Los encuentros del Che con Perón
Por Pacho O´Donnell. La Nación. Jueves 6 de setiembre de 2007.
John William Cooke, El Gordo, líder de la izquierda peronista, exiliado en Cuba, había convencido al Che de que ningún proyecto revolucionario era viable en la Argentina sin el apoyo del general Perón, quien era idolatrado por los sectores populares y por la mayoría de los poderosos dirigentes gremiales de su país, además de ser la indiscutida cabeza del partido político más numeroso. Aquel cuya caída en 1955, como consecuencia de una asonada militar, había arrancado a Ernesto Guevara un insolente párrafo en una carta a su madre, visceralmente antiperonista: “La caída de Perón me amargó profundamente, no por él, sino por lo que significa para toda América (…) Estarás muy contenta, podrás hablar en todos lados con la impunidad que te da el pertenecer a la clase en el poder”.
A su regreso a La Habana de una gira por países africanos, Guevara, ministro de Industria, hizo escala en Madrid. El testigo del encuentro fue Julio Gallego Soto, contador, hombre de confianza de Perón en asuntos comerciales, quien cuando, años más tarde, vio que su vida estaba en peligro, eligió como depositario de su testamento político a su colega el contador Alberto T. López. Este declaró en la causa judicial abierta por el secuestro y la desaparición de Gallego Soto en 1977, a manos de la dictadura genocida. López, a su vez, le relató el episodio a Rogelio García Lupo, quien lo reveló en un artículo periodístico.
A fines de abril de 1964, Gallego Soto estaba acostándose para dormir en su lujosa habitación del hotel Plaza de Madrid, frente a la emblemática fuente de Cibeles, cuando oyó golpes en la puerta. Al abrir encontró a un desconocido que, con mucha precaución y en susurros, le entregó un mensaje manuscrito de Perón. En él le pedía que acudiera de inmediato a su residencia de Puerta de Hierro. Gallego Soto dedujo que se trataba de algo importante, dado lo avanzado de la hora.
Encontró a Perón rodeado por personas con uniformes verde olivo. Casi todos eran barbudos, y Perón parecía pasarla muy bien con ellos, porque hablaban en voz alta y se reían a carcajadas. Gallego Soto los identificó como cubanos. Después, Perón se puso serio y le dijo que lo había convocado “para una tarea que requiere una gran reserva y una buena administración”. El General pensaba que era el hombre para la función “por lo mucho y bien que lo conozco”.
Gallego Soto se enteró entonces de que se trataba de administrar varios millones de dólares del fondo de Liberación, el organismo que Guevara había creado para apoyar a los movimientos revolucionarios en América latina. Fue entonces cuando Perón se dirigió a alguien que había permanecido en la oscuridad. “Para mi sorpresa, vi aparecer a un sacerdote capuchino que había estado presenciando la escena anterior y que, al alzar la pantalla de luz, resultó ser el mismísimo Che.”
Gallego Soto aseguró a López que había rechazado la propuesta “a pesar de que no era fácil negarse a los pedidos del Viejo”, pero algunos indicios demostrarían que no fue así. García Lupo constató que el 26 de octubre de 1964 el encargado de negocios de la embajada cubana en Madrid, Ramón Aja Castro, había otorgado una visa a Gallego Soto para llevar adelante una negociación en el Ministerio de Comercio Exterior de Cuba con el fin de colocar un importante embarque de maíz argentino. El beneficio de esa operación seguramente tendría como destino financiar el acuerdo de Puerta de Hierro.
Philip Agee, el espía norteamericano que llevó un diario de su actividad en Uruguay, escribió el 21 de marzo de 1964: “La estación [de la CIA] en Montevideo ha organizado varias operaciones fructíferas contra objetivos peronistas en Uruguay, a través de las cuales se ha podido descubrir el apoyo que prestan los cubanos a los peronistas. Una operación de escucha contra el departamento del periodista peronista Julio Gallego Soto nos permitió descubrir la clandestina relación existente entre éste y el antiguo jefe del servicio de inteligencia cubano en el Uruguay”. Una de las consecuencias del acuerdo entre el Che y Perón, siempre ducho en los aspectos económicos de la política, habría sido la habilitación de Villalón para comerciar con exclusividad el tabaco cubano en varios países de Europa.
El otro encuentro se produjo en 1966, antes de la experiencia boliviana. El Che Guevara hizo escala en Madrid con el propósito de visitar otra vez a Juan Domingo Perón en su residencia de Puerta de Hierro, en esta oportunidad para pedir su colaboración, debido a que Fidel Castro, en el momento de partir Guevara y sus colaboradores de La Habana, le habría expresado sus dudas acerca del prometido apoyo por parte del Partido Comunista boliviano, defección que luego se confirmaría y que sería una de las principales causas del fracaso y muerte del Che en tierras bolivianas.
“Yo era secretario de Perón en su exilio en Madrid”, me contó Enrique Pavón Pereyra, tomando café en un bar de Buenos Aires, poco tiempo antes de su fallecimiento. “Sería septiembre u octubre, porque recuerdo que no hacía mucho que habíamos regresado de nuestras vacaciones de verano. Una mañana muy temprano, serían más o menos las seis, a través de la ventana veo venir a un hombre extraño y le aviso a Perón. «Es el Che Guevara –me dice, ante mi sorpresa–; hágalo pasar».” En España gobernaba Franco y la situación de asilado del General no era muy cómoda, así que evitaba recibir abiertamente a políticos de izquierda, porque después venían las protestas y las amenazas de expulsión. Así sucedió, por ejemplo, cuando recibió al chileno Allende, entonces senador por el socialismo.
El Che estaba disfrazado, irreconocible, afeitado y casi calvo, con anteojos de marco oscuro y cristales algo ahumados. Iba de paso hacia Bolivia y pasaba por Europa porque, debido al bloqueo de Cuba, los viajes debían necesariamente conectarse con países socialistas. Durante la entrevista le contó a Perón su plan de insurgencia en el Alto Perú. Perón se mostró sorprendido y al principió no le creyó, o se hizo el que no le creía.
