Gómez Suárez de Figueroa, apodado Inca Garcilaso de la Vega (Cusco-Perú 1539, Córdoba-España 1616) fue el primer mestizo notorio de América, hijo de Isabel Pailla Chimpu Ocllo -una princesa de la nobleza incaica, nieta del Inca Tupac Yupanqui y sobrina del Inca Huayna Capac- y del capitán español Sebastián Garcilaso de la Vega Vargas, primo del famoso dramaturgo español homónimo. Nació en Cusco (la ciudad habitada más antigua de toda América) siete años después de la invasión europea. A la muerte de su padre, a los 20 años viajó a España y allí lo educaron católicamente, pero nunca más pudo volver a su tierra natal. Hizo una carrera militar y después la abandonó para dedicarse a los estudios y a la escritura, siempre en tensión constante entre el amor por su nueva patria, su inserción como mestizo y la admiración por sus antepasados indígenas. Se pasó gran parte de su vida reclamando a las autoridades españolas por viejos derechos nobles perdidos en la tierra que debió abandonar. Escribió, entre otras obras, sus famosos "Comentarios reales de los Incas" –publicados en 1609- pisando los sesenta años, en base a sus propias vivencias, la ayuda de su memoria, los relatos de sus parientes, compilando información con conocidos y valiéndose de otros autores. Consta de una primera parte referida a hechos de los incas y su civilización y una segunda, acerca de la conquista y las guerras civiles. Post-mortem se publica su “Historia general del Perú” (1617), pensado como continuación de aquella obra. Ambas están compuestas por muchos tomos. A raíz del alzamiento del Inca Tupac Amaru II, en 1782, el rey Carlos III desde la metrópoli prohibió se difundieran los “Comentarios reales..” por enseñar a los naturales “cosas inconvenientes”. Se dice que José de San Martín quiso reimprimirlo en 1814 pero no pudo hacerlo. Recién se publicó en nuestro continente en 1918.
No soy historiador ni erudito, solo un aficionado al tema y como tal temo equivocarme, pero me parecen acertadas las afirmaciones sobre el altísimo valor de las narraciones de inca Garcilaso de la Vega sobre la cultura del imperio inca que los españoles y sus fervientes aliados indígenas destruyeron (1). Los nativos no tenían escritura, por lo cual esos relatos acerca de los usos y costumbres de sus antepasados son un testimonio de primera mano invaluable. No dejo de tener en cuenta -para intentar ser equilibrado y precavido- la opinión de un respetado periodista y escritor, Federico B. Kirbus, que los consideró algo fantasiosos, a veces exagerados y sin espíritu crítico. Reproduzco aquí una selección de párrafos de Garcilaso referidos a la tenencia de la tierra, la forma de hacer agricultura, como aplicaban riego y fertilizaban. Resulta increíble ver el conocimiento que poseía la cultura inca. Lo complemento con algunas fotos y dibujos pescados en la web, que ilustrarán lo que leen. Horanosaurus.
COMO ACRECENTABAN Y REPARTIAN LAS TIERRAS A LOS VASALLOS
"Habiendo conquistado el Inca cualquiera reino o provincia
y dado asiento en el gobierno de los pueblos y vivienda de los moradores,
conforme a su idolatría y leyes, mandaba que se aumentasen las tierras de
labor, que se entiende las que llevaban maíz, para lo cual mandaba traer los
ingenieros de acequias de agua, que los hubo famosísimos, como lo muestran hoy
sus obras, así las que se han destruído, cuyos rastros se ven todavía, como las
que viven. Los maestros sacaban las acequias necesarias, conforme a las tierras
que había de provecho, porque es de saber que por la mayor parte toda aquella
tierra es pobre de tierras de pan, y por esto procuraban aumentarlas todo lo
que les era posible. Y porque por ser debajo de la tórrida zona tienen necesidad
de riego, se lo daban con gran curiosidad, y no sembraban grano de maíz sin
agua de riego. También abrían acequias para regar las dehesas, cuando el otoño
detenía sus aguas, que también quisieron asegurar los pastos como los
sembrados, porque tuvieron infinito ganado. Estas acequias para las dehesas se
perdieron luego que los españoles entraron en la tierra, pero viven hoy los
rastros dellas.
