Sigo recolectando a mi modo buenas y malas de nuestro falible Papa, para que cada uno saque sus propias conclusiones. Yo, más que haberlas obtenido, continúo en estado de asombro. Porque nunca he podido entender ciertas aberraciones morales aceptadas por grandes líderes del mundo -entre ellas Francisco- que dicen o dijeron trabajar por el bien común. A modo de ejemplos: ¿Quién puede justificar el silencio de Juan Domingo Perón ante el accionar ilegal de la Triple A? ¿O las matanzas que ordenaran tantos premios increíbles Nobel de la Paz (Roosevelt, Beguin, De Klerk, Shimon Peres, Barak Obama, etc.? Algunos justifican semejantes bestialidades como presuntas jugadas estratégicas de alta política.
Dos ejemplos más encarnados en el papa Francisco. Sus recordados apoyos a funcionarios o políticos kirchneristas de muy dudosas moral y honestidad, como Hebe de Bonafini, la "vanguardia camporista", el caballo Suárez, Julio Grondona, Guillermo Moreno, etc. Si, ante lo evidente, es políticamente correcto para los inescrupulosos sostener cínicamente que "hasta que la justicia no se defina no se puede condenar a nadie" ¿qué nueva excusa tienen ahora para reconocer su error y condenarlos cuando De Vido y Milagro Sala han sido declarados culpables de corrupción en los estrados? ¿La justicia no vale cuando no me conviene? ¿Porqué no piden disculpas? ¿Porqué no se declaran antidemocráticos, aceptan su inmoralidad y ya?
El otro ejemplo es la falta de condena del Vaticano hacia el régimen de Maduro en Venezuela. Personalmente, nunca he querido sumarme gratuitamente al coro pro-imperialista que lentamente socava la tumba de este ex-chofer bolivariano. Pero creo que es evidente que algo funciona mal si el pueblo venezolano vive una auténtica sangría y se exilia de a millones. Ese gobierno no puede sostener un mínimo nivel de vida digno para la población y solo encuentra estabilidad política en el silenciamiento de los opositores y la represión. Otra reprimenda necesaria se debería destinar al régimen del ex-revolucionario Daniel Ortega en Nicaragua, un sandinista que -increíblemente- quiere emular a su odiado Tacho Somoza tiranizando a su pueblo.
Francisco se sigue equivocando muy feo, embretado en prejuicios políticos o ideológicos o vaya a saber que. Y su pólvora reformista parece humedecida. Horanosaurus.
Francisco se sigue equivocando muy feo, embretado en prejuicios políticos o ideológicos o vaya a saber que. Y su pólvora reformista parece humedecida. Horanosaurus.
En su reciente mensaje enviado a
ambos países, el Sumo Pontífice volvió a omitir las graves violaciones a los
derechos humanos perpetradas por los regímenes de Nicolás Maduro y Daniel
Ortega. La carta completa de los ex mandatarios. InfoBAE 07/01/19.
Durante
su mensaje de Navidad el pasado 25 de
diciembre el papa Francisco se refirió a Venezuela y Nicaragua, y deseó que
ambos países puedan resolver sus problemas mediante el diálogo y vías
pacíficas. Sin embargo, el Sumo
Pontífice una vez más omitió las violaciones a los derechos
humanos perpetradas por ambos regímenes. Por ese motivo, un grupo de 20 ex
presidentes latinoamericanos enviaron una
dura carta para
hacer un llamado de atención al pedido de "concordia" de Francisco.
"Nos preocupa el llamado de Su Santidad a la concordia,
ya que, en el contexto actual puede entenderse ello como un pedido a los pueblos que son víctimas para que se acuerden con sus
victimarios", señala el texto. Y agrega: "La expresión de Su
Santidad, que la sabemos dicha de buena fe y guiada por su espíritu de pastor,
está siendo interpretada de un modo muy negativo por las mayorías de Venezuela
y Nicaragua. Sobre todo, por cuanto no existe, actualmente, en dichos países,
un diferendo político que reclame de entendimiento, tolerancia, entre fuerzas
encontradas con narrativas distintas, dentro de una democracia normal o
deficiente que hoy lamentablemente no existe en estos".
Asimismo,
la carta detalla que los venezolanos
son "víctimas de la opresión de una narco-dictadura militarizada,
que no tiene reparos en conculcar de manera sistemática los derechos a la vida,
a la libertad y a la integridad personal". También hace referencia a los
más de tres millones de refugiados que ya han huido de la crisis, "en una
diáspora que proyecta la ONU, para 2019, a 5,4 millones de personas".
