viernes, 26 de julio de 2013

J. P. Feinmann: sobre el desencanto de nuestros días




Mi necesidad de compartir unos cuantos párrafos escogidos de "La sangre derramada (ensayo de la violencia política)" de José Pablo Feinmann (1998), surge como reconocimiento a la movida interna que me produjeron. El autor analiza -y rechaza- el uso de la violencia como arma política a través de la historia argentina y se mete con sus derivaciones en el individuo, la sociedad actual, las guerras, la pena de muerte, etc. No puedo entretener a la gente que quiero con cosas como estas -porque inevitablemente sus preocupaciones y pensamientos pasan por otro lado o no coincidimos para compartirlos- entonces utilizo de nuevo este humilde blog como si un paciente amigo quisiera charlar estas ideas. En una de esas le sirve a alguien y a mi me aplaca la ansiedad. Hay otras selecciones temáticas de este autor en otros rincones de este blog. Horanosaurus.

"La violencia en el fin del milenio. El siglo que termina pareciera terminar sin respuestas. O, tal vez, las respuestas que ofrece son las de la desesperanza: las revoluciones fracasaron, los movimientos que surgieron para luchar por la libertad de los hombres llevaron a nuevas opresiones. Las ideas se encuentran bajo sospecha, ya que se transformaron en concepciones intolerantes que condujeron a la radical negación de la existencia de alguna posible verdad en el diferente… sobre estas ruinas se erige la más ineficaz de las sociedades, quizás la más irracional de todas cuantas se expresaron a lo largo de este siglo… como mecanismo sustancial de la misma genera exclusión, marginalidad, pobreza extrema, hambre, desesperación y violencia. Sin embargo, es la que ha triunfado (...)

Es muy fácil decir que el mal y el bien están en el alma de los hombres, que somos mitad ángeles y mitad demonios y que de esta lucha surge la compleja urdimbre de la historia. Todo esto (…) es exiguo para inteligir el siglo XX. El siglo XX no es un siglo trágico, es un siglo demoníaco. Su historia no es la lucha entre el bien y el mal, es la del triunfo del mal. (Y hasta diría con mayor exactitud es la historia de la omnipresencia del mal). Y -por expresarlo también de este modo- su historia no es la lucha entre el Diablo y Dios, es la del triunfo del Diablo. Y la de la ausencia de Dios. No es casual que muchos teólogos pierdan la compostura cuando se les pregunta donde estaba Dios en Auschwitz. Porque si Dios tuvo algo que ver con el siglo XX y -pese a su presencia- Auschwitz ocurrió, uno no sabe que clase de Dios es ése; y los argumentos para exculparlo terminan siendo tan refinados que se transforman en el arte de justificar su no intervención, o su ineficacia y -en última instancia, siempre- su ausencia. Dios, en efecto, ha jugado a las escondidas con el siglo XX. Se ha escondido tanto que el siglo XX acabó por ser el siglo de su ausencia. Tanto que Satanás puede decir: “Me pertenece”.

(…) el siglo XX expresa (también) el fracaso de los hombres para vivir en justicia y libertad. Los fracasos suelen, coherentemente, conducir a la desesperanza. Pero la desesperanza no es la conclusión única y necesaria del fracaso. También pueden serlo la lucidez, el rigor. Debemos trabajar llevando siempre a primer plano las imperfecciones de los hombres, sus fracasos. Pero la conciencia de los límites no conduce a la inacción… también puede conducir a la lucha por superarlos… la historia de los hombres es la historia de la trascendencia de sus límites. Para bien o para mal. Hay que trascender el límite de la desesperanza porque la historia debe recobrar su rostro humano… lo que implica creer que el siglo XX no fue humano, sino inhumano… habría que lograr la conquista de un nuevo sentido para la historia: no un garantismo metafísico, no una utopía benévola y tranquilizadora, sino -simple y poderosamente- una causa que nos abra un horizonte.

Si algo caracteriza este momento histórico es la ausencia de esa causa: todas las causas han caído. Todas las razones han fracasado. En el comienzo de "Trainspotting", Ewan McGregor dice: “No hay razones. ¿Quién necesita razones si existe la heroína?”. Y, en el final, cuando se integra a esa sociedad que aborrece, burlonamente dice: “Voy a ser uno de ustedes. Voy a comprar electrodomésticos en cuotas. Trajes. CDs. Voy a tener un auto. Un empleo. Una esposa. Hijos.” Se engaña: ya las películas no pueden terminar con el protagonista que se integra a la sociedad burguesa y abandona la rebeldía. Ya no hay sociedad burguesa. Ni eso queda. Tal vez el bueno de Tony Blair le permita al héroe de "Trainspotting" alguna inclusión social. Pero esa es la excepción. Por el contrario, en los países en que el libremercado empuja a la exclusión -la inmensa mayoría- no es tan fácil transformarse en “uno de ustedes”. “Ellos” (los amos de la banca, de las grandes empresas supranacionales, de los medios de comunicación, de la timba para los hambrientos, los corruptos, los mafiosos y los narcotraficantes) no lo permiten… han acaparado todas las razones y han arrojado a los otros a los parajes de la sinrazón: la droga y la violencia desesperada, multidireccional, cruel, gratuita, demencial e inevitable.

