jueves, 21 de abril de 2011

Piazzolla, mi viejo y yo




Horacio Eleodoro Méndez, primer bandoneonista a la derecha. Orquesta y año desconocidos.

1. Bautismo tanguero (una pequeña anécdota)

Tengo una historia rara con el tango, algo larga de explicar. Es un pequeño juego de casualidades, una anécdota. Algunos conocidos míos lo saben, otros no. Mi padre Horacio Eleodoro fue -a la par de ser empleado administrativo público- bandoneonista de una orquesta “bastante conocida” alrededor de 1950 y gran fanático del tango siempre. Como era de hablar poco y muy reservado, difícil contara algo si no le preguntaban. Nunca contaba nada sobre sus idas y vueltas artísticas.

Tuvimos roces generacionales por la música: durante mi adolescencia descubrir el rock fue una gran pasión y al tango no lo soportaba mucho. Para los jóvenes era "cosa de viejos”, no nos representaba, no nos llegaba. Sus letras hablaban de un mundo que no habíamos vivido. También tuvimos discrepancias por otras cosas, por ejemplo entre mi peronismo acendrado propio de los 70 y su antiperonismo visceral. Pero ese fue otro tema.

Años después, cuando amplié percepciones y me abrí a bucear otras músicas, hubiera querido aprender bandoneón de las lecciones de mi propio papá. Pero no solo mi padre ya no tenía el “fuelle” (lo había vendido y se había retirado de la música a instancias de mi madre): directamente había fallecido. El viejo se murió de un tumor galopante en el esófago a sus 49 (a mis 18). En esas épocas, los Jockey Club no tenían el cartelito “fumar es perjudicial para la salud” y él aspiraba dos atados por día.

Hoy me gustan muchas cosas del tango (Carlos Gardel, Osvaldo Pugliese, Discépolo, temas sueltos) pero no al nivel de desempolvar los discos "de pasta" de 78 rpm que quedaron en la casa paterna, ni para revolver anaqueles en disquerías, costumbre que en cambio tuve durante décadas con el rock, el jazz, el folklore y hasta la música brasileña. Me doy cuenta que cuando más añoro el tango es cuando no lo tengo a mano: curiosamente, lo mismo que me pasa con la ciudad de Buenos Aires. Eso si: se llame como se llame su música, me apasiona Astor Piazzolla. Me hace vibrar el alma.

La anécdota del título es que mi segundo nombre de pila (me llamo Horacio Aníbal) fue un homenaje de mi papá a su admirado Aníbal Troilo, inmenso bandoneonista y autor calificadísimo del género. Pero eso fue producto de una prohibición: en realidad me quiso poner “Astor” (por Astor Piazzolla–su más admirado solista al principio) y no lo dejaron en el registro civil por no ser un nombre “habilitado” en las listas oficiales de aquel entonces (1955). No existían las libertades de hoy en día para bautizar humanos con cualquier sonido gutural o con el nombre exótico de un artista.

Todavía me resulta rara la ocurrencia de mi viejo de homenajear a alguien con el nombre de bautismo de su hijo. No coincide con la personalidad que le llegue a conocer. Evidentemente, la pasión por el tango -como la de Huracán- le corrían por dentro, porque era poco expresivo. En mi caso, el único ídolo que tuve fue Perón –por unas un par de décadas- y nunca se me hubiera ocurrido ponerle Juan Domingo a mi hijo. Me parece peor que un tatuaje, porque ni siquiera lo elige el chico.

Y así como debe haber miles de "Diego Armando" por ahí, la dedicatoria a Troilo tampoco fue una originalidad. Descubrí que un amigo, el veterinario Horacio Oyhenart (alias Turco), bautizó igual que mi viejo a un hijo suyo “Horacio Aníbal” repitiendo su nombre primero y agregando el segundo por ese mismo ídolo tanguero. El querido Turco es un reconocido hincha del “bicho de la Paternal” del que comentan que -como docente- amenaza reprobar alumnos que no demuestren simpatía con Argentinos Juniors.

Hay una vuelta de tuerca final para esta pequeña historia: la etapa creadora de Piazzolla que a mi me subyuga de tango no tradicional que le dió identidad y originalidad –de los sesenta en adelante- fue precisamente la que alejó a mi padre de su música, porque el no consideraba “tango” a esa búsqueda. Para quien no sabe del tema, A.P. fue considerado un “réprobo” por su lenguaje musical que partía inequívocamente del tango pero abrevaba en el jazz y la música clásica. Coleccionó críticas y enemigos por una cuestión de etiquetas, lenguas filosas y celos artísticos.

En aquella colección de LP de 78 rpm de mi padre, por ende, no hay nada de sus quintetos, octeto o noneto, “Invierno porteño”, “Escualo”, “Libertango” ni “Fuga y misterio”. Es decir que con el paso de los años mi viejo debe haber respirado aliviado por aquella prohibición del registro civil de “Astor” para su hijo varón.

La pequeña anécdota termina acá (avisé que era pequeña). Pero ya que andamos con Piazzolla, aguántenme un cachito más.


2. Piazzolla: anécdotas de un vanguardista.

Quizás por contrapartida a no haber podido estudiar música y por curiosidad también, he sido siempre tenaz para buscar información sobre la discografía de los músicos que me interesaron a través del tiempo. Pero nunca fui muy consumidor de sus biografías porque a pesar de alguna frase rimbombante, o quizás más por sus recurrentes delirios de grandeza, nunca consideré que la música o los artistas pudieran cambiar el mundo. ¿Quién podría leer a Borges teniendo en cuenta sus opiniones políticas? ¿Quién le puede creer a Mick Jagger sus exaltaciones a la rebeldía? ¿Quién creyó que John Lennon fue un revolucionario?



Todo un símbolo: un tanguero en la tapa de la rockera Expreso Imaginario. 1977.

En el caso de Astor Pantaleón Piazzolla (Piscis-Mar del Plata, 11/03/1921-Buenos Aires, 04/07/1992) encontré una excepción aplastante a esa metodología: abandoné temprano la idea de investigar su obra porque descubrí que es una de las más complicadas de aprehender que hay, sin exageraciones. Es que grabó en varias discográficas (Columbia, RCA, luego Sony-BMG, pasando por Trova), abundando en litigios, y cada una editó a mansalva decenas de discos en vivo y recopilaciones con sus distintas formaciones (quintetos, sexteto, noneto, grupo de cuerdas), tal que en cada disco uno puede descubrir algún tema inédito escondido. Simplemente me dediqué a escucharlo al por mayor, asistemáticamente.

Y en cambio, confieso me resultó placentero leer sobre su enorme y rica vida artística porque A.P. resultó ser un tipo arriesgado, con miles de anécdotas derivadas de la lucha por imponer lo suyo. De partida nomás, no parece común que su familia marplatense se haya ido a intentar suerte en el Greenwich Village neoyorquino. Allí se instalaron entre sus cuatro y dieciséis años y ahí empezó a gustar del jazz y de Bach. Ahí también “camorreaba” a sus vecinitos, que lo llamaban “lefty” (zurdito) porque pegaba con la zurda, precisamente. Lo echaron de dos escuelas.

Su padre Vicente -típico papá exigente pero potenciador al que todos llamaban "Nonino" así como "Nonina" era su madre Asunta- lo mandó a aprender boxeo y también le regaló el primer bandoneón, que Astor al principio no quería usar porque rechazaba el tango que le producía nostalgias.

El nene conoció en Nueva York a Gardel cuando fue a filmar “El día que me quieras” porque “Nonino” le encargó que le llevara un regalo; como le cayó simpático el pibe de 14 años, Carlitos lo invitó a participar de extra en la película -haciendo de canillita- y en un asado Astor tocó su primer tango nada más y nada menos que junto a Gardel. También lo acompañó a hacer compras por la ciudad, haciéndole de traductor. Y aunque Gardel lo invitó a que los siguiera en la gira con Lepera y los suyos, los padres de Astor no lo dejaron. Si le hubieran dado permiso seguramente hubiera muerto en el famoso accidente de avión de 1935 en Medellín. El mismo dijo después: “¡Charlie, me salvé! En vez de estar tocando el bandoneón, ¡estaría tocando el arpa!”