“Esto va en serio”, dijo el Che, y dio los detalles de la operación. “Yo creo que Perón me hizo quedar al principio de la reunión para quitarle intimidad, porque comprendió que el Che venía a pedirle ayuda para una acción con la que el General no estaba de acuerdo. Después del encuentro, lo único que me comentó, como si hablara para sí mismo, fue: «Pobre Guevara, lo van a dejar solo...». Y tuvo razón, porque él también lo dejó solo...”
El líder del movimiento justicialista le negaría ayuda poniendo énfasis en el asma de Guevara y en la inconveniencia de la humedad y el calor de las selvas bolivianas para ese mal.
“Yo conozco bien la zona, porque allí cursé el segundo año de la instrucción militar que hicimos en Brasil, en Bolivia y en Chile”, le dijo, y luego agregó con impostado dramatismo: “Disculpe, comandante, que sea franco con usted, pero usted en Bolivia no va a sobrevivir. Es contra natura. Suspenda ese plan. Busque otras variantes”. Luego de algunos segundos de silencio agregó, grave: “No se suicide”.
Pavón Pereyra continuó: “Entonces llegó el momento de dejarlos solos. El General me ordenó que trajera yerba, agua caliente y un mate. A los dos les gustaba matear. Cerré la puerta a mis espaldas y siguieron conversando veinte minutos. Estoy seguro de que entonces se habló de lo que más le interesaba al Che, y también estoy convencido de que Perón le dijo que no estaba en condiciones de darle una ayuda formal del movimiento justicialista mientras las acciones se desarrollaran en territorio boliviano, pues las circunstancias no favorecían que comprometiera en una operación internacional a un partido debilitado como el suyo, que debía enfrentar la proscripción a que lo habían condenado las dictaduras militares de la Argentina. Cuando la acción del Che se trasladara a territorio argentino, entonces podría contar con el peronismo. Mientras tanto, prometió, no se opondría a quienes por voluntad propia quisieran participar del foco boliviano”.
Se despidieron muy cordialmente y el General lo acompañó hasta la calle. También me diría Pavón: “No sé si tiene que ver con esto que le conté, pero tiempo después Perón me mostró una foto de Cooke vestido de guerrillero cubano, porque él estaba exiliado en La Habana, y me comentó: «Este hombre ha dejado de ser peronista»”.
A los pocos días del asesinato del Che en La Higuera, Bolivia, el General Perón escribía desde su exilio en Madrid:
Madrid, 24 de octubre de 1967. Compañeros:
Con profundo dolor he recibido la noticia de una irreparable pérdida para la causa de los pueblos que luchan por su liberación. Quienes hemos abrazado este ideal, nos sentimos hermanados con todos aquellos que en cualquier lugar del mundo y bajo cualquier bandera luchan contra la injusticia, la miseria y la explotación. Nos sentimos hermanados con todos los que con valentía y decisión enfrentan la voracidad insaciable del imperialismo, que con la complicidad de las oligarquías apátridas apuntaladas por militares títeres del pentágono mantienen a los pueblos oprimidos.
Hoy ha caído en la lucha, como un héroe, la figura joven más extraordinaria que ha dado la revolución en Latinoamérica: ha muerto el Comandante Ernesto "Che" Guevara.
Su muerte me desgarra el alma porque era uno de los nuestros, quizás el mejor; un ejemplo de conducta, desprendimiento, espíritu de sacrificio, renunciamiento. La profunda convicción en la justicia de la causa que abrazó le dio la fuerza, el valor, el coraje que hoy lo eleva a la categoría de héroe y mártir.
He leído algunos cables que pretenden presentarlo como enemigo del peronismo. Nada más absurdo. Suponiendo que fuera cierto que en 1951 haya estado ligado a un intento golpista, ¿qué edad tenía entonces? Yo mismo, siendo un joven oficial, participé del golpe que derrocó al gobierno popular de Hipólito Yrigoyen. Yo también en ese momento fui utilizado por la oligarquía. Lo importante es darse cuenta de esos errores y enmendarlos. ¡Y vaya si el Che los enmendó!
En 1954, cuando en Guatemala lucha en defensa del gobierno popular de Jacobo Arbenz ante la prepotente intervención armada de los yanquis, yo personalmente di instrucciones a la cancillería para que solucionaran la difícil situación que se le planteaba a ese valiente joven argentino; y fue así como salió hacia Méjico. Su vida, su epopeya, es el ejemplo más puro en que se deben mirar nuestros jóvenes de toda América latina.
No faltarán quienes pretendan empalidecer su figura. El imperialismo, temeroso del enorme prestigio que ya había ganado en las masas populares; otros, los que no viven las realidades de nuestros pueblos sojuzgados. Ya me han llegado noticias de que el Partido Comunista argentino, solapadamente, está en campaña de desprestigio. No nos debe sorprender, ya que siempre se ha caracterizado por marchar a contramano de los movimientos nacionales y populares. De eso podemos dar fe los peronistas.
La hora de los pueblos ha llegado, y las revoluciones nacionales en Latinoamérica son un hecho irreversible. El actual equilibrio será roto porque es infantil pensar que se puede superar sin revolución las resistencias de las oligarquías y de los monopolios inversionistas del imperialismo.
Las revoluciones socialistas se tienen que realizar; que cada uno haga la suya, no importa el sello que ella tenga. Por eso y para eso, deben conectarse entre sí todos los movimientos nacionales, en la misma forma en que son solidarios entre sí los usufructuarios del privilegio. La mayoría de los gobiernos de América latina no van a resolver los problemas nacionales, sencillamente porque no responden a los intereses nacionales. Ante esto, no creo que las expresiones revolucionarias verbales basten. Es necesario entrar a la acción revolucionaria, con base organizativa, con un programa estratégico y tácticas que hagan viable la concreción de la revolución. Y esta tarea la deben llevar adelante quienes se sientan capaces. La lucha será dura, pero el triunfo definitivo será de los pueblos. Ellos tendrán la fuerza material circunstancialmente superior a las nuestras; pero nosotros contamos con la extraordinaria fuerza moral que nos da la convicción en la justicia de la causa que abrazamos y la razón histórica que nos asiste.
