domingo, 28 de noviembre de 2010

Viejos collages juveniles











De algún modo, imágenes que pasaban por mi interior en aquella lejana juventud. Confieso que la gran mayoría me sigue atrayendo. Como la gloriosa etiqueta del Camel importado y el recuerdo de su gusto tan seductor por el cual podría volver a fumar quizás. El Hendrix glamoroso casi crucificado que también cuelga en mi casa o Ian Anderson colorado y sudoroso con su flauta mágica. Y las anheladas Gibson o Asahi Pentax que nunca llegué a tener (pero a lo material lo gambeteo desde que soy conciente). Un beso en la reja. Horanosaurus.

viernes, 26 de noviembre de 2010

2 museos de Buenos Aires para no perderse

Durante la semana, como en cualquier metrópoli, los porteños enfilamos nerviosamente como hormigas atrás de nuestras ocupaciones laborales. Los días de descanso no perdemos el tiempo y le buscamos la vuelta: muchas reuniones y comidas compartidas con amigos o familia hasta tarde, costumbre que nos diferencia de otras culturas. Pero para pasear, como cada vez hay más gente y menos opciones, nos apelotonamos en sitios que suponíamos tranquilos y también rebasan las autopistas y avenidas. Como suele suceder, a más dinero, más opciones.

La fórmula para no terminar odiando a Buenos Aires es intentar verla con ojos de turista, aunque suene muy cliché. Es bien linda. Alguien que viaja mucho por el mundo me dice que es envidiable que tenga tanto verde. 

Los turistas al viajar afuera normalmente recorren museos como una actividad habitual. Aunque suene feo hay que reconocer que no toda la gente tiene la sensibilidad suficiente para indagar en los secretos que cada museo ofrece pero en el exterior casi se obligan a entrar a museos famosos. Te preguntaría: ¿Cuántos museos te propusiste disfrutar en tu propia ciudad en vez de ver encerrado una miniserie pedorra? 

Bien, aquí abajo les propongo dos museos que pueden transportarlos a través de nuestra historia común, brindándoles además de yapa una tarde de rélax a través de su entorno maravilloso lleno de verde. Les agregué unas reseñas para que te enganches. Horanosaurus. 


Museo Histórico Municipal 
Brig. Gral. Juan Martín de Pueyrredón

Rivera Indarte 48 esquina Roque Sáenz Peña, San Isidro, Provincia de Buenos Aires. Tel. 011-4512-3131/29. Horarios: martes y jueves de 10:00 a 18:00 hs. Sàbados y domingos de 14:00 a 19:00 hs. En auto es muy fácil llegar: desde la Ruta Panamericana a la altura de Boulogne-San Isidro, se toma Av. Márquez rumbo al río de la Plata (al este), se pasa junto al Hipódromo; luego de cruzar Av. Centenario se llama Roque Sáenz Peña, se pasa por el túnel bajo el FFCC Mitre, se sobrepasa el club CASI a mano derecha y luego de la Av. del Libertador, dos cuadras más doblás a la derecha y estacionás. Viniendo desde la ciudad de Buenos Aires, se recorre toda la arbolada Av. del Libertador y justo cuando va a angostarse, con la misma referencia del club CASI a la izquierda, se dobla por Roque Sáenz Peña, dos cuadras hacia la derecha, al río-al este.


El partido de San Isidro -como buena gran parte de la actual Zona Norte del gran Buenos Aires- se originó en base a terrenos que repartió Juan de Garay en la segunda fundación de Buenos Aires, en el siglo XVI, como lonjas a partir de la costa sobre el río de La Plata. Puede encontrarse fácilmente por ahí la reproducción del viejo mapa que los dispuso.  La llamada "Quinta Pueyrredón o Chacra del Bosque Alegre" comprendía inicialmente un predio que se extendía desde el río hasta el camino Fondo de la Legua (una legua de fondo) y desde la actual Roque Sáenz Peña hasta la estación de FFCC Acassuso. Internamente, la propiedad estaba atravesada por cuatro caminos: el "de las chacras" (hoy Avenida Del Libertador), el Camino Real desde Buenos Aires hacia el norte (las actuales Avenidas Centenario-Santa Fe-Maipú), el Camino del Medio (Avenida Fleming) y el camino "de Afuera", actualmente Diego Carman.

La chacra pasó por sucesivos propietarios hasta pertenecer a Francisco de Tellechea, quien en 1812 fue ejecutado por conspirar junto a Alzaga contra los independentistas. La hija de este hombre, María Calixta, heredó parte de la propiedad. En 1815 se casa con un ya viudo Juan Martín de Pueyrredón y compran a los otros herederos el resto.

La casona comenzó a construirse en 1790 pero Pueyrredón y Prilidiano (su hijo con Calixta) la fueron dotando de sucesivas mejoras. Como solía acostumbrarse en la época, la mayoría de los elementos de construcción fueron importados de Europa; también el mobiliario y las vajillas.






Fallecido su padre, en 1856 Prilidiano vende Bosque Alegre a su primo Manuel Aguirre y lo heredan Manuel Alejandro y Victoria Aguirre. Sobrevienen tres generaciones y sucesivos fraccionamientos (el club de rugby Club Atlético San Isidro-CASI está en terrenos que le donó la familia y el Jockey Club se instala más al oeste), quedando en posesión de Enriqueta Lynch de Aguirre. La chacra es comprada por la Municipalidad de San Isidro en 1941, año que coincide con la declaración del lugar como Monumento Histórico Nacional por decreto. La Municipalidad le confía la restauración al arquitecto Mario Buschiazzo y años más tarde participa en la tarea el Ministerio de Obras Públicas de la Nación. El Municipio realizó otra gran restauración a partir de 2007.

En esta chacra vivió y murió Juan Martìn de Pueyrredón (1776-1850). Nacido en Buenos Aires en una familia acomodada, estudió ciencias en París. Tuvo una destacada actuación en la primera invasión inglesa secundando a Santiago de Liniers, reclutando voluntarios y con sus propios fondos formó con sus hermanos el cuerpo de caballería conocido como "los Húsares de Pueyrredón". A partir de eso decidió a continuar la carrera de las armas y la política. Ocupó distintos cargos: gobernador de Córdoba y de Charcas, jefe del Ejército del Norte y miembro del Primer Triunvirato en reemplazo de Juan José Paso. En 1816 fue elegido Director Supremo de las Provincias Unidas del Sur por el Congreso de Tucumàn, cargo que ocupó durante tres años.

En su despacho de Bosque Alegre atendía con frecuencia cuando estuvo en ese puesto y en distintas épocas pasaron por el lugar personalidades tales como el libertador General José de San Martín, José Cipriano Pueyrredón, Guido Soler, Dalmacio Vélez Sársfield, Domingo Faustino Sarmiento y otros. Alguna fuente dice que también Saavedra, Belgrano y Las Heras anduvieron sobre las mismas baldozas. Roque Sáenz Peña la alquiló cuando fue presidente, en 1912 ¡Cuanta historia en un mismo lugar!

Sarmiento y Vèlez Sársfield eran amigos de Miguel Aguirre y también de Prilidiano Pueyrredón. El sanjuanino plantó en esta chacra en 1870 un ejemplar de aguaribay que resistió indemne el paso del tiempo (ver fotos) Dalmacio Vélez Sársfield -futuro suegro a disgusto del sanjuanino- plantó otro en un rincón del jardín que no corrió la misma suerte y fue reemplazado. El inestable Domingo Faustino fue el mismo que confesó a un amigo haber tenido una erección ante la ya veterana Mariquita Sánchez de Thompson y un fuerte deseo de violarla sobre un piano. ¿Habrá sido en la propiedad de esta mujer, la Quinta Los Ombúes, atrás de la Catedral de San Isidro, a unas diez cuadras de aquí? (1) Volveremos sobre las andanzas de Dominguito, más que "gran educador", un loco peligroso.

Bajo la sombra de un gran algarrobo de Bosque Alegre que también sobrevive, Juan Martín de Pueyrredón y José de San Martín se supone conversaron acerca de la emancipación americana en 1817 y al año siguiente volvieron a reunirse en la chacra, esta vez con miembros de la Logia Lautaro.  Eran todos masones! Claro que Pueyrredón no era consecuente con los ideales emancipatorios del Congreso de Tucumán que lo designó como Director Supremo: era un proto-unitario centralista, de ideas monárquicas. Intentó en forma secreta el envío de un príncipe, un marqués o al menos un infante por parte del gobierno francés o del Brasil para gobernar estas tierras, pero no tuvo éxito. El hombre fue maquiavèlico y corrupto, como un Menem del siglo XIX (2).

Negoció secretamente mediante su emisario, el tristemente célebre Manuel García (también secretario de Bernardino Rivadavia, otro chorro del liberalismo vernáculo al que aún se lo trata erróneamente de "primer presidente" y se le rinden honores), una alianza con el gobierno lusitano de Brasil ofreciéndole la Banda Oriental a cambio de apoyo militar para derrotar a los representantes federales de las provincias del Litoral (Pancho Ramìrez, Ricardo López Jordán, Estanislao López, Josè Gervasio Artigas y Juan Bautista Bustos).

En 1816 se desató nomás una invasión de 30.000 soldados portugueses con el mejor armamento de la época sobre la Banda Oriental, que en tres años asoló y saqueó la zona y mandó a Artigas al destierro. Una vez traicionado, aislado y derrotado José de Artigas defendiendo el territorio nacional (1820), el movimiento federal jamás llegó al mismo nivel de orgullo gaucho e idealismo democrático. Pueden los uruguayos decir tranquilos, orgullosos y esta vez sin mentir que tienen un Gardel que nació en su "paisito": por su dimensión e ideales, Artigas solo es comparable con los inmensos San Martín y Bolívar.

Volviendo a Pueyrredón, lo que realmente le importaba era proteger los intereses de los poderosos porteños aún a costa que la patria perdiera soberanía y territorio. A San Martín lo largó en banda en la lucha del Ejército de los Andes contra los realistas en Chile y Perú e impidió la mediación del Libertador para interrumpir la lucha fraticida y gorila contra el Litoral. Hizo lo propio con el Ejèrcito del Norte.

