viernes, 28 de febrero de 2014

Perón según Tomás Eloy Martínez



En "Perón según Eugenio Rom" extracté el perfil del General que ese periodista pintó hace añares luego de entrevistarlo durante varias jornadas de 1967 en Puerta de Hierro, la famosa residencia de su exilio madrileño. En la descripción del ex presidente argentino es notoria la admiración del autor por el estadista, algo que me remitió casi automáticamente a la visión crítica de Perón vertida por el escritor Tomás Eloy Martínez (T.E.Mz.), por entonces corresponsal de un medio porteño en la capital española.    

Como dijera, un poco después y en casi idénticas circunstancias T.E.Mz. obtuvo permiso para hacerle un reportaje publicado luego con mucho éxito en la revista política Panorama mientras Argentina soportaba otro gobierno de facto. T.E.Mz. consideraba que Perón era un gran fabulador que le estaba vendiendo una imagen. Inquieto, le arrebató la frase "Evita fue un producto mío" (1)  y siguió investigando su pasado durante años, rastreando datos de su infancia patagónica y su carrera militar. 

En vez de escribir un libro de historia sobre el particular eligió publicar  en 1985 su famosa "La novela de Perón" (2). El autor dijo preferir ese género porque le concedía "licencia para mentir, para imaginar e inventar". Es decir, evitando ser engañado optó por engañar a otros: de presunto embaucado a embaucador. Es verdad que T.E.Mz. avisó antes, pero muchos tomaron su información de manera literal, como el filósofo a la carta José Pablo Feinmann, que usó datos fabulados en aquel libro como si fueran reales para su guión de la película "Evita, quien quiera oir que oiga" (3). 

Podría aventurarse que las visiones diferentes de estos periodistas sobre el estadista argentino se basaron en sus afinidades ideológicas: Eugenio Rom era peronista y T.E.Mz. antiperonista de ley, pero también un inventor muy bien informado que dijo: "Para mentir, hay que saber". Curiosa coincidencia con Perón, que afirmó alguna vez: "Para mentir hay que tener siempre algún grado de inteligencia"

Dejo aquí una pequeña biografía de Eloy Martínez y extractos de reportajes que le hicieron, en donde pueden escarbarse sus pensamientos y su conocimiento del General Perón, con los respectivos links, para seguir indagando. Horanosaurus. 

Tomás Eloy Martínez* 

Escritor y periodista, nació en Tucumán en 1934. Afirmaba haberse recibido de licenciado en Literatura en su Universidad pero sobre eso quedan dudas. Fue autor de dos libros clásicos de la literatura argentina contemporánea: "La novela de Perón" (1985) y "Santa Evita" (1995), traducidos a más de 30 idiomas. Comenzó a trabajar como periodista en La Gaceta de Tucumán, hizo guiones y fue crítico de cine en La Nación, editor de la revista Primera Plana y director de Panorama. Publicó su primera novela ("Sagrado") en 1969 y después creó el famoso noticiero Telenoche. En 1973 apareció su ensayo "La pasión según Trelew", que difundía datos de los fusilamientos de guerrilleros hechos por la Marina en la base Almirante Zar, el año anterior. Le costó un despido y sus primeras prohibiciones. En 1975 dirigió el suplemento cultural de La Opinión y fue amenazado por la Triple A, debiendo irse del país. Se exilió en Venezuela, donde fue cofundador de El Diario de Caracas con Rodolfo Terragno y Miguel Angel Diez. De 1979 es su crónica "Lugar común: la muerte". Fue colega y amigo de Roa Bastos, Osvaldo Soriano, Ariel Dorfman y Gabriel García Márquez, entre otros. Regresó a la Argentina en 1987 y en 1995 fue invitado a trabajar como director del Programa de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Rutgers, trasladándose a Nueva Jersey. Le gustaba decir que trabajaba en EE.UU. pero vivía en la Argentina. Fue columnista de The New York Times, de El País de Madrid y colaboró con Página 12. En 2002 obtuvo el premio Alfaguara con "El vuelo de la reina". Su último libro fue "El cantor de tango". Falleció el 31 de enero de 2010. 

* sintetizado de (4) y otras fuentes.




"Perón se ocupa de que se sepa todo lo que hay sobre él. La imagen que intentó construir Perón es, como toda autobiografía o memoria, una imagen verbal en la que hay enormes lagunas y, además, enormes mentirasLa génesis de 'La novela de Perón' deriva del hecho de que Perón no quiso que publicara los documentos reales que yo le había acercado para completar sus memorias. Entonces, ahí sí me tomé la libertad de trabajarlos, de tal forma que construyeran un retrato de Perón que a mí me parecía el verdadero" (3).

"Voté a Perón, perdón, a Cámpora, en marzo del ’73, porque me parecía que la alternativa de Balbín era irrisoria, imposible. Pero no voté a Perón e Isabel, voté en blanco en esa ocasión, porque me parecía que Perón no tenía derecho de poner a Isabel ahí. En aquel momento era un simpatizante de izquierda, pero por varias razones no podía estar cerca del peronismo ni participar de la teoría del cerco. Primero, porque conocía mucho la intimidad de Perón. Sabía que la presencia de López Rega al lado de Perón no era casual. Sabía hasta qué punto Perón consentía y estimulaba la presencia de López Rega y hasta qué punto se sometía a ella. Se puede explicar de mil maneras, por la teoría del amo y del esclavo, que es hegeliana, o, mejor, por la necesidad de un viejo de la teoría del sirviente, de [Harold] Pinter, el sirviente que se infiltra y se convierte finalmente en el amo. Nunca, nunca confié en Perón, ni en los atributos de Perón. Me parecía un personaje histórico muy poderoso y fuerte, y me atraía mucho como tal. Y cuando lo voté por Cámpora, que podrías leerlo como un modo de votar por los Montoneros, más bien lo hice como un voto de unidad nacional: este hombre, y Perón atrás, son los únicos capaces de instalar cierta unidad en el país. Perón era claramente para mí un caudillo conservador en ese momento, Cámpora era claramente para mí un caudillo conservador en ese momento. Ambos eran caudillos conservadores, pero sostenidos por una muchedumbre de jóvenes que querían un cambio, eran capaces de encontrar una solución armoniosa para la Argentina, y definitivamente pacífica. No fue así, y el inmenso viraje a la derecha que pega Perón después de la caída de Cámpora me convence de que eso es imposible. Y, si bien yo no comulgaba con las ideas marxistas, se me podría llamar un progresista, un tipo de izquierda. Ahora soy mucho más de izquierda que en aquel tiempo. Entonces la violencia me asustaba, le tenía mucho horror, y, por lo tanto, cualquier solución violenta me parecía mala. Y elegí a Perón no porque representaba la violencia, sino porque creía que iba a representar todo lo contrario" (3).

