Ni al más enloquecido ecologista se le ocurriría tapar un pozo de petróleo encontrado en su casa por temor a contaminar el ambiente: lo racional sería explotarlo maximizando sus beneficios sin permitir riesgos ambientales. Sin embargo, haciendo analogías con otras riquezas, nuestra presidente llamó "yuyo maldito" a la soja y -aunque también suene extraño- la cadena alimentaria de la afamada carne vacuna argentina provoca problemas. ¿Cómo una riqueza puede constituir un problema? Porque pudiendo tener el tamaño de una torta que aporte muchas divisas al país beneficiando al conjunto de la sociedad, la convirtieron en un alfajor. Es un nuevo caso de la inoperancia de los políticos y funcionarios que nos tocan, influyendo sobre la cadena de comercialización, y la avaricia de muchos de sus actores.
¿Qué debería poder lograrse? Que los consumidores argentinos tengamos acceso al principal plato proteico de su mesa a precios equilibrados y que el país vuelva a constituirse en el primer exportador mundial de carne vacuna, aprovechando las ventajas comerciales que todavía conserva nuestra producción. Logrando que la industria cárnica esté plenamente ocupada y demande más y más de su mano de obra especializada; que los empresarios ganen bien, reinviertan y no se quejen más y que los criadores y engordadores tengan buenos valores para su hacienda. En fin, que la cadena alimentaria sea un buen negocio para todos sus eslabones y se expanda. Y no que solamente algún actor se quede con las mejores ganancias y los demás protesten.
Los hechos de los últimos años hablan por si solos: los argentinos hemos bajado el consumo anual de carne bovina desde 71 Kg. por persona (récord mundial extraordinario pero de dudosa utilidad nutricional) a alrededor de 50 Kg. Y de ser históricamente uno de los mejores y mayores proveedores de carne del mundo, a no figurar ya entre los primeros: en 2010 ocupamos el séptimo puesto entre los exportadores, con solo unas 300 mil toneladas cuando se vendían normalmente unas 700 mil, lo que significa tener gran parte de la industria frigorífica parada.
¿Qué debería poder lograrse? Que los consumidores argentinos tengamos acceso al principal plato proteico de su mesa a precios equilibrados y que el país vuelva a constituirse en el primer exportador mundial de carne vacuna, aprovechando las ventajas comerciales que todavía conserva nuestra producción. Logrando que la industria cárnica esté plenamente ocupada y demande más y más de su mano de obra especializada; que los empresarios ganen bien, reinviertan y no se quejen más y que los criadores y engordadores tengan buenos valores para su hacienda. En fin, que la cadena alimentaria sea un buen negocio para todos sus eslabones y se expanda. Y no que solamente algún actor se quede con las mejores ganancias y los demás protesten.
Los hechos de los últimos años hablan por si solos: los argentinos hemos bajado el consumo anual de carne bovina desde 71 Kg. por persona (récord mundial extraordinario pero de dudosa utilidad nutricional) a alrededor de 50 Kg. Y de ser históricamente uno de los mejores y mayores proveedores de carne del mundo, a no figurar ya entre los primeros: en 2010 ocupamos el séptimo puesto entre los exportadores, con solo unas 300 mil toneladas cuando se vendían normalmente unas 700 mil, lo que significa tener gran parte de la industria frigorífica parada.
Sintéticamente, la baja del consumo interno se debió al descomunal aumento del precio de la carne en las góndolas en 2010 después que el inefable Secretario de Comercio de los gobiernos Kirchner, Guillermo Moreno, maniató -con diversos métodos- el precio del kilo vivo de la hacienda durante años. Esa medida, combinada con la prohibición casi total de exportar y el pago de millonarios subsidios al engorde intensivo de vacunos en feedlots (mediante la aún impune repartija de coimas en la ONCCA), intentaron aumentar la oferta del producto en el mercado interno para que no se recalentaran sus precios (1). Pero por la falta de incentivos los criadores detuvieron la fábrica de hacer terneros y el precio de la hacienda terminó explotando.
En economía productos como la carne vacuna en nuestro país o el arroz en el Japón, son llamados "staple foods", principales alimentos de producción interna que constituyen culturalmente el plato principal de la dieta nativa y cuyos precios en el consumo interno son corregidos políticamente porque sus oscilaciones pueden originar pérdida de votos cuando alteran el ánimo de la gente. ¿Se entiende, ex-devoradores de asados y bifecitos? (2)
La cadena de la carne vacuna en nuestro país ha sido históricamente intervenida por los gobiernos -en mayor o menor medida y con mayor o menor suerte- concientes de su problematicidad. Eso no significa que liberar completamente la comercialización soluciona las cosas, simplemente porque la atomizada e indescifrable cadena que nos ocupa no resuelve por si sola los desequilibrios. Alguno la definió como una cadena "de apropiación de valor" en la cual lo que avanza en beneficios un sector es en detrimento del vecino. La ley de la selva, bah.
