(NdeH abril de 2019: la frase que
encabezaba esta entrada era "Pino Solanas, heredero de Perón I" ...
pasaron los años, sentí verguenza ajena por Pino Solanas y la cambié. No tengo
la culpa del súbito antirrepublicanismo y deterioro de quien vive de la
República y alguna vez fue mi ídolo. Lo que sigue es mi nota original. Muchos
puntos siguen teniendo sentido e ilustran).
Seguramente, muchos pondrán en duda el estado de mi salud mental. Es al ñudo ponerme a defenderla porque no cambiará nada (sólo crean en mi honestidad intelectual), pero me interesa sostener esa pequeña tésis. Claro que en estas épocas veloces, cuando muchos que aún no se afeitan pretenden comprender la complejidad de este mundo sin esforzarse a leer un libro ni saber lo que ocurrió antes de su propio nacimiento, puede resultar extraño encontrar un paralelo entre un artista y un político excepcional.
Puede decirse que Pino Solanas fue alumno de Perón, de Scalabrini Ortiz, de Jauretche. Su vida estuvo jalonada de hechos políticos. Como dijo en algún reportaje, él es lo que ha hecho, tiene detrás una vida y una obra que atestiguan sus dichos. En un país donde ningún político parece poder resistir los archivos y donde se vende con poco disimulo valores por dinero, Pino sale vencedor. Personalmente, desde que leo los diarios, todas sus declaraciones y acciones políticas fueron de una coherencia y firmeza ideológica (nacional y progresista) únicas, muchas veces mayor a la que tuvo el mismísimo General. Eso se lo discuto a cualquiera.
No me preocupan sus posibles errores tácticos como político. Que se preocupen sus detractores por los errores éticos y morales propios y que tengan el rigor suficiente para condenar las inmoralidades de la tropa propia que les pasan delante de sus ojos. Hablando en criollo, estos supuestos "progres" tienen el culo muy sucio para poder abrir la boca: deben explicar porqué Ricardo Echegaray, Moyano, "los gordos" y Tomada, Guillermo Moreno, Schoklender, Ricardo Jaime, Julio De Viddo, Aníbal Fernández, sus caros y soberbios sofistas comunicacionales, la militancia bancarizada, el capitalismo de amigos, los jueces amigos y varios "etc" más.
Quizás la poca conciencia política de nuestra población -capaz de votar a un flan ideológico del tipo de Narváez, a un "niño bien" mal-educado como Mauricio Macri o reelegir presidente a un corrupto como Menem- impida que un patriota de la altura moral de Pino Solanas llegue a ser reconocido como tal o a conducir nuestros destinos. Quizás sea la desconfianza generalizada de la gente ante los políticos que juega en contra de su reconocimiento.
Permítaseme entonces en ese sentido este humilde artículo como un pequeño homenaje personal. Compendio aquí dos bios existentes en las web de Proyecto Sur y del propio Pino Solanas. En una futura entrada ofreceré reportajes de los últimos años que reflejan su visión acerca de muchos temas que nos interesan a quienes sentimos pasión por nuestro país y aún soñamos con la vigencia de las tres banderas fundamentales del Justicialismo: justicia social, soberanía política e independencia económica. Nada más. Nada menos. Horanosaurus.
"Un candidato para transformar la Argentina"
La Redacción de InfoSUR pone a disposición de la prensa y los visitantes el perfil de Fernando "Pino" Solanas, primer candidato a diputado nacional de Proyecto Sur por la ciudad de Buenos Aires. También publicamos su trayectoria cultural (28 de junio de 2009).
VIDA PERSONAL Y POLITICA
Fernando Ezequiel “Pino” Solanas nació en Olivos (Buenos Aires, Argentina) en 1936. Se formó en la escuela pública y el Colegio Nacional de San Isidro. Comenzó a trabajar a los 17 años haciendo corretajes y dando lecciones de piano. Luego de intentar estudios de medicina, se dedicó a la música, especialmente piano.
Los violentos sucesos de 1955 y la caída del peronismo provocaron una ruptura en su vida. Comenzó a frecuentar círculos culturales y políticos: en los asados y peñas en las casas de los escritores Gerardo Pisarello y Enrique Wernicke, conoció a Augusto Roa Bastos, Juan Gelman, Miguel Ángel Bustos, Roberto Cossa, Lautaro Murúa, Ernesto Sábato, Andrés Rivera, Juan Carlos Portantiero, Leopoldo Torre Nilsson, entre otros.
Participó en movimientos de defensa del Teatro Colón -1957- junto a músicos del teatro, y en la constitución de una asociación de compositores de música contemporánea. Hizo crítica musical en la revista Qué y trató a Raúl Scalabrini Ortiz y Arturo Jauretche.
Se interesó en temas políticos y energéticos y en mayo de 1958, el Ing. Julio V. Canessa, que presidía Gas del Estado, lo nombró en su secretaria privada. Ante el giro a derecha del gobierno de Frondizi, en marzo de 1959, Canessa renunció y Solanas se solidarizó con él.
