Clarín
27/06/20. Opinión. Por Marcelo Cantelmi.
Al
historiador de Yale, David W. Blight, un multipremiado investigador del pasado
norteamericano, le preocupa hoy más el presente del país. Lo expone sin
delicadezas. Afirma que Estados Unidos no ha llegado a constituirse en una
república bananera, pero está justo en el borde. Esa noción ya la había
esgrimido antes la presidente de la Cámara de Diputados Nancy Pelosi. Cuando Donald Trump pretendía
desplegar tropas en las calles para detener las recientes protestas
antirracistas, esta veterana demócrata reaccionó casi en un grito: “¿Qué es esto, una
república bananera?”.
Para
los latinoamericanos, de democracias débiles, esa figura es más frecuente y
familiar. Pero en EE.UU., fuera de los académicos, constituye una abstracción,
algo que sucede “allá” como apuntaría Truman Capote. En su “Bananas”, y con mucho de los hermanos
Marx, Woody
Allen construyó en
1971 una parodia genial para acercar esa idea, con un país ficticio, San
Marcos, en manos de un populista autoritario. Ese San Marcos se ha repetido de
modo frecuente en la región. No es preciso escarbar en la historia para
confirmarlo. Integra nuestro presente. Pero, en
EE.UU. la actual abrupta irrupción del concepto llevó a The New Yorker a
borronear una traducción que cita un excelente artículo de La Vanguardia. “República bananera -escribió- describe a cualquier país con o sin
bananas que tiene a un líder despiadado, corrupto o loco que confía en los
uniformados y destruye las instituciones en una búsqueda egomaníaca para
prolongar su poder”.
Quizá
es incluso más que eso. Bananero, en tiempos modernos, refiere más claramente a
gobiernos y políticos que violan los límites republicanos o sugieren su
intención de ignorarlos. Como en el concepto de la guerra de Hobbes, que existe
cuando aún no ha estallado, el desprecio a las instituciones (institut=el
límite) sucede antes que se las atropelle.
Para
los adversarios de Trump es esta una camisa que le cabe perfecta al presidente.
A extremo tal que revuelve al liderazgo republicano. Mientras John Bolton, un halcón
peor en sus extremos que el propio mandatario, en cada entrevista demuele como
un ignorante autoritario al jefe de Estado, se conocen otras expresiones de
dirigentes más moderados del oficialismo pero de una dureza impactante. Steve
Schmidt es un republicano que dirigió la campaña presidencial de John McCain,
el senador y veterano de guerra que compitió con Barack Obama en 2008. En una entrevista
con MSNBC afirmó
que ”Trump
ha sido el peor presidente que ha tenido este país. Y no lo
digo hiperbólicamente. Lo es. Ha llevado a este país en tres cortos años a un
lugar de debilidad inimaginable… este es un momento de incomparable humillación
nacional, de debilidad. Nunca hemos visto un nivel de incompetencia, de
ineptitud tan asombroso en alguien con tales responsabilidades”.
Esa
visión, que se ha agudizado debido al tratamiento de la pandemia de coronavirus
y al antedicho conflicto antirracista, explica que la intención de voto para
las generales de noviembre encumbren al demócrata Joe Biden con una
diferencia de diez puntos promedio. Ese dato, conviene recordar, es central pero no
definitivo sobre lo que pueda suceder en las urnas. El voto en EE.UU. es
indirecto, importan más los colegios electorales que el voto masivo. Además, lo
que ahora registran los sondeos es una irritación fresca como la que Schmidt
describe de un modo tan brutal.
Trump
ha reaccionado a estas horas bajas negándole importancia a las encuestas que lo
contradicen. Sostiene que hay sondeos que le dan 96% de apoyo en el Partido
Republicano. Es cierto. Pero, como anotó The Wall Street Journal,
una investigación de ese diario con la NBC reveló que 80% de la gente
considera que el país está fuera de control. Ese número, en el desagregado,
incluye a 92% de demócratas, 78% independientes pero también a 66% de
republicanos.