Para que intuyan su complejidad, vean cuantos actores tiene esta cadena en el país (desarrollar sus definiciones y funciones me llevaría varias horas):
criadores-invernadores-feedlots-consignatarios de hacienda-mercados concentradores y remates feria-frigoríficos dedicados al consumo interno-frigoríficos exportadores-brokers-mataderos municipales y rurales-despostaderos-fábricas de chacinados-cámaras frigoríficas-consignatarios de carne-acopiadores de cebo, grasa y subproductos-curtiembres-matarifes abastecedores-abastecedores-matarifes carniceros-restoranes, mercado de catering e institucional-super e hipermercados-carniceros-consumidores. Sumemos los organismos estatales de orden comercial y sanitario (Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca, ONCCA y SENASA), gubernamentales de menor jerarquía (direcciones ganaderas provinciales y bromatologías municipales) y las numerosas cámaras sectoriales intervinientes (3). Imagínense la cantidad de sillas que hay que poner para una reunión sectorial.
Básicamente puede afirmarse que, ante un insuficiente aliento para expandir la producción de ganado vacuno en el país se produce una competencia en la demanda de vacunos entre la industria cárnica especializada en la exportación y la "consumera" (la dedicada más bien a abastecer el consumo interno). Por eso aquella alusión del principio sobre "la torta y el alfajor".
Para el que no está adentrado en el tema, también existe otro tipo de competencia: en general las tierras dedicadas a la ganadería son de menor aptitud agropecuaria que las agrícolas y, según los precios relativos, una actividad avanza sobre la otra, o la desplaza.
Bien. Las medidas del secretario Moreno por lógica provocaron ciertos efectos: mientras los frigoríficos dedicados al consumo interno ganaron muy bien durante años al comprar materia prima a bajo costo (derivando en un precio al mostrador accesible que derivó en ese consumo récord de 71 Kg.), los frigoríficos dedicados a la exportación empezaron a suspender obreros, el gobierno decidió subsidiar algo de sus sueldos pero varios cerraron. Los ganaderos desalentados fueron liquidando vientres/rodeos (no todos pueden dedicar los campos por su calidad a la rentable soja u otros cultivos pero cambiaron en busca de una actividad rentable) y se redujo en varios millones el stock de vacunos.
El final lo sabían casi todos: llegó el momento de escasez de ganado porque no había más terneros suficientes para que se engorden en los feedlots ni tampoco vacunos "gordos" para que faenaran los frigoríficos. Encima, abruptamente a comienzos de 2010 dejaron de pagarles subsidios al engorde en feedlots por las denuncias de corrupción contra el "equipo técnico" de Ricardo Echegaray en la exONCCA (increíblemente premiado con la jefatura de la AFIP por el gobierno kirchnerista).
En economía productos como la carne vacuna en nuestro país o el arroz en el Japón, son llamados "staple foods", principales alimentos de producción interna que constituyen culturalmente el plato principal de la dieta nativa y cuyos precios en el consumo interno son corregidos políticamente porque sus oscilaciones pueden originar pérdida de votos cuando alteran el ánimo de la gente. ¿Se entiende, ex-devoradores de asados y bifecitos? (2)
La cadena de la carne vacuna en nuestro país ha sido históricamente intervenida por los gobiernos -en mayor o menor medida y con mayor o menor suerte- concientes de su problematicidad. Eso no significa que liberar completamente la comercialización soluciona las cosas, simplemente porque la atomizada e indescifrable cadena que nos ocupa no resuelve por si sola los desequilibrios. Alguno la definió como una cadena "de apropiación de valor" en la cual lo que avanza en beneficios un sector es en detrimento del vecino. La ley de la selva, bah.
