCD (Alsogaray's childrens) Amado Boudou y Ricardo Echegaray, devenidos "peronios" con solo aprender la 'marchita' como dice el chiste de abajo (pongamos algo de humor para no morir de espanto). Sin olvidarnos de los millonarios Kirchner, sus alcahuetas focas aplaudidoras y el sindicalismo traidor a la clase trabajadora. ¿No les da ni un poquito de verguenza?

Alguien, en otras latitudes lo definió como "la revolución congelada". Eso es el peronismo hoy: la traición institucionalizada a sus excelsos principios. Si Evita viviera, los vomitaría. Horanosaurus. 


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