En 1937, la familia Piazzolla vuelve a Mar del Plata y el joven Astor decide probar suerte en Buenos Aires. Pasado un tiempo, le consiguen una prueba y engancha en la orquesta de Troilo. No conozco tanto pero supongo que sería como jugar fútbol en la selección nacional junto a Maradona. Troilo lo tuvo entre 1950 y el 55 como bandoneonista y arreglador; después estuvo en la de Fiorentino. Y Pugliese, Rovira, Fresedo, Francini-Pontier y Basso tocaron en sus orquestas partituras de Piazzolla durante esos años. Es decir, un tipo requerido en el ambiente; que luego devendría en enfant-terrible. Sus arreglos influídos por el jazz no resultaban muy bailables y lo obligaron de a poco a ir abriéndose paso y hacer la suya, hasta largarse con su propio grupo en 1955 (Octeto Buenos Aires).

Entre los 40 y 50, Piazzolla había tomado clases con Alberto Ginastera y Nadia Boulanger, en Europa. Algunos dicen que no se trató en realidad de una búsqueda personal por adquirir nuevos conocimientos que mejoraran su composición sino, de algún modo, que le confirmaran desde “la academia” que la música popular de la cual partía era válida, tenía nivel. Es la profesora justamente quien lo alienta a profundizar la música de su pueblo, como lo hicieran Ravel, Bartok, Villa-Lobos o Manuel de Falla. Su propio amigo Horacio Ferrer dijo años después en una nota que “él tenía vergüenza del tango y lo que significaba” y que su aspiración era brindarle jerarquía. El viejo sentimiento de las clases media y alta argentinas, ¿no? La necesidad de ser aprobados por “los dueños de la cultura”, por Europa.

En 1958 A.P. decide viajar a Nueva York de nuevo, pero esta vez con su esposa Odette “Dedé” Wolf y sus dos hijos Diana y Daniel, para intentar suerte con su arte. Tiene un conjunto con intenciones de fusión tango-jazz pero solo consigue trabajo haciendo presentaciones con aditamentos gauchos e interpretando temas archiconocidos. Un bajón.

Estando allí compone en 1959 su creación más famosa, “Adiós Nonino”: para el propio Astor el mejor tango que compuso, el que nunca pudo superar a pesar de proponérselo. Estaba dedicado a su padre y lo hizo a los pocos días que le comunicaran a la distancia su fallecimiento. El suceso decanta su retorno a la Argentina.

El octeto propio que mencioné más arriba dicen estuvo inspirado en el grupo del saxofonista de cool jazz Gerry Mulligan, que le había volado la cabeza. Incorpora en el conjunto dos violines, dos bandoneones (Leopoldo Federico y él), un violoncello, un contrabajo, un piano (Atilio Stampone) y una guitarra eléctrica (Horacio Malvicino). ¡Si eso no era provocar! Años más tarde A.P. grabaría con Mulligan y también con el argentino Lalo Schiffrin, consagrado en Estados Unidos.

En plenos años 60 hasta la manera de empilchar suya y la de los integrantes del grupo parecía más de conjuntos pop que tangueros: nada de fijador de pelo, saco ni corbata ni lo que pudimos conocer en el almidonado programa de TV “Grandes valores del tango”; ¡tocaban tango con camisas floreadas! Por si fuera poco, Piazzolla no se callaba y respondía las críticas de periodistas y de músicos consagrados: un iconoclasta total.

"Si los recalcitrantes tangueros quieren criticarme —respondía— que lo hagan, a mí no me van a destruir. Yo no tengo nada que ver con el tango (...) ellos siguen creyendo en el compadrito y en el farolito, yo no. Yo hago música del Buenos Aires de hoy. Aquí no hay gauchos en la calle, ni avestruces, ni cuchilleros en la esquina. Somos una mezcla de franceses, italianos, alemanes, qué se yo".

Los únicos tangueros por quienes demostró respeto fueron Vardaro, Pugliese, Gobbi, Decaro y Salgán. También Troilo, en cuyo homenaje después compuso “Suite Troileana”. A los demás algún palo le tiró, por ejemplo acusándolos de ser aburridos “como viejitas tejiendo”, monótonos o conservadores.

Al tiempo, los tacheros cuando reconocían a Piazzolla no querían llevarlo porque “destruía” el tango. Y sus conciertos solían terminar a las trompadas ante las provocaciones de algunos oyentes indignados. "Parecíamos salidos del ERP ¡ocho guerrilleros subidos al escenario!”, dijo después. Siendo chico yo mismo –sin vivir en un medio tanguero- escuché más de una discusión con la famosa frase “¡eso no es tango!”, referida a la música de A.P.

Me ocurre con Piazzolla lo que a otros con el tango en general: me remite al alma porteña. ¿Y què corno es el alma porteña? Que se yo, cultura como usos y costumbres, modismos, una serie de sensaciones, un ambiente, un clima. Quizás es tonto pero escucho a Piazzolla y se que es Buenos Aires por la piel, por ese suspenso que producen sus compases y sutilezas, por los silencios y las tensiones de su genial música. Aunque de a ratos uno advierte en ella reminiscencias de los años 60, me da la impresión que en el siglo XXII, aunque en vez de taxis amarillos y negros se usen traspoladores de átomos, Piazzolla seguirá significando lo mismo para quienes lo descubran. “Adiós Nonino”… cada vez que escucho ese tema, puntualmente, se me pone “la piel de gallina” y moqueo, disimuladamente.

Alguna vez contó su amor imposible era Greta Garbo y quiso la suerte que en 1977 Piazzolla se la cruzara. Viajaba en avión de París a Nueva York invitado a tocar temas propios junto a la Filarmónica en el Madison Square Garden y le tocó sentarse al lado de su idolatrada G.G., que estaba medio de incógnito detrás de una capelina. A pesar de ser descarado para tantas cosas, no se animó a dirigirle la palabra en todo el trayecto. En un palabra, pudo pasar una noche junto a su gran amor pero su gran amor ni se enteró.

Las siguientes parejas de Piazzolla fueron la cantante Amelita Baltar y, después, la actriz Laura Escalada. Parece que, a la muerte de Astor, esta última patentó todo lo relacionado con el músico y nada puede llevar su nombre sin pagar derechos. Y dicen que por eso en Mar del Plata no han podido ponerle aún su nombre de homenaje a una calle. Volviendo a sus hijos: Diana escribió hace unos años la biografía de su padre (“Astor”) y Daniel, músico también. El nieto (Daniel “Pipi”) es un baterista de jazz muy reconocido en el circuito musical porteño.


3. Finestra aperta.

La movida interior que me produce Piazzolla no me ocurre, como dije, con cualquier cosa del tango y noto -me causa mucha curiosidad- que me toca resortes internos parecidos a los de algunas composiciones jazzeras de Pat Metheny, aunque no tengan ni el más remoto parentesco. Supongo que a un amante de la música clásica eso podría estar ocurriéndole indistintamente con Beethoven, Mozart o Erik Satie, por inventar casos.

Me parece que Piazzolla no ha sido un músico muy popular y si ello fue así es porque acceder a lo suyo no debe ser tan fácil. La opuesta idea al porqué la cumbia villera o el reggaeton pueden ser masivos. También a pura intuición creo que su música –por elaborada y apasionada- entra por el intelecto pero termina abrazando el corazón.

Curiosa transformación del tango tradicional, le extirpó el baile y, en cierta media, el canto. El tango de Piazzolla no se puede bailar y solo algunas baladas son cantadas. Un análisis que deben haber hecho mejor los críticos tangòfilos, pero debe haber contribuído sin duda a la falta de masividad de la música de A.P.

Ahora bien, algo muy original debe haber creado para que músicos increíbles de todos los géneros –del rock al jazz pasando por la clásica- se hayan acercado al mundo Piazzolla para abrevarlo (Gerry Mulligan, Gary Burton, Rastropovich, Daniel Barenboim, Egberto Gismonti, Jacques Morelenbaum, el violoncelista Yo-Yo-Ma, Kronos Quartet, Gidon Kremer). Son todos capos en lo que hacen y sintieron la necesidad de interpretarlo, aunque con distintos resultados.

Gary Burton, por ejemplo, quizás el mejor vibrafonista del mundo, hizo una gira con Piazzolla y su grupo y grabó en vivo “The new tango” en 1987 en el Festival de Jazz de Montreaux. Una década después grabó el disco “Reunion”, con ex músicos piazzollianos. Visitó Buenos Aires muchas veces, dió varios conciertos. No se que cosas más importantes tuve que hacer para habérmelo perdido (incluso estuvo en forma gratuita en la Biblioteca Nacional)... me confieso un pelotudo importante.

