¿Quién hubiera supuesto que en el país del fútbol y la alegría
permanente iba a haber bronca grande contra la organización de un mundial
FIFA en casa y la corrupción? Que en la tierra de las playas, el carnaval y las
garotas iban a salir a la calle millones de indignados. Y que por las
redes se animarían a declarar un paro general, dejando en ridículo a
organizaciones políticas y sindicales. Podría arriesgarse que la
brasileña es una de las poblaciones más conformistas del cono sur,
comparada con sus vecinos.
¿Y todo esto justo después de la década de mayor desarrollo que los ubicó en el 6to. lugar entre las naciones del mundo? ¿Después de un Lula Da Silva reelegido que se fue con una aceptación pública del 80%? ¿Con una presidenta razonable y sensible -Dilma Rousseff- que echó sin titubear a seis ministros ante las primeras denuncias de corrupción en su contra? ¿En un país increíblemente preocupado por su economía por un mero 5% de inflación anual producida por exceso de inversiones externas, no por la 'maquinita' del Banco Central como nosotros?
La misma economía que incluyó a más de 30 millones de ciudadanos a su clase media, sacó a 19 millones de la extrema pobreza creando trabajo y subiendo paulatinamente el salario mínimo de 65 dólares a 300. Que avasallante, salió a comprar multinacionales en todo el mundo. La que inteligentemente fomentó a la vez la agricultura familiar y la de punta. A la primera, con políticas activas y focalizadas de su Ministerio de Desarrollo Agrícola (aparte del propio Ministerio de Agricultura), con programas de enseñanza rural y especiales para emprendedores. A la segunda, sin intervenir demasiado con entorpecimientos burocráticos y exacciones al bulto.
En 2008, mientras acá se peleaba el gobierno y el campo en una crisis de la abundancia -cuando el boom de la soja- Lula preveía destinar el 1/4 de sus reservas (50 mil millones de dólares) para aprovechar los precios de los commodities agropecuarios. La crisis financiera mundial lo hizo ser un poco más cauteloso.
No obstante, lograron ser líderes mundiales en exportaciones en el complejo sojero, carne vacuna y aviar, azúcar, etanol, café, tabaco y jugos de fruta. Anda por ahí cerquita en carne de cerdo y biocombustibles. Para hacer comparaciones odiosas, su producción agrícola alcanzó 150 millones de toneladas, contra nuestros cien millones y en baja. Si había una carrera con la soja, la ganaron. De ser importadores netos de carne pasaron en menos de diez años a triplicar su stock ganadero y convertirse en primeros exportadores del mundo. Empresas brasileñas compraron la Swift y otras alimenticias en EE.UU., también la filial australiana y una docena de frigoríficos de punta en Argentina (nadie les avisó a tiempo que teníamos un funcionario improvisado llamado Guillermo Moreno que les pudrió los negocios) con líneas de crédito facilitadas por el propio Estado.
Los burgueses rurales argentinos envidian hasta babearse al país hermano en eso de tener reglas claras, que se mantienen en el tiempo y se cumplen (pregunten a Grobocopatel, sino). ¿Porqué no darles la razón si en nuestro país el que reinvierte sembrando no sabe que es lo que recibirá cuando coseche o venda sus animales porque un funcionario caprichoso/ignorante les cambia todo o no les da permiso?
Lula había logrado aplacar incluso al Movimiento de los Sin Tierra (MST), que fue un problema increscendo durante el gobierno anterior de Fernando Henrique Cardoso; lo hizo con programas de ayuda sociales y cooptando políticamente a sus líderes. En los últimos años, ya con Dilma Rousseff, habían reaparecido. Otra señal de alarma fueron las denuncias de una virulenta deforestación de los recursos de la Amazonia, como contrapartida del creciente desarrollo agropecuario que relataba antes. El artículo de Le Monde para Clarín IEco describe mejor que yo adonde llegó el orgulloso coloso brasileño.
¿Qué hicieron mal entonces? ¿Dónde están las fisuras? Mimada por las potencias que miran con avidez entrar en su enorme mercado y con la buena prensa que siempre gozó Brasil en el mundo, nunca se suelen mostrar sus baches y su mugre (para antipáticos estamos los argentinos). Ahora vienen todos los analistas y entendidos, "con el diario del lunes" a sacar conclusiones de porqué falló el ejemplo, "el mejor ladrillo de los BRICS". Para nosotros, los mortales de a pie, es difícil hacer deducciones tajantes desde afuera aunque, leyendo y leyendo de diversas fuentes, pueden intuirse algunas puntas.
Con las crisis, todos sabemos quienes pierden. Por eso, la indignación ciudadana nunca puede dar saldo negativo: para los brasileños será un salto político y cultural cualitativo. El único peligro es la violencia, que desvirtúa el mensaje y justifica la represión desde el poder, que nunca descansa para conservar sus privilegios. Horanosaurus.