Sacadas las acequias, allanaban los campos y los ponían
de cuadrado para que gozasen bien del riego. En los cerros y laderas que eran
de buena tierra hacían andenes para allanarlas, como hoy se ven en el Cuzco y
en todo el Perú. Para hacer estos andenes echaban tres muros de cantería
fuerte, uno por delante y dos por los lados, algo pendientes adentro (como son
todas las palabras que labran), para que puedan sufrir el de las paredes.
Pasado el primer andén, hacían luego otro menor, y adelante de aquél otro más
chico. Y así iban ganando todo el cerro poco a poco, allanándolo por sus
andenes a manera de escalera, gozando de toda la tierra que era buena para
sembrar y que se podía regar. Donde había peñascales pesa de la tierra que les
arriman hasta emparejar con lo alto quitaban las penas y llevaban tierra de
otra parte para hacer andenes y aprovechar aquel sitio, por que no se perdiese.
Los andenes primeros eran grandes, conforme a la disposición del sitio, anchos
y largos de ciento y de doscientas y trescientas, más o menos, hanegas de
sembradura, y los segundos eran menores, y así iban disminuyéndose como iban
subiendo, hasta los postreros que venían a ser de dos o tres hiladas de maíz.
Tan aplicados como esto fueron los Incas en lo que era aumentar tierras para
sembrar el maíz. En muchas partes llevaron quince y veinte leguas una acequia
de agua para regar muy pocas hanegas de tierra de pan, por que no se perdiesen.
Habiendo aumentado las tierras, medían todas las que
había en toda la provincia, cada pueblo de por sí, y las repartían en tres
partes: la una para el Sol y la otra para el Rey y la otra para los naturales.
Estas partes se dividían siempre con atención que los naturales tuviesen
bastantemente en que sembrar, que antes les sobrase que les faltase. Y cuando
la gente del pueblo o provincia crecía en número, quitaban de la parte del Sol
y de la parte del Inca para los vasallos; de manera que no tomaba el Rey para
sí ni para el Sol sino las tierras que habían de quedar desiertas, sin dueño. Los
andenes por la mayor parte se aplicaban al Sol y al Inca, porque los había él
mandado hacer. Sin las tierras del maíz que se regaba, repartían otras que no
alcanzaban riego, en las cuales sembraban de sequero otras semillas y legumbres
como son de mucha importancia, como es la que llaman papa y oca y añus, las
cuales tierras también se repartían por su cuenta, y, porque eran estériles por
falta de riego, no las sembraban más de un año o dos, y luego repartían otras y
otras, por que descansasen las primeras; desta manera traían en concierto sus
tierras flacas, para que siempre les fuesen abundantes.
Las tierras del maíz las sembraban cada año, porque, como
las beneficiaban con agua y estiércol como una huerta, les hacían llevar
siempre fruto. Con el maíz sembraban una semilla que es casi como arroz, que
llaman quinua, la cual también se da en las tierras frías (2).
Ilustraciones de Guamán Poma de Ayala sobre la agricultura en el imperio inca (*)
LA CANTIDAD DE TIERRA QUE
DABAN A CADA INDIO Y COMO LA BENEFICIABAN
Daban a cada indio un tupu,
que es una hanega de tierra, para sembrar maíz; empero, tiene por hanega y
media de las de España. También llaman tupu
a una legua de camino, y lo hacen verbo y significa medir, y llaman tupu a cualquiera medida de agua o de
vino o de cualquiera otro licor, y a los alfileres grandes con que las mujeres
prenden sus ropas cuando se visten. La medida de las semillas tienen otro
nombre, que es poccha, quiere decir hanega.