Tampoco tuve suerte cuando en diciembre de 1979 fui al estadio Obras a ver un concierto impresionante que incluía a Dizzy Gillespie, Hermeto Pascoal y Astor Piazzolla (ver foto abajo). Como suele ocurrir en Buenos Aires, el empresario aprovechó la bolada de un show que hicieron en el festival de jazz de San Pablo-Brasil y los contrató acá. Pero sin mayores explicaciones Piazzolla y su quinteto no estuvieron esa noche. Con semejantes nenes y por ser las entradas accesibles, no hubieron mayores protestas de la gente. Me encanta Hermeto pero esa noche fue un delirio de ruidos guturales y poca música. El que salvó las papas fue el enorme Dizzy Gillespie.


Dicen los que saben (sus antiguos partenaires Pablo Ziegler, Fernando Suárez Paz, Horacio Malvicino, etc.) que no es fácil tocar la música de A.P. porque el candidato tiene que recorrer un camino largo: primero, aprender a tocar tango, y luego, no caer en la trampa de ejecutar fielmente las partituras de Piazzolla sino intentar interpretar el “espíritu” de sus creaciones. Y eso no está escrito justamente en el papel, donde Astor volcaba solo lo primordial. Muchos de ellos son todavía contratados desde muchos lugares del mundo para realizar clínicas para músicos clásicos que quieren abordar Piazzolla o el tango. Los exPiazzolla son terribles músicos, con trayectorias de órdago -y yo no soy nadie- pero no puedo resistir la tentación de llamarlos “las viudas de Astor”. 

También en vano fueron muchos los intentos por hacer evolucionar la música de Piazzolla; es como si no pudieran darle una vuelta más de rosca. Cualquier cosa que quiera ponerse en su camino suena a copia mala y quien toca tango “a lo Piazzolla”, es reconocido ipso-facto. Pareciera que nadie puede arreglar su música. Quizás todavía se puede hacer sin tanto riesgo un tango novedoso pero no se puede reinventar el nuevo género que patentó Don Astor.

Verdad objetiva, Piazzolla es el compositor argentino más difundido y célebre en el mundo. Y tanto él como sus músicos tuvieron siempre más convocatoria en el exterior que en la Argentina misma. Podemos concluir que la oposición que tuvo su búsqueda vanguardista en nuestro país fue más por su osadía de retar a duelo al mundo del tango tradicional -una lucha estéril por las etiquetas- que por el juicio a la calidad intrínseca de su música. Bueno, también por una cuestión de conservadurismo de nuestros tangueros clásicos.

Piazzolla es una marca porteña contemporánea, nuestro Gershwin, nuestro Tom Jobim. ¿Quien lo pone en duda al final? Piazzolla es música de Buenos Aires. De la mejor. Horanosaurus.

                                   Homenaje a Piazzolla en el Centro Cultural Recoleta, Buenos Aires.


Por Juan Bedoian. Clarín 06/03/16. El 4 de julio de 1992, en una placita de Montreal, palpité todo el fervor y el cariño de la memoria patria. Estaba sentado en un banco y miraba cómo el prado verde, las flores y el luminoso cielo condensaban todas las alegrías del verano canadiense. Hasta ahí era un simple desconocido entre gente desconocida: o sea, nadie. Era un mundo precioso, pero distante y ajeno que en ese momento celebraba el Festival de Jazz de Montreal, en el que todos los años desfilan miles de artistas del mundo. De pronto, desde la vereda de un bar, surgió una melodía conocida, familiar: un saxofonista comenzó a tocar “Adiós Nonino”, la canción emblemática de Astor Piazzolla. Segundos después, a pocos metros, un clarinetista viejo y desgarbado promovió su propia versión del tema con una intensidad que te calaba los huesos; casi inmediatamente, en la esquina, se sumó un trío que interpretaba la misma canción. Comencé a caminar y, de todos lados, emergían, diáfanas, las cadencias de “Adiós Nonino” interpretadas por decenas de artistas invitados al festival. Asombrado, tuve la extraña sensación de ser un fantasma que caminaba entre los vivos hasta que uno de los músicos me dijo: “Acaba de morir Piazzolla en Buenos Aires y este es nuestro homenaje”. En ese instante, en ese momento justo, sentí que esa melodía de un compatriota genial me transformaba en alguien, exaltaba mi origen y dibujaba mi destino. Lejos de un nacionalismo que muchas veces es agresivo y perverso, aprendí que el universo es nuestra casa y que, simultáneamente, nuestra querida casa es el mundo entero.

BONUS TRACK

Quizás lo hayan advertido, quizás no, pero en este blog desarrollé una serie de entradas con el título de "Guía práctica garantizada de jazz, rock, pop, BSO & world music (500 discos para procurarse la felicidad)". Son recomendaciones musicales de este humilde melómano sin chapa de crítico profesional, cuyo objeto estimo queda claro en el mismo irónico título. Como cae de maduro, en el capítulo 2 dedicado al “Folklore argentino, sudamericanos y world music”, me sumergí en su momento en una revisión de la historiografía musical de Astor Piazzolla, seleccionando algunas de sus producciones. Acá recorto y pego mis conclusiones, con algunas redundancias obvias. Espero que les guste. Horanosaurus.  

**Astor Piazzolla – “Adiós nonino” (1969)

Tengo una historia personal con el tango y con Astor Piazzolla (Mar del Plata-Argentina, 1921-1992) en particular, un poco larga de explicar. Una anécdota que relato por separado (+). En paralelo, me ocurrió con ambos lo que a tantos otros: terminar admitiendo con el paso del tiempo que son parte insustituible de mi alma, porque lo son del alma porteña. Parece haber un mecanismo oculto en el rebelde interior juvenil de los argentinos que resiste aceptar al tango tempranamente, aunque la tendencia parece revertirse en las últimas generaciones. Algo que en un momento de la vida se rompe con un click activado por la acumulación de experiencias fuertes que provoca esta ciudad (“la ciudad de la furia”. De golpe nos descubrimos conmovidos por el ritmo y las cadencias tangueras y algunas letras ya no nos parecen tan pesadas y cobran sentido.

Piazzolla fue pieza fundamental del aggiornamiento y difusión del género y con él volvió a recorrer el mundo. Dentro mío precipitó un extraño circuito disparado por la curiosidad intelectual que terminó apoderándose de mi corazón: cada vez que escucho su música me lleva de la piel de gallina al moqueo con facilidad.

Resumir la carrera artística de Astor Piazzolla requiere recurrir a fuentes más potentes. Es la biografía apasionante de un tipo genial, caprichoso y audaz. Desde su niñez políglota en Nueva York en épocas de mafiosos y ley seca que le endurecieron la piel, con los padres buscándose un destino. Su increíble amistad con Carlos Gardel y el reclutamiento frustrado a los 14 (“Charlie, me salvé! En vez de tocar el bandoneón estaría tocando el arpa”). El dominio del bandoneón, el aprendizaje musical con Alberto Ginastera en Barracas y la conquista de Buenos Aires hasta convertirse en un arreglador tanguero muy requerido en la ciudad (Troilo, Fiorentino, Francini-Pontier), a veces resistido por sus intervenciones académicas “poco bailables”. A partir de las lecciones con la pianista y directora Nadia Boulanger en Francia, Piazzolla se lanza en una cruzada para imponer sus originalísimas creaciones, que le valdrían la oposición de la mayoría del ambiente tanguero tradicional pero también la adhesión de un público nuevo y una enorme fama mundial. A través de los años, se expresó mediante distintas formaciones como el octeto Buenos Aires (donde mete por primera vez una guitarra eléctrica en un grupo tanguero), una orquesta de cuerdas, el quinteto Nuevo Tango, el Nuevo Octeto y el Octeto Electrónico (durante sus años en Italia, que incluyó a su hijo Daniel en teclados y Miguel Angel Trelles en voz) y el sexteto Nuevo Tango, con dos bandoneones. Su sociedad con la cantante Amelita Baltar y el poeta Horacio Ferrer y tantos otros intentos creativos de imposible ennumeración. Compuso obras por encargo para formaciones de cámara y para bandoneón y orquesta. El listado de música para películas firmadas por Astor Piazzolla supera la veintena.

Este recomendado disco del mítico sello Trova que lleva por título su famosa composición, integra el Fame Hall latino de los Grammy, que destaca ediciones antiguas con significación especial (es el único de tango junto a “El día que me quieras” de Carlos Gardel, 1935). El quinteto de Piazzolla que lo grabó se completaba con Oscar López Ruiz (guitarra), Kicho Díaz (contrabajo), Antonio Agri (violín) y Dante Amicarelli (piano). Debido al éxito del tema homónimo -conocido en todo el universo y versionado por gran cantidad de formaciones orquestales de las más diversas nacionalidades- existen varios discos, bootlegs y recopilaciones de varias empresas discográficas con este mismo título, pero con contenidos diferentes. Busquen el original.

