En el tintero me quedan:
Cap. 4: Jazz & jazz-rock.
Cap. 5: Banda de sonido originales de películas.
Que los disfruten. Les dejo Un beso en la reja. Horanosaurus.
CAP. 3 - Pop, rock & progresiva-parte 2
**Yes – “Fragile” (1971)
Revisemos ahora de un saque a los principales mentores del llamado “rock sinfónico”, dominio casi exclusivo de los ingleses. Género propenso al uso de recursos de la música clásica, arreglos casi impensables para los tiempos que corren para la música popular, algo pretenciosos. Con predominancia de teclados y alejando un poco a la guitarra eléctrica del centro de atención. Al rock sinfónico se lo criticó fuerte cuando pasó de moda, pero no le faltaba calidad ni inventiva.
“Fragile” es un discazo de Yes, grupo insoslayable del rubro, formado aquí por John Anderson, Chris Squire, Tony Kaye, Steve Howe y Bill Bruford. Esta obra es un estandarte del género sinfónico. Insuperable “Roundabout”, exquisita “Mood for a day”.
*Yes – “The Yes Album” (1973)
Con aquella misma formación (antes que llegara Rick Wakeman en teclados) y temas como “I´ve seen all good people” y “Yours is no disgrace”. Un poco más rockero y con prodigiosos arreglos vocales.
Para muchos entendidos es imprescindible “Close to the edge” (1972). Yo disfrutaba más en su momento del doble “Tales from topographic oceans” (1973). Después de un paréntesis, los Yes volvieron a revivir con “90125” (1983), con el recurso de moda de la batería electrónica, Trevor Rabin en vez de Steve Howe y con Tony Kaye, de vuelta, por Wakeman.
Les recomiendo rastrear también el formidable arte de tapas del artista Roger Dean que adoptó el grupo para ilustrar sus primeras obras y nos sirvieron de poster en muchos de nuestros departamentos de solteros.
Pasaron por la Argentina en la exitosa gira mundial de “90125”, realmente aggiornados. Los vi dos veces seguidas en la cancha de Vélez Sársfield en febrero de 1985: el furor de la primera convocatoria motivó una nueva fecha a la semana siguiente. Me impactaron.
*Genesis – “Selling England by the pound” (1973)
Este otro grupo inglés también hizo cosas memorables en el género sinfónico o progresivo. Hay que reescucharlos sin prejuicios: muy buena música, aún moderna y sensible, muy inspirada en el folk inglés. Aquí, en la primera etapa de la banda (para los puristas, su pico artístico) identificada con el liderazgo de Peter Gabriel, formación clásica complementada por Mike Rutherford, Stephen Hackett, Tony Banks y Phil Collins. Es el quinto disco de Génesis, editado cuando ya eran baluartes en Europa. El tema más festejado del disco fue "I know what I like (in your wardrobe)".
*Genesis – “A trick of the tail” (1975)
Ya los había abandonado Peter Gabriel y la voz líder quedó para Phil Collins, el baterista. Este CD ya pertenece, por ende, a la segunda etapa de la banda, de un éxito comercial inaudito en los ochenta. Tiene una pátina más romanticona que el antecesor (“Entangled”, “Mad man moon”) pero también arrebatos tecno (“Los endos”). La música de Génesis mantenía su espíritu épico y sinfónico pero con los años se fue haciendo más pop y hasta bailable. Dos ejemplos para descubrirlo son los discos “… and then were three” (1978) y “Duke” (1980). Collins descollaría paralelamente con su carrera solista, que duró bien arriba más de una década.
*Peter Gabriel – “So” (1986)
Mítico fundador del grupo Génesis junto a compañeritos de colegio, este sesentón se largó como solista allá por 1975 y marcó un camino originalísimo. Se aleja bastante de la onda de Génesis y el sinfonismo, mete beat, ritmos africanos y eclecticismo. Además de poseer una voz tan inconfundible como seductora, fue precursor rockero de los grandes despliegues escénicos, vestuarios, perfomances teatrales y shows innovadores.
Conviene sobremanera entonces escuchar sus primeros cuatro discos solistas, que salieron entre 1977 y 1982. No tenían por título más que “Peter Gabriel” y en todas sus tapas salía su cara deformada de algún modo con algún truco fotográfico. Hasta ahí era un artista de culto (para oyentes especializados, digamos). En posteriores re-ediciones y remasterizaciones de ese material, la
discográfica los rebautizó como “Car” (1977), “Scracht” (1978), “Melt” (1980) y
“Security” (1982).
“Solsbury hill”, “Hundrum”, “I have a touch”, “San Jacinto”, “Kiss of life”, “Shock the monkey” y “Biko” son temas sobresalientes de esa época. Pueden escuchar el vivo “Peter Gabriel plays live” (1983), que resume buena parte de esta etapa y es más vibrante que esos discos de estudio.
Todo esto hasta que sacó “So” –aggiornado con más dósis de beat y afro- y Gabriel saltó a la fama mundial. Fue su mayor éxito comercial, difundiéndose hasta el hartazgo “Sledgehammer”, “Big time”, “Don´t give up” con Kate Bush e “In your eyes”, con la voz del senegalés Youssou N’Dour.
Los dos álbumes siguientes (entre 1986 y 1992), que también tituló con palabras de dos letras, le sirvieron para plasmar definitivamente un estilo rockero casi minimalista, intelectual y bailable a la vez.
A Gabriel también le encargaron varias bandas de sonido para películas. Las más conocidas fueron “Birdy” (Alan Parker, 1985) y “Passion: the last temptation of Christ” (Martin Scorsese, 1989). Desarrollaré esta info en particular en el Cap. 5-Bandas de sonido originales pero, en definitiva, recomendaría incluirlas cuando hagan el intento de escuchar todos estas obras del inglés, porque hacen al conjunto.
*Peter Gabriel – “Us” (1992)
“Kiss the frog”, “Steam” y “Digging in the dirt” movieron tabas en todo el mundo pero el tema más emblemático pienso que es “Secret world”. Los músicos base de esta etapa musical fueron el bajista/stickista Tony Levin y el batero francés Manu Katché. Aunque no hagan a la calidad intrínseca de la música, los videos de Peter Gabriel que acompañaron sus lanzamientos fueron un sello originalísimo de la época.
Mike Rutherford, Steve Hackett y los otros integrantes de Génesis, hicieron sus intentos solistas y dejaron algunas cosas agradables. Mike Rutherford sacó como solista un aceptable “Smalcreep´s day” (1980) y el malo “Acting very strange” (1982), despegándose un poco del sonido Génesis y acompañado por los cercanos Anthony y Simon Phillips, Stewart Copeland, Daryl Stuermer y otros. Después levantó la puntería armando Mike & The Mecanics, sumando varias veces al gran vocalista Paul Carrack al equipo para grabar algunos temas pop inolvidables como “The living years”, “Silent running/Can you hear me?”, “Another cup of cofee” y “Over my shoulder”. Si no recuerdan haberlos escuchado, vayan por ellos de algún modo.Están por ejemplo, en “The story so far-Greatest hits” (2006)
Paul Carrack no solo pasó por ese grupo, también estuvo en el muy buen conjunto inglés de new wave Squeeze con Jill Holland, el famoso conductor del programa musical de TV de la BBC (escuchen algún día la preciosa canción “Tempted”).
Ya mencionamos a Phil Collins, que con sus discos solistas ha logrado superar los cien millones de discos vendidos, récord que solo han igualado Paul McCartney y Michael Jackson. El pelado inglés nos iba a someter durante más de una década a sus hiperdifundidos hits y temas blandengues para películas hollywoodenses. No estaban malos ¡pero saturaba!
* Camel – “Breathless” (1978)
Fue una banda de Surrey, en
las afueras de Londres, que empezó a dar vueltas a fines de los sesenta. Hacían
un rock progresivo que se fue puliendo, amable pero no tonto, con muy buenas
melodías y arreglos ingeniosos, rotando en las voces a cualquiera de sus dos
cantantes: Andrew Latimer (guitarra, flauta) o Peter Bardens (teclados). Más
cercanos a Supertramp que a los más jugados Emerson, Lake & Palmer o Focus.
Como buen grupo sinfónico
británico hicieron también obras enteramente instrumentales, mejor si estaban
basadas en libros inteligentes o leyendas al uso inglés de la época y
cumplieron con el consabido rito de tocar junto a la Sinfónica de Londres en el
Royal Albert Hall para terminar de consagrarse. Ah! Verán que el grupo adoptó
la gráfica de los afamados cigarrillos norteamericanos Camel para ilustrar
varias portadas de su discografía.
Sus conocidos
temas “Song within a song” y “Chord change” de “Moonmadness” (1976) los
representan muy bien. Pero “Breathless” (1978) es un disco redondo, lo mires
por donde lo mires. Muy difícil no lo encuentres atractivo. No puedo afirmar
que sea la cumbre de la carrera de Camel pero si que es un excelente punto de
partida para empezar a bucear en ella. No coincido con los críticos, que
ensalzan más su “Mirage” (1974): según la revista Rolling Stone, está entre los
mejores 25 discos de rock sinfónico de la historia. Como es de suponer, debajo
del Nº 1 “The dark side of the moon” de Pink Floyd.
Emerson, Lake & Palmer – “Trilogy” (1972)
Otro grupo muy representativo de los sinfónicos pero con una instrumentación que rompía la tradición rockera de la guitarra eléctrica al frente. Integrado por Keith Emerson (teclados), Greg Lake (bajo y voz) y Carl Palmer (batería). La mayoría eran composiciones propias pero se animaban con autores modernos como Ginastera, Aaron Copland, Bartok o Mussorgsky. La balada “From the beginning”, de este CD, es imbatible.
Un amigo me regaló una platea que le sobraba para verlos en el estadio Obras en su tardía visita a Buenos Aires, en abril de 1993. Otro revival de músicos peleados entre sí que se quedaban sin dinero, extrañando épocas mejores. A pesar que en mi juventud “gasté” sus vinilos “Tarkus” y “Trilogy”, tampoco era EL&P mi grupo de cabecera. No me defraudaron y pasé un momento bueno, obviando la anacrónica payasada de Keith Emerson pateando y volteando un piano vertical al final del show. ¿Rompía uno por función? ¡No se diga, gente grande!
**Pink Floyd – “El lado oscuro de la luna” (1973)
Quizás Pink Floyd fue el que más elementos pop incorporó al colectivo del rock
sinfónico, enriqueciéndolo con baladas efectivas y coros femeninos de realce. Roger Waters (bajo, guitarra y voz), Rick Wright (teclados) y Nick Manson
(batería) ya venían tocando juntos en proyectos anteriores de principios de los
sesenta. En 1964 se incorpora el cantante y guitarrista Syd Barrett, a quien se
le atribuye el nombre del grupo en honor de sus bluseros favoritos: Pink
Anderson y Floyd Council. Ese músico mitificado imprimió a la banda una onda
experimental y psicodélica que puede escucharse en su festejado primer disco “The
piper at the gate of dawn” (1967), que para mi no superó el paso del tiempo. Al
poco tiempo Barrett debió dejarlos por problemas mentales y de drogas y fue
suplantado por el guitarrista David Gilmour.
Después de algunos escarceos, produjeron estas dos gemas que caen de maduras por unanimidad: vendieron millones, aún son escuchadas por las nuevas generaciones. Sirven para abrir el oído musical de cualquiera. Roger Waters y David Gilmour les seguirán sacando provecho mientras puedan.
“The dark side of the moon” fue grabado en los estudios Abbey Road de Londres y su ingeniero de sonido fue Alan Parsons, luego devenido músico. Imbatible el tema “Money” y realmente original “The great gig in the sky”, con la excepcional voz invitada de Clare Torry, que cobró solo 30 libras por su colaboración y años después le hizo un fenomenal juicio por derechos de autor al grupo. El arte y los artistas se cotizan bien pero no todos tiran manteca al techo ni son muy desprendidos.
*Pink Floyd – “The wall” (1979)
El mensaje de esta obra conceptual “baby-boomer” no me llegó nunca demasiado e, incluso, me parece medio demagógica. Sin embargo, Pink Floyd vendió más de 50 millones de discos de esta ópera rock antibelicista y su mentor Roger Waters sigue dando vueltas al mundo con puestas en escena megalómanas moviendo multitudes, porque tiene lo suyo.
Pueden ver la creativa película homónima de Alan Parker, para recrear su idea. Para mí se destacan claramente los temas “In the flesh”, “Another brick in the wall”, “Confortably numb” y mi super-preferida “Run like hell”, donde sobresalen las cualidades del excelente guitarrista David Gilmour, de estilo lento y de pocas notas pero super-expresivo. Gilmour reemplazó a Barrett en 1968, cobrando 325 libras por semana.