Era bastante un tupu
de tierra para el sustento de un plebeyo casado y sin hijos. Luego que los tenía
le daban para cada hijo varón otro tupu,
y para las hijas a medio. Cuando el hijo varón se casaba le daba el padre la
hanega de tierra que para su alimento había recibido, porque echándolo de su
casa no podía quedarse con ella.
Las hijas no sacaban sus partes cuando se casaban, porque
no se las habían dado para dote, sino para alimentos, que habiendo de dar
tierras a sus maridos no las podían ellas llevar, porque no hacían cuenta de
las mujeres después de casadas, sino mientras no tenían quien las sustentase,
como era antes de casada y después de viudas. Los padres se quedaban con las
tierras si la habían menester; y si no, la volvían al consejo, porque nadie las
podía vender ni comprar.
Al respecto de las tierras que daban para sembrar el maíz,
repartían las que daban para sembrar las demás legumbres que no se regaban.
A la gente noble, como eran los curacas, señores de
vasallos, les daban tierras conforme a la familia que tenían de mujeres e hijos
y concubinas, criados y criadas. A los Incas, que son los de la sangre real,
daban al mismo respecto, dondequiera que vivían, de lo mejor de la tierra; y
esto era sin la parte común que todos ellos tenían en la hacienda del Rey y en
la del Sol, como hijos déste y hermanos de aquél.
Estercolaban las tierras para fertilizarlas, y es de
notar que en todo el valle del Cuzco, y casi en toda la serranía, echaban al
maíz estiércol de gente, porque dicen que es el mejor. Procúranlo haber con
gran cuidado y diligencia, y lo tienen enjuto y hecho polvo para cuando hayan
de sembrar maíz. En todo el Collao, en más de ciento y cincuenta leguas de
largo, donde por ser tierra muy fría no se da el maíz, echan, en las sementeras
de las papas y las demás legumbres, estiércol de ganado; dicen que es de más provecho que otro alguno.
En la costa de la mar, desde más abajo de Arequipa hasta
Tarapaca, que son más de doscientas leguas de costa, no echan otro estiércol
sino el de los pájaros marinos, que los hay en toda la costa del Perú grandes y
chicos, y andan en bandas tan grandes que son increíbles si no se ven. Crían en
unos islotes despoblados que hay por aquella costa, y es tanto el estiércol que
en ellos dejan, que también es increíble: de lejos parecen los montones de
estiércol puntas de alguna sierra nevada. En tiempo de los Reyes Incas había
tanta vigilancia en guardar aquellas aves, que al tiempo de la cría a nadie era
lícito entrar en las islas, so pena de la vida, porque no las asombrasen y
echasen de sus nidos. Tampoco eran lícito matarlas en ningún tiempo, dentro ni
fuera de las islas, so la misma pena.
Cada isla estaba, por orden del Inca, señalada para tal o
tal provincia, y si la isla era grande, la daban a dos o tres provincias.
Poníanles mojones por que los de la una provincia no se entrasen en el distrito
de la otra; y repartiéndola más en particular, daban con el mismo límite a cada
pueblo su parte y a cada vecino la suya, tanteando la cantidad de estiércol que
había menester, y, so pena de muerte, no podía el vecino de un pueblo tomar
estiércol del término ajeno, porque era hurto, ni de su mismo término podía
sacar más de la cantidad que le estaba tasada conforme a sus tierras, que le
era bastante, y la demasía le castigaban por el desacato. Ahora, en estos
tiempos, se gasta de otra manera. Es aquel estiércol de los pájaros de mucha
fertilidad.