Pero, como "a cada chancho le llega su San Martín" (que no es nuestro ilustra General), no le fue tampoco favorable políticamente el futuro a Juan Martín de Pueyrredón: reemplazado por José Rondeau -otro corrupto- como Director Supremo, se exilió en Europa desde 1835 a 1849 y a poco de volver, el 13 de mayo de 1850 falleció en Bosque Alegre. Eso si, como siempre pasa en la Argentina, no tuvo que devolver nada ni fue preso.

Bueno amigos: se trata de ir a la Chacra para dejarse sumergir en el ambiente de una época que parece mucho más épica y apreciar las costumbres y usos de  gente poderosa -que nos guste o no-, deja en la historia más hitos para asombrarse que la gente como uno.

Prilidiano Pueyrredòn (1823-1870), hijo de Juan Martìn y María Calixta Tellechea. Nació en Libertador y Juncal, otra propiedad de su familia. Todo parece indicar que fue el niño genio crecido en cuna de oro, pero a diferencia de muchos otros no perdió el tiempo: fue quizàs el màs importante pintor argentino del siglo XIX. Como retratista realizó más de cien obras y por su pincel pasaron varias personalidades de la época, Bernardino Rivadavia, Miguel de Azcuènaga y su propio padre, entra muchos.

El famoso retrato de Manuelita Rosas fue acordado, digamos, bajo estrictas medidas de seguridad: puede verse en el Museo de Bellas Artes y asombra. Pero Prilidiano también fue un gran paisajista y parte de su inspiraciòn la obtuvo en Bosque Alegre. Estudió en Francia durante el exilio de su familia, era ingeniero y urbanista. Construyó la casa de Azcuénaga (actualmente la Quinta de Olivos) y proyectó un puente giratorio en Barracas sobre el Riachuelo; reformó la Pirámide de Mayo y la Casa de Gobierno. En el museo pueden observarse su atellier y muchas de sus obras.



















Pero, ¿a que no saben que personalidad era pariente de los Pueyrredón y frecuentó también Bosque Alegre? ¡El inmenso José Hernández! Su madre (Isabel Pueyrredón) era prima hermana de Juan Martín. En la sala dedicada a éste puede observarse un cuadro genealógico que relaciona a las dos familias. Es el momento propicio para que hablemos del siguiente encuentro.

NdeH: actualmente el cuadro genealógico no forma parte de la exposición permanente.  

Museo Histórico Provincial José Hernández 
Chacra Pueyrredón

Presbítero Carballo (calle 111) Nº 5042, Villa Ballester, Partido de General San Martín, Provincia de Buenos Aires. Tel. 011-4768-7492. Horarios: lunes a sábados de 10:00 a 16:00 hs. También es relativamente fácil llegar en auto: desde la ciudad debes llegar al cruce de la Av. Gral. Paz en su visible cruce con Av. San Martín (ex Ruta Nacional 8). Internándote hacia el lado de la Provincia se atraviesa la localidad de San Martín tras algunas curvas, retomando la avenida homónima. Algunos kilómetros más adelante, luego de pasar junto al Hospital Eva Perón e instalaciones militares, tomando como referencia la fábrica Siemens (en el Km. 18), se dobla dos cuadras al este. Desde la provincia, tanto desde Morón o desde Boulogne-José León Suárez, hay que tomar Camino de Cintura y llegar a la rotonda de la intersección con la ex Ruta Nacional 8 (o Av. San Martín). De allí, unos dos kilómetros al sur-hacia Capital, sobrepasar la fábrica Siemens y doblar a la izquierda-al este, esas dos cuadras. Ir en colectivo debe ser medio plomo.


A finales del siglo XVI, la chacra original se extendía al sur del río de las Conchas (el actual Reconquista). Luego de sucesivos propietarios, en 1750 la adquiere Julián Perdriel, un francés de Buenos Aires, quien aporta su nombre al caserío que se forma en los alrededores. Muere en 1780.

Como se estarán imaginando mediante algún recuerdo que les viene del colegio, esos pagos fueron testigos del combate de Perdriel en las primeras invasiones inglesas, año 1806 (3). Nuestro viejo conocido Juan Martìn de Pueyrredòn habìa reunido voluntarios de la campaña bonaerense en Luján, ayudado por sus hermanos, el hacendado Martín Rodríguez y otros vecinos. Se sumó el comandante de blandengues Antonio Olavarría con su gente.


El 1ro. de agosto, Pueyrredón con unos doscientos paisanos batalló en Perdriel a un mejor pertrechado grupo de quinientos soldados ingleses del Regimiento 71 al mando del general Beresford, que cañoneó el lugar. Fue una escaramuza que duró entre media y una hora.

Las fuerzas criollas se reagrupan en la Chacra de los Márquez, actualmente zona de Boulogne (4), convertida en una especie de cuartel general, a la espera de la llegada de Santiago de Liniers con refuerzos desde la Banda Oriental. El 5 de agosto Liniers desembarca en Tigre, frente a la propiedad de Goyechea (hoy Museo de la Reconquista, calle Liniers 818, Tigre), se concentra en Chacra de los Márquez con el resto y avanzan por el Fondo de la Legua hasta Chacarita y de ahí a los corrales de Miserere y a Retiro: el 12 de agosto, se escribirìan las páginas de la Reconquista de Buenos Aires (5).


En diciembre de 1806, el Cabildo de Buenos Aires ordenó la impresión de monedas de oro con el escudo de la ciudad, para homenajear a los combatientes de Perdriel. Dicen que hasta hace pocos años cuando se hacía algún pozo en la lindera fàbrica Siemens, seguían encontrando balas de cañón y municiones de la batalla.



Un forzado huésped de Perdriel fue el ilustre Manuel Belgrano: le pide al Cabildo de Buenos Aires, que lo había encarcelado en Luján, que por la proximidad a su domicilio y motivos de salud lo trasladen allí. Belgrano es más que un héroe, un mártir de nuestra historia: abogado, funcionario y periodista convertido en militar, luchó por la independencia al frente de un Ejército del Norte harapiento y sin pertrechos, abandonado a su suerte por los políticos porteños (incluído Pueyrredón) pero logrando victorias memorables. Donaba la mitad de su sueldo y le pedía a sus amigos plata para comer. Murió años después olvidado y sin un cobre, enfermo de sífilis y paludismo crónicos.

En 1830 o 1832, según las fuentes, adquieren el predio que nos ocupa (en Villa Ballester) Mariano y Victoria Pueyrredón (conocida como "Mamá Toto"), tíos maternos de José Hernández, que nace en una de las habitaciones de la casa el 10 de noviembre de 1834. Lo crían allí unos años.

En 1840 los tíos deben abandonar la chacra debido a las presiones de la mazorca de Rosas y se exilian en Brasil. La casa es abandonada y saqueada. José vivirá un tiempo en lo de su abuelo en Barracas; en el interín fallece prematuramente su madre. Su padre Rafael es -paradójicamente- capataz en estancias de Juan Manuel de Rosas y lleva a vivir a sus hijos con él los siguientes años, por distintas zonas camperas (Camarones, Laguna de los Padres, etc). Su hermano Rafael fue un agrimensor e industrialista, un inventor y emprendedor que presentó decenas de proyectos sin suerte, pero también un valiente soldado federal.

Quien piense que José Hernández fue solo un escritor inspirado, está muy equivocado: fue corresponsal político, empleado de comercio, taquígrafo del Senado de la Confederación y secretario del Gral. Pedernera, en Paraná; integró redacciones de diarios, fundó otros y fue imprentero. Además de su magistral obra (dividida en dos partes: "El gaucho Martín Fierro" y "La vuelta de Martín Fierro"), escribió también "La vida del Chacho Peñaloza" e "Instrucciones al estanciero" con detalles para gerenciar. Fue fiscal del Estado, secretario del gobernador Evaristo López y ministro de Hacienda en la provincia de Corrientes.

Tuvo contradicciones pero peleó fuerte por los principios en los que creía: combatió en las batallas de Cepeda, Pavón y Cañada de Gómez. Fue un federal en acción. Denunció la traición de Urquiza (dijo "Por la torpeza de Urquiza, los políticos de Buenos Aires podrán avasallar las provincias"), apoya el levantamiento de López Jordán en Entre Ríos y después la candidatura porteña de Valentín Alsina. Tuvo varios exilios; el primero al Brasil.

Cuando funda el diario "El Río de la Plata" competirá en difusión con "La Nación Argentina" de los Gutiérrez, órgano de Mitre, "El Nacional" que responde a Sarmiento y "La Tribuna" de los Varela. De tanto criticar a Sarmiento el sanjuanino lo presiona hasta cerrar el periódico, le quita su casa y le pone precio a la cabeza de Hernández, que se exilia otra vez en Brasil y luego a Uruguay. Ahí trabaja en un diario y hace incursiones nocturnas cruzando el río para visitar a sus parientes en la Chacra de los Pueyrredón, a la que vuelven después de la caída de Rosas. De incógnito en un hotel de Buenos Aires, escribe el Martín Fierro.

Un parrafito pendiente para Domingo Faustino Sarmiento: este tipo es indefendible por donde se lo mire. Lo criticaba a Rosas por autoritario pero cuando fue presidente reclutaba milicianos mediante la leva para combatir federales, calumnia y persigue opositores y ordena intervenir provincias (6). Encima, varios autores sostienen que la publicitada acción educativa del sanjuanino fue más producto de la tarea de su ministro Avellaneda que suya. Cuando Sarmiento deja la presidencia cobraba cinco sueldos: de coronel, de senador, director general de escuelas de la provincia de Buenos Aires, como presidente de la Comisión Parque 3 de Febrero y director del Arsenal de Zárate.

