miércoles, 23 de octubre de 2013

Paredes, carteles & bronces IV











De arriba hacia abajo: 

1-2. Perón y Evita (muros del otrora combativo sindicato de obreros de la carne). Rosario, Pcia. Santa Fe, R.A.
3. Mural rastafari. Costanera sobre el río Paraná, Rosario, Pcia. Santa Fe, R.A.
4. El celular de Dios. Tornquist, Pcia. Buenos Aires, R.A.  
5. Cinco estrellas en Colón, Pcia. Entre Ríos, R.A.  
6-7-8. Centro cultural custodiado por expertos.  Colón, Pcia. Entre Ríos, R.A.


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domingo, 20 de octubre de 2013

¿Quién es el 'gorila'?





Hace unos meses, cada uno por su lado, distando unas semanas, los integrantes de una pareja de viejos amigos con quienes nos conocemos desde hace unos cuarenta años, me tildaron de "gorila" (*) Aunque fue en tono jocoso, ella lo hizo contestándome un mail con un chiste antikirchnerista, y su esposo en medio de una sobremesa entre conocidos donde se sentía en minoría hablando de política.

Para no pelearme y echar a perder esa relación longeva, esbocé en cada caso una protesta  no demasiado enérgica y me quedó el 'entripado'. Sigo enroscado con ese insulto, quizás por apasionado, seguramente por injusto.

Convengamos en algo como marco para este análisis: los ciudadanos comunes y honestos alejados del poder tenemos el deber de ser críticos con todo y participar al máximo de la política para lograr torcer su rumbo decadente. ¿Hay alguien en desacuerdo?  ¿Advirtieron que esta simple requisitoria excluye a mucha gente? Estoy discriminando a deshonestos y vividores de lo público. Quedan afuera de mi planteo, no quiero darles derecho a nada.

Terminados los sueños de los 70's y después de esos largos años de violencia, despojo y statu-quo en la Argentina, ya no es posible creer que la militancia -tenga el color que tenga- es herramienta de cambio de nada. Más bien se convertió en instrumento de poder de los más osados, que la utilizan en su provecho. Aunque haya alguna honrosa excepción, creo que son más beneficiosas para el bien común y el día a día de los desposeídos las ONG solidarias que cualquier organización política (**).

Aclaro esto porque no tiene sustento moral, ético o ideológico la defensa del gobierno kirchnerista. Podría ser para su 'militancia rentada' o los nuevos ricos cercanos al poder que viven de este bien llamado 'capitalismo de amigos'. El resto son despistados políticos que suponen haber encontrado un rumbo épico para su vida o ven cumplidos ciertos sueños libertarios de juventud seducidos por los juicios contra los genocidas del proceso militar y algunos anzuelos políticos kirchneristas. 

Volviendo al insulto de marras, me preguntaba porque yo debía invertir la carga de la prueba y demostrar que los equivocados eran quienes me agredieron con liviandad en un tema tan sensible para mi como la ideología política. Aquí, el problema era mío y ellos, inimputables. 

Una noche de sueño irregular me desperté y seguí dándole vueltas a la cosa. Imaginaba una situación en que las tres personas en cuestión nos encontrábamos a solas y les pedía informalmente la palabra. Como si fuera un discurso ideal y convincente al que no se animaban a interrumpir, les empezaba diciendo como se atrevían a llamar "gorila" a alguien a quien conocían bien, un trabajador honesto de toda la vida, a quien no le conocían 'agachadas' ni alardes. Un 'rabioso peronista de Perón' seducido por la 3ra. posición desde sus jóvenes quince dentro de una familia muy antiperonista, ex afiliado al partido, militante en épocas bravas y con media biblioteca dedicada al pensamiento de Perón.

El mismo peronista que empezó a dudar cuando vio el final de su líder mezclado con la Triple A y la sucesión de Isabelita y López Rega. El que le avisó a sus amigos que era una locura que la gente llamara otra vez a los cuarteles. El que pensaba que las formaciones guerrilleras eran grupos de idealistas comandados por soberbios que se consideraban vanguardia de la clase obrera, aún sin su apoyo ni convencimiento. Los que no creían en la democracia ni respetaron la voluntad de la gente en las urnas.

Un peronista en soledad que sufría las locuras de la dictadura genocida y leía lo que podía entre líneas para saber que pasaba, cuando pocos se animaban a hablar de política. Participante de la primera huelga que se le hizo a los militares, la de Luz y Fuerza, que tan mal terminara. El mismo anónimo que intentaba juntarse con otros para conservar la cordura y confirmarse la lucidez, escuchando a un entonces jugado Eduardo Aliverti, leyendo Línea o Humor o participando de algún mitín clandestino. El mismo peronista que fue tantas veces a la Plaza de Mayo, pero no a vivar a ningún borracho asesino en sus balcones.

No habrá cosas épicas en una vida común como la mía, pero me consuela tener humildad y coherencia en las ideas, virtudes poco habituales ahí afuera. Mi certeza es haber transitado todos estos años sin mirar para otro lado, sufriendo a diario el dolor de esa Argentina injusta, no escondido bajo una cama. No me escondí nunca para decir lo que pienso. Mucho menos currando en el mientras tanto, como algunos conocidos políticos desfalcadores a los que ciertos tontos "progre" se atreven a defender.