Con varios hits, también puede mencionarse el disco “Wish you were here” (1975). Ya “The final cut” (1983) me parece redundante.
**Focus – “Hocus pocus” (1996)
Inolvidable grupo de rock holandés liderado por el virtuoso guitarrista Jan Akkerman y con Thijs van Leer en flauta, teclados y voz. Empezaron sus carreras profesionales –como otros miles- siendo músicos en la versión local de la obra “Hair” (*)
No fueron del montón: tenían bagaje clásico y se notaba en sus composiciones. Con reminiscencias del primer Jethro Tull, tenían sutilezas que hacen obviar algunos ticks redundantes del rock progresivo de la época.
En la Argentina los trabajos de Focus no fueron editados en forma cronológica ni contínua. “Hocus pocus” es una recopilación posible. Hay otra de origen británico muy parecida pero difícilmente conseguible -de la serie Rock Sensation del sello Polydor (1975)- que contiene también el imbatible tema estandarte “Hocus pocus”, un clásico del grupo perteneciente al LP “Olas danzantes” e incluye “Tommy”, “Janis” y otras bellezas.
Otro disco recomendable es “Hamburguer Concerto” (1974), cuarto álbum en estudio del grupo. Tiene la deliciosa “La cathedrale de Strasbourg”.
(*) ¿Uds. sabían que en la versión teatral argentina estaban Valeria Lynch, Rubén Rada, el negro Fontova y que Carlos Cutaia-ex Pescado Rabioso era el director musical? Yo era un pibe cuando la vi durante un veraneo familiar en Mar del Plata en el año 1970 o 1971, en medio de una de nuestras comunes dictaduras militares (claro está, sin desnudos permitidos). Ninguno de ellos era conocido masivamente y estaban haciendo sus primeros rebusques. Acá en el sur apenas se conocía la movida hippie, entretenidos con el retorno de Perón.
*UK – “Danger money” (1979)
“UK”=United Kingdom, trío inglés de rock sinfónico formado por Eddie Jobson (ex Roxy Music, Zappa y Curved Air) en violín y teclados, John Wetton (ex King Crimson y luego ASIA) en bajo y voz y Terry Bozzio (baterista pirotécnico en rigor de verdad norteamericano, viejo músico de Frank Zappa). En algún momento fueron parte del clan los inmensos Bill Bruford (batería) y Alan Holdsworth (guitarra). UK fueron básicamente buenas composiciones y originalidad, reminiscencias de Emerson, Lake & Palmer renovadas.
A propósito: les recomiendo fervientemente que busquen cosas de Allan Holdsworth en su etapa solista: jazz rock o fusión. Tocó con Soft Machine y con el baterista Tony Williams en su grupo Lifetime, Jean Luc Ponty y Gong, entre otros. Falleció en 2017. El sonido de su guitarra sintetizada era extraño pero cautivante e inimitable: usaba la tecnología Synthaxe, que no permitía rasguear y resultaba inútil para el pop y el funk. Los discos de Holdsworth más famosos fueron “Metal fatigue” (1985) y “Avatachron” (1986). Era lo que se dice un músico de culto y aunque sus composiciones no eran extraordinarias, su instrumento sonaba único. Otra sugerencia es que vayan por el CD o el video “Allan Holdsworth
Trio Live Jarasum Jazz 2014” donde lo acompañan Gary Husband (Level 42, NDR Big
Band, etc. y 4th Dimension de McLaughlin) en batería y el extraordinario Jimmy Haslip
(ex Yellowjackets y otro larguísimimo etcétera) en bajo fretless: hacen temas históricos
del guitarrista modo aplanadora.
**King Crimson – “Radical action to unseat the hold of
monkey mind” (2016)
Cultores del rock progresivo,
empezaron allá por 1968 en Londres. Le pusieron ese nombre (“rey carmesí”),
aludiendo a belsebú, el demonio. Uno de sus primeros pasos fue ser teloneros de
los Rolling Stones en el famoso concierto en Hyde Park, presentado como
homenaje al recién fallecido Brian Jones (donde se juntaron 500 mil personas),
ese en el que Jagger sale en las fotos vestido todo de blanco.
El líder de la banda, el
guitarrista Robert Fripp –hoy un señor muy activo de setenta y pico-, la condujo
en experimentación constante, escapando siempre para adelante: como si no le
importara el público cautivo ni vender más. La música de Crimson es muy poco
comercial, a veces dura y hasta sombría. King Crimson es como el agua caliente:
metan la pata en ellos de a poquito, con precaución, o les quemará y los
abandonarán perdiéndose el goce.
No fui fan de King Crimson ni compré sus discos a montones: es más, sus
primeras obras se me pasaron de largo. Pero ya en los ochenta -en su veta más pesada- cuando uno caía en
mis manos me movía la estantería. Después terminé escuchando todo su repertorio
en mp3 y comprobé que siempre fueron cosa seria, comparable a las dimensiones
de Pink Floyd (pero sin tanta bambolla). Y otra cosa personal rara y sin
mucha explicación racional: ahora que reescucho los primeros LP de KC con la voz
de Greg Lake (futuro Emerson, Lake & Palmer), el clima de época me remite a
las baladas con influencia folk inglés del Génesis primigenio y más lejanamente
a la búsqueda que acá encararon Spinetta y su Almendra inicial, ese tono
intimista.
Muchos consideran al debut “In the court of the Crimson King” (1969) como la gema de la banda y no puede negarse que los cimientos están ahí. Fue además la piedra angular del rock sinfónico o música progresiva: fue histórico porque despertó la avidez de esa nueva onda que incorporaba elementos jazzeros y polifónicos (uso del mellotron) al rock y blues eléctricos en boga y les permitió entrar al showbusiness grande a grupos de ese nuevo estilo, como Yes y Génesis. Con la voz al frente de Greg Lake, este disco contiene varias baladas pero también mucha experimentación. Se destacan “21st Century Schizoid man”, “Epitaph”, “Moonchild” y la homónima.
Una dificultad para elegir lo
mejor entre los trece discos de estudio de King Crimson es –como hice
referencia- su estilo cambiante, las distintas formaciones (cuartetos, doble
tríos, sextetos y septetos) e integrantes de valía con las cuales Fripp los
afrontó, poco propicios para efectuar comparaciones. El hilo conductor, claro,
es el mismo Fripp con su guitarra eléctrica y original técnica de texturas
(“frippertronics”) –un truco de su invención creado sobre las cuerdas en base a
loops que aportan un clima ambient. Y siempre sumergido en el anonimato del
grupo en beneficio de la música: nada de exhibicionismos.
Para resumir ahora mayoritariamente la primera parte de la
trayectoria de esta banda de vanguardia, la comprendida entre 1969 y 1974, recurran a esta caja con triple CD grabado en
vivo en distintos escenarios de una gira mundial más DVD en blu-ray de un
concierto en Japón. Fripp planificó un septeto para la gira “Celebration 50
years” que recorrería tres continentes por los cincuenta años -justamente- de
la salida de “In the courth of the Crimson King”. Reclutó tres baterías al
frente (Pat Mastelotto, Bill Rieflin y Gavin Harrison), borró al amado y casi
imprescindible miembro crimsoniano de años, el norteamericano Adrian Belew, y
lo sustituyó con el buen cantante y guitarrista Jakko Jakszyk. Incluyó a Tony
Levin, miembro ilustre KC desde 1981 (ex
John Lennon Band, Peter Gabriel y David Bowie, etc.) con su bajo y especialista
en “stick”, raro instrumento de diez cuerdas, mezcla de bajo y guitarra eléctrica.
También al versátil Mel
Collins (casi original KC y ex Camel) en saxos y flauta. En ese período los
vocalistas del grupo habían sido los citados Greg Lake y luego John Wetton.
Meter tres bateristas puede pensarse como una apuesta
escenográfica de circo, es cierto, pero esta agrupación en vivo disipa toda
especulación berreta. No solo en las composiciones exclusivas para percusión
“Devil dogs of Tessellation Row” y “The hell hounds of Krim” demuestran para
que están: también aportan timbres interesantísimos hasta en las baladas más
tranquis del recital. A estos temas y a los citados de “In the court…” se agregan el himno “Starless”, “Easy money”,
“Islands”, “Larks´ Tongues in Aspic part I”, “Red”, etc.
**King Crimson – “B’BOOM - Official bootleg Live in Argentina” (1995)
Si les gustó la propuesta y desean
seguir escarbando pero de puro vagos no quieren tomarse el trabajo de repasar
la discografía de la troupe de Fripp y su parentela inglesa, les indico otro
atajo. Consíganse este “B´BOOM” para de un pantallazo conocer que intentaron desde
los ochenta para adelante: la elección de los temas está bárbara y su universo
suena perfecto. Es realmente un “grandes éxitos” de lo más fuerte/heavy del
extenso repertorio crimsoniano. Grabado en vivo en su actuación en el teatro Broadway de nuestra
avenida Corrientes porteña, en octubre de 1994, una elección que nos
enorgulleció.
Este CD doble en vivo lo
descubrí un tiempo después del recital gracias al programa radial de culto “El
Intruso”, de Marcelo Morales, que lo repetía una y otra vez maravillado. Me
zambullí en una disquería especializada del centro porteño (justamente “Crimson
King”) y sin preguntar el precio lo compré. Contiene “Elephant talk”,
“Sleepless”, “Discipline”, “Indiscipline”, “Matte Kudasai”, etc.
Seis instrumentistas de
altísimo nivel en una increíble formación de doble trío (dos baterías y dos
bases más dos guitarras): ahora si con Adrian Belew, tan versátil con la
segunda guitarra como con su voz; Bill
Bruford (que en su momento abandonó Yes para innovar en Crimson), uno de los
mejores bateristas modernos del mundo, de originalísimo groove; más el
mencionado baluarte Tony Levin. Para muchos fans de King Crimson esos -junto a
Fripp, claro- fueron los integrantes más importantes de la historia de la banda:
pueden escucharlos en gran parte de la discografía de estudio y en vivo de KC. En
este bootleg oficial se les agregaron Trey Gunn (stick, bajo y guitarra) y Pat
Mastelotto (batería). El recital se alimenta mayoritariamente de creaciones de
los muy buenos CD “Discipline” (1981), “Vrooom” (1994) y parte integraría “Thrak”
(1995).
A esta altura del partido, no
me parece casual estar recomendándoles fervientemente dos discos en vivo como
lo más entrañable y representativo de una banda, cuando en general ese tipo de
grabaciones me producen cierto rechazo. Lo que ocurre es que estos ingleses son
perfeccionistas del sonido, son músicos de excelencia.
A pesar de haberme comprado
“B´Boom” y pasarlo hasta el hartazgo en casa, perderme ese recital histórico de
octubre 1994 en el teatro Broadway -sin casi haberme enterado de la visita- me
pesó bastante: fue el repertorio perfecto ejecutado con una de las mejores
formaciones de King Crimson. La vida me dio revancha cuando 24 años después los
Crimson pasaron de vuelta por Buenos Aires, ahora en el Luna Park (08/10/19). No
quise escuchar nada antes para no ir con prejuicios (de hecho acudí al box
triple CD “Radical action to unseat…”
semanas después). Calculen la edad de esta gente al momento de los hechos. Estos
viejitos resultaron ser una aplanadora de música seria. Los tres terribles
baterías cumplieron realmente un papel estelar (vino Jeremy Stacey en vez de
Rieflin más Pat Mastelotto pero Gavin
Harrison sacó varios cuerpos de ventaja), con una sincronización endemoniada
que oscilaba entre el terremoto sonoro y la complementación exquisita.
Definitivamente, no eran humo. Como dijo un cronista, "King Crimson nos pasó por
arriba a los espectadores extasiados, que apenas tuvimos la oportunidad de
explotar y agradecer las tres horas del show que recorrió distintas etapas de
la trayectoria de rey carmesí. Profesionalismo para la emoción".
**Mahavishnu Orchestra – “Apocalypse” (1974)
Este viejo grupo, siempre liderado por el hoy setentón guitarrista inglés John McLaughlin, era una versátil máquina musical. En tren de clasificarlo podríamos hablar de rock progresivo, con pinceladas de rock sinfónico, jazz, funk y clásica.
Disco a disco sorprendía también innovando, arriesgándose. Como King Crimson pero en otra dirección. Sería casi impensable escuchar este sonido en un Lollapalooza actual: los millenials les tiraraían de todo… o caerían desmayados por la sorpresa.