José Hernández -como si fuera poco- fue diputado y vicepresidente de la cámara en Buenos Aires, integró el directorio del Banco Hipotecario y fue presidente de la Cruz Roja Argentina. Fue senador bonaerense y ayudó a su amigo Dardo Rocha en la planificación de la ciudad de La Plata (es graciosa la anécdota del multitudinario pero malogrado asado que el mismo Hernández condujo el día de su fundación). Muere en octubre de 1886 en su quinta de Belgrano pero lo que recordamos justicieramente es su nacimiento (10 de Noviembre), como "Día de la Tradición".

Volviendo a la Chacra Pueyrredón de Villa Ballester, pertenecerá durante varias generaciones a la familia hasta que Elvira Zulema Pueyrredón de Lynch decide por testamento que pase en 1959 a la provincia de Buenos Aires para un museo que recuerde a José Hernández.

Actualmente el museo es administrado por la Municipalidad de San Martín. Se destaca la casa principal con la sala donde nació el escritor, otra con elementos personales y ejemplares de su obra traducidos a varios idiomas y una dedicada a la batalla de Perdriel. Se pueden disfrutar los jardines y visitar la casa de peones, la caballeriza y el palomar.

FUENTES:

Municipalidad de San Isidro.
Municipalidad de San Martín
Asociación de Amigos del Museo Pueyrredón
Grupo de Empresas Siemens en la Argentina.
"Historia argentina con drama y humor". Salvador Ferla (Peña Lillo editor, 1985).
"Historia del país de los argentinos". Fermín Chávez (Ed. Theoría, 1980)
"Los motivos de Martín Fierro en la vida de José Hernández". Pedro de Paoli (Huemul, 1968).
"Argentina con pecado concebida" Federico Andahazi (Planeta, 2009).
"Cronología de las invasiones inglesas en el año del bicentenario" Jorge Virgilio Núñez (Ed. Milor) "Los mitos de la historia argentina". Felipe Pigna (Ed. Norma, 2004)

NOTAS: 

(1) Mariquita, en realidad, María Josefa Petrona de Todos los Santos Sánchez de Velasco y Trillo de Thompson (luego de Mendeville) vivía en la quinta Los Ombúes justo detrás de la Catedral de San Isidro, a unas diez cuadras de Bosque Alegre. Pero vendió la propiedad en 1829, por lo tanto este encuentro peligroso con Sarmiento debe haber sido en la actual calle Florida de la ciudad de Buenos Aires, cuando estaba más madurita. Desde 1881 Los Ombúes perteneció a la familia Béccar Varela y luego fue donada a la Municipalidad de San Isidro (hoy museo Béccar Varela). Mariquita fue amiga, entre otros, de Bernardino Rivadavia, Esteban Echeverría, Juan Bautista Alberdi y Juan María Gutiérrez, lo cual permite definir su ideología, aunque también fue iconoclasta y anticlerical. Resolvió en 1837 refugiarse en Montevideo por cuestiones políticas. Al tomar conocimiento de su determinación, Rosas le envió una pequeña esquela en la que le preguntaba: "¿Por qué te vas, Mariquita?", y ella le respondió: "Por que te tengo miedo Juan Manuel".

(2) Pedro Medrano, representante de Buenos Aires en el Congreso de Tucumán y abogado, decía de Pueyrredón: "Hay hombres más virtuosos pero no tan políticos. Los hay más sabios pero no tan discretos. Los habrá más santos, pero no tan vivos y perspicaces. Juan Martín tiene de aquellas virtudes las que se necesitan y tiene sobre todos los virtuosos la política, la perspicacia, la destreza y lo que vale más que todo, la opinión". Al tiempo un influyente comerciante inglés, Guillermo Parish Robertson, comentaba: "El directorio de Pueyrredón sostenido por el Congreso Nacional fue causa de incalculables daños para Buenos Aires. El cohecho y la corrupción eran los medios con que principalmente se contaba para sostener el Ejecutivo y bajo su patrocinio se había organizado un sistema de contrabando en gran escala como para dilapidar y arruinar el tesoro público, mientras llenaba los bolsillos del primer mandatario del Estado."

(3) La invasión inglesa fue una aventura típica de piratas: Beresford, Popham y Baird se animaron a estos pagos al enterarse que aquí había dos años de impuestos provenientes del Alto Perú listos a ser enviados a España. El apuro les hizo juntar solo 1600 hombres y aunque tuvieran entre sus antecedentes haber vencido a Napoleón, Liniers y los criollos de a poco lograron reclutar más de dos mil voluntarios.

(4) La chacra de los Márquez abarcaba unas doscientas manzanas y corría entre el camino Fondo de la Legua y los límites entre San Fernando y San Isidro. En la calle Virrey Vértiz 1051, Boulogne, en la zona ferroviaria, se conserva una casa bicentenaria de la familia, que participó activamente de la Reconquista.

(5) Al finalizar el día 12 de agosto de 1806, el cadete Martín Miguel de Guemes, militar de profesión con asiento en el Regimiento del Fijo de Buenos Aires, al mando de 50 milicianos de caballería de Pueyrredón (sólo de casualidad por haberse cruzado con Liniers, que le dió la orden) en lo que hoy es Plaza Fuerza Aérea Argentina en Retiro -donde llegaba el agua del río- aborda y captura a la nave inglesa Justine de la escuadra de Popham -que se hallaba varada- y había bombardeado Buenos Aires con sus veintiseis cañones y una tripulación de cien marineros. ¡Un buque abordado y capturado por una caballería con el agua hasta el cogote! Un caso inusual.

¿Y que fue de la vida de Don Santiago de Liniers? De héroe de la Reconquista e ídolo popular llegó a Virrey y terminó fusilado en Cabeza de Tigre, Córdoba, por conspirar contra la Revolución de Mayo, cuando ya los realistas estaban políticamente derrotados en Buenos Aires. Lo más curioso es que fue un precursor de nuestros políticos modernos: uno de los primeros chorros de la cosa pública, se robaba hasta las donaciones de la gente. Fue el inventor de las sub-monedas en el Río de la Plata, nuestros modernos patacones o LECOP: lanzó "valores reales" en 1808; pedía adelantos a Tesorería que jamás devolvía, colaboraba con el contrabando, cobraba coimas y en aquel entonces ya tenía de ñoquis en el virreinato a parientes y amigos. Había perdido toda su gloria para la gente.

(6) Dice De Paoli: "Búsquese en todos los discursos, en todos los libros de esa época, en cuanto hayan escrito Sarmiento, Mitre y Alberdi, que son los profetas del Partido Liberal de ambas tendencias y no se hallará ni una vez esta referencia a los oprimidos. No, ellos no descenderán jamás a hablar del individuo aisladamente, del ciudadano común, y menos aún, del pobre, del paisano, del gaucho. No, para ellos que se mecen plácidamente en las alturas etéreas, que conversan con los filósofos y economistas de moda, los paisanos, los gauchos, representan la barbarie, lo bajo, la chusma. Para eso están el Juez de Paz, el Comisario y el comandante militar". 

Las yapas:

Museo Histórico Regional Brigadier General Juan Manuel de Rosas

Diego Pombo (calle 72) 3324, San Andrés, Provincia de Buenos Aires - Tel. 4830-0683 - Horarios: Lunes a Sábados de 10:00 a 16:00 horas. Entrada gratuita. NdeH: no lo conozco y me lo debo pero está muy cerca del anterior, en la localidad de San Andrés del mismo Partido de San Martín, donde funcionó la comandancia del Cuartel de Santos Lugares. Hay objetos vinculados a los años en que el Restaurador de las Leyes era el gobernador de la Provincia de Buenos Aires. Uniformes, armas, pinturas, todos objetos que nos permiten conocer cruciales años de la Confederación Argentina. Lo administra también la Municipalidad de San Martín.

Museo de la Reconquista

Ubicado en Padre Castañeda y Av. Liniers, Tigre, Provincia de Buenos Aires. Tel. 4512-4496. Horarios: miércoles y viernes de 10.00 a 18.30 hs. y sábados, domingos y feriados de 14:00 a 18:00 hs. Entrada gratuita. Se puede llegar con el colectivo 60 (cartel A o C), caminando desde la terminal Tigre del FFCC Mitre o en auto por Panamericana ramal a Tigre y al terminar se gira a la derecha por Av. Liniers unas ocho cuadras. Siempre en zona norte del conurbano. Es la antigua casa del comerciante español José Martín Goyechea reciclada e integrada a una construcción actual de estilo hispánico colonial. Hay salas dedicadas a las invasiones inglesas de 1806, con uniformes de época, armas y documentos, entre otras exposiciones. Al otro lado de la calle empezó sobre el río Reconquista la epopeya de Liniers.

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Foto en bulbo


martes, 23 de noviembre de 2010

Victor De Gennaro: hablando clarito

Entrevista con Víctor De Gennaro
"El hambre es el mayor disciplinador social"
El fundador de la CTA asegura que Hugo Yasky, su rival interno, "pasará a la historia por su relación con el Gobierno y por ser el que originó la ruptura" de esa central obrera y considera que el modelo económico que aplica el kirchnerismo "concentra la riqueza y extranjeriza"

La Nación Enfoques Domingo 21 de noviembre de 2010. Publicado en edición impresa. Por Ricardo Carpena

Para algunos chistosos, muchos sindicalistas argentinos son como el aloe vera: cada semana se les descubren nuevas propiedades. Pensándolo mejor, además de ser un chiste viejo, es injusto porque cubre de sospechas de corrupción a todos los líderes gremiales, cuando, en rigor, se sabe que no todos encajan exactamente en el paradigma, tan autóctono, del dirigente enriquecido que representa a trabajadores empobrecidos.

Víctor De Gennaro se escapa de las características del gremialista estándar no sólo porque sigue viviendo en la casa de siempre en Lanús, por ejemplo, sino porque rompió con otra tradición tan arraigada en el mundo sindical: no buscó su reelección perpetua, como casi todos sus colegas, al frente de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), de la que fue secretario general desde 1984 hasta 1992, ni tampoco en la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), esa competidora directa de la CGT que fundó y lideró entre 1992 y 2006 (que reivindica la autonomía respecto de cualquier partido y en la que se eligen las autoridades por el voto directo y secreto de los afiliados, que llegan a 1.400.000).