Claro que hubo mentiras que soportar durante  los años de Alfonsín. Pero aunque odié  al séquito soberbio que lo rodeaba y sus manejos de cúpula, al menos no mancillaban las instituciones democráticas. También critiqué el menemato ladrón de pizza y champagne y esbocé una teoría con bronca, sorna y dolor: mientras la mayoría aplaudía las privatizaciones, en unos años algún político enarbolaría la re-estatizacion de las empresas que el endemoniado riojano regaló en nombre del mismísimo peronismo, con el beneplácito ultraliberal. ¿A quién le interesaba entonces? Tampoco hice uso de su "deme dos" gozando de los placeres del 1 a 1 en playas de arenas blancas.

Como tanto argentino bienintencionado me desilusioné con la Alianza de De la Rúa y Chacho Alvarez, haciendo política antiobrera con una Banelco y rendida a los economistas ultraliberales de FIEL y UCEMA.

Y como si fuera un soplido, se pasaron también diez años de gobierno kirchnerista, de Néstor y de Cristina, populistas feudales de poca monta. La auto-denominada "década ganada" que deja al país sin progreso ni educación. Y mis viejos amigos -cuya conducta personal apruebo a libro cerrado pero se aferran a una mentira- me enchastran con eso de "gorila".

¿Cómo pueden llamarme así quienes defienden un gobierno cuyo extinto presidente multimillonario -increíblemente objeto de bustos y estatuas- preguntaba a su gente cuanto valían los dirigentes díscolos para comprarlos? ¿De que se trata esto si el vicepresidente es un ucedeísta liberal que aprendió a hacer la 'V de la victoria progre' y cantar la marchita peronista pero es apuntado con información abundante por hacer negociados vergonzosos?  El que tiene un amiguito también heredero de los Alsogaray, chorro y zorro puesto al cuidado del gallinero, que hizo cerrar un organismo para que no se descubrieran sus desfalcos. Que cuenta en su staff con un parricida reconvertido que desapareció millones de pesos destinados a viviendas populares. Con gente que usó los DDHH para hacer negocios. Ese gobierno que necesita cada vez mas jueces amigos para zafar del escarnio.

Sobre todo, ¿qué derecho tienen a usar siquiera el mote de "gorila" o autonominarse nacionales y populares los representados por esos que viven en lujosas residencias de Puerto Madero y son responsables de aumentar la cantidad de desposeídos en el país para vivir del voto cautivo de sus limosnas? Los que les roban su dignidad a los pobres. Los que no cambiaron casi nada.

Queridos amigos, este problema siempre fue suyo: los engañaron como a chicos con el relato de una historia que sonó seductora pero nunca fue. Horanosaurus.

(*) Si alguno no conoce la acepción del término entrecomillado, evítenme el trabajo y recurra a cualquier libro de análisis de la vida política argentina. O busque en Google, como cualquier mortal. De lo contrario, traducirlo directamente como "derechista".

(**) Al poco tiempo serían moneda corriente las discutibles organizaciones piqueteras, que medran políticamente dirigiendo las necesidades de los excluídos. 

PD: salgo disparado a un archivo de Jorge Fernández Díaz donde guardo sus mejores artículos, porque recuerdo que ahí podrán encontrar una descripción mucho más profesional de estos mismos sentimientos. Aquí la pueden leer, creo que no tiene desperdicio:




La Nación Opinión Sábado 3 de abril de 2010. Es imposible no hablar de política, pero puede ser peligroso para los afectos. Por Jorge Fernández Díaz.


Elegimos un bar de la calle Tacuarí que frecuentábamos en nuestros viejos tiempos. También elegimos un determinado domingo porque esa tarde no nos extrañarían en ningún lado. No teníamos ánimos de vencernos, sino de ver cómo se desarrollaba la partida, pero ninguno de los dos estaba dispuesto a dejarse ganar. Ni siquiera para mantener una amistad de tres décadas. Empezamos por un café y pasamos por alto las preguntas sobre los chicos y el trabajo, como si quisiéramos dejarlos afuera. Noté que el Flaco estaba un poco incómodo porque se rascaba el canto de una mano con el borde de la mesa. Le llevo un año, pero siempre consideré con orgullo que el Flaco era más inteligente que yo. Habíamos, sin embargo, amasado en estos últimos años ciertas broncas sutiles, nos habíamos cruzado verbalmente en dos o tres reuniones, y me había sacudido fiero un par de veces por correo electrónico. Esas cartas digitales, que yo guardaba, eran extremadamente ofensivas y respondían a los argumentos de un artículo mío que hablaba del "fin del falso progresismo"

Recuerdo que, para el Flaco, no era el fin ni era falso, y que yo les estaba haciendo el juego a "los golpistas". El Flaco se había quedado en una difusa socialdemocracia nacional y popular que practicábamos cuando éramos jóvenes, pero había visto con simpatía el escepticismo militante de mis años de periodista. Ese temperamento se quebró de pronto cuando el kirchnerismo se hizo cargo del Gobierno y trabajó sobre la invisible herida psicológica de toda una generación: entonces el Flaco, para no ser menos, se enamoró perdidamente. Las hostilidades, entre dos hermanos de la vida, se habían iniciado por esas fechas. Y precisamente de toda esa prehistoria de enojos contenidos veníamos cuando nos sirvieron un café y una lágrima. 

