No se de donde me sale el impulso de recomendar a mis amigos cosas que me mueven el alma. Se supone que la gente cercana tiene una sensibilidad parecida y algo del tiempo necesario para dedicar a menesteres no materiales. Para no quedar en offside de forma burda, siempre teniendo en cuenta que cada persona es diferente. Igual, sospecho que más de uno me putea por lo bajo, de tanto insistirle con mis ansiedades. y no me lo dice en la cara por educación. Soledades y equivocaciones pueriles de cualquiera, en épocas de pandemias y redes sociales.
Un capítulo más de mis insistencias es que vean la película "Cándido López, los campos de batalla" de José Luis García (Argentina, 2005) disponible en Youtube. Narra la travesía del pintor argentino Cándido López, que como oficial del ejército argentino luchó en la guerra de la Triple Alianza (1865-1870) que entablaron Argentina, Uruguay y Brasil contra una demasiado independiente Paraguay, acicateados por el imperio británico. Una guerra con pocas razones y muchos bemoles.
A López lo designaron oficial porque sabía leer y escribir. Y, como era artista, empezó a juntar bosquejos de las batallas que disputó, pintando cuadros al estilo naif, aunque dudo mucho que se llamara así por ese entonces. Pasó a la historia como "el manco de Curupaytí" porque en esa contienda perdió parte de su brazo derecho, lo cual le obligó a amaestrar la mano que le quedaba. Ya les conté en otra entrada que parte de su obra puede disfrutarse gratuitamente en el Museo Nacional de Bellas Artes.
Aquí abajo, una serie de links a artículos que los medios argentinos le dedicaron en los últimos tiempos, empezando por los dedicados a la película en cuestión. Con ello y los siguientes, si les interesa, tendrán una buena templanza del héroe que nos ocupa. Horanosaurus.
José Luis García rescata la trayectoria del pintor de la guerra con el Paraguay, Cándido López, en un film que compite por el premio mayor. La Nación Espectáculos. 16/04/05.
Cándido López fue uno de los grandes de la pintura argentina de la segunda mitad del siglo XIX. Sin embargo, sus obras nunca tuvieron la difusión que hiciera justicia a su talento. La historia cuenta que, además de pintor, fue uno de los primeros artistas en experimentar con daguerrotipos en el Río de la Plata. Seguramente fue su preocupación por el retrato realista la que dio identidad a su obra como pintor y soldado, durante la Guerra de la Triple Alianza, que unió a la naciente Argentina con el imperio del Brasil y el Uruguay, en contra del Paraguay y su figura máxima, el mariscal Francisco Solano López.
"Cándido López, los campos de batalla" (ver crítica) es una de las tres propuestas argentinas incluidas en el bloque competitivo de la sección oficial internacional. El documental, del debutante José Luis García, que hasta ahora se había destacado como director de fotografía de películas de Alberto Lecchi, Fernando Spiner y Martín Rejtman, entre otros, intenta recuperar la valiosa obra del pintor y soldado, pero en particular su mirada sobre la guerra en la que participó, y de esa forma echar luz sobre uno de los episodios clave en la conformación política latinoamericana del siglo XX hasta nuestros días.
-¿Cómo se dio tu encuentro con el personaje? Mi primera idea fue la de hacer una ficción sobre Cándido López, al que conocía por haber visto sus cuadros, cuando era muy chico, en el Museo Histórico Nacional. Me pareció un personaje muy interesante para desarrollarlo en una ficción, sobre todo en su etapa de posguerra. Es más, tengo un tratamiento de guión ya preparado.
-Pero, ¿cuáles fueron los motivos? Fue una identificación desde varios puntos: la historia, la fotografía y la muerte. Son tres líneas fuertes que se cruzan intensamente en ese personaje. Ante la necesidad de recorrer los lugares de la guerra en los que estuvo y marcaron fundamentalmente toda su vida, descubrí un montón de cosas. Fue un azar conocer al nieto del pintor y que él me presente a ese exótico paraguayo llamado Cirilo Batalla, con su otra mirada. Como director de fotografía me había interesado el personaje, pero también tuvo que ver el tema de la guerra con el Paraguay, que cuando lo vimos en el colegio nos había quedado poco claro.