Son
cifras como océanos que le facturan a Trump una diversidad de fallidos de
liderazgo sobre todo con la pandemia que no cesa de escalar en el país.
Recientemente, en su regreso a la campaña en el módico acto que encabezó en
Tulsa, sostuvo que la imagen de EE.UU. mejoraría si hubiera menos test, es
decir menos enfermos detectados. “Una broma”, gritaron de inmediato desde la
Casa Blanca para atajar el golpe inevitable. "Trump es así", dijeron
benevolentes sus asesores. Pero, luego, en una entrevista televisiva el
presidente aclaró que no bromeaba. Tampoco lo hizo cuando, en un extremo
bizarro, recomendó inyectar detergente a los enfermos de coronavirus.
La
desorientación aparece también en otros carriles. Biden, como ya hemos indicado
semanas atrás en esta columna, aparece liderando en distritos centrales de las
bases históricas de Trump. Entre esos espacios, se encuentra Florida. Por eso
estremeció a los republicanos que el presidente planteara reunirse
con el dictador venezolano Nicolás
Maduro agudizando
la debilidad del líder opositor Juan Guaidó. No hay política ahí, es pura
subjetividad. El libro de Bolton remarca la admiración que el norteamericano
profesaba secretamente hacia el autócrata chavista y cierto desprecio al
dirigente disidente. Esos gestos traen a la memoria su cercanía con el
ruso Vladimir
Putin, que ahora se encarama
para intentar perpetuarse hasta 2036 en el poder. También
recuerdan su comentario zumbón cuando, enterado que el chino Xi Jinping anunció en el 19 congreso del PCCh
que gobernaría sin límites temporales, sostuvo “interesante, habría que
ensayarlo”.
Un
dato clave que debería preocupar al mandatario aun más que los sondeos, lo
registra Wall Street donde las cotizaciones suben cada vez que crece el
demócrata. A los mercados no les importa quien gobierna en tanto no sea una
amenaza para su tasa de acumulación. Y este parece ser el caso. Goldman Sachs
predice, incluso, que el Senado, hoy bajo control republicano, pasaría a manos
de los demócratas en noviembre que ya retienen la cámara baja. La estratega del
Royal Bank of Canada, Lori Calvasina, citada por CNN Bussines explicó
que esto sucede porque “el mercado de valores se ha desacoplado de Trump… no lo
consideran ya necesario para la continuidad de sus ganancias”.
Trump,
como gran parte de la dirigencia populista extremista que se esparció por
Europa, ha sido una expresión del disgusto contra la clase política. También,
la expresión de un giro autoritario y divisionista que se ha extendido por el
mundo aunque EE.UU.. este lejos de ser una Venezuela o una Nicaragua. Hay
límites allí para el bananerismo. Pero el riesgo que señala el historiador
Blight es existencial. El magnate lo expone al denunciar que las elecciones vienen
con peligro de fraude, con lo que anticipa cuál será su
actitud si pierde frente a Biden y si esa derrota es muy cercana en los
porcentajes.
Un
dato poco conocido es que los equipos presidenciales suelen preparar un
discurso de reconocimiento eventual de la victoria del adversario cuando se
acerca la elección. Es una previsión de corrección política que han respetado
todos los mandatarios previos, menos Trump. Ese mensaje no existe porque no se
contempla la derrota. De modo que en este presente “banana” en EE.UU. no es
descartable que el presidente resista en su cargo si las cosas van mal. El
punto principal que ataca el mandatario son los votos por correo que nunca se
ha probado que sean manipulables. Los demócratas los impulsan porque eso
aumenta la participación. Trump, en cambio, revolea ese miedo porque necesita una
asistencia reducida en los comicios, particularmente entre los jóvenes, el
sector más crítico de su mandato. En 2016 tuvo éxito. Ese segmento no se
desplazó a Hillary
Clinton lo que
pavimentó su victoria. Alternativa que no debería descartarse tampoco ahora,
atento a la falta de carisma que refleja Biden, necesitado de la potente muleta
que le brinda el mucho más popular Obama.