-Estoy dispuesto a reconocerles varias cosas -le dije, para romper el hielo sin romper la tortilla. -La renovación de la Corte Suprema -dijo con fastidio, como si me esperara. 
-Que ahora demonizan porque no se somete y les vota en contra. 
-Es un hito que estudiarán nuestros nietos en los libros de historia. Pero seguí, seguí. 
-También le reconozco la habilidad para reconstruir el poder político en un país que venía de la ingobernabilidad y el caos- concedí-. Lástima que después se acostumbró a gobernar con dureza, sin respetar reglas y haciendo abuso de la fuerza de la plata. Y empezó a pensar en perpetuarse por los siglos de los siglos, amén. 
-¿Vos pensás en serio que se puede hacer política sin plata? -juntó de pronto los dedos de la mano y me miró fijo-. Hablemos en serio, negro. Se usa la plata para llevar adelante un proyecto, y eso es más viejo que el hambre. Si tenés la caja, te respetan; si no la tenés, te voltea hasta un concejal de un municipio de cuarta. 
-Te aclaro que me gustó que al principio hayan sido cuidadosos con el déficit y con las reservas -quise pararlo. No pude. 
-¿Vos te creés que podés cambiar las cosas y enfrentarte a los intereses creados sin tener la guita y sin aplicar premios y castigos? ¿Y que además este país da para manitos de seda, con la cantidad de hijos de puta que hay? ¡Bastante democráticos resultaron! 
-Son tan democráticos como un setentista puede serlo -tomé un sorbo amargo del café azucarado-. Los setentistas no son democráticos ni republicanos, sino movimientistas y revolucionarios. Nunca creyeron verdaderamente en la democracia ni en los partidos políticos. La democracia burguesa y la partidocracia, les decían con asco, ¿te acordás? Cómo no vas a acordarte, si a vos los setentistas te colonizaron... 
-¡A mí no me colonizó nadie! -protestó. 
-Claro, desde esa perspectiva revolucionaria, la democracia es una concesión y las acusaciones de dureza, una ingenuidad o un argumento creado de mala fe por la derecha. ¿En cuál de las dos intenciones encajo? 
-Te aseguro que si no pensara que vos caés en el casillero "ingenuidad política" no estaría acá sentado -dijo, relajándose un poco. Sacó un cigarrillo. No sabía que había vuelto a fumar-. Este gobierno tiene la virtud de ser democrático en un sentido y revolucionario en otro. 
-Y a ver, explicame, ¿qué revolucionó? 
-Toda la política argentina -dijo como en un relámpago, y prendió el cigarrillo con un Cricket traslúcido-. Tomó el peronismo y lo puso detrás de una causa progresista. Reinventó la burguesía nacional, domó al establishment, que siempre es acomodaticio y egoísta, tuvo el coraje de romper monopolios, desarrolló una política impresionante de derechos humanos y se enfrentó con los organismos de crédito internacional. ¿Te parece poco? Estaba todo colorado y en las mesas vecinas varios clientes se habían dado vuelta para verle la cara. 
-Vamos por partes -propuse, con la boca súbitamente seca. 
-Yo veo la gran película, vos te quedás en la letra chica, con el miserable diario de cada día -siguió, como si no me hubiera oído-. Hay corrupción. ¿Y qué? Hay corrupción en todos los gobiernos. Usan el tema de la corrupción para esmerilar a un gobierno que los jode, y están esperando que caiga de una vez por todas. Que caiga y que parezca un accidente. 
-El asunto del peronismo está pegado con saliva -le dije con crudeza-. Con billetes y nada más. El peronismo no es ni será jamás un partido de centroizquierda. Ponen la cara para la foto y acompañan en los actos porque el Gobierno los tiene agarrados con los fondos. 
-No te equivoques, pibe. Es el pueblo peronista el que acompaña este proceso. 
-Ajá, el pueblo peronista... 
-¡Nunca en toda la historia moderna hubo tanta obra pública! -me escupió-. Y eso benefició a los pobres. 
-Para los pobres, el Gobierno tiene la inflación, que los come vivos. O en todo caso las planes Jefas y Jefes, que son las armas con los que gerencian la miseria. Eso a Perón le hubiera parecido una aberración. Y lo mismo pensarían en cualquier proceso serio de socialismo. 
-Vos estuviste en la villa 21 y sabés lo que significa para la mayoría que labura el resurgir de la obra pública. Sabés que esos albañiles están mejor hoy que nunca. 
-En estos siete años creció la brecha entre ricos y pobres. 
-¡Venimos del fracaso de los noventa y del precipicio de 2001, negro! -gritó-. ¿Qué estamos pidiendo? 
-No te creas que el truco es muy diferente -lo pinché-. Al principio tenían una convertibilidad del 3 a 1, que funcionó para hacer más competitivas las pequeñas industrias. Pero después todo empezó a distorsionarse de vuelta. Seamos honestos: los cuatro primeros años de la década del 90 la cosa también funcionó. El problema es que Menem quería la reelección. Entonces, en lugar de reducir el déficit, se dedicó a pedir prestado a los organismos. Se endeudó, te recuerdo, en 60.000 millones de dólares para vivir por encima de sus posibilidades. A éstos les pasa algo parecido, sólo que se quedaron sin crédito internacional. Entonces les meten mano al campo, a las jubilaciones privadas, a las reservas. Es igual. Igual. Como si no hubiéramos aprendido nada. 
-Entonces volvemos con el ajuste y la economía de guerra, ¿qué te parece? 
Me quedé en silencio. El se acabó la lágrima de un trago. 
-En cuanto a plantarse con los organismos internacionales, da risa -arranqué sin mirarlo-. Le pagaron todo al FMI y festejaron como si fuera un evento guevarista. Y están metidos en una lucha denodada para sacarle miles de millones de dólares al Banco Central y en lugar de aplicarlos a los hambrientos se los entregan a los acreedores de Wall Street. ¡Menos mal que ustedes son de izquierda, flaco! 
-¿Y entonces por qué la derecha no acompaña todo esto, si es tan reaccionario como vos decís? 
-Porque la lógica amigo-enemigo triunfó. Y porque también triunfó la deshonestidad intelectual. 
-¿De qué carajo hablás? 
-Hablo de que si criticás a la oposición estás comprado por el Gobierno, y si criticás al Gobierno, sos de derecha. Cuando investigábamos la corrupción de Menem éramos héroes. Ahora que investigamos la corrupción oficial, somos destituyentes. 
-Es chiquito -movía una y otra vez la cabeza-. Te quedás con lo chiquito. Cómo me duele eso. 
-El Gobierno se pelea sólo con quien no puede aliarse. Esos dos millonarios que se llenan la boca hablando contra los ricos no se manejan como principistas. La única ideología verdadera que tienen es el poder. Los que eran socios hasta hace poco y se dieron vuelta ahora son una lacra nacional. Kirchner era el candidato del establishment en la primera fase de su Gobierno. Y los enemigos abominables de hoy eran sus comensales diarios en Olivos hasta no hace mucho. Y después nos toman por tarados, flaco. Nos dicen que el fútbol es gratis en la Argentina. Es gracioso, ¿no? ¡Gratis! 
-Te volviste un gorila
-Y lo más gracioso es que vos te volviste un peronista -me reí-. Ofenden nuestra inteligencia. 
-Ahora me vas a hablar de las carteras Louis Vuitton. 
-Son canallas de doble discurso y me hablan con el dedo levantado. Me hablan con superioridad moral. Eso me enfurece. 
-Te enfurece y te ciega; seguimos hablando de menudencias -dijo, exhalando una enorme bocanada de humo. Tenía los ojos rojos-. Y te voy a dar una mala noticia: también van a quedar en la historia por haber impulsado los juicios contra los asesinos y los torturadores, algo que en España y en Francia les reconoce cualquiera. 
-Por mí que los asesinos y los torturadores se pudran para siempre en la cárcel. Lo que me molesta es que estos muchachos de la Casa Rosada se disfracen de abnegados defensores de los derechos humanos de la primera hora, cuando en el Proceso estaban haciendo plata y después, mientras gobernaron Santa Cruz, no movieron un dedo por las Madres ni por las Abuelas de Plaza de Mayo, ni por nada que se les parezca. 
-Lo importante no es eso -rechistó-. Lo importante es que cambiaron e hicieron algo trascendental. ¿Qué importa lo que eran antes? 
-Es gracioso que preguntes eso. Este gobierno hace política de prontuario con todo el mundo, menos con sus propios líderes. Además, usar a las Madres y las Abuelas para legalizar acciones de gobierno es repugnante. 
-Qué estómago tan delicado -dijo con sorna-. No estamos en Europa: estamos en la Argentina, pibe. En este país bestial que viene del abismo. Y este es un gobierno exitoso que hizo crecer la economía de manera sostenida y espectacular. Y que, salvo una clase media desagradecida, no tiene políticamente a nadie enfrente. 
-Ah, bueno, eso último te lo concedo. -Vi que encendía otro cigarrillo-. Mirá, yo tengo dos pesadillas. Una es que tus amigos no se vayan nunca más. Y otra es que cuando vengan los otros terminemos extrañando a los que se fueron. 
-A veces deseo que se vayan rápido, ¿sabés? -Ahora tenía un cierto dolor en la mirada. Volvió a rascar el borde la mesa con el canto de su mano-. Así vos y yo podemos volver a hablar de libros y de minas, como antes. ¿Te acordás? 