Decidido dedicarse a su gran pasión- el cine- y no habiendo escuelas en Buenos Aires, en 1959 ingresó al Conservatorio Nacional de Teatro para estudiar artes de la escena. Se ganaba la vida escribiendo historietas y foto-novelas, colaborando con su hermano mayor Héctor, poeta, guionista y amigo de Héctor Oesterheld, a quien conoció.
En 1962 filmó su primer cortometraje y, con el objetivo de poder producir sus películas, fundó su primera productora de jingles y películas de publicidad. Entre 1963 y 1964 realizó cerca de 100 películas publicitarias. A los 28 años, en septiembre de 1964, decidió cerrar su productora para comenzar un primer y largo viaje por el “viejo mundo”, junto a su segunda esposa, con quien tuvo dos hijos.
En Italia visitó a su viejo amigo el ceramista Carlos Carlé, trató a los directores de cine Valentino Orsini y a los hermanos Taviani. El viaje –reconocería Solanas- fue el comienzo de un proceso descolonizador que le permitió colocar las imágenes de Europa y su país en su justo lugar. La lejanía de la tierra patria reforzó el sueño de un gran film sobre la Argentina. De vuelta al país, fundó una nueva productora con el objetivo de hacer esta película y se dedicó a recopilar las imágenes proscriptas del peronismo. Sus lecturas lo vincularon a Fermín Chávez, Juan José Hernández Arregui, John William Cooke, César Marcos, Rodolfo Ortega Peña y Eduardo Duhalde, entre otros.
Conoció al escritor y cortometrajista Octavio Getino y lo invitó a colaborar en la investigación y guión de lo que sería su excepcional film “La hora de los hornos”, que realizó mientras producía cortos publicitarios. El film fue rodado y montado al margen de los circuitos cinematográficos, como un acto de liberación y resistencia a la dictadura del General Onganía. Para terminarlo, debió llevarse a Roma 170 latas de película. Pudo editar la primera copia en mayo de 1968.
Durante 10 años, desdobló su vida profesional entre la publicidad y el cine de fuerte compromiso político y social. En 1971, con el grupo Cine Liberación -fundado en 1969-, conoció en Madrid a Juan Perón, quien se encontraba todavía en el exilio.
Apenas instalada la dictadura militar en 1976, recibió amenazas de muerte de parte de los comandos parapoliciales de la Triple A. Luego de escapar a un intento de secuestro de la Marina, se exilió en Europa. Viajó primero a España y se estableció finalmente en Francia, donde intentó rehacer su vida como cineasta. Mientras, participó en varias organizaciones de solidaridad junto con las Madres de Plaza de Mayo y otros organismos de defensa de los Derechos Humanos, denunciando internacionalmente la situación argentina.
Finalizado el régimen militar y el terrorismo de Estado, en 1984 regresó al país y se concentró en rehacer su vida privada. Fundó una nueva productora en el edificio de El Molino –frente al Congreso Nacional- y trabajó en la realización de nuevos films junto al militante peronista Envar El Kadri.
En 1989, reconocido internacionalmente como cineasta y con renombre ante la opinión pública argentina, se encontró casi accidentalmente en medio del escenario político. Convocó a una gran asamblea de sindicatos audiovisuales frente a los anuncios de privatización de los medios públicos y pronto se transformó en una de las primeras voces denunciantes del rumbo neoliberal del presidente Carlos Menem. Entre acusaciones y denuncias, en 1991, Solanas recibió seis disparos en las piernas, tras lo cual responsabilizó al primer mandatario por el atentado sufrido.
De allí en más, ante el avance de l de saqueo, las privatizaciones y la degradación de la cultura política argentina, Solanas encabezó proyectos políticos de oposición al avance del modelo de exclusión que se instalaba: Frente del Sur, Frente Grande, Corriente Grande, son los espacios políticos donde se presentó como candidato a senador nacional (1992), a diputado nacional (1993), a presidente de la Nación (1995) y fue electo convencional para la Reforma Constitucional de Santa Fe (1994) por la provincia de Buenos Aires, obteniendo casi u n millón de votos. Dejó el Frente Grande a fines de 1994, cuando los referentes Carlos “Chacho” Álvarez y Graciela Fernández Meijide se negaron a cuestionar las privatizaciones de Menem y la Convertibilidad de Domingo Cavallo.
Durante su gestión como diputado nacional -1993 y 1997- integró las comisiones de Cultura, Energía, Comun icaciones y Medio Ambiente desde las cuales elaboró más de 160 proyectos, entre resoluciones y leyes; encabezó la exitosa resistencia a las privatizaciones de Yaciretá, Salto Grande, CNEA, del espacio radioeléctrico; interpeló en dos oportunidades al ex ministro Domingo Cavallo y al ex Secretario de Energía, Carlos Bastos. Fue el primero en denunciar la corrupción de IBM y la Municipalidad de Avellaneda, donde descubrió los mismos mecanismos encontrados luego en el caso IBM-Banco Nación. En 1996, escribió el ensayo de investigación “Yacyretá: Crónica de un despojo”.