Este CD es una especie de obra conceptual en la que participaron el violinista Jean Luc Ponty, Gayle Moran en voz, Michael Walden en batería, Ralphe Armstrong en bajo, un pequeño grupo de cuerdas y la orquesta sinfónica de Londres dirigida por Michael Tilson Thomas. Tiene pasajes memorables.
*Mahavishnu Orchestra – “Visions of the emerald beyond” (1975)
Otra muy interesante producción del grupo, grabada con una formación parecida a la del disco recién mencionado, diferente a la inicial y más característica. En el también recomendable “Birds of fire” (1973), es donde pueden escuchar a la original y quizás más estelar, con McLaughlin más el tecladista Jan Hammer, el histórico Billy Cobham en batería, Jerry Goodman y Rick Laird.
En su extensa carrera, McLaughlin tuvo muchos coqueteos con la música indostaní y la fusionó con su formación jazz-rockera occidental. Fue con el ya mencionado grupo Shakti (ver Cap. 2), que editó tres discos de orientación hindú, entre 1976 y 1977, en los cuales se rescatan cosas interesantísimas. McLaughlin tiene debilidad por los percusionistas hindúes y los recluta siempre en sus agrupaciones, como su actual The 4th Dimension. Seguiremos comentando más discos de la carrera solista del monstruo de las escalas Juancito McLaughlin en el Capítulo 4-Jazz& amp; Jazz Rock.
*Jan Hammer – “First seven days” (1975)
Este tecladista checoslovaco ex Mahavishnu Orchestra (la banda de John McLaughlin y Billy Cobham), fue autor del famoso tema de la serie de TV “Miami Vice” y de música de películas, a puro teclado eléctrico efectista. Este disco solista iniciático e instrumental podría llevar la etiqueta de rock sinfónico o ambient. Es original por las siete hermosas composiciones –que dicen estar inspiradas en el Génesis- y sus pasajes intimistas. La instrumentación consiste en diversos teclados y sobregrabación de pistas, percusión a cargo de David Earle Johnson y el violín de Steven Kindler, pero sin guitarras ni bajo. Lo escuché 30 años después de su salida y me impactó de nuevo.
Después de ese primer intento solista del checo, formó Jan Hammer Group, un giro artístico poco convincente. Fue interesante el disco “Oh, yeah?” (1976) donde anunciaba su intención de pasarse a las filas del rock y el pop, reclutando a Tony Smith, Fernando Sounders y Steven Kindler. Su siguiente invento en esa dirección fue el grupo llamado directamente “Hammer”, con el cual se diluyó artísticamente hablando.
Con este grupo estuvo Jan Hammer en Buenos Aires en el estadio Obras Sanitarias en octubre/79 con Luis Alberto Spinetta como telonero, en la época del intimista “Kamikaze”. En los bises de Hammer apareció Spinetta y juntos hicieron “Blue wind” juntos, si mal no recuerdo. Hammer volvió al mismo escenario en junio/80 pero con Ritchie Havens de telonero. Era un buen conjunto pero no soportó el paso del tiempo.
Para quienes gusten de la música new age y el ambient, fue precursor y merece un repaso “Campanas tubulares” (1973). Prácticamente instrumental, con pinceladas de folk británico y las brisas rockeras propias de la época. Fue ideada por el inglés Mike Oldfield, que ejecutó un sinfín de instrumentos sobregrabados. En su momento fue una novedad, cuando era la moda de las obras conceptuales, e impactó fuerte en su generación. Claro que menos que las gancheras “Tommy” (1969) de The Who y “The Wall” (1979) de Pink Floyd, quizás por carecer del impacto multimedia que tuvieron éstas. Pero, ¿cómo explicar que ese disco de vinilo pionero de Virgin Records -que no tenía tracks, solo sus dos lados enteritos- haya vendido millones y ocupado el número uno en los charts rockeros de la época? En la legendaria película “El exorcista” hay un extracto de “Tubular bells”, detalle que le permitió a Oldfield entrar al gran público norteamericano.
*Jon Anderson & Vangelis – “Short stories” (1979)
Mencioné a Jon Anderson como el cantante insignia del grupo progresivo Yes (ver aparte). Este inglés de registro tenor y voz cálida, es capaz de llegar a notas bien altas. Anderson tuvo una carrera solista que plasmó en una decena de discos pero durante una década hizo una dupla exitosa con el músico griego Vangelis Papathanassiu. Sacaron cuatro LP pero comiencen con éste, el primero. Una joyita rescatable para identificarlos es “She is sailing” del tercer disco de la dupla, “Private Collection” (1983).
Lo de Vangelis como solista merece un párrafo aparte. Fue uno de los precursores de la música electrónica y la llamada “new-age” o “ambient”. Era tan “space-music” y popular que unos científicos le pusieron su nombre a un asteroide. Vangelis fue un niño mimado muy cotizado por el mundo artístico durante años, autor de bandas sonoras que quedaron en la historia, para cine, T.V., teatro y ballet. A modo de ejemplo, “L´Apocalypse des animauxs”, “Opera Sauvage”, “Cosmos” de Carl Sagan, “Blade Runner”, “Carrozas de fuego”, etc. Trabajó con músicos de distintos estilos, como las líricas Irene Papas, Monserrat Caballé y Melina Mercouri. Imposible resumir su carrera aquí ni hablar de su producción discográfica.
Siguiendo en esta onda mencionemos grupos y solistas relacionados con la música electrónica ligada al pop y al rock, en algún punto emparentada con la bolichera.
Cercano a la new age y el ambient está el francés Jean Michel Jarre, un caso curioso. Hijo de un compositor de bandas sonoras multipremiado (Maurice Jarre), Jean Michel pasó al frente con sus LP “Oxigeno” y “Equinoxe”, de 1976 y 1978. Montó alrededor de su música millonarias giras internacionales, con perfomances plagadas de efectos tecnológicos siempre espectaculares que acaso la minimizaron pero lo llevaron a la cima. Jarre fue precursor del video-mapping y de los teclados-láser, entre otros chiches. Prolífico y multifacético.
Otro solista explotando una onda new-age intimista es el japonés Kitaro, un oriental realmente soporífero, para poner un sahumerio y quedarse dormido. Precursores de la música hecha con teclados y computadoras en onda ambient pero con aristas de rock progresivo, fueron los alemanes Tangerine Dream.
Tienen que ver los alemanes cuando observamos las vertientes más ligadas a lo bailable. Ya hablamos de otra cosa: sonidos hipnóticos, machacantes y repetitivos con melodías mínimas. Es insoslayable mencionar lo que se denominó “música industrial germana”, que se adueño del género electrónico y atravesó la movida new wave europea con su bagaje de baterías programadas, computadoras y teclados al por mayor. El número uno fue sin duda Kraftwerk, unos locos que empezaron en Dusseldorf en 1970 y sacaron una docena de discos hasta que bajaron la cortina en 2005. De ellos tenés que escuchar sus inoxidables éxitos “Das modell”, “Neonlicht”, “Der telefon-anruf”, “Trans-Europa Express 91” y “Expo 2000”. Todo esto está en “A singles collection 1974-2004”.
Después hay que recordar a Propaganda, también de Dusseldorf, un cuarteto que surgió en los ochenta, con voces femeninas al frente (Claudia Bruken y Suzzane Freitag) y más dósis de baladas pop que los Kraftwerk, que los hacían algo menos duros. “Duel”, “P-Machinery” y “Jewelled”, “Dream within a dream”, “The chase”, “Sorry for laughing” y “Murder of love”. En la Argentina prendió mucho y fue muy difundida la melosa “Wound in my heart”.
El tercero en discordia es un grupo inglés, Art of Noise, más o menos contemporáneo de los otros, muy gustosos del groove machacante y del sampleo (escuchen su trabajo con el “Kiss” de Prince, cantado por el inmortal Tom Jones).
*Peter Frampton – “Frampton comes alive!” (1976)
Peter Frampton ya había partido en 1971 del grupo inglés Humble Pie para hacer su carrera solista en A&M Records. Después de cuatro o cinco discos en estudio, vendió más de quince millones con este doble grabado en vivo en San Francisco-USA, que llegó a ser el “live” más vendido de la historia. Incluía el archiconocido hitazo “Baby I love your way”, un single que fue más exitoso y escuchado grabado en directo que en estudio.
Peter Frampton fue el rockstar rubiecito y lindo que toda compañía discográfica necesita y cuya vida glamorosa la mayoría alguna vez soñó tener. Baladas agradables (“Lines on my face”, “All I want to be”), blues y rocks con muchos clichés (“Shine on”) de un violero blanco de voz afinada, con su Gibson sonando redonda.
*The Skatalites – “Guns of Navarone-The best of Skatalites” (2001)
El ska era la música popular y brava jamaiquina, la de los pesados “rude boys” o punteros barriales, desde los años sesenta. Según los cronistas, tiene influencias del jazz de las grandes orquestas norteamericanas de la época, del rhythm & blues, el boogie, el calipso y la música afro-cubana.
El grupo The Skatalites estaba formado por músicos profesionales (Desmond Dekker, Don Drummond y otros) que se la rebuscaban y fueron prácticamente los creadores del ska. Su nombre cortito proviene de “ska-boom-ska-boom”, onomatopeya del sonido que producían en sus “sound-system”, discotecas móviles dispuestas en camionetas con equipos que propalaban música para recolectar propinas por Kingston, la capital de Jamaica, cuando las radios oficiales prohibían el reggae por su mensaje. Llevaban un “toaster”, especie de maestro de ceremonias que a modo de rústico rapero rimaba sobre la actualidad.
Con los años, el ritmo ska dio origen al rocksteady y el dub (adición de música electrónica al reggae original), y por último al más pulcro y quizás menos combativo reggae. Los Skatalites duraron pocos años (en 1965 ya se habían disuelto) pero al ser reconocidos mundialmente después volvieron al ruedo con otras formaciones para aprovechar la bolada, hasta hoy.
El título de este recopilatorio viene del tema clásico y homónimo que les pertenece, que se usó como soundtrack –con otro ritmo y gran orquestación- para una superproducción fílmica de la época (justamente “Guns of Navarone”) donde trabajaban las superestrellas Gregory Peck, David Niven y Anthony Quinn.
En Inglaterra, a fines de los setenta, el sello discográfico “2-Tone” difundió y puso de moda al ska entre los blancos e inmigrantes centroamericanos. Ese nombre no solo aludía a los dos tonos de la música; también se relacionaba a la estética con el blanco y negro a cuadritos que identificaba a sus seguidores, una vuelta de tuerca a los antiguos mods. Allí fueron baluartes de esa onda los grupos The Specials y Madness. En Argentina, y luego en Sudamérica, fueron los Fabulosos Cadillacs, pero los mejores alumnos son los geniales Dancing Mood, al mando de Hugo Lobos (ver cap. 1).
**Bob Marley – “Legend. The best of Bob Marley & The Wailers” (1984)
El insuperable maestro del reggae, el mulato Robert Nesta Marley Booker (Jamaica, 1945-USA, 1981). Un cronista sintetizó su derrotero como “la primera estrella global surgida de un ghetto poscolonial” (A.K.A. tercer mundo). Slogan intrincado pero verídico. Cae perfecto decir que es el Gardel del reggae porque, realmente, cada día canta mejor y nunca es superado en lo suyo.
Es interesante chusmear la vida aventurera de Marley, salpicada de adicciones de distinta graduación, altibajos sentimentales y grandes batallas económicas y políticas. El famoso Bob no era lo que se dice un hombre moderado. Una manera de abordarla es la interesante biografía de su esposa cubana Rita Marley (“No woman, no cry” de 2004). Otro ejemplo más como el de Woody Allen, que pone en el tapete el espinoso tema de separar o no la obra maravillosa de un artista de su vida privada, que es más pública de la que quisiera: un precio a pagar por llegar arriba.
En lo estrictamente musical, al ir escuchando sucesivamente sus discos se percibe una cierta inmadurez en los primeros y un claro afianzamiento de su sonido a medida que van pasando los años. Los más puristas prefieren aquella etapa “vernácula” o más clásica, grabada con medios rudimentarios, y otros las obras que se difundieron para apoyar su internacionalización.