El
presidente depende, además, de un giro en la economía. Los pronósticos del FMI
de esta semana son ominosos en ese sentido con una caída anual del
PBI estadounidense de -8% y la confirmación, agria para la
Casa Blanca, de que el adversario chino no se contraerá, crecerá un magro
1% pero en un envidiable terreno positivo. Aún así, todo indica que la economía
no será del mismo modo catastrófica en noviembre como lo es ahora, por lo que
los analistas suponen que la ventaja de Biden se reducirá aunque no
necesariamente lo alejaría de una eventual victoria.
Especialistas
en políticas nacionales como la periodista y escritora Kate Andersen Brower,
avisan que, en tal caso, lo último que puede esperarse es que Trump colabore
con el ganador en los dos meses largos hasta la asunción, el 20 de enero como
ha sido de práctica común en cada traspaso del poder. “No habrá un genuino pase
de mando, ni una pacífica transferencia del poder. Me sorprendería si Trump se
presentara a la ceremonia de juramentación de Biden en el Capitolio si gana”, le
dijo a la CNN. Eso, por cierto, si acepta la derrota y no la
resiste construyendo su propio San Marcos bananero en las entrañas de la mayor
potencia de la tierra.
Consuelo de tontos
Por John Carlin. La Vanguardia/Clarin. 27/10/19.
De Quito a Santiago o Hong Kong,
de Beirut a Barcelona, del Brexit a Buenos Aires:
mire donde uno mire, desmadre y desilusión. Propongo un consuelo para los
habitantes de aquellos lugares. Podría ser peor. Podrían tener a Donald
Trump como presidente. Hoy lo que haré es rendir un servicio a aquellos
que no han acabado de captar lo bufonesco que es este personaje, lo disparatado
que es que siga estando al mando de un país que posee más de 6.000 armas
nucleares. Traduciré al castellano una selección nada atípica de extractos de
discursos, ruedas de prensa y tuits que ha despachado el comandante en jefe
de Estados Unidos a lo largo de los últimos tres meses. En cada caso
lo haré con la máxima fidelidad posible a la versión original.
Aquí va. Primero, Trump sobre sus capacidades mentales. “Soy un genio muy estable. Elijo mis palabras con mucho
cuidado”. “Mis conocimientos: los conozco muy bien”.
Sobre Próximo Oriente: “Siria podría tener un poco de ayuda de Rusia y
no tengo problema con eso. Tienen mucha arena por allá. Así que tienen mucha
arena donde jugar”. “Si Turquía hace algo que yo, con mi gran e inigualable
sabiduría, considero que ha cruzado el límite, destruiré y borraré totalmente
la economía de Turquía (¡lo he hecho antes!)”.
Sobre su impeachment: “No hice nada. No sé si soy la persona más inocente del
mundo. Sólo digo que soy el presidente más presidenciable con la posible
excepción de Abe Lincoln cuando se ponía el sombrero. Eso es difícil de
superar. El honesto Abe, cuando se ponía ese sombrero, difícil de superar. Pero
yo no puedo. Aquel sombrero no me iría bien. Sí, tengo mejor pelo que él”.
Más sobre su pelo: “Estaba lloviendo duro. Pero el día fue… fue hermoso en
cierto modo. Ese día vieron que mi pelo era de verdad porque estaba empapado.
Eso fue lo bueno. Corrí y vieron que el pelo era mío. Porque he tenido que
soportar tormentas de viento, tormentas de arena. ‘Vamos para acá. Vamos. Esto,
lo otro. Este desierto. Vamos a este océano y salgamos del avión, señor. El
viento sopla a 70 millas por hora’. Dije, ‘Chico, tiene que ser… tiene que ser
mío’. Pero, eh, pero lo hemos visto todo. Lo hemos visto todo”.