El peronismo, consecuente con su tradición y con su lucha, como movimiento nacional, popular y revolucionario, rinde su homenaje emocionado al idealista, al revolucionario, al Comandante Ernesto "Che" Guevara, guerrillero argentino muerto en acción empuñando las armas en pos del triunfo de las revoluciones nacionales en Latinoamérica. Juan Domingo Perón (continúa en BONUS TRACK I: otra controversia "La verdadera historia de 'La carta por la muerte del Che' que Perón nunca escribió pero dejó que todo el mundo lo creyera").
Ricardo Rojo (1923-1996) fue un entrerriano hijo de inmigrantes, abogado, dirigente estudiantil de la FUBA, militante radical y de la CGT de los Argentinos, varias veces preso, varias veces exiliado. Según sus biógrafos, un disidente y honesto de por vida.
Conoció a personalidades tales como Frondizi, Salvador Allende, Paz Estenssoro, Hernán Siles Suazo, Vìctor Raúl Haya de la Torre, Rómulo Betancourt, Lázaro Cárdenas, Rómulo Gallegos, Gonzalo Barrios, Raúl Prebisch, Rogelio García Lupo, Fidel Castro, Aramburu, Felipe González y Alfonsín, entre otros. Pero dicen que nunca aceptó un puesto público ni honorarios por defender presos políticos de los más variados orígenes.
Justamente en uno de sus exilios conoció y compartió ideas y cosas con Ernesto Guevara antes que se lo conociera como "el Che". Y poco después de la muerte de Guevara presentó el libro "Mi amigo el Che", que se dice fue traducido a doce idiomas y vendió más de quinientos mil ejemplares en todo el mundo. Le mandó un ejemplar a Juan Domingo Perón -de cuyo gobierno había sido perseguido pero con quien trabó amistad posteriormente- quien respondió con esta nota:
Sr. Don Ricardo Rojo
Buenos Aires
“Estimado amigo: al terminar de leer su interesante obra “Mi amigo el Che”, deseo agradecerle la amabilidad de habérmelo enviado y dedicado: ha sido un verdadero placer su lectura. Esta relación histórica complementa admirablemente el contenido del “Diario del Che Guevara” publicado por el Gobierno cubano y da una idea real de los dolores y sacrificios de todo orden que este extraordinario hombre ha debido soportar en su agitada vida de revolucionario".
Sin cuanto usted nos informa de su paso por el Congo y muchas otras circunstancias, no sería fácil comprender que un hombre ya fogueado y experimentado en la guerra de guerrilla se haya encontrado en Bolivia en una situación tan precaria de medios y preparación. La “guerra de guerrilla”, al contrario de lo que algunos creen, es más vieja que “mear en los portones”, pues se practicaba en gran escala ya en la época de Darío II. Desde entonces, hasta la II Guerra Mundial de 1938-1945, no ha dejado de ser en algunos sectores y circunstancias, la forma de luchar. Pero, como forma atípica de guerra, tiene sus exigencias originales, según sean las condiciones que la situación presenta. La empresa de Ernesto Guevara era, a la vez que temeraria, casi suicida.
Yo, como profesional, he estudiado profundamente la guerra en la selva y he sido el creador del “Destacamento de Montes”, que en la atualidad tiene guarnición en Manuela Pedraza, precisamente cerca de donde el Che tuvo que desarrollar sus tremendas operaciones, sin más medios que su extraordinario valor personal y la firma decisión de vencer que le animaba como hombre de una causa. Sin embargo, cuando se opera contra fuerzas regulares especialmente preparadas para esa clase de lucha, tales virtudes no son suficientes; es preciso, por lo menos, contar con algo seguro en cuanto a fuerzas y medios de subsistir en medio tan inhóspito.
Pero, pese a todo, yo creo como Usted, que el sacrificio del Comandante Che Guevara no ha sido en vano: su figura legendaria ya ha llegado con su ejemplo a todos los rincones del mundo y muchos anhelarán emularlo. Es que esta clase de sacrificios no sólo valen por lo que hacen, sino también por el ejemplo que dejan para los demás. Hasta su muerte, por la forma miserable en que se ha producido, ha tenido la virtud de mostrar claramente, con la clase de bárbaros que ha tenido que vérselas.
Yo soy de los que piensan que, así como no nace el hombre que escape a su destino, no debiera nacer el que no tenga una causa para servir, que justifique su pasaje por la vida. Guevara ha sido el hombre de una causa y eso es suficiente para colocarlo en la Historia con valores propios e imborrables. Por otra parte, combatir con éxito o sin él contra el imperialismo, ha sido en todos los tiempos un sello de honor para los hombres libres y eso nadie lo podrá borrar del epitafio que Guevara tiene sobre su tumba incierta en el espacio, pero tremendamente verdadera en el tiempo".
Le agradezco nuevamente su gentileza y le felicito por su libro tan instructivo para la juventud como útil para todos nosotros. Un gran abrazo”. Juan Domingo Perón. Madrid, 2 de agosto de 1968.
Rogelio García Lupo fue uno de los primeros miembros del staff de la agencia de noticias cubana Prensa Latina. Hace unos días recibió de manos de Gabriel García Márquez un premio en honor a su trayectoria, cincuenta y tres años de producción periodística de gran calidad. Es un investigador obsesivo y un admirador de la mejor prosa. Es capaz de distinguir una aguja en un pajar de información. Jamás renegó de cierto nacionalismo, pero escorado a la izquierda. Su par en la profesión, si es que hay alguno de su nivel en el análisis de la materia periodística, fue Rodolfo Walsh. Gerente de la editorial de la Universidad de Buenos Aires, Eudeba, en 1973, durante la gestión de Arturo Jauretche, desde 1991 es un colaborador permanente del diario Clarín y de la revista española Interviú. Escribió en Noticias Gráficas, Qué, Usted, Prensa Latina, Primera Plana, El Periodista, en el diario de la CGT de los Argentinos y en el semanario uruguayo Marcha. También es autor, entre otros libros, de "La rebelión de los generales", "Lanusse, general de ganadería" y "Generales, Mercenarios y Monopolios", "Historia de una mala relación" y "Ultimas noticias de Perón y su tiempo". Además, edita la colección de libros políticos de las Ediciones B con sede en la Argentina y Chile.
Entrevista
Terra Magazine: ¿Cuándo conoció a Guevara? García Lupo: Conocí al Che en La Habana. En un momento muy particular. Quizás en el mejor momento de la revolución, antes de la alianza con los soviéticos, cuando era todo más libertario. El que ya lo conocía antes que yo era mi amigo Jorge Ricardo Masetti, que había entrevistado a Fidel (Castro) para una radio y quedó hechizado con Guevara. Finalmente, los barbudos toman el poder y lo invitan a fundar y hacerse cargo de la agencia de noticias Prensa Latina, y ahí es cuando llego yo a La Habana, invitado por Massetti, que había convocado a sus amigos, Rodolfo Walsh, (Gabriel) García Márquez, Carlos Aguirre... Eso fue en el 59. Trabajé en Cuba hasta el 60, fines de los 60. Vivíamos en un piso 22, con Walsh. Lo conocí la primera noche que estuve en ese país, por intermedio de Carlos Infante, entonces director de Radio Rivadavia. El horario era disparatado. Eran más de las dos de la mañana, pero en ese momento, en Cuba, todo era disparatado. Y nosotros éramos jóvenes y revoltosos.
Terra Magazine: ¿Jóvenes y revoltosos? GL: Imagínese... yo había estado preso durante el segundo gobierno de (Juan Domingo) Perón por oponerme a la venta o, mejor dicho, a la privatización de ciertos segmentos de la empresa petrolera argentina, YPF. Estuve en la cárcel de Devoto. Después me opuse también a la política de (Arturo) Frondizi respecto del petróleo, porque contradecía todo lo que había escrito en un libro espectacular publicado antes de ganar las elecciones. Era joven y revoltoso, pero tenía convicciones. Pero volviendo a su pregunta, sí, conocí a Guevara esa misma noche. Infante era el hermano de Tita Infante, muy amiga del Che, de la infancia del Che, compañera de facultad también. Infante le había llevado no sé qué cantidad de yerba. El Che estaba desesperado por la yerba para el mate, así que no esperó nada y nos mandó llamar para cenar.
Terra Magazine: Y usted estuvo en Prensa Latina hasta fines del 60. GL: Exacto. Después seguí ligado a la agencia, pero como corresponsal en Venezuela, en Perú, en Buenos Aires... Pero hay que mensurar la velocidad de los hechos. Estoy hablando de 1960. Siete años antes, Ernesto Guevara, que todavía no era el Che, hace su viaje por América Latina y asiste a la revolución minera que promueve Jaime Paz Estenssoro en Bolivia, incluida una reforma agraria. En ese momento, acaso por un antiperonismo inercial que viene de familia, no se da cuenta que lo que está sucediendo es un cataclismo. Es como si le faltaran instrumentos teóricos. Pero claro, algo empieza a cambiar, sobre todo cuando tiene que escaparse de Guatemala un año después. Empieza a crecer un vago antiimperialismo que luego sí es alimentado y teorizado por su enorme capacidad de estudio y asimilación, aunque siempre rechazará el populismo. Para Guevara, todo lo que oliera a populismo estaba a medio camino. Siempre es todo o nada. El peronismo es un populismo. Tenía prejuicios contra los sindicatos, se sabe.
Terra Magazine: Usted vuelve a verlo en la conferencia de Punta del Este, en 1961, ¿no? GL: Efectivamente, nos reencontramos, conversamos, nos encontramos con Julia Constenla, José Luis Mangieri, Jacobo Timmerman. Recuerdo que todo estaba lleno de servicios, espías, agentes de seguridad camuflados, norteamericanos, cubanos, rusos, mujeres que querían conocer al Che... era un infierno. Eso es inmediatamente después de Bahía de los Cochinos. Guevara recibe dos invitaciones, entonces, para hablar con el enviado de (John) Kennedy, Richard Goodwin, y otra del propio Frondizi, por vía del diputado Jorge Carretoni, un hombre de la UCRI muy cercano al presidente argentino, que con la venia de la CIA, lo invita a Buenos Aires, con la intención de proponerse como mediador. Frondizi sabía que Guevara no estaba nada convencido de la dependencia que la isla empieza a establecer con los soviéticos, y también que jamás diría eso en público. Lo que no sospechaba, y lo que no sospechaba nadie, era que en su cabeza ya estaba madurando la exportación de la revolución a la Argentina, que estaba buscando gente para eso. Entretanto, escuchamos su discurso contra la Alianza para el Progreso, impecable, y después de diez días desapareció. Se produce el encuentro con Frondizi, muy amable, y las desavenencias no son tan graves como explícitas. En ese contexto es que -según la biografía del Che de (Mario) Pacho O'Donnell- el brigadier Luis Rojas Silveira habría dado la orden de asesinar a Guevara en Buenos Aires, operación abortada porque los encargados de ejecutarla no se animan. Rojas Silveira es el encargado, años después, de repatriar el cadáver de Eva Perón, pero sobre ese intento de asesinato del Che, no sé más que eso.
Terra Magazine: O'Donnell dice que lo escuchó de boca de Rojas Silveira (que ya falleció). Rosendo Fraga (hijo) dice que ignora la cuestión, y que le suena completamente disparatada. GL: Está bien. Puede ignorarla, le podrá parecer disparatada, pero lo que no puede ignorar es que seis meses después de recibir a Guevara, a Frondizi le dan un golpe de Estado, y que Rosendo Fraga (padre) era el jefe del Ejército. Es cierto que Fraga se opone a ese golpe, no sé cuánto, pero se opone.
Terra Magazine: Volviendo a Guevara, ¿cómo entender su inmolación en Bolivia? GL: No hay que entenderlo como una inmolación. Siempre pensó que el foco argentino (el de Masetti en Salta) podía prosperar y que desde ahí se podía avanzar en Argentina. Yo creo que él hace una pésima lectura de las condiciones sociopolíticas bolivianas. No es tan fácil decir que la culpa del fracaso de la expedición en Bolivia la tuvo su impericia, su aventurerismo, su desesperación... Masetti se equivoca, y mucho, en activar un foco cuando en ese momento hay un gobierno constitucional (el de Arturo Illia) -con el peronismo proscrito, cierto, pero constitucional al fin- y con el que los soviéticos están haciendo muy buenos negocios. La política de Moscú para esta zona, en ese momento, es no alentar insurgencias. Eso es tan así que todos los partidos comunistas del continente, y en particular el boliviano, retacean su apoyo, y al líder sindical, Lechín, que se entrevista con Castro de manera clandestina, y que pretende entrevistarse con Guevara y disuadirlo, el ejército boliviano y los rangers norteamericanos no lo dejan pasar, no dejan que entre a la selva. Ese es un punto. El otro es que el Che no quiere entender que el campesinado boliviano, después de una reforma agraria y el acceso a la propiedad, no quiere saber nada ni del Hombre Nuevo ni de ninguna revolución. Imagínese en la Argentina (pero ese es otro tema). En definitiva, no había condiciones y eso se lo dice a Guevara el mismo Perón. Perón, en Madrid, le dice que no entre en Bolivia, y que de ninguna manera puede asegurar un apoyo orgánico del justicialismo. Que podrá haber casos sueltos, que él no se opone, pero que no puede garantizarle un apoyo orgánico del movimiento y vuelve a decirle que no vaya, que lo van a matar. Guevara pensaba que seguía hablando con ese Perón imaginario que le vende en La Habana John William Cooke. Pero creo que en ese momento el general proscripto hace lo que tiene que hacer y Guevara no lo escucha y se manda igual. En fin, los resultados ya los conocemos.
Los desencuentros de Perón y Cooke
JOHN WILLIAM COOKE (1919-1968) dirigente peronista, platense, abogado, amigo de José María Rosa, Arturo Jauretche y el Che Guevara, entre otros. Elegido diputado nacional a los 26 años, delegado personal de Juan Perón en los bravos años de resistencia 1956 a 1959. Ideólogo del peronismo de izquierda pero crítico de la izquierda argentina tradicional. Un reacio permanente a la obsecuencia, un rebelde que estuvo preso y exiliado muchas veces. Fogonero de la huelga del frigorífico Lisandro de la Torre en 1959, de la primera guerrilla argentina (uturuncos) y otras subversiones de la época.
“Al Dr. John William Cooke. Por la presente autorizo al compañero doctor Don John William Cooke, actualmente preso por cumplir con su deber de peronista, para que asuma mi representación en todo acto o acción política. En este concepto su decisión será mi decisión y su palabra la mía. En él reconozco al único jefe que tiene mi mandato para presidir a la totalidad de las fuerzas peronistas organizadas en el país y en el extranjero y sus decisiones tienen el mismo valor que las mías. En caso de fallecimiento, delego en el doctor John William Cooke el mando del movimiento. Caracas, a 2 días de noviembre de 1956. Juan Perón”.
Por si fuera poco, Perón lo calificó como “el cuadro exacto” y encomió sus extraordinarias condiciones de conductor.
Años después, aparentemente por haber radicalizado sus posiciones el General dejó de responderle sus cartas desde Madrid, olvidándose que fue quien le organizó gran parte de la resistencia peronista poniendo el pellejo, mientras otros hacían cola para traicionarlo transando con los militares. La intransigencia ya no le parecía una estrategia adecuada al General.
Cooke fue huésped de la Cuba revolucionaria a partir de 1960 y se impuso la titánica e inútil tarea de convencer a Perón y a los peronistas de la extraordinaria tarea revolucionaria en la isla y de explicarle el peronismo a los castristas
Por lo visto, fue demasiado para el viejo líder Perón bancarle sinceridades como éstas:
“Los comunistas somos nosotros, en última instancia, porque no somos una amenaza teórica sino una posibilidad concreta. Los comunistas en Argentina somos nosotros, porque el imperialismo yanqui no se guía por definiciones filosóficas sino por hechos prácticos; y el movimiento de masas que pone en peligro las inversiones, el orden social y la seguridad hemisférica, eso es el comunismo (…) yo creo que América Latina se emancipará siendo socialista. Que el peronismo, que será el conductor de la liberación argentina, será socialista”.
“España parece lo firme, lo familiar… pero eso disimula la cárcel sin rejas en que usted está. Porque usted no está en Occidente sino en Santa Elena… no puede captar la vivencia que sólo da el contacto directo, el intercambio con hombres y partidos… Occidente lo mete en una de sus jaulas más o menos doradas. Con libertad para cultivar su huerta, o ir a los toros, si se le ocurre, con las libertades que apreciaría un burguesito, quitándole las que necesita un gran político… usted no es un exiliado sino un doble exiliado. Exiliado de su patria y exiliado del mundo revolucionario, donde se decide la historia y donde tiene sus hermanos de causa” (carta a JDP, 18/10/62)
“El comandante Fidel Castro lo invita a que visite Cuba, por el tiempo y en las condiciones que usted desee. Además, lo invita a que se vaya a vivir a Cuba, donde usted será acogido como corresponde a su jerarquía de líder del pueblo argentino… su radicación en Cuba crearía una conmoción continental y tonificaría extraordinariamente al Movimiento” (carta a JDP, 18/10/62)
¿Porqué si Cooke se oponía firmemente a los dirigentes colaboracionistas del PJ fue tan ingratamente tratado por Perón? (“el doctor Cooke, que lee tantos libros, no los aprovecha, y ahora se ha puesto del lado de Vandor”). No se entiende. Me parece reconocer ese rasgo humano que noto tan frecuentemente: ser menos pacientes, más exigentes y tratar peor a quienes más amamos y son más leales con nosotros. Curiosamente, Perón aisla a un Cooke perseguido otra vez por arriesgarse por sus convicciones, revitalizando así a la conducción partidaria -cómoda en la situación de pacto con el poder detrás de Frondizi-
Cuando retomaron la correspondencia, Cooke se despacha con “mis argumentos, desgraciadamente, no tienen efecto; usted procede de forma muy diferente a la que yo preconizo y a veces en forma totalmente antitética” (enero 1965) a lo cual el General le responde fijando una verdadera posición filosófica respecto de la política: “Querido Bebe. Los leales y los desleales cuentan sólo para construir y debemos manejarlos a todos porque sino no llegaríamos con muy poquitos. Por otra parte, hay dos clases de lealtad: la de los que son leales de corazón al Movimiento y los que son leales cuando no les conviene ser desleales. Con ambos hay que contar: usando a los primeros sin reservas y utilizando a los segundos, a condición de colocarlos en una situación en la que no les convenga defeccionar. Al final, no hay hombres buenos ni malos, más bien todo depende de las circunstancias, aunque para conducir es siempre mejor pensar que muchos son malos y mentirosos” (25/01/66).
Evidentemente, una contraposición al “hombre nuevo” propugnado por el Che Guevara. O a la moral revolucionaria pensada por Cooke, basada en la superioridad moral del militante que debía demostrarse con el sacrificio desinteresado (léase bien: “desinteresado”) y a la disposición a luchar y morir por el pueblo y por la patria. "Nosotros pertenecemos a este mundo nuevo de hombres heroicos unidos por el ideal revolucionario".
En la última carta a Perón, Cooke -que le sigue pidiendo que erradique a la conducción complaciente de partido- se despide con un “le reitero mis sentimientos de amistad personal y solidaridad política. Un fuerte abrazo. Cooke” (21/02/66)
Ya que estamos, otras definiciones de John William Cooke:
“¿Qué somos desde el punto de vista de nuestra orientación? Lo único que es posible: un partido de izquierda. Los que dicen que eso de izquierda y derechas no tiene razón de ser es porque son reaccionarios; para el resto de la gente, la palabra izquierda tiene un significado muy claro y doblemente claro en Argentina, donde la izquierda fue cipaya –es decir no fue izquierda-. Si postulamos la revolución social y la liquidación de los lazos coloniales, somos de izquierda, y ocultándonos esa realidad no progresamos nada… Como izquierda, sintiéndonos izquierda, somos una fuerza del futuro. Como un extraño bicho que es de izquierda y busca congraciarse con la derecha, duraremos lo que usted dure y luego vendrá la diáspora, fraccionados en partículas sin nada que ofrecer”.
“El peronismo es revolucionario pero no está organizado adecuadamente para las tareas revolucionarias… es un gigante invertebrado y miope”.
“El peronismo no desaparecerá por sustitución sino mediante superación dialéctica, es decir, no negándolo, sino integrándolo en una síntesis”. “Perón no sólo es el artífice de la única época en que el obrero fue feliz. Es el recuerdo, el símbolo, de la primavera revolucionaria del proletariado argentino, del momento cenital de las grandes conquistas sociales y las reinvindicaciones nacionales. Por eso, su mito alimenta tanto la adhesión de los obreros como el odio que le profesa la oligarquía”.
“Lo que antes insinué tímidamente, debo afirmarlo ahora con toda mi responsabilidad: el Partido Justicialista puede ser el camino para que la corrupción penetre en el peronismo. Salvo que en la dirección del Partido Justicialista haya hombres a quienes no les importe mayormente las bancas de concejales o diputados. De lo contrario el Partido Justicialista actuará como freno del Movimiento y en lugar de ser un instrumento de la lucha contra la oligarquía será una parte del engranaje de la oligarquía” (carta a JDP, 05/02/59).
“En el año 1945 Perón planteó perfectamente el problema nacional, hay una frase clave que él, de una manera u otra, ha repetido siempre: “Cien años de explotación interna e internacional han creado un fuerte sentimiento libertario en el espíritu de las masas populares”. La izquierda no la entendió. Posiblemente si Perón en vez de decir esa frase hubiese dicho: "la dialéctica de la lucha de clases internas, en relación con la liberación de los pueblos semicoloniales en la época de la expansión financiera del imperialismo, se conjuga con una unidad dialéctica dentro delas coordenadas de la economía y dela historia mundial", la izquierda tal vez lo hubiese reconocido como un hombre genial” (Apuntes para la militancia, 1964).
“Lo burocrático es un estilo en el ejercicio de las funciones o de la influencia. Presupone, por lo pronto, operar con los mismos valores que el adversario, es decir con una versión reformista, superficial, antitética de la revolucionaria (…) el burócrata quiere que caiga el régimen, pero también quiere durar. Se ve como el representante o a veces el benefactor de la masa, pero no como parte de ella” (Peronismo y revolución, 1966).
“Unidad para simple usufructo politiquero, no. Si, en cambio, para las grandes batallas por la soberanía nacional y la revolución social” (carta a JDP desde la Habana, setiembre 1961).
“Vengo dispuesto a insuflar un inquietante aire subversivo en los pulmones del peronismo, cuyos cuadros dirigentes están aburguesados. El movimiento peronista es revolucionario, no puede ser otra cosa… este peronismo que encuentro se parece a la prostituta arrepentida del Evangelio”.
“El peronismo es el hecho maldito de la política del país burgués… es como Movimiento un gigante invertebrado y miope… para bien y para mal, es la fuerza que nuestra realidad social ha originado como oposición al régimen” (Peronismo y revolución, 1967).
El “Bebe” Cooke murió a los 48 años de un cáncer galopante de pulmón debido a sus 100 cigarrillos por día, unos meses antes que se produjera el Cordobazo, que Perón se decidiera a usar tácticamente la violencia de los jóvenes de la resistencia para acorralar al régimen y que naciera su ansiado foquismo en la Argentina.
Por haber puesto el pellejo en la militancia, hubiera merecido comprobar la validez de sus propios fundamentos ideológicos, a la luz de los hechos. Convengamos que es más fácil leer libros de historia que hacerla. Y amigos, les confieso: aunque me resulte incómodo, sus ideas resultan el corolario de mis inquietudes políticas.
NOTA: basado en y extractado de "John W. Cooke: el peronismo revolucionario" Hernán Brienza (Capital Intelectual-2006). Esta entrada la presenté inicialmente el 04 de enero pasado con el título "El Che Guevara y Juan Domingo Perón: encuentros", pero nuevas lecturas me llevaron a actualizarla. Pasados los meses, encontré además en la web la versión que sigue sobre la correspondencia Cooke-Perón (1956-1966). Sinceramente, no pude leerla todavía pero quizás a Uds. les sirva antes que yo lo haga. No dudo que está buena. Prólogo de Norberto Galasso. Horanosaurus.
http://www.mediafire.com/file/jdrjeg8on68bsa5/John_William_Cooke_Cartas_a_Peron.pdf
BONUS TRACK 1: otra controversia...
Quince días después del fusilamiento en Bolivia, los
diarios argentinos publicaron un texto firmado por Juan Domingo Perón desde el
exilio donde calificaba a Ernesto Guevara como “la figura joven más
extraordinaria que ha dado la revolución en Latinoamérica”. Pasó a la historia
como una misiva enviada por el general, pero nada de eso era cierto. Por Eduardo Anguita-Daniel Cecchini. InfoBAE 20
de Octubre de 2020.
“La Carta por la muerte del Che no la escribió Perón. Es
más, Perón se enteró de ‘su’ carta cuando se publicó. No sabía nada. Ese texto
lo escribió Alicia Eguren en Buenos Aires, después de consultar con su marido,
John William Cooke, y un grupo de compañeros que estuvimos de acuerdo en darla
a conocer como si fuera de Perón”, dice Manuel Justo Gaggero.
A los 80 años recién cumplidos, Gaggero, abogado y
periodista, exdirector del diario El Mundo y del semanario Nuevo
Hombre, tiene la memoria intacta. Cuenta el desarrollo de los hechos con
precisión y no escatima detalles.
Para 1967 –tras una estadía en Cuba donde por iniciativa
de Cooke y Eguren recibió entrenamiento en la guerra de guerrillas y conoció
a Ernesto Guevara- Gaggero militaba junto a ellos en Acción Peronista
Revolucionaria (APR), un grupo de izquierda que entendía que la lucha por el
socialismo en la Argentina debía aprovechar la fuerza del peronismo.
La carta a la que se refiere, fechada en Madrid el 24 de
octubre de 1967 –15 días después del asesinato de Guevara en Bolivia – y
firmada por Juan Domingo Perón, tiene una prosa que en algunos párrafos se
emparenta con el estilo del expresidente en el exilio, pero en otros desarrolla
ideas que no se encuentran en Perón, ni antes ni después.
-¿No pensaron que Perón podía desmentirla? – le
pregunta Infobae a Gaggero. -Estábamos seguros de que no la iba a desmentir
y no la desmintió nunca. A él lo dejaba bien posicionado porque era
un momento que había un clamor mundial por el Che y a él lo ponía al lado de
los líderes del Tercer Mundo. Así que se quedó en el molde - responde.
La “Carta de Perón”. La carta fue entregada en las
redacciones de los principales diarios argentinos, algunos de los cuales la
reprodujeron total o parcialmente, sin que nadie dudara de su autenticidad. Lo
mismo sucedió los días siguientes en medios europeos, de los Estados Unidos y
de varios países latinoamericanos.
El texto, de unas 660 palabras, decía entre otras cosas:
"Compañeros: Con profundo dolor he recibido la
noticia de una irreparable pérdida para la causa de los pueblos que luchan por
su liberación. Quienes hemos abrazado este ideal, nos sentimos hermanados con
todos aquellos que, en cualquier lugar del mundo y bajo cualquier bandera,
luchan contra la injusticia, la miseria y la explotación. Nos sentimos
hermanados con todos los que con valentía y decisión enfrentan la voracidad
insaciable del imperialismo, que con la complicidad de las oligarquías
apátridas apuntaladas por militares títeres del Pentágono mantienen a los
pueblos oprimidos.
Hoy ha caído en esa lucha, como un héroe, la figura joven
más extraordinaria que ha dado la revolución en Latinoamérica: ha muerto el
Comandante Ernesto “Che” Guevara.
Su muerte me desgarra el alma porque era uno de los
nuestros, quizás el mejor: un ejemplo de conducta, desprendimiento, espíritu de
sacrificio, renunciamiento. La profunda convicción en la justicia de la
causa que abrazó, le dio la fuerza, el valor, el coraje que hoy lo eleva a la
categoría de héroe y mártir.
He leído algunos cables que pretenden presentarlo como
enemigo del peronismo. Nada más absurdo. (…) Su vida, su epopeya,
es el ejemplo más puro en que se deben mirar nuestros jóvenes, los jóvenes
de toda América Latina. (…) La hora de los pueblos ha llegado y las
revoluciones nacionales en Latinoamérica son un hecho irreversible. El actual
equilibrio será roto porque es infantil pensar que se pueden superar sin
revolución las resistencias de las oligarquías y de los monopolios
inversionistas del imperialismo.
Las revoluciones socialistas se tienen que realizar; que
cada uno haga la suya, no importa el sello que ella tenga. Por eso y para eso,
deben conectarse entre sí todos los movimientos nacionales, en la misma forma
en que son solidarios entre sí los usufructuarios del privilegio. La
mayoría de los gobiernos de América Latina no van a resolver los problemas
nacionales sencillamente porque no responden a los intereses nacionales. Ante
esto, no creo que las expresiones revolucionarias verbales basten. Es necesario
entrar a la acción revolucionaria, con base organizativa, con un programa
estratégico y tácticas que hagan viable la concreción de la revolución. Y esta
tarea, la deben llevar adelante quienes se sientan capaces. La lucha será
dura, pero el triunfo definitivo será de los pueblos. (…) El peronismo,
consecuente con su tradición y con su lucha, como Movimiento Nacional, Popular
y Revolucionario, rinde su homenaje emocionado al idealista, al revolucionario,
al Comandante Ernesto “Che” Guevara, guerrillero argentino muerto en acción
empuñando las armas en pos del triunfo de las revoluciones nacionales en
Latinoamérica". Debajo, la firma y la fecha: Juan Domingo Perón, 24 de
octubre de 1967.
Razones para escribir. Manuel Gaggero cuenta que la
redacción estuvo a cargo de Alicia Eguren, que hizo circular el borrador
entre otros miembros de Acción Peronista Revolucionaria y dirigentes de
sectores afines. El primero en leerla fue John William Cooke y entre
los consultados estuvieron el propio Gaggero, como dirigente de
APR; Ricardo Obregón Cano, luego gobernador de Córdoba; el
abogado Gustavo Roca, defensor de presos políticos y amigo del Che; el
dirigente de los estatales Haroldo Logiurato; el militante histórico de la
Resistencia Peronista Carlos Lafforgue y varios integrantes del
antiguo grupo desprendido del Partido Comunista que dirigía Rodolfo
Puiggrós.