En su
mensaje de Navidad, Francisco deseó que Venezuela encuentre la "concordia" y que llegue la
"reconciliación" a Nicaragua. "Que este tiempo
de bendición le permita a Venezuela encontrar de nuevo la concordia y que todos
los miembros de la sociedad trabajen fraternalmente por el desarrollo del país,
ayudando a los sectores más débiles de la población", manifestó.
Además de
registrar una de las mayores diásporas en la historia de la región, Venezuela
está sumida en una profunda crisis humanitaria y económica. Mientras el FMI proyecta una inflación de casi un millón por
ciento, la población sufre la escasez de alimentos y medicinas.
Ante este
contexto, con presos políticos y una oposición inhabilitada por la Justicia
chavista, Maduro juramentará este jueves
10 de enero ante el Tribunal Supremo. Decenas
de países y organismos internacionales adelantaron que no reconocerán su
mandato y lo instaron a no asumir el cargo, tal como
lo hizo el Grupo de Lima días atrás.
Por su
parte, en Nicaragua la población sigue saliendo a las calles a pesar de la
brutal represión del régimen de Ortega, que ya dejó más de
400 muertos, según organismos de derechos humanos locales. Al
igual que Maduro, Ortega no da el brazo a torcer y se aferra al poder pese a las presiones nacionales e
internacionales.
La
Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) hace referencia a cuatro
etapas de la represión del régimen sandinista contra la población nicaragüense.
Las tres primeras consistieron en agresiones
contra protestas callejeras pacíficas, ataques armados a ciudades que rechazan
al presidente y la criminalización de las protestas. La última, en tanto, corresponde a
ataques contra periodistas y medios independientes.
Pese a
estas alarmantes situaciones que atraviesan los pueblos de Venezuela y
Nicaragua, el papa Francisco nunca
denunció las brutales represiones de ambos regímenes ni las violaciones a los
derechos humanos.
La dura
misiva publicada este lunes fue liderada por Oscar Arias,
ex presidente de Costa Rica, e impulsada por Iniciativa
Democrática de España y las Américas (IDEA).
A continuación, la carta completa:
Los que
suscribimos, como ex Jefes de Estado y de Gobierno hemos sido firmantes de las
declaraciones sobre Venezuela y Nicaragua emanadas de Iniciativa Democrática de
España y las Américas (IDEA), y como tales nos dirigimos a Usted con motivo de
su reciente mensaje de Navidad, en el que llama "a la concordia" a
los pueblos de ambas naciones.
Como se
lo expresáramos a Su Santidad en anterior misiva, sabemos de su preocupación
por el sufrimiento que hoy padecen, sin distingos, todos los venezolanos y
ahora los nicaragüenses. Los primeros son víctimas de la opresión por una
narco-dictadura militarizada, que no tiene reparos en conculcar de manera
sistemática los derechos a la vida, a la libertad y a la integridad personal y,
además, como consecuencia de sus políticas públicas deliberadas y una palmaria
corrupción que escandaliza mundialmente, somete a éstos a condiciones de
hambruna generalizada y falta de medicinas. Los segundos, a mediados año,
fueron víctimas de una ola de represión que deja como saldo casi 300 muertos y
unos 2.500 heridos.
De modo
que, nos preocupa el llamado de Su Santidad a la concordia, ya que, en el
contexto actual puede entenderse ello como un pedido a los pueblos que son
víctimas para que se acuerden con sus victimarios; en lo particular, en el caso
venezolano, con el gobierno que ha causado 3.000.000 de refugiados, en una
diáspora que proyecta la ONU, para 2019, a 5,4 millones de personas.
La
expresión de Su Santidad, que la sabemos dicha de buena fe y guiada por su
espíritu de pastor, está siendo interpretada de un modo muy negativo por las
mayorías de Venezuela y Nicaragua. Sobre todo, por cuanto no existe,
actualmente, en dichos países, un diferendo político que reclame de
entendimiento, tolerancia, entre fuerzas encontradas con narrativas distintas,
dentro de una democracia normal o deficiente que hoy lamentablemente no existe
en estos. Sus poblaciones enteras son sometidas al sufrimiento por sus
gobiernos, bajo regímenes que sirven a la mentira, y los líderes sociales y
políticos, los conductores de opinión y prensa, sufren cárcel, persecuciones y
también la muerte, como le consta a los organismos americanos y europeos de
derechos humanos.
Su
Santidad: La Encíclica Ad Petri Cathedram reza que el llamado a la concordia ha
de hacerse, fundamentalmente, "a los que gobiernan las naciones".
"Los que oprimen a otros y los despojan de su debida libertad no pueden
ciertamente contribuir a esta unidad" de las inteligencias, de los
espíritus, de las acciones, como lo recuerda su predecesor, San Juan XXIII, y
que todos anhelamos reconquisten los queridos pueblos de Venezuela y de
Nicaragua a partir de la verdad y de la justicia, para que gocen de una justa
paz.