Tras una intensa actividad política, se retiró hacia su vida privada hasta el 2001, año en que volvió a instalarse definitivamente en el país. Los sucesos del 19 y 20 de diciembre, la renuncia del presidente De la Rúa, el estallido social y la crisis económica desatada, lo impulsaron nuevamente a encabezar movimientos de reflexión y propuestas para los problemas nacionales. Junto con otros referentes y compañeros, fundó MoRENO (Movimiento por la Recuperación de la Energía Nacional Orientadora) y Proyecto Sur. En agosto de 2007, anunció su regreso a la escena electoral, al frente de un movimiento emancipador, político, cultural y social, con una propuesta transformadora para la Argentina. Participó en las elecciones nacionales de octubre, obteniendo el quinto lugar en la votación presidencial con casi 300 mil votos y el cuarto lugar como senador nacional en la ciudad de Buenos Aires con el 6,9% de los votos (130 mil).
VIDA CULTURAL, CINE Y PREMIOS
Luego de dedicarse varios años a la actividad musical, en 1962 realizó su primer cortometraje, “Seguir andando”, una ficción de 20 minutos, que fue invitada a diferentes festivales y lo convenció de profundizar su veta de cineasta. En 1963, realizó su segundo corto, “Reflexión ciudadana”, con la filmación del día de la asunción del presidente radical Arturo Illia.
Entre 1965 y mayo de 1968, contando con la colaboración de Octavio Getino, preparó y realizó “La Hora de los Hornos”, trilogía documental sobre el neocolonialismo, la violencia y la liberación en el país. Recibió numerosos premios internacionales: en Pesaro (Italia), Manheim (República Federal Alemana), Gran Bretaña (el British Film Institute), Mérida (Venezuela) y Cannes (Francia).
Desde 1969, con el grupo Cine Liberación, impulsaron sus películas en circuitos alternativos de difusión, a través de organizaciones sociales y políticas que formaban parte de la resistencia a la dictadura autodenominada “Revolución Argentina”.
En 1971, realizaron una larga entrevista a Juan Perón en Madrid, para realizar los films “La Revolución Justicialista” y “Actualización Política y Doctrinaria para la toma del poder”. En paralelo, escribieron el libro de ensayos “Cine, Cultura y Descolonización”.
En 1975 terminó “Los Hijos de Fierro”, primer largometraje de ficción, que recibió premios en el Festival de los Tres Continentes de Cártago, Túnez. Filmada durante los años del tercer gobierno peronista, y con un relato en verso, es la epopeya del suburbio: tiene como protagonistas a los trabajadores fabriles del gran Buenos Aires, descendientes de los hijos de Martín Fierro. Es una lograda síntesis de cine, poesía, política e historia, teniendo como fondo las resistencias obreras entre 1955 y 1968. Fue calificada por la prensa internacional como el “Potemkin” del cine argentino, en referencia al film de Einsestein.
En 1980, durante su exilio, filmó el documental “La mirada de los otros”. Producida por el ministerio de las Universidades y el Instituto Audiovisual del CNAM de Francia para el año internacional de los discapacitados. Es un collage de 20 confesiones de personas con diversos problemas físicos y su difícil relación con el mundo de los llamados “válidos”.
Caída la dictadura en 1983, regresó a Buenos Aires y en 1985 realizó entre Paris y Buenos Aires su primer largometraje en color “El Exilio de Gardel”, un film dramático musical sobre el exilio de un grupo de actores argentinos en la capital francesa. Con una extraordinaria banda sonora compuesta por Astor Piazzola, Castiñeira de Dios y el propio Solanas, el film seduce por medio de sus metáforas coreográficas y el contraste entre la emoción y el humor absurdo. Obtuvo máximos premios en el Festival de Venecia y de La Habana, y otros en Francia, Noruega, España y Argentina.
Entre 1986 y 1988, escribió y realizó “Sur”, un film de ficción que a través de una historia de amor, recorre las historias del exilio interior que vivieron los perseguidos en el país. En él está presente la mesa de los sueños y la utopía del Proyecto Sur. Esta película ganó el premio a la mejor dirección en Cannes, y cosechó numerosos premios en La Habana, Haugeseund -Noruega- y otros festivales.
Por entonces, promovió diversas asociaciones e iniciativas culturales. Entre las más importantes se encontró El Imaginario de América Latina (1989), que debió ser el mayor centro cultural del país y que Carlos Menem terminó por convertir en un shopping. En tanto, escribió el ensayo “La Mirada, reflexiones sobre cine y cultura” (1989), con la colaboración del sociólogo Horacio González.
En 1992, logró terminar y estrenar “El Viaje”, cuya realización fue interrumpida por el atentado personal sufrido. Se trata de una pequeña odisea latinoamericana realizada en ocasión del quinto centenario del llamado “Descubrimiento de América”. Es el viaje de un joven que se larga en bicicleta desde Ushuaia hasta Oaxaca, México, en búsqueda de su padre. El film permite conjugar la historia de los pueblos antiguos, con la decadencia de las nuevas y corruptas democracias de América Latina arrodillada ante los nuevos conquistadores. El humor grotético –mezcla de patético y grotesco- de la secuencia de Buenos Aires inundada por aguas cloacales, es una de las más logradas de su autor.