Sobre sus tuits: “Tenemos a mucha gente. Muchos, muchos más que cien
millones… Cosas ocurren cuando coloco un mensaje ahí, uno bueno que le gusta a
la gente, ¿no? Buen tuit. Antes subía 7.000, 7.008, 7.017, 7.024, 7.032, 7.044,
¿no es cierto? Ahora va 7.000, 7.008, 6.998. Entonces van 7.000, 6.074. Y yo
dije, ¿qué está pasando? No hacía esto antes. Sube y después lo bajan. ¿Me
entienden? Nunca me pasó esto antes. Iba como un cohete cuando ponía uno bueno.
Como cuando dije esa vez que me estaban espiando, ¿se acuerdan? Eso fue como un
cohete. Me llaman dos minutos más tarde. ‘¿Dijo usted eso?’. ‘Sí, dije eso’.
‘Bueno, está explotando, está explotando’. Y tuve razón. Tuve razón”.
Más sobre su brillantez: “Mi tío fue un gran profesor y científico e ingeniero, el
dr. John Trump del MIT. Buenos genes, muy buenos genes, OK. Muy
listo. El Wharton School of Finance. Muy bueno. Muy listo. Ya saben, si
eres un republicano conservador, si yo fuese un liberal, si, como que, OK, yo
me presentase como un demócrata liberal, dirían que yo soy una de las personas
más listas del mundo. ¡Es verdad! Pero cuando eres un republicano conservador
intentan… ahí te machacan… por eso siempre comienzo: fui a Wharton, fui un buen
estudiante, fui ahí, fui allá, me construí una fortuna”.
Sobre el acuerdo nuclear con Irán (que él rechaza): “Ves el acuerdo nuclear, lo que realmente me molesta…
hubiera sido tan fácil, y no es tan importante como estas vidas (lo nuclear es
potente, mi tío me lo explicó hace muchos, muchos años, la potencia –fue hace
35 años–, me explicaba la potencia de lo que iba a ocurrir y tenía razón,
¿quién lo hubiera pensado?). Pero cuando ves lo que está pasando con los cuatro
presos, eran tres y ahora son cuatro, pero cuando eran tres e incluso ahora
hubiera dicho que todo tenía que ver con el mensajero; son tíos, y son tíos porque
no se han dado cuenta aún que las mujeres son más inteligentes que los hombres
ahora mismo, así que tardarán otros 150 años. Pero los persas son grandes
negociadores, los iraníes son grandes negociadores, así que mataron, nos
mataron”.
Sobre los periodistas: “Estos animales de la prensa. Son animales realmente.
Entre los peores seres humanos que jamás conocerás… Son escoria. Muchos de
ellos son escoria”.
Para ser justos, esta última cita, producida durante la
asamblea general de las Naciones Unidas el mes pasado, goza de la
inusual virtud de poseer cierta coherencia gramatical. Incluso habrá muchos que
no discrepen de los sentimientos expresados. Por lo demás, la selección nada
atípica, repito, que he hecho aquí de la oratoria y tuitorrea de Donald Trump
debería producir cierto alivio entre aquellos que no han podido vivir el sueño
americano y se lamentan de la podredumbre moral o intelectual de sus políticos.
Se hablan pestes de los Torra, los Sánchez,
los Johnson, los Piñera, los Macri, los Kirchner,
los Xi Jinping. Que son corruptos, que son autoritarios, que son ineptos.
Pero de pocos de ellos se dice que no son aptos para mantener sus cargos porque
están locos, como se ha dicho una y otra vez sobre Trump desde sus primeros
días en la Casa Blanca, o antes.
Se volvió a repetir hace unos días en el
venerable The New York Times. Primero en la columna semanal de una
colaboradora del diario titulada “One flew over the cuckoo’s nest” (en
castellano, Alguien voló sobre el nido del cuco), en alusión a la
película de Jack Nicholson cuyo escenario es un manicomio. Después, en una
carta publicada en el mismo medio firmada por tres eminentes catedráticos de
Medicina que han escrito un libro titulado “El peligroso caso de Donald
Trump”. La carta dice: “Como profesionales de la salud mental sentimos que es
nuestro deber pronunciarnos sobre una crisis de la salud pública: hay una persona
no apta mentalmente a cargo de las fuerzas armadas y las armas nucleares más
poderosas del mundo”.