Mueren aceleradamente los parámetros para encuadrar y comprender la historia. Los marcos referenciales para leer el diario (…) Por ejemplo… uno era comunista o era yanqui, era capitalista. Era un esquema totalizador. Se podía comprender el mundo desde ahí. Reinaba la doctrina de la seguridad nacional, del enemigo interno, de la infiltración… bien, ese relato de la historia estalló en mil pedazos… se acabó el encuadre tranquilizador de la guerra fría… obsérvese lo sencilla que era entonces la Historia. (ahora) Ya no hay bipolaridad nuclear. Hay multipolaridad nuclear. Los países periféricos, atrasados, barbáricos, tienen los juguetes de la destrucción absoluta y tienen también ganas de usarlos…

Si los grandes relatos han muerto, sus restos patéticamente palpitan en sus versiones caóticas o en sus versiones degradadas. El siglo XX culmina sin dejar nada en pie. O sólo su caricatura, su mueca. “Somos la mueca de lo que soñamos ser” decía Discépolo, ese realista trágico. ¿Sólo nos resta el desencanto?

En torno al desencanto (…) La realidad no sólo parece monstruosa, sino -muy especialmente- inmodificable. La tentación de entregarse a una brumosa y paralizante melancolía se encuentra a mano. Sobran las razones para justificar tal actitud existencial (del refugio melancólico y cómodo del desencanto) … recurriré a Descartes (para no favorecer esa visión). Descartes se lanza a la filosofía desde el, digamos, trampolín de la duda (para) pensarlo todo de nuevo. Nada está garantizado, nada está sacralizado. El pensamiento deberá conquistar su libertad, crear su nuevo y propio espacio, y para hacerlo no deberá aceptar ninguna verdad consagrada, ningún valor anterior a su fundante sustancialidad… pocos hombres han sido tan valientes en la historia humana (y, más aún, en la historia del pensamiento) como el inquieto filósofo que dijo aquello de “pienso, luego existo”. O también: “Sólo puedo no dudar de que dudo”. Lo dijo, Descartes, ante el enorme poder, ante la inmensa sacralidad del orden aristotélico-tomista. Tuvo el coraje de dudar de la entera teología medieval, de los férreos lineamientos aristotélicos. Había que empezar de nuevo. Había que dudar de todo.

Para justificar el ejercicio de la duda, Descartes introduce en sus razonamientos una figura de gran riqueza conceptual: el genio maligno (le malin génie). Dice: es necesario dudar de todo pues es posible que un genio maligno nos esté induciendo a equivocarnos sobre todas las cosas en general… es el dinamizador de la duda… es necesario tenerlo siempre presente, que ningún juicio deberemos dar por cierto ni a ninguna percepción obedecer… la duda es la expresión de nuestra libertad. No aceptar nada como consagrado, como incuestionable, como absoluto y cerrado, he aquí el gesto ejemplar del hombre de la modernidad, la condición fundante del pensamiento libre, del pensamiento crítico, del pensamiento de los intelectuales y los ciudadanos auténticos…

… aquí en la Argentina, las bases del, por decirlo así, progresismo -podría también decir: las bases de los hombres que desean cambiar las situaciones de extrema injusticia que exhibe el paisaje cotidiano de fin de siglo- están más tramadas por el desencanto que por la duda. ¿Cuál es la diferencia? La duda (tal como nos enseñó a interpretarla Descartes) es un estado de actividad, de inquietud, de búsqueda. El desencanto, no. El desencanto conduce al quietismo, a la inacción. No a elegir, sino a ser elegido. De aquí que el desencanto sea el estado espiritual del hombre de la sociedad posmoderna. Todo, se dice, está decidido, la sociedad es transparente pero inmodificable, el poder de los medios construye lo real y lo construye en la modalidad de lo inmodificable…

El hombre del desencanto ve pasar la historia, la ve a través de los massmedia, ve imágenes, imagen tras imagen, y en esa sucesión vertiginosa cree ver la realidad. Sabe, no obstante, o suele llegar a saber, que se trata de una realidad construida, de un universo caleidoscópico instaurado por el montaje nervioso de los tiempos…

Peligrosamente el desencanto se ha convertido en una postura existencial elegante y prestigiosa. El desencantado advierte que ya no creerá en nada y que, por consiguiente, nada logrará engañarlo. Ni convocarlo. Así el desencanto entrega al desencantado tanto la comodidad como la lucidez. La comodidad porque puede entregarse sin culpa al egoísmo. Y la lucidez porque el desencantado se proclama como más inteligente que el, digamos, encantado. Precisamente esa figura del encantado es la que el desencantado critica duramente. El encantado sería un ser acrítico, que se deja engañar por artilugios, por vidrios de colores, un ingenuo que aún se atreve a la inelegancia de creer en algo.

Propongo que dudemos de nuestro desencanto. Que nos preguntemos si no será la figura más terrible a la que nos ha conducido le malin genie, dispuesto siempre a enmarañarnos en el error, en la vanidad, en el solipsismo, en la privacidad, en la soledad orgullosa, en el individualismo estéril. (Porque hay un individualismo fértil, que no es el del desencanto. Es, por el contrario, el de la duda. La duda comienza por ser un gesto individual. Un quiebre, una ruptura entre el yo y el mundo de lo fáctico, por medio de la cual se constituye el yo. Un yo que sólo podrá constituirse acabadamente arrojándose al mundo).