¿De dónde salió el reggae? El crítico Alan Di Perna ilustra al respecto, resumido convenientemente. Los jóvenes jamaquinos se copaban en los tempranos sesenta con el rythm & blues (Fats Domino, Huey Smith, Professor Longhair) y el sonido Motown (Drifters, Platters, Miracles y Temptations) escuchando emisiones desde Nueva Orleans y Miami con sus modernas radios portátiles a pila. Le agregaron su bagaje mestizo-creole y surgió el ska: acordes “up-beats” sobre líneas de “walking bass” (si no entiende de música como yo, profundice). Tal es así que Marley grabó su primer single solista en 1963 con el ska “Judge not” y el primero con The Wailers fue otro, “Simmer down”. El conocido “My boy, Lollipop” que aquí en el sur hicieron añares después Viudas e Hijas de R&R y otros, fue un ska fácil y ganchero que triunfó en USA en 1963. El ska entró en Inglaterra con la inmigración jamaiquina y lo adoptaron los chicos “mod” (los de los scooters y pilchitas ad-hoc fanas de The Who y Kinks, luego The Specials y Madness, sello Two Tone-ver aparte).
Se produce después en Jamaica una movida musical comentada (“sound system”) en la cual DJs difundían música en camionetas con bandejas, parlantes y amplificadores para animar las calles y divertirse, mientras productores discográficos experimentaban en primitivos estudios de grabación. Así el género adquirió ritmos más lentos y mutó al llamado “rock-steady”, que resultaba más apto para bailar que el ska. Surgieron el “dub” (versionar un single desde las consolas con sus bases instrumentales pero sin voces) y el “toasting” (hablar payando-improvisando con un micrófono sobre una pista grabada, claro antecesor del rapeo norteamericano de los setenta).
Una ralentada más con ritmo hipnótico y apareció el reggae, en ritmo de 4x4. Quizás su hito inicial fue “Do the reggay” de Maytals en 1968. Guitarras “muted” (sonido apagado, asordinado con la palma de la mano), el “one drop” (espacio en el primer pulso de cada compás que produce ese suspenso atrapante y gozoso tan difícil de explicar del reggae) y el bajo que repite dos compases con silencios para mantenernos en trance.
Luego, a esta música se le sumó la cosa mística, las creencias del rastafarismo, religión difundida por el ideólogo Marcus Garvey, por el cual terminaron curiosamente adorando al dictador de Etiopía, Haile Selassie I, como si fuera un nuevo Cristo, y puteando a “Babylon”, la sociedad moderna occidental. Vegetarianismo, ganja=cannabis pero no coca ni alcohol, dread-locks y gorras tams, decoraron el panorama. La globalización del reggae fue con el ascenso del black power y con Eric Clapton grabando el cover de “I shot the sheriff” en 1974.
Volviendo a Marley, esta maravilla de compilación “Legend” de Island Records oportunamente ideada por el productor Chris Blackwell (un solo disco con 14 tracks), no en vano es el disco de reggae más vendido de la historia: más de 30 millones de copias, quizás porque no tiene desperdicio alguno. Aunque solo cubre piezas de Marley globalizadas entre 1973 y 1981, almacena clásicos reggae como “Is this love”, “Could you be loved?”, “One love”, “I shot the sheriff” y las enormes “Redention song” y “No woman no cry”. En ediciones más modernas lo convirtieron en un disco doble que incluye 29 temas.
Existe una recopilación muy difundida de Islands Records y Bob Marley Fundation, que consta de 4 CD, “Songs of Freedom. From Judge not to Redemption Song” (1992), atractiva y equilibrada por lo abarcativa. Permite acompañar la evolución de Marley desde el iniciático ska hasta su caprichoso final.
*Bob Marley & The Wailers – “Survival” (1979)
Luego sigan con “Survival”, que contiene “Some much trouble in the world” y “Zimbabwe”, uno de mis dos reggaes de cabecera.
*Bob Marley & The Wailers – “Uprising” (1980)
Aquí otros temas infaltables, como “Coming in from the cold”, “Zion train”, “Forever loving Jah”, dos éxitos incluídos en Legend y mi otro reggae infaltable, “Piper’s paradise”.
*Ziggy Marley – “The best of Ziggy Marley & The Melody Makers 1988-1993” (1983)
Ziggy es el jamaiquino hijo mayor de Bob Marley y Rita Marley, nacido el 17 de octubre de 1968. Más allá de cargar con el peso de ser el vástago del mayor exponente internacional de la música reggae, este ya no tan chico se la bancó con dignidad. El marketing le permitió tocar sin mucho trámite con famosos como Sting, Keith Richards, Tina Weimouth, Lauryn Hill, etc. Me atraen su voz y los coros femeninos que utiliza (ambos me remiten al papi y a las famosas I Three que lo acompañaban) y un cierto aggiornamiento del género, sin maltratarlo. Su disco más famoso fue “Conscious party” (1988) con los éxitos “Tomorrow people”, “Tumblin’ down” y “New love”, que están también en esta compilación, agregándose “Brothers & sisters” y “Look whos’s dancing”.
*David Bowie – “The singles collection” (1993)
Bowie fue un artista multirubro reconocido internacionalmente que se mantuvo en la cima durante décadas. Hizo arte con su música, su imagen y perfomances, tanto en videos y como en conciertos.
La consigna de Bowie fue arriesgar y no repetirse, lo que explica su vigencia hasta el final. Cada disco suyo fue una nueva búsqueda. Desde el pop se animó a saltar a la música disco y coqueteó con la tecno mientras otros solo roqueaban cuadrado. Pasó muchas pruebas de esas y no paró de cambiar. No por nada ligó como uno de sus seudónimos artísticos “el camaleón”. A veces su imagen rozó lo patético porque el circo superaba al contenido musical.
Escuchar los primeros discos de Bowie se me torna algo pesado hoy. No me enloquece la música de su primera y exitosa etapa, volcada al “glam-rock” e identificada visualmente por el maquillaje, vestuario de tacones y lentejuelas o personajes estrafalarios. Era un enrosque de juegos andróginos, cuando “rozaba bultos”, arriba y debajo de los escenarios.
Sobre gustos no hay nada escrito. Por eso miles de fans se burlarían de mi opinión pues aman su trilogía berlinesa “Low” (1977), “Heroes” (1977) y “Lodger” (1979), producida por Brian Eno. La consideran el pico máximo su carrera. “Trilogía berlinesa” porque Bowie la pergeñó en Berlín Oeste, donde vivía en esos años.
Este CD doble recomendado con 37 bandas abarca éxitos como “Space oddity”, Ziggy Stardust”, “Changes”, “Rebel rebel”, “Fame”, “Ashes to ashes”, etc. comprendiendo 17 de los 25 discos que editó durante su carrera. Ah! También "Heroes" la canción que con los años se convirtió en himno. Incluye un poquito de “Bailemos” (1983) y de “Tonight” (1984), que siguen ahora.
**David Bowie – “Bailemos” (1983)
Haciéndole honor al nombre del disco, contiene temas que hacen mover a las
piedras: “Modern love”, “China girl” y “Let’s dance”, que hoy pueden sonar
ochentosos pero mantienen un swing
inigualable. Por si fuera poco, se agrega el hermoso “Under pressure”, cantado
junto a Freddy Mercury (Queen). Participan Nile Rodgers y Steve Ray Vaughan en
guitarras y Omar Hakim en batería.
**David Bowie – “Tonight” (1984)
Otra gemita del “duque blanco” Bowie. Con la base de Carlos Alomar
(guitarra), Carmine Rojas (bajo) y Omar Hakim (batería), participa también Iggy
Pop. Hay sección de caños y temas muy originales como “Tumble and twirl” o
“Don´t look down”, uno de los mejores reggae ‘blancos’ que escuché en mi vida:
sutileza pura. El que da título al CD es otro reggae que fue hit, acompañado
por la gran Tina Turner. “God only know”, es una versión del tema de los Beach
Boys.
*David Bowie – “Black tie, white noise”(1993)
Después de abandonar su intento
de varios años con la loca banda paralela de hard rock Tin Machine (1987-1992) sin quedar en la historia, Bowie mete otro cambio de rumbo. Esta vez hacia
senderos más sutiles con toques de acid jazz.
“Black tie, white noise” fue producido por Nile Rodgers (ex guitarrista
del grupo funk Chic de los 70, el del tema “Good times”). Contiene un muy buen
cover de “I feel free” de Cream, la hermosa “Don’t let me down & down” , la
sugerente homónima y la movediza “Jump,
they say”.
Pero la onda duró poco, ¿no les dije que cambiaba siempre? Con “1. Outside” (1995), con producción de
Brian Eno, empieza una nueva mutación del Duque Blanco y se va poniendo tecno,
denso y oscuro. Salvan las papas del disco “No
control” y “Strangers when we meet”. En “Earthling” (1997) el lanzamiento del disco se apoyó con unos espantosos y dramáticos videos. Mucho sampler y batería programada,
drum & bass. Bowie reclutó la guitarra de Reeves Gabrels (ex Tin Machine)
para meter distorsión. Le salió así un disco cuasi bolichero pero decadente.
Bowie sacó en adelante unos cinco o seis discos más. Alternando músicos
pero generalmente con Gaile Ann Dorsey (bajo), Tony Visconti (guitarra,
teclados y producción), Sterling Campbell (batería) y algunos otros. Más
clásicos, un poco más reconocibles de su línea y sin privarse nunca de rockear.
Permiten rescatar gemas imperdibles. Por ejemplo en “Hours…” (1999), que tiene
muchas baladas, sobresale el himno romántico “Thursday’s child”.
En 2000 grabó el agradable “Toy” rescatando viejos temas sesentosos archivados
pero por desaveniencias con la discográfica EMI nunca se editó. Algunos tracks
los incluyó luego en “Heathen” (2002), donde la cosa venía insípida pero
irrumpen los tracks “I would be your slave” y “5:15 The angels have gone”. Después continúa sin pena ni gloria el CD “Reality” (2003) pero levanta en “The next
day” (2013) con “Where are you now?” y “I’d rather be high”.
Como seguro sabrán, Bowie falleció en Nueva York -donde residía- en enero de 2016, ocultando
durante meses a los medios la dura enfermedad que lo abatió. Su trabajo póstumo
fue “Blackstar” (2016), una obra algo sombría que pareciera acorde al eclipse
de su vida. En el disco nos deja su voz inolvidable y entrega todo en el final con “I can´t give everything away”, a pesar de su título.
Ya que estamos con este solista baluarte del rock contemporáneo, hagamos un lugar para mencionar a tres cantantes más. No figuran en mi seleccionado mayor pero merecen pegarles una escuchada. Tuvieron sus picos de éxito en los ochenta, fueron modernos en su época y más o menos pasatistas.
Empecemos por Robert Palmer, un blondo inglés que hizo su carrera artística con una pata en Europa y otra en Norteamérica. Falleció en 2003 a los 54. Independientemente de su look marketinero de corbata y trajes cancheros y sus famosos videos con coreografías y modelos despampanantes, se dedicaba al pop y a revitalizar rock y soul con fuertes toques tecno. Se codeó con los Duran-Duran, UB40 y otros new wave e hizo bailar a su generación. En “The very best” (1995) encontrarán las archiconocidas “Addicted to love”, “I didn´t mean to turn you on”, “Simply irresistible”, “I´ll be your baby tonight” y su excelente versión de “Mercy, mercy me” de Marvin Gaye.
La onda del neoyorquino William Martin “Billy” Joel se apoya más en la baladas épicas pero matiza sus discos con rockitos machacantes aptos para Broadway. Entre las primeras tenés “Piano man” y “Honesty” . Entre los segundos, “Movin out”, “Say goodby to Hollywood”, “My life”, “Allentown” y “Uptown girl”. Ya está grande pero con eso le bastó para ser uno de los cantantes más populares de las últimas décadas en Estados Unidos.
Tampoco pondría en mi seleccionado a Reginald
Kenneth Dwight (a) Elton John (Middlesex, 1947), el primer rockero inglés
en salir del placard, el del peluquín
perfecto y los anteojos extravagantes. Niño prodigio y empedernido del piano,
empezó bárbaro en los años setenta con “Your song”, “Crocodile rock”, “Goodbye
yellow brick road”, “Sorry seems to be the hardest word”, “Dont´t let the sun
go down on me”, etc. apoyado en su partenaire artístico, el letrista Bernie
Taupin. Creador de baladas y rockitos inolvidables y casi inventor del estilo
glam, aunque no me haya motivado para ser uno de quienes compró alguno de sus más
de 30 discos editados y 300 millones vendidos. Para taparme la boca creó luego
las hermosas “I guess that´s why they call it the blues” y “A word in spanish”.