Así que, repito, no tener a Trump como presidente debe
servir de consuelo. Consuelo de tontos, quizá, pero vivimos en tiempos tontos.
Y consuelo también para aquellos que sufren para aprender el inglés. Trump
ofrece la mejor razón que conozco para no tomarse la molestia. Como dijo un
poeta, la ignorancia es, a veces, una bendición.
Dicho esto, esperemos que cuando se muera Trump los
estadounidenses no sean tan ignorantes, ni tengan tan mal gusto, como para
enterrarle durante 44 años en un valle para los héroes de la patria. Eso no.
Por Paul Krugman. Premio Nobel de Economía. The New York Times. 05/06/20.
En "Desolation Row", el poeta
alude a un linchamiento de negros ocurrido hace cien años en Minnesota, estado
donde fue asesinado George Floyd. Por: Marcelo Pisarro. La Nación 20/06/20. Resumen: la canción de Dylan "Desolation Row" de 1965 comienza diciendo "están vendiendo postales del ahorcamiento". Comenta la costumbre norteamericana de comprar postales -esas que antaño se usaban para enviar por correo las novedades a las amistades más cercanas- que rememoraban el ahorcamiento de negros en ciertas localidades de EEUU. Las postales se vendían como souvenir. Eran fotografías profesionales que graficaban el acto de escarmiento público -normalmente basados en acusaciones falsas sobre gente de color- al que acudían familias enteras con niñitos y todo. Habían ocupado alguna vez la tapa de los diarios locales. Mayoritariamente en el sur de ese país, entre 1880 y 1930 ese tipo de ejecuciones fuera de la ley o apañada por ella, tuvo su pico más alto. La Universidad de Tuskegee-Alabama se propuso documentar los linchamientos producidos entre 1882 y 1968 y contabilizó 4743 (3446 víctimas negras y 1297 blancas).
Plumas selectas. 03/09/13. Recientemente el Dr. Drew
Westen publicó su más reciente investigación con el título “Political Brain”
(cerebro político). Westen es experto en psicología política y psicólogo
clínico y de personalidad de los departamentos de psiquiatría y de ciencias de
la conducta de la Universidad de Emory, en Atlanta.
El autor señala que siempre le llamó la atención que a
pesar de que tienen registros de militantes numéricamente superiores y sus
valores políticos y postulados económicos son compartidos por más
norteamericanos, los demócratas pierden elecciones con más frecuencia que los
republicanos. Señaló también que encontró que las elecciones se ganan en el
“mercado de la emoción” y no en el de la razón y que cuando emoción y razón
combaten, ésta pierde invariablemente. Esto se debe, dice, a que los
republicanos entienden mejor el cerebro político y apelan mejor a la emoción, y
que por ello en los últimos 30 años han ganado más ocasiones la presidencia y
los presidentes republicanos en funciones se han reelegido con más facilidad,
mientras que los demócratas no han entendido que los datos duros por sí mismos
no conducen a la victoria (....) continúa en link..
BONUS TRACK 1: ¿les quedaba alguna duda que estos muchachos están del tomate? "Los inmorales nos han igualao..." (tango 'Cambalache').
Las imágenes más impactantes de la irrupción de los partidarios de Donald Trump en el Capitolio
El Congreso debió interrumpir su sesión especial para certificar la victoria de Joe Biden debido a los incidentes. El vicepresidente Mike Pence fue evacuado. InfoBAE 06/01/21.
“Estoy consternado por el comportamiento imprudente de algunos líderes políticos y por la falta de respeto mostrado por nuestras instituciones, nuestras tradiciones y nuestra aplicación de la ley”, expresó el ex mandatario republicano en un comunicado luego de los disturbios en Washington DC. InfoBAE 06/01/21.
Insólito. La demócrata Nancy Pelosi llevó el reclamo al jefe de las Fuerzas Armadas. "Es un desquiciado", dijo. AP, AFP, EFE. 09/01/21.