En 1993 fue invitado por Federico Mayor –Secretario General de la UNESCO- a integrar el Comité Mundial por la Defensa del Patrimonio Cinematográfico en representación de América Latina y presidió la asociación Directores Argentinos Cinematográficos (DAC).
En 1994, como convencional constituyente logró que se apruebe la cláusula de cultura que se incluyó en el texto constitucional –art. 75, inciso 19-. Como diputado nacional (1993-1997), impulsó la reforma de la Ley de Cine, la Ley de Teatro y la Ley de Música; e introdujo los jurados renovables e interdisciplinarios para la adju-dicación de créditos o premios. Su proyecto de ley de la Cinemateca Nacional (CINAIN), fue aprobado por unanimidad en las dos cámaras, vetado luego por Menem, y nuevamente ratificado por unanimidad en ambas cámaras, aunque aún no ha sido reglamentada.
Solanas ha promovido en el país y en América Latina la democratización del espacio audiovisual y las leyes marco que garanticen en radios y televisoras el derecho a la pluralidad y a la información objetiva. Entre sus proyectos de leyes figuran la Ley Marco de Radiodifusión, el Canal Regional del Mercosur y el Canal Parlamentario. En la Cámara de Diputados realizó dos encuentros sobre Democracia, Medios Audiovisuales y Cultura (noviembre 1995 y junio 1997) con participación de legisladores de América Latina y Europa, la Presi-denta de la Comisión de Comunicaciones del Parlamento Europeo, Luchiana Castellina y los realizadores cinematográficos Costa Gavras y Bertrand Tavernier, impulsores de la reforma audiovisual europea.
En 1998 terminó su film “La Nube”, desarrollada en el escenario de una ciudad donde llueve desde hace más de 1600 días. El film narra los esfuerzos y desventuras de un grupo de actores que defienden su teatro independiente a punto de ser vendido. Están acosados por los problemas cotidianos y sus propios conflictos: el amor, la soledad, la búsqueda de empleo, la creación, el reclamo de justicia, la espera. Entre la esperanza y la resignación, los personajes resisten con dignidad el retroceso de los tiempos nublados. Actúan su actual esposa, la brasileña Ángela Correa, y el reconocido autor de teatro, Eduardo Pavlovsky. “La Nube” recibió numerosos premios: Oro a la Mejor Música en Venecia; mención de la UNESCO; Premio del Festival de La Habana -donde Solanas recibió el Gran Coral a su trayectoria-; premio al Mejor Guión Original en Los Ángeles (EEUU); entre otros.
Tras tres años de trabajos esporádicos y frustrados contratos en Europa, en 2002 Solanas volvió a recorrer el país realizando un fresco testimonial sobre la crisis nacional. Hasta el momento cuenta con cuatro producciones y una en preparación, que retoman el enfoque de su primer cine, cuando filmó “La Hora de los Hornos”.
El primero de ellos es “Memoria del Saqueo”, estrenada en marzo de 2004: un recorrido por la historia de los años 90, la degradación política y la devastación económica del país, que derivó en los estallidos del 19 y 20 de diciembre de 2001. Estrenado en el festival de Berlín –donde Solanas recibió el Oso de Oro a su trayectoria-, el documental fue premiado en varios certámenes internacionales. En ocasión de las invitaciones que le hicieran Hugo Chávez y Fidel Castro para presentar este film en Caracas y La Habana, Solanas propuso al presidente venezolano y al Comandante Fidel Castro, la creación de un canal de televisión latinoamericano. Su iniciativa fue tomada y meses después, nació Telesur.
En septiembre de 2005 estrenó “La Dignidad de los Nadies”, premiada en Venecia, Montreal, Valladolid y La Habana, que revela las propuestas solidarias y las pequeñas victorias de las víctimas del modelo: “los nadies”. Recibió el Premio Derechos Humanos (Human Rights Film Network Aware) y también mención de la UNESCO.
El tercer documental de su obra es “Argentina Latente”, estrenado en mayo de 2007. Es otra memoria contra el olvido y un homenaje a los miles de investigadores, técnicos, profesores y operarios que aportaron al desarrollo científico del país. El film hace un recorrido por las potencialidades científico-técnicas e industriales de la Argentina. Este documental fue premiado en el ámbito local y en La Habana.
En septiembre de 2008, Solanas estrenó “La Próxima Estación”. El film hace un recorrido histórico desde la construcción de los ferrocarriles hasta su privatización, que desembocó en la actual crisis ferroviaria, con el pésimo servicio público que brindan los concesionarios, la destrucción de las industrias estatales y el saqueo de los 37 grandes talleres ferroviarios, los 80 mil trabajadores despedidos, los 800 pueblos fantasmas y la caída de las economías regionales. La quinta película está en realización: “Tierra Sublevada”. Trata sobre los recursos minerales del país, la impunidad del saqueo y las victorias del movimiento ambientalista frente a la contaminación producida por las corporaciones mineras.