Para que intuyan su complejidad, vean cuantos actores tiene esta cadena en el país (desarrollar sus definiciones y funciones me llevaría varias horas):
criadores-invernadores-feedlots-consignatarios de hacienda-mercados concentradores y remates feria-frigoríficos dedicados al consumo interno-frigoríficos exportadores-brokers-mataderos municipales y rurales-despostaderos-fábricas de chacinados-cámaras frigoríficas-consignatarios de carne-acopiadores de cebo, grasa y subproductos-curtiembres-matarifes abastecedores-abastecedores-matarifes carniceros-restoranes, mercado de catering e institucional-super e hipermercados-carniceros-consumidores. Sumemos los organismos estatales de orden comercial y sanitario (Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca, ONCCA y SENASA), gubernamentales de menor jerarquía (direcciones ganaderas provinciales y bromatologías municipales) y las numerosas cámaras sectoriales intervinientes (3). Imagínense la cantidad de sillas que hay que poner para una reunión sectorial.
Básicamente puede afirmarse que, ante un insuficiente aliento para expandir la producción de ganado vacuno en el país se produce una competencia en la demanda de vacunos entre la industria cárnica especializada en la exportación y la "consumera" (la dedicada más bien a abastecer el consumo interno). Por eso aquella alusión del principio sobre "la torta y el alfajor".
Para el que no está adentrado en el tema, también existe otro tipo de competencia: en general las tierras dedicadas a la ganadería son de menor aptitud agropecuaria que las agrícolas y, según los precios relativos, una actividad avanza sobre la otra, o la desplaza.
Bien. Las medidas del secretario Moreno por lógica provocaron ciertos efectos: mientras los frigoríficos dedicados al consumo interno ganaron muy bien durante años al comprar materia prima a bajo costo (derivando en un precio al mostrador accesible que derivó en ese consumo récord de 71 Kg.), los frigoríficos dedicados a la exportación empezaron a suspender obreros, el gobierno decidió subsidiar algo de sus sueldos pero varios cerraron. Los ganaderos desalentados fueron liquidando vientres/rodeos (no todos pueden dedicar los campos por su calidad a la rentable soja u otros cultivos pero cambiaron en busca de una actividad rentable) y se redujo en varios millones el stock de vacunos.
El final lo sabían casi todos: llegó el momento de escasez de ganado porque no había más terneros suficientes para que se engorden en los feedlots ni tampoco vacunos "gordos" para que faenaran los frigoríficos. Encima, abruptamente a comienzos de 2010 dejaron de pagarles subsidios al engorde en feedlots por las denuncias de corrupción contra el "equipo técnico" de Ricardo Echegaray en la exONCCA (increíblemente premiado con la jefatura de la AFIP por el gobierno kirchnerista).
El precio de la hacienda se disparó a pesar de Moreno y los funcionarios se escondieron varios meses sin dar explicaciones de la situación al estallar el precio de la carne en las góndolas (el aumento fue mayor al 100%). Consecuentemente, y como suele ocurrir con nuestros "eficientes" empresarios vernáculos, los precios de los alimentos sustitutos fueron arrastrados para arriba: nada de calcular costos y beneficios, ni competir.
Como corolario hoy se faenan varios millones de cabezas vacunas menos que el promedio histórico porque los frigoríficos no consiguen hacienda buena y tienen que pagar el Kg. vivo muy caro; encima, la carne que producen les resulta difícil de vender porque el consumo descendió abruptamente. Es que muchos meses después, la gente no convalidó los aumentos.
Desde el gobierno solo atinaron a promocionar el consumo de pollo o lanzar el increíble programa "Carne para todos", en cuya campaña embarcaron a la misma presidente Cristina Kirchner; disponían tres camiones térmicos provistos por matarifes de cuarta que giraban por el Gran Buenos Aires vendiendo a económicos "precios oficiales". Aunque no podían abastecer más que el 0,15% del consumo general de carne vacuna, en quince días no se supo más de ellos (ver artículo abajo). Sinceramente, una medida insultante que solo pudo pensar un político que viaja en limusina de vidrios polarizados y no sabe que es tomar un colectivo y cargar bolsas para que rinda el salario.
A pesar de este complicado panorama, los expertos (en todos los rubros la mayoría de los gurúes no adivinan nada) repiten sin cesar que el de la carne vacuna en la Argentina es un mercado perfecto porque nadie puede influir directamente en los precios debido a la atomización de sus actores. Lo que nunca ninguno responde es porque en un mercado perfecto como éste la oferta y la demanda parecen parientes lejanos: el alza del precio de la carne en góndolas no retrocedió nunca a pesar del abrupto descenso del consumo del público (4).
Incluir en este análisis el tema de la cuota Hilton puede descalabrar todo un poco más, pero es necesario. Digamos que es lo mejor del negocio de la carne para quienes participan en la repartija de unas 30 mil toneladas exportables asignadas por la Unión Europea con aranceles reducidos, de solo nueve cortes (5) a la Unión Europea. No por nada es la reglamentación que en promedio más rápido cambia en la República Argentina: cada dos años en promedio los funcionarios modifican los criterios de asignación de las partidas beneficiando a un grupo en detrimento de otro, recibiendo -como es de suponer- agradecimientos afectuosos por un lado e innumerables juicios por el otro. Como las ganancias que deja a las empresas son grandes, permiten desequilibrar asimetrías comerciales internas y obran como estimulantes a la cadena de comercialización, en general. El gobierno burocratiza mucho pero no ha puesto limitaciones insalvables a las exportaciones Hilton.
Para solucionar el tema de la carne vacuna argentina, la única idea lógica es incentivar la producción ganadera, eficientizando el uso de los recursos forrajeros y utilizando el excelente bagaje técnico que hay en el país, para lograr una oferta suficiente para el consumo interno y la exportación. Es decir, superar notablemente los 3 millones promedio de toneladas de carne que se producen en promedio anualmente y fomentar la exportación aprovechando que todavía -y a pesar de todo- nuestros productos gozan de prestigio en el exterior. En paralelo, lograr una fórmula que permita combinar los cortes y calidades necesarias para el consumo interno y los que se exportan. Las incompatibilidades son muy pocas, falta un poco de ingenio y bajar la avaricia de algunos sectores a niveles aceptables.
Los uruguayos pasaron hace poco (con Mujica de presidente) de tener la carne vacuna como un artículo de lujo para la clase trabajadora a poseer el récord mundial actual en el consumo por habitante. El aumento de consumo de carne significa más proteínas en el plato de la gente y es un índice de calidad de vida en todo el mundo, aunque no signifique el fin de la pobreza ni en la Banda Oriental ni aquí. Aumentaron también notablemente sus exportaciones a pesar de tener mucho menos de la mitad de la hacienda que hay en Argentina.
Como corolario hoy se faenan varios millones de cabezas vacunas menos que el promedio histórico porque los frigoríficos no consiguen hacienda buena y tienen que pagar el Kg. vivo muy caro; encima, la carne que producen les resulta difícil de vender porque el consumo descendió abruptamente. Es que muchos meses después, la gente no convalidó los aumentos.
Desde el gobierno solo atinaron a promocionar el consumo de pollo o lanzar el increíble programa "Carne para todos", en cuya campaña embarcaron a la misma presidente Cristina Kirchner; disponían tres camiones térmicos provistos por matarifes de cuarta que giraban por el Gran Buenos Aires vendiendo a económicos "precios oficiales". Aunque no podían abastecer más que el 0,15% del consumo general de carne vacuna, en quince días no se supo más de ellos (ver artículo abajo). Sinceramente, una medida insultante que solo pudo pensar un político que viaja en limusina de vidrios polarizados y no sabe que es tomar un colectivo y cargar bolsas para que rinda el salario.
A pesar de este complicado panorama, los expertos (en todos los rubros la mayoría de los gurúes no adivinan nada) repiten sin cesar que el de la carne vacuna en la Argentina es un mercado perfecto porque nadie puede influir directamente en los precios debido a la atomización de sus actores. Lo que nunca ninguno responde es porque en un mercado perfecto como éste la oferta y la demanda parecen parientes lejanos: el alza del precio de la carne en góndolas no retrocedió nunca a pesar del abrupto descenso del consumo del público (4).
Incluir en este análisis el tema de la cuota Hilton puede descalabrar todo un poco más, pero es necesario. Digamos que es lo mejor del negocio de la carne para quienes participan en la repartija de unas 30 mil toneladas exportables asignadas por la Unión Europea con aranceles reducidos, de solo nueve cortes (5) a la Unión Europea. No por nada es la reglamentación que en promedio más rápido cambia en la República Argentina: cada dos años en promedio los funcionarios modifican los criterios de asignación de las partidas beneficiando a un grupo en detrimento de otro, recibiendo -como es de suponer- agradecimientos afectuosos por un lado e innumerables juicios por el otro. Como las ganancias que deja a las empresas son grandes, permiten desequilibrar asimetrías comerciales internas y obran como estimulantes a la cadena de comercialización, en general. El gobierno burocratiza mucho pero no ha puesto limitaciones insalvables a las exportaciones Hilton.
Para solucionar el tema de la carne vacuna argentina, la única idea lógica es incentivar la producción ganadera, eficientizando el uso de los recursos forrajeros y utilizando el excelente bagaje técnico que hay en el país, para lograr una oferta suficiente para el consumo interno y la exportación. Es decir, superar notablemente los 3 millones promedio de toneladas de carne que se producen en promedio anualmente y fomentar la exportación aprovechando que todavía -y a pesar de todo- nuestros productos gozan de prestigio en el exterior. En paralelo, lograr una fórmula que permita combinar los cortes y calidades necesarias para el consumo interno y los que se exportan. Las incompatibilidades son muy pocas, falta un poco de ingenio y bajar la avaricia de algunos sectores a niveles aceptables.
Los uruguayos pasaron hace poco (con Mujica de presidente) de tener la carne vacuna como un artículo de lujo para la clase trabajadora a poseer el récord mundial actual en el consumo por habitante. El aumento de consumo de carne significa más proteínas en el plato de la gente y es un índice de calidad de vida en todo el mundo, aunque no signifique el fin de la pobreza ni en la Banda Oriental ni aquí. Aumentaron también notablemente sus exportaciones a pesar de tener mucho menos de la mitad de la hacienda que hay en Argentina.
Hasta Paraguay con carne durísima de cebúes y menor jerarquía industrial, ha ganado mercados exportadores que han perdido los argentinos. Ni hablar de Brasil: pasó en poco más de un lustro de ser netamente importador de carne vacuna a ser el primer exportador del mundo. Su industria, apoyada fuertemente por el gobierno de Lula con créditos blandos de su Banco Nacional de Desarrollo, llegó a comprar la Swift norteamericana y nuestros mejores frigoríficos (6). ¿Porqué aquí no podemos solucionar problemas mucho menores? Horanosaurus.
NOTAS: (1) para quien no conoce el tema, se engordan animales intensivamente con granos en vez de pasto; eso sale más caro por el precio internacional del maíz y otros y por eso se decidió subsidiarlos desde el Estado. El engorde a corral de un vacuno se realiza en muchos menos meses que un engorde "natural", a campo. El engorde a campo con pastos y la muy buena calidad genética de nuestros rodeos es lo que diferencia la carne argentina en el mundo. Para los entendidos, el gusto de la carne es diferente (¿nunca le sintieron a la carne vacuna gusto a carne de cerdo?); sus cualidades organolépticas y bioquímicas varían levemente.
(2) "Según la encuesta Gastos de los Hogares, con la que el INDEC elabora la metodología del IPC, el 38% del gasto mensual del argentino promedio se destina a la compra de alimentos y bebidas. Y dentro de ese porcentaje, la carne vacuna absorbe casi el 16% del ítem, lo que representa más del 6% de todo el índice de precios. Y se consumen más de 70 Kg. por persona por año, mientras que el promedio mundial es de menos de 20 Kg. Por ende, un incremento del precio de la carne vacuna repercute en forma contundente en el costo de la canasta alimentaria y en la estructura de precios de la economía", concluye la consultora Economía & Regiones. Con esa base, E&R realizó un trabajo de seguimiento de los precios entre octubre de 2009 y octubre de este año. Los aumentos registrados llegan al 114% en "góndola" y al 128% a nivel mayorista". "La carne no es tan débil" - CLARIN ECONOMICO - APUNTES - 06/11/10.
(3) mejor dejemos para otro día analizar porqué los argentinos comemos carnes de distinta calidad, sanidad e higiene según donde nos toque vivir y el azar y porqué existen -fuera de la ley- verdaderas aduanas internas al transportarse cargas entre municipios. Al sub-problema se lo resume con el rótulo de "doble estándard sanitario" (existente entre lo que se consume en el mercado interno y lo que se exporta).
(4) ellos se refieren, por ejemplo, a que la mayor firma ganadera del país puede tener unas 70 mil cabezas en engorde comparadas con una faena anual promedio de 12 millones; a que el frigorífico más grande no reúne más que el 5% de la faena total del país; a que COTO para abastecer sus múltiples bocas de expendio faena mensualmente entre 20 y 30 mil cabezas o que las ventas minoristas se reparten entre miles y miles de carniceros, súper e hipermercados. Otra de las propuestas brillantes de los analistas es la eliminación del IVA a la carne para rebajar su precio final: lo que no aclaran es quien se quedará en el bolsillo con la alícuota que pierde el Estado.
(5) Argentina recibe alrededor del 50% de las toneladas de la cuota Hilton que asigna la Unión Europea a distintos países del mundo, anualmente. Se trata de cortes de calidad enfriados sin hueso: lomo, bife angosto, bife ancho, cuadril, bola de lomo, nalga, peceto, cuadrada y entraña fina. El valor promedio de una tonelada es de unos 12000 dólares.
(2) "Según la encuesta Gastos de los Hogares, con la que el INDEC elabora la metodología del IPC, el 38% del gasto mensual del argentino promedio se destina a la compra de alimentos y bebidas. Y dentro de ese porcentaje, la carne vacuna absorbe casi el 16% del ítem, lo que representa más del 6% de todo el índice de precios. Y se consumen más de 70 Kg. por persona por año, mientras que el promedio mundial es de menos de 20 Kg. Por ende, un incremento del precio de la carne vacuna repercute en forma contundente en el costo de la canasta alimentaria y en la estructura de precios de la economía", concluye la consultora Economía & Regiones. Con esa base, E&R realizó un trabajo de seguimiento de los precios entre octubre de 2009 y octubre de este año. Los aumentos registrados llegan al 114% en "góndola" y al 128% a nivel mayorista". "La carne no es tan débil" - CLARIN ECONOMICO - APUNTES - 06/11/10.
(3) mejor dejemos para otro día analizar porqué los argentinos comemos carnes de distinta calidad, sanidad e higiene según donde nos toque vivir y el azar y porqué existen -fuera de la ley- verdaderas aduanas internas al transportarse cargas entre municipios. Al sub-problema se lo resume con el rótulo de "doble estándard sanitario" (existente entre lo que se consume en el mercado interno y lo que se exporta).
(4) ellos se refieren, por ejemplo, a que la mayor firma ganadera del país puede tener unas 70 mil cabezas en engorde comparadas con una faena anual promedio de 12 millones; a que el frigorífico más grande no reúne más que el 5% de la faena total del país; a que COTO para abastecer sus múltiples bocas de expendio faena mensualmente entre 20 y 30 mil cabezas o que las ventas minoristas se reparten entre miles y miles de carniceros, súper e hipermercados. Otra de las propuestas brillantes de los analistas es la eliminación del IVA a la carne para rebajar su precio final: lo que no aclaran es quien se quedará en el bolsillo con la alícuota que pierde el Estado.
(5) Argentina recibe alrededor del 50% de las toneladas de la cuota Hilton que asigna la Unión Europea a distintos países del mundo, anualmente. Se trata de cortes de calidad enfriados sin hueso: lomo, bife angosto, bife ancho, cuadril, bola de lomo, nalga, peceto, cuadrada y entraña fina. El valor promedio de una tonelada es de unos 12000 dólares.
(6) En alrededor de cinco años, los grupos JBS (la mayor empresa cárnica bovina del mundo), Friboi y Marfrig compraron 19 frigoríficos con capacidad exportadora en la Argentina (Quickfood, CEPA, Swift Arg., Estancias del Sur, AB&P, etc). Creo que tienen las marcas Paty y Cabaña Las Lilas. Con ello consiguen ofrecer al mercado internacional una calidad de producto que no pueden generar en Brasil, tomando además la cuota Hilton asignada a las firmas que adquirieron. Compraron también Smithfields Foods y otras en EE.UU. y firmas australianas e italianas. Ultimamente, debido a los vaivenes políticos que restringieron las exportaciones, los directivos brasileños se manifestaron arrepentidos de haber invertido en la Argentina.
"Un antes y un después de Moreno".
Por Marcelo Rossi, ex presidente de la exONCCA. La Nación suplemento Campo. 13/10/12.
De acuerdo con información proveniente de la industria frigorífica, y que ha trascendido en distintos medios, se habría procedido desde la Ucesci, dependiente del secretario Guillermo Moreno, a una nueva asignación de la cuota Hilton. De confirmarse la especie, no sería la primera vez que un acto administrativo de la gestión no es hecho público a través del Boletín Oficial.
En su momento denunciamos que la nueva metodología de reparto terminaría inexorablemente en mayor concentración. Luego de cuatro ciclos de incumplimiento se estaría asignando la cuota a sólo 29 empresas de las 65 beneficiadas en los repartos 2005/06 y 2006/07, en un claro proceso de "concentración" en el que a solo 8 empresas se le otorga el 65% de la cuota.
Cuesta entender cómo, a partir de haberse alcanzado en 2005 el reparto en tiempo y forma por primera vez en la historia de su distribución, la democratización y desjudicialización de la cuota y logrado reemplazar un permanente y habitual marco de denuncias por mayor transparencia, se haya producido y fomentado este retroceso. Dicho de otra manera: "Si algo se está haciendo bien, ¿para que cambiarlo?"
Política equivocada
Hay un antes y un después de Guillermo Moreno en la historia de la ganadería argentina y la cuota Hilton no será la excepción. Será el responsable de haber quebrantado un tópico muy caro a los objetivos del gobierno actual y compartido por "todos" como es "la mesa de los argentinos".
El resultado de su equivocada intervención ha cambiado el axioma de "más" por "menos para todos" en la materia. En efecto, de llegar a exportar casi un millón de toneladas apenas si llegaremos en este año a 150 mil. De ser el primer exportador de un producto que hace a nuestras tradiciones, costumbres y conocimiento en el mundo, hemos pasado a no figurar entre los 10 primeros. El consumo interno, que superaba los 70 kilos por habitante y por año apenas supera los 50 kilos, con un agravante; han cerrado más de 100 empresas frigoríficas y perdido su fuente laboral más de 15.000 trabajadores, a lo que hay que agregar suspensiones, adelanto de vacaciones o garantía horaria. Hemos perdido más de 12 millones de cabezas, más que el total de stock de Uruguay, que nos supera en exportaciones por primera vez en la historia.
No se trata de tornillos para reponer, ya que en biología lo que hagamos bien hoy lo veremos recién en años. Como reza la publicidad del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna (Ipcva), hacer el fuego para un asado lleva 20 minutos, producir la carne no menos de cuatro años.
Resumiendo, menos producción, menos exportaciones, menos consumo interno, menos industrias, menos trabajadores, menos materia prima, a lo que hay que agregar, ahora, menos beneficiados en el reparto de la cuota Hilton.
"El falso problema de la carne". La Nación suplemento Campo. Por Fernando Herrera, presidente de la Asociación Productores Exportadores Argentinos-APEA.
Por Marcelo Rossi, ex presidente de la exONCCA. La Nación suplemento Campo. 13/10/12.
De acuerdo con información proveniente de la industria frigorífica, y que ha trascendido en distintos medios, se habría procedido desde la Ucesci, dependiente del secretario Guillermo Moreno, a una nueva asignación de la cuota Hilton. De confirmarse la especie, no sería la primera vez que un acto administrativo de la gestión no es hecho público a través del Boletín Oficial.
En su momento denunciamos que la nueva metodología de reparto terminaría inexorablemente en mayor concentración. Luego de cuatro ciclos de incumplimiento se estaría asignando la cuota a sólo 29 empresas de las 65 beneficiadas en los repartos 2005/06 y 2006/07, en un claro proceso de "concentración" en el que a solo 8 empresas se le otorga el 65% de la cuota.
Cuesta entender cómo, a partir de haberse alcanzado en 2005 el reparto en tiempo y forma por primera vez en la historia de su distribución, la democratización y desjudicialización de la cuota y logrado reemplazar un permanente y habitual marco de denuncias por mayor transparencia, se haya producido y fomentado este retroceso. Dicho de otra manera: "Si algo se está haciendo bien, ¿para que cambiarlo?"
Política equivocada
Hay un antes y un después de Guillermo Moreno en la historia de la ganadería argentina y la cuota Hilton no será la excepción. Será el responsable de haber quebrantado un tópico muy caro a los objetivos del gobierno actual y compartido por "todos" como es "la mesa de los argentinos".
El resultado de su equivocada intervención ha cambiado el axioma de "más" por "menos para todos" en la materia. En efecto, de llegar a exportar casi un millón de toneladas apenas si llegaremos en este año a 150 mil. De ser el primer exportador de un producto que hace a nuestras tradiciones, costumbres y conocimiento en el mundo, hemos pasado a no figurar entre los 10 primeros. El consumo interno, que superaba los 70 kilos por habitante y por año apenas supera los 50 kilos, con un agravante; han cerrado más de 100 empresas frigoríficas y perdido su fuente laboral más de 15.000 trabajadores, a lo que hay que agregar suspensiones, adelanto de vacaciones o garantía horaria. Hemos perdido más de 12 millones de cabezas, más que el total de stock de Uruguay, que nos supera en exportaciones por primera vez en la historia.
No se trata de tornillos para reponer, ya que en biología lo que hagamos bien hoy lo veremos recién en años. Como reza la publicidad del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna (Ipcva), hacer el fuego para un asado lleva 20 minutos, producir la carne no menos de cuatro años.
Resumiendo, menos producción, menos exportaciones, menos consumo interno, menos industrias, menos trabajadores, menos materia prima, a lo que hay que agregar, ahora, menos beneficiados en el reparto de la cuota Hilton.
"El falso problema de la carne". La Nación suplemento Campo. Por Fernando Herrera, presidente de la Asociación Productores Exportadores Argentinos-APEA.
"Carne para Todos": apenas cubre 0,15% del consumo Clarín Jueves 28/04/11. El plan fue anunciado por Cristina y consiste en distribuir 10.000 kilos de carne por día a precio bajo. Es una ínfima cantidad si se compara con los 6,6 millones de kilos que se venden diariamente. Por Matías Longoni.
Contactos y ambición política del matarife amigo de Moreno Clarín Jueves 28/04/11. Ricardo Bruzzese es precandidato a intendente de La Matanza por los K. Por Matías Longoni.
"¿Carne para todos o para pocos?" Clarín Jueves 28/04/11. Por Ricardo Roa.
"Ante la declinación ganadera". Editorial diario La Nación. 29/10/11.
"Moreno acumula más fracasos que éxitos". La Nación. 31/12/11.
"Crisis industrial de carnes". Editorial diario La Nación. 04/02/12.
Una extendida y profunda crisis que abarca a todo el sector frigorífico, con cierres de fábricas, suspensión de operaciones y desocupación, ha tenido su origen en 2006 a partir de una tan profunda como negativa intervención del gobierno nacional en la economía ganadera, su industrialización y comercialización.
Ocurre que, a partir de aquel año, con un recuperado nivel de actividad ganadera, con 60 millones de cabezas, una producción de 3 millones de toneladas de carnes y con los mercados del mundo ávidos de alimentos en general, surgió un indomable propósito intervencionista, nunca antes tan vigoroso, basado en la prohibición de exportar, la asignación de cuotas y permisos de exportación, precios controlados y fijación de porcentajes de producción para exportar a condición de vender una parte al consumo local a precios reducidos. Todo ello por entender que así se privilegia la mesa de los argentinos.
Ni las ahora 30.000 toneladas de cuota Hilton de alta calidad y precio, destinadas a la Unión Europea, cumplidas durante los 30 años de vigencia, se salvaron de las podas exportadoras. Se estima que en el ciclo actual perderán su condición privilegiada con motivo de su anómala distribución entre las empresas exportadoras unas 10.000 toneladas que significarían una merma de ingresos del orden de las 25 a 30 millones de dólares en circunstancias en que se implementa una inconcebible reducción de importaciones en lugar de promover las exportaciones, sujetas a obstáculos de todo tipo.
La sucinta descripción realizada ha llevado, juntamente con la participación de la sequía de los años 2008 y 2009, a una reducción del plantel ganadero de entre 8 y 10 millones de vacunos, determinante de una gran reducción del consumo interno de estas carnes que, de los 65 kilos por habitante y por año, disminuyó a 53 kilos, lo que muestra crudamente que el deseo de privilegiar la mesa de los argentinos ha conducido a un contundente y costoso fracaso.
La exportación, por su parte, quedó reducida en 2011 a 240.000 toneladas, una cifra escalofriante que coloca al país por debajo de las ventas de los socios menores del Mercosur.
Con el consumo doméstico y la exportación severamente reducidos, la consecuencia para la industria procesadora no puede ser otra que la ya citada. Se estima que se han perdido 7000 empleos, que crecerían en las próximas semanas a 14.000.con el cierre de 120 empresas fabriles. Una sola firma en Venado Tuerto, Santa Fe, cerró sus puertas dejando sin empleo a 500 personas, un conjunto gravitante para esa importante comunidad.
Las medidas que podrán adoptarse serán simples paliativos si no se va al origen o causa del tema, que significa lisa y llanamente la eliminación de la parafernalia intervencionista y distorsiva que constituye la clave del descalabro.
De procederse de la manera adecuada, el problema se irá acotando y reduciendo en la medida en que las propias empresas, aún en severa crisis, procurarán sortear la situación en el entendimiento de que ésta será transitoria. En cambio, la subsistencia de la política que ha llevado a la crisis conducirá a su profundización, tornando inútiles las medidas de contención.
Es hora de que el gobierno nacional se decida a realizar un análisis técnico, sereno y equilibrado, que permita restituir a este importante sector la productividad y la competitividad del pasado, irradiando estas virtudes a la cadena pecuaria y a la sociedad en su conjunto.
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