Es más: De Gennaro es tan distinto de muchos de sus colegas gremiales que se fue de las filas del peronismo en los años noventa, en rechazo al menemismo, e incluso abandonó el sindicalismo activo cuando dejó la CTA para dedicarse a una construcción política de centroizquierda, como lo está haciendo en la Constituyente Social. No debió de haber sido fácil la decisión para este peronista genéticamente puro, que hace poco cumplió 62 años (aunque aparenta veinte años menos), con tres hijos y dos nietos, al que algunos imaginan como el "Lula argentino", rótulo que él rechaza porque, más allá de los orígenes sindicales de ambos, los procesos políticos de cada país son distintos. Aun así, De Gennaro no descarta una candidatura presidencial, pero siempre que sea el resultado de asambleas que definan "un proyecto colectivo" porque, repite, "hay que construir políticas para millones de personas".

De Gennaro está en estas horas en medio de un fuego cruzado con el docente Hugo Yasky, su sucesor al frente de la CTA desde 2006 hasta septiembre pasado, en que se hicieron los comicios para renovar autoridades. Yasky, cercano al oficialismo, perdió las elecciones por más de 15.000 votos ante el estatal Pablo Micheli, aliado a De Gennaro, aunque la situación no está definida: debería volver a votarse en algunos distritos por algunas irregularidades, pero, ante la falta de acuerdo con sus rivales, Micheli amenazó hace 48 horas con la posibilidad de que su sector deje la CTA para formar otra organización.

"Yasky pasará a la historia por su relación con el Gobierno y por ser el que originó la ruptura de la CTA", advirtió De Gennaro en la entrevista con Enfoques. "El Tano", como lo llaman muchos, también criticó duramente al "sindicalismo empresarial", en donde ubica a los dirigentes de la CGT de Hugo Moyano, cuyo poder -dijo- "no está en los afiliados, sino en los negocios".

Y criticó al kirchnerismo por imponer "un modelo económico que es un modelo de consumo para los altos ingresos y para el exterior". De todas formas, piensa que la dirigencia tradicional no lucha en serio contra la pobreza porque no le conviene al poder: "El hambre es el mayor disciplinador social que existe -afirmó-. El hambre desestructura, te obliga a sobrevivir y así no podés pensar en tus derechos, tus deseos".

-Hay una lectura obvia que se hace a partir del asesinato del ferroviario Mariano Ferreyra: que este caso refleja la decadencia de un modelo sindical que tiene que recurrir a la violencia para defenderse a sí mismo y a sus negocios. ¿La comparte? - Me gusta decirlo al revés. Los negocios implican un modelo sindical. Los negocios de la concentración económica, de la privatización, de la tercerización, han creado un sindicalismo que se transformó en empresario. Esto empezó después de la dictadura con los grandes popes del sindicalismo que empezaron a asociarse a esa estructura económica que derivó en las AFJP, las aseguradoras de riesgos de trabajo, las acciones de empresas privatizadas y las empresas tercerizadas. Su poder no está en los afiliados, sino en los negocios. Y ese sindicalismo es socio de los grupos empresariales y del Gobierno que, evidentemente, subvenciona ese tipo de prácticas. La consecuencia es este grado de deterioro que trata de impedir la democracia. Por eso muchos no quieren la democracia y la libertad sindical. Por ejemplo, no hay delegados: según estadísticas del año pasado del Ministerio de Trabajo, en el 87% de los establecimientos privados no tienen delegados. La falta de libertad y democracia sindical en el lugar donde se genera la riqueza es la clave de que se aliente este modelo de sindicalismo.

-No es la primera muerte en algún enfrentamiento en los gremios, pero parece que tampoco alcanza para que el poder político decida cambiar este modelo sindical. -La mayoría de las expresiones partidarias, gubernamentales o legislativas funcionan como gerentes de los grandes grupos económicos. El ministro de Trabajo es más el jefe de personal o el director de recursos humanos de las empresas que defensor de los trabajadores. Tomada es eso. Es igual que hablar de que la inflación no te preocupa o que un poco de inflación viene bien, como dijo Moyano: viene bien para los vivos que concentran la riqueza. Para los que vivimos de un sueldo, no viene bien. La inflación es una forma de trasladar la riqueza de un grupo a otro. Y los grandes concentradores, los que determinan los precios, son los que se llevan la ganancia. Ese proceso inflacionario beneficia a los que más tienen. Y una política económica que beneficia a los de arriba y a los de afuera, como la que está defendiendo el Gobierno, necesita una estructura sindical que se acople a esto y gerentes que, en términos políticos, la lleven adelante.

-Usted, evidentemente, no es de los que creen que este gobierno es progresista... -Me sorprende cuando alguien lo dice: en 1997, las 200 empresas más grandes del país producían el 11,2% del PBI y 104 de ellas eran extranjeras. En 2007, esas 200 empresas produjeron el 21,6% del PBI. Es decir, casi el doble. Y las extranjeras pasaron a ser de 104 a 128. El modelo económico es un modelo de consumo para los altos ingresos y para el exterior. Es hora de que eso cambie. No puede ser que en nuestro país haya hambre, el mayor disciplinador social que existe. Por otra parte, todos son muy progresistas pero no hacen una consulta popular ni de casualidad. No preguntan nada. No abren nada. Y la sociedad que viene, de los jóvenes, de las mujeres, de los trabajadores, implica una sociedad muchísimo más democrática. Y esto no es un problema teórico.

-¿Qué quiere decir? -Empecé a trabajar en la Secretaría de Minería en 1966 y ganaba 15.750 pesos. Con ese sueldo me pagaba los estudios, me empilchaba, me iba a comer varias veces por semana, me iba tres veces al cine, me iba de mochilero, tenía autonomía. ¿Cómo no iba a pensar en crecer en el mundo si tenía autonomía real? Hoy, el 70% de los pibes no conoce lo que es un trabajo estable hasta los 25 años. ¿Le parece que a los que están en la esquina chupando cerveza no les gustaría tener una pilcha buena y estar en un bar, jugando al billar, leyendo o estudiando? Les gustaría, pero no lo pueden hacer. Hoy, ser joven es un delito. No es nuevo: seis de cada 10 desaparecidos eran menores de 30 años, seis de cada 10 desocupados de la década del 90 eran menores de 30 años, y seis de cada 10 presos hoy son menores de 30 años.

-¿Cómo se combate la cultura de la "mano dura" indiscriminada contra los jóvenes cuando hay tanto delito juvenil? -Con sentido común. ¿Cuál es el país más seguro del mundo? Finlandia. Después, Noruega, Suecia, Bélgica, Dinamarca, Holanda... Tome los diez primeros y descubrirá que a mayor distribución del ingreso, menos delito. ¿Por qué entonces nos ocultan esta verdad? Porque es un negocio la cárcel, la seguridad privada, la estructura del delito. ¿O los pibes son los que tienen los desarmaderos? ¿Son los que hacen las cocinas de droga? No, claro. A veces me sentía inhibido ante los periodistas porque me decían: "Basta de diagnóstico, queremos propuestas". Pero un médico importante me dijo una vez que el diagnóstico es la clave, y tiene razón: si a un tipo le duele la panza y alguien piensa que es un tumor hay que operarlo, pero si alguien piensa que es gastritis hay que darle determinada pastilla y si alguien piensa que es un dolor que no existe, mandarlo al psicólogo. El diagnóstico es la clave. ¿Por qué en vez de perder tanto tiempo en esa discusión del emergente no discutimos a fondo la causa?

-Hay algo que usted dijo en lo que quiero detenerme: "El hambre es el mayor disciplinador social que existe". ¿Por qué? ¿Cuál es el negocio de mantener la pobreza? -El hambre no organiza sino que desestructura, te obliga a sobrevivir. No podés pensar en tus derechos y deseos cuando tenés que resolver lo más elemental. En este país, hace diez años había 13 millones de pobres. Hoy, 13 millones y medio es lo mínimo que reconoce el Gobierno, pero la mayoría dice que hay entre 16 y 18 millones. Está planificado, necesitan ese disciplinador social. ¿Por qué no hay trabajo en blanco? El negocio es bajar los costos. El costo salarial cada vez es menor en el producto final, pero te siguen apretando. No sólo te sacan más sino que te subordinan tu capacidad de creación, de ser feliz, autónomo. Por eso el hambre es un disciplinador social.

-Micheli amenazó anteayer con la posibilidad de que su sector deje la CTA para formar otra organización. ¿Ya hay ruptura? -Se llamará a los compañeros de todo el país para debatir lo que se hará. Yasky no quiere que se resuelva la elección, pero vamos a discutir el tema en un plenario nacional y asumiremos la responsabilidad de seguir construyendo una CTA con autonomía. Yasky pasará a la historia por su relación con el Gobierno y por ser el que originó la ruptura de la CTA. El comité arbitral dijo que en las elecciones no había habido fraude. Pero ellos no quieren que se vote de nuevo.

-¿Yasky garantiza una CTA más dócil? -Ellos entraron en esa actitud y hasta se transformaron al hablar en nombre del Gobierno delante de los trabajadores. Fue un error: hay muchos compañeros que pueden tener cualquier pensamiento partidario, pero la autonomía de la CTA es inclusive respecto del partido al que uno pertenezca y hasta del gobierno al que en algún momento podamos acceder. ¿Cuál es el drama?

-En las elecciones de la CTA hay peleas, denuncias de fraude, clima de ruptura. Ustedes encarnan un modelo distinto, pero ¿con este tipo de cosas no se acercan al de la CGT? -En la CGT no se vota. Y cualquier compañero de la CTA puede ser visitado en su casa...