Estuvimos hablando de libros y de minas un rato, como si permaneciéramos en el limbo. Después salimos a la calle. Sentí que la última brisa del domingo me barría la cara. Nos despedimos como si fuéramos a vernos otra vez. Lo conozco bien. Hoy no estamos seguros. No estamos seguros de nada.




Bonus Track 2015: el sentir del gran ensayista Daniel Muchnik.  

Los amigos que he perdido
Martes 8 de diciembre, 2015. InfoBAE. Por Daniel Muchnik.

Vengo perdiendo desde hace 12 años amigos con los cuales compartí las luchas universitarias o la vida social o la hermandad de pensamiento o las vacaciones con nuestros hijos o sin ellos; amigos con los que saboreábamos una buena película o una buena obra de teatro, cenábamos, celebrábamos acontecimientos familiares e intercambiábamos ideas, compartíamos libros…

He dejado de ver a parientes cercanos o lejanos. No soportaban mis críticas a un sistema represivo, intolerante y autoritario. No querían escuchar las mentiras, los ocultamientos, el derroche y la eterna corrupción.

Uno de mis antiguos amigos llegó a decirme que no permitiría que yo entrara en su casa. Otro inventó una historia terrible y mentirosa tipo servicio de inteligencia sobre mi pasado, con tal de denigrarme. Todo porque pensaba distinto a mí con respecto al gobierno kirchnerista-cristinista.