En otras partes de la misma costa, como en las hoyas de
Atica, Atiquipa, Uillacori, Malla y Chillca y otros valles, estercolan con
cabezos de sardinas; y no con otro estiércol. Los naturales destas partes que
hemos nombrado y de otras semejantes viven con mucho trabajo, porque no tienen
riego de agua, de pie ni llovediza, porque, como es notorio, en más de
setecientas leguas de largo de aquella costa no llueve jamás, ni pasan los ríos
por aquellas regiones que hemos dicho. La tierra es muy caliente y toda
arenales; por lo cual los naturales, buscando humedad suficiente para sembrar
el maíz, acercan sus pueblos no más que pueden a la mar y apartan la arena
superficial que está sobre la haz de la tierra, y ahondan en partes un estado y
en partes dos, y más y menos, hasta llegar al peso del agua de la mar. Y por
eso las llamaron hoyas los españoles: unas son grandes y otras chicas; las
menores tendrán a media hanega de sembradura, y las mayores a tres y a cuatro
hanegas. No las barbechan ni cosechan,
porque no la han menester. Siémbranlas con estacas gruesas a compás y medida,
haciendo hoyos, en los cuales entierran las cabezas de las sardinas, con dos o
tres granos de maíz dentro dellas. Este es el estiércol que usan echar en las
sementeras de las hoyas, y otro cualquiera dicen que antes daña que aprovecha.
Y la providencia divina, que en toda cosa abunda, provee a los indios y a las
aves de aquella costa con que la mar, a sus tiempos, eche de sí tanta cantidad
de sardina viva, que haya para comer y estercolar sus tierras y para cargar
muchos navíos si fuesen a cogerlas. Algunos dicen que las sardinas salen
huyendo de las lizas y de otros pescados mayores que se las comen; que sea de
la una manera o de la otra, es provecho de los indios, para que tengan
estiércol. Quien haya sido el inventor destas hoyas, no lo saben decir los
indios; debiólo de ser la necesidad, que aviva los entendimientos, que, como
hemos dicho, en todo el Perú hay gran falta de tierras de pan; puédese creer
que harían las hoyas como hicieron los andenes. De manera que todos
universalmente sembraban lo que habían menester para sustentar sus casas, y así
no tenía necesidad de vender los bastimentos ni de encarecerlos, ni sabían que
cosa era carestía.
Arriba: acueductos en Tipon y reservorios de agua en Nazca (Perú).
El orden que tenían en
labrar las tierras
En el labrar y cultivar la tierra también había orden y
concierto. Labraban primero las del Sol, luego las de las viudas y huérfanos y
de los impedidos por vejez o por enfermedad: todos éstos eran tenidos por
pobres, y por tanto mandaba el Inca que les labrasen las tierras. Había en cada
pueblo, o en cada barrio, si el pueblo era grande, hombres diputados solamente
para hacer beneficiar las tierras de los que llamamos pobres. A estos diputados
llamaban llactacamayu, que es regidor del pueblo. Tenían cuidado, al tiempo de
barbechar, sembrar y coger los frutos, subirse de noche en atalayas o torres
que para este efecto había hechas, y tocaban una trompeta o caracol para pedir
atención, y a grandes voces decían: “A día se labran las tierras de los
impedidos; acuda cada uno a su pertinencia”. Los vecinos de cada colación ya
sabían, por el padrón que estaba hecho, a cuáles tierras habían de acudir, que
eran las de sus parientes o vecinos más cercanos. Era obligado cada uno a
llevar de comer para sí lo que hacía de comer en su casa, por que los impedidos
no tuviesen cuidado de buscarles comida. Decían que a los viejos, enfermos,
viudas y huérfanos les bastaba su miseria, sin cuidar de la ajena. Si los
impedidos no tenían semilla, se la daban de los pósitos, de los cuales diremos
adelante. Las tierras de los soldados que andaban ocupados en la guerra también
se labraban por consejo, como las tierras de las viudas, huérfanos y pobres,
que mientras los maridos servían en la milicia las mujeres entraban en la
cuenta y lista de las viudas, por el ausencia dellos. Y así se les hacía este
beneficio como a gente necesitada. Con los hijos de los que morían en la guerra
tenían gran cuidado en la crianza dellos, hasta que los casaban.