Aunque no debería revestir importancia respecto a su obra -sino no veríamos
películas de Woody Allen-, el film musical “Rocketman” de 2019 ilustra sobre la
vida de Elton John arriba y detrás de los escenarios. Relata libremente la carrera
de Reginald casi con el mismo idioma cinematográfico de la película “The Wall” y con un terrible
despliegue de recursos. La vida de un famoso que a los tumbos supera sus
infiernos y tiene final feliz. Zafó por un pelito de integrar el “club de los
27”. Moraleja: tengas diez pesos o millones, todos pasan por el inodoro y se
sienten solos. Pero no hace falta un vestuario tan estrafalario para transitar
la vida! No se si la película pasará a la historia pero su canción “(I’m gonna)
love mi again” ganó el Oscar.
**The Specials – “The Specials” (1979)
Los inmensamente copiados difusores del ska en Europa eran de Coventry y empezaron llamándose AKA Special. Estos ingleses lo versionaron y reflotaron. Los inmigrantes jamaiquinos de Brixton-Londres y otros suburbios se mezclaron con las tribus mods, punks y luego new wave surgiendo así este resultado musical. Base de bajo y batería, guitarra eléctrica con estilo “upstroke”, piano de salón, órgano Hammond y una sección de vientos lo más sólida posible.
Fueron los mismos Specials que en 1979 crean el sello 2-Tone (“dos tonos” o también “segunda ola”), nombre que le dio identidad a la movida -ideológicamente antirracista y libertaria en oposición a los skinheads- a la que se sumaron grupos como The Beat (o English Beat), Madness y The Selecter, entre otros.
El estilo se terminaría difundiendo por todo el mundo (pregunten a Vicentico y Los Fabulosos Cadillacs, Pericos & Cía.) pero nunca fue exitoso en EE.UU., quizás por su oído medio históricamente falto de sutilezas. Respecto a los símbolos externos de la movida ska, eran las tiras “a cuadritos”, pantalones al tobillo, ropa barata y zapatos “creepers”, todo en blanco y negro.
Este recomendado disco debut de The Specials, producido por Elvis Costello, contiene “Gangsters” (su primer éxito), “A message to you Rudy”, “Monkey man” (de Toots& amp; The Maytals) y “You´re wondering now”. Les faltará “Rat race”, “Free Nelson Mandela” y “Ghost town” (que hacía referencia al desempleo y los estragos económicos de la dama de hierro Margaret Tatcher). Por lo tanto recurran a “The best of The Specials” (2008). Quedará afuera igual su muy buena versión de “Guns of Navarone”, de Skatalites.
Faltaría mencionar a los Madness pero no pude escuchar ningún disco original completo suyo. También fue un grupo de ska inglés de la casa 2-Tone, hizo una variante que se denominó “nutty sound”, una mixtura con piano de salón y sección de vientos. Tienen hermosas e imprescindibles composiciones: “Our house”, “It must be love” y “Yesterdays men”. Vayan por ellos en “Our house-Best of Madness” (2002)
Debo también interesarlos en otros habitantes del universo 2-Tone. Primero el grupo The Beat, creado por los ingleses Ranking Roger y Dave Wakeling para hacer música muy de la época new wave y antiTatcher- mezclando reggae, ska, dub y pop. En USA los vendieron como “The English Beat”. Sacaron tres discos parejos: “I just can´t stop it” (1980), “Wha’ppen” (1981) y “Special Beat service” (1982). “What is beat?” (1983) es una recopilación que mantiene su espíritu y junta sus éxitos más difundidos: “I confess”, “I can’t get used to losing you”, “Tears of a clown” y “Mirror in the bathroom”. Le falta un temazo: “End of the party”, del tercer CD. Tarea para el hogar: buscarlo.
Los mismos Roger y Wakeling al romperse The Beat forman General Public, casi una continuidad, la misma sonoridad, las mismas interesantes voces y yeites, parecido pero algo más pop. Lo convocaron inicialmente a Mick Jones, ex Clash. También duraron tres discos y otra vez recomiendo una recopilación (“General Public-Classic master” de 1984) porque ninguno se destaca más que otro. Contiene sus éxitos “I’ll take you there”, “Tenderness” y “Never you done that”. Como nunca nada ni nadie es perfecto, dejaron afuera “Cosmic song-Dishwasher” y “As a matter of fact”.
**UB 40 – “Labour of love” (1983)
Estos otros ingleses amigos de barrio en Birmingham fueron la frutilla del postre de la new wave made in Gran Bretaña de los ochenta. Hicieron blanco al reggae, lo envaselinaron con pop y dub (subgénero del reggae que reelabora tomas originales de grabaciones usando sus bases), lo envolvieron con una estupenda sección de bronces y lo largaron al mundo. El nombre del grupo lo sacaron del formulario que tenían que llenar para cobrar un subsidio por desempleo (“unemployment benefit attendance form 40”). Los líderes del grupo son el rubio Alastair “Ali” Campbell –la cálida voz que los identifica- más su hermano Robin y Astro, el negro que se destaca como “toaster” (el que usa una peculiar manera de rappear originaria de Jamaica).
En este su tercer disco recurrieron al viejo truco de hacer covers de clásicos que musicalizaron la infancia de los muchachos de este combo. Y les dio tremendo resultado porque vendieron por millones con el tema de difusión “Red red wine”, de Neil Diamond. También “Keep on mooving” de Curtis Mayfield. ¿Quién no lo bailó o tarareó? Persistieron en la veta porque llegaron a sacar “Labour of love” II, III y IV.
*UB 40 – “Rat in the kitchen” (1986)
Puede decirse que los UB40 llegaron a ser el grupo de reggae más popular del mundo, sin temor a equivocarnos. Hay otros discos interesantes de UB40 para seguir disfrutándolos, por ejemplo su debut “Signing off” (1980) o “Present arms” (1981), “Geffery Morgan” (1984) y el “UB 40” de 1988. Me inclino por éste “Rat in the kitchen”, el más homogéneo de todos.
Hay un interesante “The best of UB40 volumen 1 y 2”(2005) para escuchar sus éxitos de un saque, entre ellos “I got you babe” (1985) y “Breakfast in bed” (1988) con la voz de Chrissie Hynde de The Pretenders, que fue la gran promotora del grupo en sus inicios y se asoció con ellos en estos recontra-conocidos singles. También muy interesante y agradable es su proyecto “Father of reggae” (2002) donde, a modo de homenaje a sus héroes musicales, el grupo grabó una especie de grandes éxitos suyos con leyendas del reggae mundial, como Gregory Isaacs, Toots Hibbert y Freddie McGregor. Para fanas del género.
Los UB40 siguen dando vuelta juntos -con algunos cambios de integrantes- y, a pesar que vendieron millones de discos, leí que hace unos años quebraron la discográfica propia. ¿Pidieron de nuevo el subsidio?
*Sex Pistols – “Never mind the bollocks here’s the Sex Pistols” (1977)
En solo diez años, la música popular sajona se paseó por el rock psicodélico, el hard rock y el rock sinfónico y progresivo, hasta que llegó el punk a Londres y desacomodó todo. Temas cortitos tocados a mil por hora, pocas notas, reefs poderosos, desprolijidad y letras provocadoras.
Sex Pistols fue el grupo más importante de la historia del punk. Johnny Lydon era un pibe de Finsbury Park que acostumbraba escupir a los que lo molestaban en la calle. Cuando salía corriendo se refugiaba en la boutique Let-it-rock de la King's Road, manejada por Malcolm McLaren y Vivienne Westwood (después rebautizada Sex), pionera en vender ropa trash/punk, que se pondría de moda inmediatamente. John tenía un grupo llamado The Swankers (los masturbadores), junto a Paul Cook, Glen Matlock, Steve Jones y Wally (Declan McManus). Pero Johnny, en vez de comprar en la tienda remeras agujereadas a ocho libras, agarraba las usadas para la promoción de grupos de rock sinfónico, quemaba los ojos de Roger Waters con un cigarrillo y pintaba "I hate" (yo odio) sobre el logotipo de Pink Floyd.
Mc Laren agarra al grupo como manager -ya sin McManus- le cambia el nombre por Sex Pistols, lo pone a cantar a Lydon y le sugiere el apodo "Johnny Rotten", inspirado en sus dientes podridos, les crea una impronta punk de chicos malos y les arma un marketing alrededor de sus presentaciones obscenas y violentas en todos los boliches en los que actúan.
Imagínense a Lydon vociferando: “Soy el anticristo, soy un anarquista, no se lo que quiero pero se como conseguirlo. Quiero destruirlo todo!” y proclamando el slogan “No future”. Rebeldía más acorde a la oscura época del gobierno de la dama de hierro Margaret Tatcher que las letras sobre caballeros medievales de los grupos sinfónicos, para una juventud inglesa que no le interesaba al sistema.
Era tal el quilombo que provocaron que las autoridades prohibieron actuar y difundir por radio y TV a los Sex Pistols y cuando intentaron tocar sobre un lanchón sobre el Támesis les pegaron para que tengan: todos a la sombra.
El título de este disco podría traducirse como “A pesar de los boludos aquí están los Sex Pistols”. Contiene los éxitos “God save the Queen” y “Anarchy in the U.K.”. No participó el nuevo integrante de la banda Sid Vicious (*) como bajista más que en un tema: el propio guitarrista Steve Jones fue quien grabó también las cuatro cuerdas. Es un disco emblema del punk y muchos lo consideran uno de los mejores de la historia. Primero el sello EMI y luego A&M rompieron sus contratos con los Pistols, negándose a editarles el disco, dados la mala prensa y el repudio de parte de la opinión pública. Debieron pagarle al grupo miles de libras esterlinas de indemnización. Se animó finalmente el sello Virgin a distribuirlo y la pegó vendiendo miles y miles de copias.
Los Sex Pistols y los punk tuvieron que bancarse una verdadera persecución cultural y legal en Inglaterra, que no entendía semejante movida iconoclasta surgida de jóvenes desocupados. La prensa los condenaba y la policía les daba por la cabeza. Eran los chicos con crestas pelíferas de colores, desaliño total, ropa rotosa y borceguíes. Es recomendable el relato de nuestro periodista Juan Carlos Kreimer en “Punk, la muerte joven” (Distal, 1993), que estuvo en el lugar justo y el momento justo de la movida punk. Deben estar interesantes también las memorias del ya sesentón John Lydon “La ira es energía” (Edit. Malpaso-2016). Parece que sigue igual de descarado.
Pero el punk como género musical fue muy limitado y demasiado duro para el gusto medio. El tiempo fue su mayor antídoto. Resultó una ruta cortita y sin salida. Por eso fue deglutido rápidamente por la “new wave”, una colectora del pop nada odiosa y mucho más agradable, que heredó sin esforzarse la conquista del punk al desbancar al rock progresivo. Con The Police (nada menos) en punta y todos los demás atrás.
No obstante, si desean investigar, les sugiero no desdeñar lo que hizo Rotten/Lydon después al frente del grupo Public Image Limited (PIL), mucho más interesante que los Sex Pistols mismos. Siempre un sonido visceral (desde las tripas), conservando la rebeldía, la urgencia y la bronca del punk pero con más recursos. Algunos destacan a su quinto disco “Album” (1986) como el mejor, otros “Happy?” (1987). Tienen también la recopilación “The greatest hits, so far” (1990). Busquen por ahí sus temas “F.F.F.”, “Rise”, “Home”, “Seattle”, “Happy”, “Fishing” para saber como suenan. O pueden ver “The Public Image is Rotten”, el documental de 2017 sobre las andanzas de este grupo que ya cumplió 40 años. Mamadera!
Otra vertiente punk inglesa que fue famosa fue The Clash: más melodiosos, elaborados y versátiles que los Pistols, dejaron éxitos como “Rock the casbah”, “The magnificent seven”, “London calling” y el inoxidable “Should I stay or should I go?” El líder fue Joe Strummer (1952-2002). Con letras más politizadas que alzaban la cabeza sobre el nihilismo de la época y convocaban a una rebelión más pensante. Por eso atraen más a estudiantes que al punk promedio. Y musicalmente le agregaron grandes cucharadas de power-pop, reggae, ska y dub al monocromático estilo punk. La Rolling Stone americana consideró a su “London calling” (1979) el disco de la década. Es más simple recurrir quizás al doble recopilatorio “The essential Clash” (2003). Una extensión interesante de The Clash fue el grupo BAD (Big Audio Dynamite) que formó en los ochenta su guitarrista, Mick Jones: escuchar “Planet BAD” (1995).
Un grupo insoslayable en el rubro fueron los norteamericanos The Ramones. Más cercanos al formato canción, homogéneos y a veces casi monótonos. “She´s a sensation”, “Pet cemetery”, “Blitzkrieg bop”, “Needles and pins”. Todos en la recopilación “Ramones mania” (1988).