Deseamos
a Su Santidad esté pasando una feliz Pascua de Navidad. Quedamos a la espera de
encontrarle en una circunstancia propicia. Cordialmente,
Oscar
Arias, Costa Rica-Nicolás
Ardito Barletta, Panamá-Enrique
Bolaños, Nicaragua-Alfredo
Cristiani, El Salvador-Felipe
Calderón, México-Rafael
Ángel Calderón, Costa Rica-Laura
Chinchilla, Costa Rica-Fernando
De la Rúa, Argentina-Vicente
Fox, México-Eduardo
Frei, Chile-César
Gaviria T., Colombia-Osvaldo
Hurtado, Ecuador-Luis
Alberto Lacalle, Uruguay-Jamil
Mahuad, Ecuador-Mireya
Moscoso, Panamá-Andrés
Pastrana A., Colombia-Jorge
Tuto Quiroga, Bolivia-Miguel
Ángel Rodríguez, Costa Rica-Álvaro
Uribe V., Colombia-Juan
Carlos Wasmosy, Paraguay»
Todos los laberintos del papado de Francisco
Todos los laberintos del papado de Francisco
Por
Marcelo Cantelmi. Panorama Internacional. Opinión. Sábado 01/09/18.
El
Papa aparece desgastado y a la defensiva. El comportamiento es evidente hasta
para sus admiradores. Su liderazgo como jefe de la Iglesia católica quedó
atrapado en una pinza rígida que produce aquel
efecto. De un lado, los escándalos de pedofilia se multiplican y ya no pueden
ocultarse. Brotan de la mano de la velocidad actual de la información, pero
también por un cambio cultural que los hace intolerables. La pasividad previa
de las víctimas ha desaparecido desarmándose con ello la estrategia de la
tapadera y la coartada de la prescripción legal de los culpables con la que siempre
se licuaron estos casos.
Del
otro lado, el mundo ya no es el que era cuando Francisco fue consagrado en
2013. Sus enemigos internos se han emblocado y actúan asociados con una
generación de liderazgos ultraconservadores y nacionalistas esparcidos por
Europa y en las redes neofascistas norteamericanas que ofician de coro de los
movimientos del gobierno de Donald Trump. Steve Bannon, el supremacista blanco
ex asesor de campaña del presidente quien nunca se alejó totalmente de su
extravagante jefe, opera desde sus oficinas en Europa para darles aire a los
extremistas del Vaticano. Entre los últimos logros de este sector se alza la
explosiva carta de quien fue nuncio en Washington, Carlo María Viganó, en la
que acusa al pontífice de encubrir a pedófilos y “traicionar el mandato de
Cristo”, graves reproches que solo se pueden solucionar con la renuncia, que
reclama, del jefe de la Iglesia.
Detrás
de esta guerra y sus combatientes hay organizaciones como Tradición en Acción,
un sello ultraconservador de teólogos, con base en Los Ángeles, que ha llegado
a afirmar que con Bergoglio se cumple la advertencia de la profecía de la
Virgen de Fátima de 1917. Allí se alertaba sobre el advenimiento de un día que
dominará la apostasía con la presencia de un “papa falso” de mirada diabólica.
Así lo suben a sus blogs, con fotos de Bergoglio en primerísimo plano. La furia
de esta gente se explica, o intenta hacerlo, por los movimientos del pontífice
a favor de los creyentes divorciados o por su actitud en general tolerante respecto
a los homosexuales. Pero hay mucho más en esto que ese delirio de fanáticos.
La
vida de Francisco como Papa iba mucho mejor cuando en la Casa Blanca gobernaba
Barack Obama. Tras su designación en el Vaticano, el pontífice se alineó con la
agenda del demócrata y ganó un creciente prestigio internacional como renovador
de una Iglesia paralizada y distante de la gente e impulsor de cambios
diplomáticos históricos. Esos brillos le sirvieron para atenuar, de paso, las
fuertes críticas en su contra en Argentina por sus reiterados fallidos
políticos que lo metieron de lleno en la grieta que dividía a sus compatriotas.
La
sociedad con Obama lo llevó a involucrarse con la crisis de Oriente Medio donde
viajó en 2014 y reclamó con los mismos tonos del presidente norteamericano, con
quien se entrevistó antes de esa cita, una solución de dos estados para el
conflicto. Y en 2017 el Vaticano fue el primer estado del mundo en reconocer
oficialmente la existencia del Estado palestino.
La
misma agenda de Obama lo convirtió en uno de los artífices del deshielo con
Cuba. Washington necesitaba una solución a ese conflicto para fortalecer su
imagen en la región donde crecía la influencia de Rusia y sobre todo China.
Pero además para cerrar un legado incómodo e innecesario de la Guerra Fría. El
régimen castrista por su lado buscó esa apertura, escaso de ingresos por el
colapso de su aliado venezolano, y al mismo tiempo requería de una institución
fuerte y creíble para los cubanos que ayudara a contener las previsibles tensiones
internas que conllevaría la reconversión económica de la isla. La memorable
presencia de Raúl Castro en una misa oficiada por el Papa sintetizó la
profundidad de esa sociedad.
Francisco
sostuvo la demanda de Obama sobre el cambio climático; reclamó con insistencia
una solución concreta al tema de los refugiados para que sean aceptados y
repudió los muros como el que Trump pretende erigir frente a México y, en
cambio, reclamó puentes. Se adueñó, además, de la potente bandera de la defensa
de los pobres con lo que corrió del eje a los tradicionalistas de la curia,
entre ellos al cardenal norteamericano Raymond Leo Burke, posiblemente el mayor
de sus enemigos internos y capitoste de la guerra que aflora ahora con enorme
virulencia.
Bergoglio
no es un revolucionario. Pero sí cuenta con cierta visión histórica. Esa
condición es la que explica la alianza con Obama y su tarea internacional. Pero
es claro que ha sido insuficiente para colocarse por encima de aquellas
divisiones en Argentina o convencerlo de la necesidad de denunciar con firmeza
las atrocidades del régimen de Daniel Ortega en Nicaragua o la barbarie del
fascismo bolivariano de Venezuela. Esas cuestiones, sin embargo, no son
centrales en la estrategia de sus enemigos internos, que va por otros senderos,
por ejemplo, convirtiendo en una piedra voladiza el drama de la pedofilia que a
ellos también los involucra. La propia carta de Viganó buscó obtener rédito
político de ese drama sin exhibir preocupación alguna acerca de la tragedia de
los menores de la iglesia.
En
febrero del año pasado The New York Times detectó una alianza entre Burke y
Bannon para organizar a los prelados ultraconservadores contrarios a las
posiciones de Francisco. Para esta gente, vinculada además al Tea Party, la
rama fundamentalista del Partido Republicano, se requiere una fuerza religiosa
cristiana tradicional para detener la expansión del islam y definen a Trump
como el líder necesario. Esa fuerza coincide con el pensamiento generalizado en
el extremismo europeo respecto al rechazo al extranjero, sobre todo a los
musulmanes, el repudio a los homosexuales y al aborto y la defensa de la
familia tradicional.
La
erosión sobre Francisco y sus seguidores busca, de modo preferente, quitarle
valor moral a las posturas que contradicen a Trump, como la solución al drama
de Oriente Medio o la cuestión migratoria, y que, muchas de ellas, formaron
parte de la doctrina de Obama. Es en ese sentido que Burke ha remarcado en una
conferencia en Louisville que la iglesia ha perdido con Francisco su identidad
y misión para anunciar el evangelio.
El
Papa argentino está así en un callejón. Este juego de intrigas que describimos
es un embudo con una salida casi inexistente debido a las propias posiciones
conservadoras del pontífice. De esas rigideces dan cuenta clara sus problemas
en Argentina o su reciente traspié en Chile donde, iracundo, llegó a maltratar
a las víctimas de abusos antes de advertir tardíamente la certeza de sus
denuncias. Entre tanto, sus enemigos han convertido el caso de pedofilia en su
arma. No se equivocan. Es el tema que mayor impacto tiene en la comunidad
global y en la propia grey. Y a ello suman la denuncia de los lobbies
homosexuales dentro de la iglesia para hacer más estridente la interna. Todo es
un gran deterioro.
Las
demandas de las víctimas de violaciones y las organizaciones que los
representan para una acción más concreta que desarme las condiciones que hacen
posible esos delitos, han recibido de parte del jefe de la Iglesia voces de
comprensión, una carta de perdón, y no mucho más. En esa línea, difícilmente
logren satisfacción quienes esperan que este Papa desactive el celibato y la
autorrepresión de la abstinencia considerados como uno de los focos de esas
perversiones. No habrá novedades espectaculares. Francisco ya armó un Colegio
Cardenalicio con sus fieles que garantizan su legado. Es el único triunfo que
parecería valorar en esta interna. Esto que vemos es quizá lo único que habrá.
La conspiración de los conservadores contra el Papa se refuerza mientras crece el escándalo. Gustavo Zanchetta ha sido un protegido de Bergoglio, que lo nombró obispo en 2013, poco después de haber sido elegido Papa. Renunció a la diócesis de Orán en julio de 2017. Por Julio Algañaraz. Clarín. 27/01/19.
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