Bastará con afirmar que el antagónico del desencantado no es el ingenuo y manipulable encantado, sino el sujeto crítico, el sujeto que nació con Descartes y que la creencia en algo no es una fe ciega y torpe, sino que es el acto libre del compromiso sometido a la severa vigilia dela duda metódica.

(...) Ocurre que no todo es fácil. Que existen cuestiones oscuras, decididamente difíciles. No hay maneras sencillas de abordarlas. Si decidimos hacerlo tendremos que acompañar esta decisión con nuestra laboriosidad. Siempre recuerdo una anécdota de Einstein. Alguien le pregunta si le puede explicar la teoría de la relatividad. Einstein dice sí, y se la explica. El otro dice: “No entiendo. ¿No me lo puede explicar de un modo más sencillo?”. Einstein dice si, y se la explica de un modo más sencillo. El otro dice no, no entiendo: “¿No hay un modo más sencillo?”. Einstein dice si y se la explica de un modo más sencillo y más sencillo y más sencillo hasta que el otro dice: “Ahora sí, ahora entiendo”. Einstein dice: “Me alegro, pero esa ya no es la teoría de la relatividad”.





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domingo, 14 de julio de 2013

Argentina: un país sin política agropecuaria




Introducción prudente

Les pido que lean estas afirmaciones sin tratar de imaginar que persona las pudo haber efectuado ni con que intereses. Propongo cotejarlas con su noción de la realidad y pensar, simplemente, si son ciertas o no, parcial o totalmente:

“(El ministro de Agricultura) Yahuar está protagonizando el mayor papelón en la historia de la producción argentina. Estamos con 125 frigoríficos cerrados, 12.600 trabajadores de la carne en la calle, perdimos 12 millones de cabezas, el año pasado tuvimos la peor siembra de trigo en  111 años y ordeñamos la misma cantidad de leche que en 1999 pero con 7000 tambos menos, y tenemos todas las actividades productivas de la Argentina comprometidas por la falta de competitividad  (…) el Gobierno vive del campo pero no lo deja vivir al campo. Este gobierno se llama nacional y popular pero al final, una vez por año, depende del resultado de la cosecha del campo (…) El gobierno es de neto corte conservador, ya que vive anclado en el pasado, mira para atrás, mientras el campo es el sector más progresista que tiene la Argentina, porque mira el futuro” (1). 

Continuemos: ¿A qué podemos llamar una política nacional agropecuaria inteligente y equilibrada?  Propondría como definición aquella que asegure la soberanía alimentaria de su población y logre obtener los mayores excedentes exportables con los recursos que el país tiene, la que fomente un abanico de las producciones vegetales y animales posibles, controlando con ello el éxodo rural de productores; que impida la concentración o monopolización en las distintas cadenas agroalimentarias y defienda una justa retribución a los productores primarios medianos y pequeños -por su mayor indefensión- corrigiendo abusos de los mercados. Todo en el marco de la conservación y planificación del uso de esos recursos, que deben ser preservados para las generaciones que vienen. Por último, que las reglas sean claras y durables, y cuanto más consensuadas, mejor. 

No quisiera pecar de soberbio pero me animaría a decir que no creo que surjan mayores diferencias con el análisis de cualquier politizado de buena voluntad. Puedo opinar  si tengo la información necesaria, incluso la de los supuestos 'entendidos' de cada sector. Y para permitirme criticar desde el llano, agrego el concepto lógico que toda conducta puede juzgarse a través de los hechos.

Crítica desaforada

Si del párrafo de arriba de todo -para no discutir nimiedades en vano entre nosotros- sólo aceptamos las afirmaciones de tipo estadístico y lo de abajo es mi norte como ciudadano preocupado por el tema, no puedo menos que pensar que este gobierno y sus integrantes son ineptos para manejar el área agropecuaria. En su defecto, puedo suponer que tienen intereses contrarios a la justicia social. 

En el año 2009 -luego de seis años de gobierno del mismo signo- por una decisión política de la presidencia de la Nación elevaron a la exSecretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca al rango de Ministerio (MAGyP). Se suponía que significaba un interés por jerarquizar su función e independizarla del todopoderoso Ministerio de Economía y Finanzas al que pertenecía.  Pero en los hechos esa dependencia siguió aunque cambiaran la chapa en el frente del edificio. Las cosas que se deciden en el MAGyP son anecdóticas.
  
Aunque no es el principal culpable de la falta de política agropecuaria en el país (un mal que viene de lejos), en un arranque de honestidad brutal el actual ministro Norberto Yahuar aceptó que no tenía condiciones para el cargo (2). Lo demuestra en los hechos pero hubiera dado lo mismo que fuera una eminencia porque desde la presidencia nunca le dieron las cartas necesarias para incidir en la realidad agrícola-ganadera. El poder seduce a la gente pero tiene sus costos.

Las secretarías en las que se divide el ministerio resultan cotos reservados de facciones políticas diferentes. El personal no especializado aumenta constantemente con gran contribución de la agrupación juvenil oficial La Cámpora, de tal modo que debió alquilarse un edificio anexo al tradicional del ministerio, para albergar a más empleados. Existe suficiente personal técnico de jerarquía en los planteles, pero toda su tarea se reduce a lograr medidas puntuales que puedan ayudar a un sector dentro de área productiva. No resultan políticas universales ni son decisivas. También hacen muchas estadísticas de provecho relativo.