Relacionada al punk clásico y también de la escena neoyorquina, está Patti Smith: muchos la recomiendan a partir de su poesía aunque su música no sobresale mucho. Intenten con “Horses” (1975). Adorado por muchos como artista de culto también, desencanta igualmente Lou Reed (1942-2013), ex Velvet Underground, el grupo mimado por el artista pop Andy Warhol, en el ombligo del mundo. Siempre repito que si nuestro Manal hubiera nacido en New York otra hubiera sido la historia. Levanta un poco la puntería el estrafalario Iggy Pop (a) la iguana, de larga trayectoria en el punk rock y aledaños, que con más look, inyecciones, biceps y poses que música, terminó vendiendo perfumes para Paco Rabane.
(*) Entró en reemplazo de Glen Matlock. Su nombre real era Simon Ritchie: un músico que prácticamente no sabía tocar su instrumento, inventor del pogo, chico manipulable con final de sobredósis a los 21 años. Vean la película "Sid & Nancy" (1986) de Alex Cox, con Gary Oldman y Chloe Webb. Disfruten de paso la excelente banda de sonido punk curada por Joe Strummer.
*XTC – “Drums & wires” (1979)
Grupo de la new wave inglesa, pop & ska del deslinde 70/80s, originarios de Swindon, afueras de Londres. Su nombre refería a la expresión “éxtasis” pero antes que esa clase de falopa fuera inventada. Para entendernos, inicialmente fueron los mentores -junto a Madness y The Specials- de nuestros Cadillacs vernáculos. A veces lindantes con el pogo adolescente pero no todo música dócil.
Para el oído medio, la voz disonante del líder Andy Partridge puede sonar extraña pero su particular modo le otorga un toque original a su música. Drums & Wires es muy representativo de la primera época de los XTC.
Para los porteños muchos temas suyos remiten irremediablemente al inigualable programa “El tren fantasma” de AM o FM Rivadavia de aquellos años (recuerdo grato para Omar Cerazuolo y Marcelo Morano por su música y su frescura). XTC eran uno de sus caballitos de batalla.
**XTC – “Nonsuch” (1992)
Son los XTC completamente maduros y mejores que en sus años adolescentes. Nonsuch contiene temas muy difundidos en su momento como “The disappointed” o “The ballad of Peter Pumpkinhead”, que tuvo numerosas versiones.
Pueden abreviar camino en la discografía de XTC –que es algo despareja musicalmente- con el buen doble “Fossil fuel. The singles 1977-1992”. A principios de 2018 salió un documental llamado “XTC: this is pop”, que cuenta la historia de esta banda bastante ninguneada internacionalmente, que puede resultar interesante.
Ah! Andy Partridge también creó The Dukes of Stratosphear, un grupo alternativo, con el que hizo loquísimos discos ultra-psicodélicos dignos de escuchar. Partridge es un inococlasta. El hombre sufre de ataques de pánico que le impiden desde hace décadas actuar en público.
*The Pretenders – “Learning to crawl” (1984)
La norteamericana Chrissie Hynde que fue de Ohio-USA a Londres en busca de suerte en medio de la explosión punk de los 70, sobrevivió al terremoto y tuvo éxito con esta banda de ingleses que lideró. Inicialmente fueron producidos por el ex The Kinks, Ray Davies. Explotaban un sonido rockero pero notoriamente “new wave” que encajó bien como heredero del efímero punk, un brit-pop-rock redondo sostenido por la expresiva y seductora voz de la Hynde, que con los años fue la única que quedó del grupo original: pasaron por ahí Robbie McIntosh, Johnny Marr (The Smiths) y James Honeyman-Scott y otros cayeron por las drogas y fatalidades diversas.
Este CD recomendado tiene los temazos “Middle of the road”, “Back to the chain gang”, “Time to avenger” y “Show me”, que lo pagan solos. Pero deberían continuar el buceo con “Pretenders” (1980), “Pretenders II” (1981) ó “Acércate” (1986). Temazos como “Brass in the pocket”, “Message of love” y “I got you babe” con UB40 y las dósis de baladas pegadizas como “Hymn to her” o “I´ll stand by you” están por ahí y en su “Greatest hits” (2000). No se los pierdan.
*Simply Red – “Picture book” (1985)
Pioneros de un estilo muy particular, que algunos llaman “jazzy”: una mezcla de soul, jazz, pop y funk. Esta banda fue una máquina de hacer éxitos que nacían sonando como clásicos. No se si los primeros en esta onda fueron Style Council, Sade o ellos y si Jamiroquai que vino después agregando disco encaja o no en ella. No importa.
La música de Simply Red mantiene su vigencia después de treinta y pico de años: abrevó en las raíces del soul tipo Motown, el aludido sello norteamericano de música negra, pero aggiornó todo con sobriedad inglesa, está muy bien hecha, con infinidad de recursos. ¡Hasta sus contados reggaes suenan elegantes!
El líder y único sobreviviente del grupo es Mick Hucknall, el petiso “colorado” que identifica al grupo con su excelente voz. Estuvo tan de moda en su época que todo el mundillo snob del rock sajón quería salir en las fotos con él. Hucknall venía del grupo The Frantic Elevators y los otros miembros de Durutti Column, grupos under que hicieron cosas interesantes.
Tarea imposible elegir un solo disco de Simply Red con ecuanimidad. “Picture book” fue como una bomba; irrumpió maravillando a todos los que tuvieran orejas abiertas. Es un grandes éxitos en si mismo. Solo para elegir un recontra-clásico: “Holding back the years”.
Hay que escucharse los cinco primeros discos de Simply Red y dejarse embriagar sin resistirse. “Men and women” (1987), “A new flame” (1989), “Stars” (1991), “Life” (1995) y “Blue” (1998), todos excelentes. El remanido recurso del recopilatorio también sirve: se llama “It’s only love” (2000), tiene 19 temas y se queda corto.
*Simply Red – “Men and women” (1987)
Un poco más fuerte que el primer disco, con temas cuyas letras casi en forma obvia por su título, giran en torno a relaciones amorosas. Con “The right thing”, “Infidelity”, “Every time we say goodbye” (excelente cover de Cole Porter) y “I won’t feel bad”.
**Simply Red – “A new flame” (1988)
Tiene el tema que más me gusta de ellos (“Turn it up”) y, además “If you don’t know me by now”, “It´s only love” y “Enough”.
**Simply Red – “It’s only love” (2000)
Si no quieren continuar con “Stars” (1991) y van a perderse de escuchar “Something got me started”, “Life” (1995) con sus “You make believe”, “Remembering the first time” y “Fairground” y el “Mellow my mind” de “Blue” (1998) porque se les acaban las pilas, vayan a este recopilatorio que, como dije, tiene insuficientes 19 éxitos.
Escuché a Simply Red en Obras Sanitarias en enero/93, con solo algún integrante original y la rareza de un batero japonés, Gota Yashiki. Me impresionó también verlos después en el video de Viña del Mar 2009 dando un gran concierto, Hucknall y cuatro más, claro está. La verdad es que el hombrecillo pelirrojo protegió muy bien su voz y dieron un show de alto vuelo para el conchetaje chileno y Piero, invitado en primera fila.
**Level 42 – “Running in the family” (1987)
Insoslayable grupo inglés de pop, funk blanco y piscas de jazz que alcanzó la cima en los ochenta, manejado por Mark King: uno de los bajistas más particulares de la música contemporánea por su técnica, varias veces considerado el mejor del mundo en ese instrumento. Tanto que su empresa discográfica salió corriendo a asegurarle las manos por un millón de libras. También es voz líder que identifica a la banda y principal compositor. El segundo en discordia es Mike Lindup, ex mozo de bar, de extraordinaria voz en falsete y tecladista. Level 42 es una invitación a mover el culo con música de buen gusto, que algunos bautizaron como la versión blanca de Earth, Wind & Fire. Claro, con teclados en vez de su famosísima sección de caños.
Uno de los mejores discos de Level 42 fue el cuarto de la banda, “Standing in the light” (1983), con el tema homónimo, “Living it up”, “A Pharaoh´s dream” y “I want eyes”. Con “World Machine” (1985) y sus éxitos “Something about you” y “Leaving me now”, vendieron todavía más. Pero el séptimo “Running…” me convence más porque se escuchan más maduros. Fue el que por fin les permitió conquistar al mercado norteamericano, que no los entendía y no sabía donde encasillar su música. Los más difundidos del disco fueron el tema homónimo, “Lessons in love” y luego “It´s over” pero mi preferido es el hermoso “Children say”. Advertencia: el disco no es perfecto, le sobran las tres últimas canciones.
* ACDC – “Live at River Plate” (2012)
Claro está, sabía de ellos, pero debo confesar que AC/DC entró a mi lista
de preferidos no hace demasiado tiempo. Me deslumbraron cuando vi en DVD muchos años
después esta actuación en el estadio River Plate (diciembre de 2009), parte de
su “Black Ice World Tour”. Estoy lejos de haber aprehendido la discografía de
este grupo de Sidney-Australia, pero este vivo es avasallante, puro corazón. Parece
que algo de esto ha contagiado a mucha gente, por el éxito del disco y porque la
actuación y la respuesta fervorosa del público argentino llegó a ser considerada
por varios críticos como su película de conciertos de rock favorita de todos
los tiempos.
El nervio de la banda han sido los hermanos Young, Angus y Malcolm, en
guitarra líder y rítmica, respectivamente: dos máquinas de rockear. AC/DC es
una avalancha de hard rock y un sonido deslumbrante, aunque no exhiba grandes
preciosismos. Empezó en 1973 y todavía
no se detuvo, a pesar de varios cambios de integrantes a través de estas cuatro
décadas y pico. Sus cantantes emblemáticos fueron Bon Scott (1974-1980) y Brian
Johnson (1980-2016). Cuando éste no pudo seguir por problemas auditivos (fue techista
y mecánico, le encantan los fierros de carrera), convocaron un tiempo a Axl
Rose (Gun´s Roses). Johnson pudo recuperarse de su afección y volvió al grupo
con “Power Up” en 2020.
El ícono del grupo es Angus Young, ese guitarrista que aún grandecito se
viste de colegial inglés multiplicando riffs demoledores con su Gibson SG, sin
grandes alardes ni exhibicionismos. “Alguna gente gusta de las rubias, otra de
las morochas: mi SG es una pelirroja”. Temazos: “Highway to hell”,
“You shook me all night long”, “Back in
black”, “Hells bells”, “Thunderstruck”. AC/DC: nacidos para ser clásicos.
**Crowded House – “The very best of… recurring dreams” (1996)
Aprovechando que estamos en Oceanía, vayamos a Crowded House, una banda de soft-rock mixta neocelandesa/australiana. Autora de baladas beatlescas romanticonas, tan cálidas como redondas. Ellas están muy bien representadas en este disco sugerido, que es un grandes éxitos recopilado en un solo CD de 19 temas que no tiene desperdicios. Singles reconocibles son “Weather with you”, “Better be home soon”, “Fall at your feet” y “Don´t dream it´s over”.
La mitad inicial de Crowded House (Neil Finn y Paul Hester) fueron dos viejos integrantes del primer grupo neocelandés que tuvo repercusión internacional, el new wave Split Enz (el del éxito ochentoso “I got you”), claro que CH fue mucho más popular. Su plataforma de lanzamiento fue Los Angeles-USA, para Capitol Records. En muchas producciones colaboró muchas veces el pianista de Supertramp, Mark Hart.
Siguiendo por ese continente, mencionemos otros grupos australianos de los años ochenta y noventa que asomaron sus cabezas al mercado internacional de la música contemporánea con una cantidad de éxitos que movieron las estanterías. Todo es cuestión de gustos: a mi no me convencen del todo y por eso no recomiendo un disco de cada uno en particular, lo que no significa que sus historias no requieran una escudriñada de Uds.
Men at Work, empezaron en Melbourne en 1980 y gozaron más o menos una década de fama. Encabezaron ránkings en EE.UU. y en Europa. Liderados por el cantante escocés Colin Hay, ofrecieron un pop-rock refrescante y pegadizo pero bien hecho. Singles destacables: “Down under”, “Who can it be now?” y “It´s a mistake”.
Luego los INXS, fueron en su momento los australianos más exitosos del mundo, sin duda. Su difusión copaba todos los medios, radios y MTV. Banda formada en Sidney-vía Perth-Australia a partir de tres hermanos Farriss pero liderada por el carismático Michael Hutchence. Empezaron como un grupo new wave-pop, le fueron agregando dósis de rock, soul blanco y piscas de dance: una especie de U2 pero más festivos. Con el quinto LP “Listen like thieves” (1985) dieron el batacazo. Sacaron en total unos diez discos oficiales –varios producidos por el cotizado Nile Rodgers- entre 1980 y 1997, año que murió Hutchence, lo cual prácticamente acabó con la trayectoria del grupo. “Need you tonight”, “Devil inside”, “New sensation”, “Suicide blonde” fueron algunos de sus temas icónicos.