¿Y todo esto justo después de la década de mayor desarrollo que los ubicó en el 6to. lugar entre las naciones del mundo? ¿Después de un Lula Da Silva reelegido que se fue con una aceptación pública del 80%? ¿Con una presidenta razonable y sensible -Dilma Rousseff- que echó sin titubear a seis ministros ante las primeras denuncias de corrupción en su contra? ¿En un país increíblemente preocupado por su economía por un mero 5% de inflación anual producida por exceso de inversiones externas, no por la 'maquinita' del Banco Central como nosotros?
La misma economía que incluyó a más de 30 millones de ciudadanos a su clase media, sacó a 19 millones de la extrema pobreza creando trabajo y subiendo paulatinamente el salario mínimo de 65 dólares a 300. Que avasallante, salió a comprar multinacionales en todo el mundo. La que inteligentemente fomentó a la vez la agricultura familiar y la de punta. A la primera, con políticas activas y focalizadas de su Ministerio de Desarrollo Agrícola (aparte del propio Ministerio de Agricultura), con programas de enseñanza rural y especiales para emprendedores. A la segunda, sin intervenir demasiado con entorpecimientos burocráticos y exacciones al bulto.
En 2008, mientras acá se peleaba el gobierno y el campo en una crisis de la abundancia -cuando el boom de la soja- Lula preveía destinar el 1/4 de sus reservas (50 mil millones de dólares) para aprovechar los precios de los commodities agropecuarios. La crisis financiera mundial lo hizo ser un poco más cauteloso.
No obstante, lograron ser líderes mundiales en exportaciones en el complejo sojero, carne vacuna y aviar, azúcar, etanol, café, tabaco y jugos de fruta. Anda por ahí cerquita en carne de cerdo y biocombustibles. Para hacer comparaciones odiosas, su producción agrícola alcanzó 150 millones de toneladas, contra nuestros cien millones y en baja. Si había una carrera con la soja, la ganaron. De ser importadores netos de carne pasaron en menos de diez años a triplicar su stock ganadero y convertirse en primeros exportadores del mundo. Empresas brasileñas compraron la Swift y otras alimenticias en EE.UU., también la filial australiana y una docena de frigoríficos de punta en Argentina (nadie les avisó a tiempo que teníamos un funcionario improvisado llamado Guillermo Moreno que les pudrió los negocios) con líneas de crédito facilitadas por el propio Estado.
Los burgueses rurales argentinos envidian hasta babearse al país hermano en eso de tener reglas claras, que se mantienen en el tiempo y se cumplen (pregunten a Grobocopatel, sino). ¿Porqué no darles la razón si en nuestro país el que reinvierte sembrando no sabe que es lo que recibirá cuando coseche o venda sus animales porque un funcionario caprichoso/ignorante les cambia todo o no les da permiso?
Lula había logrado aplacar incluso al Movimiento de los Sin Tierra (MST), que fue un problema increscendo durante el gobierno anterior de Fernando Henrique Cardoso; lo hizo con programas de ayuda sociales y cooptando políticamente a sus líderes. En los últimos años, ya con Dilma Rousseff, habían reaparecido. Otra señal de alarma fueron las denuncias de una virulenta deforestación de los recursos de la Amazonia, como contrapartida del creciente desarrollo agropecuario que relataba antes. El artículo de Le Monde para Clarín IEco describe mejor que yo adonde llegó el orgulloso coloso brasileño.
¿Qué hicieron mal entonces? ¿Dónde están las fisuras? Mimada por las potencias que miran con avidez entrar en su enorme mercado y con la buena prensa que siempre gozó Brasil en el mundo, nunca se suelen mostrar sus baches y su mugre (para antipáticos estamos los argentinos). Ahora vienen todos los analistas y entendidos, "con el diario del lunes" a sacar conclusiones de porqué falló el ejemplo, "el mejor ladrillo de los BRICS". Para nosotros, los mortales de a pie, es difícil hacer deducciones tajantes desde afuera aunque, leyendo y leyendo de diversas fuentes, pueden intuirse algunas puntas.
Con las crisis, todos sabemos quienes pierden. Por eso, la indignación ciudadana nunca puede dar saldo negativo: para los brasileños será un salto político y cultural cualitativo. El único peligro es la violencia, que desvirtúa el mensaje y justifica la represión desde el poder, que nunca descansa para conservar sus privilegios. Horanosaurus.
¿Qué le está pasando a esta nueva potencia?
Por Juan Arias-El País, Sábado 15/06/13 - Río de Janeiro.- ¿Qué le está pasando a Brasil? La nación en pujanza, esperanza de los países emergentes, la sexta potencia económica y fulcro del continente aparece de repente con los pies de barro, con un modelo que tuvo éxito, pero que según expertos ya está agotado y con todos los índices rebajados.