Nancy Pelosi: se impedirá que Trump pueda disparar un arma nuclear
Los
Angeles Times. 09/01/21. Washington. La
presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, dijo
el viernes a sus correligionarios demócratas que hay procedimientos vigentes
que impedirían al presidente Donald Trump disparar armas nucleares, de acuerdo
con un alto oficial militar del país (...)
Pelosi
dijo que antes de la conferencia preguntó al jefe del Estado Mayor Conjunto,
general Mark Milley, si había manera de impedir que Trump iniciara un ataque
nuclear. Según una persona familiarizada con la llamada, Milley respondió que
hay procedimientos que impedirían que Trump tomara semejante medida.
El
presidente es el único autorizado a ordenar el lanzamiento de un arma nuclear,
pero si un comandante militar, aconsejado por sus abogados, determinara que la
orden es ilegal, podría negarse a cumplirla. Sería
ilegal lanzar un ataque nuclear sin motivo o como respuesta desproporcionada a
una provocación militar.
BONUS TRACK 2: Joe Biden, una luz de esperanza. Se vino Biden, un viejo tramoyista de la política que parece poner un poco de racionalidad en la conducción de su país. Los demócratas no son garantía de equilibrio (el mismo Barack Obama lanzó ataques militares en Medio Oriente y aún así le dieron... un premio Nobel de la Paz!) pero suelen ser más coherentes que los republicanos. Solo la noticia del retiro de Trump es un augurio esperanzador para la humanidad. Biden colaboró en ese sentido con algunas de sus medidas iniciales, que son ennumeradas en el artículo que sigue. Debería agregarse su más reciente, inesperado y valiente pedido a las multis farmacéuticas por la cesión a organismos públicos de las patentes de sus vacunas contra el Covid para producirlas masivamente y derrotar la pandemia. ¿Quién lo hubiera dicho? Pero, como dijo Rodolfo Terragno hace poco, Vietnam lo hicieron los demócratas y Bahía de los Cochinos lo hizo Kennedy. Horanosaurus.
Los 100 días de Biden, una gestión que cambió el tono en EE.UU.
Estados Unidos. Un cambio de tendencia en la primera potencia mundial. Presidencia. Impuso orden y calma tras las tormentas de Trump. Logró una eficaz campaña de vacunación y estimuló la economía. Logros y déficits de su gobierno. Clarín 30/04/21. Por Paula Lugones. Resumen:
1. Lucha contra el Covid.
2. Economía y planes de ayuda.
3. El regreso del multilateralismo.
4. Contra el cambio climático.
5. Inmigración.
6. Igualdad y justicia social.
7. Armas.
8. Retiro de tropas de Afganistán.
9. Relación con el mundo.
10. El vínculo con Argentina. BONUS TRACK 3: la voz responsable del Nobel Paul Krugman, analizando la peligrosa política republicana en el aniversario del atentado a las Torres Gemelas.
Los terroristas extranjeros nunca han sido nuestra mayor amenaza
¿Cuál era nuestra real amenaza?
Opinión. Por Paul Krugman. The New York Times y Clarín. 11/09/21.
Puede parecer algo terrible de decir, pero un buen número de personas, especialmente en los medios de comunicación, sienten nostalgia por los meses que siguieron al 11 de septiembre. Algunos expertos suspiran abiertamente por el sentido de unidad nacional que, imaginan, prevaleció después del ataque terrorista. Más sutilmente, mi sensación es que muchos añoran los días en que la gran amenaza para Estados Unidos parecía provenir de fanáticos extranjeros, no de extremistas políticos locales.
Pero ese momento dorado de unidad nunca existió; es un mito, uno que debemos dejar de perpetuar si queremos comprender el terrible estado actual de la democracia estadounidense.
La verdad es que partes clave del cuerpo político estadounidense vieron el 11 de septiembre, desde el principio, no como un momento para buscar la unidad nacional, sino como una oportunidad para aprovechar las ventajas políticas internas. Y este cinismo frente al horror nos dice que incluso en un momento en que Estados Unidos realmente estaba bajo un ataque externo, los mayores peligros que enfrentamos ya eran internos.
El Partido Republicano todavía no era completamente autoritario, pero estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para conseguir lo que quería y desdeñaba la legitimidad de su oposición. Es decir, estábamos bien avanzados en el camino hacia el golpe de estado del 6 de enero, y hacia un Partido Republicano, también conocido como Gran Partido Viejo (G.O.P. por su abreviatura en inglés) que, en efecto, ha respaldado ese golpe y parece muy probable que vuelva a intentarlo.
Ahora es un asunto de dominio público que la respuesta inmediata de los funcionarios de la administración Bush al 11 de septiembre fue usarlo como excusa para un proyecto no relacionado, la invasión de Irak. “Barren todo, cosas relacionadas y no”, dijo Donald Rumsfeld, el secretario de Defensa, a sus ayudantes mientras el Pentágono aún estaba en llamas. Y algunas organizaciones de medios finalmente reconocieron su papel en ayudar a los defensores de la guerra a explotar la atrocidad. El Times, en particular, publicó un mea culpa extenso y franco.
Sin embargo, la explotación del 11 de septiembre por parte de personas que querían una guerra más amplia, y la venta de esa guerra con falsos pretextos, que debería haberse considerado un abuso imperdonable de la confianza pública, se ha desvanecido del discurso público. Y casi no se escucha nada sobre la forma paralela en que se explotó el terrorismo con fines políticos nacionales.
Cuando la nación se ve amenazada, normalmente esperamos que nuestros líderes pidan un sacrificio compartido. Pero los principales republicanos respondieron a un ataque terrorista tratando de promulgar ... recortes de impuestos para los ricos y las corporaciones. De hecho, el presidente del Comité de Medios y Arbitrios de la Cámara de Representantes intentó imponer un recorte en la tasa impositiva sobre las ganancias de capital menos de 48 horas después de la caída de las torres gemelas. Más tarde, Tom DeLay, el látigo de la mayoría de la Cámara, declararía: “Nada es más importante en tiempos de guerra que reducir los impuestos”. Y en mayo de 2003, los republicanos explotaron la ilusión del éxito en Irak al impulsar fuertes recortes en las tasas impositivas sobre las ganancias de capital y los dividendos.
Tampoco olvidemos cómo se manejó la ocupación de Irak. La construcción de una nación es un proyecto inmensamente difícil, uno que debería haber recurrido a las personas más talentosas y calificadas que Estados Unidos tenía para ofrecer. En cambio, la administración Bush trató la ocupación como una oportunidad de patrocinio, una forma de recompensar a los leales políticos; A algunas posibles contrataciones se les preguntó su opinión sobre Roe v. Wade, a otras cómo votaron en 2000.
En resumen, cuando los terroristas atacaron, el G.O.P. ya no era un partido político normal, uno que se consideraba sólo un custodio temporal de intereses nacionales más amplios. Ya estaba dispuesto a hacer cosas que antes se hubieran considerado inconcebibles. En 2003 declaré que el Partido Republicano estaba dominado por “un movimiento cuyos líderes no aceptan la legitimidad de nuestro sistema político actual”. Pero mucha gente no quiso escucharlo. Aquellos de nosotros que intentamos señalar los abusos en tiempo real fuimos tachados de “estridentes” y “alarmistas”. Sin embargo, los alarmistas han acertado en cada paso del camino.
Es cierto que en el pasado hubo algunos factores atenuantes. Para su crédito, el presidente George W. Bush intentó sofocar la reacción antimusulmana, visitando un centro islámico solo seis días después del ataque y pidiendo a los estadounidenses que respeten todas las religiones. Intente imaginar a Donald Trump haciendo algo similar.
También es notable que algunos de los neoconservadores más prominentes, intelectuales que promovieron la invasión de Irak y pidieron un conjunto de guerras aún más amplio, eventualmente se convirtieron en elocuentes, incluso valientes, Never Trumpers. Esto sugiere que su creencia en la difusión de los valores democráticos era genuina incluso si los métodos que defendían y las alianzas políticas que eligieron hacer tuvieron resultados catastróficos.