Solanas ha sido jurado en los grandes festivales cinematográficos internacionales y realiza una importante tarea de docencia, dictando seminarios en las principales escuelas de cine de América Latina, Europa y EEUU. Desde 2006 es Profesor Emérito en la Universidad de Los Ángeles (UCLA) y en la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM). Ha recibido condecoraciones de los gobiernos de Italia y Francia y la máxima distinción cultural cubana, la orden Félix Varela.
LISTADO DE PELÍCULAS Y PUBLICACIONES
• 1962 - Seguir andando – cortometraje
• 1963 - Reflexión ciudadana – cortometraje
• 1968 - La Hora de los Hornos – largometraje documental
• 1971 - La Revolución Justicialista y Actualización Doctrinaria – entrevista
• 1971 - Cine Cultura y Descolonización – libro en colaboración con Octavio Getino
• 1975 - Los Hijos de Fierro – largometraje de ficción
• 1980 - La mirada de los otros – Francia. documental
• 1985 - El exilio de Gardel – largometraje de ficción
• 1988 - Sur - largometraje de ficción
• 1989 - La Mirada: Reflexiones sobre cine y cultura – libro
• 1992 - El Viaje - largometraje de ficción
• 1996 – Yacyretá, crónica de un despojo - libro
• 1998 - La Nube - largometraje de ficción
• 2004 - Memoria del Saqueo - largometraje documental
• 2005 - La Dignidad de los Nadies - largometraje documental
• 2007 - Argentina Latente - largometraje documental
• 2008 - La Próxima Estación - largometraje documental
• 2009 - Tierra Sublevada - largometraje documental
Fernando “Pino” Solanas
http://pinosolanas.com/vida.htm
(Bio complementaria). Nació en Argentina en 1936. Cursó estudios de teatro, música y derecho. A lo largo de 50 años, su militancia y compromiso político están íntimamente ligados a su actividad artística. Se formó políticamente junto a hombres como Raúl Scalabrini Ortíz, Arturo Jauretche, Carlos Astrada, Juan José Hernández Arregui, César Marcos, Fermín Chávez, John William Cooke, Rodolfo Ortega Peña y fue secretario privado de Julio Canessa.
En 1962 realiza su primer cortometraje de ficción “Seguir andando” y forma su casa de producción. En 1968 realiza en forma clandestina su primer largometraje “La Hora de los Hornos”, trilogía documental sobre el neocolonialismo y la violencia en el país y América Latina. En 1969 funda el grupo Cine Liberación junto con Octavio Getino, e impulsa con el film el desarrollo de un circuito alternativo de difusión a través de organizaciones sociales y políticas que forman parte de la resistencia a la dictadura. El film obtiene múltiples premios internacionales y se difunde en más de 70 países.
En 1971, el Grupo Cine Liberación fue convocado por Juan Domingo Perón a filmar en Madrid sus dos testimonios cinematográficos: “La Revolución Justicialista” y “Actualización Doctrinaria para la toma del poder”.
En 1975 termina Los Hijos de Fierro, primer largometraje de ficción. Meses antes, había sido amenazado de muerte por la Triple A y en 1976 un comando de la Marina intenta secuestrarlo. Parte al exilio hacia España y se establece finalmente en Francia, donde realiza, en 1980, el documental “La mirada de los otros”.
Durante su exilio participa en varias organizaciones de solidaridad con las Madres de Plaza de Mayo y los demás organismos de defensa de los derechos humanos, denunciando internacionalmente la situación argentina. En París, con Envar El Kadri, Arianne Mouskhine, Miguel Ángel Estrella y otros artistas e intelectuales, participa en la creación de la Asociación Internacional en Defensa de los Artistas.Caída de la dictadura, en 1983, regresa a Buenos Aires y, en 1985, filma “Tangos... El Exilio de Gardel”, que obtiene máximos premios en el Festival de Venecia y de La Habana. En 1988 termina “Sur” y es premiada en Cannes y en numerosos festivales.
En junio de 1989 promueve la gran asamblea de sindicatos audiovisuales que se realiza los días 22 y 23 de junio en el Centro Cultural San Martín, exigiendo la convocatoria a un gran debate y una ley marco de Radiodifusión que reemplace a la de la dictadura. Fue una de las primeras voces denunciantes de la traición de Menem a los contenidos del voto, la privatización de los canales y la Ley de Reforma del Estado.
En marzo de 1991, en un reportaje, acusa a Carlos Menem de estar al frente de una “banda de delincuentes que está saqueando el patrimonio público”. El ex presidente le responde con una denuncia por “calumnias e injurias”. Solanas reafirma su acusación ante el Juez Federal Martín Iruzun. Al día siguiente Solanas es víctima de un atentado de grupos comando ligados a la seguridad del Estado, por el que recibió seis disparos de arma de fuego en las piernas. Debe postergar la terminación del film "El Viaje”, que logrará concluir en 1992.