-¿Cómo interpretás aquellos tiempos? Era una época en que la pintura y la fotografía competían por la representación de la realidad, por retratar las cosas tal como son. El tema de la Guerra de la Triple Alianza estaba cargado de muerte y lo sigue estando, porque a medio siglo de terminada, sigue causando muertes. Hay gente que todavía hoy busca los tesoros escondidos en aquella época y muere en el intento.
-¿Tomás alguna postura frente a ese pasado? Mi idea era hacer un documental abierto. Cuando le mostré el trabajo terminado al nieto de Cándido López y a Batalla, que son gente que no piensa parecido, el mensaje los unió: tuvieron un punto de encuentro. Eso para mí es un orgullo.
-¿Qué pretendés al revisar con una mirada crítica el pasado? Dejar abierto el debate a todo nivel, sea ético, estético, político e histórico. En todo caso, reivindico la obsesión principal de Cándido López, que era dejar testimonio de la historia. El renegaba de cualquier condición artística que finalmente alcanzó, por la autenticidad, por lo genuino de su obra, y la ruptura con todos los cánones pictóricos de la época, con la influencia fotográfica que tenía. Sus obras son más fotográficas que pictóricas, en donde todos los hombres, victoriosos o no, son pequeños e iguales, es decir, tiene una mirada muy objetiva que en consecuencia es mucho más fotográfica.
-¿Por qué creés que los cuadros de López son tan anchos y de poca altura? Creo que era para ampliar su mirada, una respuesta a su voluntad de cronista de contar todo lo que se pueda. De los 59 cuadros que pintó sobre la guerra, once son acerca de Curupaytí, la terrible derrota de las tropas argentinas en la contienda, en la que él mismo perdió el brazo derecho: son como un story-board dibujado de una película de Hollywood, con grandes panorámicas, planos y contraplanos, donde cada pintura es un cuadro de una gran película, con miles de extras. Sabemos que él luchaba en contra del Paraguay; sin embargo, hay algunas escenas que, como están pintadas, es decir por su objetividad, parece todo lo contrario. Y fue muy criticado por todas estas cosas.
-¿Cómo fue la producción? Grabamos unas 200 horas y tuvimos más de un año y medio de edición.
-¿Tuviste la necesidad de ubicarte en el lugar de López para ver mejor esos paisajes? Siento que fui metiéndome con su personaje sin darme cuenta, en su viaje. Creo que después sentí la necesidad de seguirlo. Cuando López volvió de los campos de batalla, siguió pintando con su mano izquierda. Conocer la historia de su vida después de ese episodio me pareció tan fuerte que no tuve otra alternativa que empezar con este documental. Llegué a la conclusión de que el testimonio sobre esta guerra no se terminaba con este personaje, sino que tenía más para contar, y que su misión fue la de encender el fuego, que su obra perdurara como testimonio de la historia. A la vez, siento que fue traicionado: no se desprendió de esos cuadros pensando que el Estado se los iba a comprar. Pero lo seguían ignorando. Cuando finalmente sus obras fueron adquiridas a nivel oficial, las abandonaron en un depósito, y siguen allí mal conservadas.
Críticas. Sábado 16 de abril de 2005 | Publicado en edición impresa
"Cándido López, los campos de batalla" (Argentina/Paraguay, 2004), de José Luis García. Competencia oficial internacional. Hoy, a las 22, en el Hoyts Abasto 9. 100 minutos.