Como seguramente sabrán, la familia llamaba “Nonino” a Vicente Piazzolla, el padre de Astor. Lejos de su tierra y triste por su muerte en 1959, Astor compuso el tema más nostálgico de un tirón en la ciudad de Nueva York: “Adiós, Nonino”. Siendo un terrible inconformista, el mismo autor reconoció años después que fue su obra cumbre.

**Astor Piazzolla – “Live at the BBC” (1989)


Belleza y sutileza en los arreglos, profundidad en sus silencios y tensión, son algunas de las sensaciones que ofrece la genial música de Piazzolla. Este otro disco fue grabado en los estudios Bristol de la BBC con el llamado “The New Tango Sextet”, completado con Gerardo Gandini (piano), Horacio Malvicino (guitarra), Daniel Binelli (bandoneón), José Bragato (violoncello) y Héctor Console (contrabajo).

Antes que me olvide y quede en el tintero (que frase oxidada!): entre las decenas de grabaciones en vivo que andan dando vueltas, busquen también el choque de dos planetas -que se admiraban mutuamente-: Osvaldo Pugliese y Piazzolla coincidieron en un recital en el teatro Carré de Amsterdan, en junio de 1989. Otra joya que no pueden perderse es el duetto de bandoneones de Aníbal Troilo y Piazzolla en los temas “Volver” y “El motivo”, grabados en 1970 e incluídos en las Obras Completas de Troilo y algún otro disco. Emocionantes.

Piazzolla obtuvo incontables premios en su carrera. Ya que aludimos a los Grammy, Piazzolla recibió en forma póstuma (1992) su galardón a la mejor composición instrumental por la conmovedora “Oblivion”.

*Astor Piazzolla – “The rough dancer and the cyclical night” (1987)

Este CD tiene temas originales, no trillados como otros en su repertorio. Fue grabado en el Radio City de Nueva York para el sello Nonesuch, con un sexteto de músicos invitados y no habituales en las formaciones de Piazzolla. Toca nada menos que Paquito D´Rivera (clarinete y saxo). Pudo reclutar de urgencia a Rodolfo Alchourrón (guitarra eléctrica) y a su viejo conocido Fernando Suárez Paz (violín) porque algunos músicos disponibles “no pegaban una” y así se aseguró una base tanguera confiable. Se destacan “Milonga for three”, “Tango apasionado”, “Street tango” y “Leija’s game”. Creo que esta música fue parte de una banda de sonido o fue coreografiada, pero es lo de menos.

Con estos pocos recomendados, claro está, quedarían muchas cosas sin descubrir. Por ejemplo mis favoritas “Fuga y misterio”, “Vuelvo al sur” y “Buenos Aires hora cero”. Es una ardua tarea recorrer la discografía de Piazzolla, por su prolificidad, por atravesar distintas etapas creativas con distintas formaciones y la cantidad de grabaciones y actuaciones en vivo publicadas, a veces en forma trucha.

Piazzolla fue reconocido por su música mundialmente y despertó el interés de músicos consagrados que intentaron casi como un reto profesional recrear sus composiciones, con o sin la participación del mismo Astor y su instrumento líder. Verán desfilar a muchos de esos músicos en distintos capítulos de esta “Guía práctica musical garantizada”, lo que evita grandes descripciones. Los resultados de esos intentos, que muchas veces reemplazaron en forma drástica la instrumentación original de las creaciones del marplatense, han recibido elogios dispares de los especialistas y muchas veces fueron criticados por no capturar el “espíritu Piazzolla”.

Estos son. No intenta ser para nada una lista exhaustiva pero con el mismísimo Astor pudieron grabar cosas el saxofonista Gerry Mulligan (“Summit”, 1974), el vibrafonista Gary Burton (“The New Tango”, 1987) y el Kronos Quartet (“Five tango sensations”, 1989). Chick Corea no llegó a tiempo para intercambiar ideas.

Otras estrellas internacionales, con el apoyo de sus discográficas bajo el brazo, reclutaron después a músicos argentinos que compartieron la aventura piazzolleana en alguna de sus formaciones, por ej. Horacio Malvicino (guitarra y arreglos), Pablo Ziegler (piano), Antonio Agri y Fernando Suárez Paz (violín), Héctor Console (bajo) y Néstor Marconi (bandoneón), entre otros. Fueron los responsables de aportar la imprescindible “mugre tanguera” requerida para aprobar (concepto de difícil definición, se los dejo como tarea para el hogar). Muchas veces con el título de “… plays Piazzolla”, podríamos mencionar discos del guitarrista norteamericano Al Dimeola (sumando al gran bandoneonista salteño Dino Saluzzi), del amigo francés del acordeón Richard Galliano, siempre piazzolleando, o del eximio violonchelista chino/americano Yo Yo Ma con su “Soul of the tango” de 1997, que fue el disco clásico más vendido en Estados Unidos ese año: contiene el dúo de su cello y el bandoneón verdadero de Astor Piazzolla en “Tango Remembranzas”, truco tecnológico mediante. El pianista clásico judeo-argentino Daniel Barenboim, director de las orquestas sinfónicas de Chicago y de Berlin, sumó a Rodolfo Mederos para su “Mi Buenos Aires querido”, consagrado básicamente a Piazzolla y a Horacio Salgán.

(+) mi padre fue bandoneonista durante su juventud y gran fanático del tango, siempre. Entre otros roces generacionales, nosotros los tuvimos con la política y la música. Durante mi adolescencia el descubrimiento del rock fue apasionante y al tango no lo soportaba, representaba lo malo de las generaciones viejas. Años después, cuando hubiera rogado tener su bandoneón, mi padre ya no lo tenía y había fallecido. Hoy me gustan muchas cosas del tango (Gardel, Pugliese, Salgán) pero no al nivel de desempolvar algunos discos de pasta de 78 rpm que le quedaron ni revolver anaqueles. Me parece que el tango se añora más cuando no se tiene a mano: ¡como nuestros viejos o Buenos AIres! Mi segundo nombre, Aníbal, fue un homenaje de mi papá a su admirado Aníbal Troilo, inmenso bandoneonista y autor calificado. En realidad, me quiso poner “Astor” (por Piazzolla) –su más admirado solista en las primeras épocas- pero no lo dejaron en el registro civil porque no estaba en la lista de los nombres “permitidos” por la burocracia. La otra parte es así: la etapa creadora de Piazzolla que a mi me subyuga -un tango mucho menos tradicional para quien no sabe del tema-, fue la que alejó a mi padre de la música de Piazzolla. Por “réprobo”, digamos. Lo tengo explicado en otra entrada de este blog llamado “Piazzolla, mi viejo y yo”, con más data de este gran marplatense.

No pude ver nunca en vivo a Astor Piazzolla, quizás porque lo descubrí tardíamente, pero tuve una oportunidad casi fortuita.Como mencioné antes, lo habían anunciado en el estadio Obras Sanitarias en diciembre/79 junto a Hermeto Pascoal y Dizzy Gillespie pero no se porqué motivo no se presentó en el espectáculo, al final. ¡Quién iba a pedir mucha explicación o la devolución de la entrada con semejante show remanente!