Continúa denunciando el saqueo menemista y, tras haber recibido centenares de saludos de solidaridad convoca a la unión de los sectores opositores al modelo, confluyendo en una gran marcha “sin otra bandera que la argentina”. El 21 de noviembre de 1991 –día de la Soberanía Nacional- una bandera de 400 metros de largo recorre la ciudad de Buenos Aires hasta abrazar al Congreso de la Nación.
Meses después, en el otoño de 1992, el ex diputado nacional y dirigente, Luis Brunati lo invita a encabezar un gran frente político y social. Nace el Frente del Sur, integrado por varios partidos políticos y organizaciones sociales. Solanas se presenta en las elecciones del 26 de junio de 1992 como candidato a Senador Nacional por la Ciudad de Buenos Aires, obteniendo el 7,8 % de los votos.En 1993 se funda el Frente Grande, con la incorporación del sector que lidera Carlos “Chacho” Álvarez. En octubre, Fernando Solanas es electo Diputado Nacional por la Provincia de Buenos Aires. Recibe el premio Human Rights Watch, en New York, donde se realiza una retrospectiva de su obra.
En 1994, frente a la elección a convencionales constituyentes para la Reforma Constitucional, Solanas propone ampliar el Frente Grande e incorporar como candidatos a grandes referentes sociales, como el Obispo Don Jaime de Nevares. En abril obtiene un millón de votos --17,6%-- en la Provincia de Buenos Aires, aventajando a la lista de Raúl Alfonsín, uno de los firmantes del Pacto de Olivos. En la Convención Constituyente, se desempeña como Vicepresidente de la Comisión de Nuevos Derechos. Entre sus numerosos proyectos presentados, es aprobada e incorporada la 1ra. Cláusula de Cultura en el Artículo 75º, inc. 19 de la Constitución Nacional.Comienza la crisis del Frente Grande que tiene su raíz en el giro a la derecha de Chacho Álvarez y Graciela Fernández Meijide, que llevaron al “Pacto del Molino”, con el senador justicialista Octavio Bordón –quien encabezaría la candidatura a presidente en 1995- y Federico Storani. Los sectores de izquierda fueron expulsados. En 1997 termina su mandato y, a pesar de los ofrecimientos de distintas fuerzas políticas, vuelve a su profesión.
Durante su gestión como Diputado Nacional, entre 1993 y 1997, integra las comisiones de Cultura, Energía, Comunicaciones, y Medio Ambiente desde las que elabora más de 160 proyectos, entre resoluciones y leyes. Desde la Comisión de Energía encabeza el movimiento por la defensa de Yacyretá y Salto Grande e interpela en dos oportunidades al ex Ministro de Economía, Domingo Cavallo, y al ex Secretario de Energía, Carlos Bastos, frente al intento de privatizar estas empresas, las centrales nucleares de Embalse y Atucha, y la Fábrica de Aguas Pesadas en Arroyito (Neuquén). Viaja a Asunción del Paraguay, donde es invitado a hablar del tema en el Senado Paraguayo, que se expide explícitamente contra la privatización de Yacyretá. Continúa su prédica por la región hasta que, finalmente, los intentos privatizadores de Wasmosy y Menem son derrotados. Yacyretá y Salto Grande no fueron privatizadas.
Desde el Parlamento, trabaja en la reforma de la Ley de Cine, la Ley de Teatro y la Ley de Música. Introduce los jurados renovables e interdisciplinarios para la adjudicación de créditos o premios. Impulsa y trabaja en la creación de la Cinemateca Nacional (CINAIN) que, aprobada por unanimidad en las dos cámaras, es vetada por Carlos Menem. Sin embargo, un mes después, Solanas consigue que ambas cámaras ratifiquen por unanimidad la ley. Han transcurrido varios gobiernos y, en diez años, la ley aún no está reglamentada.
En el Anexo de la Cámara de Diputados realiza dos encuentros sobre “Democracia, Medio Audiovisual y Cultura” y presenta el proyecto del “Canal de Televisión del MERCOSUR” con participación de parlamentarios de América Latina y la Presidenta de la Comisión de Comunicaciones del Parlamento Europeo, Luchiana Castellina.
Es el primero en denunciar la corrupción en IBM en la Municipalidad de Avellaneda, demostrando que es el mismo mecanismo investigado en el Banco Nación y que se estaba aplicado en todas las provincias y municipios.
Es invitado por Federico Mayor –Secretario General de la UNESCO- a integrar el Comité Mundial por la Defensa del Patrimonio Cinematográfico en representación de América Latina. Ha presidido la asociación Directores Argentinos Cinematográficos (DAC). Ha promovido en el país y en América Latina la democratización del espacio audiovisual y las leyes marco que garantizan en radios y televisoras el derecho a la pluralidad y a la información objetiva. Trabajó en el proyecto del Canal Parlamentario y del Canal del Mercosur, que obtuvo la primera votación afirmativa de la Cámara.Durante las últimas décadas promueve diversas asociaciones e iniciativas culturales. Entre las más importantes se encuentra El Imaginario de América Latina (1989) que debió ser el mayor centro cultural del país y que Menem terminó por convertir en un shopping.