Se aferraron al “modelo” y a un gobierno impresentable desde la obsesión, e incluso justificando lo que pensaban en los años 70: tomar el poder, fusilar y transformar al país. Aquellos que en los 70 y los 80 se burlaban de la democracia ahora adoraron a Néstor y Cristina.

Ya no hay posibilidad de reconciliación con aquellos que quise. Las circunstancias nos han llevado a vivir en distintos planetas y no reconocernos y borrar toda la memoria donde la felicidad nos unía. No los necesito, no los quiero. Ni siquiera lo veo como una falta de respeto a los recuerdos de mi parte o a los que compartimos hace tiempo. Con ellos tuve la experiencia que hubiera tenido un ruso de pensamiento libre con un stalinista en la URSS. O un chino respecto de los maoístas enloquecidos en años de luchas por el poder. O un liberal frente a un fascista italiano.

La responsabilidad de la grieta es de los Kirchner. Sólo de ellos, que fingieron y mistificaron lo imposible. Espero que esos tiempos jamás se repitan porque son el paradigma de la alienación, el mal gusto, la violencia, la falta de respeto por las instituciones dignas.

Bonus Track 2020: el periodista Novaresio, también se cansó de esta cantinela de los tontos.



martes, 8 de octubre de 2013

Corrupción o justicia social




No todos tienen la suerte de caer en este mundo en medio de una familia que los abrigue,  proteja y brinde educación. ¿Qué opciones tienen quienes están fuera del sistema? ¿Qué se les puede exigir? Más bien, tienen que ser ayudados. Los privilegiados que caímos dentro podríamos definirnos como "ciudadanos": podemos gozar de algunos derechos y reclamar por los restantes a quienes son más privilegiados aún y detentan el poder.

Normalmente aspiramos a una vida esperanzada y pensamos transitarla superando nuestras metas, trabajando y progresando en algo que no joda al prójimo. Las mentes más lúcidas se volcarán a la solidaridad. Y para una buena franja vendrá la ambición desmedida y justificaciones para todo (se sabe, la mente humana es insondable).

Para los egoístas, el poder en la sociedad -en sentido amplio- suele ser objeto de deseo. Hasta un simple portero puede detentarlo y se abusa de los demás. Un colectivero, un traficante, un diputado, un juez federal. Es habitual escuchar de la gente que nos rodea que si estuvieran "arriba" aprovecharían la situación. Y aunque dejen la frase con puntos suspensivos, se entiende que sería para hacerse del dinero de todos para asegurarse su futuro.  No terminan la oración pero el mensaje es claro. Ni la menor dignidad.

Personalmente, me rebelo cuando veo respuestas livianas al tema de la corrupción. No se porque extraño motivo divido la cosa en blanco y negro: o la aceptás y sos cómplice o la rechazás y la combatís todo cuanto puedas. Suelo subestimarme en muchas cosas pero me siento enorme frente a un corrupto: le gano moral y éticamente. Hay diferencias entre los humanos y esta es una notoria. Es una de las pocas certezas que tengo en la vida.

Corrupción: una forma de traición

El corrupto es un traidor, es un vecino que engaña. Miente en su provecho y más allá de lo que roba, se burla de la gente más desfavorecida e, indirectamente, aumenta su sufrimiento. Impide el funcionamiento de las instituciones, en un sentido amplio. Cuando alguien coimea o encarece una licitación o inventa un gasto inútil no solo roba dinero de todos: evita se imponga lo racional, lo perdurable, lo justo.

Mientras le daba vuelta a este tema apareció un artículo de opinión de Beatriz Sarlo en La Nación (1), donde dispara que "el problema desborda la corrupción moral, en si misma suficientemente inaceptable, para dar forma a un Estado manejado de modo clandestino por un gobierno y sus cómplices en la sociedad. Del límite moral, no robarás, se pasa así al espacio político: no harás del Estado un instrumento monstruoso y dañino. La corrupción no sólo mancha a los individuos, sino que también carcome las bases mismas de las instituciones".

Algunos de estos egoístas -de puro ignorantes- ni se darán cuenta de su daño. Otros, se autojustificarán. Creo que el hombre es capaz de justificar el asesinato de sus seres más íntimos. Aunque todos merecen una condena social, debería ser peor para quienes se aprovechan de la función pública o del gremialismo, porque su traición cuenta doble, porque existen para el bien común. Claro que a la interminable lista deberían agregarse empresarios, punteros, comerciantes, leguleyos y tantos otros cómplices de estas miserias. 

Pero, ¿llega alguna vez la condena social profunda? Una conclusión muy posible y triste es la que sostienen Eduardo Fidanza, Cavarozzi y otros en los artículos relacionados cuyos link expongo abajo: a los argentinos solo parece  preocuparles la corrupción cuando la situación económica se pone mala y los sofoca. Ahí parecen darse cuenta de golpe que los funcionarios coimeros y sus cómplices los afectan directamente. Un hecho reciente que pareció validar la idea fue la tragedia del tren en la estación Once (ver "Tragedia de Once: la corrupción mata") que puso blanco sobre negro las cosas.