Alberto Amato (4) - —¿No había otra manera de contar a Perón y a Eva si no con los recursos de la imaginación? - —Bueno, hubiera podido elegir la biografía. Es otro tipo de recurso. Hay una excelente e inmejorable biografía de Perón escrita por Joseph Page. Hay una excelente biografía de Eva escrita por Marysa Navarro. Pero yo no quería hacer eso. En verdad mi reto con Perón, y disculpáme la arrogancia, era repetir la experiencia de Sarmiento con 'Facundo' en el 45. Perón había intentado construirse un monumento a través de unas memorias de las cuales yo fui vehículo, porque me dictó esas memorias y las publiqué tal cual, sin desviar nada, como corresponde a un periodista, en la revista Panorama. Me dije, bueno si un personaje tiene la libertad de construir su biografía como mejor le parece, un novelista tiene la potestad de construir la imagen de ese hombre tal como le parece que es. Y eso es lo que hizo Sarmiento. Facundo era un tipo bien educado, que bailaba muy bien, según parece; era de una enorme galantería con las damas, dejó un muy buen recuerdo en Tucumán, en La Rioja. Y claro, esa figura de hiena, de leopardo, de león salvaje que Sarmiento crea prevalece en la imaginación de los argentinos por sobre la del Facundo real.

A.A.- —¿Esa fue su intención con Perón y Eva Perón? - —No. Lo que yo quise es mostrar el Perón que yo vi, el Perón con agachadas, el Perón formado por la escuela militar, el Perón abandonado por los padres, el Perón maltratado en el Colegio Militar, el Perón que participa en La Forestal, el Perón que participa en la Semana Trágica, el Perón que participa en todos los golpes militares desde el año 30 en adelante, o porque se hacen contra él o porque él los hace. Y porque es de algún modo la simiente del autoritarismo argentino. De algún modo Perón condiciona, moldea, querámoslo o no, nuestras vidas.

A.A.- —¿Qué piensa hoy del peronismo? - —Ahora se lo usa y de su ideología queda muy poco. Las tres bases del peronismo eran justicia social, independencia económica y soberanía política y de eso queda poco. El peronismo me parece profundamente respetable porque creo que es una especie de voluntad, o de vocación, o de deseo, o de necesidad de justicia en los argentinos más sumergidos. Y, de algún modo, el recuerdo remoto de una época en la que recibieron dádivas como una forma de felicidad.

A.A. - —Ese andar tan cómodo entre realidad y ficción parece ser incluso un refugio para usted. - —La realidad es siempre inconvincente. Y cualquier cosa borra la realidad. No creo que haya verdades absolutas. Nada es completamente cierto. Creo en las cosas concretas. Pero creo también que el hombre, para sobrevivir, se aferra a creencias, que son sus certezas. Y de esas certezas nacen los resentimientos, los odios, los desencuentros. Yo trato de ponerme siempre en el lugar del otro. Hemos comprendido tan poco a lo otro durante toda la historia de la humanidad. Y sobre todo nos hemos sublevado contra lo otro, porque hemos sentido que eso otro, o ese otro, ponía en riesgo nuestra estabilidad. El fundamentalismo religioso se alimenta de eso.

(…) el autoritarismo que se instala con Uriburu, que luego se encarna en la violencia poderosa del GOU, del golpe del 43, con la educación religiosa remachada en las escuelas y con el hecho central de que Perón, que no había tenido un hogar propio y su único hogar había sido el cuartel, quería hacer de la Argentina un gran cuartel, aun con las mejores intenciones. Logra resolver muchos de los problemas de justicia social que venían atrasados en el país, pero al mismo tiempo crea un autoritarismo de partido único, de sindicato único, de silenciamiento de la prensa. Conocí muy bien a Perón. Hablé con él muchas horas. Y discutimos de todo esto. El era enormemente inteligente, muy hábil. Había leído mucho en la vida, mayormente historia militar. Pero también lecturas de orden político valioso y de comprensión de la geopolítica y de los grandes movimientos que se estaban gestando en el mundo. El sobre todo fue un testigo, o decía que lo era, no sé hasta qué punto lo fue. Por ejemplo, me cuenta una vez que él salva al Che Guevara del servicio militar. "Pero escuchemé, General —le dije— usted era presidente de la Nación ¿Cómo iba a salvar a un desertor…?" El inventaba historias, Perón tenía una enorme imaginación. También Perón fue un maestro de la incertidumbre (...)

A.A.- —Perón y el peronismo han sido una pasión y una obsesión en su vida literaria, y no literaria. Y usted no es peronista. —Yo nací en un hogar antiperonista. La línea paterna de mi familia era conservadora, la línea materna de mi familia era radical; por lo tanto Perón y Eva no eran bien queridos en mi casa. Y yo tenía un enorme desinterés por la política, hasta que el periodismo empieza a empujarme hacia la comprensión de la política. En el año 66 voy a España a ver cómo ha quedado ese país después de treinta años del estallido de la Guerra Civil enviado por Primera Plana. En ese momento de la revista me mandan un telegrama en el que me dicen que hay golpe militar en Argentina y que trate de entrevistar a Perón. Perón me recibe durante tres horas y hablamos largamente; hablamos de Onganía, hablamos de Illia, él justifica el golpe, lo defiende, lo prohíja. Un mes después se da vuelta totalmente, claro. A partir de ahí empieza a interesarme Perón como figura, como personaje, más que como marca política. Es a partir de las personas que me empieza a interesar la política. O si querés, a partir de una frase de López Rega, que me impresiona mucho: caminando un día por la Gran Vía, en 1968, López Rega me dice: "¿Vos con quién querés estar? ¿Con la masa o con los que amasan?" Yo tomé clara conciencia entonces de lo que significaba la injusticia del poder, de lo que significaba el uso y los usos del poder".