En 1998 termina “La Nube” premiada en el Festival de Venecia. En el Festival de La Habana recibe el Gran Coral a su trayectoria.En abril de 2002 propone fundar el Movimiento por la Recuperación de la Energía Nacional Orientadora (MORENO) con diversos sectores de la energía, que a lo largo de cinco años de trabajo y a través de la publicación semanal Info-MORENO, ha logrado poner en el tapete del debate político el tema de los recursos naturales estratégicos y la importancia de la recuperación del patrimonio energético nacional. Paralelamente, encabeza la formación del espacio político Proyecto SUR, dedicado a la investigación de una propuesta programática nacional. Desde entonces, recorre el país para testimoniar su crisis y sus posibilidades, tanto a través de sus documentales como de la propuesta de Proyecto SUR.
En 2004 presenta el documental “Memoria del Saqueo” en el 54º Festival Internacional de Cine de Berlín, donde le entregan el Oso de Oro a su trayectoria. La película obtiene importantes premios internacionales.Ese mismo año, en ocasión de las invitaciones que le hicieran Hugo Chávez y Fidel Castro para presentar su film en Caracas y La Habana , Solanas tiene la oportunidad de exponer al presidente venezolano primero, y luego al Comandante Fidel Castro, la necesidad de crear un Canal Latinoamericano. Su iniciativa es impulsada, y meses después, nace Telesur.
En septiembre de 2005 estrena “La Dignidad de los Nadies”, premiada en Venecia, Montreal, Valladolid y La Habana. El 5 de diciembre de 2005 es distinguido por el Fondo Nacional de las Artes con el “Gran Premio a la Trayectoria”.En mayo de 2007 estrena “Argentina Latente" su documental sobre las potencialidades científicas del país.
Ha sido jurado en los principales festivales cinematográficos y realiza una importante tarea en la docencia, dictando seminarios en las principales escuelas de cine de América Latina, Europa y EEUU. Desde 2006 es Profesor Emérito en la Universidad de Los Ángeles (UCLA) y en la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM). Ha recibido condecoraciones de los gobiernos de Italia y Francia y la máxima distinción cultural cubana, la orden Félix Varela.
Ha escrito numerosos artículos sobre cine, cultura y el acontecer político en publicaciones de Argentina, América Latina y Europa. Escribe el ensayo “La Mirada” (1989); “Cine Cultura y Descolonización”, en colaboración con Octavio Getino (1971); y el ensayo de investigación “Yacyretá: crónica de un despojo” (1996). En la actualidad prepara la edición de una recopilación de sus trabajos.
Pino Solanas, un aguafuerte
Por Horacio González * Página 12 - 08 de setiembre de 2008.
En el bar Gandini de Olivos –creo que aún sigue allí, en una de las esquinas de la plaza—, el joven hijo de un médico del barrio, Fernando Solanas, a quien ya le decían Pino, escuchaba a Raúl Scalabrini Ortiz, que vivía a media cuadra. Difícil imaginar hoy esa escena. Ha pasado más de medio siglo. Seguramente, desfilaban las historias del ferrocarril argentino y de los planes para generar un ámbito emancipado para las políticas petrolíferas del país. Scalabrini era un intelectual que deseaba revelar las formas soterradas y reprimidas de la vida nacional, encubiertas por un conjunto de relaciones de dominación que generaba una cultura tan poderosa como falsa. Había que denunciarla. En su estilo atormentado, Scalabrini se colocaba como uno de los máximos exponentes de la figura del paladín que cargaba sobre sus hombros la tarea de una gran denuncia, tanto frente a los impostores como frente a los que aún no sabían o no se animaban a ver. Lugones, Walsh, Viñas, Cooke, Bayer, Martínez Estrada, Jauretche, Carlos Astrada, Fermín Chávez, Scalabrini, Rozitchner, Galasso y públicamente el primer Borges –aunque secretamente, y si se lo consulta en profundidad, todo Borges—, cada uno en su estilo, con su gracejo peculiar y en su propio ámbito, expresaron y expresan al adalid solitario que sabe pararse frente a una cohibición, una injusticia o un descarrío para alertar al común, emprender la patriada e imaginar la reparación.
Pino Solanas recoge en el cine este diversificado legado, que al cabo es el que tiene la nación argentina contemporánea para reconocerse en sus luchas. Primero, se había propuesto el cine publicitario, y ya con una suficiente dosis de experiencia a cuestas se internó, para no abandonarlo nunca, en el cine político. Muchos vieron en La hora de los hornos, el film por el cual lo llevan en andas, junto a Gettino, en la ciudad de Pesaro, Italia, donde se realiza el festival internacional de 1967, una influencia de Eisenstein; otros, de los estilos publicitarios. Bruscos choques de planos, pasajes inesperados de lo épico a lo emotivo, utilización del sarcasmo y el contraste irónico, apelación existencialista al espectador, eran los recursos del film. En esa agitación subyacían las extrañas simetrías que había inventado el autor del Potemkim. Las sigilosas proyecciones del film organizadas por militantes en todo el país ponían al cine en la historia, no solo por su tema, su método o su estética, sino por su apuesta a construir una mirada colectiva y un compromiso con el acto mismo que protagonizaba el espectador. Con los años, las retóricas publicitarias podían ser interpretadas con autonomía de los signos fetichistas del mercado, y suministraban apoyatura a la lengua política de reparación nacional.