Pequeña hipótesis incomprobable

Arribando a mis sesenta y definiéndome de un trazo como un "peronista arrepentido", he llegado a pensar que son más importantes -para la evolución social- la moral y la ética de la gente y el republicanismo y la democracia antes que las ideologías en si mismas, por más rimbombantes y seductoras que parezcan. No se trata de una aproximación a Fukuyama: está claro para cualquiera que en nuestras democracias modernas -donde el poder real nos permite mover dentro de límites estrechos-  ya solo sirven para manipular voluntades y engañar incautos.

Aunque la idea suene conservadora o poco "progresista", no creo que lo sea en absoluto: mi prueba son los últimos 40 años de vida argentina. Si la repasan verán desfilar a cientos de personajes públicos de distintos pelajes políticos que accedieron al poder y pensaron que venderse 'un poquito' no jodía a nadie (2). Sin ir más lejos, Néstor Kirchner prometía instaurar una "nueva política" mientras le preguntaba a sus auxiliares 'cuanto costaba' alinear a los díscolos (3). Y la tristísima "militancia rentada", aunque no fue inventada por el kirchnerismo, alcanzó su máximo esplendor en esta época.

Una mayoría bienpensante podría coincidir en la justicia social como meta primordial para los pueblos. ¿Cuántos podrían estar en desacuerdo? Hasta los conservadores más rancios saben de su necesidad y lógica. Juan Domingo Perón, innovador innegable de ese principio en la Argentina, lo incorporaba como una de las tres banderas inmutables de su Justicialismo. 

"El General" tiró muchas ideas trascendentes y también erró en otras, como aquella de "las revoluciones se hacen con tiempo o con sangre". Millones de fieles católico-cristianos plagados de buenas intenciones nunca lograron cambiar el estado de las cosas durante siglos de prender velas, rezar y romperse el lomo ayudando a los demás. Su piedad parece ser pasto para alimentar a las fieras capitalistas que van por todo sin prejuicios. Un camino más corto habría resultado de un ejército de gente autoconvencida a la manera del "hombre nuevo" del Che Guevara; su idea combativa no sumó multitudes, los propios campesinos bolivianos no lo entendieron y lo delataron al ejército de la dictadura. De haber triunfado, hubiera instaurado una oligarquía iluminada en el poder. Ejemplos tan disímiles como el catolicismo, la revolución cubana y otros casos de nobles ideales contienen una coincidencia: la conducción se la reservaron grupos tan poco democráticos como elitistas, entre luchas palaciegas. El tiempo sigue pasando y no cambia nada

Pasados los sueños idealistas de los 70 sin llegar a ninguna revolución justiciera, tanta sangre derramada en vano, hoy todo tan licuado y devaluado, el trabajo ya no dignifica y triunfan los peores del "cambalache" de Discépolo. Cuando la mayoría lucha por la supervivencia, otra parte por aumentar sus privilegios y unos cuantos por mantener la mente lúcida en medio de tanto lavado de cerebro, nos queda pelear por defender la democracia e ir puliendo sus imperfectas instituciones en pos de esa justicia social negada. Nada más, pero nada menos. 

En esa lucha, el gran enemigo ya no es el "imperialismo apátrida" o la "sinarquía internacional", como denunciaban algunos de modo grandilocuente. Aunque no suene tan épico, el gran enemigo es la corrupción. La pequeña que traiciona al vecino para sacar ventajas y la grande, la que sirve como en un circulo vicioso para financiar la vida traidora de los políticos y de la política mal entendida. Corrupción o justicia social. Horanosaurus.


 
 
(1) "Sólo gasta quien puede". Por Beatriz Sarlo. La Nación 24/09/13.
(2) "Hace dos décadas, muchos pensábamos que las cuestiones de moral pública eran un suburbio que había que atender con los jueces y la policía, pero que no definían la gran política". Lo dijo una pensadora como Beatriz Sarlo en el referido "Sólo gasta quien puede". Este 'don nadie' que suscribe, se jacta de haberlo pensado sin tanto bagaje intelectual a cuestas.
(3) En "El flaco" (2011) de José Pablo Feinmann. Conversaciones de este autor con Néstor Kirchner. 



La corrupción, un flagelo vigente

Clarín 22 de octubre de 2005 – Editorial. A pesar de que se han dado pasos positivos, la corrupción sigue afectando severamente a nuestra sociedad. En distintas escalas, a través de diferentes modalidades, los abusos de poder y las irregularidades siguen siendo percibidas como muy generalizadas (...) La organización no gubernamental Transparencia Internacional ha hecho público su último relevamiento, por el cual la Argentina se mantiene en el grupo de naciones con más alto nivel de corrupción. Junto a Argelia, Madagascar, Malawi y Mozambique, nuestro país ocupa el lugar 97 entre 159 naciones, muy por debajo de los restantes países de América latina y a enorme distancia de los Estados menos afectados por este flagelo: Islandia, Finlandia y Nueva Zelanda.

La Nación Política Sábado 12 de mayo de 2007. Los intelectuales y el país de hoy.  Lo dice el politicólogo Marcelo Cavarozzi. Por Laura Di Marco.

Investigaciones mal hechas, chicanas de abogados y pericias sin rumbo: por primera vez, un análisis de varios juicios al que accedió Clarín muestra por qué las coimas y los fraudes siguen impunes. Por Claudio Savoia. Clarín Zona. Domingo 29/11/09.