(...) "Así empecé a descubrir los bordes entre la realidad y la ficción, y que podías contar sin mentir. Ahora, claro, en los textos periodísticos yo nunca miento. Hay un problema ético en todo esto. Si caminás sobre el borde, no podés engañar al lector. Cuando yo digo: "Este texto es una novela" no tiene que creerse una sola palabra de lo escrito allí. Es el caso de Santa Evita, por ejemplo. Yo me dije "Se ha contado todo sobre Evita. ¿Qué no se ha contado y por lo tanto puede ser inventado?" Y pensé en la gran manifestación del 22 de agosto de 1951, cuando delante de dos millones de personas se desarrolla un drama que no se ve. Porque hay cuarenta y cinco minutos en los que nadie sabe nada de Eva, porque Eva no está. Y no se sabe dónde está. Nunca, en ningún texto biográfico, se explicó adónde estuvo Eva, nadie lo supo. Yo inventé todo lo que pasó en ese lapso (...)"

(5) "Yo creo que hay que dejar funcionar a la democracia, no dejarse llevar por la urgencia. Siempre sostuve que Perón venía desgastándose aceleradamente durante su segundo período y al interrumpir el desgaste se favoreció su renacimiento. La revolución del 55 fue un error de impaciencia. Perón estaba cayéndose solo. Solo, hubiera caído de modo definitivo; al acelerar su caída, se le permitió rehacerse. Con Chávez pasa algo similar (...) La política de Chávez es la misma política distribucionista que existía durante el segundo período de Perón. Se basa en la riqueza petrolera, que es inmensa, para paliar dificultades inmediatas. Chávez no construye nada, está poniendo paños tibios en los sectores más desfavorecidos y dilapidando el inmenso caudal de dinero que llega. Tiene de hecho la figura de Perón muy presente. Y no hay que olvidar que es rescatado de la derrota por un movimiento mucho más subterráneo pero parecido al del 17 de octubre de 1945. Pero, para la democracia, lo peor es la impaciencia. Eso sólo hace que el populismo se afiance, que el autoritarismo prospere". 


BONUS TRACK: MAS SOBRE LOS 'EMBAUCADORES' TOMAS ELOY MARTINEZ Y JUAN DOMINGO PERON.

* "Como tantas veces que Tomás contaba algo (y vaya que era narrador empedernido), no sabía yo si era cierto o no, si lo estaba inventando o había sucedido. Ya estaba especializando en confundir deliciosamente a sus interlocutores, ya iba juntando una pasión por la verdad y una compasión por los excluidos de la historia con una mirada mareante y juguetona que los críticos calificarían como postmoderna". Ariel Dorfman, reconocido ensayista chileno y amigo de Eloy Martínez (6).

* "Me encanta esa línea indivisible entre la realidad y la ficción. El también era así. Nos resultaba difícil detectar qué era verdad y qué era mentira cuando nos contaba algo. Y de alguna manera vivíamos la dualidad de querer saber y no querer, y prestarnos a su juego. Por ejemplo, él decía que se había recibido en Letras en la Universidad de Tucumán. Las fechas no nos daban. Creemos que lo inventó, pero nunca quisimos averiguarlo", dice divertido, habiendo superado la frustración del poeta que no fue justamente por la implacable mirada crítica paterna". Blas Eloy Martínez, cineasta e hijo de T.E.Mz. (7).

* "Perón dejó estampada una montaña de cuentos en un libro titulado 'Yo, Juan Domingo Perón-relato autobiográfico' de Sudamericana/Planeta-1976, que los españoles Torcuato Luca de Tena y Luis Calvo prepararon con cintas magnetofónicas grabadas en los años de exilio. Son cuentos porque los contó, pero no son ciertos. Hay frases imperdibles, con las que cautivó a sus seguidores y que le sirvieron para manejar la política argentina durante treinta años. Pero también me sirvieron a mi para demostrar lo poco creíble que fue siempre el jefe de la supuesta revolución peronista (...) existen infinidad de frases, cuentos y anécdotas sobre episodios del general, pero los más graciosos son los que contó el mismo, por su desapego a los hechos históricos, su escasa memoria y su afán por divertir a quienes lo entrevistaban..." Hugo Gambini, longevo periodista porteño recalcitrantemente antiperonista y simpatizante de varias dictaduras militares, tan troglodita como reconocido por sus pares (8)

NOTAS

(1) La versión autorizada por Perón de los reportajes concedidos a T.E.Mz. en Madrid fueron publicados en el semanario Panorama, en aquellos años. La compilación completa sobre treinta horas de grabación de los mismos, con notas de investigación complementarias del periodista -claro que no autorizadas-, salieron en "Las memorias del General" (Planeta, 1996). Fue reeditado después como "Las vidas del General" (2004).

En "Isabel, la mejor discípula", artículo de Tomás Eloy Martínez en La Nación del 20/01/07, podrán encontrar más detalles sobre esas entrevistas y una descarnada visión sobre Isabelita, que también difiere radicalmente de la brindada por Eugenio Rom en "Así hablaba Juan Perón" (Peña Lillo editor, 1980). 

(2) A pesar de tenerlo en mi biblioteca, nunca pude leer ese libro por considerarlo oprobioso y chocante con mi vieja visión idealizada del líder justicialista. Ya conté en otros rincones de este blog que fui un peronista bastante 'cerrado' durante años, como modo de entender y encajar en el mundo. Mi ajuste de la realidad -eufemismo por desilusión- llegaría por otras vías, años después. No significa que no siga rescatando y extrañando muchas ideas y actos revolucionarios del General Perón, más allá de sus flagrantes contradicciones.

(3) "Novela significa licencia para mentir". Entrevista con Tomás Eloy Martínez por Juan Pablo Neyret. 2002. 

(4) "El enemigo de las certezas". Reportaje de Alberto Amato a Tomás Eloy Martínez, publicado en la Revista Ñ del 29/04/06. 

(5) "Tomás Eloy Martínez: el poder de hoy es iletrado". La Nación suplemento Enfoques. Por Pedro B. Rey. 29/08/04.

(6) "Tomás Eloy Martínez: entre la crónica y la invención de la historia". Clarín 01/02/10. Por Ariel Dorfman. 

(7) "Blas Eloy Martínez, un cineasta en la Dirección de Notificaciones". La Nación suplemento Enfoques. Por Romina Mangel. 19/02/12. 

(8) "Los cuentos que contó Perón". Afecto a los relatos que lo tenían como protagonista, el ex presidente argentino tejió, alrededor de distintos hechos históricos, versiones reñidas con la realidad. Del origen de su apellido al 17 de Octubre, esta nota recorre algunas de ellas. Por Hugo Gambini.  Suplemento ADN La Nación. 02/08/08.