Por último, Flash & The Pan, otro grupo de Sidney, conocido antes que nada por su tema “Walking in the rain”, escuchado hasta en los más recónditos lugares del planeta, desde su edición en 1979. Catalogado como new wave –como todo lo que sonaba pop en el ámbito británico después del estallido punk- o también como synthpop, sobresalía la voz nasal sincopada de Harry Vanda, más recitada que cantada y el clima de thriller de muchas de sus canciones. Otro integrante era George Young, hermano de los AC/DC.
**Prefab Sprout – “Two wheels good” (1985)
Prefab Sprout fue un sofisticado grupo pop inglés de Newcastle (ciudad minera cuna de Eric Burdon, Bryan Ferry y Sting) especializado en composiciones sensibles pero ignorado por buena parte de la humanidad, entretenida con Michael Jackson, Madonna y otras boludeces importantes. Formado por los hermanos Paddy y Martin McAloon, con los impagables coros de Wendy Smith y producidos varias veces por el genio de Thomas Dolby, hicieron una música más bien introspectiva, llena de sutilezas. Prefab Sprout estuvo muy por encima de sus primos new wave ingleses y solo es comparable al nivel de Simply Red. Los más modernos Oasis o Coldplay suplicarían tener las composiciones de Paddy McAloon.
En Inglaterra el LP en cuestión se llamó “Steve McQueen” pero en USA de este otro modo, por motivos legales. Es un disco hermoso y romántico. En el inolvidable programa “El tren fantasma” de los ‘80s (Omar Cerazuolo-Marcelo Morano), el tema más difundido del disco eran la deliciosa “Appetite” y “When love breaks down”. Busquen ustedes en “From Langley Park to Memphis” (1988) y “Protest songs” (1989) los exitosos “El rey del rock’n roll” y “Autos y mujeres” y “Life of surprises” más la delicada “Dublin”. A medida que fueron sacando nuevos discos, la calidad fue mermando, como suele pasar.
*China Crisis – “The best songs” (2002)
No esperes de este ochentoso grupo inglés de new wave o “synth-pop” (tecno-pop) nada más –ni nada menos- que melodías agradables y bien arregladas. Son de la época del “british pop”, de conjuntos como Spandau Ballet, Style Council, Everything But The Girl, Aztec Camera y Orchestral Manoeuvres in the Dark, que merecen que las investigues. No escuché la discografía entera de China Crisis pero en su momento compré y me gustó mucho “What price paradise” (1986). Algunas de sus obras fueron producidas artísticamente por Walter Becker, el de Steely Dan.
*Ryuichi Sakamoto – “Neo Geo” (1987)
Es el mejor músico moderno que parió Japón (Tokyo, 1952-2023). Un creador extraordinario que empezó haciendo tecno pop en los años 80 con un grupo que se llamaba Yellow Magic Orchestra, música que hoy suena medio naif. Pero este hombre tenía mucho más para dar: hizo pop con reminiscencias japonesas deliciosamente hibridadas e imaginó bandas de sonido memorables para películas (en otro capítulo recomiendo su CD “Cinemage” de 1999, con los temas principales de sus premiadísimas BSO “Merry Christmas Mr. Lawrence”, “El último emperador”, “Little Buddah”, “Tacones lejanos”, etc). Hicieron lo mismo en "Music for film" (2016) agregando temas BSO más recientes. Se complementan entre si. Los críticos dicen que Sakamoto tiene influencias de Debussy, Stavinsky y Eric Satie. En sus últimos años estuvo haciendo música minimalista, con piano sólo y computadoras y también bandas para videojuegos. Ya mencioné en el ítem “World music” que se juntó con Jacques Morelenbaum para hacer dos discos con música de Antonio Carlos Jobim. En este hermoso CD "Neo Geo", mayormente instrumental, colaboraron Sly Dunbar, Tony Williams e Iggy Pop, que canta en “Risky”. Sobresalen “Before long”, “Free trading” y “Okinawa song”. Lo grabó en los estudios Power Station de Nueva York.
**Ryuichi Sakamoto – “Beauty” (1989)
Aquí Youssou N’Dour canta en “Diabaram”, el tema de difusión. Participan también Nana Vasconcelos, Brian Wilson de los Beach Boys, Robbie Robertson, Sly Dunbar, Arto Lindsay con las letras, etc. Inmensos los temas “Romance”, “Amore” y “Chingasu no Hana” (un tradicional japonés).
*Ryuichi Sakamoto – “Heartbeat” (1991)
Gran nivel. Participan DJ Towa Towa, Marco Prince & FFF, David Sylvian, Bill Frisell, y otra vez Arto Lindsay y Youssou N’Dour, entre otros. Hace un pop que suena más internacional y aggiornado. Altamente recomendables “Triste”, “Lulu” y “Borom gal”. Hace “Rap the world” con “Third stone from the sun” de Hendrix.
*Ryuichi Sakamoto – “Smoochy” (1995)
Su “Sweet revenge” de 1994 es muy agradable, soul, funky y acid-jazz y cosa seria a la vez. En “Smoochy” Sakamoto está acompañado en algunos temas por los brasileños Jacques y Paula Morelenbaum, Vinicius Cantuaria y Arto Lindsay. Se notan sus aportes bossa nova hasta en “Tango” cantada por Sakamoto en japonés y luego por Soraya en la versión en castellano con letra de nuestro Raúl Carnota. “Biba no aozora” (¿un pseudo trip-hop?), “Aoneko no torso” y “Poesía”, otras perlitas. Alta calidad.
**Ryuichi Sakamoto – “1996” (1996)
Uno de los picos más altos de Sakamoto. Un álbum extraordinariamente bello aunque algo triste por el tono que le dan los únicos instrumentos que se usan aquí: piano, cello y violín. En vez de un “grandes éxitos” común y silvestre (que también los tiene), rehace temas de su música de películas (ver adelante “The last emperor” y “Cinemage”) y de otros discos rejerarquizándolos en sociedad con el cello de Jacques Morelenbaum, agregándose en algunos temas Everten Nelson o David Nadien en violín.
Si, si, es cierto: pueden encontrarse con muchos discos del japonés donde
dan ganas de matarlo. Su etapa juvenil en Yellow Magic Orchestra le dió fama pero es
olvidable (salvo aquellos inoxidables temas "Perspective" y "Limbo") y hay montones de discos suyos que desorientan.
Durante el XXI Sakamoto siguió produciendo a paladas para
nuevos filmes y experimentando de lo lindo. Sin garantía de exhaustividad y
solo para mi gusto, una escala interesante fue “Chasm” (2004), donde sintetiza viejas búsquedas -con David Sylvian
en un tema de difusión “World citizen”- y deja entrever sus nuevos aires
minimalistas. Se juntó un tiempo con el alemán Alva
Noto y las computadoras, para algunos discos que a mi me aburren. Como esos
músicos que están de vuelta, se puso en experimentador loco de sonidos como
tirar agua en una palangana para ver como suena y distorsionarlo con máquinas. Sakamoto
es un bocho inquieto pero gran productor de belleza al que, con paciencia,
hay que buscarle la vuelta para quedarse con la recompensa.
Tenía que ir a verlo por si a Ryuichi no se le ocurría venir más al sur,
cosa que efectivamente pasó, aunque sabía de antemano que aterrizaba con una
onda muy experimental, no a hacer un compendio gratificante de grandes éxitos.
Fue en el Gran Rex en mayo de 2012. El
sesentón Sakamoto y su piano acústico mixturado con improvisaciones electrónicas y visuales de
Alva Noto (el alemán Carsten Nicolai), presentando su producción conjunta
“Summvs”. Gran nivel, pero minimalismo frío y pocas melodías. Nadie es
perfecto.
*Scritti Politti – “Cupid & Psique” (1985)
Máximos expositores del techno o synth-pop inglés de los ochenta. Clima festivo, teclados abundantes, secuenciadores y percusión electrónica. Oriundos de la ciudad de Leeds, siguen dando vueltas pero sin casi ningún integrante original salvo Green Gartside, su ideólogo y cantante, ya viejito. Este fue su disco más vendido y sus éxitos fue “Perfect way”, “The world girl” y “Wood beeze”.
*Scritti Politti – “Provision” (1988)
Tan bueno como el anterior. Dicen por ahí que sus letras eran “sesudas”, lo cual no calzaría con el entorno de esta música, pero todo puede ser. Por estas grabaciones pasaron Steve Ferrone (batería), Marcus Miller (bajo) y nada menos que Miles Davis. Acá en el sur se difundieron mucho “Bam salute” y “Oh Patti”.
**Thomas Dolby – “Aliens ate my Buick” (1988)
Este tipo es un inglés cuyo nombre verdadero es Thomas Morgan Robertson, eterno amante de la tecnología y un fenómeno haciendo música. Synthpop, claro. Combinó tecno y funk con baladas pop pero ha hecho cosas para videos y bandas sonoras de películas para gente como George Lucas o Ken Russell. Además, tocó con monstruitos como Peter Gabriel, Riuychi Sakamoto, David Bowie, Malcolm McLaren, Lene Lovich, Roger Waters y hasta Serrat, entre otros. También produjo a Prefab Sprout y algún disco de Joni Mitchell, con quien no congenió. Se hizo famoso por el festivo “She blinded me with the science” de su álbum debut “The golden age of wireless” de 1983, aunque es más hermosa y sutil su “Airwaves”.
El hombrecillo blondo -hoy pelado- sacó después “The flat earth” (1984), retrocediendo algunos casilleros en calidad, pero pega un salto mortal e inventa la postmodernidad musical con este “Aliens ate my Buick”: hace aquí una increíble selección de pop, rock, salsa, reggae, jazz , funk y lo que se te ocurra. Juega con el kitsch en la espantosa gráfica de tapa, pero no importa: es un terrible discazo que no tiene desperdicio.
Con una onda más pop y menos ecléctica le seguirá “Astronauts & heretics” (1992), con los sobresalientes “Cruel”, “Silk pijamas”, “Beauty of a dream” con Jerry García y Bob Weir (The Grateful Dead) y “Eastern bloc”, con guitarra de Eddie Van Halen. Años después Dolby discontinuó su carrera musical y se dedicó a una empresa de servicios de computación y telefonía celular. Se fue a vivir a Los Angeles, porque “hay gente mucho más copada que los ingleses, que no se adaptaron al hecho de haber perdido su imperio”. Un genio.
**Tears for Fears – “The seed of love” (1989)
Estos ingleses de Bath deberían ser considerados entre los herederos de los Beatles. El dúo de Curtis Smith y Roland Orzabal nació en la época de la new wave. Empezaron con “The hurting” (1983), un disco ilustrativo de ese género, a pura batería electrónica y sintetizadores, con buenas melodías y los clichés del momento. Vendieron un montón de discos, aunque su leit-motiv intelectualoide era la infancia traumática (teoría de Arthur Janov sobre el grito primal). Su música la copió aquí Soda Stéreo –con una dósis mayor de azúcar- pocos años después en el excelente “Nada personal” (1985).
El boom de Tears for Fears lo produjo su segundo CD, “Song from the big chair” (1985), que contiene los inoxidables éxitos “Everybody wants to rule the world” y “Shout”. Un salto de calidad… y de ventas (más de 10 millones de unidades). Pero “The seed of love” marca la cumbre creativa de su carrera, es el trabajo más maduro y grandioso que hicieron, captando la onda psicodélica de los Beatles. Tanto que muchos le hallan similitudes a “Sg. Pepper..”
Por si fuera poco musicalmente, la invitada norteamericana Oleta Adams –con su delicada voz negra y su piano en tres temas: “Woman in chains”, el más celebrado. Fue un tremendo hallazgo, la perla del disco: en una gira previa, Orzabal & Smith la descubrieron en el show que la mujer daba en un hotel de Kansas-USA. Ella pudo haber sido la Aretha Franklin de su generación explotando la veta gospel y soulera que derrocha en cada nota que canta pero su carrera artística se diluyó entre tantas buenas voces negras. Está bueno recordar sus pocos pero delicados éxitos, como “Cirle of one” o el cover “Get here”.