Según un informe publicado por la ONG Poder Ciudadano, entre 1980 y 2007 la Argentina perdió, debido a la corrupción de sus funcionarios, una suma equivalente a "la construcción anual de 12 establecimientos de educación media, 104 jardines de infantes o la compra de 400 toneladas de leche para recién nacidos de bajo peso”. Urgente 24-09/12/2009.

Es baja la preocupación de la sociedad por los casos de corrupción. Lo afirma un estudio elaborado por cinco de los máximos especialistas en el tema. Clarín Zona 17/07/11. Es un trabajo titulado “Acciones colectivas para reducir la corrupción en Argentina”, donde los consultores y profesores Sergio Berenzstein, Martín Böhmer, Guillermo Jorge, Alberto Föhrig y Ezequiel Nino analizaron el financiamiento de la actividad política y las compras públicas en el mercado de medicamentos y equipamiento médico, dos ámbitos donde interactúan la corrupción pública y la privada. 

Entrevista con Leandro Despouy. El titular de la Auditoría General de La Nación cuestiona la negligencia del Gobierno en materia de control de su propia administración y desconfía de las intenciones oficiales en materia de rendición de cuentas y transparencia: "Este es un gobierno con vocación por la oscuridad", dice. LA NACION Enfoques. Domingo 14 de agosto de 2011. Por Ricardo Carpena.

La Nación 12/11/11- Ciencia & Salud. La deshonestidad como inclinación. Psicólogos y economistas revelan los factores que la estimulan o que la desalientan.

Entrevistas con Daniel Rafecas. Este magistrado con fama de honesto, que fue designado en la justicia federal en 2004, habla de su nuevo libro sobre el Holocausto, asegura que si los jueces no avanzan más sobre los funcionarios corruptos es por culpa de las trabas procesales y advierte que no se siente presionado "por ninguna corporación". Por Ricardo Carpena  | LA NACION Enfoques Domingo 19 de febrero de 2012

Incentivos para denunciantes, Justicia y controles independientes, recuperación de activos: nuevas estrategias parecen necesarias en la Argentina, donde investigar el fraude en el Estado resulta casi imposible. Por Laura Di Marco. LA NACION Enfoques 09/09/12. Hay algunas cifras que lo dicen casi todo: entre 1983 y 2007 (último dato disponible) en el país se abrieron 750 causas por presuntos hechos de corrupción en la administración pública. Pero de ese total, sólo siete terminaron en sentencias, con apenas 10 condenados. Y hay más: las estimaciones de pérdidas para el Estado entre esos mismos años por causa de la corrupción ascienden a unos 13.000 millones de dólares, fondos que podrían haber sido utilizados en mejorar el sistema de salud, la educación o el transporte público. La corrupción, podría concluirse entonces, prácticamente no se castiga en el país, y representa un costo enorme para la sociedad. 

Ex fiscal jefe de la Corte Penal Internacional, afirma que hoy los líderes políticos "ya no pueden cometer genocidios para conservar el poder", pero faltan herramientas para condenar a los corruptos. Por Astrid Pikielny.  LA NACION Enfoques 18/11/12.

La Nación 02/12/12. Por Orlando J. Ferreres. La corrupción de los funcionarios públicos dentro de nuestro Estado viene desde muy lejos. El funcionario, comúnmente, declara un fin superior, pero después en la realidad casi todos hacen otra cosa (…) Es difícil cambiar esta tendencia a la corrupción pues está muy arraigada en nuestro "ser nacional" y esta tendencia se inicia aún antes de que fuéramos Nación, en la época de la Colonia. En aquellos tiempos ya se vendían los puestos públicos porque, de alguna manera, estando en el cargo se podía lucrar con ellos. Hoy es más sutil el procedimiento, pero el resultado buscado es el mismo.

Por Silvia Vázquez ex diputada nacional. Clarín Sábado 01/06/13. Existen muchas presiones sobre todo el sistema institucional y están más expuestas que nunca las miserias del poder en todas sus expresiones.

Tolerancia ética. Si creemos que la deshonestidad es necesaria para llegar al poder y mantenerlo, ¿cómo podríamos darnos un líder honesto, que a la vez sea capaz y no un contraejemplo cultural? Por Laura Di Marco. LA NACION Opinión Jueves 29/08/13.

Por Eduardo Fidanza  | Para LA NACION. Sábado 07/09/13. Al estudiar la percepción del fenómeno a través de los sondeos, se llega a conclusiones reveladoras. La primera es que, comparada con otras preocupaciones públicas, la corrupción se mantiene relativamente estable en los últimos años sin alcanzar la importancia de otras cuestiones.


La Nación Economía. Opinión. 23/09/17. Por Alicia Caballero (decana de la Facultad de Ciencias Económicas de la UCA)

Llamó mucho la atención días pasados una nota en la que se afirmaba que la gente está mucho más preocupada por la economía, particularmente por la pobreza, que por la corrupción. Y muchos políticos en campaña y economistas profesionales afirman que es necesario combatir la pobreza, atraer inversiones y reducir la inflación, y no mencionan nada acerca de dar pasos firmes en pos de un sistema más transparente y menos corrupto. Y si bien es cierto y humano que quien tiene hambre sólo puede estar obsesionado en cómo saciarla, una gran cantidad de gente, particularmente quienes ocupan minutos de programas de televisión, no luce famélica.