NOTA: me disculpo por desconocer y no citar al autor de la excelente caricatura de Perón expuesta arriba  (¿Sábat?) y las fotos que ilustran.

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domingo, 16 de febrero de 2014

Carlos Pellegrini: estadista de la oligarquía



Publicación necrológica del 18 de julio de 1906 en el diario socialista La Vanguardia, con motivo de la muerte del ex presidente Carlos Pellegrini: "Si tuvo talento, nunca lo aplicó en beneficio del país. En la vida no tuvo más norma que la ambición y, ante el exagerado concepto de la individualidad, desaparecía para él todo interés colectivo. Tenía el alma de un cartaginés y, más que un caudillo, fue un comerciante". Singular adiós a Pellegrini escrito por el socialista Juan B. Justo (1). 




¿Fué tan así? Carlos Pellegrini era porteño, nació el 11 de octubre de 1846, hijo del ingeniero italiano (o suizo) Carlos Enrique Pellegrini, que arribó a estas costas contratado para construir un nuevo puerto, y de la inglesa María Evans. Estudió en el colegio Nacional de Buenos Aires, de donde salió siempre una parte importante de la clase política argentina. Allí aprendió francés e inglés, lo cual influyó en su forma de hablar. Por eso le quedó el apodo de "el gringo". En 1863 ingresó a la Facultad de Derecho pero abandonó a los dos años para combatir con el ejército en la guerra del Paraguay. A la vuelta, empezó a trabajar en el diario La Prensa y terminó de recibirse de abogado. En 1871 se casó con Carolina Lagos García; no tendría hijos.

En 1872 fue electo legislador provincial por Buenos Aires y al año siguiente llega al Congreso como diputado nacional por seis años. El presidente Avellaneda lo designa ministro de Guerra y Marina y en 1880 debe reprimir la rebelión del gobernador bonaerense Carlos Tejedor por la ley de Federalización, que le quitaba a la provincia el territorio de la ciudad capital.  Las tropas leales triunfadoras las encabezaba el joven general Julio A. Roca, muy poco después presidente.  Para el opositor Leandro N. Alem la federalización de la capital causaría la hipertrofia del centralismo,  y para otros -como José Hernández- ayudaría a alejar el peligro de la disolución nacional. Terminaría siendo el entierro definitivo del viejo federalismo.

No pasa mucho y Pellegrini deja aquel cargo y asume como senador. Impulsa el proyecto para la construcción del puerto de Buenos Aires ideado por el Ing. Eduardo Madero con financiación británica, el cual es aprobado por el Congreso, derrotando al proyecto del Ing. Luis Huergo, mucho más económico (2). Todo esto, en medio de la primer gran oleada inmigratoria de cientos de miles de españoles e italianos. 

En 1883, Pellegrini junto con Miguel Cané y otros amigos, funda el Jockey Club, reducto de la clase aristócrata y hace lo mismo que Sarmiento pero en función industrialista: viaja a Estados Unidos y Europa a embeberse de los avances del primer mundo. También es comisionado en 1885 por el presidente Julio Roca para renegociar la deuda externa.

En las siguientes elecciones, la fórmula oficialista fue Miguel Juárez Celman-Carlos Pellegrini, bancada justamente por Roca. Todas las fuentes indican que triunfaron mediante fraude electoral. Como vicepresidente, Pellegrini mantuvo un perfil bajo pero dentro de un gobierno que condujo a una crisis económica en 1890, bajo acusaciones de corrupción y mal desempeño (3).

Durante julio de ese año el heterogéneo frente opositor Unión Cívica, integrado por Leandro N. Alem, Aristóbulo del Valle, Bernardo de Irigoyen y el jodido Bartolomé Mitre echando leña al fuego desde su diario La Nación, provocó la llamada "revolución del parque" que fue derrotada, pero condujo a la renuncia de Celman (4). 

El gobierno de Juárez Celman, apodado por algunos "el burrito cordobés", fue una continuidad del sistema liberal-agroexportador y aristocrático adoptado por Julio A. Roca ("el zorro"), adorado por la banca y el comercio británicos. Se empezaron a ver las consecuencias de adoptar el esquema de la división internacional del trabajo adecuado a las minorías, con intercambio comercial desigual a favor de las potencias industrializadas: materias primas baratas por productos elaborados caros. El país crecía y se modernizaba pero se endeudaba mal. 

Se llegó a tal nivel de especulación, endeudamiento y desprestigio (fueron posiblemente la primer 'patria financiera' y nuestro primer default técnico) que hasta su concuñado Roca, presidente del Senado -al ver tambalear su poder real- le retiró el apoyo político a Celman, que debió renunciar. Fue denunciado después por haber recibido una coima de 100.000 libras esterlinas de nuestra vieja y conocida casa Baring Brothers.

Pellegrini asumió como presidente porque se convirtió en la mejor salida política, después de una negociación entre Mitre y Roca. Leandro N. Alem se enfrenta al contubernio y forma la Unión Cívica Radical con Aristóbulo del Valle, Bernardo de Irigoyen, Castellanos, Alvear, Lisandro de la Torre y Adolfo Saldías

El nuevo presidente realizó una gestión eficaz: armó un arco de bancos, ganaderos y comerciantes que respaldaron un empréstito de 15 millones de pesos para pagar vencimientos externos urgentes. Políticamente fue un nuevo y prestigioso representante de la aristocracia. Pudo paliar la crisis aplicando medidas de austeridad, echando empleados públicos y achicando gastos administrativos y obra pública. Nacionalizó obras sanitarias privatizadas por Celman e innovó, creando el Banco de la Nación Argentina y la caja de conversión. Esas medidas permitieron recuperar la devaluada moneda nacional. Levantó el estado de sitio y facilitó elecciones libres en la Capital, lo cual posibilitó la elección de Aristóbulo del Valle y Leandro N. Alem como senadores.  

Pellegrini, hombre de Roca (tanto que lo nombra inmediatamente ministro del interior) y de los banqueros, fue no obstante defensor de la incipiente industria nacional, promoviendo la fundación del Club Industrial. "Si el libre cambio desarrolla la industria que ha adquirido cierto vigor, y le permite alcanzar todo el esplendor posible, el libre cambio mata la industria que está naciendo. La agricultura y la ganadería son, sin dudas, dos grandes industrias fundamentales; pero ninguna nación de la tierra ha alcanzado la cumbre de su desarrollo económico con solamente estas dos industrias. Hace falta más. Las industrias que las han llevado al máximum de poder son las industrias fabril, y la industria fabril es la primera en mérito y la última que se alcanza en el proceso, porque ella es la más alta expresión del progreso industrial al que puede aspirar una nación". Claro que esa visión no afectaría en absoluto el esquema agroexportador, que seguiría gozando de buena salud durante muchas décadas más. 

El régimen continúa en 1891, al transferirse el mando a Luis Sáenz Peña (padre de Roque) y José Evaristo Uriburu, siempre con Roca influyendo detrás. Pellegrini vuelve a ser senador en 1895 por el oficialista Partido Autonomista Nacional y sigue siendo una figura principal y prestigiosa de la política argentina. 

Ese año, Alem escribe en una carta en la que dice: "Los radicales conservadores se irán con don Bernardo de Irigoyen; otros radicales se harán socialistas o anarquistas; la canalla de Buenos Aires, dirigida por el pérfido traidor de mi sobrino Hipólito Yrigoyen, se irá con Roque Sáenz Peña, y los radicales intransigentes nos iremos a la mismísima mierda"Un año después, luego de caer preso varias veces intentando otros golpes revolucionarios y tomando ciudades ya junto a su sobrino, Leandro N. se suicidaba, decepcionado por los fracasos políticos y asqueado de la corrupción del régimen, escribiendo en su legado político el famoso "que se rompa pero que no se doble (...) he dado todo lo que podía dar".

En 1901 Pellegrini se termina enfrentando con Julio Roca, que era presidente por segunda vez, rompiéndose el Autonomismo. Tuvieron diferencias profundas respecto a la financiación de la deuda externa y una ley electoral que pudiera combatir el fraude. Pellegrini, a pesar de bregar por una nueva ley electoral, llegó a decir: "No hay voto más evidentemente libre que el que se vende", defendiendo públicamente la práctica de la compra de los votos, en una época en la cual el desprecio por las mayorías era mucho mayor que en la actualidad. 

En 1906 es nuevamente elegido diputado pero cae gravemente enfermo y muere el 17 de julio (5). Carlos Pellegrini fue un alto representante de la denominada "generación del 80", una elite política que modernizó el país durante el último cuarto del siglo XIX, forjando su desarrollo bajo una visión oligarca y excluyente.


En una conferencia brindada por Arturo Frondizi, decía sobre Carlos Pellegrini: "Uno de nuestros males había sido y es no aprovechar el pensamiento nacional, cualquiera que sea el origen político de quien lo haya expuesto o lo exponga. Grandes orientaciones e iniciativas son ignoradas. Algunas por ocultamiento deliberado, otras por pasión política, otras porque hieren intereses internos o externos que no quieren renunciar a privilegios. Necesitamos rescatarlas. Todo lo que ayude a la construcción de la Nación debe adoptarse renunciando a favorecer la perduración de viejas antinomias y la aparición de otras nuevas... éste es el homenaje que le ha querido rendir a Carlos Pellegrini, autonomista y conservador, como defensor de la industria nacional, Arturo Frondizi, desarrollista de origen yrigoyenista. Pues pese a las diferencias políticas, cuando se trata de los grandes problemas de la Nación existe un único interés, que es el de la Patria" (6) 

Fuentes:

* "Pellegrini, elitista crítico". Sección 'La historia en foco' por Felipe Pigna. Revista Viva, Clarín. 03/02/13. 
* "Los mitos de la historia argentina 2" Felipe Pigna, Ed. Planeta-2005.
* "Historias insólitas de la historia argentina". Daniel Balmaceda, Ed. Sudamericana-2012.
* "Historia del país de los argentinos". Fermín Chávez, Theoría-1980.



Por Felipe Pigna. Revista Viva 30/10/16, ampliado en El Historiador.

Carlos Pellegrini, el precursor de las ideas industrialistas en Argentina y el presidente que tuvo que afrontar la crisis de 1890, nació en Buenos Aires el 11 de octubre de 1846, durante los últimos años del período rosista. Era hijo de María Evans y del ingeniero Carlos Enrique Pellegrini, que había llegado al país desde Italia en 1828 contratado por el presidente Rivadavia para la realización de obras del puerto de Buenos Aires.

Pellegrini aprendió a leer y a escribir y los primeros rudimentos del francés y del inglés en su casa, donde tuvo como maestros a sus padres. A los ocho años ingresó a la escuela de su tía Ana Evans, donde continuó sus estudios y el aprendizaje de idiomas que dejará su huella en la forma de hablar de Pellegrini y le valdrán entre sus compañeros del Colegio Nacional de Buenos Aires el apodo de «el gringo».

En 1863, ingresó a la Facultad de Derecho pero a los dos años dejará sus estudios para incorporarse al ejército y combatir en la Guerra del Paraguay. Allí tuvo una actuación destacada en la batalla de Tuyutí y en otros combates hasta que cayó enfermo y debió abandonar definitivamente el frente de batalla.

De regreso a Buenos Aires y recuperado de sus afecciones, ingresó como periodista al recién fundado diario La Prensa y pudo terminar sus estudios de derecho. Su tesis de graduación fue "El derecho electoral", en la que criticaba el sistema vigente y proponía una campaña de educación cívica. Decía en uno de sus párrafos: «La protección del gobierno es necesaria para el desarrollo industrial de la República Argentina». Con su flamante título se incorporó a la administración estatal con el cargo de Subsecretario del Ministerio de Hacienda.

En 1871, mientras la fiebre amarilla se abatía sobre Buenos Aires, Pellegrini se casó con Carolina Lagos García, la compañera de toda su vida, con quien no tendrá hijos. Al año siguiente comenzó su carrera política al ser electo legislador provincial en Buenos Aires. En 1873 llegó al Congreso como diputado nacional;  allí completará un período de seis años en los que se destacará por su excelente oratoria y su claridad de conceptos. Su colega José Manuel Estrada reconocía los méritos de su opositor al decirle a un colega en plena sesión«si usted no me entiende, le pediré al diputado Pellegrini que se lo aclare como él solo sabe hacerlo».

En el Parlamento, se manifestó partidario de la libertad de enseñanza poniendo como ejemplo, al igual que Sarmiento, al modelo norteamericano. Durante los debates producidos en 1875 en torno al liberalismo o el proteccionismo, se mostró como un vehemente partidario de la adopción por parte del estado de políticas de protección de la incipiente industria nacional y fue uno de los promotores de la fundación del Club IndustrialDijo, entonces, en uno de sus discursos parlamentarios: «Si el libre cambio desarrolla la industria que ha adquirido cierto vigor y le permite alcanzar todo el esplendor posible, el libre cambio mata la industria naciente. La agricultura y la ganadería son dos grandes industrias fundamentales; pero ninguna nación de la tierra ha alcanzado la cumbre de su desarrollo económico con solo estas industrias. Las industrias que las han llevado al máximun de poder son las industrias fabril, y la industria fabril es la primera en mérito y la última que se alcanza, porque ella es la más alta expresión del progreso industrial».1

El presidente Avellaneda lo convocó hacia el final de su mandato para ocupar el estratégico Ministerio de Guerra, desde donde tendrá que enfrentar en 1880 la rebelión del gobernador de Buenos Aires, Carlos Tejedor, quien se negaba a aceptar la Ley de Federalización que le quitaba a la provincia el territorio de la capital. Pellegrini coordinó la acción de las tropas leales encabezadas por el joven general y presidente electo Julio A. Roca.

Tras el triunfo de las fuerzas leales, Pellegrini pudo dejar su cargo y asumir la banca de senador producto de las elecciones de 1880. Desde su banca retomará el proyecto de su padre de construir el puerto de Buenos Aires que había quedado inconcluso desde la época de Rivadavia. El senador adoptó el proyecto del ingeniero Eduardo Madero, con financiación y técnicos británicos, y logró su aprobación por el Congreso. Nueve años después, desde su cargo de vicepresidente dejará inaugurado el puerto de la capital.

En 1883, junto a un grupo de amigos apasionados como él por las carreras de caballos, entre los que se contaba Miguel Cané, fundó el Jockey Club. Según Pellegrini, el Jockey debía ser además un centro cultural y social que contribuyera a refinar los modales y los gustos de la clase dirigente.

Al concluir su mandato en 1886, Roca apoyará la candidatura presidencial de su concuñado, el cordobés Miguel Juárez Celman. Pellegrini integrará el segundo término de la fórmula que obtendrá el triunfo. Pellegrini, como la mayoría de los vicepresidentes argentinos, mantuvo un perfil bajo. Durante este período realizó varios viajes a Europa y los Estados Unidos. Pero los descalabros del gobierno de Celman, que provocaron la grave crisis económica de 1890 y las justificadas acusaciones de corrupción y mal desempeño, convocaron a Pellegrini a un primer plano.

El 26 de julio de ese año, estalló en Buenos Aires una revolución dirigida por un amplio frente opositor que bajo el nombre de Unión Cívica, venía manifestándose contra la política juarista. Los revolucionarios dirigidos por Leandro Alem fueron derrotados, pero Celman debió renunciar. 

En una carta a su hermano decía Pellegrini: «Me dirán ¿qué hay que hacer entonces? Pero, lo que hace el agricultor que pierde su cosecha: aguantar; se aprieta la barriga y economiza todo lo que puede, mientras vuelve a sembrar. Proteger la industria por todos los medios; ¡y dejarse de Bolsa y Tesoros y bimetalismo y música celestial!»2

Todas las miradas se dirigen al vicepresidente. Pellegrini pone como condición para asumir la presidencia que un grupo de banqueros, estancieros y comerciantes argentinos suscriban un empréstito de 15 millones de pesos para hacer frente a los vencimientos externos. Reunido este capital, el nuevo presidente inaugura su gestión aplicando medidas de austeridad, nacionalizando las obras sanitarias privatizadas por Celman, creando la Caja de Conversión para dar confianza a los inversores y el Banco de la Nación Argentina.

Durante sus dos años de gobierno, demostró sus condiciones políticas. Pudo sacar al país de la crisis y permitió la realización de elecciones libres en la Capital, lo que posibilitó la elección como senadores de Aristóbulo del Valle y Leandro N. Alem. Culminó su mandato el 12 de octubre de 1892 transmitiéndole el mando al Dr. Luis Sáenz Peña y se retiró momentáneamente de la vida política hasta ser electo nuevamente senador en 1895.

En 1901, se produjo la ruptura entre Pellegrini y el general Roca, que ocupaba por segunda vez la presidencia. Roca envió al Congreso un proyecto de unificación de la deuda externa a través de un empréstito externo de reducido interés y a largo plazo cuyo servicio se garantizaba con las rentas aduaneras. Pellegrini lo defendió en el parlamento y logró su media sanción. Pero tras una serie de artículos periodísticos y manifestaciones opositoras, Roca retiró el proyecto sin consultar a Pellegrini. Esto enojó notablemente a Pellegrini y lo alejó definitivamente de la política roquista, con la que mantenía profundas diferencias políticas por la permanente negativa del conquistador del desierto a discutir siquiera la posibilidad de una nueva ley electoral que pusiera fin al fraude. Pellegrini era uno de los miembros de la elite que comenzaban a considerar que la prosperidad alcanzada podía peligrar de no atenderse los reclamos de la oposición y se mostraban dispuestos a considerar la introducción de reformas graduales en el sistema electoral con el fin de evitar conflictos sociales.

En 1906, fue electo diputado pero al poco tiempo cayó gravemente enfermo y tras un mes de lenta agonía falleció el 17 de julio de ese año. Dijo en uno de sus últimos discursos: «Nuestra historia política de los últimos quince años es la historia política sudamericana: círculos que dominan y círculos que se rebelan; opresiones y revoluciones, abusos y anarquía. Pasan los años, cambian los actores, pero el drama o la tragedia es siempre la misma; nada se corrige y nada se olvida y las bonanzas halagadoras, como las conmociones destructoras se suceden a intervalos regulares cual si obedecieran a leyes naturales. Los unos proclaman que mientras haya gobiernos personales y opresores, ha de haber revoluciones; y los otros contestan que mientras haya revoluciones, han de existir gobiernos de fuerza y de represión. Todos están en la verdad, o, más bien, todos están en el error3

Referencias:

Diario de sesiones de la Cámara de Diputados del  Congreso de la Nación. 1876, pág. 1124.
Delfor Reynaldo Scandizzo, El gringo Pellegrini. Editorial Corregidor, 1997, pág. 125.

Carlos Pellegrini, Discursos y escritos. Editorial Estrada, 1959, pág. 82.

Notas:

(1) Extractado de 'Historias insólitas de la historia argentina', obra citada arriba.
(2) Primer ingeniero argentino.
(3) El juarismo, paradójicamente, contó con el apoyo de hombres de gran valor intelectual y moral, como Osvaldo Magnasco, Estanislao Zeballos, Juan Balestra, Ramón J. Cárcano, Lucas Ayarragaray, José Francisco López y José S. Alvarez ('Fray Mocho'). También simpatizaron con el gobierno Ricardo López Jordán y el industrialista y gran innovador Rafael Hernández (hermano de José, oficial del ejército de la Confederación, agrimensor, diputado, senador, periodista y fundador de la Universidad de La Plata). Pero era una época muy complicada en la cual las alianzas y simpatías políticas duraban menos que un gas en un canasto. 
(4) El golpe fue el 26 de julio de 1890 sobre el Parque de Artillería, que estaba ubicado donde hoy se encuentra el Palacio de Tribunales frente a la plaza Lavalle, pleno centro de la ciudad de Buenos Aires. El distintivo de los cuatrocientos o quinientos civiles armados era su boina blanca y tenían el apoyo de algunos regimientos díscolos. Hubo dos días de combate y la rendición llegó el día 28. La represión estuvo al mando del General Levalle.   
(5) Ese mismo año fallecían Bartolomé Mitre -ya retirado de la vida política- y el presidente Manuel Quintan.
(6) Citado en "El desafío del buen gobierno" por Eduardo Fidanza, La Nación 21/11/15.

Un estadista multifacético

Al cumplirse un siglo de su muerte, cinco historiadores repasan la vida de Carlos Pellegrini, figura clave de la política argentina del siglo XIX. Revista Ñ. 14/10/06. Por Rogelio García Lupo.

“El hombre que hizo”
Varios autores. Biografía.
216 páginas

El símbolo de la generación del 80 fue un gigante que desafió con su valor físico y su audacia intelectual a todos los hombres que se cruzaron en su camino, aunque en el fondo fue un transgresor a quien las cir­cunstancias pusieron a cargo del orden. Carlos Pellegrini ha sido recordado con motivo de cum­plirse un siglo de su muerte por la conservadora Fundación Car­los Pellegrini, con cuyo patroci­nio cinco historiadores escribie­ron sobre el personaje procuran­do no entrar en muchos detalles. Sin embargo, María Sáenz Quesada apunta que Pellegrini “no era racista en lo que se refie­re a la inmigración” pero “en cuanto al pueblo criollo se siente avergonzado de su tez oscura”, un prejuicio que lo acompañará hasta la muerte. Por su parte, En­rique Mayocchi puntualiza que la pluma de Pellegrini, desde los diarios que dirigió, estuvo en la vanguardia del conflicto del go­bierno argentino con la Iglesia Católica, tomó partido por la en­señanza laica, aprobó la expul­sión del Nuncio Apostólico, apoyó la cesantía de los jueces y profesores católicos y hasta im­pulsó la ruptura de las relaciones diplomáticas con el Vaticano. Di­ce Mayocchi que contaban con “el visto bueno de Pellegrini quienes estaban siempre dis­puestos en ver a la Iglesia como al enemigo del país”. A cargo de Rosendo Fraga co­mo especialista en historia mili­tar quedó el perfil de Pellegrini como ministro de Guerra y Mari­na en momentos dramáticos de la historia, cuando fue protago­nista de choques armados y segu­ramente su buena puntería se lu­ció en la carne de algunos com­patriotas. Fraga se detiene en el detalle de Pellegrini pasando re­vista a las tropas con un unifor­me de coronel inventado por él mismo, lo que revela a un profundo transgresor que pasaría a la historia nacional como el mo­delo del hombre de orden. Fraga rescata el momento en que Pelle­grini, ministro de las fuerzas ar­madas concentradas en los cuar­teles de la Chacarita y dispuestas a reprimir a los revolucionarios del 80, escucha la insinuación del general Luis María Campos para que vista el uniforme mili­tar de modo que las tropas pue­dan distinguirlo. Pellegrini no le hace caso. Pero va más lejos: in­venta un uniforme propio, con­sistente en una levita azul con botones dorados y una gorra di­señada por él mismo que combi­na el quepí del ejército con la go­rra marinera, y un cinto especial del que cuelga el cable. Este gesto se repetirá en la re­volución del 90, cuando a los 44 años, le corresponde como vice­presidente de la República repri­mir a los rebeldes. Pellegrini se traslada al campo de batalla en el caballo de un lechero, a quien lo confisca de hecho, en una situa­ción grotesca que un testigo cali­ficado de la época recuerda con estas palabras: “A la cabeza, iba a pie el general Levalle, ministro de Guerra, con un revólver en la mano, y a su lado, montado en un jamelgo, el doctor Pellegrini, con sombrero de copa y sobreto­do de pieles que estimulaba con sus largas piernas colgantes a su flaca cabalgadura”.


Pellegrini fue político, estadis­ta, fundó el Banco Nación y el Jockey Club y tomó decisiones económicas que marcaron su tiempo largamente. Hijo de un pintor francés mimado por la so­ciedad porteña, disfrutó de los dones de la clase alta argentina y se jugó la vida no en sentido figu­rado. Cuando murió, en 1906, es­taba en plena actividad y había si­do elegido Gran Maestre de la Masonería.

Ilustraciones: viejo billete de 10.000 australes con la estampa de Pellegrini; estatua y plaza en su honor, en la zona de embajadas, barrio de la Recoleta, Bs.As.  Por último, panteón de Carlos Pellegrini en el cementerio de la Recoleta, Ciudad de Buenos Aires, R.A. 

Estados Unidos, racista

Existen millones de miradas críticas sobre la crueldad del imperio, básicamente provenientes de sus colonias y de  sectores intelectuales o rebeldes de naciones cómplices del saqueo capitalista. Resulta más raro cuando son autocríticas de mentes lúcidas desde adentro. Me interesó rescatar y exponer las de dos conocidos: un escritor y un músico. Horanosaurus.





“Estados Unidos nunca dejará de ser racista”.

John Grisham, el padre del thriller legal critica a Washington. Clarín 01/03/14. Grisham es un hombre del sur profundo: cálido, pasional, combativo como puede serlo un progresista criado en las tierras del Ku Klux Klan. Ahora habla en Nueva York, una metrópoli exótica para él que vive en el campo, entre Virginia y una fin­ca victoriana en el Misisipi. La excusa es su novela “La sombra del sicómoro” (se publicará este año en el país), que, apenas sa­lió, saltó al primer puesto en la lista de best-sellers de The New York Times. Y no es una sorpre­sa para el inventor del thriller legal: a los 58 años, Grisham pertenece al trío exclusivo de autores capaces de vender dos millones de ejemplares en la primera edición (los otros son Tom Clancy y J.K. Rowling). Desde que dejó de ejercer como abogado para dedicarse a la literatura, ha vendido casi 300 millones de libros en el mun­do. En nuestro país, 300 mil. Muchos fueron llevados al cine: “La fachada”, de Sydney Pollack, “El informe Pelícano”, de Alan Pakula; “El poder de la justicia”, de Francis Ford Coppola. No es su éxito lo que llama la atención, sino el hecho de que por primera vez Grisham creó una "secuela", rescatando al abogado y prota­gonista de su primer libro, Jake Brigance, un personaje autobio­gráfico. Al escritorio de Jake llega el testamento explosivo de un rico industrial del sur, que se suicidó colgándose de un árbol, de un sicómoro. El magnate deshereda a sus familiares para dejarle casi todo a una mucama negra.

-Un personaje de la novela dice "en el Misisipi, todo gira en torno a la raza". -Creo que Estados Unidos nunca dejará de ser racista. En nuestra historia está la esclavitud, el peca­do original más grande de los Es­tados Unidos. Y sin embargo lle­gó Obama, casi de improviso. Lo voté dos veces y si fuera posible lo votaría una tercera. Pero com­prendo la frustración de quienes esperaban cambios mayores. ¿ Se puede cambiar profundamente el sistema en Washington? El rol del dinero en la política es tan in­vasivo que corrompe todo.

-En los estados del sur avanza una contraofensiva para impedir el voto de los negros. -Los republicanos, con la ayuda de la Corte Suprema, están al acecho de los derechos de las minorías. En un país donde no existe el documento de identidad, se inventan requisitos especiales para el acceso a los cargos electo­rales, todas barreras para impedir que voten los más pobres.

-Usted dedica parte de sus ga­nancias a la fundación The Inno-cence Project. ¿De qué se trata? -Hay miles de inocentes en las cárceles estadounidenses y hoy tenemos una herramienta ex­traordinaria para liberarlos: los análisis de ADN. A través de The Innocence Project seleccionamos una docena de casos al año .ob­tenemos la revisión de los juicios en base a los nuevos análisis científicos. Ganamos 311 veces, 311 detenidos liberados: parecen muchos pero apenas si son la punta del iceberg. Ciento treinta de esos prisioneros estaban en el corredor de la muerte. Pero resul­ta frustrante pensar en los otros miles que permanecen adentro por delitos que no cometieron. También en esto cuenta la raza:
muchos de los detenidos libera­dos son chicos negros y pobres.

-¿Todavía alguien se acuerda de Guantánamo en los Estados Unidos? -Casi nadie, salvo los prisioneros y sus familias. Lo impresionante es que varios prisioneros fueron liberados. Yo le creí a Obama cuando prometió que cerraría Guantánamo: esa fue una de las desilusiones con el presidente.. 

-¿Lo sorprendieron las revelacio­nes sobre el alcance del espiona­je a los ciudadanos por parte de la National Security Agency? -Nada de lo que hacen en la NSA, la CIA o el FBI puede sorpren­derme. Estoy irritado, pero no asombrado. No tengo una postu­ra totalmente negativa. Cuando Obama dice que alrededor de 50 atentados terroristas se desba­rataron gracias al espionaje, me alegra. Hay terroristas que están decididos a todo. Es un error ser ingenuos, las reglas del juego nos imponen pagar cierto precio en términos de vigilancia.


Revista Ñ. 16/09/13. El best-séller John Grisham se refiere aquí al trato dado a los sospechosos de terrorismo detenidos por los EE.UU., que, abandonados y torturados, esperan un juicio que les devuelva la libertad y la identidad. Por John Grisham. Escritor estadounidense. Su último libro es “Sycamore row” (EE.UU.) 


Preocupado por temas de salud, educación y control de armas, el neoyorquino Moby se define como una persona filosófica consciente de los grandes problemas, y dice que es excitante liberar música en la Red. Por Fabiana Scherer  | LA NACION Revista. 09/02/14.

La calvicie y unos grandes lentes hicieron de Moby una imagen fácil de indentificar, al igual que su sonido que lo convirtió en uno de los músicos esenciales de la electrónica. Richard Melville Hall, tal su verdadero nombre, no sólo es Moby el músico sino un vegetariano activo y comprometido con la causa ambiental y la defensa de los animales. Un hombre político capaz de enfundarse en una remera que pide por una Democracia Real Ya y autodefinirse como "un tipo con pensamiento de izquierda progresista". Junto con Michael Moore compartió un movimiento contra George Bush y celebró las dos asunciones de Barack Obama. Pero hoy, a los 48 años, este neoyorquino le dice a la Revista que siente vergüenza por la realidad de su país.

En la Argentina, la frase "soy un americano ignorante" que pronunciaste en uno de tus shows quedó en la memoria colectiva. ¿Cuál es tu actual relación con la política estadounidense? La situación en mi país es un desastre. Nací en Estados Unidos, vivo en Estados Unidos, pero la realidad del sistema político estadounidense es deprimente. Reconozco tener un pensamiento de izquierda, progresista y cuando me topo con el pensamiento de derecha norteamericano siento vergüenza de mi país. La actual situación de las escuelas y de los hospitales públicos son una inmensa vergüenza. Es deprimente darse cuenta cuán de derecha es Estados Unidos.

A pesar de esta mirada, ¿sos un hombre positivo? [Suspira] Soy un hombre que trabaja como músico. Que en algún momento de su vida estudió filosofía. Me hubiera gustado dar clases, hablar en las escuelas, en comunidades. También soy fotógrafo, pero toda mi vida hice música en el cuarto de mi casa. No soy positivo, pero tampoco negativo. Sólo soy una persona filosófica consciente de los grandes problemas, llámese cambio climático, control de armas, deforestación, educación, salud. Pero también soy de los que creen que es importante conocerse a uno mismo y estar atento a quiénes nos rodean (...) 



Relacionado con el imperio, les recomiendo una vieja entrada de este humilde blog: de como EE.UU. -en vez de terminar con el hambre mundial- privilegió engordar a los banqueros y otras malezas durante la última crisis mundial. Ya no se trataría de racismo, sería hijaputez.