-En nuestra charla usted no fue muy duro contra Moyano, la cabeza de ese sindicalismo empresarial que tanto critica. ¿Por qué? -Moyano es secretario general de la CGT, de la que yo me fui hace muchos años para construir otra cosa. Se pierde mucho más tiempo en destrozar personalmente que en discutir la esencia de la política. Uno no es solamente lo que dice, es fundamentalmente lo que hace. Pasa lo mismo a partir de la muerte de Néstor Kirchner: los que han hecho política solamente "anti-Kirchner" hoy quedaron colgados del pincel. La política es algo más profundo. Como el modelo sindical. El problema es cuál es la línea de fondo de esa estructura que se está quedando con los recursos naturales del país, con la vida de nuestros pibes, que mantiene el hambre... ¿Cómo puede ser que sigamos asistiendo, como si no fuera algo tremendo, a la muerte por hambre en "un país que está hecho de pan", como dice Alberto Morlachetti? [N. de la R.: es el creador de la Fundación Pelota de Trapo e impulsor de la campaña "El hambre es un crimen"]. No habrá un cambio sustancial en el país si no somos capaces de construir políticas para millones. No es cosa de tres o cuatro tipos, un grupito, una vanguardia... Esos terminan comidos por los dueños del poder. Millones significa democratizar. Y por eso hay que democratizar la vida sindical, electoral y partidaria.

-Es difícil solucionar el drama del hambre, más cuando se niega que exista. Es obvio que el mismo gobierno que niega la inflación no puede reconocer que crece la pobreza. -Hay dos países: uno que baila un minué de acuerdos electorales y del "tomala vos, dámela a mí" al que juegan los dos movimientos populares, el peronismo y el radicalismo, convertidos hoy en una rosca que no tiene nada que ver con la Argentina real. En esa Argentina que yo camino se discute cómo llegar a fin de mes, se coincide en que es una inmoralidad que no haya pago del 82% para los jubilados, por qué razón el salario familiar no es para todos. Lo que existe en esa Argentina real es falta de poder, que es algo distinto. Tenemos falta de poder, que es la capacidad de resolver y hacer las cosas que queremos.

-¿Le preocupa Moyano como símbolo de ese sindicalismo empresarial, que crece a expensas de los afiliados de otros gremios, que tiene un poder económico importante? -No, me preocupa la falta de libertad y de democracia sindical porque confío en que los trabajadores vamos a organizarnos como queremos. Cada uno debe tener derecho a proponerle a los compañeros lo que cree. Respeto todas las ideas, pero no puede impedirse la libertad y la democracia sindical. Ser secretario general no significa ser el jefe, sino representar al conjunto.

MANO A MANO Conozco a la mayoría de los sindicalistas argentinos y sé que la mayoría mejoró ostensiblemente su nivel de vida en forma proporcional a la continuidad en sus lujosos sillones. Víctor De Gennaro no parece haberse enriquecido y, cosa curiosa, los ejes de su discurso no variaron con el tiempo. En un país donde el que sube suele olvidarse de los que están abajo y readapta su discurso para que no lo parezca, De Gennaro es un caso tan raro como admirable. Es un tipo sencillo, inteligente, profundo, sensible y, sobre todo, coherente. Varias de sus definiciones se las escuché hace 20 años, cuando yo era un periodista especializado en temas sindicales, pero me impactó escucharlas de nuevo y, sobre todo, cómo siguen vigentes. ¿Me estaré contagiando de la "zurda loca", como definió el metalúrgico Juan Belén a la CTA? No creo. Sé que hay muchas cosas en las que no coincido con él, pero también sé que comparto sus apelaciones a la autonomía, a la libertad y a la democracia sindical, y a la construcción de políticas para millones, esas mismas que podrían sonar huecas en boca de cualquier otro. De Gennaro produjo en mí algo que pocos dirigentes despiertan en la ciudadanía: le creo.



Entrevista. Por Carlos Galván. Clarín Domingo 25/11/12.

¿Perdió el Gobierno el control sobre el conflicto social? El conflicto existe y se está agudizando porque los problemas se están agudizando. En el país que yo camino la gente discute cómo se llega a fin de mes, cuál es la perspectiva de trabajo, cuáles son las circunstancias que hacen que la mayoría de los pibes no conozca lo que es un trabajo estable. Ocho de cada 10 jóvenes menores de 30 años no saben lo que es un trabajo estable. En la provincia de Buenos Aires 6 de cada 10 personas que están en la cárcel son jóvenes menores de 25 años, es decir hay un crecimiento del castigo a la pobreza y a la juventud. Lo que hay es una manifestación distinta. Conflicto hay todos los días, y el Gobierno no lo contiene y encima, lo niega.

¿Usted entiende que se avecina una etapa de mayor conflicto social? La vida es conflicto, siempre hay conflicto. Si estás precarizado, querés estar efectivo, si ganas 3.000 pesos querés llegar a los 5.000. Lo que hay es mayor respuesta al conflicto. Los dirigentes sindicales convocaron al paro. Y la Presidenta les contesta a los dirigentes sindicales, se pelea con los dirigentes que convocaron al paro. Pero no les habla a los millones de trabajadores que se apropiaron del paro. Y esa gente se está organizado cada vez mejor. Se avecinan tiempos de mayor respuesta al conflicto.

¿Cuál será la respuesta del Gobierno a ese escenario que pronostica? ¿Represión?  (Sergio) Berni llevó hace poco a toda la gente que cortó la General Paz a Campo de Mayo. Hay más de 4.000 procesados por distintas causas por protesta. Hay 18 asesinados por conflictos sociales en los últimos dos años, de los cuales no por casualidad 10 son por problemas con la tenencia de la tierra. Haber aprobado la ley antiterrorista es una comprobación de esto, otra es haber traído a la Gendarmería y a la Prefectura para meterse en el control directo.

¿Forma parte del relato esto de que no se reprime la protesta social? Hace tres meses los compañeros del ingenio El Tabacal fueron reprimidos por la policía salteña, De la Sota reprimió a los trabajadores que salieron a pelear para que les pagaran una jubilación digna, Urtubey reprimió a los que se movilizaron en las rutas.

Pero está refiriéndose a las provincias y no al Gobierno nacional. Ah, ¿Urtubey no es del gobierno nacional? Gendarmería tuvo presencia en la represión de los petroleros en el sur. Hay una realidad que es la represión en el conflicto social. Hay un proceso de autoritarismo creciente.

Dijo que millones pararon el martes pasado, ¿no fue por los piquetes que muchos no fueron a trabajar? Eso es de chicos de cuarto grado. Están muy mal para decir una pavada como esa. De enero del año pasado hasta ahora hubo 47 cortes del Puente Pueyrredón. ¿L a Ciudad estuvo alguna vez como esta? En los 46 anteriores la Ciudad de Buenos Aires funcionó plenamente. No funcionó el país y les dolió el alma porque saben que es verdad. Pero todo esto es secundario, lo importante es que la gente se está organizando. La respuesta popular está creciendo y eso los preocupa.

¿Por qué hay tanta gente enojada con Cristina? Yo estoy menos enojado, el enojo no conduce a nada. Pero veo que hay enojo porque se subestima a la gente. Descaradamente te quieren vender una realidad que no existe, como la de que se come con 6 pesos. Esa mentira del INDEC de (Guillermo) Moreno. Lo que antes era viveza, ahora es ofensa. (Diego) Bossio gana más de 50.000 y le paga a más de 4,5 millones de jubilados 1.879 pesos por mes. Es un inmoral que les dice a los jubilados que tienen que ser solidarios. Que sea solidario con su plata.

La descripción que hace es la de un Gobierno reaccionario. ¿Por qué cree que hay tanta gente de izquierda que lo apoya? Yo soy muy respetuoso de esos compañeros, es gente que cree que no se puede hacer más, que no hay margen y que hay que sobrevivir. Pero además de sobrevivir hay que vivir.

VICTOR DE GENNARO
EDAD: 64 años
FUNDADOR DE LA C.T.A. Fue uno de los fundadores de la CTA, en 1991, luego de alejarse de la CGT disconforme con la posición frente al gobierno de Menem. Actualmente es diputado e integrante de la conducción del Frente Amplio Progresista (FAP).


sábado, 20 de noviembre de 2010

Combate de la vuelta de Obligado

Un hecho histórico proclive a diversas interpretaciones y análisis. Estos buenos artículos te permitirán sacar tus propias conclusiones. Horanosaurus. 


La soberanía nacional [Investigación histórica de Adolfo Saldías] Agenda de Reflexión (www.agendadereflexion.com.ar). Número 128, Año II, Buenos Aires, jueves 20 de noviembre de 2003.

En 1845 la Confederación Argentina, gobernada por Juan Manuel de Rosas, sufrió la alevosa agresión militar de las dos principales potencias de la época: Gran Bretaña y Francia, que venían cebadas de sendas apropiaciones coloniales en China y Argelia. Contaban con el apoyo explícito del bando unitario emigrado a Montevideo y el de Fructuoso Rivera, que había derrocado en esa ciudad al gobierno legítimo de Oribe. Este, a su vez, sitiaba la ciudad por tierra y, desde hacía meses, por el río lo hacía la flota del viejo y glorioso almirante Brown. Los europeos también especulaban con el apoyo eficaz del Imperio del Brasil, interesado en la Mesopotamia y en la Banda Oriental. Por su parte, los Estados Unidos de Norteamérica, que ya habían proclamado la doctrina Monroe, la dejaron de lado para otras oportunidades más propicias: estaban demasiado ocupados en la anexión del estado mejicano de Texas.

La flota anglo-francesa primero ocupó Montevideo, exigió la libre navegación de los ríos interiores argentinos, y se apoderó mediante su artillería de grueso calibre –sin previa declaración de guerra- de la débil escuadra de Brown, quien le escribió a Rosas: “Tal agravio demandaba imperiosamente el sacrificio de la vida con honor, y sólo la subordinación a las supremas órdenes de V.E. para evitar aglomeración de incidentes que complicasen las circunstancias, pudo resolver al que firma a arriar un pabellón que durante treinta y tres años de continuos
triunfos ha sostenido con toda dignidad en las aguas del Plata”. La enseña azul y blanca de los buques argentinos fue reemplazada por la francesa o inglesa, y todos sus marinos apresados. El mando de la escuadra apoderada se le otorgó al aventurero José Garibaldi.


Después de recurrir a la última ratio, las potencias imperiales se dispusieron a internar el Paraná y el Uruguay, declararon el bloqueo de todos los puertos, apresaron los barcos mercantes y se prepararon a ocupar los puntos dominantes del litoral argentino. La unidad de Garibaldi cañoneó, incendió, arruinó, tomó por asalto y saqueó la Colonia del Sacramento, luego tomó la isla Martín García, por el río Uruguay atacó al pueblo puramente comercial y desguarnecido de Gualeguaychú, saqueándolo durante dos días, a Paysandú, donde fueron rechazados, igual que en Concordia.

Pero a pesar de los atropellos, depredaciones y crueldades, la intervención no podía ocupar los puntos guarnecidos regularmente por la Confederación. Es así que las potencias resolvieron que sus escuadras combinadas forzasen a cañonazos el paso del Paraná hasta llegar y tomar a Corrientes, a fin de dominar ese gran río. Hasta entonces sólo se habían producido actos de fuerza para intimidar al gobernante nativo, método con el que en otros países habían obtenido amplias concesiones. Pero aquí y ahora, iba a comenzar la verdadera guerra.

Salvo el puñado de doctores emigrados, todo el país acompañó a Rosas en la lucha donde se comprometía la honra y la integridad nacional. Los gobernadores, las legislaturas del interior, los héroes militares de las campañas por la independencia, los hombres “principales” y acaudalados, los gauchos que podían manejar un fusil, los representantes diplomáticos acreditados en Buenos Aires, todos ratificaron de un modo inequívoco ese apoyo. Igual que la prensa de toda América y la de la propia Europa. El brigadier general don Juan Manuel de Rosas se convirtió así en el representante armado de la independencia que alcanzaron con tanto sacrificio las naciones sudamericanas, y del principio republicano que
miraban con desprecio las monarquías signatarias de la Santa Alianza. Era el consenso unánime manifestado de un modo elocuente el que así lo comprendía en toda la nación y en toda la patria grande. Era la bandera del río del Juramento y de los Andes que tremolaba en manos de los mismos que se habían batido en Salta, Chacabuco, Maipú y Lima. Era el padre de la patria, el Libertador don José de San Martín, ofreciendo sus servicios a Rosas, en defensa de la independencia amenazada. Y para que ningún eco de gloria faltase en ese concierto del patriotismo y del honor, la lira del autor del himno nacional llamaba así al sentimiento generoso de los argentinos:

Se interpone ambicioso el extranjero,
su ley pretende al argentino dar,
y abusa de sus naves superiores

para hollar nuestra patria y su bandera,
y fuerzas sobre fuerzas aglomera
que avisan la intención de conquistar.

Morir antes, heroicos argentinos,
que de la libertad caiga este templo:
¡daremos a la América alto ejemplo
que enseñe a defender la libertad!

[...]

Vicente López y Planes, Oda patriótica federal recitada en el teatro de la Victoria la noche del 5 de noviembre de 1845.

En la costa norte de Buenos Aires, a unos 160 kilómetros de la Capital, poco más allá de San Pedro, el río Paraná forma un recodo que se conoce como la Vuelta de Obligado. A esa altura el río tiene unos setecientos metros de ancho, y por ahí debía pasar necesariamente la flota extranjera para llegar a Corrientes. En ese lugar levantó sus principales baterías el general Lucio Mansilla, jefe del departamento del Norte, miliciano de la reconquista con Liniers, oficial de la campaña oriental con Artigas, comandante del ejército de los Andes con San Martín, de Maipú y la campaña del sur de Chile con Las Heras, héroe de la guerra con Brasil, un probado veterano de la Independencia con dotes singulares para sacar ventajas de cualquier situación de armas.

Sin embargo, carecía de los recursos naturales para desenvolver esas cualidades: es el momento en que el águila enjaulada tiende inútilmente sus alas y devora el espacio con los ojos. Hizo lo que pudo para conseguir esos recursos –municiones de artillería e infantería para las dotaciones completas-, pero éstos nunca llegaron. Mucho patriotismo y pocas municiones.

Mansilla montó cuatro baterías en la costa firme: la denominada “Restaurador Rosas” mandada por Alvaro Alzogaray, la “General Brown” por Eduardo Brown, el hijo del almirante, la “General Mansilla” por Felipe Palacios, y la “Manuelita”
por Juan Bautista Thorne. Eran servidas por un total de ciento sesenta artilleros y otros sesenta de reserva, parapetados tras merlones de tierra pisada entre cajones. Guarnecían las cuatro baterías quinientos milicianos de infantería al mando de Ramón Rodríguez y otra cantidad similar, con varios cañones, en los espacios entre ellas. De reserva, apostados en un monte, seiscientos infantes y dos escuadrones de caballería al mando de José Cortina. Detrás de ellos, unos trescientos vecinos de San Pedro, Baradero, San Antonio de Areco y San Nicolás, reunidos a último momento. La custodia del general, setenta hombres al mando de Cruz Cañete.

En la orilla, en un mogote aislado, estaban apoyadas unas anclas, a las que se asieron tres gruesas cadenas que atravesaban el río hasta la orilla opuesta, donde quedaron sujetadas a un bergantín armado con seis cañones al mando de Tomás Graig, estribor con frente al enemigo. Las cadenas se corrían sobre las proas, cubiertas y popas de veinticuatro buques desmantelados, hundidos y fondeados en línea. Con esto se propuso Mansilla mostrar a los anglo-franceses que el pasaje del río no era libre, y obligarlos a batirse si intentaban pasarlo.

La flota enemigo fondeó dos millas más abajo y durante dos días ambas fuerzas hicieron reconocimientos e intercambiaron algunos disparos de cañón. A las ocho y media de la mañana del 20 de noviembre de 1845 avanzaron sobre las baterías de Obligado once buques enemigos con noventa y nueve cañones de grueso calibre, de los cuales treinta y cinco eran Paixhans, de bala con espoleta y explosivos, acreditados por los estragos que habían hecho en los bombardeos de Méjico. Media hora después rompieron sus fuegos. La banda del batallón Patricios hizo oír el himno nacional. Mansilla, de pie sobre el merlón de la batería Restaurador Rosas invitó a los soldados a dar el tradicional grito de ¡viva la patria! Y a su voz arrogante y entusiasta, el cañón de la patria lo ilumina con sus primeros fogonazos. Otra media hora después y el combate se generaliza, entrando todos los buques en acción. Los pechos de los soldados argentinos sienten por primera vez la lluvia de bala y metralla, pero sin embargo las baterías de tierra ponen fuera de combate dos bergantines ingleses.

Al mediodía Mansilla comunica a Rosas que el enemigo no ha podido acercarse a la línea de atajo, pero que dada su superioridad, cree que lo harán, porque a él le faltan las municiones para impedirlo. Efectivamente, pocos minutos después el capitán Tomás Graig, comandante del bergantín argentino “Republicano”, que sostenía esa línea de atajo, quema su último cartucho. Cuando pide más municiones a tierra y le responden que ya no hay, hace volar su buque para no entregárselo al enemigo, y va con sus soldados a tomar el puesto de honor en las baterías de la derecha. Los buques de la alianza imperial avanzan hasta la línea de atajo, sufriendo todos los fuegos de las baterías. Como un volcán arrojando serpientes de fuego en todas direcciones, el agua cubierta de nubes de pólvora quemada, entre estrépitos de muerte, el Paraná se convierte en un infierno.

En lugar prominente de este cuadro está Mansilla; y su esfuerzo prodigioso, y su vida que respeta la metralla, y su espíritu, pendiente de una probabilidad halagüeña, concentrados en ese punto del río Paraná, donde se juegan el derecho y la honra de la patria que él defiende. Hay un momento en que esa probabilidad parece sonreírle: es cuando los cañones de las baterías hacen retroceder algunos
buques, ponen fuera de combate algún otro y apagan los fuegos de varios cañones enemigos. Pero simultáneamente una lancha con un contingente inglés logra cortar las cadenas y hacer pasar del otro lado algunos buques.

A las cuatro de la tarde Alzogaray, con casi todos sus artilleros muertos, quema en su cañón el último cartucho. La batería de Thorne es un castillo incendiado. Allí se sienten las convulsiones estupendas del huracán que ilumina con sus rayos una vez más la vida y que a poco fulmina la muerte entre sus ondas. El estampido del cañón sacude la robusta organización del veterano de Brown. El
mismo Thorne dirige las balsas y los cañones, que hacen estragos al enemigo. Se fractura un brazo y se golpea la cabeza, de tal manera que perderá el oído para siempre. Desde entonces sus viejos compañeros le llamarán “el sordo de Obligado”.

Después de ocho horas de bombardeo incesante, los patriotas se quedan completamente sin municiones. Mientras los cañones de los buques enemigos siguen disparando, se lanza la infantería de desembarco sobre las diezmadas fuerzas argentinas. Mansilla se pone a la cabeza y manda calar bayonetas. Al adelantarse, es derribado por la metalla en el estómago y queda fuera de combate. El coronel Ramón Rodríguez lleva otra carga con los Patricios y repele al enemigo; pero éste finalmente logra controlar el campo. Los europeos contaron ciento cincuenta bajas en la Vuelta de Obligado y sus mejores buques quedaron bastante averiados. Los argentinos sufrieron seiscientos cincuenta hombres fuera de combate y perdieron dieciocho cañones. Durante casi ocho horas, no se dejó de hacer fuego de parte a parte. Fue un brillante hecho de armas para ambos bandos.

La victoria que alcanzaron los anglo-franceses resultó pírrica; quizás confiaron demasiado en lo que aseguraban los emigrados unitarios, su prensa y sus libros: que ante su presencia en las costas, los pueblos “sacudirían el yugo de Rosas y
harían causa común con ellos”. Forzaron el pasaje del río y tal vez podrían dominarlo, pero supieron que no podrían avanzar tierra adentro, ya que se sublevarían contra ellos todas las fibras de un pueblo viril atacado en sus hogares. El desengaño de los aliados fue tan grande, como impotente de ahí en más la prédica de los emigrados. Y después de Obligado, todos en la Confederación se pusieron sin reservas al servicio de la patria y de los principios que Rosas sostenía, ancianos de las luchas de la Independencia, gauchos viejos de la edad de oro, opositores y muchos unitarios conspicuos, como el coronel Martiniano Chilavert, el artillero más científico de la época. Pero además en toda América y en Europa se consideró a Rosas como el único jefe americano que había resistido las violencias y agresiones de las dos mayores potencias mundiales. Desde entonces será llamado “el grande hombre de la América”.

Es que en un recodo del Paraná, un 20 de noviembre de 1845, la entereza del general Lucio Mansilla, rigiendo el sentimiento nacional, en lucha desigual con los poderes más fuertes de la Tierra, supo grabar con sangre que no se borra los derechos indestructibles del honor y de la gloria de la nación. Por eso se ha instituido al 20 de noviembre como el Día de la Soberanía.


Vuelta de Obligado, una batalla que todavía genera polémica

Clarín Sábado 20/11/10 Las causas y sus consecuencias aún se debaten. Hoy Cristina encabezará un acto en el lugar. Por Sibila Camps.


Sobre las barrancas del Paraná, en el mismo sitio donde las tropas de la Confederación Argentina enfrentaron hace 165 años a la flota anglofrancesa, se celebrará hoy por primera vez el Día de la Soberanía Nacional. Será en el paraje Vuelta de Obligado, cercano a San Pedro, con la asistencia de la presidenta Cristina Fernández.

Más allá de estrenar un feriado y un fin de semana largo, la conmemoración hace foco en una gesta intencionalmente descuidada hasta ahora por la historia oficial. Como es habitual en los conflictos bélicos, la invasión tuvo como excusa “liberar” al territorio argentino de la “tiranía rosista”. Pero el verdadero motivo fue económico: independizar y fundar la “República de la Mesopotamia”, y hacer del Paraná un río internacional de navegación libre. Había además dos objetivos políticos: debilitar a la Confederación Argentina, y acentuar la secesión de la Banda Oriental, dándole Francia su apoyo.

Rosas encargó frenar el avance de la moderna flota invasora a su cuñado, el general Lucio N. Mansilla. Consciente de la inferioridad de fuerzas, Mansilla se propuso al menos retardar el avance de las naves y, sobre todo, causarles el mayor daño posible. Para eso instaló cuatro pequeñas baterías, y tres cadenas de orilla a orilla en el paraje Vuelta de Obligado, donde el río se angostaba a 700 metros.

“Noventa buques mercantes, veinte de guerra”, recuerda Miguel Brascó en La vuelta de Obligado, que escribió y compuso para el uruguayo Alfredo Zitarrosa. Hoy, Teresa Parodi cerrará el acto a realizarse en el Parque Histórico Natural Vuelta de Obligado cantando ese triunfo.

Sin embargo, la batalla de la Vuelta de Obligado no fue un triunfo, y dejó numerosas bajas argentinas; aunque también las hubo del bando enemigo. Tampoco fue el único combate de la llamada guerra del Paraná. Pero los sucesivos enfrentamientos causaron importantes pérdidas humanas y materiales a la flota enemiga, que decidió emprender la retirada. Al abandonar el Río de la Plata, cumplió con la imposición de disparar veintiún cañonazos en desagravio al pabellón nacional.

Veintiún salvas de honor atronarán hoy en las barrancas. Será después de la Oración a los héroes de la Vuelta de Obligado, que interpretará por primera vez la banda militar “Tambor de Tacuarí” del Regimiento de Infantería Patricios, y que contiene los toques de órdenes de la batalla.

El acto musical comenzará a las 19 con el Himno Nacional, a cargo de la banda de Patricios y del barítono Ernesto Bauer. Para entonces ya se habrán concentrado en el Paraná una decena de naves de la Armada y decenas de embarcaciones deportivas y turísticas, convocadas a través de los clubes náuticos del norte bonaerense.

Será el momento de dejar inaugurado el monumento alegórico ideado por el artista plástico Rogelio Polesello, en el Parque Histórico Natural Vuelta de Obligado, ya preparado con infraestructura definitiva para recibir a los visitantes, incluidos miradores panorámicos, cartelería didáctica y un destacamento de Prefectura.

Los nuevos senderos comunican con el Museo de Sitio Batalla de Obligado y Centro de Interpretación de Flora y Fauna, un emprendimiento que la Dirección de Cultura de la Municipalidad de San Pedro llevó adelante mucho antes de que la Presidenta incorporara por decreto el 20 de Noviembre al calendario de feriados nacionales, y de que la Unidad Bicentenario organizara esta celebración.

También fue previo el hallazgo de más de 120 cartas inéditas sobre la batalla, que salieron a la luz en setiembre. Guardadas en el Juzgado de Paz de San Nicolás, habían pasado muchos años después al Museo y Archivo Histórico Municipal “Gregorio Chervo”, de esa ciudad; y fue el historiador nicoleño Santiago Chervo quien anotició de su existencia al director de Cultura de San Pedro, José Luis Aguilar.

La ceremonia de hoy es la culminación de la Semana de la Soberanía en San Pedro, con quince actividades culturales, deportivas y turísticas. Hoy, la Presidenta recibirá la Orden de la Soberanía Nacional de manos del historiador Pacho O’Donnell y de Luis Launay. Los festejos terminarán con un espectáculo de fuegos artificiales. A disposición de quienes quieran estudiarlos quedarán los documentos inéditos, ya digitalizados, a la espera de continuar reconstruyendo este tramo de la historia argentina.


Una fecha que lleva a la controversia

Clarín 20/11/10 - 01:04 Por Ricardo de Titto. Historiador. 


En el calendario se ha agregado el 20 de noviembre como feriado en conmemoración del Día de la Soberanía Nacional. La fecha tiene una posición controversial. Para bloquear el Río de la Plata y forzar la navegabilidad de los ríos, el argumento esgrimido por Inglaterra y Francia –potencias de la época– fue la “defensa de la libertad”. La empresa aparecía como una cruzada contra el tirano que sojuzgaba la región, Juan Manuel de Rosas. En contradicción con este postulado, poco antes George Canning –el liberal que abolió la esclavitud– había aclarado: “Inglaterra no tiene ideales sino intereses”.

Por el lado de Rosas, las dualidades también sobresalen. Mientras reunía soldados para frenar la penetración extranjera en el Paraná, al mando de su cuñado Lucio Mansilla, y cientos de oficiales combatían y morían a la vera del río, su hija Manuelita seducía a Lord Howden, representante inglés, compartiendo paseos y picnics en la isla Demarchi, actual Puerto Madero. A la par que los discursos en la Legislatura eran inflamantes contra el agresor, el trato del Restaurador con los imperiales era cordial y respetuoso: los consideraba sus amigos.

Que hubo agresión extranjera, nadie lo duda. Que se defendió la integridad nacional (aunque fue superada por los agresores), tampoco. Que Rosas, con su triunfo a lo Pirro, se granjeó el título de “Gran Americano”, es un hecho. Sin embargo, impedir la libre navegabilidad de los ríos tenía por motivación fundamental la defensa del puerto único y de la aduana porteña para beneficio de los hacendados bonaerenses, y esto muchas veces se oculta.

Las dos partes lograron parcialmente sus objetivos. Desde hacía años el mayor interés de las potencias extranjeras era que Buenos Aires y Montevideo no estuvieran en las mismas manos. Rosas, por el contrario, creía que sobrevendría un tiempo de gloria, pero sólo tres años después de firmarse la paz debió exiliarse en la tierra de los agresores. Una evidencia final del doble discurso del que habían hecho gala en ambos bandos.

Para ganar en claridad es conveniente evitar los discursos unilaterales –y efectistas– en las conmemoraciones patrias, aceptando la complejidad de los procesos históricos.

BONUS TRACK 1:  ¿Alguien desea más controversias? 


Clarín-Opinión 09/12/14. Por Luis Alberto Romero, historiador, Club Político Argentino.

Quién ganó el Combate de la Vuelta de Obligado, el 20 de noviembre de 1845? Muchos argentinos creen que fue una victoria nacional. Para los ingleses fue solo un pequeño combate, pero sus historiadores, como John Lynch, serios saben bien cómo fueron las cosas. En cambio los franceses lo han recordado. En 1868, en tiempos de los sueños imperiales de Luis Napoleón, la Rue de la Pelouse fue rebautizada como Rue d’Obligado. La calle desemboca en la Avenue de la Grande-Armée, la de Napoleón y de Austerlitz, a pocas cuadras del Arco de Triunfo, que celebra las grandes victorias. Más aún, en 1900 el nombre se impuso a la nueva estación del Metro. Así fueron las cosas hasta 1947, cuando Eva Perón visitó Francia y pidió que ambas fueras rebautizadas como Argentina.

A fuerza de leer a José María Rosa, a Pacho O’Donnell o a sus repetidores, muchos argentinos han quedado envueltos en un mito que, comenzando por exaltar la “gesta heroica” concluyó convirtiendo la derrota en victoria. Desde 2010, asesorados por el Instituto Nacional del Revisionismo Histórico, celebramos su aniversario como el Día de la Soberanía Nacional, con feriado incluido.

Los hechos son claros. En noviembre de 1845 la flota anglo francesa, que en ese momento sitiaba Buenos Aires, decidió remontar el Paraná y llegar hasta Corrientes, acompañando a buques mercantes cargados de mercaderías. Para impedirlo, el gobernador de Buenos Aires, J.M. de Rosas, dispuso bloquear el río Paraná en la Vuelta de Obligado, con cadenas protegidas por dos baterías. Se intercambiaron disparos, los buques cortaron las cadenas y siguieron su navegación hasta Corrientes.

Los mitos se desentienden de los hechos simples y comprobables, pero en cambio interpelan a los sentimientos y las emociones. El relato revisionista de Obligado, que se viene perfeccionando desde los años treinta, incluye algunas verdades, otras tergiversaciones y muchas cosas inventadas.

Con respecto al resultado, no hay duda de que fue una derrota: los ingleses pasaron, y llegaron felizmente a Corrientes. Se dice que fue una victoria “pírrica”, por las bajas ocasionadas; pero los ingleses y franceses perdieron solo siete hombres y los porteños doscientos. Podrá aceptarse que fue una gesta heroica y hasta una victoria moral -una especialidad argentina-, pero en los hechos fue una derrota.

En el núcleo del mito está la idea de que en Obligado Rosas resistió al imperialismo y defendió los intereses nacionales. Es cierto que el gobernador de Buenos Aires enfrentó a la “diplomacia de las cañoneras” y defendió la soberanía de su provincia. La tergiversación consiste en identificar esta forma de imperialismo, propia de mediados del siglo XIX, con la idea posterior de imperialismo -popularizada inicialmente Lenin- que aplicada a nuestro caso identifica toda la relación anglo argentina con la dominación y la explotación. Por ejemplo, muchos argentinos están convencidos de que los ferrocarriles han sido el peor de los instrumentos de esa explotación. Pero en tiempos de Rosas nadie confundía la agresión militar con las relaciones económicas. Toda la prosperidad de Buenos Aires se basó en una estrecha relación con Gran Bretaña, y el propio Restaurador, que la cultivó cuidadosamente, eligió exiliarse en Southampton.

El punto central del mito reside en la idea de que allí se defendieron los intereses nacionales. Pero en 1845 la nación y el Estado argentinos no existían. Había provincias, guerra civil y discusión de proyectos contrapuestos, basados en intereses distintos. El Combate de Obligado, y todo el conflicto en la Cuenca del Plata, es un ejemplo de esas diferencias. Rosas aspiraba a someter a las provincias, incluyendo a la Banda Oriental y a Paraguay, cuya independencia no reconocía. Corrientes defendía su autonomía y pretendía comerciar directamente con ingleses y franceses. En cambio Rosas quería que todo el comercio pasara por el puerto de Buenos Aires y su Aduana. El río Paraná, abierto o cerrado, estaba en el epicentro de las diferencias.

En Corrientes creían en el federalismo y la libre navegación de los ríos. La flota anglo francesa fue recibida amistosamente; hubo fiestas, los hombres admiraron los buques de vapor -los primeros que veían- y las señoras correntinas se empeñaron en hacer grata la estadía de los marinos. Rosas, que también trataba muy amistosamente a los ingleses de Buenos Aires, parece haber tenido una idea unitaria de la nación, construida en torno de la hegemonía porteña. ¿Cuál de los dos era el auténticamente nacional? Admitamos que sea opinable. Pero cuando las provincias acordaron en 1853 crear un Estado nacional, establecieron que el interés de la nación incluía la libre navegación de los ríos. Y así quedó.

Es curioso que sobre esta situación, que puede leerse en cualquier libro serio, se haya constituido el mito de la victoria -una verdadera trampa cazabobos- y el de la defensa de la soberanía nacional. Celebrar una derrota -como ocurre hoy con Malvinas- es la quintaesencia de nuestro enfermizo nacionalismo, soberbio y paranoico. Se encuentra en el sustrato de nuestra cultura política, y aflora cuando es adecuadamente convocado. Este gobierno, que vive envuelto en su propio mito, ha apelado con éxito al relato del revisionismo, adecuado a su política de enfrentamiento.

Desmontar estos mitos es una parte de la batalla cultural que deberemos encarar.

BONUS TRACK 2: más leña al fuego...  

Versiones y contradicciones de la Vuelta de Obligado

La particularidad del revisionismo histórico es que suele no revisar los hechos, sino mirarlos desde alguna ideología, la conveniencia política, los prejuicios, y hasta desde vivencias personales. Clarín 27/11/21. Por  Néstor Barreiro-periodista y escritor.

El combate de La Vuelta de Obligado, 20 de noviembre de 1845, sigue siendo un duro campo de batalla para los historiadores, además de ser un feriado movible por fines turísticos, ninguneo monetario oficial a la declamada definición de “epopeya histórica”.

Las ideologías que empuñan los historiadores los llevan desde afirmar que fue una gesta comparable con la hazaña de San Martín de cruzar la Cordillera de los Andes hasta quitarle todo mérito, entre otras cuestiones, por haber sido obra de Juan Manuel de Rosas.

La particularidad del revisionismo histórico es que suele no revisar los hechos, sino mirarlos desde alguna ideología, la conveniencia política, los prejuicios, y hasta desde vivencias personales, aunque sean recuerdos de infancia. Quizás eso le haya pasado a Miguel Brascó, sorprendente autor, para muchos, de la letra del triunfo La Vuelta de Obligado.

Ni zamba, ni chacarera, ni milonga, ni vidala, ni gato, ni chamamé, ni carnavalito… No, Brascó y Alberto Merlo escribieron un triunfo, un estilo de los denominados históricos de nuestro folclore porque ya no se baila y nació después de la derrota definitiva de los españoles en la batalla de Ayacucho. A eso se debe su nombre.

La elección del estilo musical no pega con los fríos números del resultado del combate: los gringos (como unifica Brascó a los británicos y franceses en su canción, tuvieron veintiséis muertos y algo más de sesenta heridos; los patriotas, doscientos cincuenta muertos y quinientos heridos, casi el 40% del total.

Fue una derrota. Heroica, si se quiere, pero derrota al fin, y no solo por esos números. Los gringos lograron cortar las tres cadenas que unían veinticuatro lanchones desmantelados, con lo que se intentaba impedirles el paso en ese recodo del Paraná, y llegaron a Corrientes, “donde la sociedad local admiró los nuevos barcos de vapor y las damas alternaron y coquetearon con los oficiales británicos”, como cuenta Luis Alberto Romero en La Nación del 18 de noviembre de 2010.

Miguel Brascó es más conocido por haber sido un destacado especialista y crítico de vinos y de comidas gourmet que por las otras muchas cosas entre las que repartió sus talentos: abogado, periodista, poeta, escritor, humorista, dibujante, creador y editor de revistas. Y fundador de clubes para hombres, cuyos nombres tampoco pegan con la letra de La Vuelta de Obligado: The Fork Club y The Twelve True Fishermen, título de un relato de Chesterton. En su biblioteca había importantes escritores británicos, desde el infaltable Shakespeare, a T. S. Eliot, pasando por Anthony Burgess. Y mucha poesía, buena parte en inglés, idioma que hablaba a la perfección.

Nació en Santa Fe, pero vivió hasta los doce años en la Patagonia, en Puerto Santa Cruz. A los trece, volvió a Santa Fe, donde hizo el secundario y se recibió de abogado en la Universidad Nacional del Litoral. Si escribió la letra de canciones litoraleñas por sus vivencias de adolescencia, con música de su gran amigo y comprovinciano Ariel Ramírez, bien podemos jugar al psicoanalista y argumentar que algo vivido en su infancia patagónica les generó a sus versos esta exaltación patriótica: 

“Pascual Echagüe los mide, /Mansilla los mata; /Mansilla los mata.
¡Que los tiró a los gringos! /¡juna y gran siete!
Navegar tantos mares, /venirse al cuete; /¡qué digo, venirse al cuete!...”.

Mónica Albirzú, en la biografía que escribió para la editorial Capital Intelectual, reproduce está anécdota que le contó Brascó. “Inglés, estudié en el Colegio Nacional de Santa Fe, pero primero lo aprendí de chico, en Santa Cruz. Era un inglés básico, para poder comer. Cuando eras invitado por un compañero de escuela a su casa a tomar el té, por ejemplo, que era todo un ceremonial importante, tenías que usar las palabras correctas. Estaba la madre presente y vos le pedías el dulce, y la señora te miraba con ojos glaucos y hacía como que no te escuchaba, y no te daban nada hasta que no decías ‘marmalade’. Las inglesas de la Patagonia eran más inglesas que las de las Islas Británicas, eran de las que pronunciaban el ‘yes’ y el ‘no’ para adentro”.

”Los barcos llegaban de Liverpool a cargar corderos y lanas y traían mercadería para la colonia inglesa: ropa, comestibles... Nosotros comíamos manteca inglesa, miel de caña, chocolates; las mentas como los after eighth eran comunes en mi infancia. El principal aprovisionamiento de la zona venía de Inglaterra. No recibíamos prácticamente nada de Buenos Aires”.

Puerto Santa Cruz era en esos años, prácticamente, una colonia británica. ¿Contradicción en Brascó? Es la misma aparente contradicción de una sociedad que llama imperialistas a los mismos países que tienen un modelo de república y democracia deseable para la propia, y de cuyo mundo se quiere formar parte, no por el que se quiere ser colonizado. Pero para volver a entrar en ese mundo será necesario mucho más que cantar el relato de un triunfo.

Alberto Merlo, autor de la música, lo grabó en 1974, el mismo año que José María Rosa le propuso al gobierno la repatriación de los restos de Rosas y que se estableciera el 20 de noviembre como Día de la Soberanía Nacional. El feriado debió esperar treinta y seis años un DNU de Cristina Kirchner.

Veamos esta otra aparente contradicción, en línea con la de Brascó, de los dos personajes más notables de la “epopeya histórica”.

La carta de apoyo absoluto de San Martín a Rosas (“…en las circunstancias en que se halla nuestra patria, me hubiera sido muy lisonjero poder nuevamente ofrecerle mis servicios en la injustísima agresión y abuso de la fuerza de la Inglaterra y Francia contra nuestro país…”) la envió desde su exilio en Francia. Y Rosas, tras la derrota de Monte Caseros, se refugió en la casa del cónsul británico, Robert Gore, quien lo encontró descansando en su cama, todavía vestido con el uniforme sucio y barro en las botas, y esa misma noche lo embarcó en una nave de guerra de nombre sugestivo (Conflict), rumbo a Inglaterra, donde vivió casi la tercera parte de su larga vida.

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