Pareciera que la corrupción fuera un tema institucional o penal y la pobreza, un tema económico. Y que no hubiese vasos comunicantes entre ellos. Es verdad que en tiempos de Internet, la información está a un clic de distancia. Pero sólo el método científico nos permite, a partir del análisis de los datos obtenidos, llegar a conclusiones válidas y correctas. La escala de valores es algo personal, pero la estrecha relación existente entre los flagelos de la pobreza y la corrupción fue tan fuertemente probada que nadie que exprese que está preocupado por los pobres o solidarizado con los indigentes puede ser indiferente, indulgente y mucho menos cómplice de actos de corrupción. Los datos puros y duros son contundentes: la corrupción no sólo mata, sino que también pauperiza, enferma e impide el desarrollo económico y humano.

Así como la institucionalidad no es algo etéreo e intangible, sino que afecta directamente el flujo de inversiones, la corrupción no sólo es moralmente inaceptable, sino que también explica las diferentes manifestaciones de la pobreza y las desigualdades en la distribución del ingreso y limita el desarrollo económico.

El índice de desarrollo humano (IDH) es un indicador implementado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) del estado de situación en tres dimensiones fundamentales: la salud, la educación e ingresos que permitan un nivel de vida digno. Es una medida interesante porque incluye no sólo la dimensión de ingresos, sino también dos variables que hacen a la posibilidad de erradicar paulatina pero estructuralmente la pobreza, como lo son la salud y la educación. La pobreza estructural no se explica sólo por ingresos percibidos, sino también por carencias alimentarias, sanitarias y educativas que condenan al individuo a la marginalidad.

El índice de percepción de corrupción (CPI) es un indicador elaborado a partir de 1996 por Transparency International para medir los niveles percibidos de corrupción, definida como el abuso del poder público en beneficio privado. Un reciente trabajo de Sajal Sharma, un ingeniero experto en tecnologías de la información, demuestra en forma contundente que los países que tienen una "buena nota" por tener bajos niveles de corrupción son aquellos en los que su población disfruta de un elevado índice de desarrollo. A menor corrupción, menor pobreza.

Así, los países que encabezan los rankings en materia de desarrollo humano, como Noruega, Suiza, Holanda o Canadá, son también los que son percibidos como más transparentes y menos corruptos. A mayor corrupción, mayor pobreza y menor desarrollo humano.

Recientes investigaciones revelaron que un incremento en la corrupción de un punto en una escala de 10 (altamente honesto) a 0 (altamente corrupto) baja la productividad en un 4% del PBI y hace disminuir los flujos netos anuales de capital en un 0,5% del PBI. Una mejoría respecto de la corrupción en 6 puntos del índice de percepción de la corrupción incrementa el PBI en más de un 20% y aumenta los flujos netos de capital a alrededor del 3% del PBI.
En múltiples análisis del Banco Mundial queda demostrado que en países con niveles altos de corrupción, la inversión promedio (medida en relación con el PBI) es casi 9 puntos inferior a la de los países más transparentes. Esta brecha se traduce en bajo crecimiento y elevadas tasas de desempleo.

Distribución inequitativa. En cuanto a la distribución del ingreso, los datos muestran en forma contundente que un elevado índice de corrupción se relaciona con un índice de Gini cercano a 1, o sea, con una distribución del ingreso muy inequitativa. En general, los sistemas corruptos no promueven la educación, que es el verdadero motor para salir de la pobreza. Los abultados montos para obras de infraestructura orientados a mejorar las condiciones de vida de los numerosos pobres (y tender a una mejor distribución del ingreso) son un botín que se distribuye entre pocos.

La corrupción tiene múltiples facetas: el desvío de fondos públicos a cuentas privadas, la práctica del soborno para el logro de resultados, los sobreprecios, la falta de racionalidad en la inversión pública, etc.

El narcotráfico también pauperiza, porque su desembarco en las villas determinó que millones de adolescentes, destruidos por el paco, ya no pudieran educarse ni trabajar y cayeran en el delito y la miseria.

Un tema no menor es el nombramiento en cargos públicos de gente no idónea, que en lugar de ser seleccionada sobre la base del mérito moral y profesional lo es por su pertenencia a un grupo selecto de parientes, amigos y amantes. El nepotismo es un rasgo característico de muchas provincias, donde algunas dinastías familiares se perpetúan en el poder. Esto genera naturalmente una "confusión" entre el patrimonio familiar y los recursos públicos.

Así como la pobreza es multidimensional, la reducción de ésta también lo es. Lo que ocurre con las variables económicas es crucial. Pero la progresiva eliminación de la corrupción y la instalación de sistemas que permitan detectarla, así como la formación en valores de los funcionarios, son claves para que los recursos lleguen a donde corresponde. Por último, y no menos importante, el rol de la Justicia es crucial. La impunidad consolida la corrupción. Que las causas por corrupción prescriban y que a los ladrones les vaya tan bien durante tanto tiempo es un pésimo mensaje. Así como no podemos permitir que los ciudadanos que obran correctamente, pagando sus impuestos y cumpliendo con sus obligaciones, se sientan imbéciles cuando reciben avisos de deudas generadas retroactivamente que nadie puede explicar.


Cuando se combate la corrupción y se condena a los corruptos, tanto a los que pecan por la paga como a los que pagan por pecar, se está librando una lucha fundamental contra la pobreza estructural.

Ilustraciones de arriba hacia abajo: Cardó ("Mapa económico de las Américas"), Berni ("Manifestación") y dibujo de autor que desconozco ("Poder").