Labradas las tierras de los pobres, labraba cada uno las
suyas, ayudándose unos a otros, como dicen, a tornapeón. Luego labraban las del
curaca, las cuales habían de ser las postreras que en cada pueblo o provincia
se labrasen. En tiempo de Huaina Cápac, en un pueblo de los Chachapuyas, porque
un indio regidor antepuso las tierras del curaca, que era su pariente, a las de
una viuda, lo ahorcaron, por quebrantador del orden que el Inca tenía dado en
el labrar de las tierras, y pusieron la horca en la misma tierra del curaca.
Mandaba el Inca que las tierras de los vasallos fueran preferidas a las suyas,
porque decían que de la prosperidad de los súbditos redundaba el buen servicio
para el Rey; que estando pobres y necesitados, mal podían servir en la guerra
ni en la paz.
Las últimas que labraban eran las del Rey;
beneficiábanlas en común; iban a ellas y a las del Sol todos los indios
generalmente, con grandísimo contento y regocijo, vestidos de las vestiduras y
galas que para sus mayores fiestas tenían guardadas, llenas de chapería de oro
y plata con grandes plumajes en las cabezas. Cuando barbechaban (que entonces
era el trabajo de mayor contento), decían muchos cantares que componían en loor
de sus Incas; trocaban el trabajo en fiesta y regocijo, porque era en servicio
de su Dios y de sus Reyes.
Dentro en la ciudad del Cuzco, a las faldas del cerro
donde está la fortaleza, había un anden grande de muchas hanegas de tierra, y
hoy estará vivo si no lo han cubierto de casas: llámase Collcampata. El barrio
donde está tomó el nombre propio del andén, el cual era particular y principal
joya del Sol, porque fue la primera que en todo el Imperio de los Incas le
dedicaron. Este andén labraban y beneficiaban los de la sangre real, y no
podían trabajar otros en él sino los Incas y Pallas. Hacíase con grandísima
fiesta, principalmente el barbechar: iban los Incas con todas sus mayores galas
y arreos. Los cantares que decían en loor del Sol y de sus Reyes, todos eran
compuestos sobre la significación desta hailli,
que en la lengua general Perú quiere decir triunfo, como que triunfaban de la
teirra, barbechándola y desentrañándola para que diese fruto. En estos cantares
entremetían dichos graciosos, de enamorados discretos y de soldados valientes,
todo a propósito de triunfar de la tierra que labraban; y así el retruécano de
todas sus coplas era la palabra hailli,
repetida muchas veces, cuantas eran menester para cumplir el compás que los
indios traen en un cierto contrapaso que hacen, barbechando la tierra con
entradas y salidas que hacen para tomar vuelo y romperla mejor.
Traen por arado un palo de una braza de largo; es llano
por delante y rollizo por detrás; tiene cuatro dedos de ancho; hácenle una
punta para que entre en la tierra; media vara de la punta hacen un estribo de
dos palos atados fuertemente al palo principal, donde el indio pone el pie de
salto, y con la fuerza hinca el arado hasta el estribo. Andan en cuadrillas de
siete en siete y de ocho en ocho, más y menos, como es la parentela o camarada,
y apalancando todos juntos a una, levantan grandísimos céspedes, increíbles a
quien no los ha visto. Y es admiración ver que con tan flacos instrumentos
hagan obra tan grande, y la hacen con grandísima facilidad, sin perder el compás del canto. Las mujeres andan
contrapuestas a los varones, para ayudar con las manos a levantar los céspedes
y volcar las raíces de las yerbas hacia arriba, para que se sequen y mueran y
haya menos que escardar (3). Ayudan también a cantar a sus maridos, particularmente
con el retruécano hailli.