Pero no es casualidad que los republicanos de hoy hayan dejado atrás tanto la tolerancia como el respeto por la democracia. Donde estamos ahora, con la democracia colgando de un hilo, es hacia donde nos dirigimos durante mucho tiempo.
Estados Unidos fue brutalmente atacado hace 20 años. Pero incluso entonces, la llamada que importaba venía del interior de la casa. La verdadera amenaza para todo lo que representa esta nación no proviene de los terroristas suicidas extranjeros, sino de nuestra propia derecha.
BONUS TRACK 4:
"Utilizó el poder de su cargo para subvertir el
Estado de Derecho. Si dudamos en llamar criminales a esas acciones y a su
perpetrador, entonces estamos diciendo que está por encima de la ley y dando
licencia a los futuros presidentes para hacer lo que sea”. 26/08/22.
En un editorial titulado “Donald Trump no está por encima
de la ley“, hoy viernes la junta editorial del periódico The New York
Times pidió procesar al ex presidente. El Departamento de Justicia avanza en una investigación
criminal sobre documentos altamente clasificados que Trump ocultó indebidamente
en su mansión de Mar-a-Lago en Palm Beach, Florida, pero, según el editorial,
también debería enfrentar cargos por su papel al incitar al ataque del 6 de
enero contra el Capitolio de Estados Unidos y por sus esfuerzos por anular las
elecciones presidenciales de 2020.
“El asalto sin precedentes del señor Trump a la
integridad de la democracia estadounidense requiere una investigación
criminal“, dice el editorial. “Los inquietantes detalles de su mala conducta
postelectoral, reunidos meticulosamente por el comité del 6 de enero, dejan
pocas dudas de que el señor Trump buscó subvertir la Constitución y anular la
voluntad del pueblo estadounidense. El presidente, derrotado en las urnas en
2020, intentó reclutar a autoridades federales encargadas de hacer cumplir la
ley, funcionarios estatales y administradores del sistema electoral de la
nación en un furioso esfuerzo por permanecer en el poder. Cuando todo lo demás
fracasó, incitó a una multitud armada que irrumpió en el Capitolio y amenazó a
los legisladores“.
“Esta junta editorial es consciente de que al decidir
cómo se debe responsabilizar al señor Trump ante la ley, es necesario
considerar no solo si se justificaría el enjuiciamiento penal, sino también si
sería prudente. Ningún presidente estadounidense ha sido procesado penalmente
después de dejar el cargo“.
“Cuando el presidente Gerald Ford perdonó a Richard
Nixon, se aseguró de que Nixon no sería procesado por los crímenes cometidos
durante el escándalo de Watergate; Ford explicó esta decisión con la
advertencia de que el enjuiciamiento planteaba graves riesgos de despertar
‘pasiones’ y empeorar la polarización política“.
Esta vez, sin embargo, exonerar a un expresidente de
acusaciones tan serias simplemente por su estatura es un “riesgo mucho mayor“,
argumentó el editorial. “Las acciones del señor Trump como funcionario público,
como ninguna otra desde la Guerra Civil, atacaron el corazón de nuestro sistema
de gobierno. Utilizó el poder de su cargo para subvertir el Estado de Derecho.
Si dudamos en llamar criminales a esas acciones y a su perpetrador, entonces
estamos diciendo que está por encima de la ley y dando licencia a los futuros
presidentes para hacer lo que sea“.
“Nadie debería deleitarse con la perspectiva de que este
o cualquier ex presidente enfrente un proceso penal“, concluyó el editorial.
“Las acciones del señor Trump han avergonzado a una de las democracias más
antiguas del mundo y desestabilizado su futuro. Incluso la justicia ante la ley
no borrará esa mancha. Enjuiciar al señor Trump tampoco solucionará los
problemas estructurales que condujeron a la mayor crisis de la democracia
estadounidense desde la Guerra Civil. Pero es un primer paso necesario para
hacerlo“.
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