Desde el vamos vengo reconociendo mi déficit para analizar sistemáticamente el tango, defecto agravado por no saber bailarlo siendo porteño. Para subsanar parcialmente el inconveniente, les paso la recomendación de afiatados críticos locales de música (Gabriel Senanes, Federico Monjeau, Mariano del Mazo, etc.), que hace unos años hicieron una lista con los discos imprescindibles del tango argentino. Aquí van:

*MI NOCHE TRISTE (1917) Carlos Gardel con guitarra. Primera grabación de tango de Gardel. Es la piedra fundamental del género del tango-canción. En la otra cara venía la Zamba Puntana, por el dúo Gardel-Razzano.
*JULIAN (1924) Rosita Quiroga con orquesta. Este éxito entronizó el estilo único de Rosita. En 1926 lo grabó con guitarras.
*SENTIMIENTO GAUCHO (1924) Orquesta de Francisco Canaro. La primera grabación, instrumental, de sus muchos registros de este hit propio.
*MALA JUNTA (1927) Sexteto de Julio De Caro. Un disco que trajo dos lados A: en la otra cara, Flores negras, de Francisco De Caro.
*LA PUÑALADA (1943) Orquesta de Juan D´Arienzo. Fue su segunda grabación de esta milonga. Con una versión de “La cumparsita” al dorso, fue el disco más vendedor de la historia del género.
*QUEJAS DE BANDONEON (1944) Orquesta de Aníbal Troilo. En arreglo de Piazzolla, el tango de Filiberto se convertiría en clásico de Troilo.
*LA YUMBA (1946) Orquesta de Osvaldo Pugliese. Pugliese condensa toda la riqueza rítmica de su estilo orquestal en este tango. Salió con “Mal de amores”.
*EN LUNFARDO (1964) Edmundo Rivero, con acompañamiento de guitarras. El primero de tres volúmenes temáticos, trae “Amablemente”, “El ciruja”, “Barajando”.
*LA MAXIMA EXPRESION DEL TANGO (1964) Roberto Goyeneche. Maduro y entero: Goyeneche solista en un punto justo.
*ADIOS NONINO (1969) Astor Piazzolla y su quinteto. Este LP reúne el tipo de formación favorito de Piazzolla, uno de sus arreglos preferidos de “Adiós Nonino” y el perdurable “Otoño porteño”.

El campo: lo que piensan ellos

Dando por sentada la buena fe de Carlos Lanusse, autor del siguiente artículo publicado en la sección Rural de Clarín, uno puede advertir los gruesos errores de concepto -diría sociológicos- que tienen muchos defensores de los más poderosos sectores del campo, agredidos objetivamente por la política que el gobierno le aplica. Aunque en ciertos pasajes pueda acertar describiendo momentos de la historia reciente.

Si los argentinos honestos tenemos la necesidad de buscar respuestas inteligentes y justas a los problemas de convivencia entre sectores y clases sociales (a menos que fomentemos revoluciones elitistas o golpes de estado oligárquicos para imponer una voluntad omnímoda), lo que no pueden explicar el autor y quienes están detrás es donde encajarían los 30 o 35 millones de argentinos que quedamos afuera de su idealizado esquema de agro-negocios.


Si alguno leyó alguna otra entrada de este humilde blog sabrá que no podrá sospecharse de mi como "kirchnerista" u oficialista. Me parece que la política agropecuaria del gobierno es muy poco inteligente. Esa posición creo que garantiza mi visión independiente sobre "ellos, los del campo". Para conocer un poco más la ideología de esta gente especial, les sugiero continuar con los artículos recomendados en "¿Bicentenario sin el campo?" Pero hay muchas cosas a mano para interiorizarse de esta disputa si uno tiene paciencia: basta recurrir al suplemento Campo de La Nación y al citado Rural de Clarín, ambos publicados los sábados. Por ahí desfilan verdaderos fundamentalistas del sector y sus negocios (Sammartino, Huergo, etc.) destilando sus intenciones separatistas: todo para ellos. ¿En virtud de qué los que no estamos dentro de sus negocios debemos defenderlos como si fueran nuestros? Es cómico descubrir como a veces se preguntan entre si porque tienen tan mala imagen ante el resto de la sociedad.

Todo ello sin dejar de ver que constituyen el sector productivo más  eficiente y progresista del país, el que más reinvierte, el que ha aplicado una verdadera revolución tecnológica -en gran parte de generación nacional- lo cual es un doble mérito enorme. Son mucho más "empresarios" que los impresentables industriales. Por eso, para equilibrar el análisis abajo podrán acceder al artículo "Una política anti campo", escrito por  Marta Velarde en uno de esos mismos suplementos. Lo que expresa es insoslayable. Nuestros políticos no saben como planificar la economía, además de no saber gobernar. 

Pero, como hace 60 años, "los del campo" coinciden en eso que el peronismo es el hecho maldito de la historia argentina. En realidad, los pobres, los excluídos y el populismo que los compra (porque el verdadero peronismo murió). No pueden llegar a reconocer que si no fuera por este triste sistema asistencialista, su conciencia de gente "culta" no hubiera podido resistir la culpa por los millones de indigentes argentinos que cargarían sobre sus espíritus. Lo que obligaría a esta generación de estancieros -ahora llamados "líderes de agronegocios"- a mudarse de nuevo a París como hace un siglo. Añoran cuando sus empleados manejaban sus campos y los gobiernos. 

¡Ah! Un pequeño detalle: Lanusse habla de "resentimiento" y es un resentido. Debe ser por la carga de su apellido nefasto. Traspasó la frontera del odio. Encima, dice ser docente.




Clarín Rural 09/04/11. El autor analiza, desde la formación de Argentina como país, la expansión de sus fronteras vinculada a la actividad agropecuaria. Y luego recorre los distintos relacionamientos que mantuvo el sector con los gobiernos, a lo largo de la historia. Además, sostiene que, ahora, el campo es blanco de un ataque por parte de un gobierno que no comprende a la actividad. Por Carlos E. Lanusse. Ingeniero y docente.

En el campo, la línea de frontera era la de fortines. Se terminaron los malones y el proyecto de poblar, arraigando nuevas estancias y poblaciones, fue corriendo la frontera hasta los límites de la Nación. La reproducción cuidada de nuestros rodeos fundó un capitalismo en especie, no monetario, que sirvió para abastecer nuestros consumos e ingresar a los mercados externos.

La frontera interna comenzó entonces a vincularse a la expansión agrícola, desde Colonia Esperanza en adelante. Y la Argentina fue una enorme esperanza, para los nuestros y quienes se embarcaban en el viejo continente buscando trabajo. Al tiempo que nos convertíamos en fuertes demandantes de trabajo, nacional y europeo, resultábamos grandes oferentes de granos. Fue una enorme conquista a fuerza de trabajo local, capitales propios e importados y un fundamental aporte de tecnología extranjera. Barcos a vapor, ferrocarriles, telégrafo y teléfono, genética de razas europeas, plantas forrajeras y semilleros especializados. Maquinarias, molinos y alambrados.

A mediados del siglo XX, cuando la conquista agropecuaria se hubo expandido a todo el territorio nacional, comenzó una nueva frontera, la de los rendimientos. Fue un proceso montado en la tecnología y la recolección y de tal magnitud que logró multiplicar la producción cerealera desde niveles de veinte millones de toneladas de cereales hasta los cien millones de toneladas actuales. En realidad, la incorporación de tecnología fue tan intensa que significó una verdadera revolución cultural. Cambiaron los hábitos de producción y la vida familiar en los pueblos del interior. Los productores, contratistas, maquinistas, cosecheros, fumigadores, agrónomos, veterinarios, comerciantes de químicos, semillas y fertilizantes o diseñadores de nuevas máquinas, comprendieron que la tecnología había llegado para quedarse, porque actuaba como método para incrementar el valor de sus trabajos.

El aumento de la productividad, como fuente de progreso económico y ascenso social había quedado instalado en el campo, a la vez que mostraba un modelo de crecimiento tan respetuoso de las instituciones como alejado de la politización, la estatización y la corrupción.

Es que el Modelo de Rendimientos Crecientes no se parece al de Poder Político Creciente. Se trata de una diferencia cultural profunda en lo económico y en el método de capitalización del trabajo y sus resultados sociales. Al día de hoy, los hombres habituados a la tecnología como palanca de crecimiento saben que esa metodología no responde a concentraciones de poder, sino de conocimientos. Mientras el corrimiento de la frontera agropecuaria no ha dejado de avanzar, nuestra Argentina produjo una lamentable resaca política basada en el resentimiento de los que no alcanzan al éxito para resolver sus problemas.

La primera ocasión provino de la interpretación de Perón acerca de que el campo sería el lugar de residencia de la “oligarquía vacuna”, sin entender los efectos de los avances tecnológicos sobre la productividad de la tierra. Siguiendo con aquella interpretación instaló el Instituto Argentino de Promoción de Intercambio (IAPI) para comercializar la producción agraria, con el objeto de bajar los precios de los alimentos, supuesto beneficio para la población urbana y una industrialización subsidiada por bajos salarios.

Aunque ocurrió lo contrario. El proceso productivo agropecuario llegó a tal magnitud, económica y cultural, que aunque el peronismo siguió influyente en la política, aquellas interpretaciones burdas terminaron agotadas y revertidas durante la administración del peronista Eduardo Duhalde.

El segundo golpe contra el sector agropecuario provino de una serie de economistas que en el afán de terminar con la inflación decidieron utilizar el tipo de cambio para “pisar los precios” de todo lo exportable e importable. El resultado fue la recesión, la desocupación y el derrumbe del trabajo nacional, aunque aquel embate, también superado por el campo, no fue montado sobre el resentimiento y la politización, sino sobre la impericia económica y el error, exactamente el mismo que llevó al mundo entero a la crisis financiera 2008-2010, todavía abierta.

El tercer intento de subordinar al campo, usarlo para la producción de alimentos, divisas y recursos fiscales, negándole su independencia política y metodología cultural, ocurrió a manos del kirchnerismo. A partir de la destitución de Roberto Lavagna, la destrucción del INDEC, la utilización de la inflación con fines electorales en 2007 y el atraso cambiario de 2010 en adelante, quedó al descubierto que todo aquello era por poder. Este ataque resultó nuevamente malogrado con la derrota en el Senado en ocasión del intento de imponer la Resolución 125, patéticamente confirmado en las elecciones legislativas 2009. Otra vez el intento político, resentido de la independencia y éxito económico del sector agropecuario, pero impotente para mostrar resultados sustentables, ha fracasado.

Kirchner nunca pudo contra el campo, porque lo suyo, el populismo, no formaba parte de la cultura occidental a que adhiere la Argentina. Es que mientras el campo logra cosechas crecientes a fuerza de tecnología, el kirchnerismo cosecha odios como estrategia de poder, cuando los argentinos no estamos interesados en luchas sino en resultados concretos en el ámbito social y económico.

Este divorcio de métodos y objetivos no termina allí. En la Ciudad de Buenos Aires, el distrito electoral de mayor nivel cultural de nuestro país, el populismo resulta denostado por sus ciudadanos. El gobierno elegido en la ciudad de la cultura es el más opuesto posible al populismo suburbano. Ello explica y predice la nueva línea de frontera que une al campo y la ciudad. La que une cultura y tecnología, dejando afuera poder y resentimiento.


Una política anti campo

La autora de la nota plantea que las actitudes del gobierno nacional hacia el agro evidencian una postura de “economía cerrada” que desprecia la importancia de las exportaciones, descuida a las economías regionales y genera polémicas con socios clave como Brasil, la UE y EE.UU.. Dice que, además, se pone un techo a un sector que tiene un enorme potencial. Clarín Rural. Sábado 21/07/12. Por Marta Velarde (ex diputada nacional justicialista). 
A cuatro años del rechazo de la Resolución 125, el gobierno continúa con su política contra el campo, que es en definitiva contra el interior, y que cuenta con el apoyo de los sectores ineficientes de la economía argentina y de ideólogos desactualizados y prejuiciosos.


El sector rural se destaca en el país por ser el único que sin subsidios ni prebendas es competitivo en el mundo, y el que soporta, además, gran parte de la carga impositiva junto a los asalariados, cuando en la Unión Europea y en los Estados Unidos es generosamente subsidiado.


El interior cuenta con una genuina burguesía nacional, que ha convertido al campo en una industria agroalimentaria que es orgullo argentino. Provee exportaciones, da trabajo, actúa de locomotora de la industria nacional con su equipamiento de maquinarias, demanda productos de alta tecnología y paga enormes impuestos.


Pero no es comprendido por un gobierno personalista, que confunde el ejercicio del poder de una república democrática con modos propios de la autocracia, y que no reconoce ni las limitaciones institucionales ni suple su falta de conocimiento en numerosos temas con un equipo capaz.
Caracteriza a este gobierno la ineptitud junto con el anacronismo. Predomina una concepción de economía cerrada propia de otros tiempos, donde el campo debe ser un proveedor de alimentos baratos para suplir la incapacidad de otras actividades en pagar salarios altos a los trabajadores urbanos.


El concepto de economía cerrada desprecia la importancia de las exportaciones, pues cree en un sector industrial al que se le reserva un mercado interno para venderle productos caros y de mala calidad.


Un país como China, con mil setecientos millones de habitantes, es un gran exportador, y tiene un mercado interno enorme. El gobierno argentino actual, en cambio, apuesta a la autarquía en vez de un modelo de desarrollo armónico que conquiste los mercados mundiales con los productos del complejo agroindustrial.


Hace algunas décadas existía el problema del deterioro de los términos del intercambio. Desde principios de este siglo los precios internacionales benefician a la producción alimentaria.


Lo que proponemos es exportar la mayor cantidad posible de alimentos elaborados al mundo, y eso generará un importante desarrollo industrial, y que se reconozca que el sector que en estos últimos veinte años aplicó masivamente ciencia y tecnología ha sido el rural. Sin duda que la demanda de equipos de los productores posibilitará la competitividad internacional de la industria proveedora de maquinaria agrícola, en su mayor parte de empresarios nacionales que viven en las ciudades del interior.


La mesa de los argentinos que el gobierno decía preservar significó la duplicación del precio del pan, a pesar de la baja de la rentabilidad del trigo y los límites a su exportación. El resultado es que este año la superficie sembrada con trigo es menor en un 46 % a la normal, y la baja del stock ganadero en unos diez millones de cabezas vacunas es la respuesta a los dislates en el comercio de carnes.


En diciembre de 2008, la Presidenta anunció la creación de cinco mega feedlots, con capacidad para 40.000 cabezas cada uno. A casi cuatro años, todavía no se iniciaron las obras.


El Mercosur y la mentada reindustrialización sólo se han concretado en la industria automotriz, que exporta con 12.000 millones de dólares pero importa por el doble.


La comercialización de las cosechas sufre la falta de infraestructura, que se traduce en el aumento de los costos. La extensión de las fronteras agropecuarias encaradas por empresarios que actúan como pioneros, padecen el “impuesto a la distancia” ante las carencias del sistema de transporte.


La red caminera está deteriorada en el 70% y es insuficiente por contar con un solo carril por sentido de circulación. El interior del país requiere una red de autopistas seguras que, además, permita reemplazar los camiones de 28 toneladas por equipos de 50 a 100 tn. La línea del ferrocarril Belgrano sigue cortada hacia el norte a partir de Tostado. Hace años, el gobierno anuncia inversiones chinas para modernizar el Belgrano Cargas, que nunca se concretan. Además, se propone la importación de todo el equipamiento, consagrando la renuncia a una industria ferroviaria nacional. No se han construido ni la circunvalación ferroviaria de Rosario ni la segunda autopista de circunvalación de la misma ciudad. De la red de rutas provinciales de unos doscientos mil kilómetros sólo están pavimentados unos treinta y tres mil kilómetros.


Las economías regionales del interior están todas en crisis, y a los problemas de las retenciones se agregan las demoras en los reintegros, el retiro del Banco Nación, que se dedica a prestar al Gobierno, el retiro de los depósitos en dólares de los bancos, que resta recursos a la refinanciación de exportaciones, el creciente aumento de los costos, y las sanciones de Brasil, la Comunidad Europea, y EE.UU por las trabas que el gobierno pone a las importaciones de esos países.


Hay dificultades para la industria vitivinícola, que pierde competitividad en el mercado externo otrora conquistado, como otras actividades que dan empleo en las economías regionales y que -parece- deben financiar los problemas de un Mercosur diseñado para las multinacionales automotrices. El cierre de plantas y la pérdida de puestos de trabajo son noticia diaria.


Por otro lado, se subsidia el ensamble de televisores importados en Tierra del Fuego, que de nacional sólo tienen el tergopol del embalaje. Ese dinero en infraestructura de transporte incrementaría notablemente la productividad del interior. Pero prefieren el clientelismo a la modernización. Es cierto, en política se puede hacer lo que se quiere, lo que no se puede es controlar las consecuencias. Entre lo no hecho y lo mal hecho, este Gobierno continúa dinamitando el sector más vital de la economía nacional.

lunes, 18 de abril de 2011

¡La noticia cultural del año!








Capusotto y Segura: dos cómicos jugados. Amenlos o déjenlos. El pelado español Santiago Segura vino recién a Buenos Aires a promocionar su Torrente Nro. 4 y lo pasearon por todos los programas de TV con entrevistas que hay. Una noche de la semana pasada pude verlo en 3 diferentes (Petinatto, Tognetti y ESPN, si no recuerdo mal) y en todos me hizo recular de risa con sus ocurrencias y anécdotas. Por ejemplo, que fue recomendado a EE.UU. por su amigo Guillermo Del Toro a los estudios de George Lucas para hacer su película en 3D y lo sacaron curtiendo por falta de cash. O con las más ácidas y directas: "los argentinos opináis de todo..." o "al final, las mujeres harían lo mismo que los hombres si tuvieran su poder"...

No me gusta mucho la secuela Torrente seguramente por lo mismo que no me gustan los Simpsons, pero siempre que veo a Segura en algún personaje me atrapa. Por eso -si alguno no la vio- recomiendo fervientemente la vieja película "El día de la bestia" de Alex de la Iglesia, donde este pelado hace de rockero heavy que vende viejos LP de vinilo en un sótano, pasa discos al revés y se prende con un cura a combatir la venida del anticristo! Suelen darlas a todas en cable de vez en cuando.

Durante la visita en este otoño porteño, varios le preguntaron al actor si había visto algo de lo que hacía Capusotto -pero no tenía idea- y le hablaron muy bien del argentino. Lo llevan a cenar a un lado cualquiera, seguramente farandulero en Palermo, y de forma completamente casual -lo dijo él- se encontraron y de ahí la foto de arriba. ¡Algo bueno tiene que pasar! Pusieron bien en algún titular de espectáculos: "choque de planetas". ¡Dos grossos! Un beso en la reja. Horanosaurus.

El día que Capusotto conoció a Torrente. Clarín Espectáculos. 15/04/11.



A.P.N. IV: me dijeron que en el Reino del Revés...


Fotos: (1) Mal ejemplo en Alem 650. La leyenda dice "Tomada, este ministerio no pasa una inspección laboral". (2) "Pase a planta" dice la bandera colgada en el hall central del Ministerio de Trabajo. Tiene 4000 empleados, pero 3000 de ellos son contratados. (3) Trabajadores contratados del Ministerio de Trabajo de la Nación reclaman el pase a planta el 15 de abril de 2011. Diario Clarín.

Supongo que ya saben que significa "pase a planta": es algo que reclama personal contratado que trabaja "en negro".. o "en gris", según como quiera verse... sin aportes ni obra social, sin estabilidad laboral, con o sin examen de ingreso según convenga, etc., pidiendo ser regularizado por su empleador.

Lamentablemente hubo hace poco un triste recordatorio de este añejo tipo de irregularidades cuando patotas del "sindicalismo-empresario" de los FFCC asesinaron en octubre pasado al jóven Mariano Ferreyra en Barracas-Buenos Aires, por reclamar el fin de la tercerización laboral y por el blanqueo de su trabajo. Evidentemente, hay gente a la que no le conviene normalizarlo y están dispuestos a todo por conservar sus ingresos, ¿no? Por la noche, seguramente, besan a sus hijos antes de mandarlos a dormir.

Sabrán también que en los organismos o dependencias del Estado hay cientos de miles de casos de trabajadores contratados... si, cientos de miles (ya expliqué que desde 1995 el "prócer" Domingo Felipe Cavallo decidió que nadie ingresara más en forma efectiva al Estado y desde entonces ningún gobierno quizo solucionarlo, incluído el actual). Los contratados pueden ganar más o pueden ganar menos por igual función desempeñada (o sea es algo "inconstitucional") pero son siempre "irregulares".

Me referí a este tema también en las anteriores entradas sobre la "APN-Administración Pública Nacional del subdesarrollo". Por lo que ven, no me resulta indiferente. Lo que me resultó increíble es haber visto en el diario las fotos de arriba que aparecieron en el diario Clarín el sábado 16: muestra a un grupo de contratados del propio Ministerio de Trabajo de la Nación que hizo una manifestación la semana pasada para reclamar el "pase a planta" en Av. Leandro N. Alem 650. Por eso aquello de "el Reino del revés": confirma que hay trabajo trucho en el mismísimo Ministerio de Trabajo, que se supone debería combatirlo.

Humildemente propongo que el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, sea candidato a vicepresidente en las próximas elecciones (a presidente ya sería una truchada demasiado grande). Después, no votemos a la lista en que se encuentre por cómplices (y otros motivos más que caen de maduros). Horanosaurus.

¿De que lado están?





















Acaban de salir en Clarín (que al revés de lo que dice el programa oficialista "6-7-8" al menos acá "no miente") estos artículos que profundizan la investigación del problema. A mi humilde entender, contienen algunas inexactitudes (*) pero ilustran bien el tema. Son un hallazgo las palabras de la presidente Cristina Kirchner en el acto del teatro Coliseo ante los cómplices de UPCN. ¿Quién la embarcó en eso? Respuesta: seguro que el inefable Juan Manuel Abal Medina Jr. Y pasado el tiempo, ahora Tomada es candidato a vicejefe porteño... ¡que país generoso!

(*) me refiero básicamente al nivel de ingresos menor que le adjudican a los contratos y a la cantidad de contratados respecto al total de empleados públicos que supone Claudio Lozano.

El plantel de contratados en los ministerios creció 155 por ciento
Clarín - Zona – Domingo 26/06/11. Empleo en el Estado sin estabilidad. Un poder con dos caras - Son trabajadores que no gozan de plenos derechos. Y cobran menos que los que están efectivos. Hace un año, el Gobierno anunció que los sumaría a la planta permanente, pero aún no cumplió. Empleo en el Estado sin estabilidad. Informe de Pablo Calvo.
El Gobierno dice combatir el trabajo precario, pero lo fomenta en sus propios ministerios: cuatro de cada diez empleados que se sumaron a la gestión kirchnerista entre 2003 y 2010 fueron tomados por contrato y no a través de puestos efectivos.
El contratado carece de estabilidad, que es un derecho consagrado por el artículo 14 bis de la Constitución Nacional. Y como depende de la renovación anual del vínculo con su empleador, no cobra adicionales y su tarea tiene menor paga que la de un agente fijo.
La planta permanente del Poder Ejecutivo, incluidos los que están a prueba, aumentó un 17,1 por ciento en los últimos siete años: pasó de 227.704 a 266.862 empleados. Pero el plantel de contratados creció a un ritmo mucho mayor, un 155 por ciento, pues pasó de 17.242 a 43.973 empleados. Así, de los 65.889 nuevos empleados estatales, 39.158 (el 59,44% de ese total) quedaron efectivos, pero otros 26.731 (el 40,56%) no.
Los datos surgen del estudio “El Estado y sus trabajadores”, del economista y diputado opositor Claudio Lozano, y de una ronda de consultas realizadas por Clarín a expertos en temas laborales. Sin beneficios plenos, estos empleados quedan a merced de la utilización política, como se vio en el copamiento del INDEC, con la intención de manipular índices económicos y de pobreza, o en el escándalo en el INADI, donde cada mandamás impuso su camada y, por ejemplo, usó convenios con la UBA para tomar gente. Hay contratados que llegan a cobrar la mitad y en algunos casos un tercio de otros empleados permanentes que hacen igual tarea.
La presidenta Cristina Kirchner anunció hace un año la paulatina incorporación de los contratados a la planta permanente del Estado. “No puede haber trabajadores de primera o de segunda, ni en el Estado ni en ninguna parte”, dijo en el teatro Coliseo, ante afiliados de la Unión del Personal Civil de la Nación, un gremio afín al oficialismo. El deseo de la mandataria -que fue empleada estatal cuando tenía 18 años- aún no se cumplió. Hace un mes, solapadamente, la Casa Rosada reconoció el problema, ya que en un comunicado avisó que “continuará el proceso de pase de planta transitoria a planta permanente”. No dijo cuántos estatales que siguen en el estribo.
¿Contratado quiere decir precarizado? Es una desigualdad, una desventaja social, según entendió la Corte Suprema de Justicia, que este año, para acoplar discurso y realidad, encaró el pase a planta permanente de todos sus contratados. Ya lo había hecho con la jerarquización de los meritorios.
“Soy abogado y hace siete años que estoy contratado. No cobro el plus por título universitario debido a mi condición laboral. Eso me hace ganar 1.000 pesos menos que un compañero que hace lo mismo que yo, pero está efectivo”, describe Ariel Arana, mientras exhibe su recibo de sueldo, de 3.771 pesos. Habla desde el Ministerio de Trabajo, la cartera que debe vigilar al sector privado para que respete las normas laborales. La paradoja es notoria: en vez de dar el ejemplo, sus propios empleados se quejan por las condiciones en que tienen que desempeñarse y ya llevan nueve paros en reclamo de aumentos y de la efectivización.
Clarín constató la tensión por este tema en una recorrida por la sede del Ministerio. En la planta baja, durante una asamblea convocada por la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) -gremio opositor-, se exhibía una pancarta que reclamaba el “Pase a planta” de los contratados. El día anterior, en la vereda de Alem 650, fueron soltados al aire mil globos negros, el color de la informalidad.
“Estos mecanismos son utilizados para poder superar las restricciones que se impone el propio Estado en la captación de recursos humanos. Es un Estado con dos caras, pues con una impone límites y con la otra los traspasa”, explica el economista Ernesto Kritz, de SEL Consultores.
Para Matías Cremonte, director del Departamento Jurídico de ATE, “con los contratos, se enmascara el crecimiento de la planta permanente y se expone al empleado a una relación desigual con su jefe, que ejerce un poder sobre él y lo obliga a hacer buena letra, a no quejarse, a no pedirle nada, porque a fin de año depende de su firma para seguir trabajando”.
“Sin duda el contratado es un trabajador precario, porque se trata de una irregularidad y porque, al cobrar el sueldo pelado, gana un 30 por ciento menos que su compañero de al lado. Los ministerios tienen contratados por el llamado ‘Artículo 9’. Se le reconocen al empleado determinados derechos, pero no la estabilidad, cuando eso es lo fundamental”, subraya el abogado, entre carpetas y biblioratos.
Las dependencias estatales pueden tener hasta un 15 por ciento de contratados, siempre que esas convocatorias a término estén justificadas por necesidades puntuales, por ejemplo el reemplazo de una secretaria durante el tiempo que dura su licencia por maternidad o la convocatoria a especialistas en tareas que no pueden ser realizadas por nadie de la planta. Sin embargo, empleados con contrato consultados llevan 5, 7 y hasta 11 años en esa condición, y no pueden hacer planes para 2012, porque no saben si en diciembre les bajarán el pulgar.
De acuerdo al informe de Lozano -elaborado con datos del Boletín Oficial, el Congreso y el Palacio de Hacienda-, el ranking de abuso lo encabeza Desarrollo Social, con 410% de contratados en su plantilla; la Jefatura de Gabinete, con 164%; y Economía, con 128%. Siguen Agricultura (127%), Interior (119%) y Educación (103%). La cantidad de contratados en la administración central del Ministerio de Trabajo supera el 275%. Clarín buscó una voz oficial por este tema, pero aún no la obtuvo.
“La velocidad con que aumentó la cantidad de contratados, en comparación con el lento crecimiento de la planta permanente, demuestra que la precarización es la modalidad que adoptó la administración Kirchner para integrar sus planteles. Sus ‘ministerios-estrellas’ son los que más contratan y precarizan”, señala Lozano.
Gustavo Blutman, investigador de Ciencias Económicas de la UBA, describe una “dispersión” en las formas de contratación del empleado público, entre las que menciona la planta permanente, la transitoria, pasantías, becas, contratos de locación de servicio, de obra, con organismos internacionales, con universidades y fundaciones, que funcionan a la vez. “Los contratos crecen porque están cerrados los ingresos a planta, que en el Sistema Nacional de Empleo Público son exclusivamente por concurso. Pero los sistemas de recursos humanos están fragmentados, y la batería para calcular la cantidad de contratados es disímil”, dice este profesor.
Cualquier ciudadano puede comprobar que la modalidad, en este año electoral, aumenta como nunca: en www.infoleg.gov.ar se ponen en el buscador las palabras “Contratación-Aprobación” ó “Designación-Prórroga” y las excepciones a la ley “por no reunir los requisitos mínimos”, afloran.

Palabras sin eco de CFK
Del discurso presidencial del 11/05/10. Teatro Coliseo.
-“No puede haber trabajadores de primera o de segunda, ni en el Estado ni en ninguna parte. Tiene que haber trabajadores de una sola clase”.
-“Quedaron atrás los tiempos en que se escondían a los estatales en los pliegues, para que los organismos de crédito no los vieran”.
-“Esa era la razón de tener contratos, subcontratos, planta transitoria, dibujar números, para que cuando vinieran a controlarnos figurara una cosa y no lo que realmente era. Hablemos claro”.
-“Por eso hoy estamos dando algo más que estabilidad y dignidad a los trabajadores estatales. Estamos reafirmando la necesidad de la presencia del Estado como instrumento insustituible en los países”.
-“Nunca pudieron convencerme de que la mejora de los trabajadores venía por el lado de que se despida gente, de que tengan menos beneficios. Nunca me cerró ninguna flexibilización laboral”.

Clarín - Zona – Domingo 26/06/11. Los que persiguen el trabajo en negro, en plan de lucha. Un contrasentido: no pueden combatir la informalidad quienes la padecen.
Kafka hubiera estado a gusto en los laberintos de la burocracia argentina. Es que, para entrar a un edificio público, hay que presentar documento de identidad, posar para la foto, registrar elementos electrónicos, apoyar una tarjeta magnética en el lector del molinete y esperar la luz verde. Una vez adentro, cámaras de seguridad seguirán los pasos del visitante y hombres de azul lo mirarán desconfiados. Pero aquí estamos, en las entrañas del Ministerio que hace de árbitro en los conflictos salariales y tiene que hacer respetar los derechos de los trabajadores. Es llamativo, por eso, ver a sus propios trabajadores arremolinados.
Una sábana blanca atada en la reja advierte sobre uno de los problemas: “Tomada: este Ministerio no pasa una inspección laboral”, leyenda que está firmada nada menos que por los inspectores del trabajo, que son los que salen a la calle a controlar que nadie se haga el vivo con sus empleados. Ejecutan el Plan Nacional de Registración del Trabajo y aplican multas por un millón y medio de pesos por día, cuando descubren trabajadores en negro en empresas y personas que se parten el lomo en el campo, pero son tratados como esclavos.
“El trabajo digno empieza por casa”, dice un eslogan, y un panfleto tiene menos paciencia: “Basta de trabajo precario en el Ministerio de Trabajo”.
Hay un listado de 482 inspectores en la página web oficial. Se les puede ver las caras en las credenciales virtuales, el nombre completo y el DNI. Algunos son efectivos y otros contratados. “Y no alcanzan, es un inspector cada 1.100 establecimientos a revisar”, dice Claudio Lozano.
Son contratados los que rodean al cronista de Clarín para denunciar la situación. Hablan todos juntos, hacen un scrum con las palabras…hasta que se ordenan: “En Lomas de Zamora, los 14 inspectores son contratados. Salen a inspeccionar en un Falcon modelo 74 y otro modelo 80, mejor ni saber de dónde eran…” “A ojo, en la Ciudad hay 20 inspectores de planta permanente y 60 contratados”.
“En Tierra del Fuego se paga plus por zona desfavorable, pero sólo uno lo cobra... los otros 12 inspectores son contratados”.
“En la ANSES y la AFIP también hay gente que hace inspecciones, pero si están en la planta, llegan a cobrar 12.000 pesos, el triple que nosotros”.
Hay abogados, licenciados en relaciones del trabajo, sociólogos. Una mujer avisa de un potencial problema legal: “Nos podrían decir que nuestras inspecciones no tienen validez, porque nosotros tampoco tenemos los derechos cuyo cumplimiento controlamos. Podrían presentar un amparo por la ilegalidad del procedimiento”. Los consultados agregan que no se contempla el riesgo psicofísico de la tarea: “A un compañero lo corrieron a tiros, todos los días nos insultan. Nadie es amable con un inspector, pero nosotros ponemos la cara y el Ministerio, no”.

Ariel Arana, delegado de ATE: “Soy abogado y hace siete años que estoy contratado, pero no cobro el plus por el título universitario debido a mi condición laboral. Eso me hace ganar menos”.
Roberto Arébalo, inspector laboral: “Llevo 5 años luchando contra el trabajo ilegal pero esto desconcentra. Tener un contrato anual no nos permite proyectar nuestras vidas a largo plazo”.
4 millones de trabajadores en todo el país están en negro. Es el 34,1% de la fuerza laboral. Quienes tienen que controlar que esto no ocurra también tienen problemas de estabilidad laboral.
Evolución del personal en el Poder Ejecutivo Nacional (fuente: “El Estado y sus trabajadores” de Claudio Lozano).
2003 Planta permanente y transitoria: 227.704 – Personal contratado: 17.242
2007 Planta permanente y transitoria: 247.299 – Personal contratado: 31.770
2010 Planta permanente y transitoria: 266.862 – Personal contratado: 43.973

Entradas anteriores y posteriores relacionadas:

Administración Pública Nacional del subdesarrollo I