Pareciendo bien estos cantares de los indios y el tono
dellos al maestro de capilla de aquella iglesia catedral, compuso el año
cincuenta y uno, o el de cincuenta y dos, una chanzoneta en canto de órgano,
para la fiesta del Santísimo Sacramento, contrahecha muy al natural al canto de
los Incas. Salieron ocho muchachos mestizos, de mis condiscípulos, vestidos
como indios, con sendos arados en las manos, con que representaron en la
procesión el cantar y el hailli de
los indios, ayudándoles toda la capilla al retruécano de las coplas, conn gran
contento de los españoles y suma alegría de los indios, de ver que con sus
cantos y bailes solenizasen los españoles la fiesta del Señor Dios nuestro, al
cual ellos llaman Pachacámac, que quiere decir el que da vida al universo.
He referido la fiesta particular que los Incas hacían
cuando barbechaban aquel andén dedicado al Sol, que lo vi en mis niñeces dos o
tres años; para que por ella se saquen las demás fiestas que en todo el Perú se
caían cuando barbechaban las tierras del Sol y las del Inca; aunque aquella
fiesta que yo vi, en comparación de las que hacían en tiempo de sus Incas, era
sombra de las pasadas, según lo encarecían los indios".
(*) Felipe Guamán Poma de Ayala fue presumiblemente un descendiente indígena noble de la tribu provinciana yarovilca de Huánuco con sangre del Inca Tupac Yupanqui del Cusco. Se cree que nació en 1536, es decir unos pocos años después de la invasión conquistadora de Pizarro y sus socios. Dicen que fue criado por españoles, para cuyos funcionarios sirvió como traductor del quechua y algún otro dialecto. Recorrió parte del viejo imperio relevando historias y costumbres hasta que después del 1600 prohijó su monumental obra "El primer crónica y buen gobierno". Este libro estuvo perdido o fue desestimado durante siglos y recién fue valorizado a comienzos del siglo XX en Dinamarca: contiene unas 1200 páginas y casi 400 personalísimos dibujos ilustrando aspectos de la vida de los dignatarios nativos, de la gente común y hasta de sucesos históricos que el autor ni siquiera presenció, como la captura del Inca Atahualpa en Cajamarca en 1532. Guamán reclamó después derechos de viejas propiedades de su casta familiar ante los españoles, pero solo logró que lo exiliaran dos veces. La mencionada obra está concebida con críticas al colonialismo español del que su familia fue colaboracionista pero es también una formulación de propuestas destinadas al rey Felipe III, que nunca llegó a leerlo. Muchos consideran que el libro contiene importantes contradicciones y datos fallidos.
(*) Felipe Guamán Poma de Ayala fue presumiblemente un descendiente indígena noble de la tribu provinciana yarovilca de Huánuco con sangre del Inca Tupac Yupanqui del Cusco. Se cree que nació en 1536, es decir unos pocos años después de la invasión conquistadora de Pizarro y sus socios. Dicen que fue criado por españoles, para cuyos funcionarios sirvió como traductor del quechua y algún otro dialecto. Recorrió parte del viejo imperio relevando historias y costumbres hasta que después del 1600 prohijó su monumental obra "El primer crónica y buen gobierno". Este libro estuvo perdido o fue desestimado durante siglos y recién fue valorizado a comienzos del siglo XX en Dinamarca: contiene unas 1200 páginas y casi 400 personalísimos dibujos ilustrando aspectos de la vida de los dignatarios nativos, de la gente común y hasta de sucesos históricos que el autor ni siquiera presenció, como la captura del Inca Atahualpa en Cajamarca en 1532. Guamán reclamó después derechos de viejas propiedades de su casta familiar ante los españoles, pero solo logró que lo exiliaran dos veces. La mencionada obra está concebida con críticas al colonialismo español del que su familia fue colaboracionista pero es también una formulación de propuestas destinadas al rey Felipe III, que nunca llegó a leerlo. Muchos consideran que el libro contiene importantes contradicciones y datos fallidos.
Nota (1): a veces se pierde de vista o se desconoce que tribus huancas, chachapoyas, chimor, cajamarcas, cañares y otras menores, sometidas económica, política, cultural y militarmente durante décadas por los incas, pensaron recuperar su libertad y su orgullo aliándose con el invasor. Algunos osaron asignar la conquista europea a una pretendida superioridad racial. Los españoles contaron con el caballo y con el hierro de sus armas de fuego y sus defensas para doblegar a los azorados enemigos indígenas pero fundamentalmente supieron manipular a su favor una despiadada guerra civil en una sociedad evolucionada pero que no era perfecta y en un imperio que no estaba afianzado políticamente. Se produjo una nueva forma de opresión que terminó saqueando nuestro continente y financió el nacimiento del capitalismo manchado con la sangre de millones de nuestros antepasados. Me referiré a los sucesos históricos en "Perú y su majestuoso pasado: el imperio inca".
(2) Hablando sobre los vegetales originarios de América, la papa llegó a Europa y solo después de unas décadas se dieron cuenta realmente de su extraordinaria utilidad nutricional. Otro tanto pasó con el maíz y con el cacao, la vainilla, el tomate, el zapallo, la mandioca, el maní, la palta, el ananá, el ají, el girasol, la yerba mate, el tabaco, la coca y la quinina, etc. Había variedades de algodón silvestre que se usaban en América pero ya estaba más que afianzado el uso de otras en occidente. Respecto a la quinua, recién y últimamente se están valorando sus cualidades, aunque en Bolivia siempre fue un cultivo comercial. En cuanto a los animales, en los Andes centrales se encontraba la familia completa de los auquénidos: llama, alpaca, guanaco y vicuña; y también las chinchillas, entre otros bichos, pero no el ganado mayor. En México existían el perro, el pavo, los patos y las abejas.
(3) usaban azadones de piedra o de bronce o el arado de pie con travesaño o estribo.
Fuente del texto reproducido: "Crónicas americanas. Selección de Bernal Díaz del Castillo y el inca Garcilaso de la Vega". Centro Editor de América Latina, 1969.
(2) Hablando sobre los vegetales originarios de América, la papa llegó a Europa y solo después de unas décadas se dieron cuenta realmente de su extraordinaria utilidad nutricional. Otro tanto pasó con el maíz y con el cacao, la vainilla, el tomate, el zapallo, la mandioca, el maní, la palta, el ananá, el ají, el girasol, la yerba mate, el tabaco, la coca y la quinina, etc. Había variedades de algodón silvestre que se usaban en América pero ya estaba más que afianzado el uso de otras en occidente. Respecto a la quinua, recién y últimamente se están valorando sus cualidades, aunque en Bolivia siempre fue un cultivo comercial. En cuanto a los animales, en los Andes centrales se encontraba la familia completa de los auquénidos: llama, alpaca, guanaco y vicuña; y también las chinchillas, entre otros bichos, pero no el ganado mayor. En México existían el perro, el pavo, los patos y las abejas.
(3) usaban azadones de piedra o de bronce o el arado de pie con travesaño o estribo.
Fuente del texto reproducido: "Crónicas americanas. Selección de Bernal Díaz del Castillo y el inca Garcilaso de la Vega". Centro Editor de América Latina, 1969.
BONUS TRACK
En 1980, allá lejos, hace tiempo y cuando joven, tuve la oportunidad de visitar Cuzco y el valle sagrado inca. Volví a esa ciudad en 2016 junto a mi esposa y reparé el error inicial de no haber visitado la hermosa casona que cobijó a la familia de Garcilaso de la Vega, ubicada en una zona preferencial de esa capital. Muy remozada, está convertida en el Museo Histórico Regional, que dedica una gran sala a su trayectoria. No se a que cadena pueden pertenecer los hoteles Garcilaso 1 y 2 que están en la calle de la vuelta, que lleva el mismo nombre. Tienen un interior hermoso y temo que no estén al alcance de salarios comunes. Van aquí fotos ilustrativas:
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