*Tears for Fears – “Elemental” (1993)
Sin llegar a las enormes alturas del anterior, posee temas imperdibles como “Goodnight song”, “Cold”, “Break it down again” y “Brian Wilson said”. A decir verdad, hay tracks que sobran. Dicen que en este disco Smith casi ni participó y es enteramente de Orzabal.
*Buddy Guy – “Buddy’s baddest. The best of Buddy Guy” (1999)
Otro “guitar hero” blusero contemporáneo que no se puede soslayar. Oriundo de Luisiana-USA, desarrolló su carrera en Chicago. Ya anda por los 82 años. Impacta su estilo de estirar las cuerdas, más agresivo que Clapton o King. Lo mismo pasa con su voz más potente y menos condescendiente que la de otros competidores del género. Esta recopilación contiene la muy buena versión de “Mustang Sally”, el tema de Wilson Pickett.
**Robert Cray – “Strong persuader” (1986)
Cuando surgió Cray allá por los ochenta lo llamaban “el nuevo B.B.King”: un notable guitarrista sin excesos, recontra-elegante y con una excelente voz negra. Se hablaba del “renacimiento del blues” por el éxito de Cray, de Steve Ray Vaughan y el apogeo solista de Eric Clapton.
Bien escuchado este músico de color oriundo de Georgia-USA y nacido en 1953, no es un purista del blues: mete dósis de R&B y “southern soul” de Memphis a la manera de Otis Redding, Sam Cooke y Wilson Pickett, que son sus ídolos. En el particular sonido de Robert Cray, el uso de caños es un ingrediente fundamental. Justamente su sección de bronces se llama “Memphis horns”.
Este disco es especial porque lanzó a Cray a la fama y porque contiene verdaderos temazos. Este es el 4to. disco de su carrera entre una veintena y su difusión fue (en estos suburbios, al menos) con “I wonder” y “Right next door (because of me)”. Todo suena perfecto y con buen gusto. También pueden hurgar en su exitoso e interesante CD “Don´t be afraid of the dark” (1988) y la recopilación “The definitive collection” (2007).
**Steve Ray Vaughan & Double Trouble – “In step” (1989)
No pueden dejar de conocer a este guitarrista tejano de los ochenta que la rompía con el rhytm&blues y el shuffle y se mató en un accidente de helicóptero en 1990, siendo ya una superestrella. No era un guitarrista más: realmente fue uno de los mejores y más representativos del blues sureño contemporáneo. Dentro de un género que siempre se destacó más por la expresividad de sus
guitarristas que por su técnica, SRV le metió técnica, elegancia y gracia,
causando la admiración de sus competidores. Sus influencias eran Albert King y
Jimi Hendrix.
Double Trouble fue su banda más estable. El temazo del disco es “Riviera paradise”. Además de tocar la Fender Stratocaster como los dioses, cantaba y componía muy bien. Algún crítico considera mejor a su álbum debut “Texas flood” (1983), con versiones de Howlin´ Wolf y de Buddy Guy. Después vinieron, “Couldn´t stand the weather” (1984) y “Step by step” (1985).
**Steve Ray Vaughan & Double Trouble – “The sky is crying” (1991)
Resumiendo, digamos que SRV revitalizó un género que no albergaba grandes expectativas metiendo muy buenos covers y composiciones propias impregnados de un sonido propio aggiornado e inconfundible. No es poco. Este es su muy recomendable disco póstumo. Tiene una versión formidable de “Little wing” de Jimi Hendrix, un slow blues perfecto “May I have a talk with you” de Howlin’ Wolf, un tema de Kenny Burrell (“Chitlins con carne”) y un nivel muy alto.
Como siempre queda algo afuera, busquen el imbatible “Couldn’t stand the weather” en el CD homónimo y el pegadizo “Hard to be” del disco “Family style” de Vaughan Brothers, con su hermano, el también muy buen guitarrista Jimmy (de The Fabulous Thunderbirds, entre otros).
**Robben Ford & The Blue Line – “Waiting for a miracle” (1993)
Este es un guitarrista blanco californiano que ya pasó los 60, fundó The Yellowjackets, tocó con Miles Davis, Joni Mitchell, Bob Dylan, George Harrison, etc. y luego se largó a su carrera solista, con distintas formaciones.
Aquí en un power trío blusero, haciendo gala de su gran uso de la pedalera, con Roscoe Beck en bajo (¿reencarnación de Jack Bruce?) y Tom Bretchlein en batería. Un disco en vivo (creo que un bootleg, grabado en San Francisco-EEUU, no oficial), inconseguible en el hemisferio sur, que resume los temas de una época bárbara de este músico. Una avalancha de blues pesado.
Escuché a este trío en el Teatro Opera de la avenida Corrientes en 1992. Sus teloneros fueron, nada más y nada menos, que el trío acústico de Lyle Mays y un impresionista Mono Fontana como solista con sus máquinas. Un lujo oriental. Inolvidable.
**Scott
Henderson – “Tore down house” (1996)
Scott Henderson (Palm Beach-Florida-USA, 1954) es un guitarrista
eléctrico originalísimo. El mismo dijo que su técnica la obtuvo después de
gastar discos de Albert King, Jimi Hendrix y Jeff Beck y transcribiendo a su
instrumento partituras para saxo de Cannonball Adderley, Joe Henderson y Wayne Shorter.
Colaboró durante su carrera con grandes nenes: estuvo en la Chick Corea Elektric
Band y grabó con Jean Luc Ponty, Tom Coster y The Zawinul Syndicate,
abanderados del jazz fusion. A mediados de los ochenta se juntó con el virtuoso
bajista Gary Willis y dieron origen a la aplanadora del rubro llamada Tribal
Tech, cuyo último disco apareció en 2012: como esa es una historia aparte, le
dedicaremos varios párrafos en el capítulo que viene.
Entre medio de ese trayecto, Henderson produjo discos solistas
emparentados con el hard blues, más distorsionado y deforme que Steve Ray Vaughan y Robben Ford & The Blue Line. Poca
ortodoxia. Básicamente lo hizo en power trio pero -según el disco- metiendo
voces, teclados y eventualmente caños.
La primera producción blusera de Henderson fue “Dog party”
(1994), donde recluta a dos compañeros de Tribal Tech: Scott Kinsey con alguna
intervención en teclados y Kirk Covington, que mete su potente batería y le
resuelve la voz principal con autoridad. Otro baluarte es Pat O’Brien, en
armónica: escuchen por ej. el track “Milk bone”.
Este “Tore down house” es el segundo CD de Henderson en onda
blusera. Sigue el tándem Kinsey-Covington-O’Brien más la prodigiosa voz de Masta
Edwards en algunos tracks. Como Henderson no puede disimular su amor por
Weather Report y Pastorius, mete el cover de “Continuum”, con guitarra slide y
arreglos country. En “Hate you” recuerda a Frank Zappa. “Mocha” es un
excepcional blues lento hendrixiano y “Harpoon” es una aplanadora para despedirse
o poner el disco de nuevo.
Después viene “Well to the
bone” (2002) con Kinsey-Covington, un nuevo bajista y la excelente voz invitada
de Thelma Houston. Y los dos discos que faltan son power trio puro: “Vibe
station” (2015) y “People mover” (2019). Con ellos Henderson va atenuando las sorpresas
y bajando la cuota de blues paulatinamente, recurriendo a la fusión de nuevo
pero sin alcanzar nunca las alturas de Tribal Tech. Igual es un guitarrista
prodigioso y pueden perdonárseles algunos resbalones discográficos porque su
inventiva siempre se disfruta.
Además de su faceta solista blusera, su devenir en Tribal Tech y
sus diversas colaboraciones en discos de gente consagrada, Scott Henderson se
embarcó -a fines de los noventa- junto a Steve Smith (Vital
Information-batería) y Victor Wooten (Bela Fleck & The Fleckstones-bajo) en
el proyecto Vital Tech Tones: una onda progresiva que derrocha virtuosismo pero
no pasará a la historia. Mención aparte para su última agrupación HBC, otro power
trio pero directamente de jazz fusion, con los consagrados Jeff Berlin en el
bajo y Dennis Chambers a la batería: otra vez con gran influencia y gratitud a Weather
Report. Los veremos en el Cap. 4: Jazz & Jazz Rock.
Henderson anduvo varias veces por Buenos Aires, donde tiene un
público seguidor. Lo vi dos veces en facetas distintas: en el Auditorio Bauen
en 1999 cuando presentó “Thick” con el Tribal Tech completado por
Willis-Kinsey-Covington, uno de los recitales que más me impactaron en la vida.
En agosto/14 saqué entradas para verlo en el trio HBC en el teatro ND Ateneo,
en la gira de presentación su poderoso disco homónimo. Unos días antes avisaron
públicamente que no venía Dennis Chambers por problemas de salud y que lo
reemplazaría Billy Cobham: a falta de un genio de la batería vi a otro, en gran
estado y presencia pese a sus 71 años.
*The Fabulous Thunderbirds – “Tuff enuff” (1986)
Este grupo de Austin, Texas, EEUU, es cultor del rhythm & blues mezclado con rockabilly, tex-mex y zideco. Bien sureños. Digamos que los “T-Birds” están emparentados con los Creedence de los hermanos Fogerty y con Los Lobos. Durante muchos años este conjunto estuvo integrado por el hermano mayor de Steve Ray Vaughan (Jimmie), también excelente guitarrista, y tuvo diversos vocalistas en sus formaciones. El mejor y más original fue Kim Wilson (además eximio armonicista): cuando no estuvo al frente el grupo respetó el estilo pero tuvo menos pimienta.
No busquen más: el tema “Look at that, look at that” es lo máximo, si no los convence vayan a otra cosa. Si los atrapa, escuchen “I’m a good man”, “Give me all your lovin” y “Wait on time” y sigan disfrutando. Para eso van a tener que recurrir, por ejemplo, a “The Fabulous Thunderbirds Collection” (2004), que contiene 26 temas. Ya grandotes, siguen girando con Kim Wilson como único miembro original.
*Talking Heads – “Speaking in tongues” (1983)
Grupo neoyorkino de música pop que se hizo famoso en el club CBGB como telonero de los Ramones, aunque claramente con una onda diferente: la new wave post-punk del lado americano. Catapultó a su alma mater,el escocés David Byrne, que después seguiría con éxito su carrera solista. Por si no lo conocen, un músico freak muy original –ahora ya maduro- que no canta normalmente pero atrapa.
Talking Heads es pop y funk con beats de reminiscencias africanas, envuelto en una pátina naive. Este es el sexto disco de la trayectoria del grupo, donde se destacan los temas “Burning down the house”, “Boygirl is better” y mi preferida “Making flippy-floppy”. En coros, están las impresionantes voces negras de Dolette McDonald y Nona Hendryx, que cantaron con The Police en alguna gira. Los TH tuvieron en gran parte de su discografía como productor al músico Brian Eno (ex Roxy Music, Robert Fripp y David Bowie).
**Talking Heads – “Stop making sense”
(1984)
Es un excelente álbum en vivo
de la gira que presentó básicamente “Speaking in tongues” (1983), rellenada con
“grandes éxitos” anteriores. A la vez es
una película de sus presentaciones en The Pantages Theatre de Hollywood. El
entonces poco conocido director Jonathan Demme hizo un film de los recitales,
muy premiado y exitoso. Asegúrense la edición larga del disco, con 16 temas,
entre ellos la inconmensurable versión de “Making flippy-floppy” y una de
“Heaven”, mucho más sanguíneas que las originales. Por lo tanto, cómprense la
película en DVD, directamente, y disfruten todo junto, imágenes y música.
*Talking Heads – “Little creatures” (1985)
Otro disco recomendable de estas “cabezas parlantes”. Los temas más conocidos son “And she was”, “Perfect world” y “Television man”. Una última recomendación sobre los Talking Head es “Stop making sense” (1984), una actuación en vivo filmada por Jonathan Demme, cuyas referencias deben buscarlas en el capítulo sobre bandas de sonido de películas.
Dije que Byrne es muy especial, un tipo que acumula TOCs y, además, es curioso e inquieto: recorrió el mundo buceando en músicas étnicas y promovió a muchos artistas locales mediante su discográfica Luaka Bop. En 1989 hizo un disco con temática latinoamericana “Rei Momo”, donde se mandó con salsas, sambas, charangas y mambos. Un ecléctico como Joe Jackson, pero en otra dirección. Su debilidad es juntar músicos de gran nivel para grabar y, siempre, la onda latina para darle color a sus temas pop. De su carrera solista y múltiples CD, está bueno “Feelings” (1997) que tiene hasta intervenciones de cuerdas, pero me gusta un poco más “David Enryb”.
*David Byrne – “David Enryb” (1994)