-¿Por qué decidieron escribir la carta y adjudicársela a
Perón? -Nosotros estábamos en el Peronismo Revolucionario y considerábamos
que era importante que “el Viejo” tuviera alguna expresión que acercara a
los trabajadores argentinos a la figura del Che. Sabíamos que, obviamente,
Perón no la iba a desmentir porque, vieron cómo era el Viejo, su péndulo
giraba de la izquierda a la derecha permanentemente. Eso estaba claro,
pensamos que cuando se enterara iba a decir: “Bueno, está bien”.
Cooke, Eguren, Perón y el Che. La “Carta de Perón por la
muerte del Che” quizás haya sido el último intento de John William Cooke y
Alicia Eguren para acercar al líder justicialista y al movimiento
peronista a la Revolución Cubana. Primer delegado de Perón en el exilio, Cooke
había viajado varias veces a La Habana, había organizado con el Che el
entrenamiento de guerrilleros argentinos –marxistas y de todas las vertientes
del peronismo– en Cuba e, incluso, había intentado que Perón dejara su
residencia y Madrid para radicarse en la isla y dirigir desde allí la lucha por
el retorno.
-Habíamos tenido una experiencia anterior en ese sentido
cuando estábamos nosotros en Cuba, en 1962, armando el proyecto del Frente de
Liberación, donde estaban El Che, Cooke y Alicia. A fines de ese año, “El Bebe”
Cooke y Alicia convencieron a la dirección cubana y al Che, que eran
reticentes, de que había que lograr el apoyo de Perón a este proyecto de Frente
de Liberación. Era fundamental – relata Gaggero.
El proyecto exigía dos condiciones que se complementaba:
lograr que Perón dejara España –un país gobernado por una dictadura– para vivir
en La Habana y darle los recursos económicos que no tenía, una
situación que, según Cooke, lo tenía bajo el dominio del empresario Jorge
Antonio. Para esto último, los cubanos le ofrecerían a Perón la
comercialización del tabaco de la isla en Europa.
-Los cubanos también le ofrecían a Perón, a través del
Gordo, recibirlo con los honores de un presidente en el exilio, o sea que
le iban a hacer todos los reconocimientos públicos y le iban a otorgar un lugar
para vivir en La Habana bajo la protección de la Revolución – dice Gaggero.
“¿A dónde me quiere llevar, Bebe?”
A fines de 1962, John William Cooke voló a Madrid, vía
Praga, para llevarle al líder exiliado la propuesta de los cubanos. La primera
dificultad con la que se enfrentó fue que María Estela Martínez de Perón
–Isabel, que no podía ni verlo– convenció a Perón de que no lo recibiera en la
residencia. Finalmente, el encuentro se produjo en un hotel de Navacerrada, un
municipio de las afueras de la capital española. Cooke le contó el proyecto, le
explicó de qué se trataba el Frente con los cubanos y finalmente le propuso ir
a vivir a la isla.
El resto de su vida, Cooke contaría sin poder evitar la
risa la respuesta de Perón:
-No, de ninguna manera. Usted me está invitando a que me
vaya a vivir en una isla que hace poco casi la hunden con bombas nucleares… ¿A
dónde me quiere llevar, Bebe?
Al general exiliado no le faltaba razón. Hacía poco más
de un año, en octubre de 1961, la llamada “crisis de los
misiles” había llevado a la Unión Soviética y los Estados Unidos al borde
de una guerra nuclear, cuando Washington descubrió que Moscú había instalado
secretamente misiles balísticos de medio alcance P-12 en Cuba.
-Además –sigue relatando Gaggero-, Perón le dijo algo que
era totalmente cierto. La isla estaba aislada por el bloqueo, sólo se podía
llegar a ella en vuelos desde México o Praga, lo cual dificultaría mucho la
comunicación con los compañeros del movimiento en la Argentina.
Tabaco sí, revolución no. En cambio, Perón aceptó de
buena gana la segunda parte de la propuesta cubana y designó a Héctor “el
Pájaro” Villalón para que viajara a La Habana y se hiciera cargo de la
comercialización del tabaco cubano en Europa. El viaje de Villalón resultó
fatal para las aspiraciones de armar un Frente entre peronistas y cubanos.
-Al final el que aparece en la Habana es Villalón, que lo
primero que hace es reunirse con el grupo de derecha del peronismo, que estaba
ahí junto con nosotros. Habían participado de la Resistencia pero eran
furibundamente anticomunistas. A estos compañeros, Villalón en una cena en un
restaurante llamado 1830, en La Habana, muy elegante, les dice que Perón no
respalda este proyecto. Les dice que no está de acuerdo con lo que dice
Cooke y Alicia, y que tampoco tiene coincidencias con el régimen cubano. Eso
quiebra el grupo del Frente, que ya estaba quebrado, pero ahonda las
diferencias, y finalmente el proyecto queda en la nada – recuerda Gaggero.
El apodo de “el Pájaro” no era en vano: Villalón tenía
tanta velocidad como reflejos.
La historia no oficial. Para octubre de 1967, la
dictadura de Juan Carlos Onganía le había permitido a John William
Cooke retornar de su exilio a la Argentina por razones de salud. Aunque
enfermo, el primer delegado de Perón seguía lúcido y activo, pero su
relación y la de Alicia con el expresidente se había deteriorado
definitivamente.
Ese fue el contexto en el que Alicia Eguren –luego de una
serie de consultas con otros dirigentes de la izquierda peronista– decidió
escribir “la carta de Perón” y difundirla.
Como se dijo, Perón no supo de ese texto supuestamente
firmado por él hasta que lo vio publicado y decidió, en uno de sus
desconcertantes movimientos tácticos, que todo el mundo creyera que era
auténtico.
-Ahora todo el mundo dice que es “la carta de Perón” pero
la verdadera historia, la historia no oficial, es esa – remata Gaggero.
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