El problema inicial es que Néstor Kirchner y luego su esposa Cristina dejaron en manos de Guillermo Moreno, secretario de Comercio, el manejo discrecional de las cadenas agroalimentarias. Luego de varios encontronazos -por ej. la disputa de 2008 con la mayoría de los sectores del campo por las retenciones a la soja - declararon "enemigo" al sector agropecuario. No llegaron a aceptar nunca que es la porción empresaria de mayor empuje del país, la que más reinvierte y la que más tecnología aplica. Y que en vez de castigarlo merece apoyo y respeto por lo que aporta, con trato igualitario al momento de las obligaciones.

La Oficina Nacional de Control Comercial Agropecuario-ONCCA existía desde 1996 para intentar suplir en parte el desguace de las Junta Nacional de Carnes y Granos por el menemismo. De perfil puramente técnico y con pequeña plantilla, el gobierno Kirchner la intervino aprovechando su estructura no reglamentada para sobredimensionarla y darle mayores atribuciones mediante varios decretos, con el objeto de presionar al sector. Llegó a ser una Secretaría de Agricultura paralela, porque competía con muchas de sus funciones (ya me dediqué al tema en anteriores entradas de este blog). 

Mediante un rebuscado sistema de subsidios a la producción (a alguien se le ocurrió que subvencionando granos a los feed-lots habría más oferta de carne y bajarían los precios-igual con la leche), Ricardo Echegaray y su equipo manejaron varios miles de millones de dólares sin mucho control. Idearon un sistema informático ad-hoc e independiente de la administración pública nacional. Además de ser una medida errada como fomento de largo aliento y un lamentable despilfarro que podría haber tenido un destino social, tengo una idea formada respecto a su manejo discrecional. Por eso  recomiendo leer el libro "Fuera de control" del valiente (amenazado) periodista Matías Longoni. Aquel mismo político de origen liberal luego fue increíblemente 'ascendido' por los Kirchner a la presidencia de la AFIP. La justicia aún no lo llamó a declarar. Llamativamente, la oposición política -que refunfuñó para lograr el cierre del organismo luego de decenas de denuncias por corrupción- no dijo más nada al respecto. ¿Fue un mini- pacto de Olivos?

El prestigioso agrónomo Horacio Giberti, que no era un opositor furibundo pero decía lo que pensaba en voz alta, comentaba unos años atrás: 

"El Gobierno tiene una debilidad intrínseca porque carece de una plan de desarrollo nacional. Sin ese plan es muy difícil diseñar una política agropecuaria porque ambas van de la mano. Entonces se actúa con medidas sueltas, casi de contragolpe, que no abarcan el problema en su integralidad y que son vacilantes, como en el caso de la suba y posterior baja del peso mínimo de faena. La intervención del Estado debe apuntar a defender los intereses nacionales y eso implica una fuerte resistencia de intereses minoritarios. Por lo tanto, cuando se toma una medida se debe tener la decisión política de llevarla adelante. Establecer los precios de referencia es quedarse a mitad de camino porque no son obligatorios y además se fijan de manera indefinida ya que las últimas intervenciones ni siquiera llevan la firma oficial. Lo que se debería hacer es recrear la Junta Nacional de Carnes y la Junta Nacional de Granos (...) Con un buen servicio de extensión por parte del INTA que les muestre a los productores la conveniencia de una rotación y con un sistema crediticio de fomento que de crédito para programas de producción diseñados para el largo plazo. Esos son los dos ejes fundamentales para reorientar la producción" (3)

Si repasan una por una nuestras cadenas agroalimentarias y las analizan, no creo que logren descubrir ninguna que se haya podido desarrollar y luego mantenerse sin tropiezos, durante esta década. Quizás la excepción a la regla pueda ser la aviar, que gozó de ciertas prerrogativas oficiales.

En general la premisa oficial sobre aquellas fue defender la "soberanía alimentaria", principio que supone darle prevalencia al mercado interno antes que a la exportación de la producción primaria. Para eso idearon sistemas de cupos exportables para todo, lo cual -como era de esperar- terminó en manejos discrecionales.  El secretario Moreno, aprueba o desaprueba tonelada por tonelada, como si fuera Nerón. No contento con sus tropiezos, este fracasado y prepotente funcionario ideó ridículos planes para llevar alimentos a la gente a precios populares en los que embarcó a la figura presidencial ("carne para todos", "pescado para todos", "cerdos para todos", etc.) que solamente deben haber beneficiado al 0,5% de la población argentina y tuvieron vida corta. Increíble: arreglos efímeros con empresarios amigos de cada sector a cambio de favores oficiales (4). Ninguna medida logró controlar los precios internos. Ejemplos claros: cuando no hubo vacas la carne explotó en los mostradores. Cuando no hubo trigo, el kilo de pan se fue a las nubes. Nunca se le ocurrió promocionar de manera fluída y natural el aumento de la producciones primarias para lograr mayores saldos exportables, a no ser la mencionada y difunta idea de los subsidios.

Alguno podrá decir que en el MAGyP se desarrolló y presentó el Plan Estratégico Agroalimentario y Agroindustrial (PEA2) con esos fines. En términos técnicos elegantes se trazaron objetivos de mediano y largo plazo (por ej. llegar a las 150 millones de Tn. de granos en el año 2016) pero no se establecieron políticas para arribar a los mismos. Los invito a leerlo, si tienen la paciencia suficiente para hacerlo y contrastar mi interpretación: es solo voluntarismo.

También me he explayado en otros rincones de este blog sobre el increíble achicamiento que sufrió la cadena de la carne bovina durante este gobierno que perjudicó alternativamente a todos sus eslabones, incluyendo los consumidores. Suelo repetir a mis conocidos la frase que Moreno convirtió 'la torta' del comercio de la carne en un alfajor

La industria exportadora cárnica en particular -la que más invirtió en su momento, comparativamente- luego de ser una reconocida líder mundial (hoy 11º ya no cuenta para nadie), se encuentra parada y expulsó miles de trabajadores. Desde hace unos cinco años, la  Argentina se perjudica no cumpliendo las toneladas con menor arancel permitidas por los europeos en la cuota Hilton: el retraso cambiario, los costos internos y las retenciones hacen inviable económicamente lo que siempre fue el gran negocio del sector (5). Me llama la atención que, ante semejante emergencia, los empresarios y los dirigentes sindicales acepten una realidad que puede modificarse. 

Pero no solo quebraron por eso muchos frigoríficos exportadores: también le tocó a muchos dedicados al consumo interno. La solución que encontró el gobierno fue facilitar a sus obreros su cooperativización para conservar el trabajo. El negocio lo conducen algunos matarifes y punteros políticos. Y reciben tratamientos oficiales especiales para poder seguir funcionando al filo de la reglamentación. El resto de la industria protesta por eso, sin levantar mucho la voz.   

Pero, más allá de lo macro, hay medidas puntuales muy llamativas. Recientemente, el ministro Yahuar firmó la Resolución 454/13 que destinará aproximadamente un millón de dólares para facilitar la colocación de DIU a madres bovinas viejas para que no lleguen preñadas a la faena y 'resientan' la producción de carnes. Quizás alguien le dió información técnica equivocada al funcionario. También cualquiera puede pensar cosas peores, da igual: es un millón de dólares que no llegará a un hospital que lo necesita; o significará varias señalizaciones ferroviarias que seguirán oxidadas. Esa pretensión es lo mismo que eficientizar una carreta poniéndole neumáticos F1 marca Michelin. Si preocupa la eficiencia, está aún vigente bajo el ámbito del MAGyP el límite de pesos de faena -de  importancia relativa mucho mayor- que no se cumple y nadie controla. 

No entiendo el objetivo -me resulta contradictorio- que mientras se cierran plantas perdiéndose inversiones millonarias, el INTI (Instituto Nacional de Tecnología Industrial) junto a Presidencia de la Nación fomentan la construcción de frigoríficos de pequeña capacidad en muchas provincias del país, normalmente en pueblos de pocos habitantes. Y muchas veces son concesionados a operadores privados.  

El mismo gobierno que ha atacado y vilipendiado a la cadena sojera -a la que igual le sigue sacando jugosas retenciones- al no planificar ha permitido que la leguminosa siga siendo el cultivo que mayor superficie agrícola ocupa en el país. El único propósito oficial fue mantener esos ingresos fiscales (6) pero con su inacción siguió permitiendo una nefasta falta de diversificación productiva y la concentración de la soja en pooles y oligopolios. Alguno bien bautizó a esto como "agricultura sin agricultores", porque a los medianos y chicos los saca del esquema, al perder en la escala y sufrir las mismas exacciones que los grandes. Nadie alza la voz pero también es parte de la verdad: muchos pequeños y medianos la pasan bien como 'rentistas' arrendando su tierra a los pooles a buen precio.  

Cuando el secretario de Agricultura, Lorenzo Basso (7) le propuso a la presidente escalas diferenciales de retenciones a un cultivo, la señora le recomendó reunirse con el secretario Moreno a tratar el tema. Sin poder político alguno, el Ministerio se contenta con anunciar periódicamente la aprobación oficial de nuevos eventos transgénicos de la multinacional Monsanto (empresa en la picota justamente por el tema de la 'sojización') como si fueran conquistas en si mismas. También hubo pomposos convenios agropecuarios con China -mercado principal de nuestra soja- que todavía no se han traducido en acciones de impacto económico real.

La misma presidente que alguna vez llamó "yuyo maldito" a ese cultivo, sumando contradicciones realizó hace relativamente poco un acto de gobierno donde realzó un proyecto industrial agroquímico de Monsanto  en la provincia de Córdoba, que es rechazado por la población lindera porque su posible impacto ambiental no les brinda garantías. 

El dirigente piquetero Emilio Pérsico dirije la subsecretaría de Agricultura Familiar en forma muy independiente. Fue designado directamente por la presidente en 2012 (todo parece indicar que el ministro se enteró por los diarios). No puedo juzgar su actuación, pero confieso que no creo en los objetivos que propone, abrazado demagógicamente a campesinos, chacareros e indígenas, repartiendo millones de su presupuesto entre subvenciones, camionetas 4x4 y pasajes. Los comentarios políticos de los medios hablan de un armado territorial para re-crear la pata ruralista del oficialismo llamada "Canpo".

Para mencionar otro despropósito, un fuerte aumento de retenciones a la exportación sobre la moderna industria de los biocombustibles -ideado por el viceministro de Economía, Ariel Kiciloff- echó por tierra un gran esfuerzo privado nacional de investigación y desarrollo que hacía punta en el mundo, después de desarrollar durante años la producción de etanol y aceite de soja con inversiones genuinas

Sobre el pobre destino del tradicional cultivo de trigo, cuya debacle se mencionó antes (se cultiva menos que cuando se usaba el arado de bueyes en el siglo XIX), me remito a lo que dijera el diputado socialista Lisandro Viale por su claridad: 

"La ausencia absoluta de planificación a mediano y largo plazo en la agricultura es la menor de las deficiencias del Gobierno en lo que hace a política agropecuaria. Si existiera un manual argentino para hacer desaparecer el cultivo de trigo en el país, los primeros capítulos ya los habría cumplimentado correctamente: intervenga durante varios años el mercado fijando cupos de exportación, aplíquele derechos de exportación en una proporción similar a los cultivos competidores, deje librado su cultivo a la competencia con cultivos más rentables, transfiera lo recaudado a cualquier actor económico del país o del extranjero, menos a la promoción de su cultivo y por último, obligue al productor de trigo a subsidiar el precio al que compran los molinos harineros, y habrá conseguido su objetivo, reduciendo la superficie sembrada en un 56% respecto de la de seis años atrás, mientras la de soja se incrementa en un 43% en el mismo período" (8). 

Quizás se hayan enterado en estos días que el precio del pan se disparó, que desde la Secretaría de Comercio recomiendan hacer el pan en casa y que estamos a punto de importar trigo de Uruguay para cubrir necesidades. El tema no se agota tampoco en su cantidad: el gobierno intervino siempre en la cadena triguera en favor de algunos actores (claramente los molinos harineros), permitiendo especulaciones lesivas de algunos y perjudicando a otros (9).

Merece un párrafo más el increíble final del debate sobre la extranjerización de tierras (ley de tierras 26.737), una legislación relacionada con lo agropecuario porque discutió el uso de los suelos. Uno de los aspectos principales era controlar el riesgo que implica la ocupación de suelo por personas o firmas extranjeras. Fue gestionado arduamente en el Congreso y nuestros legisladores se rasgaron sus vestiduras, embebidos de patriotismo. Se dispuso un límite de 15% para ese tipo de tenencia y después de mucho atraso se realizó el censo de tierras rurales ordenado por la ley,  comprobando que no llegaban al 8%. ¿Semejante esfuerzo legislativo para una necesidad o peligro inexistentes? ¿Quiere decir que los "malvados" extranjeros pueden seguir comprando tierras sin problemas pues les queda un 7%? (ver 10).  ¿Fue un engaño? Como con Malvinas: nuestros políticos lloran de vez en cuando por su recuperación pero no sabrían que hacer con una nueva provincia o apoyarían en ella a otro señor feudal.

De los temas forestal y pesquero no deseo opinar sin un conocimiento profundo. Solo tengo preguntas: porque después de tantas décadas nunca terminamos de ser la potencia silvícola que podemos ser y porque nuestras reservas pesqueras se agotan mientras el negocio va cada vez peor sin que a nadie le preocupe y  sobrevuelan los más negros rumores de connivencias propias del "capitalismo de amigos" en el sector, lindantes con lo mafioso (11).

Corolario

En la vieja entrada "El plan agropecuario de Proyecto Sur" resumí valiosas ideas ajenas y humildes conceptos propios acerca de la dirección que debería apuntarse en la búsqueda de una política agropecuaria nacional socialmente justa y ecológicamente sustentable. Si tienen paciencia, los invito a visitarla así me evitan repetirlos. Resumiendo, es poner el énfasis en la planificación federal en coordinación con las provincias y en diálogo con los distintos sectores. Todos saben bien lo que les conviene: ¿puede ser tan difícil armonizar sus intereses sin privilegios? No desperdiciar las oportunidades y pensar la agroindustria como nuestra plataforma de despegue. No demonizar la soja sino darle la dimensión que corresponde. Lograr de una vez por todas compatibilizar el mercado interno y la exportación de carnes, para que todos se beneficien.

Y respecto a los políticos que nos tocan -aunque puedan existir en todos los países del mundo- me duele ver en mi país esa gente vestida de funcionario que miente para vivir muy  bien del dinero de todos sin contraprestaciones, mientras a los de siempre les faltan oportunidades para sobrevivir y otros se rompen el lomo haciendo solidaridad sin recompensa alguna.  Vuelvo a pensar en el viejo principio nihilista  "que se vayan todos".  Pero con cárcel a los culpables. Horanosaurus.  





(1) Declaraciones de Luis Miguel Etchevehere, presidente de la Sociedad Rural Argentina. La Nación 22/06/13 Nota: “Yahuar dijo que el paro delcampo fue un fracaso y el sector le contestó con dureza”.  

(2) "Un viejo refrán afirma que 'el que avisa no traiciona' y bien se podría aplicar al nuevo ministro de Agricultura, Norberto Yahuar. Es que el funcionario, en un rapto de sinceridad, había admitido en una entrevista anterior a su nombramiento no tener conocimiento alguno del sector agropecuario, cuyo destino decidirá a partir de hoy. 'Ese cargo me queda grande y no estoy en condiciones de aceptarlo... veo cosas como la lechería y muchas otras cosas que yo desconozco, entonces prefiero no hablar, pero sí creo que me queda grande ese cargo y si me lo ofrecen no se si doy con la talla. Esa es la verdad', dijo Yahuar en una entrevista que le hicieron en una radio de Chubut luego del homenaje en memoria del fallecido Néstor Kirchner, a fines de octubre pasado. La Nación Suplemento Campo. 10/12/11. 

(3) Entrevista a Horacio Giberti en Página 12-Suplemento Cash 17/12/06, citado en "El dilema de 'el campo' en la Argentina de hoy. Una mirada desde el socialismo". Lisandro Viale (Prometeo-2011). Giberti falleció en 2009.

(4) Creo que sabrán que un funcionario que imponga medidas que correspondan a su ámbito sin utilizar normas legales infringe la ley. Es público que este hombre da órdenes por teléfono a privados invocando su puesto público. 

(5) Las retenciones a las exportaciones de carnes son del 15%. En abril de 2012 la presidente dispuso -con bombos y platillos- una disminución al 5% en el caso de carnes termoprocesadas. Nadie le avisó que la producción argentina de carnes en lata es secundaria y apenas la hacen unos tres o cuatro frigoríficos en todo el país, entre los trescientos cincuenta sobrevivientes.  

(6) En la auto-denominada kirchnerista "década ganada", la suma recaudada por retenciones a los granos alcanzó los U$S 60 mil millones. Lo dice de otro modo el índice FADA (Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de la Argentina) que estima que el 75% de la renta agrícola se transforma en recaudación fiscal efectiva o en subsidios a otras actividades (es decir, sumatoria de impuestos nacionales, provinciales y costos de intervención del mercado). Esa millonada no se utilizó para obras de infraestructura o de desarrollo (como hizo Perón en sus primeras presidencias) ni para potenciar 'clusters' industriales o agroalimentarios. Suena a fracaso saber que el país, con la fracasada política energética del ministro De Vido, debe importar cada año combustibles fósiles por alrededor de U$S 12 mil millones. 

(7) ex-decano de la Facultad de Agronomía-UBA tentado para la función pública en un mal momento. Una de las pocas figuras visibles con capacidad en el staff ministerial.

(8) Lisandro Viale, citado en (3). El libro mencionado puede obtenerse en versión .pdf  en el blog de este diputado provincial (//lisandroviale.blogspot.com.ar)

(9) Interesante análisis de Pedro Peretti en "Falta harina... pero ¿falta trigo?" 06/07/13.

(10) Según el dirigente indigenista Darío Rodríguez Duch, a la fecha todavía están sin cumplirse el relevamiento territorial indígena propuesto por ley 26160/2006, el inventario de glaciares impuesto por la ley 25339 y el ordenamiento de bosques nativos de la ley nacional de bosques 26331. Ver "Activos naturales: los extranjeros ahora podrán comprar otro 7% de tierras en el país" y subnotas. Clarín 09/06/13.

(11) Las denuncias que suelo leer sobre el tema pesquero me provocan escalofríos. Por ejemplo, "El mapa de la corrupción pesquera argentina" de Roberto Maturana, Periódico Tribuna, 10/09/12. 



Pastillitas extras

* "Esta semana, la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires informó que el ministerio de Educación de la Nación declaró esa carrera y otras vinculadas a las ciencias básicas y aplicadas como 'prioritarias' para el sistema educativo nacional por ser 'estratégicas para el desarrollo económico y productivo del país". Es un merecido reconocimiento. Pero suena casi contradictorio, a la luz de la política agropecuaria de los últimos años, que el gobierno diga que la agronomía es estratégica para el desarrollo económico del país". "Estratégica". Sergio Persoglia. Clarín Rural 13/07/13.  

*  "Por la incertidumbre, los productores no pueden transformar grano en proteína en el lugar, aprovechando la eficiencia relativa de nuestras tierras. Por eso, la Argentina exporta el 65% de su maíz como grano frente a un solo 15% de Brasil. Y apenas el 14% de sus exportaciones agrícolas tienen alguna transformación compleja (...) " Eduardo Amadeo, ex diputado nacional. "La irracionalidad es tal que sólo se revierte con un nuevo poder político" La Nación Suplemento Campo 20/07/13.




Foto de abajo: frigorífico exportador Látigo, Florencio Varela, Bs. As., setiembre 2013, abandonado y saqueado, como muchos otros: millones de dólares de inversión y el esfuerzo de años de trabajo a la basura y miles de obreros especializados desperdiciados que quizás jamás sean recuperados para la industria.

BONUS TRACK 2021: en la Argentina no cambia nada. A pesar del daño que produjo al país, de tantos caudales hurtados a la gente y de tanta soberbia agresiva, gobierna de nuevo el kirchnerismo. Ocurrió por decisión del voto popular soberano y la incapacidad macrista para enderezar el rumbo económico y abrir nuevos horizontes. Pero, ahora vapuleado por el resultado electoral después de dos años de desgobierno y contradicciones -en medio de la pandemia de coronavirus que sacó a flote lo peor del elenco de Alberto Fernández y Cristina Kirchner- la gente dijo basta a tanto insulto y destrato. Recién con los resultados escondieron su soberbia. En el fondo reconocían que sus funcionarios no funcionaban pero seguían jugando con la gente. 
En el rubro agropecuario, el peronismo siempre deambula como zombie sin entender de que se trata. Calificando a los productores de oligarcas y calculando que porcentaje de retenciones subir para que funcione su pobrismo estructural a base de dádivas. Su despiste quedó evidenciado desde el principio del desgobierno, cuando intentaron estatizar la empresa Vicentin, como cabeza de playa por nacionalizar las comercializaciones agropecuarias: una idea que retrasa 80 años y no se aplica en ningún país pero ellos suponen revolucionaria. Con los okupas progre de Grabois usurpando campos para plantar perejiles a la sombra (no vayan a insolarse). 
Otra vez el Ministerio de Agricultura pintado y subordinado a Economía/Hacienda o Producción y sin políticas.  Primero el versero Basterra hijo de Insfran, ahora -otra vez- el locuaz Domínguez. Otra vez cepo a las exportaciones de carnes sabiendo los resultados desastrosos que obtuvieron hace diez años con lo mismo y cuando el país había recuperado posiciones en el mercado mundial. Otra vez militantes kirchneristas desaforados pinchando silobolsas como si estuvieran haciendo una revolución. 
Siguen guitarreando. No aprenden más. Necesitan un baño de autocrítica y humildad que no se si les resultará posible. Aquí abajo, una opinión sintetizadora para actualizar el pantallazo. Horanosaurus. 

La Nación 01/10/21. Por Jesús María Silveyra (ex Subsecretario de Mercados Agropecuarios).

El nuevo ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca, Julián Domínguez, en el acto de campaña celebrado ayer en Casa de Gobierno, con la presencia del presidente Alberto Fernández y la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, donde se presentó un proyecto de Ley de “Régimen de Fomento al Desarrollo Agroindustrial Federal, Inclusivo, Sustentable y Exportador” que viene trabajando con ahínco y denuedo hace más de un año el Consejo Agroindustrial Argentino (CAA), expresó tres ideas que bien podrían encuadrarse como “banderas del peronismo agropecuario”, a saber: soberanía tecnológica, seguridad alimentaria y administración inteligente.

En lo que se refiere a “soberanía tecnológica” puede inferirse que se estaba refiriendo a lo pronunciado por Domínguez un día antes en defensa y respaldo del trigo transgénico HB4, cuando afirmó en primera persona y como si los graves asuntos en discusión se trataran de algo personal: “A ver si los brasileros me van a indicar a mí lo que yo quiero hacer con la producción”. Desconociendo y confundiendo a la sociedad sobre los peligros que emanan de la aprobación del trigo transgénico para su comercialización, ante el rechazo de los principales clientes internacionales y la posibilidad de que en adelante por las probables mezclas con el trigo no transgénico, nuestro cereal deje de ser considerado como de muy buena calidad panadera, para pasar a ser catalogado como trigo forrajero, con una pérdida de valor del 20% que podría generar un perjuicio anual al país de más de 600 millones de dólares, sin contar aquellos que se producirían en el mercado interno por el rechazo de parte de los consumidores.

En lo que se refiere a la “seguridad alimentaria”, volvió a inferirse la defensa de la “mesa de los argentinos” a la que hay que proteger celosamente de los poderosos mediante la intervención del Estado a efectos de mantener los precios de ciertos productos regulados, como sería el caso de los que definió, por primera vez que se recuerde, como “bienes culturales” de los argentinos (refiriéndose al trigo, al maíz y la carne). Sobrada cuenta tenemos los argentinos del fracaso de las políticas que se aplicaron en el Gobierno kirchnerista del que él formó parte, donde no solo no lograron con estas regulaciones frenar la inflación de los alimentos (que tienen otras causas además de la incidencia del valor de las materias primas) ni defender la “mesa de los argentinos”, sino que su consecuencia fue reducir la producción agropecuaria tanto en maíz y trigo, como en carne.

Por último, en lo que se refiere a la “administración inteligente”, se parte de la base de que al buen saber y entender de los funcionarios públicos y su alto conocimiento de los mercados, el Estado puede administrar bien cuándo exportar y cuándo no hacerlo, regulando los registros o cuotas de exportaciones, presentando paradójicamente un “Régimen de Fomento de las Exportaciones”, donde se plantea llevar las mismas de 65 mil a 100 mil millones de dólares, lo que resulta a simple vista y sin necesidad de recurrir a la ciencia, contradictorio, ya que está probado su fracaso en los resultados del pasado dado que la “administración inteligente” no fue tal.

Un ejemplo bastaría con la prohibición durante meses de exportar a China carne de “vaca vieja”, que no se consume en el mercado local. La “administración inteligente” primero decidió que no se podía y ahora dice que sí. Conclusión, la pérdida de millones de dólares por el error cometido y el peligro de perder dicho mercado ante nuestros competidores.

Por último, habría que preguntarse qué sentido tiene dentro del proyecto el término “inclusivo”, si se refiere al uso del lenguaje exclusivo, a la inclusión de todos los actores de la cadena en los considerandos para su formulación (especialmente a los productores que dan inicio a la misma) o que se incrementarán las exportaciones por definición “inclusive” con la actual brecha cambiaria del 100% y los derechos de exportación.