Por suerte, las convenciones a propósito de cómo se cuenta la historia han cambiado, gracias a la diversidad de miradas y, fundamentalmente, a que ya nada es blanco o negro, como en los viejos tiempos. Por suerte para figuras condenadas a un segundo plano, como la del pintor Cándido López, autor de una colección de pinturas que recrean diferentes momentos de la lucha entre los ejércitos aliados de la Argentina, Uruguay y Brasil contra el Paraguay, en la conocida como Guerra de la Triple Alianza, clave en la conformación de un orden político que, a más de un siglo de Yatay, sigue vigente. García, con su cámara digital y su escalera en trípode, repite el camino recorrido por el Ejército Argentino, rumbo a su bautismo de fuego para ubicarse en el lugar imaginario desde el que López fotografió la guerra con sus pinturas. Sin caer en lugares comunes, García consigue lo que se proponía: rescatar a López, pero también la historia de lo ocurrido en la más sangrienta guerra interna sufrida por América latina, y sus consecuencias a futuro. Un trabajo sólido -en su investigación, en lo narrativo, en lo técnico- que abre los ojos a la reflexión. Claudio D. Minghetti.
"Cándido López, los campos de batalla" es un homenaje al artista inolvidable que hizo color de la tragedia. Por Aníbal M. Vinelli. Especial para Clarin Espectáculos. Cine. Crítica. Jueves 02/03/06.
- Documental TITULO ORIGINAL IDEM (ARGENTINA/PARAGUAY, 2005) 102 MIN, ATP DIRECCION JOSE LUIS GARCIA SALAS GAUMONT, MALBA CINE.
CALIFICACION: BUENA.
Todavía impresiona como un milagro que un conflicto tan cruento y fratricida haya dejado una herencia artística que resulta bella y, paradojalmente, alegre. Cándido López, los campos de batalla, del guionista, relator y director José Luis García, aprovecha con inteligencia los límites del modesto presupuesto y hasta las pautas obligadas de duración para contar la historia del artista, la de su obra y aún la de su tiempo.
Volviendo sobre los escenarios de la Guerra del Paraguay (1865-1870), García y su cámara transitan, en la actualidad, lugares como Yatay, Estero Bellaco, Curupaytí (donde López perdió el brazo derecho) y Humaitá, esos caminos de la muerte que, novela mediante, supiera reflejar Manuel Gálvez.
La geografía se completa con testimonios diversos, por ejemplo Cirilo Batalla, Eugenio Coluca, el coronel (R) Carlos Fontes y algún descendiente del artista. De quien también se informa la tenacidad con que supo entrenar su brazo izquierdo, por la vocación irrefrenable de seguir pintando como la necesidad imperiosa de, en medio de la pobreza más extrema, alimentar a la mujer y a los doce hijos.
El mayor testigo de la tragedia, en una era donde la fotografía padecía emulsiones limitadas y velocidades de extrema lentitud, fue el propio Cándido López, cuya producción refleja con un detalle maniático ríos y arboledas, como fondo para los uniformes de los regimientos de línea y cuerpos de voluntarios junto a la diversidad del armamento: la caballería, la artillería, las tropas de a pie.
Al artista, que sufre los males del olvido burocrático, el documental le hace un bien enorme al subrayar su valor en más de un sentido. Cándido López, los campos de batalla merece verse.
Apasionado y auténtico.
El director de "Cándido López, los campos de batalla", habla del pintor de la Guerra de la Triple Alianza. Por Diego Lerer. Clarín Espectáculos. Sábado 04/03/06.
José Luis García llevaba ya una larga carrera como técnico y director de fotografía de largometrajes como Rapado, Perdido por perdido, Sotto voce y Los guantes mágicos, además de centenares de publicidades, cuando decidió abordar su primer largo, Cándido López, los campos de batalla, un documental que se estrenó el jueves en el Gaumont y en el Malba.
"En principio me interesó el tema para hacer una ficción —cuenta—. Pero luego conocí al nieto de Cándido López que, con un amigo historiador paraguayo, iban a recorrer el mismo camino que hizo el pintor durante la Guerra de la Triple Alianza y me interesó documentar ese proceso. Al principio pensé que iba a hacer un boceto para la ficción, pero terminó siendo tan interesante que, pese a que el nieto de Cándido no pudo viajar, el recorrido nuestro fue la película."
El interés por el tema le viene a García "desde muy chico —explica—. Mi viejo me hablaba de Solano López como el malo de la película y vi un libro con los cuadros de Cándido testimoniando esa guerra, y fui descubriendo lo increíble que había sido su vida y me fascinó. Mi hermano es historiador así que en casa siempre se discutió mucho de historia". Lo que García quería hacer, además de retratar al pintor que quedó manco en combate, era "cuestionar la versión que se cuenta de la guerra. Me interesaba hablar del conflicto entre historia y memoria. Me impulsó conocer esa otra historia, la que transmiten los abuelos y que tiene poco que ver con la que se enseña, o no, en las escuelas."
En su filme, García propone que la casi aniquilación del Paraguay por la alianza formada entre Argentina, Brasil y Uruguay fue parte de un plan sostenido por los capitales ingleses para derrumbar una economía y un país que trataba de desarrollarse de forma independiente. "Paraguay desafiaba el paradigma de la época, intentaba ser autosuficiente. Y destruyeron el proyecto." De cualquier manera, aclara, no se trata "de una bajada de línea, me interesa mostrar los distintos puntos de vista y encontrar una mirada superadora".
Con un afán similar, dice, planea ahora hacer una película sobre los años de plomo de la Argentina: "Están saliendo cada vez más libros y testimonios que permiten analizar el tema de la militancia armada en los '70 —dice—. Pero quiero hacerlo como ficción. Revisar el pasado con un punto de vista controversial, que hable de los horrores de la dictadura pero también de los vectores que llevaron a ese desenlace. Creo que para que las heridas cicatricen, primero hay que limpiarlas. Si no, se infectan".
El otro gran interés de García viene, claro, por la figura de López. Siendo fotógrafo y estudiante de arte, al director siempre le fascinó la obra del pintor. "Era un tipo apasionado y auténtico que construía sus cuadros de una manera cinematográfica, incorporando distintos puntos de vista —explica—. Fue criticado en su época porque no era academicista y porque respondía más a la mirada de fotógrafo que a la de un pintor. Pero con el tiempo fue reivindicado."
El documentalista como otra estrella
"Cándido López, los campos de batalla" es el más reciente ejemplo fílmico de una tendencia en alza. Estreno pasado mañana. La Nación Espectáculos. Martes 28/02/06. Por Martín Wain.
José Luis García sube a una extraña escalera portátil y toma fotografías de lugares que, entre 1865 y 1870, fueron escenarios de una guerra feroz. Al mismo tiempo, una cámara de video registra sus movimientos: él es uno de los protagonistas de "Cándido López, los campos de batalla", documental que se estrenará pasado mañana en el circuito comercial. Pero José Luis no es sólo un personaje del film; también es su director, en un doble rol cada vez más común en este género que crece en diversidad y convocatoria. De Michael Moore a Albertina Carri, del israelí Avi Mograbi a Jorge Lanata y Pino Solanas, realizadores de documentales de todo el mundo eligen, cada uno a su manera, aparecer en pantalla para guiar el relato, manifestar sus verdades, interactuar con la historia o exponer incluso sus vidas privadas para mostrar una realidad que, de esta forma, deja de ser ajena.
Moore se convirtió con "Roger & Me" (1989) -una aventura personal en busca del presidente de General Motors, para pedirle explicaciones sobre una serie de reestructuraciones en la compañía- y "Bowling for Columbine" (2002) en el referente de un estilo de films políticos, entretenidos y provocadores. Luego llegó "Fahrenheit 9/11" (2004), donde el director subió la apuesta en materia de protagonismo: allí se peleó con George W. Bush en un enfrentamiento que, desde los afiches, se presentó como un duelo de titanes; un director de cine versus el presidente de los Estados Unidos, nada menos.
En esta misma línea, Morgan Spurlock se declaró en guerra contra McDonald´s en "Super Size Me" (2004) -filmó la transformación de su cuerpo mientras se alimentaba, durante un mes, sólo con comida de ese lugar- y Oliver Stone planteó un mano a mano frente a cámaras con Fidel Castro, primero en "Comandante" (2003) y luego en "Looking for Fidel" (2004), documentales por encargo para HBO.
"Todo director tiene una alta cuota de narcisismo -dice a LA NACION el director de «Cándido López»-. Es innegable. Pero yo sabía que debía estar lo menos posible en la pantalla, sólo lo necesario para conducir el relato, sin mostrarme implacable. Un documental tiene personajes, igual que una ficción, que operan dramáticamente unos contra otros. Entonces, no se trataba de hacer como Michael Moore, que aparece íntegro y sin ninguna crisis. Me interesaba ser un personaje más, con dudas, con miserias, con cosas negativas como cualquier personaje." La película muestra al director en un viaje, junto con un investigador paraguayo y su equipo de producción, por los lugares que aparecen en cuadros del artista argentino Cándido López, soldado y "cronista pictórico" de la guerra de la Triple Alianza.
El israelí Avi Mograbi expone en sus films sus propios miedos, dudas y muchas veces su intimidad. La decisión la tomó tras haber desafiado a Ariel Sharon para un documental contestatario, pero la personalidad del político lo sedujo y confundió de tal manera que decidió mostrarse a sí mismo, con todas sus cavilaciones. Siempre con ironía, su último trabajo, "Venganza por uno de mis dos ojos" (2005), que se vio en el encuentro DocBsAs/05, lo muestra en el interior de su hogar, hablando por teléfono con un amigo palestino y exponiendo los problemas de su hijo, preso por desertar del ejército. Mograbi define su participación frente a la cámara como la de un "alter ego del espectador" y el protagonismo que asume es tan definitivo que hasta tiene un film llamado "Feliz cumpleaños, Sr. Mograbi" (1999). En cuanto a la intimidad que puede llegar a mostrar un realizador, el caso de Jonathan Caouette es extrema, además de un ejemplo del nivel de experimentación que está alcanzando el género. Su film "Tarnation" (2003), sensación del Festival de Mar del Plata de 2005, lo muestra en pleno caos familiar, tras presentar con dureza la historia de su vida y acusar a sus abuelos de los problemas psiquiátricos de su madre.
En el cine nacional, esta tendencia tiene cada vez más exponentes. Pino Solanas, en sus dos primeras obras de la trilogía sobre la actualidad argentina -"Memorias del saqueo" (2003) y "La dignidad de los nadies" (2005)- muestra un registro personal de ambos lados de la cámara. Jorge Lanata optó por un formato de periodista-investigador en "Deuda" (2004) y Albertina Carri eligió contar en "Los rubios" (2003) la historia de sus padres desaparecidos a través de un documental-ensayo donde ella aparece, en el presente, de dos maneras distintas. Una como directora real: la cámara registra sus movimientos en el proceso de rodaje; otra, por medio de una actriz, Analía Couceyro, que ocupa su lugar en algunas escenas.
Sergio Wolf, por su parte, se convirtió casi en detective (incluso con un largo piloto) en "Yo no se qué me han hecho tus ojos" (2003) -que dirigió junto con Lorena Muñoz- para ir en busca de la mítica Ada Falcón. "La televisión y yo" (2001, Andrés Di Tella) y "Los fusiladitos" (2003, Cecilia Miljiker) son otros ejemplos de origen criollo.
En el caso de García, estar frente a cámara fue "algo de fuerza mayor", porque el nieto de Cándido López, que iba a ser uno de los protagonistas, se enfermó una semana antes de empezar el viaje. "Más allá de la decepción, había un guión muy claro, con varias conexiones como una estructura de ficción. Entonces lo hablé con Roberto Barandalla, que trabajó conmigo en la investigación y el guión, y me dijo: «Vas a tener que meterte vos, hacer los enlaces y empujar el documental hacia adelante». Entonces salté a un primer plano. Porque tampoco me gusta que en un documental se escuche una voz en off y no sea vea quién habla. No me gusta una voz omnisciente, afuera de todo, sino una comprometida con lo que se está contando."
Cándido López, recuperado por el cine
La Nación Espectáculos. Jueves 02/03/06. Por Claudio D. Minghetti.
"Cándido López, los campos de batalla" (Argentina, Paraguay/2004). Dirección: José Luis García. Guión: José L. García, en colaboración de Dario Schwarzstein y Roberto Barandalla. Fotografía: Marcelo Iaccarino. Música: Tony Apuril. Edición: Marie Joseph Nemert, Fernando Cricenti, Miguel Colombo, Miguel Schverdfinger, José L. García. Sonido: Carlos Olmedo. Presentada por Primer Plano. Hablada en castellano. Duración: 102 minutos. Calificación: apta para todo público. Nuestra opinión: muy buena.
En cine -sea una ficción o un documental, como en este caso- la historia (la de los hechos históricos) puede contarse de muchas maneras. Por lo general, cuando se trata de documentales, la primera opción es en forma cronológica, con la inclusión de datos y testimonios de quienes saben del tema o bien pueden, como en este caso, aportar hipótesis y hasta conclusiones desde la perspectiva del tiempo, con mayor o menor objetividad. El personaje elegido por el hasta ahora director de fotografía José Luis García para su opera prima, el pintor argentino Cándido López (1840-1902) permite una exploración profunda por una narrativa poco abordada por el documentalismo en la Argentina, la que deviene de un riguroso análisis del personaje y su tiempo, a partir del estudio de una obra tan vasta como obsesiva. Lo hace desde las técnicas de López, hasta la manera tan particular de retratar los escenarios bélicos, y las consecuencias que estos hechos tendrían en el siglo XIX. Con mucha pasión, García recupera la figura del soldado-artista oscurecida por el olvido, la de aquel teniente primero del batallón San Nicolás, conocido por sus daguerrotipos y retratos, que tras perder su mano derecha en la batalla de Curupaytí, siguió pintando con la izquierda.
Desde las altura. El autor de una vasta colección de obras que recrean diferentes momentos de la lucha entre los ejércitos aliados de la Argentina, Uruguay y Brasil, contra el Paraguay del mariscal Solano López (en la conocida como Guerra de la Triple Alianza), que definió un nuevo orden político-económico, Cándido López es personaje principal y a la vez la excusa elegida por García para construir un trabajo más amplio, como pocos de los ofrecidos por el último documentalismo local, más acostumbrado a la compilación de imágenes y entrevistas, de acuerdo con rutinas previsibles. García, por suerte, eligió otro camino.
La voz y la misma imagen del director están presentes en buena parte del metraje porque es él quien necesita ponerse en el lugar del artista en cuestión, y de esa forma permitir que el público también pueda hacerlo. Sin embargo, evita la simple exposición: García analiza tanto la obra pictórica como su momento, al que a su vez atraviesa por la objetividad, inapelable, de lo que en múltiples sentidos implicó aquel triunfo para los aliados y la derrota para los paraguayos en la decisiva batalla de Yatay, hace más de un siglo. Con su cámara digital y una alta escalera como trípode, al que no duda en subir una y otra vez para ampliar el horizonte, García repite el camino recorrido por el Ejército Argentino rumbo a esa tierra que sería arrasada. Para García es fundamental ubicarse en el lugar imaginario desde el que López fotografió la guerra con sus pinturas, encuadres anchísimos que se anticiparon incluso a los del mejor cine épico del siglo XX.
Cada testimonio aporta lo suyo -Cirilo Batalla, el ex coronel Carlos Fontes, la escritora británica Sian Rees y su padre, entre otros- y permite, al mismo tiempo, una construcción más objetiva, profunda, trascendente. Así, sin caer en lugares comunes, García llega a su meta: rescatar a López y a la historia de lo ocurrido en la más sangrienta guerra interna sufrida en América latina y sus consecuencias en el largo plazo.
Un trabajo sólido en todos sus aspectos, en la investigación bien documentada, en lo narrativo con un lenguaje que elude las convenciones, incluso en el técnico (la fotografía de Marcelo Iaccarino), un todo que abre los ojos a la reflexión, un ejercicio cada vez menos frecuente, sin embargo clave para pensar el futuro.
... continuará
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