Los audaces contrapuntos de La hora de los hornos –de montaje, de sonido, de aceleración y inmovilidad, de borrosos enfoques generales y primeros planos, de gravedad y de ironía—, pusieron a Solanas en los rumbos del cine militante mundial, lo que Pino refrenda pocos años después con Los hijos de Fierro, una historia épica de cuño martinfierresco pero ambientada en una desvanecida ciudad industrial. El tono de payada se fusionaba con los signos de la resistencia peronista. El uso arriesgado de alegorías gauchescas en ámbitos dislocados históricamente suponía la invocación del relato hernandiano en el seno de una épica de modernos luchadores sociales. Estos surgían metafóricamente de los libros de historia y filosofía. Solanas había consultado al gran filósofo Carlos Astrada para avalar su coincidente interpretación del mito gaucho. Así, la apelación a una picaresca popular como sostén de modernas y ancestrales insurgencias colectivas, colocaba a Los hijos de Fierro como un film sostenido en esteticismos de vanguardia y a la vez en una historicidad que retomaba la elevada herencia populista de la historia nacional.
Solanas acompañó todo el ciclo de la historia argentina contemporánea con otros films insinuantes, en paralelismo sugerente con los avatares nacionales. El exilio de Gardel trató la cuestión de los argentinos en el exterior con los utensilios de una leyenda sanmartiniana mirada con un envío coreográfico de evocación tanguera; Sur trató la cuestión de la vida resistente en tiempos de cierre político, mostrando a personajes de ensueño tejiendo su escarpada vida emotiva en el seno de las acechanzas dictatoriales; El viaje se adentró en las tribulaciones latinoamericanas de un joven en viaje iniciático, que encarnaba un arquetipo social en busca de un tesoro perdido, familiar y redencionista; La nube trató la idea de un sujeto nacional dramático encarnado en personajes teatrales que buscan su identidad expresiva al mismo tiempo que combatían contra las políticas privatizadoras reinantes.
Mientras estaba filmando El viaje –en 1992– a la salida del estudio de filmación Cinecolor, Solanas es baleado por sicarios que disparan a las piernas, en una clara advertencia de índole mafiosa y que seguramente estaba decretada desde las tinieblas de esos mundos políticos sobre los que era fácil imaginar su irrevocable catadura. Ingresará Solanas a la política como denuncista calificado de las artes menemistas –a Menem lo había pintado como el “Doctor Rana” de una de sus películas—, y desde entonces traza su itinerario vital entre el cine de fuertes arquetipos sociales y la creación de personajes redentistas –los “nadies”—, un testimonialismo extraído de las pasiones purificadoras de las pequeñas criaturas carentes de recursos pero que son simbólicos reservorios de dignidad social. Como se sabe, también cultiva Solanas una visión heroica de la construcción científica nacional. En Argentina latente, el ideal científico se confunde con la herencia de las épicas nacionales, en cuyos pliegues internos conviven los tonos sacrificiales del intelectual scalabriniano y desde luego, la gesta de los saberes técnicos necesarios también para redimir la materia nacional enclaustrada: el petróleo, los minerales, el gas, los ferrocarriles desmantelados.
Solanas es el portaestandarte de una vieja pasión nacional, el hombre que da testimonio y ejerce en la puntualidad dramática de la política, el papel de representante del agonismo que considera formativo de la raíz misma de la vida nacional. Ese agonismo legendario sería el que hay que suscitar en los nuevos ciclos históricos resquebrajados, y de cuya reparación anunciada depende el curso futuro de una historia. Con estas elaboraciones, Pino Solanas se convierte en el ícono patrimonial del intelectual que agoniza en el mundo de la ideas reparadoras y resurge con su destino anímico asociado al de las condiciones realizadoras del “sueño nacional”.
Pino, con su Argentina latente –y ahora con La última estación– encarna la promesa irrupcional scalabriniana, los sueños escuchados en aquel bar de su juventud. Lo hace de un modo que hoy reconocemos como único, pues sus películas de artesano de la épica colectiva y su propia historia personal mantienen el punto de conjunción de una rara historicidad. Muchas cosas que le pasan son las que filma y viceversa. Sé que todos saben esto y no habría sido necesario escribir estas líneas –digamos: un aguafuerte—, si el encrespado oleaje de la política nacional no olvidase demasiadas veces la manera digna en que los estimables nombres del via crucis argentino exponen sus rasgos pasionales y la honorabilidad de su arte.
* Sociólogo, director de la Biblioteca Nacional.
Otras entradas de este blog referidas a Pino Solanas: