Nací en un hogar porteño de clase media antiperonista en los años cincuenta. Me resulta difícil explicar la influencia psicológica de esa concepción en un adolescente contemporáneo pero es definición suficiente para alguien que sepa un poquito de política en la Argentina. No hizo efecto en el jóven que fui y me hice un peronista empedernido, en medio de la efervescencia generalizada de mi generación, mientras el general Perón estaba exiliado en Madrid conduciendo su heterogéneo movimiento y apurando su regreso definitivo al país.
Mi querida esposa me pidió algunos títulos de libros para el día del padre y en la lista estaba "Las aventuras de Perón en la tierra", de Jorge Bernárdez y Luciano di Vito (Sudamericana, 2011). Conocía su contenido y me subyugó su tapa, tan previsible como genial. Lo devoré en unas semanas, altamente recomendable. Propone una visión humana de Juan Perón, expresada a través de anécdotas de distintas épocas contadas por personajes más o menos conocidos como Leonardo Favio, Pino Solanas, Eugenio Rom, Jorge Antonio y hasta Pipo Pescador, entre otros.
El capítulo que pego abajo parece más un relato de época y es quizás el que más se aleja del espíritu del libro pero es el más brillante y representativo discurso antiperonista de aquellos años que he leído. Si peinás canas, seguro escuchaste algunas de estas acusaciones en una mesa política. Mis poco comunicativos padres recurrieron a muchos de estos argumentos para convencerme de la peligrosidad de 'peronizarme'.
¿Un relato "gorila" ante el avance de la justicia social que igualaba a los argentinos como nunca antes o una reacción ante los abusos del populismo? No viví los primeros gobiernos peronistas pero defendí siempre aquellos años dorados del peronismo, los únicos en nuestros dos siglos de historia que produjeron un cambio real a favor de la vida de los trabajadores y desarrollaron realmente nuestra economía.
Después de sufrir la reciente "década perdida" kirchnerista y las bravuconadas de quienes ostentaron impunemente el poder del Estado en su favor con su "capitalismo de amigos" y el mismo rótulo resquebrajado de 'peronistas', me permito -humildemente- recomendarles un ejercicio: analizar este relato desde una posición independiente, crítica y contemporánea, haciendo un paralelo. Horanosaurus.
Después de sufrir la reciente "década perdida" kirchnerista y las bravuconadas de quienes ostentaron impunemente el poder del Estado en su favor con su "capitalismo de amigos" y el mismo rótulo resquebrajado de 'peronistas', me permito -humildemente- recomendarles un ejercicio: analizar este relato desde una posición independiente, crítica y contemporánea, haciendo un paralelo. Horanosaurus.
De contras, gorilas y opositores.
“Años estuvimos sin
hablarnos con la otra parte de la familia. Te aclaro algo: a mí no me la podés
contar; yo la viví y sé muy bien cómo fueron esos años. Todavía tengo memoria.
A mí no me engañan.
¿Sabés por qué estábamos
peleados? Porque a tu abuela materna Evita le había regalado una máquina de
coser y automáticamente se hizo peronista; mi suegra, igual que el salame de tu tío, que
recibió una pelota y encima ‘la señora’ lo había acariciado en la cabeza. Eso
era el peronismo, regalaban cosas, tiraban plata desde los trenes, iban a la
plaza y nadie laburaba. Era 'San Perón', un feriado eterno y no para que la
gente bien pudiera ir al campo, claro que no. Este país se echó a perder por
culpa de ellos.
Vos no tenés idea de lo que
hicieron. Si hasta Winston Churchill dijo que 'Perón es el único argentino que
ha quemado su bandera y el único católico que ha quemado sus iglesias'. Ya te
lo voy contar eso de la quema de las iglesias.
Estuve ahí y me salvé de los salvajes.
Para los peronistas era más importante
‘la marchita’ que el himno nacional y
Perón proclamó que su partido era la única religión nacional. Era un chanta y
un pervertido. Le gustaban las pendejas y la tenía a Nelly Rivas, una pibita de
catorce años, la filmó a Gina Lollobrigida, que no lo sabía, desnuda. A mí me
contaron que hacía lo mismo con las pendejas que jugaban al básquet y luego se
cambiaban en los vestuarios. Un degenerado. Eso no es nada: decían que lo tenía
de muy amigo, íntimo, decían, a Archie Moore, un boxeador negro de aquellos años.
Me entendés, ¿no?
Su gobierno sancionó una ley
para la prostitución,
era una joda.
Todo era joda y ahora me vienen a hablar de ‘la fiesta’, de la felicidad de
esos años. Todos los que hablan así no saben nada.
Vos no podías pensar distinto
a ellos. Porque a los que pensaban distinto los perseguían, los metían en cana
y hasta los torturaban. Nadie habla, nadie se acuerda de los 'jefes de
manzana' que te ponían para vigilarte si no eras peronista, y si eras peronista
también. A todos los que iban presos los llamaban 'la lacra opositora'. Averigua quiénes fueron los
hermanos Cardozo, quién fue Osinde, Amoresano. Averiguá qué fue ‘la sección
especial’ y qué se hacía ahí.
Era nazi. No me mires así. Perón
era nazi. Estaba pagado por ellos, por eso hizo entrar a muchos
criminales de guerra. Eichmann, Mengele, más de siete mil pasaportes que los
alemanes le pagaron
con oro. Uno de ellos, Ronald Ritcher, le vendió que la Argentina
podía producir la bomba atómica y vender energía atómica en botellas de agua mineral.
Eso no fue gratis, costó un montón de plata, el tipo andaba con un
descapotable y minas ligeras escandalizando Bariloche. Una vergüenza.
¿Querés que te siga contando?
Porque ahora parece que nadie hizo más que Perón en la Argentina. La historia
la viven deformando todos los días. Ese tipo ganaba las elecciones porque
hacía fraude, obligaba a afiliarse al sindicato a los trabajadores, compraba y monopolizaba los diarios y manejaba la información. Llenaba las
plazas cada vez que hablaba porque era obligatorio ir a los actos y a la gente
del interior la traía en trenes y
camiones que la gente no pagaba y no se volvían a sus provincias, se quedaban
acá. Así nacieron las villas miseria.
Si vos no eras peronista, la
pasabas mal. La
historia no la escriben los que ganan, la mandan a escribir los
que ganan y así queda. Preguntá en la familia, a tu tía, que no era ni
peronista ni justicialista, qué le pasó por no haberse puesto el brazalete
negro cuando murió la Eva. El padre de ella, en su pueblo, la pasó peor. El
jefe de manzana lo llamó para poner plata para mandarle una corona a la
difunta. El tipo sacó la chequera y le puso una cifra sideral, tanta plata era
que el peronista se sintió incómodo y le dijo: 'Don Néstor, no es necesario
tanta plata'. ¿Sabés qué le contestó? 'No se confunda, también le estoy dando
para cuando se muera el otro hijo de puta'. Lo metieron preso dos meses.
Por eso te digo, a mí no me la
van a contar. En las escuelas primarias los libros de lectura venían con la
imagen de Perón
y ella. Ellos eran los próceres. Perón en la tierra y la Eva en el cielo, ellos
te daban amor, casa, pelotas de fútbol, hospitales, transportes y a fin de año
a los pobres les mandaban una sidra y un pan dulce con una esquelita que decía
'Regalo de Perón y la Eva'. Pura demagogia.
La Argentina estaba llena de
bustos de ellos, eran como altares, porque en cada lugar público estaba el
cuadrito con Perón y Evita. Era como la propaganda fascista de la Alemania de
Hitler.
Evita tiene ahora buen
marketing. Perón la usó y mucho más cuando supo que se iba a morir, ese desfile
con un corsé de metal para recolectar votos fue una vergüenza. Para la negrada
sidra y pan dulce y para los otros, para la gente bien, propaganda y pan negro,
que más que negro era gris.
Y en la radio todo el tiempo Discépolo que
de pregonar que el mundo era una mierda se volvió un lameculos de la yegua. De
'Cambalache' a Mordisquito, entre Tania que le metía los cuernos y la Eva lo
mataron. Se agarró un cáncer casi al mismo tiempo, ¿se puede ser más
chupamedias que eso? Ella fue una actriz de cuarta y después descubrió lo
calentito que es el poder. Se vestía con la mejor ropa de la época la Eva, tenía
las mejores joyas y regalaba billetes como quien saca caramelos de un frasco.
Yo estuve cuando la Revolución
Libertadora hizo una exposición con todo lo que robaron. Había autos, joyas,
ropa, lo que quieras. Fue un dictador y un corrupto. ¿O vos no sabés que caminaba
por los pasillos del Banco Central mientras pisaba los lingotes de oro que
tenía el país? No quedó nada de eso. Se lo robaron. La obsecuencia de esos
años era horrible.
Cualquiera que se hiciese peronista
tenía 'beneficios' en la Corte Suprema, en puestos municipales, les daban
autos, donde sea. Cada dos por tres le dibujaban un homenaje. A los más
chupamedias les daban la medallita de la lealtad. Lo mismo pasaba con las
actrices y con los actores: si eran amigos o se adherían al régimen,
trabajabas. Si hasta Mirtha Legrand, que era una señora, bautizó a su hija
Marcela y nombró padrino a Raúl Alejandro Apold, el Goebbels de Perón, para que su
marido pudiera hacer películas. Y yo estoy seguro de que eso no lo hizo por
peronista porque ella es una señora. Estoy seguro de que fue el precio que
debió pagar para poder filmar con el régimen. Una fantochada fue todo eso, los
festivales de cine en Mar del Plata, en los que había una flotilla de
Mercedes-Benz para las estrellas. Si hasta las provincias cambiaron su nombre y
no eran La Pampa o el Chaco, eran las provincias Juan Domingo Perón o Eva
Perón; las máquinas de los trenes también fueron rebautizadas y así ‘La
Argentina pasó a llamarse ‘La Justicialista’. Ahora que me acuerdo, también
fabricaron un autito, un avión que no volaba y hasta una moto que apenas se la
encendía se desarmaba. Todas mentiras para entretener a la gilada.
No todos comían vidrio. La
camarilla tenía que terminar algún día porque no hay mal que dure cien años. El
país estaba deshecho pese a que muchos dicen que no fue así. Si hasta copió la
Carta del Lavoro
fascista y ahora lo cuentan como un mérito.
Era agobiante, había cortes de luz,
comíamos pan gris, les sacaron la plata a las cajas de jubilaciones y las dejó
vacías porque se la gastaban en cotillón y su herencia fueron las villas
miseria.
¿Cómo no lo iban a tirar? Se
lo venía buscando desde hacía rato. Cualquier cosa que viniese iba a ser mucho
mejor que esos energúmenos. En 1954 se metió a fondo con la Iglesia. Se metió
porque no la manejaba y entonces a Perón se le ocurrió suprimir la educación religiosa,
eliminó los feriados católicos, sancionó la ley de divorcio, prohibió usar
símbolos religiosos en Navidad y hasta amenazó a la curia con sacarle el apoyo
económico a la Iglesia. De hecho, uno de los récords del que iba a convertirse
en el 'tirano prófugo' fue ser en el primero de los presidentes argentinos en
no asistir al tedeum en la Catedral. Lo excomulgaron, finalmente.
Yo estuve en la famosa fiesta
de Corpus Christi en la Plaza de Mayo. Era un estudiante más. En esa plaza no
había solamente católicos; estaban todos los que estaban contra Perón. Por eso,
al día siguiente todo el mundo sabía que bandas armadas peronistas tenían
pensado incendiar la Catedral. Vi metralletas en la puerta.
Después pasó lo del bombardeo
de los revolucionarios. Ese día yo iba en un colectivo y pude ver cómo
estallaba por los aires otro micro con gente adentro, un espanto. En realidad,
si hubiesen elegido un día de sol para hacer eso, y no uno nublado, no habrían
matado a tanta gente inocente. El muy cobarde de Perón se escondió en el
Edificio Libertador, que era el Ministerio de Guerra en esos años. Tenía un
refugio secreto y por eso se salvó.
La respuesta de los peronistas
no se hizo esperar: quemaron iglesias, la Casa Radical, la Casa del Pueblo, la
sede del Partido Demócrata Nacional y el Jockey Club, donde le prendieron
fuego a la biblioteca y las obras de arte. Después se escapó en una cañonera
paraguaya, huyó como una rata. Nadie salió a respaldarlo ni a pedirle que se quedara. El pueblo también
estaba cansado de la farsa.
Aun así, para que te quede
claro, quiero decirte que cuando volvió en el 73 le creí. No me hice peronista
porque me voy a morir y voy a estar del otro lado aunque vos me digas que soy un
gorila y esas estupideces que se dicen cuando ustedes no tienen argumentos. El
Perón que vino para morirse fue el mejor de todos: vino a hacer bolsa a todos
esos zurditos que nos querían hacer la revolución, los sacó de la Plaza de Mayo
y los mandó a cagar. Con eso estoy de acuerdo, fue el mejor Perón de todos.
Claro que fue un ratito porque se murió y nos dejó un regalo de mierda que en
el fondo parece haber sido su venganza definitiva, la peor de las herencias,
como diciéndonos 'ahí tienen, tanto que me jodian', y nos legó a la cabaretera
esa de Isabel y al brujo miserable ese de López Rega. Por eso te digo, yo la
viví, estuve ahí, no me pueden engañar con otra historia".
Fuente: Testimonios obtenidos
por los autores con varios testigos de la época, quienes prefieren mantener el
anonimato. Buenos Aires, 2010.
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