A esto se añade que, por primera vez en años, se produjeron manifestaciones callejeras con actos vandálicos de autoría desconocida. Los participantes en las protestas se dicen sin partido, pero varios de ellos pertenecen a grupos de izquierda radical. Las autoridades critican, con razón, que en Brasil existe total libertad de expresión, pero no de destruir el patrimonio público. Los manifestantes, convocados a través de redes sociales, acusan por su parte a la policía de actuar con excesiva dureza.
Existe la preocupación por conocer la paternidad de la iniciativa que está llevando a la gente a la calle en protesta contra los servicios públicos y, sobre todo, por conocer si detrás de ellas se esconde alguna mano política en vísperas de las elecciones del año próximo. Una cosa es cierta: Brasil quizás no sea ni la maravilla forjada en los últimos años por la opinión pública mundial, ni tampoco un país que cayó de repente en crisis, que revelaría mayores fragilidades de las que hasta hoy reconocía.
El país cuenta con una gran pujanza, pese a que atraviesa un momento de bajo crecimiento; de aumento de la inflación que, sobre todo, irrita a los más pobres; de un dólar a un alto costo que quita fuerza al real, y de un gasto público que sigue creciendo.
Se podría decir que Brasil tiene sus cuentas en regla. Goza de unas reservas envidiables, con un bajo índice de desempleo (6,2% en 2012), con prestigio internacional, llamado a tener gran protagonismo geopolítico, y con grandes proyectos de obras.
La propia oposición forjó el eslogan de "Brasil está bien, pero puede estar mejor", lo que indica la voluntad de contribuir a mejorar lo ya conquistado. En ese sentido, la presidenta Dilma Rousseff -que corre el peligro de convertirse, injustamente, en el chivo expiatorio de los problemas actuales- no está quizás acertada cuando critica a los que quieren que Brasil "no acierte", si es que se refiere a la oposición, que durante los últimos años estuvo aletargada, quizás desarmada ante el crecimiento económico y las conquistas sociales de los gobiernos de Lula y de Rousseff.
Quizás, más que a la oposición, la presidenta se haya querido referir a los que podrían influir en la opinión pública para salir a protestar en un país donde también la calle ha estado en silencio. Ni siquiera contra la grave corrupción o la impunidad Brasil había salido últimamente a la calle. Aquí, al revés de otros lugares del planeta, no existieron los "indignados".
Condenadas las acciones violentas de los nuevos manifestantes, hay sociólogos que prefieren ver en estas inéditas manifestaciones una señal de madurez ciudadana, de toma de conciencia de la gente que desea ser también protagonista del crecimiento de Brasil y forjadores de un futuro menos injusto y más democráticamente participativo.
Interesantes declaraciones de un analista brasileño, más aún por ser anteriores a la ola de indignación en las calles, sobre las derivaciones de la desaceleración económica en su país.
Por Juan Arias-El País, Sábado 15/06/13 - Río de Janeiro.- ¿Qué le está pasando a Brasil? La nación en pujanza, esperanza de los países emergentes, la sexta potencia económica y fulcro del continente aparece de repente con los pies de barro, con un modelo que tuvo éxito, pero que según expertos ya está agotado y con todos los índices rebajados.
A esto se añade que, por primera vez en años, se produjeron manifestaciones callejeras con actos vandálicos de autoría desconocida. Los participantes en las protestas se dicen sin partido, pero varios de ellos pertenecen a grupos de izquierda radical. Las autoridades critican, con razón, que en Brasil existe total libertad de expresión, pero no de destruir el patrimonio público. Los manifestantes, convocados a través de redes sociales, acusan por su parte a la policía de actuar con excesiva dureza.
Existe la preocupación por conocer la paternidad de la iniciativa que está llevando a la gente a la calle en protesta contra los servicios públicos y, sobre todo, por conocer si detrás de ellas se esconde alguna mano política en vísperas de las elecciones del año próximo. Una cosa es cierta: Brasil quizás no sea ni la maravilla forjada en los últimos años por la opinión pública mundial, ni tampoco un país que cayó de repente en crisis, que revelaría mayores fragilidades de las que hasta hoy reconocía.
El país cuenta con una gran pujanza, pese a que atraviesa un momento de bajo crecimiento; de aumento de la inflación que, sobre todo, irrita a los más pobres; de un dólar a un alto costo que quita fuerza al real, y de un gasto público que sigue creciendo.
Se podría decir que Brasil tiene sus cuentas en regla. Goza de unas reservas envidiables, con un bajo índice de desempleo (6,2% en 2012), con prestigio internacional, llamado a tener gran protagonismo geopolítico, y con grandes proyectos de obras.
La propia oposición forjó el eslogan de "Brasil está bien, pero puede estar mejor", lo que indica la voluntad de contribuir a mejorar lo ya conquistado. En ese sentido, la presidenta Dilma Rousseff -que corre el peligro de convertirse, injustamente, en el chivo expiatorio de los problemas actuales- no está quizás acertada cuando critica a los que quieren que Brasil "no acierte", si es que se refiere a la oposición, que durante los últimos años estuvo aletargada, quizás desarmada ante el crecimiento económico y las conquistas sociales de los gobiernos de Lula y de Rousseff.
Quizás, más que a la oposición, la presidenta se haya querido referir a los que podrían influir en la opinión pública para salir a protestar en un país donde también la calle ha estado en silencio. Ni siquiera contra la grave corrupción o la impunidad Brasil había salido últimamente a la calle. Aquí, al revés de otros lugares del planeta, no existieron los "indignados".
Condenadas las acciones violentas de los nuevos manifestantes, hay sociólogos que prefieren ver en estas inéditas manifestaciones una señal de madurez ciudadana, de toma de conciencia de la gente que desea ser también protagonista del crecimiento de Brasil y forjadores de un futuro menos injusto y más democráticamente participativo.
Interesantes declaraciones de un analista brasileño, más aún por ser anteriores a la ola de indignación en las calles, sobre las derivaciones de la desaceleración económica en su país.
Paulo Resende: "Un presidente brasileño no puede no gustar de la Argentina"
La Nación 08/06/13 - Paulo Resende, Ph.D., doctor en Ingeniería de Transportes y Logística por la Universidad de Illinois, es director ejecutivo de la fundación Dom Cabral (...) "Estamos con algo más de 5 puntos de inflación. El gobierno está intentando tomar medidas para combatirla (....) la situación es delicada, hay que ir con pies de plomo (...) no hay inflación creada por emisión de moneda, sino por inversión extranjera directa".
"En Brasil, las ciudades son un concentrado de las desigualdades"
Clarín IEco 23/06/13. Hervé Théry, un geógrafo e investigador que enseña en la ciudad de San Pablo, analiza el escenario de la protesta brasileña."Casi el 80% de los brasileños vive en ciudades (...) a las que les falta infraestructura en materia de transportes, de agua y saneamiento, de vivienda. Son concentrados de desigualdad (...) Brasil es uno de los países más desiguales, hay un verdadero abismo entre los ricos y los pobres".
Romario dispara contra los gastos del fútbol
Clarín 23/06/13. El ex futbolista Romario, quien es también diputado federal, apoyó ayer las protestas en Brasil, en particular las críticas elevadas contra los gastos hechos para el Mundial de fútbol de 2014. Romario también criticó a la FIFA porque, a su entender, obligó a Brasil a aceptar o renunciar a normativas establecidas para atender los intereses de la entidad. “Brasil, cuando aceptó ser el país sede del Mundial, en 2007, previó gastos de más o menos unos US$ 10.840 millones. Estamos en 2013 y esta previsión ya está en US$ 13.200 millones”, apuntó. Como ejemplo, Romario citó la reconstrucción del estadio Garrincha, en Brasilia, cuyo costo inicial de US$ 351 millones ya exige hoy gastos por US$ 566 millones. “Con ese dinero podrían haberse construido 150.000 casas populares”, ejemplificó. “Habrá que hacer otras cosas para el Mundial, y quien determina eso es el verdadero presidente de Brasil hoy, que se llama FIFA”. Luego, concluyó: “La FIFA va a tener un lucro de unos US$ 1.886 millones. Tendría que pagar más o menos US$ 471 millones en impuestos, y no va a pagar. La FIFA viene, arma el circo, no gasta nada y se lleva todo”.
Siete claves para entender el sorpresivo 'brasilerazo'
Perfil.com 23/06/13. Jóvenes que reclaman gasto social, mientras la economía modelo de la región preparaba la fiesta del Mundial. La reacción de Dilma. Un gobernador que se reunió con Dilma Rousseff dijo que la mandataria se encontraba "perpleja" por las protestas en Brasil. Si las manifestaciones descolocaron a la jefa de Estado, aún más sorpresivas resultan para los vecinos latinoamericanos acostumbrados a las noticias sobre la potencia regional. Aquí, siete claves para entender el conflicto.
1 Transporte público.
2. Mundial.
3. Otras reivindicaciones.
4. Represión policial.
5. Estancamiento económico.
6. Quienes protestan.
7. Reacciónn de Rousseff.
Brasil: los problemas que atraviesa el modelo. Le Monde para Clarín IEco. Domingo 30/06/13.
La Nación 08/06/13 - Paulo Resende, Ph.D., doctor en Ingeniería de Transportes y Logística por la Universidad de Illinois, es director ejecutivo de la fundación Dom Cabral (...) "Estamos con algo más de 5 puntos de inflación. El gobierno está intentando tomar medidas para combatirla (....) la situación es delicada, hay que ir con pies de plomo (...) no hay inflación creada por emisión de moneda, sino por inversión extranjera directa".
"En Brasil, las ciudades son un concentrado de las desigualdades"
Clarín IEco 23/06/13. Hervé Théry, un geógrafo e investigador que enseña en la ciudad de San Pablo, analiza el escenario de la protesta brasileña."Casi el 80% de los brasileños vive en ciudades (...) a las que les falta infraestructura en materia de transportes, de agua y saneamiento, de vivienda. Son concentrados de desigualdad (...) Brasil es uno de los países más desiguales, hay un verdadero abismo entre los ricos y los pobres".
Romario dispara contra los gastos del fútbol
Clarín 23/06/13. El ex futbolista Romario, quien es también diputado federal, apoyó ayer las protestas en Brasil, en particular las críticas elevadas contra los gastos hechos para el Mundial de fútbol de 2014. Romario también criticó a la FIFA porque, a su entender, obligó a Brasil a aceptar o renunciar a normativas establecidas para atender los intereses de la entidad. “Brasil, cuando aceptó ser el país sede del Mundial, en 2007, previó gastos de más o menos unos US$ 10.840 millones. Estamos en 2013 y esta previsión ya está en US$ 13.200 millones”, apuntó. Como ejemplo, Romario citó la reconstrucción del estadio Garrincha, en Brasilia, cuyo costo inicial de US$ 351 millones ya exige hoy gastos por US$ 566 millones. “Con ese dinero podrían haberse construido 150.000 casas populares”, ejemplificó. “Habrá que hacer otras cosas para el Mundial, y quien determina eso es el verdadero presidente de Brasil hoy, que se llama FIFA”. Luego, concluyó: “La FIFA va a tener un lucro de unos US$ 1.886 millones. Tendría que pagar más o menos US$ 471 millones en impuestos, y no va a pagar. La FIFA viene, arma el circo, no gasta nada y se lleva todo”.
Siete claves para entender el sorpresivo 'brasilerazo'
Perfil.com 23/06/13. Jóvenes que reclaman gasto social, mientras la economía modelo de la región preparaba la fiesta del Mundial. La reacción de Dilma. Un gobernador que se reunió con Dilma Rousseff dijo que la mandataria se encontraba "perpleja" por las protestas en Brasil. Si las manifestaciones descolocaron a la jefa de Estado, aún más sorpresivas resultan para los vecinos latinoamericanos acostumbrados a las noticias sobre la potencia regional. Aquí, siete claves para entender el conflicto.
1 Transporte público.
2. Mundial.
3. Otras reivindicaciones.
4. Represión policial.
5. Estancamiento económico.
6. Quienes protestan.
7. Reacciónn de Rousseff.
Brasil: los problemas que atraviesa el modelo. Le Monde para Clarín IEco. Domingo 30/06/13.
Las masivas protestas que desde hace tres semanas
sacuden a Brasil muestran otra cara del país que en los últimos años
escaló hasta los primeros lugares de influencia regional; cuáles son las
grietas políticas internas que ahora amenazan con cambiar su lugar en el tablero
de la geopolítica mundial. Por José
Vales | Para LA NACION Suplemento
Enfoques 30/06/13.
La persistencia de una idea fundacional de país. Por Federico
Merke. La Nación Suplemento Enfoques. 30/06/13.
Por Eleonora Gosman. Corresponsal. Clarín
07/06/14.
La frase era
obvia: “No estamos en Suiza, estamos en Brasil”. Sólo que fue pronunciada por
una jueza, Rilma Hemeterio, quien el jueves prohibió la huelga en los horarios
pico. Y aludía a uno de los problemas críticos en las grandes ciudades
brasileñas: “Aquí hay un déficit de transporte público y cualquier cosa que lo
disminuya, penaliza a la colectividad”. Este es, precisamente, uno de los factores que alimentan el
malhumor ciudadano. Las huelgas en el transporte y la naturaleza de las
obras realizadas para este Mundial, no
han hecho más que exacerbar el sentimiento de que algo no funciona como es
debido. Cuando se es preciso gastar
3 horas entre el trabajo y la casa, en ómnibus repletos que distan de
ofrecer comodidad, es difícil imaginar que la población permanezca impávida
ante una fiesta que no la incluirá.
En un discurso
de la víspera, en Porto Alegre, el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva,
cuestionó el pesimismo de los brasileños frente a la Copa: “Nunca se ganó
tanto dinero en este país y eso vale también para los trabajadores, para el
salario mínimo y también para los empresarios. ¿De dónde entonces ese mal
humor?”. Según el líder histórico del Partido de los Trabajadores parte de la
culpa es de la prensa: “A veces leo noticias que no tienen ninguna lógica, a no
ser la de no informar correctamente”. Y abundó: “Nunca vi pegar tanto a una
persona (la presidenta Dilma Rousseff). No sé si eso ocurre porque ella es
mujer”. Las apreciaciones del líder popular fueron más allá y en cierto modo
constituyeron la respuesta a su propio interrogante: “Teníamos que llenar la barriga de las personas para hacer la
revolución de inclusión social que hicimos”. El asunto es que esa misma
población ahora exige más: “Cualquier política en Brasil debe tener en
cuenta que precisamos que los pobres suban (en la escala social). Las
inversiones en educación, ciencia y tecnología, sólo tienen sentido si resultan
en más oportunidades para las personas”. Es exactamente eso lo que demandan los
nuevos jóvenes brasileños, aquellos que tienen una nivel de educación superior
al de sus padres. Y eso lo que parece llevarlos a exigir un transporte mejor y más
barato; viviendas más adecuadas y más seguridad. Nada diferente de lo que piden en otros lugares del mundo. No por
acaso la consigna que unificó a los movimientos de protesta es: “No habrá
Copa”. Para los manifestantes estuvo siempre claro que habría Mundial. Esa idea
de negarlo surgió de la necesidad de contraponer los conflictos reales en
Brasil a un sueño dorado que no condice con la situación social. Efectivamente, “nunca ganaron tanto dinero”
como dice Lula. Pero el asunto es comparar cuánto ganaron las instituciones
bancarias brasileñas, o cuánto ganó la ONG multinacional llamada Fifa en esta
Copa, y cuánto subió el salario mínimo
(que se mantiene en la franja de los US$ 250 mensuales). Es cierto que el
Mundial dejará obras. Algunas de interés social, pero con un esfuerzo mayor
puesto en aquellos emprendimientos que solo benefician a las clases sociales
medias y altas; como por ejemplo los bellos aeropuertos construidos o
reformados para recibir a los turistas extranjeros.
BONUS TRACK: 2 OPINIONES MUY INTERESANTES 2
Djavan: músico brasilero de Maceió, 65 años.
¿Qué
opinás de las protestas que se vienen dando contra el Mundial de fútbol? “En los últimos 12 años, Brasil está viviendo un momento de grandes
desaciertos, con mucha corrupción. Tenemos un pueblo carente de servicios
básicos, como educación y salud, y el Gobierno gasta millones de reales en la
Copa. Los políticos van al Parlamento a defender los intereses del pueblo y
terminan defendiendo los propios; y el pueblo, que se ve fuera de todo eso,
aprendió que tiene que salir a la calle para reivindicar sus derechos.
Lamentablemente, las buenas cosas que se hicieron en estos 12 años acaban
perdiendo fuerza en medio de tanta corrupción y desgobierno. Y lo que la gente
quiere ver son resultados concretos”. Clarín 15/06/14. “La composición es la
vida misma”. Por Eduardo Slusarczuk.
Marina Silva,
brasileña, 56 años. Dirigente social y ambientalista, fundadora de la Red de
Sustentabilidad. Fue ministra de Medio Ambiente del primer gobierno de Lula
(2003-2008), luego opositora y candidata presidencial por el Partido Verde. Graduada en
Historia y Psicopedagogia.
¿Cómo explica las
protestas sociales en Brasil en el marco del Mundial de Fútbol? Hay una demanda muy fuerte por lograr un protagonismo
político de parte de la sociedad, sobre todo en la juventud. Ese Brasil que
vivió muchas mejoras en los últimos años está demostrando concretamente que no
acepta que lo que fue conquistado sea considerado como una dádiva o regalo que
hay que agradecer a un gobernante; fue el resultado del esfuerzo y el trabajo
del pueblo brasileño. Se pagaron precios altos para lograr un crecimiento
basado principalmente en el consumo interno. Lo que antes veíamos como demanda
de educación instrumental, para tener un diploma y herramientas para entrar en
el mercado de trabajo, está virando a una demanda por una educación integral y
de calidad, el acceso a servicios fundamentales como transporte, movilidad,
seguridad pública, salud y educación.
El gobierno parece por momentos sorprendido o sobrepasado por este clima de protesta social. ¿Se quedó corto el PT con su agenda de reformas para reducir las desigualdades persistentes? Creo que tuvimos conquistas muy significativas y no es justo ni correcto desconocerlas. La democracia, que fue un esfuerzo de mucha gente, de muchos partidos, de diferentes sectores, era algo tan difícil y grandioso que solo podía ser obra de todos los brasileros. Después, tuvimos un esfuerzo de mejorar nuestra economía, que fue una contribución muy importante del gobierno del PSDB, aunque lamentablemente no fue capaz de comprender que era preciso enfrentar los graves niveles de pobreza que teníamos en nuestro país. De que esa mejora debía ser extendida también para que aquellos que “no tenían, no sabían y no podían”, tuvieran, supieran y pudieran. Después, todo el esfuerzo de PT dejó un buen sedimento que fue la inclusión social; respaldado por la sociedad, ese discurso y esa práctica de defensa de la justicia social, llegó al gobierno e implementó una política que permitió sacar a 30 millones de personas de la pobreza. Fue otro logro muy destacable. Clarín 15/06/14. "Hay una ciudadanía que reclama y ya no quiere ser solamente espectadora". Entrevista de Fabián Bosoer.
BONUS TRACK 2015: siguen las sorpresas malucas. Tampoco en los menesteres de la corrupción nuestros vecinos andan con chiquitas: el petrolao, "el escándalo de corrupción más grande de América Latina", aventura este periodista..
El gobierno parece por momentos sorprendido o sobrepasado por este clima de protesta social. ¿Se quedó corto el PT con su agenda de reformas para reducir las desigualdades persistentes? Creo que tuvimos conquistas muy significativas y no es justo ni correcto desconocerlas. La democracia, que fue un esfuerzo de mucha gente, de muchos partidos, de diferentes sectores, era algo tan difícil y grandioso que solo podía ser obra de todos los brasileros. Después, tuvimos un esfuerzo de mejorar nuestra economía, que fue una contribución muy importante del gobierno del PSDB, aunque lamentablemente no fue capaz de comprender que era preciso enfrentar los graves niveles de pobreza que teníamos en nuestro país. De que esa mejora debía ser extendida también para que aquellos que “no tenían, no sabían y no podían”, tuvieran, supieran y pudieran. Después, todo el esfuerzo de PT dejó un buen sedimento que fue la inclusión social; respaldado por la sociedad, ese discurso y esa práctica de defensa de la justicia social, llegó al gobierno e implementó una política que permitió sacar a 30 millones de personas de la pobreza. Fue otro logro muy destacable. Clarín 15/06/14. "Hay una ciudadanía que reclama y ya no quiere ser solamente espectadora". Entrevista de Fabián Bosoer.
BONUS TRACK 2015: siguen las sorpresas malucas. Tampoco en los menesteres de la corrupción nuestros vecinos andan con chiquitas: el petrolao, "el escándalo de corrupción más grande de América Latina", aventura este periodista..
Empresarios
& Cía.
Por Francisco Olivera | LA NACION 01/08/15.
Los brasileños tienen una metáfora
perfecta para momentos de pánico generalizado. "Barata voa", dicen.
La cucaracha vuela. Es la mejor descripción que parte del establishment parece haberle encontrado
al sálvese quien pueda en que se convirtió el petrolão,
el escándalo de corrupción más grande de la historia de América latina.
"Te levantás y aparece otro empresario preso", reflexionaba
anteanoche un consultor en San Pablo. La crisis, que se inició con una
investigación por supuestas coimas en contratos con Petrobras, ya se cobró una
detención emblemática en el mundo de la obra pública regional: la de Marcelo
Odebrecht, bautizado allí como "Príncipe de los Contratistas", en
prisión preventiva desde hace más de un mes. Se trata de una cadena de efectos
múltiples. Luego de tenerlos presos durante semanas en celdas de 12 metros
cuadrados, la justicia brasileña les da a los ejecutivos la posibilidad de
atenuar la pena mediante la figura del arrepentido, conocida en Brasil como
delación premiada, y así un arresto sigue al otro y provoca nuevas acusaciones
casi en progresión geométrica.
Un sorpresivo fin de fiesta para
varias décadas de travesuras público-privadas. Algo que los propios
protagonistas llegaron a llamar "El Club": un conglomerado de
contratistas abocados a pagar regularmente contribuciones a funcionarios al
sólo efecto de pertenecer a círculos que les permiten atribuirse licitaciones
que a menudo, como en vastas partes del planeta, se reparten ellos mismos. A
los ojos de un argentino, lo que está logrando la delación premiada en Brasil
roza el universo de la ciencia ficción. Hace cuatro meses, acorralado por el
caso, Pedro Barusco, un gerente raso de Petrobras, aceptó devolver más de 120
millones de dólares que tenía en cuentas del extranjero y que admitió haber
recibido de coimas. La magnitud de los descubrimientos sobrepasa incluso todo
intento por atenuar el impacto en los diarios. Son números insoslayables: en
Abreu E Lima, una refinería que Petrobras construyó en Pernambuco, los
sobreprecios oscilarían el 700%.
Es natural que las corporaciones
brasileñas hayan ido de la perplejidad al espanto. En las últimas semanas,
varios lobbistas intentaron llegar a Fernando Henrique
Cardoso, el hombre más influyente de la oposición, para convencerlo de que una
mayor presión para forzar un juicio político a la presidenta Dilma Rousseff
equivaldría a atentar contra la república. Viejo trastocamiento sectorial:
empresarios que, de tan compenetrados, confunden patria con intereses.
Los primeros reverberos del terremoto
están llegando al Río de la Plata. El martes, en lo que llamó Operación
Radioactividad, y luego de arrestar de manera preventiva a Othon Luiz Pinheiro
da Silva, directivo de la usina eléctrica Eletronuclear, la policía allanó en
San Pablo las oficinas de la constructora argentina Techint, contratista de esa
generadora, y obligó a declarar a su director general, el brasileño Ricardo
Ourique Marques. La fiscalía afirma algo que Techint negó ese mismo día en un
comunicado: que existen indicios de que Pinheiro da Silva habría cobrado una
coima de 1,3 millones de dólares para favorecerla con contratos, junto con un
grupo de empresas que se cartelizaron para repartirse licitaciones de
Petrobras. Son Andrade Gutierrez, Odebrecht, OAS, Queiroz Galvão, UTC, Camargo
Correa, MPE y Techint.
El allanamiento y sus implicancias
sorprendieron a la Unión Industrial Argentina (UIA) en plena discusión interna
por la renovación de las autoridades. Aquí, la preocupación es creciente y
tiene un doble impacto: no sólo porque varias de las firmas involucradas tienen
operaciones en el país, sino porque las denuncias ahondan la recesión del socio
del Mercosur. Se suspendió el financiamiento del Banco Nacional de Desarrollo
(Bndes) a las empresas, los bancos privados también cerraron el crédito y la
obra pública quedó paralizada. Hasta el petrolão,
el 100% de los astilleros brasileños hacía trabajos para Petrobras; esa cifra
cayó ahora a 40%, lo que provocó 15.000 despidos. Algunas corporaciones, como
Queiroz Galvão, han comenzado ya la liquidación de parte de sus activos. Brasil
está en venta, y eso lleva a los elucubradores a imaginar manos foráneas
ensañándose con la burguesía nacional. Militancia empresaria: la patria son los
contratos.
La economía brasileña caerá entonces
este año 2% y, en el mejor de los casos, se podrá soñar con un 0% en 2016.
Tantos contratiempos afectarán sin duda las exportaciones argentinas, cuyo
primer efecto se sentirá en la industria automotriz, que ya recortó en 50.000
vehículos (de 600.000 a 550.000) la proyección de producción para este año.
Hasta aquí, lo fácil de prever. El
resto de los temores obedecen a algo más incierto. ¿Hasta dónde llegará Sergio
Fernando Moro, un juez de Curitiba, de 43 años, profesor universitario formado
en Harvard, padre de dos chicos y con fama de austero? ¿Es cierto que la
investigación ha entrado ya en su segunda etapa, que consiste en auscultar el
financiamiento del Bndes más allá de las fronteras de Brasil? En la Argentina,
el banco acumula más de 500 millones de dólares en financiamiento para
distintos proyectos. Colombia, por ejemplo, ya decidió anticiparse públicamente
a cualquier condena: su vicepresidente, Germán Vargas Llera, acaba de advertir
que "cualquier condena internacional en materia de soborno"
inhabilitaría las contrataciones y las ejecuciones de obra de Odebrecht durante
20 años. ¿A alguien podría ocurrírsele aquí revisar, por ejemplo, las
transferencias que Petrobras ha hecho de sus activos, como la refinería y las
360 estaciones de servicio que le vendió a Cristóbal López? De esos vientos
políticos dependerá la otra parte del repliegue: la petrolera puso en venta
todos sus activos en la Argentina, estimados entre 1000 y 1500 millones de
dólares, y ya hay cuatro compañías -YPF, Tecpetrol, Pluspetrol y Pan American
Energy- analizando ofertas.
No deja de ser una ironía bilateral.
Empantanado en una recesión más política que económica y herido en su liderazgo
y gobernabilidad, Brasil tiene, sin embargo, lecciones institucionales que
darle a su viejo socio. La cucaracha vuela como cóndor y no precisamente en los
Andes: un ignoto juez federal cumplió con su trabajo de un modo tan atípico que
no sólo desencadenó fantasías sobre sus reales motivaciones y respaldos, sino
que, en el colmo de la irreverencia, dejó perplejos a empresarios poderosos
habituados a un esquema de contrataciones cuya elusión, hay que decirlo, los
habría dejado fuera de cualquier obra pública. Es el costo y el sentido de la
ética. Antojos que vienen con la libertad.
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